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LA TEORÍA CRÍTICA DE MENÉNDEZ PIDAL

Author(s): Ciriaco Morón Arroyo


Source: Hispanic Review, Vol. 38, No. 5 (November, 1970), pp. 22-39
Published by: University of Pennsylvania Press
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/42002561
Accessed: 03-03-2019 17:58 UTC

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LA TEORIA CRITICA DE MENÉNDEZ PIDAL

"Yo aconsejaría a todo profesional de las letras


entrado ya en años, que diese a conocer al
público las experiencias básicas subyacentes a
su método" (Leo Spitzer, Lingüistica e historia
literaria , [Madrid, 1955], p. 9).

DON su método RAMÓN


su método hizo continuas
y continuas defensas dea losuslargo defensas defun-
dos convicciones su vida de sus muchas dos convicciones reflexiones sobre fun-
damentales: el carácter tradicional de los productos de la cultura
española y su vida latente en momentos en que ciertas formas se
consideran desaparecidas. Menéndez Pidal justifica siempre sus
tesis controvertidas como exigencias de los datos incontrovertibles ;
de ahí su insistencia contra la postura ilógica de los positivistas.
A un nivel distinto de estas polémicas, me parece necesario
indagar ciertos presupuestos menos reflejos en la obra del crítico
y que pueden explicar la perspectiva desde la cual se acercó a la
obra literaria. Esta perspectiva nos explica los grandes hallazgos
y los límites del gran maestro. Es obligado reconocer que la biblio-
grafía no se ha ocupado de este problema.1 Sólo Julián Marías
ha escrito páginas científicamente valiosas. Mi trabajo tampoco
es lo que Menéndez Pidal merece ; me limito a integrar su método
en la Völkerpsychologie, preocupación fundamental cuando él
se formaba; pero ni siquiera la documentación sobre este aspecto
es completa. Mi artículo está organizado conforme al siguiente
esquema :
1. El método de Menéndez Pidal
2. La teoría explicada por Julián Marías
3. Menéndez Pidal y la "psicología de los pueblos"
1 Dámaso Alonso, "Menéndez Pidal y su obra," en R. Menéndez Pidal,
Los Reyes Católicos según Maquiavelo y Castiglione (Madrid, 1952), pp. 7-29,
y José Antonio Maravall, Menéndez Pidal y la historia del pensamiento (Madrid,
1960), han descrito los caracteres más salientes y las tesis más conocidas del
maestro ; pero no se encuentra en ellos ima filiación histórica de esos métodos y
tesis. A. Antelo Iglesias, "Filología e Historiografía de Ramón Menéndez Pidal,"
Thesaurus , XIX (1964), 397-415, y Emilia de Zuleta, Historia de la critica
española contemporánea (Madrid, 1966), pp. 196-208, no tocan tampoco la filia-
ción ideológica de nuestro crítico.
22

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La Teoría Crítica 23

4. "Völkerpsychologie ," Volksgeist, po


5. La Völkerpsychologie y los conce
teoría crítica pidaliana
6. Límites de esa perspectiva : nuevos

En 1896 apareció La leyenda de los i


gran obra del maestro. Los hispanista
ante ese producto inesperado de la c
en magnífica síntesis cuatro notas : inv
detalles; incorporación de los detalles en hipótesis de validez
universal; una teoría subyacente, y un estilo. El primero que
definió las cuatro notas del método pidaliano, fue Morel-Fatio en
Romania 2; su juicio fue inmediatamente repetido por Gaston Paris,
Menéndez Pelayo y otros. Por lo que se refiere a los datos, Menén-
dez Pelayo dice: "La diferencia que media entre la retórica y el
conocimiento positivo es la que separa los austeros trabajos del
señor Menéndez Pidal de aquellos otros, fáciles y amenos, que en
nuestras mocedades se decoraban con el nombre de crítica" (O.C.
VI, 143) ; "pero como tiene el don de ver lo general en lo particular,
ilustra de paso, y con gran novedad por cierto, ya la teoría histórica
de nuestra epopeya, ya los puntos más oscuros de nuestra versi-
ficación, y traza por primera vez, y de mano maestra, el cuadro
general de nuestra historiografía de los tiempos medios" (ib., p.
141) ; en la misma página insiste nuestro polígrafo en la importancia
de esa obra nacida "en un desierto intelectual" y hace votos "por
que se multipliquen estos síntomas de despertamiento de nuestra
2 "C'est la méthode qui donne son prix au livre, et nulle part elle ne s'est
démentie. Toutes les parties de cette étude sont également soignées; l'auteur,
toujours en éveil, a apporté autant d'attention scrupuleuse à l'énonce d'irne
idée générale qu'à la discussion d'un point de bibliographie, qu'au commentaire
d'une expression obscure ou curieuse, qu'à la citation d'une variante. Le style
aussi mérite de grands éloges ; il est d'ime propriété et d'une précision remarqua-
bles, qu'apprécient ceux qui savent combien le castillan se prête mal à la dis-
cussion de problèmes souvent compliqués et ardus. Et cette rigueur n'entraîne
aucune sécheresse: M. Menéndez a su rendre intéressant ce qu'il écrit; parfois
il a fait preuve d'un goût littéraire délicat et d'un tact exercé" (A. Morel-Fatio,
Reseña de La leyenda de los Infantes de Lara , Romania , XXVI (1897), 305-320.
Cf. reseña del mismo a los discursos de Menéndez Pelayo y Menéndez Pidal en la
recepción de éste por la Real Academia Española, BH , V (1903), 196-197; E.
Mérimée, BH, I (1899), 79; G. Cirot, reseña de Catálogo de la Real Biblioteca.
Manuscritos. Crónicas Generales de España (Madrid: Rivadeneyra, 1898), en
BH, II (1900), 110-115.

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24 Ciriaco Morón Arroyo be, xxxyiii (1970)

actividad científica, y que poco a poco lleguemos a reconquist


la conciencia de nuestro espíritu nacional y de nuestra histor
sin la cual no hay para los pueblos salvación posible." Menénde
Pelayo veía ya, pues, en la obra de Pidal una acción patriótica.
Por lo que se refiere al estilo, el siglo XX ofrece en España ejemp
de grandes científicos que son a la vez grandes estilistas: Mené
dez Pidal, Ortega, Marañón, Dámaso Alonso, Lain Entralgo. En
todos los citados se nota la preocupación formal más que en
Ramón; él no cae nunca en el preciosismo de Marañón y Ortega ni
en los tonos arcaizantes de Lain. Su estilo es pura transparencia de
las ideas y, cuando la acumulación de datos podría conducirle
esquemáticas enumeraciones,4 sobresale por la fluidez y suavidad d
la transición. Entre los investigadores con estilo que conozco, s
en D. Manuel García Blanco he visto después un arte parecido
Esto explica, en mi opinión, por qué los escritos de Menéndez Pida
cargados de ciencia rigurosa, se difunden ampliamente en las
ediciones de la colección Austral.

En la obra de don Ramón se pretende superar la erudición


pura en dos niveles: primero, tal cantar, tal romance concreto
exigen postular la existencia de otras versiones del mismo tema.
En el nivel de los textos, dado uno, Menéndez Pidal sigue sus ten-
táculos y alusiones, señalando otros exigidos por el que poseemos;
en muchos casos esos tentáculos postulados, han sido descubiertos.
La hipótesis de Pidal surge del dato y retorna a él. "La enorme
ampliación documental que ha hecho experimentar al conocimiento
del romancero no es meramente - ni principalmente - obra de
erudición, de afanosa investigación de documentos y de la tradición
oral, sino antes que todo, consecuencia de la idea del Romancero,
de la cual ha partido y con la cual, como con un instrumento, ha
3 En 1943 Menéndez Pidal recordaba en Lisboa: "Mi maestro Menéndez
Pelayo, al recibirme en la Academia Española, me auguraba lejanos resultados,
esperanzándome con 'aquel sobrenatural poder que proporciona sabiamente los
medios a los fines y nunca desampara al artífice de una obra honrada, hasta que
la ve dignamente cumplida.' Esa estrella de esperanza me guía hacia el inmenso
continente del romancero; y si ella puede ser engañosa, ella me animará hasta
el último momento" ( Castilla , la tradición, , el idioma. Col. Austral. Espasa-
Calpe, Buenos Aires, 1945, p. 45).
4 La única excepción quizá se encuentre en Orígenes del Español , donde la
abundancia de datos y siglas hace a veces difícil la lectura. Ya lo notó Ortega
(OC, III, 516).

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La Teoría Crítica 25

ido a interrogar a los archivos, a las vi


niñas que cantan al corro en España y
Obras , VII, 128).
Julián Marías ve en la ciencia de P
de sus ideas sobre el papel de la teorí
la física, ciencia conformadora de la
ciencia experimental, sino como cien
a su vez se funda en la doctrina de M
a la naturaleza como respuesta a nues
pregunta surge como un hecho de nue
Desde esta filosofía descubre en M
nivel que es el propiamente teórico:
perdidos u olvidados- son sólo una p
literaria íntegra, que no se agota en ni
junto, sino qué comprende su función
humana, histórico-social" (Marías, ib
sitúan esas decantaciones de sabidurí
escritos : Los españoles en la historia y
En 1953 él mismo expresaba esa nec
teratura desde la vida: "Si es impro
cosas tan heterogéneas como son los he
naturaleza, lo que sí ha de exigirse al
presentes todos los datos allegables y
todas las concomitancias que concur
es decir, se necesita considerar la vi
fenómeno estudiado" ( Romancero h
XIII).
Estas tesis de Marías integran a Pidal en la mejor filosofía
española de nuestro siglo; sin embargo, tienen algo de abstracto,
pues, siendo tesis orteguianas, Ortega expresó objecciones al crí-
tico5; por otra parte, la misma intención de integrar la literatura
6 "Un hombre tan cuidadoso, tan rigoroso, tan cientifico en el tratamiento
del detalle, parte siempre de dos enormes supuestos que contrajo en la vaga at-
mósfera intelectual de su juventud, y que usa sin previo examen, sin precisión.
Uno es la creencia, perfectamente arbitraria, de que lo español en arte es el realis-
mo. A esta creencia va aneja la convicción no menos arbitraria de que el realis
mo es la forma más elevada del arte. El otro supuesto adoptado sin cautela
suficiente, es la sobreestima de lo 'popular'. El primero de estos dos amores
- más que de dos ideas se trata en Pidal de sus dos únicas pasiones - no dañará
en la cuestión que ahora tocamos. El segundo, sí. Temo en efecto que la afirma-
ción del derecho local consuetudinario signifique para él el triunfo de lo popular

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26 Ciriaco Morón Arroyo HB, xxxviii (mo)
en la vida expresa Américo Castro y los resultados son bien distintos
Menéndez Pidal no es un historicista en el sentido de Ortega y
el último Castro. Los caracteres distintivos de su posición crític
se explican desde la doctrina de la "psicología de los pueblos"
{Völkerpsychologie) j muy en boga durante los años de su formación
y presente en los primeros escritos de la generación del 98.

El término "psicología de los pueblos" fue acuñado por Heymann


Steinthal en 18516 bis y lo difundió después con la revista Zeitschrif
für Völkerpsychologie und Sprachwissenschaft El concepto nac
tan vinculado a la lingüística que Willy Hellpach dice: "En las
clásicas lecciones que Wundt daba sobre 'psicología de los pueblo
en la Universidad de Leipzig y que tanto influyeron en la difusión
de estos temas por todo el mundo, dedicaba ordinariamente al
lenguaje dos terceras partes largas del semestre; al mito, un tercio
escaso, y todas las demás manifestaciones (costumbres, derecho
técnica, economía, gobierno) se las ventilaba en dos horas" ( Ein
führung in die Völkerpsychologie , p. 56).
La nueva disciplina surgió como aplicación a la unidad colectiva
"pueblo" de los métodos de la psicología naturalista. Así como
en ésta se buscaban las bases anatómicas y fisiológicas de los fenó-
menos espirituales, se buscaba en los climas y condiciones naturales
de vida la explicación para las manifestaciones culturales de lo
pueblos. Las peculiaridades culturales vienen explicadas por el
peculiar modo de ser; de ahí que, aunque teóricamente todos los
hombres que hablan una lengua y tienen la misma historia pertenez-
can a ese pueblo, subrepticiamente el término "pueblo" se hizo
y castizo, cuando, muy probablemente, equivale a todo lo contrario" (Ortega
1927, III, 519). Para entender el párrafo de Ortega hay que leer "Ideas de los
castillos" (1926, II, 413ss) donde el señor feudal, la minoría selecta y no el pueblo
es quien afirma el derecho consuetudinario.
ßbis "Eine neue Wissenschaft ist im Entstehen: die Völkerpsychologie. Es
kommt darauf an, wissenschaftliche Gesichtspunkte zu finden, nach denen sich
die Volksgeister darstellen lassen, Gesetze zu begründen, durch welche ihre Tätig-
keit bestimmt wird. Die Sprachwissenschaft wird nicht bloss die reichhaltigste
Quelle für diese neue Disciplin sein, sondern sie wird ein Zweig derselben werden,
ein Zweig der psychischen Ethnologie. Denn sie ist es ihrem Wesen und Begriffe
nach. Die Sprache ist ganz unmittelbar der Volksgeist; die Entstehung beider
fällt in einander" (H. Steinthal, "Jacob Grimm über den Liebesgott," Akademische
Abhandlungen [Berlin, 1851] ; Zeitschrift für vergleichende Sprachforshung , I
[Berlin, 1852], 568).

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La Teoria Crítica 27

equivalente a "inculto," por considera


relaciones universales no típicas ya d
Otra connotación instintiva fue la
logía y la lingüística que nacen en el
un objeto colectivo, nacen como inv
prehistoria más que como investigación
En la primera obra de síntesis que
L'épopée castillane (1910), vemos que su
de la literatura es exactamente el descr
del libro nos dice: "C'est une matièr
rudes génies créèrent à l'époque la pl
parfois même à un âge préhistorique
leur création quelque chose du tréfond
que le peuple la reçut et la conserva to
Hoy la palabra arquelogía significa
ciones antiguas de la arquitectura y ar
se aplicaba a la investigación de docu
Pidal en 1910 postula una "psicologí
s'applique par exemple à une étude a
l'archéologie, non pas de cette archéolo
la vie passé dans ses manifestations exté
mais de celle qui fouille les recoins s
es à proprement parler une psycholog
Los testimonios del propio maestr
otro de Altamira que le considera e
"L' épopée castillane , estudio aparente
mente en algunas cualidades del alm
pueblo español , p. 296).
Menéndez Pelayo veía resurgir en
de Milá y Fontanals, "aquel maestro
crítica en las tinieblas de la Edad Me
por "el venerable Milá" es constante
pues bien, también este maestro busca
o materia nacional, y los modos, el ges
zan también a los pueblos no menos
familias" {De la poesía heroico-pop
1874], p. III).
Steinthal recibe grandes alabanzas
gran psicólogo lingüista," "a pesar d

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28 Ciriaco Morón Arroyo he, xxxviii (1970)
concepto antiguo (romántico), nadie expuso con tanta novedad y
penetración como Steinthal la viviente variabilidad de la poesía
popular" {Romancero hispánico , I, 23-24).
Los testimonios aducidos del mismo Pidal y de sus maestros
se completan con los de sus contemporáneos, los escritores de la
Generación del 98 a la cual pertenece estrictamente por su fecha
de nacimiento,. 1869.
Navarro Ledesma en carta a Galdós se lamentaba de que una
inteligencia como la de Pidal no se pusiese a contribución en la
campaña regeneradora que siguió a la derrota del 98. Hoy aquellos
temores nos aparecen como faltos de perspectiva. Pidal no predicó
regeneración, no criticó a los demás ni pergeñó planes ; sencillamente
continuó trabajando.6 Por otra parte, pasados setenta años, pro-
bablemente hay que dejar de creer en aquellas críticas y decir que
un país capaz de producir los miembros de aquella generación
no estaba tan degenerado como ellos mismos creían.
Ahora bien, la fecha de la guerra con los Estados Unidos, aunque
intensificó la preocupación por España y estimuló trabajos que no
hubieran surgido sin la derrota, no tuvo influencia grande en los
pensadores más importantes, como Unamuno y Ganivet; por
otra parte, muchos de los escritos estimulados por la guerra están
también concebidos desde la teoría moderna y más prestigiosa
entonces : la psicología de los pueblos.
Unamuno publicó en 1895 En torno al casticismo . En ese libro
se encuentran frases sobre la historia que suenan como otras dichas
luego por Ortega; sin embargo en Unamuno proceden de tra-
dición muy distinta y tienen, por tanto, distinto significado. Ya
en la tesis doctoral (1884) habla Unamuno del "alma oculta de
un pueblo" (VI, 91) y de "la importancia etnológica de los idiomas"
(VI, 94). En 1887 nos dice que los reyes austríacos fueron los
primeros en ahogar el "espíritu del pueblo" (VI, 224). Estos tér-
minos usados ya en los primeros escritos continúan integrados en el
concepto de intrahistoria, hasta que Unamuno abandona el término
hacia 1918 identificando intrahistoria con naturaleza, pero ya
6 "Comparte con ellos la preocupación española, que le lleva por muy dis-
tinto rumbo. En vez de la preocupada meditación contemplativa, emprenderá
una obra constructora" (Dolores Franco, cit. Julián Marías, "El 'claro varón'
don Ramón Menéndez Pidal," en Los españoles , Obras [Revista de Occidente,
Madrid], VII, 126-147, p. 145).

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La Teoría Crítica 29

en sentido peyorativo, oponiendo l


que es lo específico del hombre, del c
A fines de 1896 o principio del 97
Carracido. Estudios histórico-crític
ed. Madrid, 1917), 422 pp. El primer capítulo se titula "La
nacionalidad en la ciencia" (p. 7-18); la tesis es que si todo lo
viviente se define desde las condiciones de su medio vital, la ciencia
tendrá que acusar las condiciones de ese medio y por consiguiente
contener caracteres nacionales. El segundo capítulo es también
un capítulo de psicología nacional: "Condiciones de España para
el cultivo de las ciencias" (p. 19-47). Carracido da al problema
un giro puramente biologista que, naturalmente, no concuerda con
las convicciones histórico-psicológicas de Pidal ; pero la discrepancia
estaría en el modo de explicar los caracteres nacionales, no en el
reconocimiento de su existencia.
De 1897 es el Idearium español de Ganivet, estudio de la psico-
logía nacional, y del 98, la Psicología del pueblo español de Altamira.
En 1901 pretende Azorin revivir el trasfondo de todo cuanto está
pasando en España, y titula su libro El alma castellana .7
Este es el ambiente contemporáneo a La leyenda de los infantes
de Lara . Menéndez Pidal escoge el estudio de la Edad Media;
a primera vista, el peor período para encontrar caracteres nacionales :
la mayor parte de temas son comunes a toda Europa, y los temas
exclusivamente españoles como los infantes de Lara y el Cid son
tratados con procedimientos en parte de importación francesa. Sin
embargo, la convicción de que los caracteres nacionales existen, le
lleva a extremar la sutileza en el análisis y a descubrir esos carac-
teres. De esa manera, una vez más la teoría conduce al descu-
brimiento del detalle documental.8

7 También Ramón y Cajal dice: "en el resultado final de la educación entra


por mucho el carácter individual, es decir, la energía específica traída del fondo
histórico de la raza" (P. Lain Entralgo, Dos biólogos : Claudio Bernard y Ramón y
Cajal, Col. Austral, Espasa-Calpe, Madrid, 1949, p. 113).
8 "Se ha advertido por muchos que la producción literaria de la Edad Media
se resiente por falta de variedad y de estilo personal; que las diversas naciones
europeas poetizan los mismos asuntos y lo hacen casi en el mismo tono unas que
otras. Pero muchas veces esta uniformidad que notamos, depende sólo de nuestra
observación escasa, así como tratándose de ima raza extraña de la que sólo rara
vez vemos algunos individuos, distinguimos menos las varias fisonomías que
dentro de las razas con que convivimos" {Poema de mio Cid t ed. Clás. Cast., intr.
pp. 59-60).

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30 Ciriaco Morón Arroyo eb, xxxviii (mo)

El ambiente descrito con algunos datos es todavía mucho


rico; ya en Yalera encontramos algunos textos que exaltan
pueblo9; también en Fortunata y Jacinta de Galdós; injusto
no mencionar a Costa en su doble aspecto de convivencia co
pueblo e investigador de las tradiciones populares. Las menc
españolas requieren ser investigadas en sus relaciones con li
como Le peuple de Michelet o la teoría del medio de Taine.
otra parte, si el término Völkerpsychologie se acuña en 1851
1756 había publicado Voltaire su Essai sur les moeurs et Vesprit
nations, con cuyo título se acuñó después en Alemania el tér
Volksgeist . ¿Cómo se relacionan uno con el otro?

Yo diría que se diferencian en tres cosas : 1. En cuanto al orig


la idea de Volksgeist es de origen especulativo y racionalista
en cambio, la Völkerpsychologie surge con signo naturalista
sentido de un campo estudiable con procedimientos científi
naturales y en el sentido de un enraizamiento en el medio bioló
2. El término Geist en alemán tiene un sentido mucho más obje
que el español "espíritu" ; Geist es la cultura objetivada, no
potencia del hombre ; de esta noción procede la supuesta div
ción del "espíritu del pueblo" como algo al margen del indiv
que actúa sobre éste.11 La psicología estudia el alma y sus poten
es decir el individuo-sujeto; de ahí que Menéndez Pidal se op
8 "El pueblo es el verdadero poeta creador. Aquiles había nacido tan gr
como es antes de que Homero le diese fama eterna en sus versos" (J. Y
OC, ed. Araujo Costa, Aguilar, Madrid, 1946, II, 19b).
10 Willy Hellpach nota que la edad de oro del pensamiento alemán dura
bastante exactitud de 1770 a 1830. Los mayores genios de la cultura ale
florecen en esos años y crean el espíritu alemán cultivando las artes puram
ideales : filosofía, poesía y música. La idea de Volksgeist se propaga en esta
del pensamiento ( Einführung in die Völkerpsychologie, 3. Aufl. [Enke
Stuttgart, 1954], pp. 168 ss).
11 En Hegel todos los elementos naturales que de ordinario asociamos co
"espíritu del pueblo," no tienen nada que ver con el espíritu: "Eben dies
die unendliche Arbeit des Geistes aus, sich aus seinem unmittelbaren D
glücklichen Naturleben in die Nacht und Einsamkeit des Selbstbewusstsein
rückzuziehen, und aus dessen Kraft und Macht die von ihm abgetrennte W
lichkeit und Anschauimg denkend zu rekonstruieren. ... So einfach wi
Einsicht dem Geist nicht gemacht. Philosophie ist nicht ein Sonambuli
vielmehr das wachste Bewusstsein, und sein sukzessives Erwachen ist eben
Erhebimg seiner selbst über die Zustände der unmittelbaren Einheit m
Natur" (G. W. F. Hegel, Einleitung in die Geschichte der Philosophie , e
de Johannes Hoffmeister [Felix Meiner Vlg., Hamburg, 1959], p. 61).

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La Teoría Critica 31

a todas las vaguedades de sujetos cole


viduo, auténticamente creador, no inst
sólo que ese individuo creador partic
de esa colectividad y por eso comulga c
3. La vinculación de la psicología de
naturales, explica que el elemento conf
sea el pasado; en cambio el Volksgeis
impone al individuo y en cierto sent
su proceso de desarrollo, impone una v
En este sentido, yo veo una contin
pueblo" de Hegel y el historicismo
sus especulaciones queriendo constru
propios distintos de las ciencias natural
a una visión de la historia como puro hacerse. Esa definición
de la vida como puro hacerse hacia delante, olvidando el papel
conformador del pasado que es nuestra naturaleza, distingue la
psicología de los pueblos del historicismo. Para la psicología existe
desde el principio un sujeto que se desarrolla en una órbita de
posibilidades limitadas impuestas por su naturaleza ; acentúa,
pues, el pasado; para el historicismo, los elementos naturales son
algo con lo que cuento para hacer mi vida ; pero se acentúa el hacer
y el hacerse, más que la naturaleza; se acentúa el cambio.12 Un
ejemplo de este historicismo en la crítica literaria española, lo ofrece
la obra de Américo Castro. Sus afirmaciones tajantes sobre la no
españolía de Séneca o los visigodos, están basadas en ese concepto
de la historia como hacerse hacia delante. Séneca o los visigodos
son el sustrato que el español encuentra en la tierra que habita;
la tierra no condiciona la historia sino que la tierra es hija del
hombre, condicionada por la historia humana.
Finalmente, frente al positivismo la teoría de la psicología
de los pueblos verá siempre en la literatura una manifestación
de la vida, entendiendo por vida una totalidad de fuerzas biológicas,
psique y biografía. Desde esta idea, Pidal supera la actitud pura-
mente erudita de Morel-Fatio, Foulché-Delbosc, etc.
Definido el concepto, vamos a ver cómo se realiza en las posturas
fundamentales del maestro. La Völkerpsychologie , decíamos,
12 Para los titubeos de Ortega sobre las relaciones naturaleza-historia cf.
C. Morón Arroyo, El sistema de Ortega y Gösset (Ediciones Alcalá, Madrid, 1968),
pp. 306ss.

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32 Ciriaco Morón Arroyo HR, xxxviii (1970)

comporta un elemento naturalista. Desde este elemento se expli


el aprovechamiento de la geografía como recurso crítico, cuya
originalidad notó Menéndez Pelayo. Siguiendo el detalle, la
precisión topográfica, el maestro recorrió la ruta del Cid, durmió
en las posadas de los pueblos, apuntó los nombres de los cerros y
los barrancos, reconstruyó sobre el terreno las escenas del poema;
todo esto debió de producir en él una profunda identificación con
el paisaje en cuanto escenario de historia. En este sentido Menén-
dez Pidal concuerda con el rasgo común que Lain señala en la
generación del 98: el descubrimiento del paisaje en su sentido
histórico.
La comprensión del poema a que llegó en este primer viaje,
debió de quedarle muy grabada; así se explica que, habiendo sido
un intelectual abierto a inmensas lecturas, nada sustancial haya
cambiado en su concepción de la épica tal como la expuso en 1910.
Al mío Cid se le pueden descubrir en el despacho secretos estilísticos
y estructurales; pero el "todo" del poema se ve mejor teniendo al
fondo andados y escalados a pie, la sierra de Miedes o el castillo
de Atienza.13
La Völkerpsychologie acentúa más lo individual que el Volksgeist
que tiene un sentido más objetivo. Esto impidió a Pidal caer en
ciertas exageraciones retóricas. Unamuno, estrictamente con-
temporáneo, afirma en sus escritos primeros una dualidad difí-
cilmente conciliable de lengua y literatura, vida y libro, lo popular
y lo culto. En aquellos anos de afirmación de la intrahistoria,
Unamuno infravaloraba la literatura, el libro y lo culto en favor de

13 "La exactitud del juglar se aprecia cuando, atendiendo a la topografía


especial de Castejón comprendemos mejor la sorpresa con que el Cid conquista
la villa . . . Fiándonos en este exactitud habitual, podemos otras veces com-
probar con lástima cuánto ha cambiado el aspecto del terreno: 'La fiera sierra
de Miedes' encerraba en sí más de ima 'selva maravillosa e grand/ que ha desa-
parecido ; el gigantesco robredo de Corpes, cuyas ramas se hundían en las nubes
(v. 2698), no es hoy más que un páramo donde el arado desentierra algún grueso
tocón, único resto del viejo arbolado; los montes de Luzón, que el juglar describe
como 'fieros e grandes/ y la mata de Taranz, antes temerosa para el caminante
(v. 1492), son hoy tierra rasa, donde apenas crecen sino humildes cambrones y
sabinas" (Poema, intr., pp. 74-75). Curtius veía en algunos de esos montes y
sierras simples símbolos del pavor del desterrado. Pidal responde: "No se puede
hablar de la poética realidad de sus paisajes, sin pensar que no hay pueblo, por
insignificante que sea, como Alcoceba, ni hay aldea, castillo, monte, valle, poyo
ni mata que no tenga firme asiento en la tierra española" ( Castilla , p. 92).

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La Teoría Crítica 33

la lengua, la vida y el pueblo. Pues b


esos dualismos. Para Pidal la literatu
muno, en estos primeros años del si
localismo. Aconsejaba en absoluto al
mitad del español que, según Capmany
de los campos, mientras condenaba
influjo del lenguaje libresco. Pero ¿
idioma no está también enterrada en
vida latente en el habla rústica, más v
grandes autores" ("Recuerdos de Unamuno," Cuadernos de la
Cátedra Miguel de Unamuno , II [1951], 7).
La oposición unamuniana entre habla y literatura procede de
su oposición entre vida espontánea y cultura. Tampoco en Pidal
se da esa polaridad; para el hombre que ha escogido como profe-
sión estudiar diez horas diarias, el libro no puede ser algo antivital,
sino un ingrediente esencial de la vida ; por eso tampoco es correcta
la oposicion entre lo popular y lo culto, entendiendo lo culto en
sentido de inautèntico. En este aspecto, Unamuno sufrió una
evolución radical; en 1920 le escribe a don Ramón: "Me parece
que en lo de la poesía popular discrepamos algo, yo cada día soy
menos herderiano y creo menos en el Volksgeist" (Recuerdos, p. 9).
Para Pidal la objección procedía de no haberse fijado Unamuno
en sus verdaderos conceptos.
De todas formas también don Ramón fue precisando con los
años el concepto de pueblo, e incluso lo abandonó usando el término
"tradicional" en lugar de "popular." Yo veo una cierta evolución
desde una polaridad entre la poesía juglaresca y la poesía clerical,
a una síntesis de ambas. Lo clerical en las primeras obras del
gran crítico, es también lo menos espontáneo y nacional, precisa-
mente porque el clero vive de conceptos eclesiásticos. En este
sentido se presenta como característica de la crítica pidaliana, el
no haber dado gran importancia al elémento religioso de nuestra
vida y literatura, tan puesto de relieve por Milá y Menéndez
Pelayo.14
14 Probablemente se entiende esta actitud comparándola con el siguiente texto
de Ganivet: "Cuando se estudia la estructura psicológica de un país, no basta
representar el mecanismo externo ... ; hay que ir más hondo y buscar en la
realidad misma el núcleo irreductible al que están adheridas todas las envueltas
que van transformando en el tiempo la fisonomía de este país. Y como siempre
que se profundiza se va a dar en lo único que hay para nosotros perenne, la tierra,

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34 Ciriaco Morón Arroyo be , xxxviii (1970)

En cuanto a la individualidad de los autores, justo es decir


que nadie ha caido en la puerilidad de los autores colectivos;
es cuestión de matiz y de retórica. A veces en los libros de texto
se atribuye ese romanticismo a D. Agustín Durán o a Gaston Paris;
Pidal hace continuamente justicia al gran medievista francés15;
en cuanto a Durán, su discurso preliminar al romancero en BAE ,
X es un modelo de método y modestia científica. Pero si el con-
cepto de Volksgeist podía producir la retórica del pueblo creador,
la Völkerpsychologie no reconoce más autor que el individuo, indi-
viduo de cauce oculto, con raices en su tierra e historia; él conoce
a su pueblo y su pueblo le conoce a él ; cuando el individuo compone,
no tiene ninguna intención expresionista; canta aquello en que se
siente inmerso y en que siento inmersos a sus oyentes. Por otra
parte, en la Edad Media no se tiene tan acusado como hoy el sentido
de originalidad; hay bloques temáticos que son objeto de poesía,
como hay verdades teológicas que se estudian y transmiten siempre
las mismas y nunca idénticas ; finalmente, la literatura no vive en
el libro ni la revista, sino como espectáculo colectivamente vivido ?
en este sentido el escritor es menos libre de expresar su individuali-
dad diferencial y busca identificarse con su pueblo. La tesis del
pueblo autor queda así explicada sin confusiones posibles.16
Frente al momento historicista del Volksgeist , Pidal acentúa
la tradicionalidad de la cultura española. Esa afirmación le viene
impuesta por los documentos ; en cuanto a la épica, el verismo del
ese núcleo se encuentra en el espíritu territorial. Larreligión, con ser algo muy
hondo, no es lo más hondo que hay en una nación : la religión cambia, mientras
que el espíritu territorial subsiste" ( Idearium español, 7a ed. [Victoriano Suarez,
Madrid, 1944], p. 33). "Il est malaisé d'éveiller encore l'émotion artistique d'un
passé fort lointain dans l'âme même de ceux qui lui sont attachés par ime com-
munauté de race et de patrie" (L'Epopée castillane à travers la littérature espagnole .
Tr. de H. Merimée [Armand Colin, Paris, 1910], p. 3). Cf. pp. 4, 7, 22, 33, 36,
93, 104, 285.
15 La Chanson de Roland y el neotradicionalismof p. 11.
18 "Dans le cas où Fart s'addresse à une nation entière, la distinction entre
lettrés et illetrés a beau exister, elle ne constitue pas une cloison étanche ; loin de lá,
les deux classes communient fraternellement dans la recherche du même idéal, dans
le sentiment des mêmes enthusiasmes, des mêmes tendances et des mêmes goûts
(L'épopée castillane f p. 4) ; "La personalidad del autor en cualquier poesía popular
no actúa en forma tan Ubre y aislada como en la poesía culta, sino que se siente
más coartada por la necesidad de ceñirse al caudal común de ideas, sentimientos,
recuerdos y fórmulas, allanándose más al nivel del público" ("Poesía popular y
romancero," RFE, III [1916], 273).

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La Teoria Crítica 35

Cantar de mio Cid se le presenta como


Lucano y precedente del de Camoens
canciones arábigoandaluzas del siglo XI, se le presentan como
eslabones en la tradición de aquella tierra, atestiguada ya en la
antigüedad por muchos testimonios, y modernamente por la
experiencia. Esta afirmación de tradicionalidad opone la visión
pidaliana a la nueva explicación de la historia de España propuesta
por Castro ; y de nuevo, esta oposición surge de esa afirmación de lo
ancestral y primitivo que caracteriza a la psicología de los pueblos.18
El positivismo ha manifestado tres concreciones pertinentes
a nuestro tema: 1. En lingüística, un cierto mecanicismo de las
leyes fonéticas, defendido por los llamados "neogramáticos"19 ;
2. En literatura, el formalismo de Ernst Robert Curtius que ca-
taloga formas comunes de expresión en toda la Romania, sin poner
debidamente de relieve las peculiaridades nacionales20; 3. También
en literatura, la nueva estilística.21
17 "Lucano contraría la teoría poemática vigente en la antigüedad, al escribir la
Farsalia sobre asunto coetáneo que repelía las libres ficciones mitológicas, cosa
que la crítica romana condenó negando a esa obra el nombre de poesía. El Poema
del Cid se apartó del uso corriente, el de tratar temas remotos. . . . Camoens se
opuso al patrón renacentista al escribir sobre hechos recientes y al procurar ante
todo la verdad histórica. La misma concepción de la poesía verista vive en Ercilla,
quien oponiéndose también al Ariosto y a todas las teorías estéticas del Renaci-
miento, se jacta de que su Araucana es 'historia verdadera' " ( Castilla , p. 129).
Cf. Los españoles en la literatura. Col. Austral (Buenos Aires, 1960), pp. 31,
95ss.
18 Naturalmente, la idea pidaliana de tradición no tiene nada que ver con el
tradicionalismo político o ideológico que se manifiesta en las polémicas de los
siglos XIX y XX ; la tradición de Pidal es auténtica tradición viva, permanencia
en el cambio, una "tradición eterna" para la cual no tendría sentido resucitar
cualquier tiempo pasado. "La ruptura de la tradición es un hecho modernísimo
y del cual participaron, no sólo los liberales y heterodoxos, sino los ortodoxos,
incluso muchos de gran significación : como atestiguan Laverde Ruiz en punto a
Balmes, Menéndez Pelayo en punto a los neoscolásticos y especialmente en cuanto
al señor Orti y Lara, y aún el mismo Feijoo por lo que se refiere a los escolásticos
de su tiempo" (Altamira, Psicologia del pueblo español , 2a ed. [Ed. Minerva,
Madrid, 1898], p. 151).
19 "Die Lautgesetze wirken blind, mit blinder Notwendigkeit" (Osthoff, cit.
M. Leroy, Les grands courants de la linguistique moderne [Paris, 1963], p. 41).
20 Curtius se refirió a la doctrina de Pidal en ZRPh , LVIII (1938), 129-232;
la respuesta de éste no se hizo tardar: "La épica española y la 'Literarästhetik
des Mittelalters7, de E. R. Curtius," Z RPh, LIX (1939), 1-9, recogido en Castilla ,
pp. 75-93; otro artículo de Curtius, "Antike Rethorik und vergleichende Litera-
turwissenschaft," CL, I (1949), 27-31, recibió respuesta en 1951: "Fórmulas

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36 Ciriaco Morón Arroyo he, xxxviii (mo)

Frente al mecanicismo de los neogramáticos el maestro españ


acude a la historia y ve cómo en un período dado conviven disti
formas ; a veces estos períodos de evolución hacia la solución fi
que la ley fonética pide, son muy largos. La lingüística naturali
se resistía a admitir las leyes ; los neogramáticos tienen que adm
los datos de la historia. Menéndez Pidal se queda en un pun
intermedio, recordando que la lengua es un hecho de la vida
mana; las leyes fonéticas son tendencias; tendrán siempre ex
ciones, pero son válidas; ahora bien, la historia enseña que u
sonidos evolucionan con más rapidez que otros ; que algunas for
permanecen largo tiempo en estado latente: "La enorme lent
en el desarrollo y propagación de un cambio lingüístico es n
esencial para comprender rectamente cómo se realiza y se gener
una ley fonética" (Estudios de lingüistica [Madrid, 1961], p. 2
La consideración de la lengua como hecho humano conduc
esa fusión de filología e historia tan bien ejemplificada en todo
escritos.
Frente a Curtius, el maestro no escatima elogios a lo renovador
de sus ideas; "pero, en la aplicación de ese método, se puede tro-
pezar con peligrosos escollos. Uno es el de tomar por tópicas
fórmulas ideológicas espontáneas, impuestas por la naturaleza
misma de las cosas (por ejemplo, las cópulas antitéticas joven-viejo,
valle-monte, invierno-verano), que no constituyen tópico retórico,
sino cuando repiten alguna peculiaridad de forma que las caracterice.
Otro es el de olvidar la parte inventiva que más allá del tópico
pone cada uno que lo utiliza. El hablar es una serie continua de
tópicos lingüísticos, y, sin embargo, cada uno que habla crea una
expresión y da un valor particular a esos tópicos" ( Castilla , p. 78).23
épicas en el Poema del Cid," recogido en En torno al Poema del Cid (Barcelona,
1963), 95-105.
21 Su principal represenrante sería Spitzer; Hatzfeld trazó magníficamente los
estadios de su evolución (HR, XXIX [1961], 54-57). Spitzer mantiene un ideal
de crítica semejante al de Pidal; pero, mientras éste parte del fondo para explicar
la palabra, Spitzer piensa que "el lingüista, como su colega el crítico literario, debe
remontarse siempre a la causa latente tras esos llamados recursos literarios y
estilísticos" ( Lingüistica e historia literaria, p. 30); su punto de partida es la
palabra y desde ella descubre la psicología del autor.
22 Diego Catalán pone de relieve la importancia del concepto de tradicionalidad
en la lingüística pidaliana. Cf. La escuela lingüistica española (Madrid, 1955),
pp. 52 ss.
23 Muchos años antes que Curtius el mismo D. Ramón había reconocido la
abundancia de los "topoi" en la Edad Media; pero siempre "topoi" con sabor

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La Teoria Crítica 37

Otra dirección crítica, la estilística,


de arte y estudiarla como expresión
origen del poema o novela es secund
sonales o colectivas del poeta pueden
decir; esa atención a la obra objetiva
muy distinta de la de Menéndez Pid
presión de vida.

Una vez recorridos los conceptos fun


tro en comparación con otros métodos
limitaciones del método de la psicologí
En abstracto es claro que todo mét
mitado. Al final sólo quedan los hec
tintas filosofías o simplemente desde d
reciben nuevas interpretaciones.
En la Völkerpsychologie , como en t
XIX, había un elemento confuso: la
biología, psicología y biografía. La
el no caer en exclusivismos; pero lu
del concepto orteguiano de vida como
Castro a una lectura completamente n
Aunque las tesis de Castro no se admit
que ha iluminado el sentido de muchos textos concretos. La
evolución de Castro de un concepto biológico-psicológico a un
concepto biográfico de vida, es palmaria comparando El pensa-
miento de Cervantes (1925) con el capítulo IV de La realidad histórica
de España en su edición de 1966.
Mirando la obra como producto objetivo ha podido Dámaso
Alonso construir una "ciencia de la literatura" original. Si hubiéra-
mos, sin embargo, de filiar esta nueva ciencia, habría que relacionarla
con la dirección de Spitzer más que con Pidal. Ambas se completan
y así, mientras Pidal acentuaba los caracteres psicológicos de la
literatura española: tradicionalidad, realismo, arte de mayorías,
nacional: "El lamento del juglar español más que al del francés se parece al que
la gesta de los Infantes de Lara pone en boca de Gonzalo Gustioz ante las cabezas
de sus hijos .. . Claro es que tales coincidencias no nos indican más que la
existencia de varios lugares comunes estilísticos, de los cuales usaban a su gusto
los juglares españoles para estas escenas de duelo" ("Ronces valles," RFE, IV
[19171 167).

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38 Ciriaco Morón Arroyo EE> xxxviii (1970)

etc., Dámaso Alonso en su "Escila y Caribdis" ha podido señalar


los elementos cultos, individuales e idealistas de nuestras letras
La doctrina pidaliana del estado latente y la tradicionalidad
de nuestra literatura épica, parece indiscutible para el romancero.
El romance vive en sus variantes ; no tiene sentido buscar la versi
original; en momentos en que sólo la poesía culta fue considera
arte, el romancero vivió latente en la memoria del pueblo. Aho
bien, esta doctrina, aplicada a los poemas épicos largos, se encuent
hoy en mayor peligro que nunca.
Menéndez Pidal ha mantenido su tesis del estado latente y
las refundiciones de los poemas, basado en las diversas refundiciones
que creía prosificadas en las distintas crónicas, sobre todo en la
Primera crónica general y en la Crónica de 1344. En la primera,
encontraba una parte del tema cidiano correspondiente al poema
tal como hoy lo conservamos ; pero una segunda parte que se apar-
taba mucho del poema conocido, le inducía a postular otra versión
del Cantar diferente de la conservada ; esto mostraba, a su vez,
el estado de variante en que el tema del Cid se transmitía. Ahora
Diego Catalán ha demostrado que toda la parte segunda de la
prosificación procede de la historia del Pseudo Ben Alfaray, ama-
ñada en Cardeña, no de un poema y que las variantes de la parte
primera que se apartan un poco del Cantar conservado, no exigen
otro Cantar, sino que son incisos necesarios para acomodar al
género narrativo el género "pictóricodramático" del Poema. De
esta forma sólo queda constancia de un Poema sin refundiciones.
Así mismo, la nueva ordenación de las crónicas, hace innecesarias
muchas versiones intermedias hipotéticas que Pidal postulaba en
1916).25

24 Poesia española, 5a ed. (Madrid, 1966), p. 10. Cf. la respuesta de Pidal


a las observaciones de Juan Ramon Jiménez y Dámaso Alonso, en Los españoles
en la literatura, ed. cit., pp. 120 ss.
26 "Después de considerar un una pora todas las dvergencias notables exis-
tentes entre el relato del Mio Cid copiado por Per Abbat y la Crónica alfonsi, me
reafirmo en la creencia de que la Estoria de España tuvo aquí como fuente una
redacción de la Gesta idéntica a la conocida" ("Crónicas Generales y Cantares
de Gesta. El Mio Cid de Alfonso X y el del Pseudo Ben-Alfaray," HR, XXXI
[1963], 300-301) ; "A mi parecer, toda la materia épica relacionada con el drama
dé Corpes presente en la Primera Crónica formaba parte de la 'Estoria del Cid'
amañada en Cardeña" (ib. p. 306). Diego Catalán llama "Estoria de España"
a la obra de Alfonso el Sabio ; "Primera Crónica General" a lo editado por Menén-
dez Pidal creyendo ser sustancialmente la obra de Alfonso y Sancho IV, pero
que en realidad sólo es alfonsi hasta el capítulo 986 de la edición ; a partir de ahí,

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La Teoria Critica 39

La idea de tradicionalidad no está


del maestro, pues afirma la tradicio
cuando describe los caracteres origin
León, pone especialmente de relieve
el punto de vista jurídico, lingüísti
relieve Ortega, la renovación no es n
elites y minorías que se oponen a la
mente, también Ortega en este mom
discutibles que luego abandonó.
Finalmente, el realismo señalado por
de nuestra literatura medieval, docu
de nombres, hechos y lugares es inne
aporta una visión nueva del paisaje c
Media: la naturaleza es signo; por co
poema podrían no tener correspond
embargo, cumplir la función simbólic
panorama de Valencia "no estamos ante un paisaje; estamos
contemplando con emoción verdaderamente épica, la hazaña del
Cid. Ciudad, mar, huerta, son la expresión del valor del Cid"
( Estudios de literatura española [Madrid, 1967], p. 23).
Aquí se podría objetar que el Cid, echado de tierra, se siente
identificado con ella: "Le jongleur nous fait sentir vivement que
le départ pour l'exil était le moment le plus angoissant de la vie
du héros (. L'épopée castillane , p. 99). Ahora bien, Casalduero que
afirma lo mismo, no ve en este dolor el desgarrón psicológico que
se produce cuando nuestro mundo habitual se rompe - despedidas,
muerte - ; de nuevo no ve más que un signo : "A las puertas abiertas
y sin candados, a las perchas vacías confía el poeta con toda seguri-
dad el significado del castigo impuesto por el rey. Las cosas no
están por sí mismas, sino que apuntan a un significado" (Estudiosy
p. 29).
Este trabajo ha entresacado algunos temas entre muchos po-
sibles y ha perseguido algunas relaciones intelectuales del gran
crítico. Si enumerásemos todos los escritos de Pidal, analízasemos
sus diversas redacciones, sus precisiones, polémicas y palinodias,
tendríamos como en un aparato de relojería, la historia de cien
años de crítica literaria.
Ciríaco Morón Arroyo
University of Pennsylvania
el códice es una formación artificiosa hecha hacia 1345 con materiales muy d
versos (Cf. De Alfonso X al conde Barcelos [Madrid, 1962], 456 pp.).

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