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Introducción
' Vid. Azucena Cruceiro [ed.], Bioéticapara clínicos, Madrid, Triacastela, 1999.
2 Universidad de Chile, sisiB, James Drane y Rusell Roth, Origen y evolución de la
bioética en Estados Unidos [en línea], Chile, 2002, <http://www.uchile.cl/bioetica/doc/
bioeu.htm>, consultada el 27 de febrero de 2008.
5 Cfr. Marciano Vidal, Bioética. Estudios de bioética racional, Madrid, Tecnos, 1998,
y Diego Gracia, Eundamentación y enseñanza de la bioética, Madrid, Eudema, 1989.
"^ Vid. Elio Sgreccia, Manual de bioética, Barcelona, Paidós, 1999-
bioética más cargada hacia las ciencias, desde una respetable perspectiva
de los científicos y las ciencias biomédicas con una clara orientación fi-
losófica, en la cual han de privilegiarse las preguntas y los análisis con-
juntos antes de continuar el rumbo de estos problemas que ahora nos
aquejan. Por ello, la reflexión filosófica es necesaria, indispensable para
crear consensos por medio de debates abiertos en foros diversos. Uno de
los bioetícistas de larga experiencia señala en su libro Fundamentos de
la bioética que esta interdisciplina ha de ser civii, laica, autónoma, tole-
rante y racional. Esto es, significa que debe suscitarse la discusión entre
iguales, sin anteponer credo o creencias religiosas, dialogante, pública y,
ante todo, racional.
Antes que técnicos y científicos somos seres humanos; antes que los
intereses económicos, tecnológicos y políticos de quienes dominan los nue-
vos rumbos de la macroeconomía y la macrotecnología, están las necesi-
dades de la población mundial, los intereses genuinos de la humanidad.
En esta secuencia lógica, antes que ejercer el derecho positivo, como úl-
tima instancia, hay que hacer valer el uso de la razón, la inteligencia, la
democracia, la vida misma; hay que privilegiar la igualdad y la equidad
del ser humano, de la responsabilidad que poseemos hacia el pasado, pero
sobre todo para el futuro. Después se expondrán las normas y el derecho
positivo, pero con la nueva racionalidad del diálogo ético-filosófico.
Por todo lo anterior, esta cavilación se torna eminentemente ética,
característica necesaria no sólo para las ciencias biológicas o biomédicas,
o de las ciencias medioambientales o biogenétícas, sino para plantear y
exhibir los problemas actuales y que permita dialogar, discutir, y dé ca-
bida a todos; se requiere una ética social y de carácter público, que sea
capaz de posponer la acelerada carrera biotecnológica y se ocupe de los
primeros problemas de la humanidad; que coloque en el centro de la
discusión a la humanidad, a la vida misma, antes de que se impongan los
intereses de quienes controlan y dominan las investigaciones y las tecno-
logías de nuestro tiempo. Necesitamos un diálogo universal, general,
consensuado, una actitud responsable. Ésta también es una tarea de la
naciente bioética.
Creemos que esto es viable, como fue posible que los científicos
reunidos en Asílomar (California, Estados Unidos) entre 1985 y 1987
acordaran una tregua en las investigaciones sobre el genoma humano. Es
viable y urgente, como lo expresa el acuerdo internacional del Proyecto
Genoma Humano (PGH), al destinar de 3 a 5% del total del financiamien-
to aplicado para estudiar, analizar y discutir los problemas éticos, sociales
y legales derivados del PGH.'' ES posible y recomendable, como evidencian
" Van Rensselaer Potter, "Bioetics. The Science of Survival"; Perspectives in Bio-
logy and Medicine, voL 14, 1970.
Los problemas de que se ocupa la bioética son objeto de gran atención por
parte de la literatura y el sistema legal estadounidense, así como materia de
noticias y comentarios editoriales. Iglesias y universidades bregan con ellos
porque interesan tanto a jóvenes como a viejos. La gente quiere entender
qué es correcto hacer ante un recién nacido con graves malformaciones o
un pariente viejo agonizante, ya que todo el mundo nace y muere, ya que
todas las familias tienen algún problema relacionado con uno u otro extremo
de la vida. Este extraordinariamente expansivo campo de estudio e investi-
gación empezó a cultivarse en los países desarrollados hace relativamente
poco tiempo, cuando las pujantes biociencias empezaron a plantear un gran
número de problemas éticos nuevos."
" Vid. Enzo Russo y David Cove, Ingeniería genética. Sueños y pesadillas, Barce-
lona, Alianza, 1999.
'3 James Drane y R. Roth, op. cit., p. 2.
principal respuesta social a esos grandes cambios: ¿cómo harán los seres
humanos para confrontar los enigmas morales, las perplejidades y las
transformaciones propuestas por la confluencia de los grandes avances
científicos y culturales? ¿Quién podría controlar las nuevas tecnologías
emergentes? ¿Quién podría tener el derecho o privilegio para tomar las
decisiones morales cruciales? ¿Quién podría ser asistido por individuos
en la toma de ventajas de las nuevas posibilidades médicas o, si fuera
necesario, ser protegido de los eventuales daños? ¿Quién podría ser el
más justo en la destinación de los beneficios de los avances médicos?
¿Qué clase de caracteres o de virtudes humanas podría ser la más ade-
cuada para un uso prudente o justo de las nuevas tecnologías? ¿Qué
clase de instituciones o leyes o regulaciones podría ser necesaria para
manejar los cambios que se presentan como una moral fascinante o no-
vedosa? Estas cuestiones dejan entrever varias preocupaciones y exigen
una reflexión seria, profunda, sobre los fenómenos tecnocientíficos con-
temporáneos. Tales interrogantes presuponen uno de los ejercicios nece-
sarios de la bioética y de la nueva cultura política global.
Cuarta fuente. Juliana González Valenzuela, UNAM. Resulta oportuno
incluir las ideas de la Dra. González por cuanto se vinculan a la reflexión
de este documento. Ella señala:
Uno de los campos concretos donde confluyen de manera notable los cauces
de la ética y los de la ciencia es el de la llamada bioética. Es en este territo-
rio fronterizo —entre bíos y ethos— donde se hace particularmente aguda la
necesidad de criterios y valores éticos que orienten en especial el saber y el
hacer de las ciencias biológicas y biomédicas en general, que encaucen y
racionalicen su cada vez más extraordinario poder.
En su sentido más amplio y general, la bioética abarca no sólo los múl-
tiples y cruciales temas y problemas morales, propios de la ética médica,
sino también la no menos vasta y decisiva problemática, filosófica y ética,
que plantea la biotecnología y, en especial, la ingeniería genética, y se abo-
ca asimismo a desentrañar los significados éticos de orden ecológico y demo-
gráfico.
Estos grandes campos tienen, por lo demás, íntimas relaciones entre sí,
y en muchos sentidos constituyen una unidad indisoluble; en ellos se plantean
sobre todo problemas comunes y fundamentales, que precisamente el enfo-
que filosófico busca sacar a la luz.
Por ser territorio limítrofe, a los hechos de la bioética se accede tanto
por los derroteros de la ciencia, como por los de lafilosofíaen general y de
la ética en particular. El quehacer científico, en particular el biomédico, des-
emboca desde su interior constantemente en cuestiones de orden ético. Los
propios hombres de ciencia se ven impulsados a desarrollar sus reflexiones
éticas y, en el mejor de los casos, a aproximarse a la filosofía en busca de
orientación, de razones y respuestas que permitan dar un legítimo cauce a
su trabajo. Por lo general, sin embargo, se accede a los problemas éticos
desde la mera opinión moral personal del científico, sin el rigor del pensa-
miento ético y sin el conocimiento del enfoque y los problemas filosóficos
radicales que están implicados en dichas cuestiones."'
Ibidem, p. 19.
Idem.
Consideraciones finales
dación y de ejercicio que sus puntos de inicio, pues éstos están diseñados
por varios elementos sociales, culturales y científicos más o menos reco-
nocidos. Se admite que la cultura bioética nació con el amanecer de los
años setenta del siglo pasado y que su vitalidad puede encontrar un fu-
airo insospechado y perenne. También se pueden señalar sus anteceden-
tes con gran precisión: en las ciencias biológicas, en el desarrollo tecno-
científico, en las técnicas de la ingeniería genética y la biotecnología
aplicadas a los seres vivos, en el apoyo definitivo de la informática, en la
era posmoderna altamente globalizada y en la cooperación multilateral.
Las naciones representadas en la ONU han hecho eco de esta perspectiva
y han emitido recomendaciones precisas en torno de las consecuencias
derivadas del uso irrestricto de la tecnología sin respeto de los límites que
la propia razón humana mira como delicadas, conflictivas o deliberada-
mente dañinas. Las distintas reflexiones y la reiterada información de los
medios electrónicos de comunicación han puesto en casa la última noti-
cia de este acontecimiento científico. Se ha privilegiado sólo una parte de
sus investigaciones y se ha tergiversado y manipulado el interés de sus
previsibles resultados, concretamente los de la clonación humana.
Por encima de la comercialización de las noticias en torno de algunos
de los resultados más espectaculares de este acontecimiento tecnológico y
científico, la bioética ha de reorientar su discusión, sus análisis y su vocación
ética yfilosóficapara generar una preocupación colectiva, para insistir en
que se diñmdan con más frecuencia los productos tecnológicos, que se
informe con mayor amplitud y veracidad, que se conozcan los proyectos
tecnológicos en ciernes, se analicen sus previsibles efectos, se conozcan
los intereses inmediatos y de largo plazo para la población abierta, para los
países que presiden estos esfuerzos y los de las empresas que se han inte-
grado a este proceso en busca de dividendos económicos sustanciosos.
Como quedó asentado, resulta difícil señalar con exactitud el origen
de la bioética, el periodo histórico en que se conoció, el ambiente cultu-
ral y el modo como fue vinculándose con otras disciplinas académicas y
profesionales afines. También habría que continuar discutiendo sobre su
conformación, su finalidad, su procedencia y su universalidad y eticidad
innegables.
La bioética es ética en esencia, por cuanto que los problemas comu-
nes han de discutirse por todos desde una perspectiva del bien común,
del bien ético, del bien de la comunidad, del bien presumiblemente de
todos y para el beneficio de todos. Es un discurso que empieza a cons-
truirse y se orienta como una reflexión de los problemas enunciados, pero
con un razonamiento valoral humano, en donde han de privilegiarse los
intereses de la humanidad por encima de los de sólo una de las partes
involucradas.