Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A los hombres siempre les ha sido mandado a adorar. Esta adoración siempre
ha sido sacrificial. Abel ofreció sacrificio animal acorde a la voluntad de Dios
(Heb. 11:4). A Abraham le fue ordenado ofrecer a su hijo, Isaac, como sacrificio
para Dios, aunque Dios detuvo su mano cuando vio a Abraham temiéndole (Gén.
22:1-19). Los Judíos, por orden divina, ofrecieron sacrificios animales de muchas
clases. El Cristiano debe ofrecer sacrificios espirituales (1 Ped. 2:5). Debe pre-
sentar su cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom. 12:1-2).
De esta manera vemos que la adoración en toda época, ha sido sacrificial. Dios no
siempre ha requerido los mismos sacrificios del hombre, pero en toda dispensación
ha requerido algunos actos de devoción de parte del hombre.
Un Objeto Bíblico
Aunque los hombres siempre han adorado algo, no siempre han adorado a
Dios. El objeto divinamente especificado de adoración aceptable es el Dios To-
doPoderoso. Jesús enseñó: “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y
en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). El apóstol Juan nos dice de su
intención de adorar a un ángel, pero el ángel se lo prohibió, diciendo: “Mira, no
lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que
guardan las palabras de este libro. Adora a Dios” (Ap. 22:9). A los hombres les
es mandado cantar con gracia en sus corazones “a Dios” y a dar gracias a “Dios
el Padre” (Col. 3:16-17). Pedro enseña que los hombres deben “glorificar a Dios”
en el nombre de Cristo (1 Ped. 4:16). De esta manera el objeto de adoración di-
vinamente especificado es más de una vez dicho que es Dios el Padre.
La historia del esfuerzo del hombre por adorar revela que a menudo ha ado-
rado objetos de adoración no Bíblicos. Cuando Pablo fue a la ciudad de Atenas
a predicar, encontró que tenían muchos “objetos” de adoración (Hechos 17:23).
Algunos han dicho que eran tan numerosos los ídolos en Atenas que era más fácil
encontrar un dios que un hombre. La idolatría era un error muy prevaleciente en
el mundo antiguo, y sin embargo es aún un error prevaleciente. Las personas que
adoran una pluralidad de dioses es dicho aun hoy día que exceden a aquellas que
adoran “un Dios” (Efe. 4:6).
Otros invalidan su adoración por volverse a los hombres antes que a Dios.
Nuestros amigos en la Iglesia Católica Romana se refieren al Papa como el “Santo
Padre,” “Vicario de Cristo,” “Vicario de Dios” y “Vicegerente de Dios.” Muestran
homenaje y respeto a él que únicamente debe ser mostrado a Dios. Los Católicos
nos dicen que Pedro fue el primer Papa. Pero cuando Cornelio “postrándose a
sus pies, adoró.” Pedro le dijo, “Levántate, pues yo mismo también soy hombre.”
(Hechos 10:25-26). ¡Actuó muy extraño si era Papa! La adoración no debe ser
suministrada al hombre.
Un Lugar Bíblico
La Biblia enseña que antes de que uno pueda adorar a Dios aceptablemente, él
debe estar en el lugar Bíblico de adoración. Nos apresuramos a decir que aquí no
nos referimos a alguna locación física en particular. Jesús enseñó que la adoración
bajo el orden del Nuevo Testamento sería sin consideración de una locación física
(Juan 4:21). Uno puede leer en la Biblia acerca de la adoración siendo rendida
en la orilla de un río (Hechos 16:13) y en la prisión (Hechos 16:25). Algunos de
los primeros discípulos se reunieron en sus residencias, o en una sinagoga Judía o
en el templo. El lugar físico no importó. Uno podría adorar a Dios bajo un árbol,
en un salón rentado, o en un cómodo edificio. La iglesia podría rentar, prestar o
aun poseer un edificio.
Pero Dios ha declarado que la adoración hoy día debe ser rendida en un cierto
lugar. Pablo enseñó: “A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las
edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efe. 3:21). El lugar de adoración es
“en la iglesia” y “en Cristo Jesús.” Pedro declaró que la gloria a Dios podía ser
rendida únicamente “en el nombre de Cristo” (1 Ped. 4:16). De esta manera, si
uno Bíblicamente no puede llevar el nombre “Cristiano,” no sostiene la correcta
relación con Dios en cuanto a la adoración aceptable.
De esta manera la iglesia es hoy día el lugar donde los hombres deben adorar a
Dios. Claro está que la iglesia no es una casa física, sino una relación espiritual.
A menos que uno esté “en Cristo” (Efe. 1:3; Gál. 3:26-27), y en la iglesia que es la
plenitud de Cristo (Efe. 1:22-23), no está en el lugar correcto de adoración. Uno
que no es miembro de la iglesia no puede rendir adoración aceptable a Dios. Uno
que Bíblicamente no puede llevar el nombre “Cristiano,” o que no puede Bíblica-
mente llamar a Dios su Padre no puede Bíblicamente adorar a Dios.
Dios no dejó al hombre libre para improvisar su propia adoración. Dios selec-
cionó y estipuló los actos de adoración que son aceptables para El. Jesús enseñó
que cualquier adoración, que no sea la que Dios mandó, es adoración vana (Mat.
15:9). Cortamente después del establecimiento de la iglesia, fue dicho de la ado-
ración de ellos: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Con
la adición del canto que es enseñado en otra parte, este pasaje resume los actos de
adoración de la temprana iglesia.
Uno muy fácilmente puede ver que cantando salmos, himnos y cánticos es-
pirituales no únicamente está autorizado, sino que es requerido. La práctica de
convertir el servicio de cánticos en un período de entretenimiento para el empleo de
coros, cuartetos, solos y otros “Especiales” no es el orden del Nuevo Testamento.
Alguien en la iglesia que en alta voz ha protestado el uso del “coro” sectario ahora
ha formado los “Coreadores de la Iglesia de Cristo.” Sería muy interesante escu-
char a uno de estos opositores de los “coros” pero defensores de los “coreadores”
tratar de decirle a alguien cual es la diferencia.
La iglesia del Nuevo Testamento era una iglesia estudiosa, ofrendadora, oradora,
comulgadora y cantora. Así debe ser la iglesia del Señor hoy día.
Un Momento Bíblico
Hay algunos puntos de la adoración que Dios mandó, pero no especificó algún
momento en particular cuando estos actos deben ser hechos. Uno podría por tanto
estudiar en cualquier momento lo que escoja para hacerlo así (2 Tim. 2:15), o cantar
cuando está alegre (Stg. 5:13), u orar cuando desee hacerlo así (1 Tes. 5:17). Pero
hay un tiempo divinamente señalado para “partir el pan” y para “poner aparte algo.”
El Partimiento del Pan — Nos es enseñado cuando los Cristianos del Nuevo
Testamento hoy día deben partir el pan por medio de encontrar cuando los Cris-
tianos del Nuevo Testamento en el primer siglo partieron el pan. Hechos 20:7
se lee: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan,
Pablo les enseñaba...” La temprana iglesia observó la Cena del Señor el primer
día de la semana.
Las iglesias denominacionales “toman la comunión” una vez cada tres meses,
o dos veces al año, y algunos solo una vez al año. Aparentemente entienden “el
primer día de la semana” queriendo decir una vez, dos veces, o cuatro veces al año.
Cuando al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento se le dijo “Acuérdate del día
de reposo para santificarlo” (Ex. 20:8), supieron que esto significaba guardar todo
día de reposo para santificarlo (Véase Núm. 15:32-36). Los historiadores nos dicen
que la temprana iglesia se reunía para recordar la muerte y sufrimiento del Señor
cada primer día de la semana. Y así lo hacen las iglesias fieles de Cristo hoy día.
Usted notará que el tiempo para el partimiento del pan y para la ofrenda es “el
primer día de la semana.” La Cena del Señor debe ser observada tan a menudo
como la ofrenda es tomada. Una ofrenda no debe ser tomada más a menudo de
lo que la Cena del Señor es servida.
Pero la frecuencia debe ser la misma para la Cena del Señor y la ofrenda. Ambas
deben ser hechas “el primer día de la semana.” En las Iglesias de Cristo cada
primer día de la semana una ofrenda es tomada y la Cena del Señor es servida.
Ninguna ofrenda congregacional jamás fue recogida en las iglesias de Cristo fieles
en los servicios de mitad de semana. Ni la Cena del Señor será servida en algún
otro momento que no sea “el primer día de la semana.”
Jesús resumió la manera en que toda adoración debía ser rendida cuando dijo
adorar “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Hemos estudiado lo que la palabra
de verdad ha dicho acerca del objeto de la adoración, el lugar de la adoración, los
actos de adoración, y el tiempo para la adoración. Pero ¿qué significa “en espíritu”?
Significa adorar con el espíritu de uno. Es cierto que uno debe ofrecer “fruto de
labios” a Dios (Heb. 13:15), pero uno también debe cantar y alabar “con nuestro
corazón al Señor” (Efe. 5:19). Cuando uno come la Cena del Señor debe hacerlo
“discerniendo el cuerpo” (1 Cor. 11:29), de otra manera come y bebe su propio
juicio. Dios no aceptará adoraciones ritualistas, formalistas. El espíritu debe ser
dado en la adoración. El corazón y alma de uno deben estar en la adoración.
Resumen