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El Efecto Lucifer: ¿Somos ángeles a punto de caer?

En el devenir de la historia humana, hemos sido testigos de los hechos más impresionantes que
nos podamos imaginar. Algunos pueden catalogarse como verdaderos milagros, ejemplos de cómo
la bondad puede irradiarse hacia los demás; otros como muestras de barbarie y maldad, llegando
a límites insospechados. Esto nos plantea algunas preguntas: ¿Cuál es el origen del bien y el mal?
¿Por qué algunas personas parecen llenas de maldad y otras por el contrario dan lo mejor de sí,
para ayudar a los demás? ¿Cuál es el punto de inflexión en el que una persona aparentemente
normal o buena, de acuerdo a lo que la sociedad determina, atraviesa la barrera y se vuelve malo?
El psicólogo y Profesor Philip Zimbardo, en su libro “El Efecto Lucifer” (2008) parece darnos una
respuesta. A través de un enfoque diferente a lo que los dogmas, los sistemas políticos o las
tradiciones nos han presentado. Pero vamos a ver, primero que todo, su argumentación y el
contexto histórico vivencial por medio del cual justificó sus teorías.

En el año de 1971 el psicólogo y autor llevó a cabo un experimento con estudiantes de la


universidad de Stanford. Por medio del cual llevó a algunos estudiantes de buen comportamiento,
a situaciones en las cuales sus valores y lo que hasta ese momento creían correcto, fueron probados
a tal punto que inclusive olvidaron su verdadero papel en la sociedad real. Creó una cárcel artificial
en el sótano de la Universidad, entregando el poder a quienes aleatoriamente se nombraron como
Guardias y relegando al confinamiento y a la vida de los presos a quienes de la misma forma se
nombraron reclusos. El límite fue traspasado cuando se dieron situaciones en las cuales los presos
se revelaron y los guardias se vieron obligados a “preservar el orden” Todo parte del análisis de la
historia bíblica de Lucifer, que era un ángel bueno, el más querido por Dios y debido a su orgullo,
sufrió una transformación y se reveló. Siendo expulsado del cielo y mutando a lo que hoy
conocemos como Satanás. Zimbardo sostiene que la humanidad tiene esa misma característica y
que el ser humano, sometido a circunstancias extremas, pierde interés por el otro y se torna en una
persona fría y egoísta, pasando de ser un ángel a ser un demonio. De esta manera la figura de
satanás representa la forma en que podemos atravesar los límites de lo correcto y normal.

Pero ¿qué pasa con las personas que no somos excepcionalmente buenas o malas? El autor define
la maldad no solamente como un acto de agresión o daño hacia otra persona; sino también como
el no hacer el bien pudiendo hacerlo o la sedición, influyendo a otros para producir un conflicto.
Sembrando cizaña. Propone que la maldad y la bondad no solamente tienen que ver con la
disposición o la voluntad; Sino también como producto de las circunstancias o las situaciones o
los marcos de circunstancias en los que ocurran las cosas. En síntesis lo que propone es que todos
somos propensos al mal. Como decía el Guasón en la Película de 2008 El Caballero oscuro: “La
locura es como la gravedad: solo necesitas un pequeño empujón…”

Basta con recordar a la inquisición, que en pro de atacar el mal, desarrolló conductas persecutoras
a tal grado de que sus métodos de tortura son recordados como de los más crueles de la historia. O
la Alemania Nazi que surgió a raíz de la necesidad del pueblo por surgir, dando lugar a un liderazgo
que cegado por el poder, no solo se conformó con el bien de los ciudadanos de su país; sino que
atacó a países vecinos en un afán expansionista, dando origen a la segunda guerra mundial. Tal
vez el plan de Hitler inicialmente no era ser así, tal vez lo único que quería era el bien para su
patria, pero el poder lo llevó a lo que la historia ya nos ha contado. También está el caso de Joseph
Stalin que promoviendo el comunismo como la solución a la desigualdad, terminó asesinando a
más de veinte mil rusos que no compartían sus ideas.

En resumen, Zimbardo define tres causas del comportamiento humano: la disposicional, que tiene
que ver con el ser, con lo que la persona es naturalmente. Eso es lo que lo lleva a actuar de una
forma u otra. Luego está la situacional, que es la que principalmente promueve el autor. Y nos dice
que existen factores externos que influyen en nosotros a tal grado, que pueden cambiar
radicalmente nuestro comportamiento. Tal y como una epidemia en situaciones de vulnerabilidad
puede enfermarnos. Finalmente está lo sistémico, que son las circunstancias y tendencias
impuestas directa o indirectamente por los poderosos.

Ahora bien, ¿a qué nos llevan estas reflexiones? Si analizamos algunos casos, no siempre las
situaciones son las que nos llevan hacia el bien o hacia el mal. En nuestro país existen personas
que aunque han sido víctimas de la brutalidad de la violencia, no alimentan deseos de venganza y
buscan salir adelante sin mirar atrás. También está el otro lado de la moneda en el que personas de
bien, han tomado las armas como la única alternativa aparente frente a la violencia de la cual el
sistema no los puede proteger. En mi opinión solamente la fortaleza mental y espiritual nos permite
mantenernos con principios firmes frente a las circunstancias difíciles que se nos presentan o frente
a las zonas de confort que nos brindan las oportunidades más grandes para cometer faltas y no
sufrir las consecuencias. Es verdad que el entorno cultural y el sistema influyen de manera clara
en el comportamiento de las personas; sin embargo es necesario que aunque no seamos simples
seres amoldados y nos formemos de manera diferente el uno del otro. Aprendamos a brindar lo
mejor de nosotros para construir una sociedad mejor. Aunque esta frase parezca de cajón, es
verdad. No podemos esperar a que las cosas mejoren por si solas. Cada uno es responsable de lo
que le da al mundo, de la historia que escribe.

RONALD ORTIZ MONCAYO


Administración financiera UM VIII Semestre

ID 557417

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