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Silvia Soler textos Denisse Torena dibujos Cronicas de la nada Montevideo, el violinista y otras historias ediciones de la banda oriental Pebrnrtecn catatoncs Gene nmutcu Cay Heteece etal Petar tien cca tome poles Rene rere rir meh reer Cnuliecy el violinista de Ja Plaza Independencia y otras tantas Petros areca rene ccacc en eu LU Uon Oye een nica retcne ec ena OU Cutan Ree eee terse aren macs PRIN eitnried een anp acncrceco maura eye sean cae mcr secur cs yard narets teres ae aL CL LAs coe Retry ere cunitae en orereiane enti c aly Rene oe ae sutileza del trazo, el dibujo; la otra, revela mundos escon labras. Y, frente a la urgencia de los Pe threaten cic geen A eee Pegs eee le ers eee renee ce LECTORES DE BANDA ORIENTAL / 122 SERIE EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL : ; i / Agradecimientos A Eduardo Blasina, mi primer lector en todos estos afios que hemos transitado juntos y el critico més sagaz. A Déborah Friedmann por la correceién y la ayuda incon- dicional. Al semanario Voces, a la revista Dixit, al diario El Obser- vador y al portal Montevideo.comm: todos ellos dieron un lugar para publicar algunas de las versiones de estas cré- nicas. A Alcides Abella y a todo el equipo de Ediciones de la Banda Oriental por hacerme sentir como en casa. Primera edici6n: octubre de 2010 Adaptacién de formato: Silvia Shablico en base a disefio original de Alejandro Sequeira ISBN 978 9974 ~1- 0686 ~4 © EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL S.RL. Gaboto 1582 - Tel.: 408 3206 — 401 0164 — Fax: 409 8138 41.200 — Montevideo, Uruguay. ‘www. bandaoriental.com.uy ‘Queda hecho el deposito que marca la ley Impreso en el Uruguay - 2011 + Cronica del limon - Con la tormenta el mar trajo ala playa un limén redondo, El mar deja infinidad de cosas en las playas; los madruga- ores de cabeza gacha lo saben: el mar entrega lo propio + también lo que le sobra. Deja piedras, caracoles, peces, yen los dias de furia devuelve con elegancia la basura en forma de botellas, bolsas, pedazos de juguetes, zapatos s0- litarios, guantes, ruedas y ladrillos gastados. St recibe un viideio de aristas flosas lo retorna suave y curvo, lo deja en el bordey se retira a mira; el mar es un espejo y un ojo, al ‘mismo tiempo. Esa matanatajo un limén intacto, amarillo, come recén facado de rbol un limon con olt a marque terming en Tarmewade cas partido al medio para na imonada Pobre, tanto andar para acabarcortado en dos y desangrao, Por: cue ates de ser limonada ese lida vai en barco,plent, Ei ver en la lancha pequetia dun pescador artes o en dl gran transatlantic, Podra sere linn de un pescador gue se gona el joral embareado en un bote anaranjado 0 ATimén de un buque mercante tawanés repleto de conta fers Com se, por alguna raz6n cay al agua y vino a dar Tlaplaye, Tal vez fa bares dio un cimbronezo, Ica con a anda del pescado sabre imén salt al mar Majo pescado: la mala suerte, eviss que el resto estiviera en ‘eden ysiguld remando cadaver ms lejos del imén que falopabs de onda en anda hacia a onl © quid a coc sero delatcotalwants se leresbalé de entre las manos. En Unsegundo de disteaccién el limén rod por cuberta, od ~16- Y rod6, hasta encontrar un agujero y se fue al agua. Cayé con fuerza, se hundié con el impacto, pero no tocs el fondo Porque un lim6n, por liviano, no toca fondo y después aso- mé a la superficie y floté. Como un néufrago desesperado alcanz6 la orilla y se quedé de panza al sol hasta que alguien lo corté en dos. Pensar que ese limén fue primero flor blanca y luego fruto Pequefio, verde, insignficante. Un agricultor o la mujer del agricultor lo miré y lo cuid6 cuando tenia el tamatio de una ‘nuez, alguien lo vio ponerse cada vez més amarillo hasta ue se hizo adulto y estuvo pronto para vender. Marché al mercado con un montén de limones muy parecidos a él, todos ellos compafteros de peripecia. Algunos terminaron en restaurantes caros cortados en dos, en cuatro pedazos, ‘ottos se pudrieron de esperar y los patearon los nifios de la calle como pelotas. Ese limén indefenso en la orilla del mar y su historia for- tuita me recuerda la incertidumbre de vivir, de ir y venir de tuna casualidad en otra, de pasar de mano en mano sin saber cémo ni cuindo, de quedar a la voluntad del agricultor, del marinero y el caminante, del azar. Este, el de la playa, se suc bid a un barco, sobrevivié a la tormenta, perdié el jugo a la hora de la cena, y solo logré salvarse en esta historia,

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