Está en la página 1de 17

LA QUIMICA Y PREGUNTAS FUNDAMENTALES

Cacier Hadad

TEORÍA Y MODELOS: BREVE MIRADA HISTÓRICA

La Teoría atómica establece que la materia está compuesta de pequeñísimas unidades


discretas llamadas átomos. Históricamente, esta idea no fue fácil de aceptar, pues la posición
opuesta de considerar la materia como un continuo, infinitamente divisible, es bastante
natural y de acuerdo a la experiencia cotidiana. Hubo que esperar hasta avanzado el siglo
XIX y comienzos del XX, en que se acumuló buena evidencia que favorecía la concepción
del átomo y, en general, de las partículas.
La idea de átomo no es exclusiva de la ciencia moderna, pues, en el marco de la
filosofía, algunos pensadores en la India y en Grecia sostenían algo similar varios siglos
antes de Cristo. Por ejemplo, son conocidos por nosotros nombres como Leucipo, Demócrito
y Epicuro en la antigua Grecia. Ellos hablaban de los átomos (del griego indivisibles) como
las partículas más pequeñas e inmutables en que se puede dividir la materia. Entre ellas
habría vacío y tendrían tamaño, forma y movimiento. Un aspecto muy interesante para
nosotros es que, como lo describía Epicuro, habría interacciones entre las partículas,
originadas por colisiones seguidas por algo así como un acoplamiento mecánico. Esto nos
induciría a pensar en enlaces y combinaciones.
Posteriormente, en el siglo XVII, Robert Boyle, quien es considerado por muchos
como el primer químico moderno, fue uno de los mayores entusiastas en la aplicación de
concepciones corpusculares para explicar sus hallazgos científicos.
También por aquella época se hicieron populares explicaciones de tipo corpuscular
mecanicistas como las creadas para las estructuras de los componentes de los ácidos y los
álcalis y el proceso de neutralización para formar una sal. Como se ve en la figura los ácidos
se representaban como partículas con punta, por sus propiedades de amargor y su habilidad
para atacar y corroer, mientras que una base o álcali se representaron como partículas con
orificio, de tal manera que el proceso de neutralización para formar una sal se llevaba a cabo
al calzar ambas partículas, neutralizando las propiedades de ambas.

Figura 30. Modelos atómicos-mecanicista del siglo XVII para los ácidos (puntas) y álcalis o bases (orificios)

Finalizando el siglo XVII Newton reemplazó el concepto de acoplamiento mecánico


1
entre las partículas constituyentes en una transformación química, por fuerzas
intermoleculares de atracción y repulsión de corto alcance, en lo que podríamos llamar
atomismo dinámico. En el siglo XVIII hubo intentos de explicar la denominada por entonces
“afinidad química” por medio de estas fuerzas corpusculares de Newton. Así, por ejemplo,
había tablas de afinidad en dónde se intentaba organizar reacciones de desplazamiento, es
decir, el intercambio de una entidad química en una sustancia por otra diferente, en términos
de intercambio de partículas componentes, cuyas atracciones y repulsiones eran específicas.
Incluso se intentó cuantificar las fuerzas de corto alcance involucradas, al relacionar las
partículas con reacciones típicas de manejo empírico en ese momento. Por ejemplo, en la
figura se ve un diagrama de afinidad (que es uno de los precursores de las ecuaciones
químicas modernas) para una reacción de doble desplazamiento entre sulfato de potasio
(Sulfate of Potafh) y nitrato de calcio (Calcareous Nitrate), para dar (Nitrato de potacio (Nitre,
or nitrate of potafh) y Sulfato de calcio (sulfate of lime), mediando los ácidos y los metales
respectivos (Nitric Acid.(ácido nítrico), Sulfuric Acid. (ácido sulfúrico), Potafh (potasio), Lime
(calcio)). Los números que aparecen son asignaciones para la cuantificación de las fuerzas
entre partículas.

Figura 31. Diagrama de afinidad (el inglés es antiguo, no corresponde exactamente al actual)

La química considera que en el siglo XIX aparece una verdadera consolidación de la


teoría atómica con la versión de John Dalton, quien relacionó propiedades de las sustancias
elementales, como lo son sus pesos relativos, y relaciones en peso y volúmenes en sus
combinaciones, con propiedades atómicas como pesos atómicos y proporciones de
combinación a nivel atómico. Por aquel entonces se contaba con la ley de la conservación de
la masa, formulada en el siglo XVIII por Lavoisier, y con la ley de las proporciones definidas
de Proust, entre el siglo XVIII y el XIX.
La ley de la conservación de la masa establece que en una combinación química, la
masa total de los reactivos debe ser igual a la de los productos, es decir, en una reacción
química no se crea ni se destruye materia. Esto se pudo formular después de una serie de
experimentos cuantitativos cuidadosos para eliminar toda posible contaminación.
La ley de las proporciones definidas formula que en una sustancia química compuesta,
la proporción en masa de las sustancias que la componen es constante, dándole, esta
proporción, identidad al compuesto químico. Así por ejemplo, independiente del lugar y las
condiciones en que se haga, toda vez que se logra combinar una proporción de 8 partes en
masa de oxígeno con 3 partes en masa de carbono, se forma anhídrido carbónico, conocido
actualmente como dióxido de carbono.

2
Las ideas de Dalton, de 1808, se pueden establecer en los siguientes postulados:

1) Los elementos están formados por partículas extremadamente pequeñas llamadas


átomos. Todos los átomos de un mismo elemento son idénticos, tienen igual
tamaño, masa y propiedades químicas. Los átomos de un elemento son diferentes
a los átomos de todos los demás elementos.
2) Los compuestos están constituidos por “átomos compuestos”, cada uno formado
por átomos de más de un elemento. En cualquier compuesto, la relación del
número de átomos entre dos de los elementos presentes siempre es un número
entero o una fracción sencilla. Estos “átomos compuestos” serían nuestras
moléculas actuales.
3) Una reacción química implica sólo la separación, combinación o reordenamiento de
los átomos: nunca se supone la creación o destrucción de los mismos.

Apreciemos la magnitud de esta versión de la teoría atómica con ejemplos. Por


aquella época se estaban logrando muchos avances en química con el descubrimiento de
nuevos elementos por medio de la descomposición de las sustancias a través de diversos
métodos, entre los que se destaca la naciente electrólisis, descubierta por Nicholson en el
año 1800. Entonces pudo compararse poco a poco y de muchas maneras los pesos relativos
de las sustancias que se creía elementales. Se determinó que la más liviana era el
hidrógeno, a la que se le asignó un peso de 1, y los pesos de todos los demás elementos se
compararon con este patrón. Así nacieron las primeras tablas de pesos atómicos (relativos).
En la siguiente figura aparece un extracto de una tabla propuesta por Dalton, en donde
también se indican símbolos para los elementos. Algunos de estos supuestos elementos
eran, en realidad compuestos, sobre todo óxidos, pero no se había advertido, pues no se
habían logrado separar con los métodos disponibles.

Figura 32: Extracto de una de las versiones de la tabla de pesos atómicos (y de algunas moléculas) de Dalton.
Se insertan, para algunos de los elementos, los símbolos propuestos por Dalton.

(preguntas: (a) Averigüe cómo se determinaron los pesos atómicos, (b) Cómo cambió el patrón de referencia de pesos
atómicos y por qué (c) ¿Por qué es importante la estequiometria de un compuesto para determinar los pesos atómicos? )
3
Por otro lado, nitrógeno (ázoe (azote) en la tabla) y oxígeno (Oxygen) se pueden
combinar para formar cinco óxidos diferentes. Si tomásemos muestras de dos de estos
compuestos y lográsemos descomponerlos en sus elementos constituyentes, obtendríamos,
si utilizamos los métodos empleados por Dalton, relaciones entre los pesos del oxígeno
respecto al del nitrógeno de 7:5 para uno de los compuestos y de 21:10 para otro de ellos.
Utilizando la tabla de pesos atómicos de Dalton, y atendiendo a sus postulados, tendríamos
que la relación de peso de 7:5 estaría indicando que cada molécula que conforma la
sustancia se encuentra conformada de un átomo de oxígeno, de peso atómico 7, y uno de
nitrógeno de peso atómico 5 (recuerde: estos pesos relativos al hidrógeno, que es 1). Esto
significa que la relación entre el número de átomos es 1:1. Toda vez que se forme este
compuesto reaccionarán 7 veces en peso de oxígeno con 5 de nitrógeno, es decir, un cierto
número de átomos de oxígeno deben reaccionar con el mismo número de átomos de
nitrógeno. Por lo tanto, la reacción química para formar este compuesto se podría simbolizar
también como 1:1 en símbolos:

Figura 33. Reacción entre una parte del elemento (y, correspondientemente, un átomo) nitrógeno (Azote) y una
parte del elemento (y, correspondientemente, un átomo) oxígeno (Oxygen) para formar un óxido de nitrógeno.

De acuerdo a Dalton, en una reacción química no se crean nuevos átomos y la masa


de los átomos antes y después permanece inalterada, por lo que no debe crearse ni
destruirse masa en concordancia con la ley de Conservación de Lavoisier.

Lo otro interesante es que si nos fijamos en el otro compuesto ejemplo con relación en
pesos de oxígeno: nitrógeno de 21:10, de inmediato vemos que, dividiendo el 21 por el peso
atómico del oxígeno de 7 (en la tabla de Dalton) y el 10 por el del nitrógeno, 5 (tabla de
Dalton), la relación entre el número de átomos involucrados es de 3 tres veces en número de
oxígeno por 2 veces de nitrógeno, es decir, cada molécula contiene 3 átomos de oxígeno y 2
de nitrógeno (en símbolos actuales: N1O1=NO, para un compuesto, y N2O3 para el otro). El
hecho de que dos elementos puedan combinarse en diversas relaciones de números enteros
sencillos (O:N=1:1 y O:N=3:2, en el ejemplo) constituyó la denominada ley de proporciones
múltiples, formulada también por Dalton.
Es bueno que aprovechemos para indicar que la descomposición de los compuestos
en sus elementos constituyentes, su identificación y relación de pesos es una parte del
análisis químico que se denomina gravimetría, y que la relación en número determinada, en
este caso compuestos 1:1 y 3:2, se llama relación estequiométrica o estequiometria del
compuesto. El poder conciliar las representaciones atómicas con las relaciones gravimétricas
y estequiométricas es el gran logro de Dalton. Algunos autores han denominado a su versión
como atomismo gravimétrico, en contraste con el atomismo cinético de la teoría cinética
molecular (otra teoría, aun no analizada acá).
Dalton creía que las sustancias estaban compuestas de átomos que podían tener
afinidad o fuerzas de combinación para formar moléculas, pero que a su vez están rodeados
de calórico repulsivo, que las mantiene separadas cuando se encuentran en algún estado:

4
Figura 34. Átomos y moléculas de Dalton, rodeadas de calórico, que representado por las líneas.

Así por ejemplo, en una mezcla de gases (“fluidos elásticos”), las partículas estarían
esencialmente en reposo y con sus atmósferas o capas de calórico repulsivo en contacto,
como lo indica el primer dibujo de una de las hojas de un libro de notas de Dalton (Figura 35),
con dos átomos sin combinarse todavía. Una vez combinados en un átomo compuesto o
molécula, esta nueva entidad tendría su propia cantidad de calórico alrededor, mayor al de
los átomos iniciales, como se indica en el segundo dibujo de las notas de Dalton (Figura 35).
Según su visión de los gases, cada sustancia consistiría en partículas componentes con su
propia atmósfera de calórico, diferente al de otra sustancia.

Figura 35. Hoja de un libro de notas de Dalton. El dibujo de arriba muestra dos átomos sin combinar, cada uno
rodeado de su atmósfera de calórico. En el dibujo de abajo se muestra la molécula “átomo compuesto”, en que
los átomos ya se han combinado. Una atmósfera de calórico nueva rodearía a esta especie.

Una de las aseveraciones de Dalton en sus libros era “Cuando sólo una combinación
5
entre dos cuerpos puede ser obtenida, debe suponerse que es una combinación binaria, a
menos que alguna razón indique lo contrario”. En el caso del agua, sus datos experimentales
le indicaban que siempre gas hidrógeno se combinaba con gas oxígeno en la proporción en
peso 1:7, pero siendo el volumen de hidrógeno mayor que el de oxígeno. Dalton afirmaba
que lo más probable es que existía la misma cantidad de partículas de hidrógeno que de
oxígeno en los reactantes, y que el volumen del gas hidrógeno era mayor que el de oxígeno
por tener hidrógeno una capa de calórico más voluminosa, de tal manera que se formaba un
compuesto 1:1 en relación al número de átomos:

Figura 36. Reacción entre un átomo de hidrógeno (cículo con el punto al centro) y un átomo de oxígeno para
formar el compuesto agua, según Dalton.

Medidas cuidadosas de Gay-Lussac, contemporáneo de Dalton, indicaban que los


gases se combinan en relaciones volumétricas simples de 1:1, 1:2, 1:3, etc. Así, por ejemplo,
encontró que 2 volúmenes de hidrógeno reaccionan con uno de oxígeno para obtener 2
volúmenes de agua, lo que hasta el día de hoy ha sido corroborado, como nosotros mismos
hemos visto en el experimento de la descomposición del agua por electrólisis ácida. Dalton
rechazaba estos hallazgos, pues sus propias medidas no arrojaban valores exactos y,
además, esto significaría que habría relaciones enteras exactas para los cocientes entre
volúmenes de calórico que rodea a los átomos, o incluso implicaba que su teoría atómica no
se cumpliría.
Otro contemporáneo, Amadeo Avogadro, resuelve estas discrepancias por medio de
dos ideas. Una de ellas, denominada actualmente hipótesis de Avogadro, afirma que
volúmenes iguales de diferentes gases contienen el mismo número de partículas
componentes (átomos o moléculas, según correponda). La otra es el planteamiento de la
posibilidad de que dos átomos de un mismo tipo puedan estar combinados formando lo que
él denominaba “moléculas integrales”. Al reaccionar con otro gas estas moléculas integrales
podrían separarse nuevamente en átomos, formando posteriormente nuevas moléculas
integrales compuestas de átomos de diferentes elementos. De esta manera, Avogadro logra
compatibilizar una interpretación atómica-molecular (Dalton), con medidas volumétricas y
gravimétricas macroscópicas (Gay-Lussac) como se muestra en el dibujo, en que,
obviamente, por simplicidad se muestra sólo un número limitado de moléculas:

6
Figura 37. Explicación de Avogadro que compatibiliza cambios de volumen, relaciones de pesos atómicos y
moleculares y pesos medidos en el laboratorio, durante una reacción química. En este caso la síntesis del
agua.

En ecuaciones químicas:
2𝐻2(𝑔) + 𝑂2(𝑔) → 2𝐻2 𝑂(𝑔) (14)

Esto revela el significado de la frase “partes” que se combinan, a la que hemos aludido antes:
estas partes indican proporciones en número de moléculas que se combinan o que se
producen, y que, en este caso de gases, coinciden con las proporciones en volumen (en
virtud de la hipótesis de Avogadro). Estas partes las denominamos en química con la palabra
moles. Un mol, sería la unidad de estas partes, compuesta por un número enorme de
moléculas, aun no especificado. Los moles se reflejan proporcionalmente, en última
instancia, en el número de moléculas implicadas en cada evento molecular particular en una
reacción.
Según la reacción indicada, y de acuerdo a nuestra tabla de pesos moleculares
actuales, en cada evento molecular 2 moléculas de hidrógeno diatómico, con un peso
molecular total de 4 (2 por cada molécula diatómica, cada una de dos átomos de H),
reaccionan con 1 molécula de oxígeno diatómico, de peso molecular de 32 (16 por átomo de
O). Esto nos da una razón de 8:1 = O:H. A Dalton le daba 7:1, por lo inexacto de sus medidas
experimentales. Pero como Dalton pensaba que la estequiometria en el agua era 1:1, asignó
al oxígeno un peso atómico de 7, pues H era el más liviano con peso de 1.
Avogadro nos dice que volúmenes iguales de muestras gaseosas de distintos
elementos químicos, a las mismas condiciones de temperatura y presión, la cantidad de
entidades son las mismas. Esto significaría que la cantidad de calórico que rodea a cada
átomo sería el mismo y ocuparía el mismo espacio, contrario a lo descrito por Dalton. Con el
advenimiento de la teoría cinética molecular desarrollada por Maxwell y Boltzmann, a finales
del siglo XIX, y que desembocó finalmente en la Mecánica estadística, formalismos mucho
más explicativos para los fenómenos colectivos en función de los microscópicos y que han
podido demostrarse experimentalmente de distintas maneras, esta hipótesis de esfera de
calórico repulsivo fue desechada y reemplazada por la medida de la energía cinética media
de las partículas que las mantiene separadas en un gas.
7
(preguntas: (a) Averigüe de qué se trata la T cinética molecular de los gases, (b) Explique la relación nombrada
entre la energía cinética de las partículas y el volumen de un gas, (c) De acuerdo a esto, ¿por qué volúmenes iguales de
gases de diferente naturaleza a las mismas condiciones de temperatura y presión tienen el mismo número de partículas
componentes? (d) ¿Se cumple esto a todas las temperaturas?, ¿Qué sucede a temperaturas cercanas al cero absoluto o a
presiones muy grandes? (d) Averigüe la interpretación de la temperatura y la presión de la T cinética molecular de los
gases.)

Antes de ver elementos históricos del enlace químico, la estructura molecular y la tabla
periódica de los elementos, una palabras en torno al concepto de mol y al número de
Avogadro.
Actualmente los pesos atómicos están referidos al isótopo de “carbono 12”, al que se
le asigna la cantidad de 12 unidades de masa atómica, o también, y por convención, 12
gramos por mol. Esto significa que en 12 gramos de “carbono 12” hay un mol de carbono. De
la misma manera, en aproximadamente 16 gramos de “O-16” hay un mol de elemento O.
Como los moles son las proporciones en número de entidades en una reacción, para el
compuesto monóxido de carbono, CO, tenemos que un mol, es decir 12 gramos de C
reaccionan con un mol, es decir, 16 gramos de O para formar un mol de CO, es decir, 28
gramos de compuesto. En otras palabras, los átomos que hay en un mol de C reaccionarían
con el mismo número de átomos de un mol de O, para dar el mismo número de moléculas
CO. O bien, los átomos que hay en 0,5 moles de C (que pesarían en total 6 g) reaccionarían
con el mismo número de átomos de 0,5 moles de O (que sumarían 8 g), para dar el mismo
número de moléculas en 0,5 moles de CO (que pesarían en total 14 g), y así sucesivamente
para otras fracciones de mol. Resulta que el químico usualmente en el laboratorio maneja
estas fracciones o cantidades de moles en vez de hablar de gramos o en vez de contar el
número total de partículas en una muestra. Sin embargo, es obvio pensar en cuántas
partículas debe tener un mol de algún compuesto o elemento, pues esta cantidad debe ser la
misma en todos los casos. Este tema se trató entre la segunda mitad del siglo XIX por Josef
Loschmidt, pero la primera buena estimación la llevó a cabo Perrin en 1909 y se afinó
durante el siglo XX. Esta cantidad que lleva el nombre de número de Avogadro, a pesar de
que Avogadro no la planteó, es un número exorbitante: aproximadamente 6,02 1023
entidades, un 6 seguido de 23 ceros!. Es difícil pensar en cantidad tan enorme. Para tener
una idea, baste con decir que todo el volumen de la luna dividido en bolas de 1 mm de radio
daría, aproximadamente, el NA de bolitas. Así es fácil darse cuenta que las propiedades que
presenta una muestra de alguna sustancia corresponderían realmente a un promedio de las
propiedades del enorme número de partículas componentes, como lo muestra la mecánica
estadística. De esta manera, cuando decimos que un mol o “una parte” de una sustancia
elemental (ej. C) reacciona con un mol o “una parte” de otra (ej. O) para dar un mol o “una
parte” de una sustancia compuesta (ej. CO), estamos afirmando que 6,02 1023 átomos de C
reaccionan con 6,02 1023 átomos de O para dar 6,02 1023 moléculas de CO. Si se trata de
0,5 moles de cada una , estamos hablando de 3,01 1023 entidades de cada una y así
sucesivamente. Lo que pasa es que hablamos de mol para no contar 6,02 1023 entidades (lo
que es imposible de hacer aun cuando contáramos una cada segundo durante toda la edad
del universo!)

Con respecto al enlace químico, un científico muy influyente en el siglo XIX fue el
Químico Sueco Berzelius, quién postuló una teoría electroquímica del enlace. En efecto,
como es posible romper las uniones químicas por medio de los “fluidos eléctricos” en una
electrólisis, el enlace debía ser un asunto de cargas eléctricas. Basado en sus resultados de
separación de las sales alcalinas en sus ácidos y bases componentes, Berzelius desarrolló
un sistema dualístico del enlace, en que cada elemento consistía en dipolos eléctricos con un
8
polo preponderante, dependiendo de su naturaleza:

Figura 38. En amarillo la representación de un átomo, según Berzelius.

El enlace se formaría preferentemente entre un elemento con carga negativa


preponderante y uno con carga positiva preponderante como en el caso del óxido de potasio
en que el oxígeno es mayoritariamente negativo y el potasio casi totalmente positivo. De esta
manera Berzelius ordenó a los elementos en series electroquímicas desde el más
electronegativo (oxígeno) hasta el más electropositivo (el potasio) pasando por el hidrógeno
que era neutro. Berzelius no concebía la unión de dos elementos de la misma polaridad
eléctrica (que debían repelerse), por esta razón, y dado que era un investigador de mucha
autoridad en la época, el planteamiento de Avogadro de la unión de átomos del mismo tipo
fue no fue aceptado en la época, sino en épocas posteriores.
Por otro lado, grandes avances en los conceptos de valencia y estructura química
fueron realizados también en el S XIX. Por ejemplo, Charles Gerhardt generalizó la
denominada teoría de los tipos, según la cual los compuestos pueden sistematizarse de
acuerdo con sus reacciones características. Por ejemplo, en el tipo del amoniaco, en que
algunos ejemplos de compuestos pueden ser los siguientes:

Figura 39. Muestra de la teoría de los tipos de Gerhardt

Por sustitución sucesiva de hidrógenos de amoniaco (amoniaco: 1 nitrógeno, 3


hidrógenos) se obtiene una clase de compuestos de propiedades similares. Estos tipos son
precursores de los que actualmente son las familias de compuestos en química orgánica,
agrupados por grupos funcionales. Por ejemplo, los de la figura serían ejemplos de las
aminas actuales.

En el mismo siglo XIX, Kolbe, en Alemania, configura mejor la concepción de


estructura y grupos funcionales. Trabaja con los grupos carbonilos, ácidos orgánicos,
alcoholes, etc. Por su lado Frankland, en Inglaterra, trabajando con compuestos
9
organometálicos afianza mejor el concepto de valencia, el cual fue discutido también por
Couper y Kekulé. Este último, en Alemania, fue el principal fundador del concepto de
estructura química. Es famoso el descubrimiento de la estructura del benceno. Un problema
no fácil de resolver para la “Química Orgánica” de la época. Por ejemplo, fórmulas
desarrolladas coherentes con la estequiometria del benceno de C 6H6 pueden ser las
estructuras lineales siguientes:

Figura 40. Fórmulas estructurales coherentes con C6H6

Sin embargo, cuando se probaba la reactividad de los carbonos del benceno se


advertía que, en realidad, eran todos equivalentes y no se encontraba dos tipos diferentes
(químicamente) de carbonos, como los que aparecen en las moléculas lineales en que la
reactividad de los carbonos interiores sería diferente a la de los carbonos de los extremos.
Se cuenta que kekulé resolvió el problema en un sueño en que una serpiente mordía su
propia cola, como en una estructura cerrada cíclica, tal como se indica en la figura 41. En
esta propuesta Kekulé compatibiliza la estructura química, la estiquiometría, la valencia, e
incluso propiedades físicas y químicas de la sustancia benceno.

Figura 41. Propuesta de Kekulé para el Benceno

Por otra parte, en la gráfica siguiente se muestra el número y tipo de elemento químico
descubierto en función de la época de descubrimiento: vemos que en la antigüedad se
conocían sólo algunos metales y no metales. Con las incipientes técnicas de análisis, durante
el siglo XVIII se descubrieron varios otros, pero definitivamente en el siglo XIX fue cuando se
disparó el descubrimiento de elementos químicos con el desarrollo también de las técnicas
de separación, entre las que se destaca la electrólisis y técnicas de análisis como el análisis
espectroscópico. El estudio de la radiactividad y la estructura interna de los átomos, en el
siglo XX, dio el impulso para el estudio y descubrimiento de elementos pesados.

10
Figura 42. Evolución del descubrimiento de los elementos químicos

En el siglo XIX se vio la necesidad de ordenar los elementos químicos descubiertos de


alguna manera. Como vimos, los primeros intentos de ordenarlos, fue a través de sus pesos
atómicos relativos, surgiendo las primeras tablas de elementos, como las propuestas por
Dalton y posteriormente la tabla de elementos y pesos atómicos de Berzelius. A este último
investigador debemos la base para los nombres y signos actuales de los elementos
químicos.
Los científicos se dieron cuenta de que había subconjuntos o grupos de elementos
químicos que compartían propiedades físicas y químicas comunes, como conductividad,
aspecto, dureza, misma reactividad frente a algunas sustancias, etc. Propiedades que
incluso hacían difícil la separación entre sí de estos elementos, cuando se extraían de las
fuentes naturales, en donde es común encontrarlos juntos. Resulta que fue posible encontrar
relaciones entre las propiedades de estos elementos de un mismo grupo. Por ejemplo,

11
Döbereiner, encontró que había ciertas triadas de elementos en que se podía obtener el peso
atómico del elemento central en función de los pesos atómicos de los extremos, como vemos
para la Triada Li, Na y K:

Figura 43. Triadas de Döbereiner. El peso atómico del elemento central de tres elementos de propiedades
parecidas se obtiene del promedio de los elementos con menor y mayor peso atómico

Cuando se ordenaba a los elementos químicos en orden creciente de pesos atómicos,


comenzó a ser evidente que, luego de cierto número de elementos, aparecía uno con las
mismas propiedades físicas y químicas de uno anterior, y posteriormente volvía a aparecer
otro. Hubo intentos de clasificar a los elementos, no sólo tomando en cuenta su orden
creciente de pesos atómicos, sino que también por esta periodicidad de propiedades. Así, por
ejemplo, Chancourtois, propuso una ordenación en espiral en que los elementos ubicados en
una misma vertical gozaban de propiedades similares. Esta es la famosa “hélice telúrica”,
que mostramos en la figura:

Figura 44. Disposición de los elementos en una hélice por Chancourtois

Por otro lado, y siempre en el siglo XIX, John Reina Newlands observó que las
propiedades de los elementos se repiten cada ocho elementos químicos, lo que fue
denominado como ley de las octavas. En la figura vemos que los elementos en la horizontal
12
constituyen un mismo grupo con propiedades comunes:

Figura 45

Finalmente, clasificaciones que dieron la pauta para nuestra tabla periódica actual,
fueron las alcanzadas por el ruso Mendeléiev y por el alemán Meyer. Este último propuso, en
1870, una ordenación basada en sus estudios sobre el comportamiento periódico de los
volúmenes atómicos en función de los pesos atómicos. Meyer observó que al dividir los
pesos atómicos de los elementos por sus densidades respectivas en sus “estados
condensados” (líquidos o sólidos), y al graficar estos valores en función de sus pesos
atómicos, se obtiene claramente un comportamiento periódico como se ve en la figura:

Figura 46. Comportamiento periódico del volumen atómico de los elementos en función de los pesos atómicos,
según Meyer.

(Explique por qué el volumen atómico corresponde al peso atómico de una sustancia dividido por su densidad)

Vemos, por ejemplo, que los metales alcalinos, Litio, Sodio, potasio, Rubidio y Cesio,
son aquellos en que sus átomos ocupan mayor espacio al estar en contacto mutuo en el
sólido. Ellos aparecen separados por cierto número de elementos y comparten varias otras
propiedades, lo que nos induciría a agruparlos en una misma familia. Lo mismo se podría
hacer con otros grupos de elementos de la gráfica, por ejemplo, con los que presentan
13
mínimos en sus volúmenes atómicos.
Por su lado, Mendeléiev, un año antes, había presentado su primera tabla de los
elementos en su libro “Principios de Química”, tabla que rediseñó pocos años después.
Mendeléiev fue quien llevó a cabo la clasificación de los elementos en una matriz rectangular,
ordenados por periodos en la horizontal, y por grupos en la vertical, como lo encontramos
actualmente. En su tabla, los grupos contienen a los elementos de propiedades comunes y
los períodos a los elementos en orden consecutivo de pesos atómicos, salvo por algunas
excepciones. Una de las ventajas de la propuesta de Mendeléiev es que las propiedades de
los elementos de un mismo grupo estarían lideradas por las valencias comunes de los
elementos del grupo, propiedad que, posteriormente, sería vinculada a las estructuras
electrónicas de los átomos de los elemento del grupo, las que también comparten similitudes.
La siguiente es una de las tablas de nuestro autor, en donde cada grupo, indicado en
números romanos, corresponde a la valencia máxima de sus elementos. Puede verse en ella
algunos espacios vacíos, en dónde aparece el peso atómico, predicho por Mendeléiev, para
el elemento que aún no había sido descubierto. De hecho Mendeléiev, con base en los
elementos que rodean al elemento faltante, predijo varias otras propiedades, tales como
calor específico, punto de ebullición, color, tipo de reacción con ácidos y álcalis, etc. Estos
elementos fueron descubiertos posteriormente y sus propiedades coincidían bastante bien
con las predichas, con lo cual la propuesta de clasificación de Mendeléiev se hizo famosa.

Figura 47. Una de las versiones de la tabla periódica propuesta por Mendeléiev

¿Piense qué ventajas o por qué es conveniente disponer los elementos ordenados en una tabla?

Un punto importante a observar es que en química las clasificaciones adecuadas


también se constituyen en uno de sus métodos. Desde afuera y sin haber participado en los
gigantes esfuerzos para alcanzarlas parecen sencillas. Pero hemos visto que llegar a ellas no
fue tan sencillo, y que pueden tener incluso el importante componente para la ciencia de ser
predictivas.
Como hemos visto, definitivamente el siglo XIX fue la época de desarrollo y
14
establecimiento de la química como ciencia. Tan sólo con las herramientas de las ecuaciones
químicas, fórmulas moleculares, fórmulas estructurales, leyes de combinación y propiedades
de los elementos químicos, fue posible explicar y predecir una cantidad enorme de hechos
acerca de la materia y sus cambios. Fue posible crear una gran cantidad de compuestos
nuevos y de impulsar la industria química emergente.

Por otro lado, y como señalamos, uno de los métodos empleados para la identificación
y descubrimiento de elementos químicos fue la espectroscopia. Ésta consiste en el examen
de la luz emitida o absorbida por alguna sustancia cuando es estimulada energéticamente,
ya sea con calor, electricidad, energía química, luz, etc. Así por ejemplo, cuando sometemos
algún elemento químico a una llama, parte de la energía calórica es transformada en luz,
usualmente de determinado color predominante y característico para ese elemento. De esta
manera es posible reconocer, en muchos casos a simple vista, la presencia del elemento
químico en algún material. En la figura vemos los colores característicos emitidos por
algunos elementos químicos excitados energéticamente: en los dos casos de la izquierda
tenemos gases, hidrógeno y helio, confinados en un filamento y estimulados por una
descarga eléctrica, y en los tres casos de la derecha, elementos alcalinos sólidos que por
acción de la llama se atomizan, se excitan y posteriormente emiten.

Figura 48. Emisión de radiación electromagnética (luz) específica de algunos elementos luego de ser excitados.
Pricipio de parte de la espectroscopía

Muchas veces, lo que alcanzamos a ver a simple vista no es suficiente para la


identificación de un elemento, sobre todo cuando el color de la luz emitida es similar al de
otro elemento, o cuando se encuentra mezclado con otras sustancias. Por esta razón
debemos analizar esta luz emitida, separándola en sus componentes por medio de un prisma
o algún otro aparato.
Recordemos que la luz o radiación electromagnética consiste en campos eléctricos y
magnéticos oscilantes. Estas funciones oscilantes están caracterizadas por una frecuencia
de oscilación, , y por una longitud de onda, , y se propagan a una velocidad constante de
aproximadamente 300 Km/s. En la figura vemos el espectro electromagnético expresado en
la longitud de onda, , es decir, la longitud que hay entre dos puntos equivalentes en la
función sinusoidal oscilante mostrada. La imagen simbólica de los cuadros indica usos
tecnológicos o ámbitos en los cuales la radiación se emplea cuando tiene la longitud de onda
del orden indicado, que va desde unos pocos nanómetros, hasta kilómetros. En el dibujo se
destaca el espectro visible, que va desde los 400 nm, en el ultravioleta cercano, indicada con
la sinusoidal más comprimida, hasta los 700 nm, en el infrarrojo cercano, indicada con la
15
sinusoidal cuyos puntos similares están más separados. Como sabemos, este arcoíris
continuo de colores puede observarse cuando la luz blanca, es decir, la mezcla de todos los
colores, se descompone en un prisma, pues el ángulo de refracción es diferente para las
distintas longitudes de onda de la mezcla.

Figura 49. Espectro electromagnético

En el caso de la emisión de luz de los elementos químicos en estado gaseoso o


atomizados, que han sido previamente excitados, la radiación no está compuesta de toda la
gama continua de colores, sino que de sólo algunos colores particulares, característicos para
el elemento, es decir, y como se indica en la figura, rayas de sólo ciertas longitudes de onda:

Figura 50. La descomposición con un prisma de la luz emitida por Helio excitado, indica que consiste en una
mezcla de radiación de sólo algunas longitudes de onda específica.
16
Este patrón, en dónde las líneas o rayas de ciertos colores se encuentran espaciadas entre
sí de manera particular de acuerdo a su longitud de onda, es característico de cada elemento
químico y constituye una verdadera “huella digital” para su identificación. Por medio de él se
descubrieron nuevos elementos químicos y ha permitido detectar la presencia de elementos
en cuerpos celestes lejanos, como por ejemplo, las estrellas, ¡por lo que es una herramienta
valiosa para la astronomía!!.
Ahora, ¿qué produce estos misteriosos patrones? Evidentemente los espectros
atómicos “nos hablan” de alguna manera acerca de los procesos particulares que ocurren
cuando los átomos componentes de los elementos interactúan con la energía de excitación.
Pero uno de los factores que guía los procesos es la estructura misma de la entidad en
donde ocurren estos sucesos, es decir, de alguna manera estos espectros nos revelan la
estructura interna misma de los átomos…

17

También podría gustarte