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ESCENA 1
(Comienza el día, la esposa se levanta para despedir a su marido, se queda en pie y comienza a hacer
las cosas, luego se despiertan los niños y los manda al colegio.)
PAPÁ. Uhhhh Gracias, mi amor, ¡eres la esposa perfecta! Que Dios te siga dando hoy siempre ese
espíritu de sacrificio.
MAMÁ: Ya, mejor váyase que va a llegar atrasado. (Se despide con un beso.)
MAMÁ. Chao... (En tono de no comprensión) Si supieras, amor, tengo que trabajar igual que tú sólo
que yo lo hago en la casa.
(Se levantan los niños y llegan donde la mamá listos para irse al colegio.)
HIJA. Ya, mamita, estamos listos para irnos al colegio... pero Felipe no se apura, siempre llegamos
atrasados por su culpa.
HIJO. (Llega desordenado y con cara de sueño.) Tengo sueño... Me puedo acostar un ratito más.
MAMÁ. (Se mira el reloj.) Mira la hora que es, se me van al tiro al colegio (les da un besito y los
despide.)
(Se queda sola en casa, pone música cristiana canta y comienza a hacer las cosas.)
(Pasa un letrero mostrando las 12:00 horas. Esto sin cierre de telón.)
MAMÁ. (Está barriendo cuando llega una vecina muy apurada pidiendo ayuda.)
VECINA. Vecinita, vecinita, ayúdeme, por favor... (Con voz de horror) el arroz se me echó a perder.
VECINA. Dejé el arroz puesto en la cocina y cuando lo fui a ver estaba todo pegado y duro y malo,
etc.
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VECINA. (Con voz de ingenua.) Yo me acordaba que era una taza de agua por dos de arroz y nada
más.
MAMÁ. Pero, ¡cómo se te ocurre! Así no es, son dos de agua por una de arroz.
VECINA. Con razón me quedó tan duro… Pero no importa porque a pancho le dejé un plato de
porotos con mazamorra que me quedaron de ayer.
ESPOSO. Permiso, vecina, Sandrita, ¿qué le echó a la comida? Me duele mucho la panza.
VECINA. Nada, panchito, vamos para la casa, ahí le explico... (Se acerca a la mamá y le dice como
secreteando.) Eran dos de agua por una de arroz, ¿cierto?
MAMÁ. Sí, vecina, vaya tranquila, si hay algún problema me llama. Hay esta vecinita ya aprenderá
con el tiempo
(Suena el teléfono.)
MAMÁ. ¿Haló? Hola, pastora, que Dios le bendiga, dígame. Claro, sí, me acuerdo que hoy debo llevar
quequesitos para compartir con todas las mamás. Estoy terminando de hacer y darle un último
retoque. Acuérdese que tiene que llevar el queque para vender. No, no puedo quedarme
conversando, tengo muchas cosas que hacer. Bueno, entonces nos vemos en la iglesia... que Dios le
bendiga.
/Llega la hora del almuerzo. Tiene la mesa puesta y todo listo para recibir a sus hijos.) (Letrero 1:30)
HIJO. Hola, mamá, me anotaron por quedarme dormido en la clase, tienes que ir el viernes a ver al
profesor jefe.
MAMÁ. Otra vez lo mismo... no importa, después hablamos, ahora siéntense a comer... alguien trajo
tarea. (Los dos levantan la mano enérgicamente.)
MAMÁ. Cuando llegue después de agasajar a las mamás de la iglesia revisamos las tareas que tienen.
Ahora terminen levantan sus platos, descansan un ratito y se ponen a estudiar y si no entienden la
tarea yo les ayudo cuando llegue..., ahora yo me voy a la iglesia después nos vemos.
(Ella se va y pasa un letrero con las 18:00 horas, esto sin cierre de telón. La mamá llega a su casa y
la están esperando sus hijos.)
HIJA. Mamita como le fue. Qué bueno que llegó teníamos mucha hambre.
HIJO. Hola Mamita. Danos, cenita, por favor que me muero de hambre.
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(Mientras ellos le hablan ella se pone el delantal para hacer las cosas.)
MAMÁ. Hay Estos chicos, enseguida les sirvo... ¿a quién le ayudo con las tareas?
HIJO. El profesor dijo que ayer se escribía sin "h" y hoy se escribe con "h".
HIJA. Sí, mamá, los profesores son más enredados, andan preguntando cosas de cuando uno ni
nacía.
(Llega el papá, los hijos van corriendo a saludarlo, ella se pone a atenderlo, le saca la chaqueta, lo
sienta, le hace masaje en las sienes y le sirve la cena)
HIJO: Papito
PAPÁ: Hijitos míos bien gracias, (se dirige a besar a la mamá) esposita mía le extrañe mucho. (se
sienta en la mesa para comer con los muchachos)
(En eso pasa el letrero de las 24:00 horas. Esto sin cierre de telón. La familia se va a despedir para
irse a acostar, dejándola sola.)
MAMÁ. (Sentada.) Se fueron todos a acostar, tienen que estar muy cansados, mi flaquito trabaja
todo el día para poder mantenernos, y mis niños tan duraznos que salieron para el estudio pero ya
van a aprender... (Suspiro profundo.) Estoy tan cansada, me duelen las piernas y los hombros, pero
cuando me acueste voy a descansar. Hoy estaban todos tan apurados que parece que se les olvidó
que era el día de la madre, pero no importa, yo igual los sigo queriendo.
MAMÁ. Gracias Padre por este día que me das, por mi familia, mi vida, mi hogar, por los alimentos
que nunca faltan, gracias por todo esto. Sólo te pido que me des fuerza para seguir adelante, mi
familia me necesita y quiero estar ahí para ayudarlos, dame más años de vida para poder ver crecer
a mis hijos y más tiempo para cuidar a mi esposo... es lo único que te pido.
(Mientras ella estaba orando su familia le deja una flor, regalos y una carta y se van.
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MAMÁ. Haaaaa y esto, unas flores seguro mi esposito, ahhhh regalos de mis niños, ahhh una carta
a ver que dice.
Mamita, no sabes cuánto te queremos yo mi hermano y mi papito. Eso sí, debes de poder
imaginártelo muy bien porque no hay persona en este mundo que sea capaz de amar de una forma
tan inmensa como tú. Eres una gran mujer, llena de títulos de los que no te vanaglorias, y tan fuerte
que puedes con todo.
Mamita, eres nuestra niñera, nuestra enfermera, nuestra confesora, nuestra maestra de la vida y
nuestra eterna acompañante… Siempre has sabido cómo sellar nuestros desvelos y preocupaciones,
algún día nos contarás cómo adquiriste esa gran habilidad.
Aunque a veces te sientas vencida, vemos en tus ojos que las batallas del día a día y de la vida nunca
te han doblegado. También sabemos que ya nunca lo harán porque tu valentía y tu fuerza han
servido para sacar adelante a una familia, eso tiene un poder inmenso.
¿Por qué estamos tan seguros? Por muchas razones pero, entre otras, porque te has pasado años
forjando espadas y escudos para toda la familia con el más duro y puro de los aceros y ahora tienes
un gran ejército que protegerá siempre tu corazón.
Gracias por colmarnos de paciencia a la hora de hacernos ver nuestros errores y por tener esa fuerza
sobrehumana con la que siempre consigues descargar nuestras espaldas para que no suframos.
Gracias por ser la maestra de nuestra vida, por convertirte en nuestro ángel de la guarda, por hacer
nuestra carga más ligera, por entregarnos tu corazón lleno de amor verdadero y darnos el impulso
para alcanzar lo imposible.
Eres nuestro mayor privilegio y nuestro mayor regalo. Te lo mereces todo porque nos has entregado
tu vida y muchísimo más. Es probable que no alcancemos a entenderlo, pero hoy sabemos que por
nosotros son tus desvelos y tus anhelos, así como tu mayor felicidad y tu gran orgullo.
Atentamente: