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11-09-2011

Cinco grandes mentiras sobre el 11-S


Renán Vega Cantor
Rebelión

"La verdad está tan ensombrecida en estos tiempos, y la mentira tan extendida, que,
si no amamos la verdad, no sabremos reconocerla".

Blaise Pascal

Por estos días se repite la versión oficial de los gobernantes de los Estados Unidos sobre los
atentados del 11 de septiembre de 2001. Los medios de comunicación de todo el mundo como
loros amaestrados repiten dicha versión, sin cuestionarla en lo más mínimo y dándola por cierta.
Todas las críticas a la versión oficial, debidamente argumentadas y con sólidos fundamentos, son
acalladas con el calificativo ligero de que se trata de teorías conspirativas. Decir esto en realidad es
un chiste de quinta categoría, porque si hay alguna teoría conspirativa, difícil de creer, es la que
desde el mismo día de los acontecimientos dio el gobierno de George Bush II. Esa versión, en pocas
palabras, afirma que varios terroristas de la red Al Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden,
secuestraron cuatro aviones que mantuvieron en su poder durante dos horas volando en el espacio
aéreo de los Estados Unidos y luego los estrellaron contra el World Trade Center y el Pentágono.
Como resultado del impacto de los aviones se derrumbaron las torres gemelas y fue averiada la
parte baja del edificio del Pentágono. Esta historia contiene tantas mentiras que es casi imposible
encontrar en la historia de la humanidad una patraña semejante, plena de falsedad y manipulación.
Por todo esto, es necesario recordar algunas de esas grandes mentiras.

PRIMERA MENTIRA: Los atentados del 11 S fueron organizados por Al


Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden.

Es significativo que a pocas horas de los atentados se supiera con tanta claridad, y sin realizar
ninguna investigación independiente, que el organizador de los atentados fuera el magnate de
Arabia Saudita Osama Bin Laden y una pretendida red terrorista bautizada como Al Qaeda. Para
comenzar, Bin Laden fue preparado y financiado por la CIA desde los tiempos de los muhadines en
Afganistán y el 10 de septiembre de 2001, el día anterior a los atentados, como está debidamente
probado, estaba hospitalizado en un centro médico de la CIA en Rawalpindi, una ciudad de
Pakistán, reponiéndose de un problema renal. En cuanto Al Qaeda se refiere, resulta difícil creer en
su existencia independiente, es decir, como una red terrorista con ramificaciones mundiales que
puede atentar contra intereses de Estados Unidos casi en cualquier lugar del planeta. Eso es algo
imposible de realizar en nuestro tiempo, al margen del apoyo de un poderoso Estado, en razón de
lo cual no se requiere mucha imaginación para concluir que Al Qaeda es un invento de la CIA u otro
nombre en clave de la CIA. Adicionalmente, el propio Ben Laden negó en varias ocasiones ser el
responsable de los atentados y la voz que en una oportunidad se los atribuyó era una burda
falsificación, realizada por servicios secretos de los Estados Unidos. Otro hecho adicional que
cuestiona la responsabilidad del millonario Saudita radica en afirmar que desde unas cavernas de

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Afganistán, sin ningún medio de comunicación y sin poder disponer de grandes cantidades de
dinero, urdió, financió y preparó durante años los atentados del 11 S y estos se realizaron de una
forma tan elemental, cuando unos piratas secuestraron cuatro aviones y lo hicieron usando los
cuchillos y los tenedores del propio servicio de cafetería de las aeronaves. Todo este cuanto es algo
insostenible en estos tiempos de control tecnológico y financiero casi absoluto.

SEGUNDA MENTIRA: Varios comandos suicidas, formados por 19 terroristas


islámicos, secuestraron cuatro aviones y los hicieron estrellar contra los
objetivos escogidos, el World Trade Center y el Pentágono.

Resulta patético constatar que el mismo día de los atentados se estableciera con precisión la
identidad de los responsables y además se descubriera que esos individuos habían preparado las
acciones terroristas, en propio suelo de los Estados Unidos, durante varios meses. ¿Cómo así que se
les identifica fácil y rápidamente luego de los atentados pero nunca se les detectó cuando vivían en
Estados Unidos, donde se matricularon en cursos de aviación? De los 19 aeropiratas que, según
dijeron las propias autoridades de los Estados Unidos, secuestraron los aviones y se inmolaron con
ellos, seis están con vida. Se podría argüir que sólo es una coincidencia de homónimos. Sin
embargo, los nombres de los supuestos terroristas venían acompañados de fotografías y de datos
personales muy precisos, que no dejaban ninguna duda sobre la identidad de los acusados. La
información sobre los seis supuestos piratas que sobrevivieron a las acusaciones, fue suministrada
por la BBC de Londres el 23 de septiembre de 2001. ¿Y si eso es así, por qué la versión oficial de los
Estados Unidos nunca se modificó y sigue sosteniendo el estribillo de los 19 terroristas árabes que
estrellaron los aviones?

Otros datos reveladores tienen que ver con la preparación que efectuaron los supuestos terroristas
suicidas en escuelas de aviación de los Estados Unidos. Testimonios tanto de instructores como de
otras personas que participaban en esos cursos son reiterativos en señalar que aquéllos eran tan
torpes, sin ninguna actitud práctica para maniobrar una aeronave, que difícilmente podrían manejar
un avión de juguete. Y sobre individuos tan limitados se nos ha dicho que fueron capaces de
mantener durante dos horas unos aviones secuestrados en el espacio aéreo de los Estados Unidos
-el más militarizado del mundo- y con una impresionante precisión y frialdad realizaron maniobras
que sólo hubieran podido efectuar pilotos expertos, tales como estrellarlos contra las torres
gemelas. Un dato complementario que no deja de sorprender radica en que dos de los supuestos
secuestradores fueron entrenados en la Estación Aérea de la Marina de Estados Unidos en
Pensacola, Florida. ¿Qué se puede pensar de esto?

TERCERA MENTIRA: Las torres gemelas del World Trade Center se


derrumbaron como resultado del impacto de dos sendos aviones en las
horas de la mañana del 11 S.

Tal vez las imágenes más vistas en la historia de la humanidad corresponden al momento en que
se estrellaban los aviones contra las torres del WTC y al momento empezaron a caer, como si
fueran de juguete, las gigantescas construcciones. Al ver esto, de manera inmediata se asocia la
caída con el impacto, eso es lo que capta nuestro sentido común, algo que en apariencia no puede
ser discutido. Pero vaya engaño, porque no ha sido la primera vez en la historia que algún avión se
ha estrellado contra edificios y éstos no se han derrumbado, aunque si se han incendiado en la
zona del impacto. Como es apenas normal un terrible choque, como el de grandes aviones, tiene

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que afectar esas construcciones, pero no a tal punto de derribarlas como si fueran castillos de
naipes.

Hoy se sabe con exactitud que la demolición no fue producida por el choque, sino por una
deflagración preparada de antemano y que se hizo coincidir con el impacto de los dos aviones.
Equipos de arquitectos, ingenieros, expertos en explosivos han estado averiguando lo que sucedió
y en diversos estudios han concluido que era físicamente imposible que las torres se fueran al piso
como resultado del choque, porque las temperaturas que se produjeron tras el impacto no
alcanzaron el nivel necesario para fundir o debilitar la estructura de acero que sostenía los edificios,
y porque, salvo las demoliciones controladas, nunca antes ni después se había visto una caída libre
en la que los pisos inferiores, con todo su peso en hormigón y acero, no ofrecen ninguna resistencia
a los pisos de arriba.

Si eso no era posible, entonces algo diferente provoco el derrumbe y eso fue una explosión. Para
ello se utilizó un explosivo llamado nanotermita que si se combina con algún oxidante puede cortar
el acero en segundos, como si se tratara de mantequilla caliente. En efecto, residuos de ese
explosivo fueron encontrados en el polvo cercano al lugar donde estaban las torres. Además, la
nanotermita produce un color similar al que se desprendió en el momento del choque contra la
torre 2. Una cuestión complementaria indica que ese explosivo tan sofisticado sólo puede ser
manejado en los Estados Unidos por sectores ligados al complejo militar. Como lo ha dicho el
científico danés Niels Harrit, quien comprobó sin ninguna duda que en los atentados se empleo
nanotermita: "Esta sustancia ha sido únicamente preparada con contratos militares, en Estados
Unidos y probablemente en los principales países aliados. Es una investigación militar secreta y
seguramente no fue preparada en una cueva de Afganistán..."

Pero como si todo esto fuera poco, lo más contundente e inexplicable en la versión oficial está
relacionado con el hecho indiscutible que, en realidad, no fueron dos sino tres los edificios que se
cayeron en el complejo del WTC. En efecto, a las 5 y 30 de la tarde del 11 S, o sea, 9 horas después
de la caída libre de las dos torres principales, se derrumbó la llamada Torre 7, situado a escasos
100 metros de la torre norte, siendo que contra ella no se estrelló ningún avión. ¿Por qué esa
misteriosa Torre 7, de unos 47 pisos, se fue a tierra si no recibió impacto alguno? ¿Por qué se cayó
muchas horas después del choque de los dos aviones y de manera similar como si fuera producto
de una demolición? Es obvio que este suceso no puede ser explicado en el contexto de la "teoría
oficial" del 11 S y por eso se procede a ocultarlo y por ello nadie habla de esa incomoda Torre 7.

CUARTA MENTIRA: El Pentágono fue impactado por un avión comercial


poco después del ataque a las Torres Gemelas.

Esta afirmación no se sostiene de ninguna manera, porque resulta imposible que en este caso
hayan dejado de operar las leyes físicas al suponer que el choque fue de tal magnitud que todo se
pulverizó hasta desaparecer por completo. Porque, en efecto, del pretendido avión no quedaron
restos ni huellas de ningún tipo, ni partes de los cuerpos de la tripulación o de los pasajeros. No
quedo nada, ni vidrio, ni caucho, ni los metales de los que se hacen los aviones, ni los motores, ni
las cajas negras, las que, según la versión oficial, se fundieron. Lo raro del caso estriba en que
cuando se produce un accidente de avión quedan desperdigados a cientos de metros restos del

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fuselaje, de los asientos y de las maletas de los viajeros. Al mismo tiempo, diversas pruebas
fotográficas, imágenes y testimonios comprueban que es físicamente imposible que un avión se
hubiera estrellado contra el Pentágono, porque cómo explicar que un Boeing de cien toneladas de
peso, de 38 metros de largo, y 13,60 metros de alto a una velocidad de 800 cientos kilómetros por
hora se clavara contra el piso y sólo provocara un orificio de unos 5 metros de lado a lado y el
césped que se encontraba a la entrada del edificio quedara completamente intacto.

Esto no quiere decir, desde luego, que el Pentágono no hubiera sido impactado, claro que lo fue,
pero no por un avión, sino por un misil, como lo prueba el tamaño del orificio de entrada y el tipo de
daños que produjo ya que atravesó por lo menos seis muros de hormigón. ¿Si fue un misil, porqué
se sostiene, sin ningún tipo de evidencias que fue un avión el que se estrelló contra el Pentágono?
¿Qué pasó en realidad con el Boeing 757 que había sido secuestrado una hora antes? ¿Cómo lo
hicieron desaparecer? ¿Qué les aconteció a sus tripulantes y pasajeros? Donald Rumsfeld, Halcón
de Guerra y Secretario de Defensa (sic) de los Estados Unidos en el momento del ataque al
Pentágono dijo en forma textual el 12 de octubre de 2001 que un "misil se estrelló y daño este
edificio". ¿Sólo un lapsus o una confesión de parte?

QUINTA MENTIRA: Un cuarto avión que fue secuestrado y que iba a ser
estrellado contra un objetivo determinado se estrelló porque sus
pasajeros se sublevaron e impidieron que se realizara el atentado
previsto.

Como la versión que se impuso sobre los atentados se hizo copiando los guiones de baja calidad de
la industria cinematográfica de Holywood, no podía faltar la nota sentimentaloide y heroica sobre el
sacrificio que supuestamente llevaron a cabo ciertos estadounidenses durante los trágicos sucesos
del 11 S. Al respecto se sostuvo que el cuarto avión secuestrado, el vuelo 93 de United Airlines, se
había estrellado en Pensilvania por la acción decidida de los pasajeros. La pretendida prueba de
esta aseveración: varias llamadas telefónicas hechas desde los teléfonos celulares que portaban los
pasajeros del avión en donde le contaban a sus familiares en tierra lo que estaba aconteciendo en
su terrible odisea aérea. Esas llamadas se hicieron cuando el avión volaba a 10 mil metros de
altitud. Como parte de un pésimo guión hollywoodense el invento está muy bien, el único problema
es que es falso de principio a fin, porque sencillamente en el 2001 las técnicas de telefonía celular
por entonces existentes no permitían que se realizaran comunicaciones a esa altura.

*********

Las afirmaciones centrales de la versión dominante sobre lo que paso el 11 S son falsas de
principio a fin, hasta el punto que se han encontrado 145 mentiras e inexactitudes en uno de los
informes oficiales sobre los atentados. Esto no nos sorprende porque Estados Unidos ha hecho suya
la máxima nazista que reza que una mentira de tanto ser repetida se convierte en verdad. Además,
y esto es lo importante, el 11 S se convirtió en el pretexto añorado por el imperialismo
estadounidense que le ha permitido, con la compañía de todos sus lacayos y sirvientes en el
planeta, invadir, bombardear y masacrar pueblos, para apropiarse de su petróleo y recursos
naturales, a nombre de la "guerra contra el terrorismo", que según los anuncios de los ideólogos del
terror infinito va a durar cien años, lo cual quiere decir que al planeta le esperan otros noventa
años de "conmoción y pavor".

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NOTA DEL AUTOR:

Orientación bibliográfíca: Para la elaboración de este artículo nos hemos basado en el libro de Éric
Raynaud, 11 S. Las verdades ocultas, Editorial Akal, Madrid, 2010, 254 páginas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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