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La Adoración Bíblica 3

La Adoración Bíblica Anotaciones


El hombre es por naturaleza un ser de adoración. Los hombres en todas par-
tes rinden homenaje a, o pagan respeto a, algún ser más grande. Nunca ha sido
encontrada una raza o tribu de hombres que no tuviera alguna clase de adoración.
Los hombres innatamente parecen sentir la necesidad de adorar algo.

La Biblia enseña que uno de los propósitos del hombre es la glorificación de


Dios. Pablo dijo: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a
Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu...” (1 Cor. 6:19-20). Este esfuerzo en
la parte del hombre por glorificar a Dios es lo que queremos decir por adoración.

A los hombres siempre les ha sido mandado a adorar. Esta adoración siempre
ha sido sacrificial. Abel ofreció sacrificio animal acorde a la voluntad de Dios
(Heb. 11:4). A Abraham le fue ordenado ofrecer a su hijo, Isaac, como sacrificio
para Dios, aunque Dios detuvo su mano cuando vio a Abraham temiéndole (Gén.
22:1-19). Los Judíos, por orden divina, ofrecieron sacrificios animales de muchas
clases. El Cristiano debe ofrecer sacrificios espirituales (1 Ped. 2:5). Debe pre-
sentar su cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom. 12:1-2).
De esta manera vemos que la adoración en toda época, ha sido sacrificial. Dios no
siempre ha requerido los mismos sacrificios del hombre, pero en toda dispensación
ha requerido algunos actos de devoción de parte del hombre.

En esta dispensación, como en toda otra, los actos de adoración ya están


especificados o no. Si Dios no hizo especificación en cuanto a cómo el hombre
debe adorar, entonces el hombre es libre de adorar en cualquier manera que vea
ajustada. Pero es la tesis de este esfuerzo que Dios ha especificado cómo debería
ser adorado. Si Dios ha dictado ciertas reglas de adoración, entonces se vuelve la
obligación del hombre adorar en armonía con estas estipulaciones. Estudiemos
entonces la Biblia para ver qué reglas Dios ha dictado para la adoración aceptable.

Un Objeto Bíblico

Aunque los hombres siempre han adorado algo, no siempre han adorado a
Dios. El objeto divinamente especificado de adoración aceptable es el Dios To-
doPoderoso. Jesús enseñó: “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y
en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). El apóstol Juan nos dice de su
intención de adorar a un ángel, pero el ángel se lo prohibió, diciendo: “Mira, no
lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que
guardan las palabras de este libro. Adora a Dios” (Ap. 22:9). A los hombres les
es mandado cantar con gracia en sus corazones “a Dios” y a dar gracias a “Dios
el Padre” (Col. 3:16-17). Pedro enseña que los hombres deben “glorificar a Dios”
en el nombre de Cristo (1 Ped. 4:16). De esta manera el objeto de adoración di-
vinamente especificado es más de una vez dicho que es Dios el Padre.

La historia del esfuerzo del hombre por adorar revela que a menudo ha ado-
rado objetos de adoración no Bíblicos. Cuando Pablo fue a la ciudad de Atenas
a predicar, encontró que tenían muchos “objetos” de adoración (Hechos 17:23).
Algunos han dicho que eran tan numerosos los ídolos en Atenas que era más fácil
encontrar un dios que un hombre. La idolatría era un error muy prevaleciente en
el mundo antiguo, y sin embargo es aún un error prevaleciente. Las personas que
adoran una pluralidad de dioses es dicho aun hoy día que exceden a aquellas que
adoran “un Dios” (Efe. 4:6).

Sin embargo, la más grande amenaza para la aceptabilidad de la adoración


con los hombres hoy día, en cuanto el objeto de la adoración está concernido,
no es el peligro de entrar a un templo de ídolos. Tal cosa podría difícilmente ser
encontrada, al menos en este país. Pero los hombres podrían amar tanto al mundo
que las cosas del mundo se convertirían en ídolos para ellos (1 Juan 2:15-17). El
dios de un hombre es simplemente la cosa más importante en el mundo para él.
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Pablo enseña que la codicia (el deseo excesivo por las cosas) es idolatría (Col. 3:5;
Anotaciones Efe. 5:5). Jesús enseñó, “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat. 6:24).
Muchos hombres hoy día doblan sus rodillas delante del dios de este mundo, y le
sirven a él antes que al TodoPoderoso.

Otros invalidan su adoración por volverse a los hombres antes que a Dios.
Nuestros amigos en la Iglesia Católica Romana se refieren al Papa como el “Santo
Padre,” “Vicario de Cristo,” “Vicario de Dios” y “Vicegerente de Dios.” Muestran
homenaje y respeto a él que únicamente debe ser mostrado a Dios. Los Católicos
nos dicen que Pedro fue el primer Papa. Pero cuando Cornelio “postrándose a
sus pies, adoró.” Pedro le dijo, “Levántate, pues yo mismo también soy hombre.”
(Hechos 10:25-26). ¡Actuó muy extraño si era Papa! La adoración no debe ser
suministrada al hombre.

Una de las cosas equivocadas con un Cristiano perteneciente a la Logia Masónica


es el hecho de que tienen hombres a quienes los Cristianos están supuestos a llamar
“El Más Grande Maestro Adorable,” “Justo Adorable Señor Gran Custodio,” etc.
La Biblia dice “adora a Dios.”

El mismo tipo de pecado es cometido cuando uno llama al predicar “Reveren-


do.” La palabra “reverendo” es una forma de la palabra “reverencia” la cual es un
sinónimo de adoración. Si un hombre es “reverendo,” debería ser reverenciado.
Pero la Biblia enseña que únicamente el nombre de Dios es “santo y temible (re-
verendo, jr)” (Sal. 111:9).

Un Lugar Bíblico

La Biblia enseña que antes de que uno pueda adorar a Dios aceptablemente, él
debe estar en el lugar Bíblico de adoración. Nos apresuramos a decir que aquí no
nos referimos a alguna locación física en particular. Jesús enseñó que la adoración
bajo el orden del Nuevo Testamento sería sin consideración de una locación física
(Juan 4:21). Uno puede leer en la Biblia acerca de la adoración siendo rendida
en la orilla de un río (Hechos 16:13) y en la prisión (Hechos 16:25). Algunos de
los primeros discípulos se reunieron en sus residencias, o en una sinagoga Judía o
en el templo. El lugar físico no importó. Uno podría adorar a Dios bajo un árbol,
en un salón rentado, o en un cómodo edificio. La iglesia podría rentar, prestar o
aun poseer un edificio.

Pero Dios ha declarado que la adoración hoy día debe ser rendida en un cierto
lugar. Pablo enseñó: “A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las
edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efe. 3:21). El lugar de adoración es
“en la iglesia” y “en Cristo Jesús.” Pedro declaró que la gloria a Dios podía ser
rendida únicamente “en el nombre de Cristo” (1 Ped. 4:16). De esta manera, si
uno Bíblicamente no puede llevar el nombre “Cristiano,” no sostiene la correcta
relación con Dios en cuanto a la adoración aceptable.

El privilegio de adorar es una “bendición espiritual,” y todas las bendiciones


espirituales están en Cristo Jesús (Efe. 1:3). De esta manera, uno fuera de Cristo no
está en el lugar correcto para adorar Bíblicamente. Uno únicamente puede adorar
a Dios a través de Cristo (Col. 3:17; 1 Ped. 2:5). Jesús enseñó a sus discípulos
a empezar a orar por medio de decir “Padre nuestro...” (Mat. 6:9). A menos que
uno pueda Bíblicamente llamar a Dios su Padre, no puede orar Bíblicamente. La
Biblia declara que “Dios no oye a los pecadores” (Juan 9:31).

En la era del Antiguo Testamento Dios ordenó la erección del Tabernáculo,


que era simplemente un lugar de adoración portable. Este fue el lugar donde Dios
ordenó a su pueblo adorarle durante su errancia en el desierto. Cuando Israel se
colocó permanentemente en la tierra prometida, el templo fue construido. Dios
entonces se reunió con su pueblo ahí, y colocó su nombre ahí (1 Reyes 8:17,21;
2 Cr. 6:8-9). Hoy día Dios tiene un lugar donde se reunirá con su pueblo. Jesús
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dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos” (Mat. 18:20). La iglesia es mostrada, en la carta Hebrea, ser el Anotaciones
pueblo de Dios hoy día, lo que era el tabernáculo para el pueblo de Dios en el
Antiguo Testamento. La iglesia es el “verdadero santuario” y tabernáculo espi-
ritual (Heb. 8:1-2; 9:11). De igual manera, la iglesia es descrita como el templo
de Dios (Efe. 2:20-22).

De esta manera la iglesia es hoy día el lugar donde los hombres deben adorar a
Dios. Claro está que la iglesia no es una casa física, sino una relación espiritual.
A menos que uno esté “en Cristo” (Efe. 1:3; Gál. 3:26-27), y en la iglesia que es la
plenitud de Cristo (Efe. 1:22-23), no está en el lugar correcto de adoración. Uno
que no es miembro de la iglesia no puede rendir adoración aceptable a Dios. Uno
que Bíblicamente no puede llevar el nombre “Cristiano,” o que no puede Bíblica-
mente llamar a Dios su Padre no puede Bíblicamente adorar a Dios.

Actos de Adoración Bíblicos

Dios no dejó al hombre libre para improvisar su propia adoración. Dios selec-
cionó y estipuló los actos de adoración que son aceptables para El. Jesús enseñó
que cualquier adoración, que no sea la que Dios mandó, es adoración vana (Mat.
15:9). Cortamente después del establecimiento de la iglesia, fue dicho de la ado-
ración de ellos: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Con
la adición del canto que es enseñado en otra parte, este pasaje resume los actos de
adoración de la temprana iglesia.

La enseñanza de los apóstoles — La temprana iglesia tenía en sus reuniones


el estudio de las palabras de los apóstoles. Cuando los discípulos se reunieron en
Troas, “Pablo discursó con ellos” (Hechos 20:7). Cuando el evangelio es predicado
hoy día en las reuniones de los santos, el precedente apostólico está siendo seguido.

La comunión — La palabra “comunión” sugiere compañía. Los primeros


Cristianos eran “coherederos,” “miembros del mismo cuerpo,” y “copartícipes de
la promesa” (Efe. 3:6). No es sorpresa entonces que fueran miembros en la obra.
La palabra original traducida “comunión” en Hechos 2:42 es traducida “ofrenda”
en Rom. 15:26. Fue por la participación unida en la contribución que todos los
miembros tuvieron comunión en la promoción del evangelio (Fil. 1:5; 4:15-16).

Desafortunadamente la palabra “comunión” ha sido distorsionada en la termi-


nología moderna de manera que algunos han perdido enteramente la perspectiva
de su significado en el Nuevo Testamento. “Comunión” ha sido largamente
aplicada a los asados, juegos de balón, bebidas de café y banquetes hasta pocos
retienen el concepto Bíblico de la participación unida en el trabajo bíblico. Los
así llamados “Salones de Comunión” no son salones de comunión en nada. Son
nombres inapropiados. Los tales deberían ser llamados “Salones de Banquetes”
o “Salones de Juego.” El moderno “Salón de Comunión” está muy apartado de
cualquier uso Bíblico de la palabra “comunión.”

El partimiento del pan — Algunas veces la expresión “partimiento del pan”


en la Biblia se refiere únicamente al consumo de una comida común (Hch. 2:46;
20:11), pero algunas veces se refiere al consumo de la Cena del Señor (Hechos
20:7). El consumo del pan y la bebida del fruto de la vid, como Jesús lo ordenó,
constituye una comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo (1 Cor. 10:16). Esto
debe ser hecho hasta que él venga de nuevo (1 Cor. 11:26). Las iglesias del Nuevo
Testamento, por tanto eran iglesias comulgantes.

Las oraciones — Cuando el pueblo de Dios estudia la doctrina de los apóstoles,


Dios les está hablando (1 Tes. 2:13). La oración es simplemente el esfuerzo de un
hombre por hablar con Dios. La iglesia hoy día que es semejante a la iglesia del
Nuevo Testamento debe ser también una iglesia orante.
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Los cánticos — La temprana iglesia fue instruida a ser una iglesia cantante.
Anotaciones Pablo dijo a los Corintios, “...cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento” (1 Cor. 14:15). Los santos Efesios fueron instruidos a hablar “entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al
Señor en vuestros corazones” (Efe. 5:19). En un pasaje muy similar la iglesia
en Colosas es instruida: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col.
3:16). El escritor Hebreo dijo, “Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio
de la congregación te alabaré” (Heb. 2:12).

Uno muy fácilmente puede ver que cantando salmos, himnos y cánticos es-
pirituales no únicamente está autorizado, sino que es requerido. La práctica de
convertir el servicio de cánticos en un período de entretenimiento para el empleo de
coros, cuartetos, solos y otros “Especiales” no es el orden del Nuevo Testamento.
Alguien en la iglesia que en alta voz ha protestado el uso del “coro” sectario ahora
ha formado los “Coreadores de la Iglesia de Cristo.” Sería muy interesante escu-
char a uno de estos opositores de los “coros” pero defensores de los “coreadores”
tratar de decirle a alguien cual es la diferencia.

Los instrumentos mecánicos de música en la adoración en la iglesia son una


innovación reciente. Uno no puede leer de tal cosa en el Nuevo Testamento. Los
historiadores nos dicen que la introducción de los instrumentos mecánicos en la
alabanza a Dios en los servicios de la iglesia vino varios siglos después del cierre
del canon del Nuevo Testamento. Tal práctica puede ser únicamente invención
humana. Todos los hombres sostienen una relación afirmativa a su práctica.
“Cantamos” en nuestros servicios, y hemos citado escrituras que autorizan el
cántico. Aquellos que traigan instrumentos mecánicos de música en la adoración
de la iglesia que presenten autoridad en el Nuevo Testamento para la práctica, si
pueden. ¡Esto no está en el libro!

La iglesia del Nuevo Testamento era una iglesia estudiosa, ofrendadora, oradora,
comulgadora y cantora. Así debe ser la iglesia del Señor hoy día.

Un Momento Bíblico

Hay algunos puntos de la adoración que Dios mandó, pero no especificó algún
momento en particular cuando estos actos deben ser hechos. Uno podría por tanto
estudiar en cualquier momento lo que escoja para hacerlo así (2 Tim. 2:15), o cantar
cuando está alegre (Stg. 5:13), u orar cuando desee hacerlo así (1 Tes. 5:17). Pero
hay un tiempo divinamente señalado para “partir el pan” y para “poner aparte algo.”

El Partimiento del Pan — Nos es enseñado cuando los Cristianos del Nuevo
Testamento hoy día deben partir el pan por medio de encontrar cuando los Cris-
tianos del Nuevo Testamento en el primer siglo partieron el pan. Hechos 20:7
se lee: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan,
Pablo les enseñaba...” La temprana iglesia observó la Cena del Señor el primer
día de la semana.

Las iglesias denominacionales “toman la comunión” una vez cada tres meses,
o dos veces al año, y algunos solo una vez al año. Aparentemente entienden “el
primer día de la semana” queriendo decir una vez, dos veces, o cuatro veces al año.
Cuando al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento se le dijo “Acuérdate del día
de reposo para santificarlo” (Ex. 20:8), supieron que esto significaba guardar todo
día de reposo para santificarlo (Véase Núm. 15:32-36). Los historiadores nos dicen
que la temprana iglesia se reunía para recordar la muerte y sufrimiento del Señor
cada primer día de la semana. Y así lo hacen las iglesias fieles de Cristo hoy día.

Poner Aparte Algo — La Biblia no únicamente nos dice cuándo observar la


Cena del Señor, también nos dice cuando dar de nuestros recursos. El apóstol
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Pablo dijo: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la
manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada Anotaciones
uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que
cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas” (1 Cor. 16:1-2).

Usted notará que el tiempo para el partimiento del pan y para la ofrenda es “el
primer día de la semana.” La Cena del Señor debe ser observada tan a menudo
como la ofrenda es tomada. Una ofrenda no debe ser tomada más a menudo de
lo que la Cena del Señor es servida.

Es interesante como razonan los predicadores sectarios. Cuando leen acerca


de la Cena del Señor en “el primer día de la semana,” argumentan en alta voz
que esto no quiere decir cada primer día. Esto, para ellos, únicamente significa
hacerlo una o dos veces al año. Pero ¿en algún momento ha escuchado usted de
un predicador denominacional que mal entendió “el primer día de la semana”
cuando éste es aplicado a la contribución? ¿En algún momento ha escuchado de
un predicador que pensó que esto significaba recoger la ofrenda una o dos veces
al año? Usualmente recogen una ofrenda (o varias ofrendas) en toda reunión.

Pero la frecuencia debe ser la misma para la Cena del Señor y la ofrenda. Ambas
deben ser hechas “el primer día de la semana.” En las Iglesias de Cristo cada
primer día de la semana una ofrenda es tomada y la Cena del Señor es servida.
Ninguna ofrenda congregacional jamás fue recogida en las iglesias de Cristo fieles
en los servicios de mitad de semana. Ni la Cena del Señor será servida en algún
otro momento que no sea “el primer día de la semana.”

Una Manera Bíblica

Jesús resumió la manera en que toda adoración debía ser rendida cuando dijo
adorar “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Hemos estudiado lo que la palabra
de verdad ha dicho acerca del objeto de la adoración, el lugar de la adoración, los
actos de adoración, y el tiempo para la adoración. Pero ¿qué significa “en espíritu”?

Significa adorar con el espíritu de uno. Es cierto que uno debe ofrecer “fruto de
labios” a Dios (Heb. 13:15), pero uno también debe cantar y alabar “con nuestro
corazón al Señor” (Efe. 5:19). Cuando uno come la Cena del Señor debe hacerlo
“discerniendo el cuerpo” (1 Cor. 11:29), de otra manera come y bebe su propio
juicio. Dios no aceptará adoraciones ritualistas, formalistas. El espíritu debe ser
dado en la adoración. El corazón y alma de uno deben estar en la adoración.

Algunos de nuestros amigos denominacionales son muy conscientes y since-


ros en su adoración, pero mucha de su adoración no es acorde a la verdad (Juan
17:17). Pero el “espíritu” sin la “verdad” es insuficiente (Juan 4:24). Por otro
lado, algunos miembros de la iglesia del Señor van a través de los actos Bíblicos
de adoración en una manera fría, indiferente, y sin sinceridad. La “verdad” sin
el “espíritu” también es insuficiente. La adoración para que sea aceptable, debe
ser rendida “en espíritu” Y “en verdad.” Juan 4:24 constituye un buen resumen
de lo que Dios demanda de nosotros cuando adoramos. Dios requiere sinceridad
y verdad en la adoración.

Resumen

Dios demanda que le adoremos, pero ha estipulado cómo debemos adorarle.


Las estipulaciones de Dios por tanto excluyen toda adoración la cual esté sin la
autoridad divina. Debemos adorar el objeto divino, en el lugar divinamente especi-
ficado, por los actos mandados por Dios, en el momento en que El los mandó, y en
la manera que Dios mandó. De otra manera la adoración es vana. “Pues en vano
me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:9).

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