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samiento. Como rasgo humoristico, cabsia sefialar que et articulo contiene un error de menor cuantia, G. E, Moore apunté que “la manera mds corta de enunciar ‘Scott es el autor de Waverley” @ que se alude al término del Gel mismo, resulta inapropiada a causa de 1a ambigitedad del verbo “escribir”. El significado de “Scott es et autor de Waverley” no equivaldrd, por tanto, al de “Scott eseri- did Waverley, ete.", ya que Scott (como et ciego Milton) podria muy bien ser el autor de la obra sin haber sido la persona que de su pufto y letra ta escribtera. Russell aceptaria esta correccién “con ecuanimidad” *. El dere; a condescender con este desliz es, ciertamente, privilegio de quienes han hecho tanto por ta filosofia como Russelt y Moore. Una expresién mds evolucionada de estas ideas la cons tituye la conocida teoria de las descripciones, cuya formu: lacidn completa habria de aparecer, cinco afios més tarde, con la publicacién det primer volumen de los Pruxciria ‘Mariomaatici Phe Philosophy of Bertrand Russi 0 . conocide ensayo de Moore aparece en las pp. 177 y s5. de dicho volumen. Para evitar confusiones, convendrfa recordar 1a, dis- sugerida por Moore en el ensayo antes citado "Theory of descriptions”, recogido también én Philosophical Papers by G. E. Moore, LondresNueva ‘York, 1959, pp. 151 y ss), entre “teoria de las descripclo- nes en sentido amplio” ¥ “teorfa de las descripciones en sentido restringido”. Rjemplo de esta wltima es el. t miento dispensado a las descripeiones en los Prinei ‘athematica, en que tan s6lo son tenidas en cuenta las Hamadas “definite descriptions” (esto es, expresiones de la forma “el tal y tal”), La distincion entre deseripciones definidas ¢ Indefinidas (esto es, expresiones de la for- ma “un tal ¥ tal") fué explicitamente introducida por Fussell en. sits conferencias sobre La filosofia det ato- mismo légieo, que integran el sexto de los trabajos con- Yenidos en este bro, El presente articulo—en que en jugar del término “deseripeién” se emplea todavia el de “expresién denotativa” (denoting. phrase)—constituye ja primera exposiciOn por parte de Ri de su de las descripciones en sentido amplio”, si bien, por su especial dificultad e interés, se dedica en é1 atencién preferente 2 la interpretacién de las lescripeiones de- das”. 52 | 1905 SOBRE LA DENOTACION* Entiendo por “expresién denotativa” (denoting phrase) una expresién del tipo de las siguientes: un hombre, al- gin hombre, cualquier hombre, todo hombre, todos los 'EI empleo del término “denotation” por parte de reviste una compleja ambigtiedad que conviene jempre presente: en primer lugar, comprende la selliana de “descripcién” (es en este sentido ‘expresiones descriptivas” constituyen un caso Partcular de expresiones denotat en. segundo lugar, se emplea para vertir el vocablo’ aleman. “Be- deutuing” en ja acepcién de Frege ano rete saa este punto, Re Garnapy ie Ghicago, oe ES 24 y. La tada ya en este articulo & en esarrol su obra posterior, bastarfa para ot entre tno y otro gentido del termina “denotation”. No es Sin embango, aconsejable tratar de disipar en nuestra Ua: duccién aquelia ambigtiedad: lo que en este ensayo se dis- cute es precisamente el tema ‘de la denovacion, yes Contrsste con otras teorias de Ya mismo to que’ da ple al autor para dilucidar la suya propia. A esta raz6n se debe, eee andono por parte de Russell de su primitiva edeutuna® por “indication” : ciples of Mathematics. ® NLS 5a hombres, la actual reina de Inglaterra, el actual rey de Francia, el centro de masa del sistema solar en el pri- mer instante del siglo xx, la revolucién de la tierra en torno al sol, la revohucién del sol en torno a la tierra. Ast ‘pues, una expresién es denotativa exclusivamente en vir- tud de su forma, Podemos distinguir tres casos: (1) Una expresién puede ser denotativa y, sin embargo, no deno- tar cosa alguna; por ejemplo, “el actual rey de Francia”. (2) Una expresi6n puede denotar un objeto determinado; por ejemplo, “la actual reina de Inglaterra” denota una determinada mujer, (3) Una expresién puede denotar algo con un cierto margen de vaguedad ; por ejemplo, “un homn- bre” no denota muchos hombres, sino un hombre Indeter- minado, La interpretacién de tales expresiones constituye una ardua tarea; a decir verdad, es realmente diffcil cla- borar a este respecto una teoria que no sea formalmente susceptible de refutacién, Todas las dificultades con las {que yo me he tropezado estin resueltas, hasta donde he po- dido comprobarlo, mediante la teorfa que aquf trato de explicar. El problema de la denotacién es de uma importat verdaderamerite notable no sélo-en Igica y en matemé- ticas, sino también en la teoria del conocimiento. Por ejem- plo, sabemos que el centro de masa del sistema solar en un instante dado lo constituye un punto determinado, y podemos formular una serie de proposiciones en torno Suyo; pero no tenemos conocimiento directo de dicho pun- to, que s6lo nos es conocido por via de descripcién. La dis: tinclén entre conocimiento directo y conocimiento acerca de? equivale a distinguir entre cosas de las cuales tene- mos representacién y cosas de las que tinicamente cobra- mos noticia por medio de expresiones denotativas. Con frecuencia, sabemos que una cierta expresién denota in equivocamente un. objeto determinado, por més que ca- rezeamos de conociiniento directo de aquelto que denota; Para la distincién entre acquaintance y knowledge que preludia la distincién entre knowledge by tance y knowledge by description, véase el ar. ‘obre la naturdleza del conocimiento directo, pp. s. de este libre. es lo que ocurre en el caso antes citado del centro de masa, Bn la percepcién adquirimos conocimiento directo de los objetos de percepeién, y en el pensamiento lo adqui- rimos de objetos de cardcter l6gico més abstracto; pero no poseemos necesarlamente un conocimiento directo de los objetos denotados por exprestones compuestas de pala- bras cuyos significados conocemos directamente. Para adu- cir un importante ejemplo: no parece existir raz6n algu- na para creer que tengamos conocimiento directo del psi- quismo de otras personas, dado que éste no es directa- mente percibido por nosotros; por tanto, cuanto conozca- mos acerca de este asunto lo conoceremos denotativamente. ‘Todo pensamiento ha de partir del concimiento directo; pero a veces es posible pensar acerca de muchas cosas Tes- pecto de las cuales carecemos en absoluto de conocimien- to directo. El curso de mi argumentacién seré el siguiente: co- menzaré por exponer la teorfa que trate de defender *; ‘a continuacién someteré a discusién las teorias al respec- to de Frege y Meinong, poniendo de manifiesto por qué ninguna. de Jas dos me satisface; tras me referiré fa las razones que avalan mi teorfa; y, finalmente, mos- traré en pocas palabras las consecuencias filos6fieas de ia misma, ‘Mi teorfa, para exponerla brevemente, procede como ei gue, Tomo la nocién de variable como fundamental; em: pleo “C(e)” para desigmar una proposicién ** de la que «. sea elemento constitutive, donde «, la variable, estaré esencial y completamente indeterminada. Podrem continuaci6n, pasar a considerar las dos nociones “C\ es slempre verdadera” y “C(2) es algunas veces verda- dera” ***, Con estos elementos, todo, nada y algo —que ‘Hie tratado este punto en The Principles of Ma- thematies, tap Wy Apendice Ar §.476, Ta teorka, silt de- fendida se aproxiinaba mucho a la dé Frege, considerablemente de la que se ha de sostener en Jo que sigue, *#0, para ser més exactos, una funciéa propos! **La segunda de ellas podria definir Ja primera si le asigndsemos el sentido que 'C(@) es. faisa’ sea siempre verdadera”. 55 son las expresiones denotativas mAs primitivas— podrén interpretarse del siguiente modo: ) es siempre verdader: ea “'C(@) es falsa’ es siempre verda- ifica “Hs falso que ‘C(z) ¢s falsa’ sea siem- Ast pues, se tomard la nocién dadera” como elemental e indefi se definiran por medio de ella, Todo, nada y algo, to- madas aisladamente, son expresiones carentes de signi- ficado, pero a toda proposiclén en que intervienen Ie es asignado algin significado. Fl principio fundamental teorfa de 1a denotacién que trato de defender es que las expresiones denotativas nunca poseen sig- nificado alguno consideradas en sf mismas, pero que to- a proposicién en cuya expresién verbal intervienen aqué- las posee un significado, Las dificultades relativas a la parecer, fruto de un is incorrecto de las proposiciones cuya formulacion jones denotativas, El andlisis apro- plado, sino me equivaco, debe levarse a cabo como ex: pongo més abajo. Supéngase ahora que deseamos interpretar la propos: ciéx “Me encontré con un hombre”. Si es verdadera, me habré encontrado con un cierto hombre determinado: pero no es esto lo que afirmo en la proposicién en cusstién. Lo que afirmo, de acuerdo con Ia teorfa que sostengo, es “Me encontré con , y es humano’ no es siempre fal- sa”, En general, al definir la clase de los hombres como la clase de los objetos que poseen el predicado humano damos a entender at (un hombre)” significa *'O(e) y 2 es humano’ no es siempre falsa’ De este modo, la expresién “un hombre” queda com- pletamente desprovista por sf misina de significado, mas (2) es siempre ver- le, ¥ las restantes = Bn ocastones me serviré, en sustitucién de esta complicads expresién, de las ‘siguientes: “C(z) no es siempre falsa”, 0 "C(z) es algunas veces verdadera”, admitiendo que por definicién su significado es idéntico al de la primera. se confiere un significado a todas aq proposiciones en cuya expresin verbal interviene dicha expresién. Considérese a continuacién la proposicién “Todos los hombres son mortales” in * es en rea lidad una proposicién hipotética y establece que si hay alguna cosa que sea un hombre, ésta ¢s mortal. Esto es, enuncla que si # es un hombre, x es mortal, cualquiera que © pueda ser, Por tanto, sustituyendo “x es un hom- bre” por “z es humano”, tendremo: Todos los hombres son mortal humano, entonces 7 es mortal’ es siempre verdader Esto es lo que se expresa en légica simbélica diciendo que “todos los hombres son mortales” significa “‘ es humano’ ‘implica ‘z es mortal’ para cualquier valor de 2", De modo més general, significa *'Si x es tonces C(z) es verdadera’ es siempre verdadera”, De modo. somejante "Ciningtin hombre)” significa “"Si ¢ es humano, enton- 1gunos hombres) 9 que “O(un hombre)” **, y “C(un hombre)” significa "Hs falso que 'C(@) y # es humano’ sea siempre fals odo hombre)” significaré lo mismo que “C(todos tos hombres)”. Resta la interpretacién de las expresiones que contie nen el. Estas son, con mucho; las més interesantes y complicadas de las’ expresiones denotativas. Témese como ejemplo "El padre de Carlos II fue ejecutado”. Esta pro- posicidn-enuncia que hubo un z que fue el padre de Car- los II y que fue ejecutado. Ahora bien, el, empleado con rigor, envuelve exclusividad: es cierto que hablamos de * Como acertadamente se ‘ha hecho ver en la Légica de Bradley, libro I, cap. TI. Desde el punto de vista psicolégico, "C_ (un hom- sugiere gue se trata de snicamente un hombre, mientras que "C (algunos hombres)” da idea de tratarse de mds de uno. En este nuestro esbozo preliminar de la cuestiém podremos, sin embargo, pasar por alto tales su: gerencias. a7 el hijo de Fulano de Tal incluso cuando Fulano de Tal tiene varios hijos, pero seria més correcto decir en este cago un hijo de Fulano de Tal. Asf pues, ¥ para nues- tros fines, emplearemos ef como dando a entender exclu. sividad. Asf, cuando digamos “x fue el padre de Car- Jos TI”, no s6lo aflrmaremos que 2 mantuvo una cierta relacién con Carlos Il, sino también que nadie mas man- tuvo dicha ‘relactén, La relacién en cuestién, sin implicar exclusividad y sin recurso a exprestén alguna denotatt- va, quedarfa expresada mediante “w engendré a Car- los II", Para hacerla equivaler a “z fue el padre de Car- los IP", deberiamos afiadir “SI y es otro que ©, y no en- gondré. a Carlos II” 0, lo que es lo mismo, "St y engendré ‘a Carlos II, y es idéntico a a”. Por tanto, “we es et padre de Carlos TI” se convertiré en: “x engendr6 a Carlos 11; y ‘si y engendr6 a Carlos II, y es idéntico a 2” es stempre verdadera de uy”. [Asi pues, “EI padre de Carlos TI fue ejecutado” to haré, a su vez, en: “No.siempre es falso de # que « engendré a Carlos IT, ¥ que x fue ejecutado, y que ‘si y engendré Carlos II, ¥ es 1déntico 2 2” es siempre verdadera de vy” Es posible que ésta resulte una interpretacién un tan- to inverosfmil; pero’ por el momento no trato de argu- mentar: estoy limiténdome a eaponer mi teorfa Para interpretar “C(el padre de Carios 11)", donde © re- presenta un enunciado cualquiera acerca de éste, s6lo te: hemos que sustituir en el anterior “z fue ejecutado” por Cla}. Obsérvese que, de acuerdo con la mencionada inter: pretacién, cualquiera que pueda ser el enunciado C, *C (el padre de Carlos 11)” implicaré: "No siempre es falso de, a que “si y engendré a Car- los II, y es fdéntico a 2” es siempre verdadera de v”, que es lo que se expresa en el lenguaje corriente me- diante “Carlos II tuvo un padre ¥ no més”. Consiguien- si falta esta condicién, toda proposicién de la forma "C(el padre de Carlos 11)” seré falsa. Ast, por toda proposicién de la forma “C(el actual rey seré falsa, Es ésta una gran ventaja de Ja presente teoria, Més adelante mostraré que ello no aten- ta, como podrfa suponerse a primera vista, contra el prin- cipio de contradiccién. Lo anteriormente expuesto nos facilita una reduccién de todas las proposiciones en que intervienen expresio- nes denotativas a formulas en las que no intervienen ta- les expresiones. El examen que sigue tataré de poner de manifiesto el por qué de ia necesidad de Ievar a’cabo una tal reduceién, La evidencia de la ‘teorfa que acabamos de desarrotlar se desprende de las Inevitables dificultades a que habria- mos de enfrentarnos si considerésemos a las exprestones denotativas como auténticos elementos constitutivos de las proposiciones en cuya formulacién verbal intervienen. La més simple de entre las poslbles teorfas que admiten ta- les clomentos constitutivos es la de Meinong*, Esta teo- rfa considera que toda expresién denotativa gramatical mente correcta representa un objeto. Asf, “el actual rey de Francia”, “el cuadrado redondo”, etc., son entendidos como auténticos objetos. Se admite que tales objetos no subsisten, pero, no obstante, se sobreentiende que son objetos, Esto ya constituye de por sf una interpretacion dificilmente sostenible; pero la objecién principal es que tales objetos amenazan decididamente con infringir el principio de contradiccién, Se pretende, por ejemplo, que ¢] actualmente existente rey de Francia existe y que, al mismo tiempo, no existe; que el cuadrado redondo es re- dondo y, a la vez, no redondo, Pero tal pretensién resulta intolerable; y si pudiera encontrarse una teorfa que evir tase semejantes conclusiones, habria, sin duda alguna, que preferirla. La teoria de Frege evita aquella infraceién del prin- cipio de contradiccién, Frege distingue en toda expresion denotativa dos elementos que podriamos denominar, res- *Véanse on Untersuchungen 2ur Gegenstandtheorie und Psychologie (Leipzig, 1904) los tres primeros articu- los (de Meinong, Ameseder y Mally, respectlvamente). 5q pectivamente, el significado y la denotacién*. Asi, por mienzo del siglo xx” constituye algo considerablemente complejo por Jo que respecta a su significado, pero su denotacién se reduce a un cierto punto, el cual es simple. El sistema solar, el siglo xx, etc., son elementos constitu. tivos del significado; mas su denotacién carece por com- pleto de elementos constitutivos**. La distineién de Fre- ge ofrece la ventaja de permitirnos dar sentido al enun- clado de la identidad. Asf, si decimos “Scott es el autor de Waverley", enunciaremos una identidad de denotacién junto con una diferencia de significado. No repetiré, sin embargo, los argumentos en favor de esta teorfa, cuyos méritos he encarecido en otro lugar (Joc. cit.), sine que voy a ocuparme ahora de cuestionar tales méritos. Una de las primeras dificultades con que nos enfrenta- mos al adopter la teoria de que las iérmulas denotativas * Véase su “Ueber Sinn und Bedeutung” en Zeit schrift fiir Philosophie und philosophische Kritik, volu men 100 (1892), pp, 2550 (7. Recientemente reeditado en G. Frege, «Funktion, Begriff, Bedeutung (Finf lo- gische Studien), ed, Ginther Patzig, Gottingen, 1962, y Kleine Schrifien, ed. Ignacio Angelelli, Hildesheim, en prensa, Con anterioridad a dicha reedicidn existian diver- sas ‘traducciones del articulo de Frege a otros idiomas: HL Feil, en Readings in Philosophical Analysis, cit, pp. §5:102;L, Geymonat, en Gottlob Frege, Aritmetica & Lo- gice, Turin, 1948, pp. 215.252; M. Black, en The Philoso- phical Review, vol. 57 (1949), ‘pp. 207-230" (recogida en Phi. losophical Writings of G. Frege, trad, Peter Geach y Max Black, Oxford, 1960, pp. 56.78). Lo mas freeuente—y acer- tado—es traducir el yocablo “Sinn” de Frege por “sentido” {ingl, sense), mas bien que por “significado” (Ingl. mean- ing), ya que este término también es aplicable a la denota- cién o'referencia, En lo que sigue, sin embargo, nos atene- mos a la practica de Russell). ** Frege aplica su distincién entre significado y deno- tacién a toda suerte de exprestones, no s6lo.a las denota- tivas y complejas. Asf, seran los significados de los ele- mentos constitutivos de un complejo denotativo, no sus s, los que entren a formar parte del significado de aquel riltimo. En la proposicién "El Mont Blane tiene més de 1,000 metros de altura” serd, pues, el significado “Mont Blanc”, no la montafia real, lo que intervenga como elemento constitutive del significado de la proposicién. expresan un’ significado y denotan una denotacién* se reflere a aquellos casos en que aparentemente no hay denotacién alguna. Si decimos “La reina de Inglaterra es calva”, no se trata, segtin parece, de un enunciado que verse acerca del complejo significado “la reina de Ingla- terra”, sino acerca de la persona realmente denotada por dicho significado. Pero consideremos ahora la proposicién “El rey de Francia es calvo”, Dada la paridad de forma, también esta tltima deberfa versar acerca de lo denota- do por la expresién “el rey de Francia”. Mas dicha expre- sin, por m4s que no carezea de significado, toda vex que lo tiene “la reina de Inglaterra”, carece clertamente de denotacién, al menos en un sentido obvio. En consecuen- cia, no faltaria quien supusiese que “1 rey de Francia es calvo” es una proposicién carente de sentido; mas no es un sinsentido, sino lisa y lanamente falsa, O conside- remos, de nuevo, una proposicién como la siguiente: “Si tu es una clase que sélo posee un micmbro, este tinico miembro sera entonces un miembro de w” 0, como sera dado formularla, “Si u es una clase unitaria, el u es un ‘u”, Esta proposicién deberia ser siempre verdadera, pues- to que el consecuente es invariablemente verdadero cuan- do el antecedente lo es, Pero “el w” es una expresién de- notativa, y es la denotacién, no el significado, 1o que se dice que es un u, Ast, cuando u no sea una clase unita- ria, no parece que “el u” denote nada, y nuestra propo- sicién, por consiguiente, nos darfa la impresién de un sinsentido. Ahora blen, esté claro que tales propasiciones no se convierten en absurdas simplemente perque sus antece- dentes sean falsos. Hl Rey de La Tempestod podria decir "Si Fernando no se ha ahogado, Fernando es mi nico hijo” 3, Ahora bien, “mi tinico hijo” es una expresién de- * Se dird en dicha teorfa que una expresién denotativa expresa un significado, y tanto de la expresién como del significado se dira que denotan una denotacién, En la teorfa que yo defiendo no habra significado alguno, sino tan s6lo en ocasiones dgnotacidn, + Naturalmente, el Rey habla aquf de hijos varones. pues, como se recorderé, tenia también una hija, ci notativa que, por lo tanto, denota algo si, y s6io si, yo tengo exactamente un hijo, Pero la proposicién arriba ci- tada habria seguido siendo verdadera si Fernando se hu- blese efectivamente ahogado. Asf pues, deberemos o bien estipular una denotacién en aquellos casos en que a pri- mera vista falte ésta, 0 bien abandonar la tesis de que sea la denotaclén lo que entra en juego en las proposi- clones que contienen expresiones denotativas, Esta itima es la solucién que yo propugno, Por la primera podria op- tarse, como en el caso de Meinong, sobre Ja base de ad- mitir objetos que no subsisten, objetos que no obedece- fan el principio de contradiccién; hay que hacer, sin em- bargo, lo posible por evitar este recurso, Otra manera de decidirse por la-misma soluctén (al menos por Io que se refiere a nuestra presente alternativa) es la adop- tada por Frege, quien establece, por definlcién, una de- notacién puramente convencional para todos aquellos ca- s0s en los que, de otro modo, no la habria. Asf, "el rey de Francia” denotard la clase vacla; “el tinico hijo del se- for Tal y Tal”, que tiene una espléndida prole de diez, denotaré la clase de todos sus hijos, ete. Mas este pro cedimiento, aunque de hecho no conduzca a ningiin error l6gico, es purantente artificial y no facilita un andlisis ri- suroso de la cuestién, Si admitimos, pues, que las expre- siones denotativas poseen en general esta doble propie dad’ de significar y denotar, aquellos casos en Jos que no parezca haber denotacién alguna planteardn dificultades, tanto side hecho la hay como si no la hay. Una tcoria légica debe ser puesta a prueba por su ca- pacidad para enfrentarse con rompecabezas, y elercitar a nuestra mente en el mds amplio repertorio posible de Tompecabezas constituye, por lo que hace a la I6gica, un procedimiento sumamente recomendable, puesto que aqué- llos desempefian, en gran medida, idéntica funcién que los, experimentos en fisica, Voy a-continuacién a presentar tes rompecahezas que una tooria de la denotacién debe- ria ser capaz de resolver; y mostraré més adelante que mi teorfa ios resuelve, () Si aes idéntica a b, cuanto sea verdadero de una de dichas expresiones lo ser4 de la otra. Por la misma raz6n, sera posible sustituir en una proposicién a una de ellas por la otra sin alterar la verdad de dicha proposicién. Anora bien, Jorge IV deseaba saber si Scott era el autor de Waverley; y Scott lo era realmente. Podremos, por tanto, sustituir el autor de “Waverley” por Scott y de ese modo probar que Jorge IV deseaba saber si Scott era Scott. Con todo, diffeilmente cabria atribuir al primer gentleman de Europa un especial interés por el principio de identidad. 2) En virtud del principio de tereio excluso, una de estas dos proposiciones: “A es B” o “A no es B”, ha de ser verdadera. Por tanto, o bien es verdadera “El actual rey de Francia es calvo” o lo es “Hl actual rey de Fran- cia no es calvo”. No obstante, si enumerdsemos las cosas que en el mundo son calvas y a continuacién hiciésemos Jo mismo con las que no son calvas, no hallarizmos al ac- tual rey de Francia en ninguno de ambos conjuntos. Los hegelianos, con su predileccién por la sintesis, concluirian acaso que Ieva puesta una peluca, (8) Considérese la proposicién “A difiere de BY. Si es verdadera, habré una diferencia entre A y B, circunstan- cla expresable mediante la formula “La diferencia entre A y B subsiste”, Pero si es falso que A difiere de B, no habra entonces ninguna diferencia entre A y B, lo que podré expresarse mediante la {6rmula “La diferencia en- tre A y B no subsiste”. Mas zc6mo es posible que una nontidad sea el sujeto de una proposicin? “Pienso, Iue- go existo” no es mas evidente que “Soy el sujeto de una proposicién, luego subsisto”, una vez convenido que “soy” expresa aqui el ser o el subsistir*, mas bien que la exis. * Considero sinénimos ambos términos (7—Tal sino- nimia es un residuo de la influencia de Meinong en The Principles of Mathematics. Siguiendo 2 aquél de cer- ca, Russell distingufa alli entre ecistencia y ser (o subsis- teneia) sobre la base de que, en tanto la primera era en- tendida como una propiedad de ciertas clases de indivi- duos, el ser o la subsistencia corresponderian a todo objeto concebible, incluldos Ios dioses homéricos y las quimeras, que serfan’ entidades por lo tanto). 63 tencia, De este modo, la negacién de la entidad de cual- quier cosa resultarfa siempre contradictoria consigo mis- maj pero hemos visto, a propésito de Meinong, que el admitirla lleva también a veces a contradicciones. Asi, si A y B no difieren, parece igualmente imposible suponer ° que haya o deje de haber un objeto como “la diferencia cutre A y BY, La relacién del significado con la denotacién envuelve ciertas dificultades bastante curlosas que por sf solas pa- recen suficientes para probar la Incorrecclén de Ja teorfa que las provoca, Cuando deseemos hablar acerca del significado de una expresin denotativa, en cuanto opuesto a su denotacién, el modo més sencillo de hacerlo consistird en recurrir al entrecomillado. Asi, diremos: El centro de masa del sistema solar es un punto, no complejo denotativo; “El centro de maga del sistema solar” es un complejo denotative, no un punto. © también: La primera linea de la Hlegia de Gray enuncia una pro- posicién; “La primerd Ifnea de la Elegia de Gray” no enuncia una_proposicién. Asi pues, tomando una expresién denotativa cualquie- ra, sea por ejemplo C, vamos ahora a considerar la rela. cién entre C y “C”, cuya diferencia responde’a lo ejem- plificado en los dos casos anteriores, Diremos para empezar que, cuando tengamos C, seré acerca de la denotacién de:lo que hablemos; cuando ten- gamos se trataré en cambio del significado. Ahora bien, la relacién entre el significado y la denotacién no es meramente lingiifstica ni circunserita al seno de la ex- presién: ha de darse, envuelta en ella, una relaci6n 16- gica, que expresaremos diciendo que el significado de- nota la denotacién, Mas la dificultad con que nos enfren- tamos radica en la imposibilidad de conservar la conexién entre el significado y la denotacién y evitar, a la vez, et reducirlas a una y la misma cosa; asimismo, nos encon- tramos con que el significado no puede obtenerse sino por medio de expresiones denotativas. Esto suede como sigue, Por lo que respecta a la expresién C, ésta tendrfa que poseer tanto significado como denotacién. Pero si habla- mos de “el significado de ©”, tendremos con ello,.en todo caso, el significado (si lo hay) de Ia denotacién, nificado de la pi mismo que “Hl significado de ‘The curfew t of parting day’ 4, pero algo distinto de ‘la primera linea de la Elegia de Gray” obtener el signi Asi pues, para \do deseado deberemos hablar no de “el 10 de “el significado de ‘C™, que equi- valdrfa sin mds a “C", De modo semejante, “la denota- cin de ©” tampoco daré a entender lo que se pretende en este caso, sino algo que, de poscer alguna denotacion, de. Ja denotacién deseada. Sea "C”, denotativo que interviene en el jemplos anteriores”, En ese caso, ten- segundo de los dremos: C= "la primera Iinea de la Elegia de Gray’ la denotaclin de C= The curfew tolls the knel ting day, Mas lo que nosotros pretendiamos obtener como dent tacién era “la primera linea de la Hlegia de Gray”, Asf pues, habremos fracasado en nuestro intento de conse- gsuir lo que desedbamos, La dificultad con que tropezamos al hablar del signifi. cado de un complejo denotativo podria formularse en es- tos términos: tan pronto como en una proposicién de- mos entrada a dicho complejo, la proposieién versard acerca de la denotacién; y si formulamos una proposicién acerca de “el significado de C”, nos estaremos refiriendo, en todo caso, al significado (si lo hay) de la denotacion, que no era Io que pretendiamos. Esto nos leva a concluir que, cuando distingamos entre do y denotacién, nos estaremos ocupando forzosamente del signi 2 el of par. ‘La esquila dobla por el dfa que part 6S significado posee denotacién y es un complejo, y nada hay, aparte del sismificado, de 1g que podamos decir que sea nuestro complejo y que posed a la ver significado ¥ denotacién. La f6rmula exacta, por lo que se refiere a la interpretacién aqui considerada, serfa que algunos signi- ficados poseen denotaci6n. Esto, empero, sélo torna més evidente la dificultad con que nos tropezamos al hablar del significado, Pues su- pongamos que C es nuestro complejo; habremos de decir entonces que C ¢s el significado del complejo, Sin embar- g0, cuando C aparece sin comillas, lo que se dice acerca de C no es verdadero del significado, sino tan s6lo de Ia denotaci6n, como cuando decimos: el centro de masa del sistema solar es un punto. Asi pues, cuando tratemos de referirnos a C mismo, esto es, de formular una prope- sicién acerca del significado, no hablaremos de ©, sino de algo que lo denote, En consecuencia, “C”, expresién de la que nos servimos cuando deseamos habiar del signifi- cado, tampoco seré el significado, sino algo que denote a ésie, Y C no intervendra como elemento constitutive de este complejo (como lo haria en “el significado de C"); pues si C formara parte del complejo, seria su denotacién, no su significado, 1o que entraria en juego en este caso, sin que haya manera de remontarnos de las denotaciones a los significados, puesto que todo objeto puede ser de- notado por un niimero infinito de diferentes expresiones denotativas. Asi pues, podria parecer que “C” y C son entidades di- ferentes, tales que “C” denote a C; mas esto nada explica- ria, ya que la relacién de "C” a C seguiria envuelta por completo en el misterio; y jd6nde habriamos de locali- zar al complejo denotative “C” encargado de denotar a C? Més atin, cuando C interviene en una proposicién, no es séto 1a denotacién Io que entra.en juego (como vere- mos en el parrafo siguiente); sin embargo, segtin lo con, venido en la Interpretacién en cuestién, C representa ex- Glusivamente la denotacién, quedando el significado rele- gado por entero a “C", Todo esto constituye un enredo inextricable y parece demostrarnos que 1a distincién en- ‘ire significado y denotacién ha sido, en su totalidad, mal concebida, Que el significado cuenta ‘cuando en una proposicién nos encontramos ante una expresién denotativa, puede probarse formalmente por medio del rompecabezas acerca del autor de Waverley. La proposicién “Scott era cl autor de Waverley” ostentard una propiedad no posefda por “Scott era Scott”, a saber, la de que Jorge IV se intere- sase por su verdad, Asi pues, ambas proposiciones distan de ser idénticas; por consiguiente, en caso de sumarnos a Ja opinién que acepta semejante distincidn, el signifi- cado de “el autor de Waverley” contaria tanto como la denotacién, Sin embargo, como acabamos de ver, en la medida en que adoptemos este punto de vista nos vere: mos obligados a admitir que s6lo la denotacién entra aqui en juego. Por tanto, dicho punto de vista tendré que ser abandonado. Queda por mostrar ahora cémo todos los rompecabezas que hemos estado considerando ge resuelven por medio de la teorfa expuesta al comienzo de este articulo. De acuerdo con la tesis que defiendo, una expresién de- notativa forma por naturaleza parte de una oracién y carece, como la gran mayoria de las palabras alsladas, de significaclén por cuenta propia. Si digo “Scott era un hombre”, se tratar4 de un enunciado de la forma “e era un hombre”, que tiene a “Scott” por su sujeto. Pero si digo “Bl autor de Waverley era un hombre”, no se trataré de un enunciado de la forma. “x era un hombre”, y no tendra por su sujeto a “el autor de Waverley”. Resumiendo el que expusimos al comienzo de este ar- ticulo, podremos formula el siguiente enunciado en sus- titucién de “Bl autor de Waverley era un hombre”: “Una y s6lo una entidad escribié Waverley, y dicha entidad era un hombre”, (Hsta formulacién no da una idea tan rigu- rosa de lo que tratamos de decir como la que antes expu- simos, pero resultaré més cémodo servirnos de ella en Jo que sigue). ¥ en téminos generales, si desedsemos de- cir que el autor de Waverley poseia la propiedad @, nues- tro enunciado equivaldria a “Una y s6lo una entidad. es- rae criblé Waverley y dicha entidad posefa la propiedad 9”. De la denotacién daremos ahora cuenta como sigue. Si interpretamos toda proposicién en que aparezca “el autor de Waverley” de modo semejante a como acabamos de hacerlo, la proposicién “Scott era el autor de Waverley” {esto es, “Scott era idéntico. al autor de Waverley”) se convertiré en “Una y s6lo una entidad escribié Waver- ley, y Scott era idéntico a dicha entidad”; 0 recurriendo de nuevo 2 explicitar esta formulacién en su integridad: "No es siempre falso de que x escriblera Waverley, ni que sea siempre verdadero de y que, st y escribié Wa verley, y sea idéntico a , ni que Scott sea idéntico a ‘sf pues, si "C” es una expresién denotativa, sera posible que haya una entidad © (no podré haber mas que una) respecto de la cual sea verdadera la proposicién “w es idéntica a C”, interpretando esta proposi hemos hecho més arriba, Podremos decir entonces que la entidad « constituye la denotacién de la expresin “C”. Scott ser4, asf, la denotacién de “el autor de Waverley”. La “C® entrecomillada no seré mds que la ezpresién, nunca algo a lo que pueda Hamarse el significado, La ex: presién per se carece de significado alguno, ya que nin- guna proposicién en que intervenga aquélla contendré, una vez integramente explicitada, la expresién en cues: tién, que habré sido hecha desaparecer. ‘Vemos ahora que el rompecabezas acered de la curio- sidad de Jorge IV tiene una solucién muy seneilia, La pro- posicién “Scott era el autor de Waverley”, cuya formu- lacién sin abreviar se transcribi6. en el pérrafo preceden: no contiene elemento alguno constitutive como “el autor de Waverley” que poder sustitutr por “Scott”. Esto no obstard, mientras en la proposicién considerada que- pa a “el autor de Waverley” lo que yo Uamo intervenir principalmente, a la verdad de las inferenclas que resul- ten de la sustituclén verbal de “el autor de Waverley” por “scott”. La diferencia entre intervencién principal y se cundaria de las expresiones denotativas es Ja siguiente Cuando decimos: "Jorge IV deseaba saber si tal y tal cosa”, 0 cuando decimos: “Tal y tal cosa es sorprendente” 0 "Tal y tal cosa es verdadera”, ete, “tal y tal cosa” ha- brd de ser una proposicién, Supongamos ahora que “tal ¥ tal cosa” encierre una expresién denotativa. Nos encon- traremos ante la doble posibilidad de eliminar la expre- ya sea de la proposicién subordinada ya sea de la proposicién completa de la que “tal y tal cosa” no es més que un elemento, Segin que hagamos una u otra cosa, resultarén proposiciones diferentes. Yo of contar de un quisq de un yate a quien un invitado, que veia el barco por primera vez, hizo la siguiente observaci6n: “Yo crefa que su yate era més grande de lo que es”, a lo que el duefio respondié: “No, mi yate no es més grande dé lo que es”, Lo que el invitado querfa decir era: “HI tama- fio que crefa yo tenfa su yate era mayor que el que su yate tiene”; el sentido atribuido a sus palabras fue en cambio éste: “Yo crefa que el tamafio de su yate era mayor que el tamafio de su yate”. Volviendo a Jorge IV y Waverley, cuando decimos: “Jorge IV deseaba saber si edt era el autor de Waverley”, queremos normalmente dar a entender: “Jorge IV deseaba saber si un hombre, y s6lo uno, escribié Waverley y si Scott era dicho hombre”; pero también podriamos querer decir: “Un hombre, y s6lo uno, escribié Waverley, y Jorge IV deseaba saber si Scott era dicho hombre”. En et ultimo caso, “el autor de Waverley” interviene principalmente; en el primero, secundariomente. Aquella tiltima proposicién podria ex- presarse ‘a jorge IV deseaba saber, respecto del hom- bre que en realidad eseribié Waverley, sl aquel nombre era Scott”, Asi ocurrirfa, por ejemplo, si Jorge TV hubie- ra visto a Scott de lejos y preguntado: "iEs ése Scott ‘Una intervencién secundaria de una expresin denotati- va puede ser definida como aquélla que tiene lugar en una proposicin p, que a su vez se reduce a un elemen- to ms de la que estamos considerando; y la sustitucién de la expresién denotativa debers efectuarse en el seno de p, no en el de la proposicién, constderada en su con- junto, de la que forma parte p. Ambigtiedades como 1a relativa a estas intervenciones principal y secundaria de 64a las expresiones denotativas son dificiles de evitar en el Jenguajé ordinario; pero se tomarén inofensivas si nos sabemos prevenir contra ellas. La I6gica simbélica, por ‘supuesto, consigue fécilmente evitarlas. La distincién ‘entre uno y otro modo de intervenir —principal y secundariamente— nos capacita asimismo para enfrentarnos con la cuestién de ei el actual rey de Francia es © no calvo y, en general, con Ia del status 16- gico de las expresiones denotativas que no denotan nada. Si “C” es una expresin denotativa, por ejemplo “el tér- mino que posee la propiedad F”, entonces “C posee la propiedad 9” significaré: “Un término, y s6lo uno, posee Ja propiedad F, y dicho término posee la propiedad 9” *, Si sucediese ahora que la propiedad F no pertenece a ningtin término, o si perteneciese a varios, se seguiria la falsedad de "C posee la propiedad 9” para todos los va- lores de @. Asf, “El actual rey de Francia es calvo” sera ciertamente una proposicién falsa; y “El actual rey de Francia no es calvo” lo seré de igual modo si su senti- do es: “Hay una entidad que es ahora rey de Francia y que no es calva”, pero serfa en cambio verdadera si quisiera decir: falso que haya una entidad que sea ahora rey de Fraricia y que sea calva.” Esto es, “El rey de Francia no es calvo” ser falsa si "el rey de Francia” interviene principalmente, y verda- dera si dicha intervencién es secundaria. Ast pues, toda proposicién en la que corresponda a “el rey de Francia” una intervencién principal serd falsa; las negaciones de tales proposiciones serdn en cambio verdaderas, mas en ellas “el rey de Francia” Intervendré de modo secundario. Con Jo que escaparemos a la conclusién de que el rey de Francia tenfa que Nevar puesta una peluca. Ahora podremos ver también cémo es posible negar que haya un objeto como la diferencia entre A y B cuan- do A y B no difieren. Si A y B difieren, entonces habré * Se trata aquf de la interpretacién abreviada, no de la mas estricta y complicada, de dicha proposicién, una, y s6lo una, entidad © tal que “x es Ja diferencia en- tre A y B” sea una proposicién verdadera; si A y B no difieren, no se dard tal entidad. Ast pues, y de acuerdo con el sentido que antes atribufmos a la denotacién, “la diferencia entre A y B tendré denotacién cuando difie- ran A y B, pero no en otro caso, Esta particularidad es aplicable a la distincién entre proposiciones verdaderas y falsas en general. Si “ab” representa “a guarda la re- lacién R con bY, se dard entonces, cuando aR sea ver- dadera, una entidad como la relacién R entre ay b; cuan- do aRb sea falsa, no se dard tal entidad. Asf pues, a partir de cualquier proposicién se podran construir expresiones denotativas que denoten una entidad si la proposiciGn es verdadera, mas no lo hagan asf si la proposicién es falsa. Por ejemplo, es clerto (asf Jo supondremos, por lo menos) ‘que la tierra gira alrededor del sol y falso que el sol gira alrededor de la tierra; por tanto, “la revolucién de la tierra en torno al sol” denotaré una entidad, mleritras que “la revolucién del sol en torno a la tierra” no denotard, en cambio, entidad alguna *. Ast pues, podremos ocuparnes satisfactoriamente del dominio de las no-entidades, tales como “el cuadrado re- dondo”, “el mimero primo par otro que 2”, “Apolo”, “Ham- let”, etc. Todas éstas son expresiones denotativas caren- tes de denotacién. Una proposicién acerca de Apolo se re- feriré a aquello que el diccionario clésico nos dice que significa esa palabra: a saber, “el dios sol”. Todas las pro- posiciones en que “Apolo” intervenga deberdn ser inter- pretadas mediante las anteriores reglas relativas a las expresiones denotativas. Si Apolo interviene principal- mente, la proposicién en que tenga lugar su intervencién seré falsa;.si lo hace secundariamente, dicha proposicién podré ser verdadera, Asf, de modo semejante, “El cuadra- do redondo es redondo” sisnificard “Hay una, y s6lo una, entidad z que es redonds y cuadrada, y dicha entidad es * Las proposiciones de las que se derivan semejantes entidades no se identifican, sin mds, con éstas ltimas, como tampoco son equivalentes a enunciados en que se estableclese el ser o subsistencia de tales entidades. edi redonda”, proposicién que es falsa y no, como sostiene ‘Meinong, verdadera, “EI Ser sumamente perfecto posee todas las perfecciones; la existencla es una perfeccién; luego el Ser sumamente perfecto existe” se convertira en: “Hay una, y s6lo una, entidad x que sea sumamente perfecta; la existencia es una perfeccién; luego dicha en- tidad existe.” Como demostracién, su fallo estriba en la falta de prueba de la premisa “hay una, y sélo una, en- tidad 7 que sea sumamente perfecta” *. El scfior Mac Coll (Mind, N. 8, ntim. 54 y también mi- mero 55, pg, 401) considera a los individuos como agru- pados en dos géneros: los individuos reales y los irreales. ‘Ast pues, Ia clase vacfa podria ser definida como aquélla que tiene por miembros a todos los individuos irreales, 10 que permitirfa que expresiones tales como “el actual rey de Francia”, que no denotan un individuo real, denota sen, no obstante, un individuo, bien que irreal. Esta teo- rfa se reduce, en witimo término, a la de Metnong, teorfa ue, como vimos, podfa ser rechazada por entrar en con- flicto con el principio. de contradiccién, Con nuestra teo- ria de Ia denotacién, estaremos en camblo en situacién de sostener que no hay individuos frreales; de manera que la clase vaefa derd la clase que no contenga miembro al- guno, no aquélla que contenga como miembros a todos Jos individuos irreales, Hs importante reparar en las posibles consecuenclas de nuesira teorfa por lo que se refiere a la interpretacién de las defintclones que proceden por medio de expresto nes denotativas, La mayor parte de las definfciones ma- teméticas son de esta suerte; por ejemplo: “m — n signi. fica el nimeto que, affadido a m, dam”. Ast pues, m —n se define como si su sentido equivaliese al de una cierta * Tal argumentacién podria desarrollarse de manera que lleve a concluir validamente la existencia de todos los miembros de la clase de los Seres méximos en perfeccién; asimismo podria probarse formalmente la imposibiiidad Ge auie esa clase tuviese mds de un miembro; mas si se toma por definicién de perfeccién la posesién de todos los predicados positivos, en la misma medida més o me- nos cabrian pruebas formales de que la mencionada clase nl siquiera pose un solo miembro. 4 expresién denotativa; pero hemos convenido que las ex- presiones denotativas carecen, aisladamente consideradas, de significado. En consecuencia, nuestra definicién habria de consistir realmente en lo siguiente: "Cualquier propo- sicién que contenga m — n ha de venir a equivaler en su significado a ia proposicién que resulte de sustituir ‘m — w por ‘el mimero que, afiadido a n, dam” La pro- posicién resultante se interpreta de acuerdo con las re- glas ya dadas en relacién con la interpretacin de las pro- posiciones cuya expresién verbal encierra una denotativa, En el caso de que m y n sean tales que haya un nimero x, y nada mas que uno, que, afiadido a n, dé m, habré un niimero @ por que sustituir m—n en cualquier propo- sicién en que intervenga "m — n”, sin que por elle se al- tere la verdad o falsedad de dicha proposicién. Mas en caso contrario seré falsa toda proposicién en que “m—n” intervenga principalmente. Hl papel de la identidad queda asimismo en claro a la luz de esta teorfa. Nadie, a no ser el autor de un libro de l6gica, tendré gran interés en afirmar que “z es 2” y, sin embargo, la asercién de la identidad es muy frecuen- te en férmulas del tipo de “Scott fue el autor de Waver- ley”. El sentido de tales proposiciones no puede ser pues- to en claro sin recurrir a la nocin de identidad, por més que nuestro enunciado no se reduzea a afirmar que Scott sea idéntico a otro término, el autor de Waverley, La ma- nera més corta de enunciar “Scott es el autor de Waver- ley” parece ser “Scott escribié Waverley, y es siempre verdadero de y que, si y escribié Waverley, y es idéntico a Scott”, En este sentido es como la identidad entra en Juego en “Scott es el autor de Waverley”: y es gracias a usos semejantes como la afirmacién de la identidad no queda reducida a una simple y rotunda vaciedad. He aqui una interesante conclusién de la presente teo- ria de la denotacién: cuando se trate de una cosa de la que no tengamos conocimiento directo, sino tan sélo una definicién por medio de expresiones denotativas, las pro. posiciones en las que dicha cosa se introduzca mediante una expresién denotativa no contendran realmente’ a di- 73 cha cosa como elemento constitutivo, sino tan sélo, en su lugar, a los elementos constitutive exnresados por las diversas palabras de la formula denotativa en cuesti6n. jos elementos constitutivos de toda proposicién de la que tengamos noticia (esto es, no s6lo aquellas pro- posiclones cuya verdad o falsedad podamos decidir, sino todas aquéllas en las cuales nos sea dado pensar), serén de hecho entidades directamente conocidas en su totall- dag. Ahora blen, cosas como la materia (en el sentido en que es tratada por Ia fisica) o el psiquismo ajeno tintea- mente nos serdn conocidas por medio de expresiones de- notativas; es decir, carecemos de conocimiento directo de las mismas y s6lo las conoceremos como aquello que posee tales y tales propiedades. Por tanto, aunque nos sea posible formular funciones proposicionales C(a) que valgan para tal y tal particula de materia, o para el psi- quismo de tal y tal persona, no podremos, no obstante, sleanzar un conocimfento directo de las proposiciones er rrespondientes (la verdad de cuyos contenidos nos consta, sin embargo), puesto que no nos es posible aprehender las entidades reales a que dichas proposiciones se refi ren, Podemos tener conocimiento de que “Psfquicamente, Fulano retine tales y tales caracterfsticas”, mas no de que pose tales y tales caracteristicas”, donde A sea el psiquismo de Fulano, En semejantes casos, conocemos las propiedades de una cosa sin conocer directamente la cosa misma y, en consecuencia, sin tener conocimiento de una sola proposicién de la que dicha cosa sea elemento cons- titutivo. No diré nada acerca de otras varlas consecuencias de la tesis que hemos venide manteniendo. Me limitaré a ro- gar al lector que no se pronuncie en contra suya —como podrfa sentirse tentado de hacerlo a causa de su compli- cacién, excesiva en apariencia— en tanto no ha; cualquiera que pueda ser la teorfa correcta a pecto, dicha teorfa dista mucho de ser tan sencilla como podria haberse esperado en un principio. La Idgica matematica y su fundamentacién en la teoria de los tipos. En el articulo Marmesartcat Loctc AS BASED ON THE ‘Tuxony or TyPs, publicado por vez primera en et Are nica JOURNAL OF Maraemamtcs, ofrece Russell su famoso intento de sotucién de una serie de problemas cldsicos de | la matemética y la légica que envuelven la apariencia de | contradiceién. Un. adelanto de ta teoria de tos tipos (come ‘entonces la denomind) habia sido ya “presentado a titule de ensayo” en el segundo apéndice de Tan Paixciries ot| Marmexamics. Constituye un tratamiento de la cuestion interesante desde el punto de vista histérico, ya que en 6 nos muestran estas ideas en la forma que tomaron re | cidn discurridas por Russell a principios de siglo, si bier | se trata —como Wega a reconocerse en ta Introduccién alc segunda edicién de aquetta obra en 1937— “tinicamente de | ‘un esbozo" de la teorta. El artéculo que aqué se reprodu ce nos la presenta en lo que habla de ser su version de finitiva, por mds que estas ideas se comprendan mejot @ Ia luz del mas amplio conteto en el que reaparecen er el. primer volumen de los Prixcrrta Marnenarica (1910) 35

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