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En conclusión el contrato aparece entonces como el acto o negocio jurídico que genera
obligaciones para las partes, obligaciones que tienen que ver con el campo de la
economía y particularmente con el ámbito patrimonial. Esas obligaciones interpartes
están elevadas a la categoría de ley para las partes, así textualmente lo señala el Art.
1602 C.C. cuando dice “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes.
CONTRATO Y CONVENCIÓN.
Dijimos recientemente que los términos contrato y convención de que habla el Código
Civil los presenta como sinónimos, sin embargo tienen diferencias. Al respecto el Art.
1495 C.C. al definir contrato da estos términos igual significación, pero en realidad no
son lo mismo, veamos sus diferencias:
1. La convención es el género (lo general) y el contrato es la especie (lo particular)
2. El contrato siempre genera obligaciones, la convención en cambio no siempre las
genera, pues podemos convenir con otra persona en asistir el domingo a un partido de
futbol, este acto no es legalmente obligatorio.
3. El contrato como norma general está destinado a producir efectos en el campo
patrimonial, la convención no, aunque el contrato también puede producir efectos en el
campo moral.
Los incapaces por su parte son absolutos o relativos en los términos de la legislación
civil (Art. 1503 C.C.). En cambio el Código de Comercio por su parte habla de habilidad
e inhabilidad para ejercer el comercio y concluye que son hábiles los capaces e inhábiles
los incapaces.
El consentimiento:
Es el acuerdo de voluntades para la formación de un negocio jurídico, debe estar libre
de vicios y los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
El objeto lícito:
Es el que está de acuerdo con la ley, las buenas costumbres y el orden público, lo
contrario es el objeto ilícito. El Art. 1519 C.C. señala: “Hay un objeto ilícito en todo lo
que contraviene al derecho público de la nación. Así, la promesa de someterse en la
república a una jurisdicción no reconocida por las leyes de ella, es nula por el vicio del
objeto”.
En relación con la enajenación de bienes existe objeto ilícito en los siguientes casos:
1. En la enajenación de las cosas que no están en el comercio (Art. 1521 C.C.)
2. De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona. Se tratan de
derechos personalísimos extrapatrimoniales, como el derecho a la vida o la honra.
3. De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez autorice o el
acreedor consiente en ello (Art. 1521 C.C.).
4. En todo contrato prohibido por las leyes (Art. 1523 C.C.).
Causa lícita:
Es la que está de acuerdo con la ley, con el orden público y las buenas costumbres. La
causa es el motivo o el móvil que impulsa a obrar, la causa siempre produce un efecto,
una consecuencia, no hay efecto sin causa. La causa en Derecho debe ser lícita y lo
contrario a ella es la causa ilícita, no exista causa lícita cuando se constituye una
empresa con dineros derivados del contrabando o del narcotráfico.
Dice el Art. 1524 C.C.: “No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no
es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se
entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida
por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público”.
La promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe carece de causa y la
promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral tiene causa
ilícita.
También se habla de la falsa causa que se presenta cuando las partes a sabiendas
otorgan un acto jurídico una fuente o causa diferente de la real, cuando los contratantes
se ponen de acuerdo para decir que una deuda que proviene de juego se originó en un
contrato de mutuo, la falsa causa invalida el contrato. Al respecto la doctrina ha
señalado: “la causa se presume en todos los contratos, quien pretenda desconocerla
está obligado a la carga de la prueba”.
LAS BUENAS COSTUMBRES:
En cuanto a la expresión buenas costumbres es evidente concluir que estas tienen
relación directa con los postulados de la moral. La costumbre es una de las fuentes
formales del Derecho, pero requiere para su validez cumplir con ciertos requisitos como
no ser contraria a la ley y estar constituida por hechos o actos públicos, uniformes y
reiterados según lo señala el Art. 3° C.Co. La doctrina ha definido a la costumbre como
la repetición de un hecho de manera constante y uniforme en un territorio determinado
que la acepta como regla obligatoria o aplicable. En conclusión la costumbre y los actos
jurídicos en general deben estar acorde con los preceptos morales, pues la ley y la moral
son postulados que rigen la conducta del hombre.
La ley es coercitiva y proviene del Estado, en tanto que la moral pertenece al fuero
interno de cada persona, se origina en un contexto religioso y su observancia no es
obligatoria como si lo es la ley. El Art. 13 de la Ley 153 de 1887 vigente a la fecha
dice: “la costumbre siendo general y conforme con la moral cristiana constituye Derecho
a falta de legislación positiva”. En conclusión las costumbres deben estar entonces a
tono con la moral.
VICIOS DEL CONSENTIMIENTO.
Hemos dicho que los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
EL ERROR:
Filosóficamente es el juicio en el cual el sujeto lo formula equivocadamente el objeto sin
intención y por ignorancia, pero ha de procurarse que error no es lo mismo que
ignorancia, el primero supone el conocimiento equivocado de algo, la ignorancia en
cambio es la ausencia de conocimiento, lo que se ignora o no se conoce.
Partiendo de la concepción del Código Civil sobre el erro encontramos que existe error
de derecho y error de hecho, el primero es un error sobre un objeto de derecho que no
vicie el consentimiento, así lo señala el Art. 1509 C.C.
Este error se refiere al desconocimiento que una persona pueda tener sobre una norma
o sobre los efectos jurídicos de la misma. Si en un contrato se ha tenido como causa un
error de derecho este contrato sería anulable, pues a pesar de que según el Código Civil
este error no vicia el consentimiento, en cambio este contrato al estar estructurado sobre
un error de carencia de causa real y sería anulable.
Igualmente el error de derecho constituye una presunción de mala fe, así lo señala el
Art. 768 C.C. cuando dice: “el error en materia de derecho constituye una presunción de
mala fe que no admite prueba en contrario”.
Así mismo el Art 2315 C.C. en relación con el pago señala la repetición por error de
derecho en el pago cuando establece que se podrá repetir lo que se ha pagado por error
de derecho cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente
natural.
Los Arts. 1510 y ss. C.C. trae diferentes modalidades de error de hecho:
1. Error in negotio: El error de hecho vicia el consentimiento cuando
recae sobre la especie del acto o contrato que se ejecuta o celebra, como
si una parte entiende préstamo a interés y la otra donación. Este error se
ha denominado error en esencia o error in negotio.
2. Error in corpore: Vicia también el consentimiento y recae sobre la
identidad de la cosa específica de que se trata como si en el contrato de
compraventa el vendedor entiende vender fríjoles y el comprador
entiende comprar arvejas.
3. Error in substantian: Lo señala el Art. 1511 C.C. cuando la calidad
esencial del objeto es diversa de lo que se cree, este error también vicia
el consentimiento.
Ej.: Cuando una de las partes supone que el objeto es una barra de plata
y realmente es una masa de algún otro metal semejante, o cuando se
cree que el anillo es de oro y realmente es de cobre.
4. Error intuito personae: Lo señala el Art. 1512 C.C. que es el error
acerca de la persona con quien tiene la intención de contratar, este error
por criterio general no vicia el consentimiento, salvo que la consideración
de esta persona sea la causa principal de este contrato.
b) SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:
1. Error esencial: En materia comercial existe el error esencial, es aquel
que versa sobre los móviles determinantes del acto o contrato comunes
o conocidos por las partes según el Art. 101 C.Co., este error afecta
directamente el fondo que determina el nacimiento del contrato de
sociedad y ha de entenderse que los contratantes no habrían contratado,
se presume que hubieran presumido este error.
Existe una especie de fuerza que no es considerada vicio del consentimiento sino una
circunstancia eximente de responsabilidad contractual, es el caso de la fuerza mayor y
dice el Art. 64 C.C. que se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a que no es
posible resistir, como un naufragio, un terremoto, etc. La fuerza mayor y el caso fortuito
son dos circunstancias eximentes de responsabilidad que la doctrina las ha diferenciado,
dándole a la primera un carácter más general, como cuando un terremoto impide firmar
un contrato, y la segunda el caso fortuito le da un aspecto más particular relacionado
únicamente con la persona que debía cumplir con la obligación, el automóvil en que
viajaba se estrello y esa persona no pudo firmar el contrato.
EL DOLO.
Se entiende como el engaño o el fraude en que incurre un contratante en perjuicio del
otro. El Código Civil lo define en su Art. 63 como la intención positiva de inferir injuria a
la persona o propiedad de otro. El Art. 1515 C.C. señala que el dolo solamente vicia el
consentimiento cuando es obra de las partes y cuando aparece claramente que sin él
no se hubiera contratado. Por ello en los contratos bilaterales el dolo no puede provenir
de un tercero como si ocurre con la fuerza, esto es vicia el consentimiento cuando
proviene de una de las partes y cuando es principal, en los demás casos según el Art.
1515 C.C. el dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra la(s) persona(s)
que lo han fraguado o que se han aprovechado de él, contra las primeras por el total del
valor de los perjuicios y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que han
reportado del dolo.
CLASES DE DOLO:
1. DOLO PRINCIPAL: Es aquel que es causa determinante del acto, vicia el
consentimiento. Ej.: Cuando se compra un vehículo atraído por el engaño o dolo del
vendedor, de no haber existido dolo no se hubiese comprado el vehículo.
2. DOLO INCIDENTAL: Cuando no es suficiente para determinar el consentimiento
pero implica condiciones desfavorables para el contratante. Ej.: Comprar un
vehículo que cumple con las expectativas generales del comprador, pero no tiene
todas las características señaladas en el contrato, aquí existe dolo y este dolo no
vicia el consentimiento pero da lugar a la indemnización de perjuicios. Compro una
camioneta que es 4x4 pero es 2x2.
3. DOLO POSITIVO: Cuando proviene de la acción, cuando el que engaña se vale de
maniobras, palabras o actos para persuadir al otro. Ej.: El carro tiene los
documentos al día a sabiendas de que es robado. Este dolo vicia el consentimiento
si es principal.
4. DOLO NEGATIVO: Cuando se oculta un hecho que de haber sido conocido por la
otra parte no se hubiera realizado el contrato. Ej.: El carro que se compró es volcado
pero se reparó completamente. Esta clase de dolo puede viciar el consentimiento si
es principal.
Otra clasificación del dolo que viene del derecho romano nos habla del dolus bonus y
del dolus malus. El primero, dolo bueno, se presenta cuando la persona exagera las
calidades del producto que vende o negocia, cosa que ocurre con frecuencia sin que a
la hora de la verdad llegue a configurar un vicio del consentimiento, y el segundo, dolo
malo, si tiene la finalidad del engaño y el fraude, por tanto vicia el consentimiento.
En conclusión, para que en los contratos bilaterales el dolo vicie el consentimiento
requiere tres condiciones: que provenga de una de las partes, que sea principal y que
haya tenido efectos, esto es a quien se haya perjudicado como consecuencia del
engaño sufra perjuicios.
LA FUERZA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS.
El contrato legalmente celebrado se convierte en ley para los contratantes, ello quiere
decir que las cláusulas voluntariamente pactadas por quienes suscriben un contrato son
de estricto cumplimiento para ellos.
Este concepto se analiza según el Código Civil Art. 1602 cuando señala que “todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. Las causas legales
se entienden como la condición resolutoria tácita y la nulidad, a ello se refiere el artículo
precedente, figuras que se estudiarán más adelante.
Según el Código de Comercio en su Art 4° consagra que las estipulaciones de los
contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletivas y a las
costumbres mercantiles. Las normas legales supletivas a diferencia de las imperativas
que ordenan o prohíben y de las dispositivas que simplemente señalan o disponen son
aquellas que en términos generales suplen o llenan los vacíos que dejan las partes a
nivel contractual.
Ej.: Si en un contrato de compraventa no se dice quién debe pagar los gastos del
registro de la escritura, este vacío que presenta el contrato lo suple la norma general o
en el caso de la sociedad anónima si la reunión de asamblea general de accionistas no
fuere convocada, los socios se reunirán por derecho propio el primer día hábil del mes
de abril a las 10 A.M. en las oficinas del domicilio principal (Art. 422 C.Co.).
En conclusión podemos sostener que en el contrato la voluntad de las partes se
convierte en ley y prevalece sobre normas de tipo general o supletivas pues estas sólo
se aplicarán en caso de vacíos.
Finalmente tenemos el criterio jurisprudencial y la Corte ha dicho dentro de nuestro
régimen contractual que las partes conservan la libertad que le reconoce la ley civil para
reglamentar sus pactos y en el Derecho Positivo Colombiano impera el principio según
el cual las leyes que regulan los contratos son normas supletorias de la voluntad de los
contratantes.
LA BUENA FE.
El Art. 1603 c.c. estipula que “los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por
consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que
emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por ley pertenecen a ella”.
Es principio general que la buena fe se presume, la mala fe debe probarse. Buena fe es
la conciencia de estar obrando rectamente de acuerdo con la ley y la moral, pues estos
son dos postulados que norman la conducta del hombre. La ley nace del Estado y es
coercitiva, la moral obedece a un mandato religioso y pertenece al fuero interno de la
persona. El Art. 768 C.C. cuando habla de la posesión dice que “la buena fe es la
conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos exentos de
fraudes y de todo otro vicio”. También el Art. 83 C.N. se refiere a ello: “Las actuaciones
de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados
de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten
ante éstas”. En conclusión, no se necesita en el contrato señalar que se actúa de
buena fe, estos son elementos constitutivos del contrato que se presumen.
En conclusión podemos señalar que la fuerza obligatoria de los contratos radica en tres
puntos fundamentales:
1. El contrato legalmente celebrado es una ley para las partes, esto es las cláusulas
pactadas son obligatorias para los contratantes.
2. Es la ley lejos de ser general, abstracta e impersonal, es sólo aplicable a las partes
contratantes aunque cobija y protege obviamente a terceros involucrados en la relación
contractual.
3. Los contratos deben ejecutarse de buena fe y ésta se presume.
LA RELATIVIDAD DE LOS CONTRATOS.
Se fundamenta en que la ley que nace del contrato sólo es aplicable a las partes sin
perjuicio naturalmente de terceros interesados, es que puede resultar que existan
personas a quienes un contrato que no han realizado puedan involucrarlos activa o
pasivamente, tal es el caso de los causa habientes o herederos de las partes. La ley
contractual no puede exceder el límite propio del contrato y sus consecuencias jurídicas
o patrimoniales y el principio de relatividad implica que el contrato debe estar enmarcado
dentro de los preceptos de la ley y la moral.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS.
Se analiza este tema desde el punto de vista de la doctrina y desde el Código Civil. Para
la doctrina existen dos métodos:
· Subjetivo: Se fundamenta en la intención de las partes.
· Objetivo: Se fundamenta en lo declarado por las partes.
Nuestro actual Código Civil acoge ambos métodos subjetivo y objetivo y en principio
parecería inclinarse por el método subjetivo cuando establece que conocida claramente
la intención de las partes debe estarse a ella más que a lo expresado, pero también
acoge el método objetivo cuando señala reglas en torno a lo declarado por las partes.
INTERPRETACIÓN SEGÚN LA INTENCIÓN DE LAS PARTES.
La señala el Art. 1618 C.C.: “Conocida claramente la intención de los contratantes, debe
estarse a ella más que a lo literal de las palabras”. En este caso prevalece la intención
sobre lo escrito, la voluntad real sobre la declarada. Al respecto la Corte Suprema de
Justicia ha señalado: “La interpretación de los contratos se hace de dos modos:
interpretación auténtica cuando entre las partes no hay discrepancia en el alcance y
sentido de las cláusulas que forman el contrato, y la interpretación judicial cuando en
virtud de distintas apreciaciones de las partes sobre el alcance y sentido de las
cláusulas de un contrato le dan a éste diferente interpretación”. En otras ocasiones
señala la Corte que “corresponde al juzgador determinar el alcance de las prestaciones
debidas, interpretar el contrato y el significado del negocio jurídico señalado”.
INTERPRETACIÓN LÓGICA.
La señala el Art. 1620 C.C. cuando señala que “El sentido en que una cláusula puede
producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de producir efecto
alguno”. Esto significa que una cláusula del contrato puede tener dos o más
interpretaciones, en ese caso debe preferirse la interpretación que produzca efectos,
pues recordemos que la finalidad del contrato es producir o crear obligaciones y en ese
sentido el contrato como fuente que es de obligaciones ha de producir efectos
patrimoniales, se debe buscar entonces el pensamiento principal, la idea general del
contrato, no la interpretación aislada.
CLASES DE SIMULACIÓN:
Esta puede ser absoluta y relativa. Absoluta cuando las partes celebran un contrato pero
no quieren que dicho acto produzca efectos jurídicos, por ejemplo las ventas de
confianza que se hacen para engañar a terceros; y la relativa que a su vez es de dos
clases:
a) Por la naturaleza del acto: Las partes si quieren celebrar el negocio pero no en la
forma contenida en el contrato.
Ej.: Celebran compraventa pero en realidad lo que hay es donación.
b) Por interposición de sujetos (testaferros):Es el negocio que se celebra por
interpuesta persona. Una tercera persona se hace pasar como parte contractual para
ocultar al verdadero obligado.
La simulación se puede probar por cualquier medio probatorio que señala el Código de
Procedimiento Civil, esto es declaración de testigos, documentos, prueba indiciaria
como el parentesco, la falta de capacidad económica, entre otros.
ACCIÓN DE SIMULACIÓN.
La parte perjudicada con el acto simulado puede interponer la acción de simulación
mediante la cual ataca los actos aparentes celebrados por el deudor en perjuicio del
acreedor. Esta acción judicial se parece a la de nulidad pero es diferente, pues mientras
la nulidad busca destruir el contrato a través de la rescisión por existir un vicio del
consentimiento (error, fuerza, dolo), la acción de simulación es en cambio todo lo
contrario, busca que se declare la existencia del contrato realmente celebrado sobre el
simulado. Se dice que la acción de simulación es una acción prevalente o de prevalencia
porque lo que busca como se dijo es que se declare la existencia (prevalencia) del
contrato celebrado sobre el simulado. Tienen legitimación en la causa por activa para
ejercer esta acción las partes contratantes, los terceros que justifiquen un interés
legítimo (los acreedores) , los esposos cuando mediante la simulación se enajenan
bienes que tienen la calidad de gananciales y los herederos frente a los negocios
simulados del causante.
El objetivo general de la acción de simulación es descubrir el autentico querer de los
simulantes y reparar los perjuicios causados a las partes o a terceros y como objetivo
especial busca concretamente que se declare judicialmente la simulación, que se
declare la existencia del contrato realmente celebrado sobre el simulado (prevalencia),
que se ordenen las indemnizaciones a que haya lugar y que se obtenga la restitución
de los bienes.
Debe aclararse que si el bien ha pasado a manos de un tercero de buena fe, esta
adquisición deberá respetarse y sólo procederá la indemnización, así lo dice la doctrina.
En algunos casos la destrucción del negocio aparente no es posible y esto se da cuando
el bien está en manos de un tercero de buena fe, en este caso la acción se dirige para
obtener la indemnización de perjuicios.
NATURALEZA JURÍDICA:
La doctrina ha señalado que la acción de simulación es una acción de indemnización de
perjuicios. Concluyendo podemos afirmar entonces que la naturaleza jurídica de la
acción de simulación está enmarcada por dos aspectos concretos: acción de
indemnización de perjuicios y acción de prevalencia contractual.
La simulación la declara el juez a través de sentencia (Art. 306 C.P.C.). S i la simulación
es absoluta el contrato es inexistente, por lo tanto hay que restituir lo recibido y cancelar
escrituras, y si es relativa no tiene valor lo que se simula.
Ej.: Si Alberto le dona una casa a Bernardo y se simula una compraventa, vale la
donación porque la compraventa se invalidó.
La prescripción de la acción de simulación de acuerdo a la Ley 791 de 2002 de la acción
ejecutiva es de cinco años y de la ordinaria diez años (Art. 2536 C.C.) y la prescripción
de la acción de la nulidad absoluta es también de diez años y de la acción de nulidad
relativa es de cuatro años.
EL FRAUDE PAULIANO.
Existe fraude pauliano cuando un deudor se insolventa en perjuicio de sus acreedores,
es decir la persona se insolventa para no pagar las deudas, en este caso entonces los
acreedores perjudicados tienen a su favor el ejercicio de la acción pauliana o acción
revocatoria. La doctrina ha dicho que el fraude pauliano no es sino una de las múltiples
manifestaciones del abuso de los derechos, la voluntad de dañar se dirige no contra un
contratante sino contra los terceros acreedores, busca con este acto la persona
insolventarse para defraudar a terceros acreedores.
LA ACCIÓN PAULIANA O REVOCATORIA:
Ha sido definida como la acción que tienen los acreedores que han sido perjudicados
por los contratos celebrados con fraude pauliano con sus deudores. Es la acción que
tiene el acreedor contra el deudor que se ha insolventado para no pagarle, es la acción
que la ley concede a los acreedores para obtener la revocatoria de las enajenaciones
que el deudor hiciere maliciosamente en perjuicio de ellos y esta acción se llama así por
haber sido introducida en el Derecho Romano por el pretor Paulus, esta acción buscaba
que se revoquen los contratos que se realizaban por los deudores en fraude a sus
acreedores.
La acción pauliana procede y puede invocarse respecto de cualquier acto o contrato,
cualquier acto jurídico y en general todos los actos patrimoniales pueden ser
impugnados por esta vía, actos onerosos, hipoteca, prenda, anticresis, actos gratuitos,
donaciones, incluso el arrendamiento.
REGULACIÓN SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL:
La regula en su Art. 2491 y que a la letra dice: “los acreedores tendrán derecho para
que se rescindan los contratos onerosos y las hipotecas, prendas y anticresis que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, siendo de mala fe el otorgante y el
adquiriente, esto es conociendo ambos conociendo el mal estado de los negocios del
primero. Igualmente dice la norma que los actos y contratos gratuitos serán rescindibles
siendo de mala fe el deudor.
En conclusión para los contratos onerosos se requiere mala fe del otorgante y del
adquiriente, y para los contratos gratuitos solamente mala fe del deudor. La acción
pauliana prescribe en un año contado desde la fecha del contrato (Art. 2491 inc. 3° C.C.).
EL FRAUDE A LA LEY.
Opera cuando las partes mediante contratos pretenden desconocer o violar la ley. Tiene
un elemento interno y otro externo. El primero se traduce en la intención de violar la ley
y el segundo son los medios de que se valen para hacerlo. Todo fraude implica mala fe
y por ello todo fraude debe ser sancionado y el efecto que genera el fraude a la ley es
la nulidad absoluta por objeto y causa ilícitos y si al propio tiempo se presenta simulación
y fraude a la ley en un acto el juez está obligado a declarar la nulidad.
LAS NULIDADES.
Esta figura está contemplada en todas las ramas del Derecho y esta palabra proviene
del latín Nullus, nos indica que un acto carece de valor y que no puede producir efectos
jurídicos. Esta sanción también deja sin valor a un acto o contrato. La aparición de la
nulidad como institución jurídica se remonta a la Edad Media tomada así del antiguo
Derecho Romano.
Nuestro Código Civil consagra la nulidad en el Título XX Arts. 1740 y ss. bajo el rótulo
de la nulidad y rescisión, y el Código de Comercio se refiere a ella en los Arts. 899 y ss.
LA NULIDAD SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL.
El Art. 1740 C.C. dice que es nulo todo acto o contrato al que le falta alguno de los
requisitos que la ley exige para el valor del mismo acto o contrato según la especie o
calidad o estado de las partes y concluye diciendo que la nulidad puede ser absoluta o
relativa.
NULIDAD ABSOLUTA:
Las causales las consagra el Art. 1741 C.C.:
1. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita.
2. La nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de
ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan
3. Hay así mismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces.
Ya hemos dicho que el objeto ilícito es el que no está de acuerdo con la ley, el orden
público o las buenas costumbres, igual cosa puede predicarse de la causa.
La segunda causal de nulidad absoluta señalada por la ley que es la producida por la
omisión de un requisito o formalidad hace referencia a los contratos solemnes.
Ej.: Cuando en una escritura pública de compraventa de un bien inmueble falta la firma
de un contratante, el acto es nulo en forma absoluta.
La nulidad absoluta está inspirada en motivos de orden público y seguridad general, lo
que no ocurre con la nulidad relativa.
La nulidad absoluta no debe confundirse con otras figuras como la inexistencia, la
inoponibilidad o la ineficacia de los actos jurídicos.
LA INEXISTENCIA:
Es inexistente el contrato que se celebra sin los requisitos legales que la ley exige para
su perfeccionamiento. El contrato inexistente no nace a la vida jurídica y por eso se
diferencia de la nulidad en que esta el contrato si nace a la vida jurídica pero adolece de
un requisito de formalidad.
LA INOPONIBILIDAD:
Se presenta cuando un contrato no tiene validez frente a terceros y la ley dice que un
negocio jurídico será inoponible a terceros cuando se celebra sin cumplir con los
requisitos de publicidad que la ley exige.
Ej.: Un contrato de sociedad comercial que no se inscribe en la Cámara de Comercio
es inoponible.
LA INEFICACIA:
Es aquel que no produce efectos jurídicos pero opera de pleno derecho sin necesidad
de declaración judicial a contrario de lo que ocurre con la nulidad, esta debe ser
declarada judicialmente, la ineficacia no (Art. 897 C.Co.).
Ej.: Estipular en un contrato de sociedad que alguno de los socios no tendrán derecho
a utilidades.
La señala el Art. 899 C.Co. en tres casos: cuando el negocio jurídico contraría una norma
imperativa salvo que la ley disponga otra cosa, cuando el negocio jurídico tiene causa u
objeto ilícitos y cuando es celebrado por persona absolutamente incapaz.
NULIDAD RELATIVA:
La señala el Art 1766 C.C. que en su parte final señala: “Cualquier otra clase de vicio
produce nulidad relativa y da derecho a la rescisión del acto o contrato” y esas otras
especies de vicios son la incapacidad relativa y los vicios del consentimiento por error,
fuerza y dolo. La nulidad relativa no se inspira en motivos de orden público como la
absoluta, se fundamenta en la protección del interés personal y los actos cobijados por
esta clase de nulidad son aquellos que tienen un vicio no sustancial.
La señala el Art. 900 C.Co. y se presenta en dos casos: cuando el negocio es celebrado
por persona relativamente incapaz y cuando el consentimiento está viciado de error,
fuerza y dolo. En estos casos el negocio jurídico será anulable y la acción sólo podrá
impetrarla el interesado o directamente afectado o por sus herederos y prescribe en dos
años contados a partir de la fecha del negocio jurídico respectivo.
Puede alegarla cualquier persona que La acción de nulidad relativa solo procede
demuestre interés incluido el Ministerio a instancia de parte interesada, no de
Público en interés de la moral y de la ley. oficio.
Puede sanearse por la ratificación de las Puede sanearse por ratificación de las
parte y por prescripción extraordinaria de partes y por prescripción de cuatro años
diez años. en materia civil y de dos años en materia
comercial.
EFECTOS DE LA NULIDAD.
Declarada judicialmente una nulidad esta se limita a dejar sin valor alguno el acto
afectado o vicio y a restituir las cosas al estado anterior. Al respecto el Art. 1746 C.C.
señala que la nulidad pronunciada en sentencia que tiene fuerza de cosa juzgada da a
las partes el derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no
hubiese existido el acto o contrato nulo a menos de que trate de objeto o causa ilícita.
RATIFICACIÓN DE LA NULIDAD.
Pueden ratificar la nulidad de acuerdo al Art. 1755 C.C. únicamente las partes que tienen
derecho de alegar la nulidad y de acuerdo al Art. 1756 C.C. sólo puede ratificarlo el
que tiene capacidad para contratar.
NULIDAD PROCESAL:
El profesor López Blanco señala que las nociones de nulidad sustancial y nulidad
procesal tienen alcances distintos porque una cosa son las cosas de carácter sustantivo
y otras las de carácter adjetivo, en las primeras está el concepto de validez o nulidad
del acto o contrato en sí mismo considerados, y en las segundas únicamente se tiene
en cuenta el procedimiento invocado para ser efectivo el derecho sustancial.
Finalmente debe aclararse que la acción de nulidad y la acción reivindicatoria, volviendo
al estudio de la nulidad sustantiva, llegado el caso podrán interponerse simultáneamente
en una misma demanda.
LA PRESCRIPCIÓN.
JUSTO TÍTULO:
Tiene aparentemente los mismos elementos que la prescripción ordinaria, pero aquí la
posesión es irregular, entonces se configura con el paso del tiempo y posesión irregular,
esta última es la que no reúne los requisitos de la posesión regular, es decir carece de
justo título, de buena fe o de ambos y el tiempo para esta prescripción es de diez años
para todos los casos (Ley 791 de 2002 Art. 6°), es decir la prescripción adquisitiva
extraordinaria requiere posesión material irregular ininterrumpida por espacio de diez
años y se hace valer a través de proceso declarativo de pertenencia (Arts. 396 a 407
C.P.C.), proceso que puede instaurar todo aquel que pretenda haber adquirido bienes
por prescripción y el efecto jurídico más importante es que convierte al poseedor en
propietario pues la sentencia judicial que declara la prescripción hace las veces de
escritura pública, la que deberá inscribirse en la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos.
PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA:
LA CADUCIDAD:
Esta figura también extingue derechos por el paso del tiempo y es muy parecida a la
prescripción pero en su esencia es diferente. La doctrina dice que la caducidad es la
extinción ipso jure de la facultad de ejercer un derecho o celebrar un acto por no haberse
ejercido dentro de un plazo que la ley establece, parece confundirse esta figura con la
prescripción y sus similitudes son el transcurso del tiempo, inactividad de la parte para
el ejercicio del derecho y la extinción de la acción y sus diferencias principales son de
que la caducidad son de orden público y la prescripción no lo es, la prescripción es
renunciable expresa o tácitamente y la caducidad no, la caducidad no admite
suspensión e interrupción, la prescripción en cambio si admite, la caducidad no implica
una obligación previa porque nace de una norma legal objetiva, la prescripción por su
parte supone la preexistencia de una obligación pues sus términos comienzan a correr
desde que la obligación se hizo exigible.
La caducidad de los títulos valores está regida por los Arts. 718 C.Co. para el cheque y
673 para la letra de cambio y para ello ha de tenerse en cuenta las formas de
vencimiento de la letra de cambio que señala el artículo citado. Se entiende por
caducidad la sanción que se le impone al beneficiario de un cheque por no presentarlo
para su pago dentro de los quince días siguientes a la fecha prevista para el pago si es
de la misma plaza, si es de distinta plaza dentro del mes siguiente siempre y cuando el
girador demuestre no haber tenido la suficiente provisión de fondos y respecto de la
prescripción dijimos que el cheque prescribe en seis meses, la letra de cambio en tres
años para el obligado directo, en un año para el obligado en vía de regreso y para el
pagaré y la factura cambiara de compraventa se aplican las normas de la letra de
cambio.
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA.
Es el más importante de los contratos dentro del contexto del Derecho Privado, si bien
no es el más antiguo porque antes que éste existió la permuta o trueque hoy en día es
el contrato de mayor aplicación. El Art. 1849 C.C. lo define así: “La compraventa es un
contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero.
Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por la cosa
vendida se llama precio”. A su vez el Art. 905 C.Co. lo define así: “La compraventa es
un contrato en que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa y
la otra a pagarla en dinero. El dinero que el comprador da por la cosa vendida se llama
precio.”. Tanto el régimen civil como el comercial lo llaman contrato y a las partes las
llaman vendedor y comprador y para ambas legislaciones existe objeto y precio. La
diferencia principal consiste en que el Código Civil utiliza la expresión “dar” y el Código
de Comercio habla de “transmitir” la propiedad. Resulta más apropiada la definición del
Código de Comercio en el sentido de que toda venta implica transmitir o transferir el
dominio de la cosa vendida. El diccionario hace sinónimas las palabras transferir y
transmitir y la Corte Suprema de Justicia ha dicho que la expresión dar contiene la
obligación de entregar. En conclusión dar es traditar o transferir el dominio. Respecto
de otras diferencias el Código Civil reglamenta la lesión enorme en la venta de
inmuebles, el Código de Comercio guarda silencio; el Código Civil establece el pacto de
reserva de dominio para bienes inmuebles, el Código de Comercio lo hace para bienes
muebles e inmuebles. Finalmente el Art. 740 C.C. establece que “La tradición es un
modo de adquirir el dominio de las cosas, y consiste en la entrega que el dueño hace
de ellas a otro, habiendo por una parte la facultad e intención de transferir el dominio, y
por otra la capacidad e intención de adquirirlo. Lo que se dice del dominio se extiende a
todos los otros derechos reales.”,habiendo por una parte la facultad e intención de
transferir el dominio y por la otra la capacidad e intención de recibirlo. Recordemos que
el tradente es el que transfiere el dominio y el adquiriente el que lo recibe, y los modo
de adquirir el dominio de acuerdo al Código Civil son la accesión, la tradición, la
prescripción, la ocupación y la sucesión por causa de muerte, a ellos debe agregársele
la ley.
El contrato de compraventa se rige por la teoría del título y el modo lo que implica la
realización de dos actos jurídicos distintos y sucesivos: el contrato título y la entrega o
tradición (modo), es decir el contrato que en la venta de inmuebles está contenido en la
escritura es el título y la tradición o entrega es el modo que tratándose de bienes
inmuebles se perfecciona con la inscripción en el registro.
2. En razón del cargo que ocupa: El Art. 1853 C.C. prohíbe a los administradores
se establecimientos públicos vender los bienes que administra en todo o en
parte, y el Art. 1854 C.C. amplía esta prohibición para los empleados públicos y
para quienes ejercen jurisdicción. Ellos no pueden comprar ni vender los bienes
públicos o particulares que estén bajo su ministerio como tampoco los bienes en
cuyo litigio intervenido y que se tengan en pública subasta, en caso de hacerlo
habrá nulidad absoluta.
EL CONSENTIMIENTO:
Es el acuerdo de las partes sobre la cosa y sobre el precio y mediante éste la venta se
reputa perfecta cuando se trata de bienes muebles, entratándose de bienes inmuebles
deben cumplirse solemnidades como escritura pública y registro y el consentimiento
debe estar exenta de vicios de error, fuerza y dolo.
OBJETO:
CAUSA:
Es el motivo que impulsa a obrar y en la compraventa ésta debe ser lícita enmarcada
en la moral y el Derecho.
DE LA COSA VENDIDA:
En la compraventa cosa es todo lo que sea susceptible de ser vendido y los requisitos
de ésta son que pueda ser vendida, que exista o se espera que exista. Las cosas que
se pueden vender las señala el Art. 1866 C.C. y son todas aquellas cosas corporales o
incorporales cuya enajenación no esté prohibida por la ley. Bajo este criterio
preguntamos qué es lo que no se puede vender y al respecto encontramos el siguiente
listado:
Los derechos que nacen del pacto de retroventa (Art. 1942 C.C.)
Los bienes comunes a todos por su naturaleza como la luz, el aire, el sol
Las cosas embargadas pues están fuera del comercio, salvo que el acreedor o
el juez lo consientan.
El segundo caso hace referencia a que la cosa no exista pero se espera que llegue a
existir, cosa común en la vida de los negocios, sucede por ejemplo en las cosechas
futuras, obras de arte que se encuentren en proceso de creación, inmuebles sobre
planos y de acuerdo al Código Civil estos contratos quedan sometidos a la condición de
existir la cosa a menos que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la
suerte (Art. 1869 C.C.).
La señala el Art. 946 C.C. Es la que tiene el dueño de una cosa singular de que no está
en posesión para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla y pueden
reivindicarse las cosas corporales raíces inmuebles excepto las cosas muebles
compradas en feria, almacén o similar y puede reivindicar la propiedad el dueño, el que
tiene la propiedad plena o nuda, absoluta o fiduciaria de la cosa (Art. 950 C.C.) y esta
acción se dirige contra el poseedor actual y la Corte ha dicho que esta acción no se
puede ejercer contra el tenedor. Prescribe en diez años (Art. 1° Ley 791 de 2002).
LA ACCIÓN POSESORIA:
LA ACCIÓN PUBLICIANA:
Son ciertos acuerdos o convenciones que las partes hacen por medio de cláusulas
especiales al celebrar el contrato de compraventa, los pactos accesorios son elementos
accidentales del contrato. El Código Civil enumera tres pactos accesorios a la
compraventa: el pacto comisorio (Art. 1935 C.C.), el pacto de retroventa (Art. 1939 C.C.)
y el pacto de retracto o pacto de mejor comprador (Art. 1944 C.C.).
EL PACTO COMISORIO:
EL PACTO DE RETROVENTA.
PACTO DE EXCLUSIVIDAD:
Este pacto sólo afecta a una de las partes, al que vende y se obliga a suministrar bienes
o servicios a la otra con exclusión de cualquier otro consumidor o comprador y la otra
parte, la que compra se obliga a su vez a no adquirir a ningún otro proveedor el bien
que allí se pacta, puede obligara a ambas partes aunque puede suceder que este pacto
se suscriba dando exclusividad solamente a una de ellas. Este pacto que teóricamente
sería propio del contrato de suministro está considerado por la ley como una acto de
competencia desleal pues el Art. 19 de la Ley 256 de 1999 considera desleal pactar en
los contratos de suministro cláusulas de exclusividad pues debe advertirse que el
suministro es una venta periódica, es un contrato de tracto sucesivo a diferencia de la
compraventa que es de ejecución instantánea.
El Art. 1894 C.C. dice que hay evicción de la cosa comprada cuando el comprador es
privado del todo o de parte de ella por sentencia judicial; del todo cuando se compra
cosa ajena o un bien robado y de parte cuando el bien soporta gravamen o carga real
(hipoteca, prenda o servidumbre). La evicción implica entonces que al comprador se le
despoje de la posesión en virtud de sentencia judicial, para que haya evicción se
requiere que un tercero alegue mejor derecho sobre la cosa comprada y ese tercero
haya iniciado acción judicial que prive al actual comprador de su derecho de propiedad,
es entonces cuando el vendedor debe responder o sanear por evicción. En conclusión
evicción es cuando el comprador es privado del todo o parte de la cosa por sentencia
judicial y saneamiento es la obligación que surge de ello, es decir la obligación de sanear
a cargo del vendedor, es por ello que se habla de saneamiento por evicción, esta figura
viene del Derecho Romano y es propia de la compraventa, pero también se podría
aplicar al arrendamiento, el arrendador está obligado a librar al arrendatario de toda
perturbación de la tenencia.
El vendedor está obligado a sanear al comprador todas las evicciones que tengan una
causa anterior a la venta salvo que se haya estipulado lo contrario en el contrato (Art.
1895 C.C.), pero si existe mala fe del vendedor probada esta estipulación en contrario
será nula. A su vez el Art. 1909 C.C. señala que la estipulación que exime al vendedor
de la obligación de sanear la evicción no lo exime de la obligación de restituir el precio
recibido. La acción de saneamiento la instaura el comprador perjudicado y puede
intentarse solidariamente contra los herederos del vendedor o contra cualquiera de ellos,
lo mismo sucede si son varios vendedores pero cada uno responderá a prorrata de su
cuota hereditaria lo cual rige también para el caso de que sean varios vendedores
aclarando que la acción de saneamiento es indivisible y solo en estos casos sería
divisible. Finalmente la acción de saneamiento por evicción comprende dos aspectos
básicos: la acción de defensa de la cosa o denuncia del pleito y la acción de restitución
y reparación de perjuicios. La denuncia del pleito por evicción se da cuando el
comprador a quien se demanda la cosa vendida por causa anterior a la venta deberá
citar al vendedor para que comparezca a defenderla (Art. 1899 C.C.), se trata de una
denuncia de pleito que señalan los Arts. 54 a 56 C.P.C., acto procesal que se hace
dentro del término de contestación de la demanda.
3. La del valor de los frutos que el comprador hubiere sido obligado a restituir al
dueño.
Son los defectos ocultos de la cosa vendida que el comprador no advirtió al comprar
y en este caso el vendedor debe garantizar que la cosa vendida esté libre de
defectos ocultos propios de la naturaleza misma del objeto del contrato y si ello
es así debe responder ante el comprador. Los vicios redhibitorios son siempre
ocultos, no pueden ser manifiestos y evidentes y es lógico que el comprador al
conocerlos probablemente no hubiese contratado o hubiese pedido rebaja del
precio pues si el vicio es manifiesto y a sabiendas se compra no existe engaño.
Los requisitos de los vicios redhibitorios son:
De acuerdo al Art. 1923 C.C. la acción redhibitoria prescribe en seis meses para
bienes muebles y en un año para bienes inmuebles y el tiempo se contará desde
la entrega real pudiendo las partes en el contrato ampliar o restringir este plazo.
Se reducen a dos: pagar la cosa y recibirla. El Art. 1928 C.C. señala que la principal
obligación del comprador es pagar el precio convenido y este debe ser en dinero
y en caso de incumplimiento por parte del comprador el vendedor podrá ejercer
la acción resolutoria, podrá pedir que las cosas vuelvan a su estado anterior o
que se cumpla tardíamente en ambos casos con indemnización de perjuicios
(Art. 1930 C.C.). Respecto de recibir la cosa el Código Civil no lo señala de
manera expresa pero si lo señala el Código de Comercio, el comprador está
obligado a recibir la cosa en el lugar y tiempo estipulado, caso contrario está
obligado a indemnizar. En el contrato de compraventa se presenta la lesión
enorme y existe cuando hay una desproporción en el justo precio de la cosa que
se vende o se compra, el Art. 1947 C.C. señala que el vendedor sufre lesión
enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la
cosa que vende y para el comprador viceversa.
Esta acción tiene un carácter objetivo pues solamente se mira la proporción del
precio que puede existir en el contrato que sea inferior o superior a la mitad de
justo precio para que se configure a favor de cualquiera de las partes, esta figura
viene del Derecho Romano y el precio se consideraba vil cuando era inferior a la
mitad del precio.
Esta acción sólo cabe en bienes inmuebles que no se trate de ventas en subasta
pública, que el engaño sea enorme, que no se trate de contratos aleatorios y que
no haya prescrito pues la prescripción opera en cuatro años contados desde la
fecha del contrato. El Art. 1946 C.C. señala que el contrato de compraventa
podrá rescindirse por lesión enorme, ello quiere decir que en la promesa de venta
no existe lesión enorme pues la promesa no produce una obligación de dar sino
de hacer y cabe la lesión enorme en la hipoteca (Art. 2455 C.C.), en la permuta
de inmuebles (Art. 1958 C.C.), en la cláusula penal (Art. 1601 C.C.), en el mutuo
con interés (Art. 2231 C.C.), en la anticresis (Art. 2466 C.C.), en la aceptación y
partición de la herencia (Arts. 1291 y 1401 C.C.).
LA VENTA DE CUERPO CIERTO:
El Art. 1887 C.C. dice: si se vende por cabida debe tenerse en cuenta la extensión
del predio y el vendedor debe responder por el número exacto de metros o
hectáreas y esta figura se da en la venta de predios rurales o fincas. Si la cabida
real es mayor que la declarada en el contrato el comprador debe aumentar
proporcionalmente el precio salvo que el precio de la cabida que sobre alcance
en más de una décima parte del precio de la cabida real, en este caso podrá el
comprador a su arbitrio o aumentar proporcionalmente el precio o desistir del
contrato y si desiste deben resarcirse perjuicios a su favor (Art. 1888 C.C.) y si
la cabida real es menor que la declarada deberá el vendedor completarla y se
aplicará en viceversa el artículo anterior. Esta acción prescribe en un año
contado desde la entrega y se puede ejercer simultáneamente con el de la lesión
enorme.
1 comentario:
1.
Androfontes Iuschh8/21/2013 4:39 p.m.
Muchas gracias, esto ha sido útil para complementar mis apuntes y para
estudiar bien el tema.
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