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Caminante Muerto PDF
Caminante Muerto PDF
Disfrútenlo.
Como siempre agradezco a mi esposo y mis niños por ser la luz en cada
día de mi vida y por mostrarme que los verdaderos héroes existen, y que son
divertidos de molestar. A mis amigos que me mantienen sana. A mis lectores
quienes toman estos viajes de fantasía conmigo y quienes nunca fallan en
hacerme sonreír. Y mis agradecimientos especiales a Claire, Linda y Robert por
darme la oportunidad de hacer algo que he esperado por llevar a cabo desde
hace un largo tiempo y por no engrapar mis alas cuando finalmente di el salto
por encima del borde.
Más que todo, a mi hermano mayor, quien nunca rodó sus ojos a mis
historias cuando era una niña, y por todos los crayones que me diste para que
pudiera dibujar mis personajes y dejarte en paz. Te extraño cada día de mi
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vida y desearía que hubieras podido ver las series que amabas tanto elevarse
más alto que la cometa del pirata que salvaste para mí del malo y enojado
árbol que trató de comerla. Tú eras y siempre serás mi más grande héroe.
El asesino de monstruos que batallaba contra los monstruos del closet de mi
mente y me mantuvo sensata a través de las noches más oscuras y tormentosas
que parecían seguir sin parar. No sé dónde estaría si tú no hubieras sido mi
hermano. Te amo, amigo. Este libro es para ti.
Agradecimientos
A mis abuelos, quienes me introdujeron en el mundo de los demonios y
los espíritus enojados, y quienes me enseñaron a ver más allá del velo y me
mostraron cómo protegerme y pelear por otros. Y para todos esos guerreros
espirituales en mi vida quienes continúan luchando y quienes me han ayudado 4
tantas veces cuando los necesitaba. Gracias, Tish, Bill, Leanna, y Marianne.
Más que todo, a mi abuela Moon, quien me enseñó a leer signos, a prestarle
atención a la naturaleza y ver lo invisible. Hay magia alrededor nuestro. Solo
tenemos que detenernos y abrir nuestros ojos.
Prologo
Traducido por: Amy
Revisado por: Miss Blu
— Bueno, aprendimos una lección vital hoy aquí, mis amigos. No puedes
encerrar un demonio sin importar que tan duro trates de hacerlo. La astuta
podrida bestia bastarda no tendrá nada de eso.
La mitad de la tripulación se volteó para mirar boquiabierto al Capitán
Paden Jack. La otra mitad rodó los ojos y lo maldijeron, luego cuestionaron la
impecable reputación de su santa madre, así como la legitimidad de su linaje
y toda su inteligencia.
Si ellos no estuvieran a punto de morir, él se sentiria un poco más de
ofendido por sus sórdidos insultos. Pero aquí, ahora, mientras miraban detrás de
ellos, y observaban al grande y atroz monstruo que estaba levantándose de las
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oscuras y arremolinantes profundidades de su arco de puerto, insubordinación
parecía una pequeña preocupación mezquina.
Nunca en todos sus años en el mar Paden había capturado algo tan
retorcido, sin forma humana, y él había visto bastante. Su correosa piel
literalmente hervía y causaba que el agua a su alrededor se evaporara con
los mismos gases nocivos - una fétida y sulfúrica peste que explotaba en el
momento que contactaba con el fuego restante de todos los atentados que
habían llevado a cabo para derrotar a la bestia.
Nada había funcionado. Ni tan siquiera un solo truco.
Su oficial de intendencia escalonó atrás. — El mar es el diablo y las
malvadas perras no tienen piedad con ninguno.
Aye, Paden no podía estar más de acuerdo. Estaban derrotados. Directo
hacia el armario acuoso al que se dirigían, con todos sus hombres aquí.
Al menos así era para aquellos que no se dirigían directamente al infierno.
Era extraño como él no sentía miedo, con su asegurada condena inminente.
Y debería. Tú pensarías que dados los pecados de su pasado y todas las cosas
que había hecho en su vida, ellos lo perseguirían ahora. Aún así, todo lo que
Paden sentía era una desagradable sensación de paz con todo esto.
Así tenía que ser. Él sabía que este día vendría por él - más pronto, que
tarde - en un latido de corazón cuando él había aceptado su destino al levantar
la espada de su madre y abrazar la sangre que fluía a través de ella. Siempre
sucedía así para aquellos como él. Su único arrepentimiento era que él se
estaría llevando a su tripulación con él hacia el viaje de caída.
Y que estaría rompiendo la promesa de casarse con Letty en su regreso.
Pero la quemadura más grande de todas era que su pobre hermanita seria
dejada sola en este mundo, con nadie más que vele por ella.
Que sus grandes, horribles cargas ahora caerían en sus pequeños hombros.
Maldita vergüenza, eso. Cammy merecía algo mejor de lo que los destinos
habían traído para la muchacha. Ellos ahora vendrían detrás de ella para
recoger el manto con el que sus ancestros los habían maldecido. Pero no tenía
sentido lamentarse por eso. Dios y todos sus santos habían hecho oídos sordos
a sus plegarias y oraciones mucho tiempo atrás.
Su oficial de intendencia, Edmond, le dirigío mirada triste a él antes de
persignarse. —¿Cuáles serán sus órdenes, Capitán Jack?
— Abandonen el barco, Mr.Symmes. Salve a tantos como pueda.
No fue hasta que Symmes había retransmitido esas órdenes que se dio
cuenta que Paden no tenía intenciones de acompañarlos en su escape.
La seguridad no era su llamado estos días.
En vez de buscar lugar en un bote como los otros, Paden estaba rodando
barriles de polvora más cerca del arco de puerto, donde la bestia aún trataba
con lo mejor para devorarlos enteros.
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— ¿Capitán? ¿Qué te traes, hombre?
Paden le dio a su oficial de intendencia su chafarote y llave de fusil de
chispa.
— Este buen barco es mi dama - mi única verdadera amante y dueña de
mi encajonada alma. Es mi deber y honor escoltarla a su destino final. Y que
me maldigan si dejo que ese bastardo allí la tenga sin tener un pedazo de él
con nosotros. Sálvense. No piense nunca más en mí, Mr.Symmes. Dios esté con
usted así como sé que nunca estuvo conmigo.
Su mirada apesadumbrada, Ed vaciló. Pero un momento era todo lo que
tenía, mientras el demonio golpeaba contra el barco, golpeando sus laterales
y causándoles que se inclinara. — Ha sido mi privilegio, Capitán. - El extendió
su brazo hacia Paden.
— El mío también. - Él sacudió la mano de Ed. - Ahora váyanse, rápido.
Ed corrió mientras el barco se inclinaba peligrosamente, deslizando a más
hombres por los lados.
Recuperando el disparador de la cubierta donde uno de sus monos de
polvora lo había abandonado mientras iba por los botes, Paden esperó hasta
que el último de los botes había desembarcado. Él saco un ariete y una piedra
desde su bolsillo y encendió la cuerda para poder encender la pólvora.
El demonio se dirigía hacia su tripulación que huía.
—¡Hey, aquí! - Él gritó a la bestia. - ¿A dónde crees que te diriges, tu
inmundo, odioso bastardo? - El sacudió el disparador sobre su cabeza para
tener la atención del demonio de nuevo sobre él mientras golpeaba el lado del
barco con el extremo de éste, haciendo tanto ruido como podía.
Funcionó.
Gruñendo, el demonio se volteó y, con un grito nacido-del-infierno se volvió
directo hacia Paden.
Su corazón golpeteaba anticipando lo que iba a venir, él esperó por la
inevitable confrontación.
Esta vez, la bestia se atrevió a trepar a bordo.
Eso es todo, tu inmundo bastardo. Ven y enfréntate contra mí. Deja a mi
tripulación en paz.
Sin forma real, la gelatinosa criatura se deslizó a través de la cubierta y se
levantó ante él con sus oscuros ojos sin alma.
Rehusándose a mostrar miedo, porque solo haría a la bestia más fuerte,
o que retrocediera, Paden se mantuvo firme con cada pedacito de arena que
poseía.
— Aye, ¿me quieres, no es así? Tú sabes qué soy y yo te conozco a ti por
la maldad en tu corazón.
Poseído por grandes y bulbosos ojos, babeaba y babeaba y lo alcanzaba
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con una mano taloneada.
Como si lo hubieran abierto por la mitad, Patrick Michael Alister Jack bajo
su disparador al barril de pólvora que descansaba entre ellos y encendió el
barril en llamas.
El último sonido que escuchó era ensordecedor y terminó con una luz
brillante y una masiva explosión de dolor.
Capitulo 1
Traducido por:Callahan
Revisado por: Andy Cruel
— Así como lo oigo, lo digo, que es tan malo, que se folla su propio culo
tres veces a la semana.
Con los ojos abiertos, Cameron, Amelia, Maire y Jack se echaron a reír
del inesperado y seco comentario que se escuchó por encima de las estridentes
voces de la taberna y de la música. Hasta que notó que el hombre la estaba
observando. Ella se puso seria lo más rápidamente que pudo.
Santa Madre de Dios…
No había forma de perderse a esa masa gigante de macho humano en la
atestada sala, parecía la personificación de algún héroe antiguo.
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No, no un héroe.
Un dios pagano.
Al menos seis pies y medio de alto, se alzaba sobre todos los demás, y
tenía los hombros tan anchos y tan grandes que tenía que girar hacia un lado
para pasar por la puerta, y se tuvo que agachar para no decapitarse a sí
mismo con el grueso y colgante haz de las luces. Una hazaña que logró con
una gracia y una bravura masculina que demostraba que lo había hecho más
que suficientes veces y que era una costumbre de años de experiencia.
Lo que la hizo preguntarse cuántas veces el muchacho debió haberse
golpeado antes de aprender instintivamente a inclinarse así.
Con un rápido golpe de su enorme mano, se quitó su sombrero tricorne
negro y lo metió debajo de su musculoso brazo, exponiendo una gruesa mata
de ondulado pelo oscuro que brillaba con la aburrida luz de una vela. Tenía
un conjunto de características que parecían cinceladas en piedra - con una
proporción perfecta de masculinidad.
Nunca en su vida había visto algo igual con su forma, fuerza o gracia,
pero no era sólo la visión inesperada de él. Poseía ese carácter crudo, con una
presencia que no rivalizaba con reyes o comandantes. Un aire de refinamiento
noble, que era compensado por un aura sanguinaria.Intolerancia, indiferencia
fría y absoluto tedio.
Era letal, no había duda. Más que seductor, él era un enigmático estudioso
de la guerra, una contradicción que aceleró su corazón mucho más de lo que
le gustaría admitir a cualquiera, especialmente a ella misma.
En un abismo inhóspito de injusticia y de mal, este hombre reinaba como
su supremo emperador. Mientras que sus dos compañeros estaban vestidos
con brillantes brocados de colores similares a los demás inútiles que ocupaban
la habitación, él, al contrario, llevaba un sombrío abrigo de lana negro,
pantalones con botones de latón liso y un ordinario chaleco marrón oscuro,
su camisa de algodón y el pañuelo eran tan negros como su pelo y las botas.
Como un cuáquero... y, aun así, su comportamiento y su armamento decían
que no era participe de su religión ni de sus maneras pacíficas.
El único color en su cuerpo era el rojo intenso de la empuñadura de su
sable, de estilo bárbaro. Y un llamativo anillo de sello de rubí en su menique
que atrapaba la luz.
Pero con su postura salvaje, su comportamiento letal, y la mano firme que
se quedó plantada en la empuñadura de ese sable, él podría pasar fácilmente
por un hombre respetable. Incluso un hombre noble.
Hasta que uno echaba un vistazo a esa mirada fría, oscura, e inteligente,
que veía todo alrededor hasta el más microscópico detalle.
Ella podía, literalmente, sentir como registraba la fuerza de todos en la
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taberna y medía a cada uno por la debilidad de su carácter, y sus fallas
físicas.…
Así como sus ataúdes.
Él era exactamente el tipo de desconcertante macho que hizo que ella y
Lettice dibujaran pajitas en su entrada de regreso a casa en el Cisne Negro
para ver cuál de ellas sería atrapada por la noche atendiendo su mesa.
Y Cameron siempre hacia trampa para asegurarse que no fuera ella la
que se quedara con él. Algo que le pesaba en la conciencia, y más aún por
el hecho, de que era el padre de Lettice quien poseía El Cisne, y, mientras
Nathaniel Harrison cuidaba de la reputación y el bienestar de su hija, no
era igual de cuidadoso para con ella. Especialmente si iba en contra de sus
intereses comerciales.Vendería a todos menos su hija para eso.
Incluso a su propia madre, y probablemente a su esposa para empezar.
No queriendo pensar en eso, Cameron frunció el ceño a los hombres que
recién habían llegado. Sus compañeros eran más del tipo típico de pirata o
corsario que uno esperaría encontrar en un lugar tan sórdido. El que estaba
a su derecha tenía una melena de largo cabello castaño que llevaba atado
en una cola impecable, junto con una barba bien recortada, y unos ojos
ligeros y alegres que brillaban en la penumbra. Cada uno de los dedos de
ese hombre estaba adornado con un anillo - sin duda saqueado de alguna
nave secuestrada que habían asaltado -, o de algún desgraciado cadáver. Sin
embargo, él parecía lo suficientemente amigable.
Aunque muchos piratas del caribe tenían tendencia a perforar los lóbulos
de sus orejas, uno de ellos había elegido colocar un pequeño aro de oro en su
ceja izquierda, justo en el arco. Su elaborado abrigo de color borgoña y negro
estaba cortado ampliamente en la cintura - era la última tendencia de moda. Y
donde el seductor y peligroso capitán había elegido llevar un simple pañuelo
negro, la corbata de este pirata era de seda rígida, blanca y recortada en
capas de encaje decadente. El hombre de la izquierda estaba vestido con una
capa de seda azul pavo real, que cubría un chaleco de oro extravagantemente
adornado, una seda tan fina que brillaba a la luz como el agua. Llevaba una
pequeña peluca blanca que ocultaba su color de pelo, pero juzgando su tono
de piel, sus cejas oscuras y la barba descuidada que espolvoreaba sus mejillas
bien esculpidas y su mandíbula, ella intuía que su cabello era tan oscuro como
el de su Capitán. Sin embargo, donde el capitán tenía un par de ojos negro
carbón, los suyos eran de un profundo color avellana, sombríos y tristes.
Mientras su humor y su rostro no eran tan oscuros y siniestros como los de
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su Capitán, él no estaba ni cerca de parecer tan jovial como su compañero,
tampoco. Ella suponía que él podría ser su segundo al mando.
O el verdugo.
Los tres pasaron junto a ella sin ni siquiera echarle una mirada, haciéndole
saber que no la veían como una amenaza, lo que estaba bien por ella. Lo
último que quería era cruzarse con hombres tan aterradores y mortales.
Caminaron hacia la parte posterior de la taberna, hacia una mesa vacía.
El gran y corpulento guardia que había estado guardando ese lugar reservado
para ellos, inclinó la cabeza, y entonces fue a buscar sus bebidas.
Volvió con el pedido tan rápidamente, que sin duda estableció un récord de
velocidad para la posada. Por todos sus años trabajando en este establecimiento,
ella sabía que eso decía mucho sobre su miedo a enojar a los tres recién
llegados, y aún más acerca de sus temperamentos y personalidades.A estos
hombres no les gustaba esperar, ni querían ser interrumpidos una vez que se
acomodaban.
Por primera vez, el valor de Cameron vaciló mientras observaba a los
hombres susurrar intensamente, mientras conversaban en privado.
— ¿Qué estás haciendo, Cam?
Esto era para lo que ella había venido, para hablar con el capitán Devyl
Bane y conseguir su ayuda.
Quizás no era él.
Ella lo sabía. Era igual a la descripción que le habían dado de él. Más
oscuro que el pecado y más peligroso que bailar con la doncella favorita del
diablo. No podría ser otro que él. La bruja le había dicho que buscara un
capitán que le robara el aliento y no dejara duda en su mente de que él era la
perdición. El diablo mismo.
Eso definitivamente describía al hombre que estaba en el centro de los
otros dos.
Nadie podría ser más mortal o más siniestro.
— Saludos, caballero. ¿Estás buscando alguna compañía?
Cameron hizo una mueca de dolor, la prostituta se sentó sobre su regazo.
Debido a que Cameron estaba vestida como un hombre haciéndose pasar por
uno, para poder viajar sin molestias y con facilidad, la prostituta no tenía idea
de que estaba perdiendo su tiempo allí.
Apretando los dientes, Cameron atrapó la mano de la mujer antes de
que tocara alguna parte de su cuerpo que escandalizaría a las dos. Cameron
sacudió la cabeza bruscamente.
—¿Qué? ¿Estás mudo?
Tocó el rostro de Cameron y sonrió ampliamente. — Está bien, amor. No
necesitas palabras para lo que mejor hago, de todas formas. El hecho es que
usted consiga que su dinero valga la pena, ya sea que hablemos o no.
Cameron cogió la muñeca de la mujer de nuevo y se acordó de endurecer
su voz y bajar una octava. — No estoy interesado, dulzura. Tú no eres mi
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tipo…- ella lanzó una mirada significativa hacia los tres hombres.
La prostituta se echó a reír. — Ah… no te puedo culpar. Cada uno de ellos
esta tan bueno que no se puede evitar desear un mordisco de esos traseros y
rogar por un espasmo - Con otra sonrisa, ella suspiró. - Buena suerte, compañero.
Por lo que se dice, sin embargo, no tienes oportunidad con ninguno de ellos.
Y con eso, dejó el regazo de Cameron para perseguir a otro probable
cliente.
Tomando una respiración profunda, Cameron trato de ver con sensatez
esta misión. Era obvio que los tres hombres no deseaban ser abordados por
un desconocido.
De hecho, parecían estar discutiendo.
Acaloradamente.
Esto era todo una locura.
Pero Cameron Jack no era una cobarde.
¿Tal vez un poco?
Ella rechazó la voz de la razón en su cabeza que le decía que se fuese
corriendo hacia la puerta antes de que la destriparan. No somos cobardes.
Ahora entra, chica.
Asustada y sin aliento, se forzó para ponerse de pie y cruzó la habitación,
tratando de demostrar una confianza que ella definitivamente no sentía. Sus
piernas y su labio superior temblaban, su frente sudaba.
Por un momento, temió desmayarse.
Puedes hacerlo. No te atrevas a volverte ahora. Patrick te necesita. Tu eres
todo lo que él tiene en este mundo.
En el momento en que se les acercó, se quedó en silencio y los tres pares de
ojos la atravesaron con una mirada malévola, que estaba segura que podría
convertir a los seres inferiores en piedra.
O, por lo menos, les haría perder sus calzones.
El capitán Bane tomó un trago de su cerveza antes de hablar con una voz
tan profunda, que atravesaría una tormenta como un trueno lanzado sobre la
oscuridad, —¿Puedo ayudarlo?
Dio un paso nervioso hacia adelante.
El hombre de cabello castaño sacó su espada y la colocó en su cuello. - Ya
estas lo suficientemente cerca muchacho. Preséntate.
Se aclaró la garganta y se encontró con la mirada del capitán. — ¿Me
dijeron que usted es el capitán Bane?
Sin confirmarlo, ella estaba segura de que el capitán se tocó el labio
inferior con el pulgar — ¿Por qué buscas al buen capitán?
— Me dijeron que él... o más bien usted, es parte del salvamento del Plate
Fleet ¿La flota que cayó?
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Su compañero se paró y, con su espada, la obligó a retroceder.
— No sabemos de qué estás hablando.
Demasiado tarde, se dio cuenta de que probablemente la confundió con
uno de los cazadores de piratas del rey, que habían sido encargados de ir tras
los asaltantes de los buques hundidos y sus cargas.
— No es lo que estás pensando. Mi hermano estaba en uno de los barcos.
Bane se estiró para tocar la mano del hombre y forzar la punta de la
espada de su compañero hacia el piso. — ¿Y?
— Me dijeron que se fue con su barco.- Ella se ahogó con sus lágrimas,
que amenazaban con abrumarla. Desde que había oído hablar del destino
de su hermano, había sido incapaz de enfrentarse a ello. Incapaz de respirar.
No después de todo lo que habían hecho juntos. -Por favor. Tengo que saber
la verdad.
El hombre pelado habló con cierto grado de simpatía en su voz.
— Solo un barco lo consiguió.
— Sí - susurró ella -. The Griffon. No estaba en él. Su barco era el San
Miguel. Él era el capitán de esa nave... Patrick Jack.
La mirada de Bane se suavizó. — Lo siento. El capitán no sobrevivio.
Cuando comenzaron a ignorarla, le enojó ser despedida tan simplemente,
entonces Cameron dio un paso hacia adelante de nuevo. — Si lo que dices
es verdad, entonces puedes explicarme esto -. Ella tiró un pequeño objeto que
había sido rescatado y le había sido entregado en su puerta con una nota de
su hermano.
El pequeño objeto se deslizó a través de la mesa para aterrizar debajo del
candelero delante de Bane.
Él y sus compañeros se congelaron un minuto completo mientras ella
contenía la respiración, esperando.
Era una baratija sin valor, hecha sin ningún sentido. Un extraño poco de
encanto diseñado con la forma de una adornada copa, con un par de alas
elevándose sobre el borde y una estaca con cintas que caía desde el fondo de
la misma. Y marcada con una flor de lis en el centro de su tazón. Aunque era
bastante bonito, ella no tenía ni idea por qué su hermano le había enviado una
cosa así a ella, ni por qué se molestaría incluso.
No le importaba a nadie más. Sería una gran crueldad si era una broma.
El capitán frunció el ceño ante el collar encantado, pero no hizo ningún
movimiento para tocarlo. — ¿Se supone que esto significa algo para mí?
Se encogió de hombros. — No tengo idea -. Lentamente, ella se acercó a
la mesa y les ofreció la nota donde había sido envuelto y sellado el objeto. -
Esto fue lo que él usó para envolverlo y enviármelo.
Bane tomó el pergamino arrugado de su mano y empezó a leerlo. La carta
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era simple y desgarradora. Ella la tenía grabada en la memoria.
Cam
Perdóname por tener que dejarte. Sabes que mi lealtad está contigo. Siempre.
No escuches a nadie. Mantén tu ojo del tiempo en el horizonte y esto en tu pecho.
No le digas a nadie que tienes esto. Ni siquiera a Lettice. No confíes en nadie en
tu espalda.
Siempre tuyo,
P.J.
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Capitulo 2
Traducido por: Do Anaxkolasi
Revisado por: Andy Cruel
* En francés en el original: -Perdon, Señor Meers... más - El alma - la luna - Expresion latina que sig-
nifica en si mismo o por si mismo.
De pronto, ella escuchó un fuerte chillido, que fue seguido de estridentes
carcajadas.
— ¡Ach, ahora! ¡Ustedes, infieles, perros mal paridos! ¡Devuélvanme mi
alma! ¡Qué pasa con la lastima de ustedes! ¡Qué tipo de cretinos bastardos
robarian las almas de los hombres, les pregunto!
Bart gimió en voz alta y se golpeó a sí mismo en la frente. — No puedo
creer que morí dolorosamente solo para tratar con esta mierda. Pienso que
más bien debería haberme quedado en el infierno. Al menos ahí solo tenía que
lidiar con Lucifer y sus demonios para luchar, y no con la maldición de Devyl
y sus idiotas. Sin ofender, pero nuestro Devyl me asusta muchísimo más que
el Viejo Scratch. El bastardo está más muerto y es más cascarrabias. Nunca
sabes cómo hacerlo reaccionar, o cómo va a hacerlo.
Riendo, Roach le palmeó la espalda. — Ya, ya, mon ami, ¡ ça ç’est bon!*
Esto es mejor que el infierno, de cualquier modo.
La mirada en el rostro de Bart decía lo contrario, mientras se apresuraba
a hacerle frente a las atronadoras voces.
Cameron se mantuvo atrás, insegura acerca de cómo exactamente se
estaba metiendo en esta búsqueda para encontrar a su hermano y regresarlo
a su casa con Lettice, junto a su propia cordura y seguridad. El tiempo estaba
acabándose, rápidamente, para muchos de ellos. Paden los había dejado a
todos en una mala situación, y él no tenía ni idea de eso.
Nathaniel se había enfermado hacía unas semanas, al igual que Lettice,
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pero la enfermedad de Lettice había resultado ser un embarazo inesperado,
del que sólo ella y Cameron sabían.
La muchacha iba a tener al bebe de Paden, y si él no regresaba en los
siguientes meses para hacerla una mujer honesta, habría un infierno para pagar
por ellos. Sin dudas, Nathaniel volcaría todo su enojo del inesperado embarazo
de su hija sobre la cabeza de Cameron si no podía localizar a su hermano. No
había ni que decir que seguramente el hombre tomaría represalias contra ella.
Ella deseaba que no lo descubriera, Nathaniel apenas había tolerado su
presencia en la taberna cuando él estaba ahí. Solo su miedo por Paden lo
mantuvo a raya.
Si el descubría que Paden había muerto y que había dejado a Lettice en
un mal estado…
Nathaniel le quitaría su protección, y Cameron estaría sin un penique,
sin casa, sin ningún amigo o familia. Sola en un mundo que no miraba
favorablemente a nadie sin medios, referencias, o prospectos.
Con esos pensamientos dispersos, Cameron aminoró la marcha mientras
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Capitulo 3
Traducido por: Andy Cruel y V. Cardiel
Revisado por: Andy Cruel
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Devyl escuchó el crujido de las tablas y los susurros de cosas que él deseaba
no poder oír. Las voces del más allá que nunca lo dejaban solo. Irónicamente,
desde que había vendido su alma, hace mucho tiempo, la capacidad y el
alcance de sus poderes eran las mismas cosas que ahora lo irritaban.
O tal vez, era justo que él fue era torturado por ellos.
— ¿Te atreviste a llamarme?
Levantó la vista del libro que estaba leyendo, hacia la esquina oscura
desde donde su viejo enemigo lo miró. — ¿Te atreves a usar ese tono?
Thorn se burló y dio un paso hacia la luz. Aunque no era tan alto como
Devyl, todavía era un musculoso bastardo, que intimidaría a la mayoría. Pero
Devyl no era la mayoría y ninguno de los dos nunca habían sido particularmente
amistosos.
De hecho, habían luchado una vez, uno contra el otro. Sus ejércitos tuvieron
una sangrienta y devastadora guerra en los extremos opuestos de un campo
cargado de intestinos.
Era tan extraño mirar en esos fríos ojos verdes sin tener un motivo para
entrar en batalla entre ellos. Sentarse en paz ante la presencia de un ser que
una vez había jurado verlo muerto a sus pies.
Mucho había cambiado. En lugar de su antigua armadura de anillos, Thorn
estaba vestido con un abrigo de brocado de moda y zapatos de abrochar.
Demonios, incluso llevaba una peluca empolvada sobre su cabello castaño.
Qué jodido.
Pero a su vez, Devyl también estaba muy lejos de la armadura que vestían
sus guerreros. Sus trenzas habían desaparecido, al igual que su gruesa barba
negra y su aspecto de filósofo. Ya no exhibía su retorcido y personal estilo.
No, no eran los mismos enemigos bárbaros que habían sido. Tampoco eran
mejores amigos. Ciertamente no eran familia. Probablemente el mejor término
para ellos era amargados extraños. Thorn cruzó la cabina para ponerse de pie
antes que él. En un movimiento que fue tan audaz como temerario, él golpeó
los pies de Devyl de donde estaban apoyados, reposando en la silla, y se sentó
en ella.
Inclinándose hacia atrás, cruzó los brazos sobre su pecho y arqueó una
ceja arrogantemente, como si provocara a Devyl a retarlo por su valiente
estupidez.
— Eres un cabrón descarado.
Thorn le sonrió maliciosamente. — Y tú eres un obstinado. Ahora podemos
prescindir de los insultos y me dices por qué tocaste mi campana.
Cerrando su libro, Devyl se rascó la barba de su mejilla. — Tenemos
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algunos problemas.
— ¿Los demonios demuestran ser demasiado para ti?
Le echó al bastardo una mirada amenazadora en respuesta a esa indirecta,
ya que Thor lo conocía.
Ni siquiera el poderoso Thorn y todo su ejército habían podido derrotar
a Devyl. De no haber sido por la traición de Vine, todos le estarían rindiendo
homenaje bajo su reinado eterno como malvado señor. Maldita vergüenza, la
perra le había ganado y se había vuelto estúpido
— Apenas. No, es algo sin importancia, que necesitas saber.
Thorn arqueó su frente aún más alto.
-¿Qué es eso sin importancia?
— Lo he escondido debajo de cubierta, con la Cazadora Oscura que
rescaté del mar.
— ¿Perdón? ¿Cuál Cazadora Oscura?
Devyl le lanzó una bofetada. — Te has quedado atrás, Leucious. Cuan
impropio de tu parte no saber todo lo que he estado haciendo.
— Bueno, tan lindo y adorable como eres, Duel, tengo otros asnos más
atractivos para mantenerme ocupado. Ahora, te gustaría ponerme al tanto, ¿o
debemos continuar este juego?
Dejó salir un -”heh” — molesto antes de hablar nuevamente - Apareció tu
amiga Menyara y ha enviado un serafh a mi puerta.
Thorn realmente se ahogó. Lástima que eso no fuera fatal para él.
Devyl le entregó su taza para ayudarlo a limpiar su garganta de la irritación
que lo había amordazado.
La tomó y bebió profundamente, luego escupió el contenido y maldijo a
Devyl por todo lo que nunca había podido.
— ¿Sangre? ¡¿Estás bebiendo maldita sangre y me la ofreciste sin
advertencia?! ¿En serio? ¿Cuando tú sabes lo que la sangre me hace?
Devyl no reaccionó al hecho de que, tal bebida, podría convertirlos a
ambos en animales asesinos y conducirlos a cometer cualquier atrocidad con
tal de probar más de ella.
— ¿Desde cuándo discriminas? Además, es sangre de demonio, no
humana. Una lástima. Pero sabía que tendría la delantera y un montón de
satisfacción si bebías un trago.
— Maldita excusa para un ser sensible. No puedo creerlo.- Thorn hizo
hincapié en las palabras. - Dejé que Savitar me convenciera para traerte de
vuelta.
Devyl resopló. — Como dijiste en mi resurrección, para destruir el mal de
esta magnitud no enviarías a un santurrón, a menos que quieras alimentar a tus
enemigos para el almuerzo.
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Thorn suspiró irritado mientras limpiaba su mano sobre su boca. — ¿Hay
algo en este lugar para beber que no se filtre a través de órganos internos?
— ¿Cuándo te convertiste en una cosita quisquillosa?
— Cuidado, Duel, que no sea que vaya por mi armadura y lo tomemos
donde lo dejamos una vez.
— Eso estaría bien para mí. Nosotros nunca terminamos esa última pelea,
si mal no recuerdo. Corriste con el rabo entre las patas.
La expresión en la cara de Thorn podía haber congelado el fuego en
Agosto en el ecuador.
— Avancé en una nueva dirección.
— Sí... claro.
Burlándose de la respuesta de mierda, Devyl lanzó una mirada hacia la
esquina donde estaba su alcohol. — Gabinete detrás de ti. Sírvete tú mismo.
Thorn se levantó para examinar las escasas bebidas que Devyl mantenía a
la mano para la visita de la tripulación, quienes incluso estarían más horrorizado
por su bebida preferida que Thorn.
— No fue mi elección. Con mucho gusto te hubiera enviado a tu precioso
Annwn ese día, si hubiera sido por mí.
— Lo habrías intentado. De no haber sido por tu corazón, preferiría haberte
entregado a tu padre por mi recompensa. Bastante alto es el precio que ofrece.
Thorn se quedó inmóvil.
— No temas, Leucious - dijo Devyl, usando el nombre real de Thorn. -
No tengo intención de decirle a alguien quien es tu padre. O la verdad de
tu nacimiento. Puedo ser un bastardo, pero no soy un pedazo de mierda. El
trauma con tu familia no es asunto mío. Tengo la mía propia para tratar.
Relajándose, Thorn eligió un vino abundante para servirse. — Aprecio tu
discreción.
Devyl resopló. — No lo hagas. Como sabes, coloco mis problemas en el
campo de batalla, al destino de los dioses. No utilizo ni tengo respeto por las
traiciones o los que participan en ella.
— Esa es la única cosa que siempre he respetado sobre ti, Duel. Incluso
cuando éramos enemigos. Siempre sabía dónde estábamos parados. Volvió a
sentarse. - Así que háblame de este Seraph.
— No es ella, por sí misma. Más bien, es su herman, que parece estar
bajo la custodia de Vine. De algún modo logró contrabandear el medallón de
su hermano, quien a su vez fue enviada aquí por medio de Menyara.
— ¿Cómo logró conseguir su medallón separado de su espada?
— Esa es la pregunta, ¿no? Pero entonces, es de la línea de sangre de
Michael-. Thorn soltó un silbido bajo. - Una sangre poderosa, esa.
— En efecto. Nunca supe que tenía problemas. Aparte de los rumores, por
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supuesto. ¿Lo hiciste?
— Yo no ahondo en esos lugares o hago esas preguntas. Ya no soy
bienvenido entre mis hermanos, como tú sabes. Para el caso, da lo mismo, ya
que confío aún menos, dado lo que me engendró... y cómo.
— No importa el por qué.
Exactamente. — Thorn cuidó su vino. Él consideró el asunto. - Si Vine tiene
un Serafh en su custodia...
— Uno poderoso...
— Ella podría abrir la puerta.
— Podría abrir más que eso. La sangre de Miguel es el bálsamo más
potente. Y si tiene en su custodia la espada como parte de su botín…
Thorn se estremeció. — ¿Estás seguro de que la hermana tiene el medallón?
— Yo mismo lo vi, activado bajo amenaza. Nadie se perdió el espectáculo
de luces que iluminó el cielo por leguas y estoy sorprendido que te lo perdieras
-. Devyl dejó su libro a un lado. - ¿Está Miguel todavía entre los Sarim?
— Ni idea. Como he dicho, no habla exactamente conmigo. Somos
Hellchasers. Los Hell-Hunters son una raza completamente diferente, y no
confían en mí o en nosotros como regla general. Los Necrodemians han sido
siempre unas perras cuando vienen a nuestras filas demoníacas.
Porque esperaban la traición de Thorn. Nacido de dos poderosos, y astutos
demonios que habían traicionado a todos y la codicia de una débil madre
humana, era probable que Thorn se convirtiera en uno de ellos, al menos
eso fue lo que asumieron. No importaba que por miles y miles de años Thorn
hubiera servido del mismo lado que ellos. Todavía se negaban a confiar en él
completamente.
Devyl no podía culparlos por eso. Era un bicho raro, como perro que no
comía su vómito. Sólo el más fuerte de los fuertes podría resistir la urgencia.
Por supuesto, nunca había conocido a ninguna criatura más fuerte que
Thorn, y aunque nunca lo admitiría en voz alta, era eso por lo que él respetaba
a la bestia. Thorn poseía una rara integridad, que él sabía que nunca sería
tentada por la oscuridad, a la que Devyl cedió voluntariamente.
Porque él no se había aferrado a la luz, como lo hizo Thorn. No había
nada de lo que se pudiera sostener. Nada que él ansiara o quisiera, más allá
de poner la cabeza de Vine en su pared
En este punto, ni siquiera importaba si regresaba al pozo infernal de la
tortura eterna o no. Lo había soportado durante tanto tiempo, que ya nada
tenía el poder de disuadirlo en lo absoluto. De hecho, una parte de él incluso
había aprendido a extraer un poco de placer del dolor, algo masoquista
totalmente. ¿Qué tan enfermo era eso?
Thorn le clavó la mirada. — Estás tomando esto muy bien. ¿Debo preguntar
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por qué?
— A diferencia de ti, no temo a la apertura de la puerta. De hecho, espero
que lo haga.
— Ya que el tuyo es el primer culo que Vine va a ver, después de abrir esa
puerta, ¿podría preguntar por qué estás tan ansioso por ello?
— Como has dicho, el mío es el primer culo que ella buscará. Esta vez,
cuando me vaya a mi tumba, no me iré solo. Planeo llevarla a ella y a todas
sus hermanas conmigo.
— ¿Incluyendo a Marcelina?
— Si ella se interpone en mi camino.
— ¿Qué pasó entre ustedes dos, de todos modos? ¿Por qué te odia tanto?
Devyl guardó silencio ante la pregunta que lo llevó a un tiempo y a un
lugar odiado. De vuelta al muchacho que había tenido una muerte dura, y
dolorosa mucho antes de que Vine cortara su corazón, y se lo diera de comer,
terminando con su vida mortal. — Ella me culpa. Por haber corrompido a su
hermana.
— ¿Lo hiciste?
— ¿Qué diferencia hace? Lo pasado está hecho. La culpa no es más que
un desperdicio en este punto. Además, todos somos culpables de algo.
Thorn conocía esa mirada en los ojos de Duel. Un dolor tan profundo y
oscuro que no te atreves a hablar de él, porque ninguna cantidad de tiempo
podría aligerar la forma en que laceró tu alma y la dejó abierta y sangrando.
Era una agitación que vivía dentro suyo. Culpa. Angustia. Y un odio hacia sí
mismo que anula todos los demás sentimientos, hasta el punto en el que a veces
te preguntas cómo logras mantenerte sano.
O tal vez, no lo haces.
Tal vez estabas loco.
Eso podría al menos explicar el horror que era la vida.
La parodia de todo es que la negación era la manera más fácil de hacerle
frente. Lo ignoraste tanto como pudiste y rezaste para que permaneciera en un
rincón oscuro, donde lo encerraste fuerte y suplicaste para que nunca saliera
de nuevo.
Sin embargo, no importa cuán fuerte sea el sello, con cuanto cuidado
guardaste esa puerta, tarde o temprano algún bastardo estúpido siempre tiene
que abrirla y obligarte a mirar dentro. Enfrentándote a la misma cosa que no
querías ver.
Hoy, él sería ese estúpido bastardo.
Era casi suficiente para hacerle sentir pena por Duel. Quizás quedaba
algún indicio de su alma en él, después de todo. Por otra parte, dadas algunas
de sus batallas más desagradables, se preguntó si nunca ha visto el alma de
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Dón-Dueli en la Dumnonii. No le habían llamado el Dark One o Black Soul
debido a su color de pelo.
Un golpe llamó a la puerta.
— Entre.
Thorn estaba impresionado con la forma en que Duel podía manejar su
voz, con una intensidad tan amenazante, sin en realidad elevar el tono. Como
un Señor de la Guerra, nunca perfeccionó esa mierda-en-sus-pantalones de
gruñir en la misma medida. William se detuvo en seco al ver Thorn en la
cabina. — Perdón por la interrupción, pero tenemos una pequeña situación y
se requiere su presencia, Capitán
Devyl soltó un suspiro cansado. — ¿Quién tiene el alma de Sallie ahora?
— No es eso. Hay una embarcación acercándose rápidamente por estribor
hacia la popa. La nave acaba de izar sus colores.
Arqueó una ceja interrogadora. William tragó saliva antes de contestar.
— Jack el Rojo.
Una bandera pirata. No toma prisioneros. No demuestra misericordia.
Muerte a todos.
No hay presa. No hay pago. Una lenta sonrisa se extendió a través de
los labios de Devyl. — Reduce nuestra velocidad, Sr. Death. Rodéala y, por
supuesto, dejemos a la perra ponerse al día.
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Capitulo 5
Traducido por: Eliza Zuñiga
Revisado por: Andy Cruel
2. Corbeta: Barco de guerra muy ligero, provisto de uno o dos cañones y de armas antisubmarinas
Devyl mantuvo a sus hombres en posición, y luego volvió a usar sus poderes
para determinar el nivel de amenaza del Soucouyant. No encontró ninguna
traición. Todavía tendrían que poner sus cañones en posición. Y nadie parecía
estar corriendo para hacerlo subrepticiamente.
Pero uno nunca lo sabía con certeza y él no estaba dispuesto a arriesgar
a su barco o a su tripulación bajo ninguna circunstancia.
Sobre todo porque sabía que Santiago tenía otros medios de ataque, que
nadie, aparte de él, Thorn o Belle, vería venir. Ataques frente a los cuales su
equipo no sería capaz de defenderse con armas tradicionales.
Mirando a Thorn por encima del hombro, captó la mirada de reojo del
viejo demonio. — ¿Qué te parece?
— Que Santiago te conoce demasiado bien como para intentarlo.
Thorn tenía razón al respecto. Disparar al Sea Witch nunca terminó bien
para nadie.
— ¡Iza la de tregua, Señor Death! Quédate en tu posición.
Y si los piratas intentaban algo, se deleitaría con más que la sangre del
demonio esta noche. El pensamiento le llevó una rara sonrisa a los labios.
Por favor, intenten algo. Le encantaría una buena pelea.
Fiel a su naturaleza, el capitán del Soucouyant, Rafael Santiago, se acercó
a la cima de la borda hasta que se acercaron lo suficiente como para poder
pasar de su cubierta a la de Devyl.
En el momento en que las botas negras de Rafael tocaron sus tablas, Bart
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y Zumari lo rodearon. Él se rió de sus amenazantes fanfarronerías y palmeó a
cada uno a su vez en la espalda, y lo condujeron hacia Devyl.
Incluso a pesar de tener la altura de Zumari, Rafael tenía hombros anchos
y era bien musculoso. Su oscura piel estaba cubierta de tatuajes en ambos
brazos, su cuello e incluso su cabeza estaban afeitadas.
Devyl era uno de los pocos que conocían los verdaderos orígenes del Capitán
Cross, o Rafael Christoph Santiago, como le habían nombrado al nacer. Era
hijo de Masika, una esclava etíope liberada, y un padre “mercader”, Cristóbal
Cruz Gabriel Santiago. Rafe había aprendido el comercio de bucaneros a
bordo del barco pirata del capitán Cris Cross, de la amorosa mano de su
amado padre. Y para el horror de su madre, fue una orgullosa tradición
familiar que Rafe siguió, a pesar de la ley de la tierra y el sentido común.
Sin miedo y con audacia, a la manera de cualquier pirata de segunda
generación, Rafe ignoró a sus acompañantes y se acercó a Devyl.
— Sabía que la Red Jack funcionaría para frenarte - le guiñó un ojo - Eres
demasiado predecible, amigo.
Devyl cruzó los brazos sobre su pecho. — Un infierno de apuesta la que
hiciste
— Eso es de lo que trata la vida, amigo mío. Sin riesgo no hay recompensa.
Devyl sacudió la cabeza ante el siempre jovial merodeador, que tenía más
huevos que cerebro. — Entonces, ¿qué te trajo en esta búsqueda suicida?
— Oí que estabas en estas aguas. Te he estado buscando durante días. Son
una tripulación difícil de encontrar - le dirigió otra sonrisa a Devyl y William -
De todos modos… encontré algo hace una semana... Creo que necesitas verlo,
Devyl. Tiene Belle escrito por todas partes. Definitivamente podríamos utilizar
su experiencia en este pedazo de carga. Y la tuya.
Aún más curioso, dirigió una ceja interrogadora a Thorn.
— ¿Quieres unirte a nosotros para esta inspección?
— ¿Por qué no? Estoy aquí. Mejor que una enfermera curiosa.
Ahora era el turno de Rafe de parecer perplejo.
— Rafael Santiago, te presento a Thorn -. Devyl dio un paso atrás para
que Thorn pudiera ofrecer su mano al legendario pirata.
— ¿Amigo? - preguntó Rafe.
— Más bien como hermanos -. La sonrisa maliciosa en el rostro de Thorn
hizo que Devyl quisiera golpear esa expresión hasta el olvido. Especialmente
desde que el bastardo estaba en posesión de su alma y tenía el control total
sobre él, dos cosas que enloquecían hasta el último pedazo del núcleo de
Devyl.
Hermanos, mi culo. Más como la viruela o la peste en su anatomía privada.
Rafe estrechó la mano de Thorn y dio un paso atrás. — ¿Sin apellido? ¿O
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es solo Thorn?
— Thorn es todo lo que alguien necesita saber sobre mí.
— Tal cual, como una espina3 en los testículos de todos - murmuró Devyl
Rafe se echó a reír. — Entendido - hizo un gesto hacia su nave - Caballeros,
después de ustedes -. Devyl bufó ante la invitación, que todavía podía ser una
trampa. – Voy a quedarme en la parte trasera.
Rafael le dirigió una exagerada mirada inocente. — ¿Qué? ¿No confías
en mí?
— ¿Después de que me pegaste un tiro fuera de la taberna la última vez?
No. Pero no lo tomes personalmente. Tampoco confío ni en mi propia madre.
Rafe fingió indignación. — Fue un tiro errado de algún otro borracho.
¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
— Hasta que te crea, lo cual nunca sucederá.
Thorn sacudió la cabeza y suspiró antes de volverse hacia el barco de
Rafe. Una vez que subió, le envió la cuerda a Rafe, quien siguió su ejemplo y
abordó su nave.
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Capitulo 8
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel
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Capitulo 9
Traducido por: Luna Miriel
Revisado por: Andy Cruel
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126
Capitulo 10
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel
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– ¿Estás bien, hija?
Cameron se sobresaltó al oír el tono suave de la voz de Marcelina mientras
caminaba detrás de ella a la cocina.
– Lo siento. Si. - Ella frunció los labios y frunció el ceño. - Algo así. -
Parpadeando, se encontró con la mirada de Mara. – ¿Estás bien, ma´m?
Mara sacó una taza del estante de abajo de donde Cameron había tomado
una sólo un momento antes – Como tú, estoy un poco alterada por los sucesos
del día. No suelo tratar con niños demoníacos. Hay algo profundamente mal
con ellos en todo esto.
– Sí, de hecho. Dice mucho de porque estamos en contra de que ellos
bajaran tan profundo - le entregó a Mara el ron. - Tu, hermana, ¿verdad?
Ella asintió. – No tan inocente como yo quería pensar. Mara tomó un
trago, deseando poder dejar de recordar algunas inquietantes verdades, que
ella había estado haciendo su mejor intento, para mantener enterradas. Sin
embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudieron quedarse encadenadas
Malditas cosas bastardas...
– ¿A qué diablos viene esa mueca? Y no digas que es por el capitán. Estoy
empezando a conocerla mejor, querida mía.
Mara resopló ante la muchacha, que era demasiado astuta para su propio
bien. — Sólo estoy pensando... hay una enfermedad entre mi gente que
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provienen del mal uso de la magia, una que hace que nuestros corazones se
marchiten y se petrifiquen.
Con el color desapareciendo de sus mejillas, Cameron jadeó. – ¿Vas en
serio?
Ella asintió sombríamente. – Lo llamamos Heartrot o Invierno. Es donde
empezamos a deteriorarnos de adentro hacia afuera. Como lo que viste con
Mona. Nos ponemos pálidos y nuestra sangre se oscurece. Aquellos de nosotros
que somos más fuertes podemos ocultar la enfermedad por más tiempo que los
que son más débiles, pero tarde o temprano, se notará. Y cuando lo hace, nos
convierte en monstruos que viven del dolor y la sangre de los demás.
– ¿Hay algún tratamiento para eso?
Sacudiendo la cabeza, Mara se estremeció ante la brutalidad de la
enfermedad, semejante a una plaga. Aunque ya no era común entre su gente,
había visto más que suficiente de la enfermedad en su tiempo, como para tener
miedo de contraerla, y no tenía nada que ver de ninguna forma con el invierno
– Como el corazón ya no late por si mismo, causa un hambre dolorosa
de sangre fresca dentro de la víctima, al punto que ellos cazarán a otros
para conseguirla. Los rasgarán y los devorarán enteros para obtener lo que
necesitan. Incluso a sus propios hijos, los niños no están seguros alrededor
de ellos. Nadie lo está. Se dice que cuando se pone lo suficientemente malo,
incluso roen los huesos como ratas rabiosas, tratando de obtener cada último
pedacito de sangre que puede salir de la médula.
– Suena horrible.
– No tienes ni idea. - Un sabor amargo se sintió en su boca mientras
silenciosamente se ponía furiosa - ¿Lo peor? Fue la raza de Du quien primero
nos maldijo con ella. Su propia abuela, Kara, sentenció a su madrastra Heiðr
por matar al abuelo de Du después de que se casaron. Kara, una diosa oscura
de Disir, le dio esta enfermedad a mi pueblo por lo que se hicieron a ella, y
nosotros les devolvimos el favor con nuestra propia versión de la enfermedad.
Primero Kara fue afectada con ella, entonces su hijo, y finalmente el mismo Du
la contrajo.
Cameron jadeó al darse cuenta de lo que eso significaba y por qué Du era
tan malvado. – Si no hay tratamiento, ¿podrá alguna vez ser curado?
De nuevo, sacudió la cabeza. – Esa es la razón de que sus ojos se vuelvan
rojos cada vez que se enoja. Lo que lo hace una bestia irracional. Aunque hay
que darle crédito, porque contiene su locura tan bien como le es posible. La
mayoría se vuelven locos y por eso tienen que ser sacrificados como animales
rabiosos.
– La mayoría implica que algunos sobreviven.
Mara suspiró mientras vertía más licor. - Hay leyendas - algunas tontas,
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por supuesto - que afirman que pueden ser salvados por el verdadero beso de
amor. O la mano de alguien que puede ver más allá de la bestia para amarlo
a pesar de su crueldad. Pero eso es tan tonto que es una ridiculez.
– ¿No crees en el amor?
¿Cómo podía? Ella nunca lo había visto en su muy larga vida. Y ella había
visto algunas cosas bastante milagrosas. Pero nunca amor. Nunca nada cerca
de lo que los poetas describían en sus ridículas canciones. – ¿Usted si, señorita
Jack?
– Sí. Mi hermano ama a su Lettice. Es por eso que creo que lo encontraremos.
Él no la dejaría. No sin dar pelea.
– Entonces tienen suerte, de hecho.
Cameron bebió un sorbo de su ron. — Así que ¿Nunca has estado
enamorada?
Ella sacudió su cabeza. – Mi gente no creía en ello. No en la forma en
que lo hacen los humanos. Y los dioses saben que Du definitivamente no lo
hace. Se reiría como un loco si tu solo lo insinúas. Él solo cree en el deber, el
honor y la familia.
– ¿Te burlas de eso?
– No es una burla lo que detectas en mi tono. Es sólo tristeza. No importa
lo noble de un concepto, cuando se toma al extremo, cualquier cosa puede
llegar a ser corrompida y utilizada como vehículo para el mal.
– Así que crees que el capitán está más allá de... ¿Toda redención?
Mara hizo una pausa ante la pregunta. Unos pocos meses atrás, ella
habría dicho que sí absolutamente.
Ahora…
Ella frunció el ceño mientras su mirada sobrepasaba el hombro de Cameron
para centrarse en la enorme forma de Devyl, dirigida hacia ellos. Había una
intensidad en su bravuconería que no había visto en mucho tiempo. Una que él
reservaba para la batalla, o los enemigos que tenía la intención de destripar.
No se había acercado a ella con esa actitud desde el día en que se
conocieron, y ahora generó la misma reacción, como lo había hecho entonces.
Su intestino se endureció cuando una parte de su cordura gritó para que ella
corriera.
Desafortunadamente, no podía escapar. Así que se mantuvo firme, aunque
una parte de ella esperaba mojarse encima en cualquier momento.
Sin decir una palabra, él tomó su brazo con un feroz agarre y la sacó de
la galera a la cubierta superior.
– ¿Qué estás haciendo?
Prácticamente la llevaba en volandas. Aunque él era insistente, no era
áspero, en sí. Sin embargo, la inquietaba. Y en serio le molestaba.
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Pero no tanto como su silencio sobre el asunto.
– ¡Duel! ¡Respóndeme! ¿De qué se trata esto?
– Querías aprender a protegerte tú misma. Estoy aquí para enseñarte.
– ¿Qué? - Aturdida y confundida, ella parpadeó cuando él finalmente soltó
su brazo de modo que ella estaba en el centro de la cubierta, cerca del mástil
principal - ¿Perdón?
Le tendió una espada. – Vas aprender a luchar.
– ¿Ahora?
¿Alguno de los demonios lo había poseído? Ella nunca lo había visto así.
Y ella había estado bromeando más temprano. Seguramente lo había sabido.
Por sus acciones, había asumido que entendía que era broma.
Echando un vistazo a la tripulación que había hecho una pausa para
mirarlos, ella sacudió la cabeza. – No necesito aprender a luchar.
Era lo que ella tenía para él.
– Si, lo necesitas. - Él presionó el frio agarre de la empuñadura en su
mano.
Ella se negó a aceptarlo. – ¿De qué hablas?
Una furia pura y absoluta oscureció su ceño. Era tan frío y feroz que
realmente la asustó, algo que ella no habría creído posible.
– Toma. La. Espada. Cada palabra cortaba aún más bruscamente que
como lo haría la espada.
– ¿Qué está mal contigo?
Sus ojos brillaron en rojo vibrante. – Toma ¡la espada! - gruñó en aquel
profundo y atronador tono demoniaco. - ¡Ahora!
— No, no lo haré.
Du la empujó hacia atrás. — ¿Es esa tu respuesta, entonces dejarás que
tus enemigos te tengan? ¿Te desangren? ¿Morir? ¿No harás nada mientras te
violan y te abandonan?
— ¿Capitán?
Du disparó una explosión de fuego hacia William cuando él se acercó
para echarle una mano a ella.
– Quédese fuera de esto, Sr. Death, antes de que yo haga de su apellido
una condición permanente, ni siquiera Thorn puede salvarte - Se volvió hacia
ella. - ¿Así qué?
Con los labios temblorosos, vacilo al ver lo que veía en aquellos ojos rojos.
Había algo mucho más oscuro que un alma demoníaca dentro de él. Algo
mucho peor tenía las garras en su corazón.
– Duel... No voy a salir lastimada.
– No seas condescendiente conmigo. No después de lo que paso hoy - La
tomó de la mano. Y forzó su agarre alrededor de la empuñadura de la espada.
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– Tómala y aprende a protegerte ¡tú misma!
Con un aliento desigual, sacudió cabeza. – No puedes enseñarme a luchar
en un día... en una sesión. Duel tu sabes ¡eso! Una sola lección es totalmente
inútil. ¿De verdad crees que puedes entrenarme para ser tú en una sola tarde?
¿Cuánto tiempo te tomó aprender la destreza o entrenar un ejército?
La angustia se marcaba en sus cejas cuando su cordura rompió a través de
su locura. Su propia respiración se aceleró. El la fulminó con la mirada, con el
peor odio que hubiera visto en su cara. Se burlaba de lo que él le había dicho
el día que se habían encontrado. – ¡No voy a enterrarte! ¡Me escuchas, Mara!
¡No lo haré!
Esas palabras la desconcertaron. – Entonces, injértame y volveré.
Sus fosas nasales se encendieron y por un momento ella juraría haber visto
lágrimas en sus ojos antes de que saliera disparado hacia su cabina.
Aliviada, temblando, y todavía bastante aterrorizada, miró a su alrededor
y vio las caras pálidas de la tripulación, todos congelados en el lugar por la
extraña explosión de su capitán.
William fue el primero en recuperarse. – ¿Estás bien, madam?
Ella asintió. – Asegura el barco, Sr. Death.
– Si, madam.
Respiró hondo para intentar poner en orden sus nervios, antes de dirigirse
a Du.
Cameron estaba más cerca de la puerta de la cabina. – ¿Seguro que
quieres entrar ahí sola?
Realmente no. Pero tenía que ser hacerlo.
– Si. No creo que me haga daño.
O eso esperaba Mara.
Cameron arqueó una ceja escéptica.
No es que Mara la fuera a culpar porque dudara. No estaba tan segura
de sí misma. Había sido una exhibición explosiva la que Duel les había dado.
Ofreciendo una sonrisa que estaba segura de que no alcanzó sus ojos, se
dirigió a la cabina para comprobar a Duel.
Él se estaba golpeando a fondo con algo que ella sabía con seguridad,
no debería estar bebiendo.
– ¿Du?
Se congeló instantáneamente por unos cuantos latidos del corazón, luego
vació su copa.
Con la mano temblando, alargó la mano y le tocó el hombro.
– Háblame.
Resoplando, vertió más sangre.
Le cogió la mano para evitar que bebiera más, luego tomó suavemente la
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taza y la coloco a un lado. Cuando empezó alejarse, ella puso su mano en el
pliegue de su manga. El tamaño de él la abrumó por un momento. Eso era fácil
de olvidar algunas veces, la enorme bestia que era.
Pero esta cercanía...
Él podría desgárrala.
Sin embargo, no se movió. Aunque su furia llegaba a ser una fuerza tangible,
él se quedó completamente inmóvil delante de ella. El único movimiento era el
tic en su mejilla bigotuda que mantenía el ritmo con su rápida respiración.
— ¿Porque estas tan enojado?
Gruñó como un depredador rabioso. — ¿Por qué no peleaste?.
— Eran niños.
— Eran demonios.
— No me di cuenta lo que eran hasta que fue demasiado tarde.
El dolor destello en sus cejas. Eso oscureció sus ojos de nuevo a su negro
natural antes que se volvieran a enrojecerse de nuevo.
— Eres como ellos. Te odio por eso.
Esas palabras deberían lastimarla. Deberían rasgarla, pero la agonía
debajo de ellas le dijo que su odio estaba dirigido más hacia el mismo que
hacia ella. – ¿Quiénes ellos? ¿Vine?
Una sola lágrima cayó por su mejilla. Tan rápido e inesperado que su
mandíbula cayó.
Él tragó, se encogió de hombros y volteo la cara, luego retrocedió y se
aclaró la garganta. — Deberías irte.
¡Como el infierno!
— No hasta que me lo expliques... Duel. Por favor.
Devyl comenzó a rasgarla. Era lo que hubiera hecho normalmente.
Era lo que él quería hacer. Y, sin embargo, él no podía hacerle daño. Y por
eso, él se odiaba más. Maldita sea al infierno y de regreso. Y maldito sea, él
también. ¿Por qué siempre había sido débil en lo concerniente a ella?
Fue eso lo que les había traído a este lugar y tiempo. Lo que le había
permitido atarlos. Ese momento en el que estaba tan furioso y sanguinario...
Él había mirado esos aterrorizada ojos ámbar mientras ella se levantaba
con tanto desafío contra él, que se perdió en ella completamente.
Por eso inicialmente había dormido con Vine. Mientras que su pigmentación
era diferente, sus rasgos no lo eran. Las dos mujeres podrían ser gemelas, salvo
por su color del pelo, y muchas veces por la noche, había cerrado los ojos y
había imaginado a Vine con pelo blanco plateado y ojos ámbar. Y que olía a
rosas y ligeras especies.
Pero al final, Vine había sido el frio sustituto que utilizó, con la esperanza
de sacar a Mara de sus pensamientos. Con la esperanza de deshacerse del
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deseo intenso que tenía por ella desde su corazón.
A pesar de todo, siempre estuvo atraído a ella. Contra toda cordura y
razón. Contra todo el sentido común de mierda.
Como ahora. Se encogió de hombros y cerró los ojos. Tragó saliva ¿Por
qué no decirlo en este momento? ¿Por qué continuar la farsa que lo había
llevado a la locura, más de lo que lo hizo la maldición que su gente había
puesto sobre la suya? Eso parecía absurdo.
Así que respiró hondo y finalmente la única y codiciada verdad que había
vivido dentro de él durante incontables siglos. — Me recuerdas tanto a mi
madre y hermanas.
— ¿Perdón?
Se volvió para poner los dedos contra la tibieza de su pálida mejilla. La
suavidad de su piel le recordaba el frágil pétalo de una flor. El tipo que Elf
solía utilizar y para alinear en sus camas. — Eres un roble blanco. Mi madre
era una derasílfide.
Ella dejó escapar un jadeo suave, las noticias inesperadas la golpearon. Sus
ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba con absoluta incredulidad.
Por su expresión, podía decir que ella no quería creerle. Que ella no estaba
muy segura si él estaba siendo honesto o tratando de engañarla. Pero esta era
una cosa sobre la que nunca mentiría. Después de todo, era lo único que había
gastado una vida negando y ocultándolo con todo lo que tenía.
Un oscuro secreto que le estaba confiando solo a ella.
— ¿Qué?
— Si. Olmo. Ella fue designada como el guardián de mi padre, cuando
dejó Alfheim para tomar su lugar como el líder de la Dumnonii. Se suponía que
debía mantenerlo anclado y estable. Nunca estuvo en ellos casarse.
Porque estaba prohibido. Un druida- Aesir nunca debía tocar a su guardián
Deruvian. Ellos les rendían homenajes y creaban nemetons para su honor y
comodidad.
Nunca deberían “conocerlos” o casarse con ellos.
Su respiración se volvió irregular cuando ella continuó luchando contra la
imposible verdad. No es que él la culpara. Había momentos en que también
le resultaba absurdo.
— Ese es el secreto de tu poder.
El asintió. — Ese es el por qué, nadie jamás podría derrotarme. No soy
sólo un Aesir, también soy un Vanir y Adoni oscuro.
Cubriéndose la boca, soltó un suspiro irregular cuando ella finalmente
pareció aceptarlo, aunque sus ojos ámbar todavía estaban preocupados. —
¿Vine, alguna vez lo supo?
— No. Nunca se lo he dicho a nadie.
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Ella arqueó las cejas ante la impactante declaración. Y otra vez, él no
podía culparla. Eran enemigos después de todo. Lo han sido por innumerables
siglos. — ¿Por qué? Dime
Dejó salir una risa amarga ante una pregunta que sin duda tenía que ser
obvio. — ¿No lo sabes, Mara? - Él tomo su mano en las suyas y la llevó a su
corazón. Sus ojos se desvanecieron a negro.
Mara tragó con fuerza ante el feroz golpeteo de su corazón bajo la
palma de su mano. Con el calor tierno de sus ojos mientras la miraba con una
expectativa que ni siquiera podía comenzar a comprender.
Todavía estaba boquiabierta por las noticias. Impresionada de este lado
nuevo de él, que ella nunca había sabido que existía.
¿Y ahora esto?
Era más de lo que podía hacerle frente ahora. Más de lo que nadie podría
manejar. Honestamente, ella preferiría luchar contra los demonios que querían
robar su alma antes que tratar con estos extraños sentimientos que no tenían
sentido para ella. Prefería enfrentarse con un demonio real que pensar por un
segundo que ella podría sentir algo amable por Devyl Bane, el azote de su
pueblo. La criatura que había desgarrado su mundo, que no le dejó nada y a
nadie.
No, ella lo odiaba.
Si, lo hacía. Ella debería recordar eso. Hacer eso. Era la verdad.
¿No es cierto?
Determinada a mantener el rumbo, ella encontró su mirada inquebrantable.
— Ya sabes que no hay nada más que odio entre nosotros, Du
Una profunda tristeza desgarradora oscureció la sombra de sus ojos. —
Si. - dejando escapar un suspiro cansado, levantó su mano a sus labios y le dio
un tierno beso en sus nudillos antes de regresar a la cubierta principal.
Mara no se movió cuando lo oyó dando órdenes a los demás. Mientras el
mar se balanceaba contra sus tablas y sentía el movimiento de las olas.
Y dentro de su cuerpo, estaba tan vacía como el propio buque. Vacía
porque sabía quién era la verdadera bestia que estaba a bordo.
Por una vez, no era Devyl Bane.
Recuerda, hermana... me traes El corazón de Du y yo me encargaré de que
estés libre para vivir tu vida independientemente de los lazos que te unen a su
destino. Lo juro.
Mientras no estaba segura de que pudiera confiar en Vine, sabía que
podía confiar en el odio de su hermana por su ex-marido. Para meterlo entre
sus garras, no había nada que Vine no haría. Y si existiera una criatura que
podría deshacer el hechizo que Mara había lanzado que unía su vida a Duel…
Era Vine. Por eso había seguido a los demonios lejos del orfanato. Vine le
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había prometido a Mara que con el disfraz del douen ella la liberaría.
Hacía mucho tiempo que Mara estaba atada a él. Había sido forzada a
servirle como su compañera y guardiana.
Darle de su sangre y sus poderes para sus hechizos, este barco era un
excelente ejemplo. Había vendido su esclavitud a Thorn, luego la obligó a
convertirse en este buque para llevar la suerte de ellos y velar por su tripulación
como un guardián maldito.
Ya había terminado. Era hora de recuperar su vida
Incluso si tuviera que terminar con la suya para hacerlo.
Es lo correcto que hay que hacer y tú lo sabes en tu corazón.
Pero si eso era cierto, ¿por qué dolía tanto? ¿Y por qué la duda la
atormentaba así?
Capitulo 11
Traducido por: Caro
Revisado por: Andy Cruel
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4. “Tomato, tomahto.” en el original se usa para decir descaradamente que algo es una distinción
sin diferencia haciendo referencia a la pronunciación inglesa y estadounidense para la misma palabra
de nuevo en el mundo? Especialmente con este último lote de ... ¿Cómo se
llaman? ¿Deadmen?
— Cuervo vuela con cuervo.
— Más como… buitres juntos.
— Lo que sea. El cimmerian Magnus tiene un equipo para tentar a los
santos a ser pecadores. Creo que es justo que tengamos un equipo para tentar
a los pecadores de regreso a los santos. Equilibrio. Si alguien en el universo
debe apreciar esto, deberías ser tú Mikey.
Michael dio un paso atrás con el ceño fruncido.
— Cuando lo pones de esa manera, lo que estás haciendo casi tiene
sentido. - Sin embargo, después de un segundo, negó con la cabeza. - No
puedo creer que estemos del mismo lado, ¿cómo es esto posible?
Thorn Bufó. — ¿Esto significa que vas a ayudarme ahora? ¿Somos amigos…
amantes?
— Eres un idiota sarcástico. - Gruñó profundamente en su garganta.-
Aunque no confío en ti, espero que no vivas para arrepentirte de lo que estás
haciendo.
Thorn no contestó, las únicas cosas que había lamentado, tenían que ver
con su hijo y la mujer que había dado a luz a Cadegan. Los únicos a los que
había amado.
Los únicos que lo habían destripado.
— ¿Así que sabes la razón por la que vine? Debido a lo que ha pasado
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con la Puerta de Carian y con tus acciones rápidas que ayudaron a retener lo
que nunca había estado en peligro de desatarse, hasta ahora.
— ¿Disculpa? Creo que las palabras correctas que estás buscando son
Gracias, Thorn, por salvarnos los traseros cuando nos dejamos atrapar con
nuestros pantalones abajo.
Michael se aclaró la garganta antes de continuar sin reconocer la
interrupción de Thorn. — Decidimos dejar de ser tus adversarios y los
adversarios de tu gente. De ahora en adelante, siempre que tus Hellchasers
necesiten respaldo, pueden llamar a nuestros Necrodemians terrestres. Ellos, o
nosotros, responderemos a tus malvados.
— ¿Realmente el infierno se congeló?
— Todavía no, pero una de sus puertas principales está fracturada, mientras
no haya una rebelión similar de tus tropas, le apoyaremos en esta pelea.
— Qué generoso de tu parte.
— Creo que las palabras que buscas son Gracias, Michael. Podríamos
usar la ayuda y apreciarla.
– Y escucharás esas palabras de mí el día en que la polla de Lucifer se
pudra congelada.
Michael soltó un suspiro molesto. — ¡Yo sí deseo conversar contigo! Es
como si tuviera la cabeza perforada y el cráneo abierto.
Arrugando su frente, él presionó con dedos el puente de su nariz, como si
su intercambio le estuviera dando la misma migraña que actualmente golpeaba
la cabeza de Thorn.
— Una última cosa. ¿La puerta? está situada en el Quella. - Thorn se
estremeció ante la mención de la cadena de islas conocidas, algo que deberían
haber sabido.-
— Por supuesto que estaría ahí. ¿Y qué isla divertida tiene el honor? Oh
espera, déjame adivinar. No sería la única Habitada por dragones enojados.
Sólo nos comerían, y no hay diversión en una muerte rápida. O la isla de los
demonios, porque eso sería demasiado rutinario, y la mitad de la tripulación de
Bane estaría encantada, ya que ellos, incluido el propio Bane, lo considerarían
un buffet que no podrían dejar pasar, en la tierra de los siete gigantes no,
porque otra vez la muerte sería Demasiado rápido y sin dolor para ellos. No.
Esta aventura llena de diversión sólo se podía encontrar en Meropis. ¿Estoy en
lo correcto?
— Tu razonamiento deductivo me impresiona.
Thorn se burló. — ¿Qué tal si lo hago mejor entonces, de todos los lugares
en que pudieron haber plantado esa puerta, la pusieron directamente en esa
apuesta, una isla de la que puedo decir en realidad, que es la correcta ciudad
perdida y abandonada donde está alojado Anostos -llamado así porque
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significa literalmente Sin retorno?
— Otra vez, me asombras. - Su voz igualaba el nivel de sarcasmo de
Thorn.
— Te odio tanto, Michael. - El Serafh se inclinó hacia adelante para darle
una juguetona palmada en sus mejillas.-
— De nuevo, demonio. - Y con eso, se desvaneció
Thorn no se movió, considerando este cambio extraño. No era como Sarim,
para reconsiderar las cosas que hacían, ni tampoco sus actitudes sobre un
asunto o una persona. Los Sarim siempre tenían razón en todas las cosas. Todos
los demás estaban equivocados. Siempre. Pero en esto, habían cambiado de
rumbo y se acercaron a su línea de defensa. Más que eso, estaban de acuerdo
con él y estaban dispuestos a ayudar a su causa.
Eso realmente le asustó la mierda fuera de el.
El mundo realmente estaba llegando a su fin. Solo esperaba que hubiera
elegido el lado correcto del cual estar.
Tal vez debo volver a pensar en una visita al buen viejo papá.
Capitulo 12
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Nébula
Debí devolver esto hace tiempo. Fue una cosa increíblemente egoísta y no
voy a mantenerte atada por más tiempo. Cuando lleguemos al próximo puerto,
compraré un Nuevo barco para la tripulación.
Santiago aceptó llevarte a cualquier puerto que desees. No es que lo necesites,
ya que eres el barco, pero le pregunté porque sé cuánto odias estar sola.
D.
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Devyl trató de ignorar el par de ojos que podía sentir sobre él. Si solo esa
fuera la parte de ella que quisiera que tocara su piel.
Maldición.
No tenía a quien culpar por el odio y resentimiento de Mara hacia él más
que a él mismo. Ni podía culparla por eso, era lo que máximo que merecía,
considerándolo todo.
Y aun así, no podía mantener firme sus incontrolables pensamientos. Entre
más pronto pudiera sacarla de su tripulación, más seguros estarían todos.
— ¿Capitán?
Él paso la mirada sobre su hombre para ver a Bart mirándolo. — ¿Qué
puedo hacer por usted, Sr. Meers?
— El alma de Sallie se ha perdido de nuevo.
Con un gesto irritado, se volvió para ver a Bart. — ¿Soy un capitán o el
niñero de unos niños pequeños?
— Aparentemente, es ambas cosas. - Le dio una rápida sonrisa sarcástica
a Devyl.
Gruñendo de exasperación, Le entregó el catalejo a Bart. — Cierre la
escotilla, Sr. Meers. Se avecina una tormenta. Asegure la cubierta y las velas.
Será una fuerte ráfaga.
Bart miró hacia el cielo. — ¿Está seguro? Está tan claro como podría estar.
— No será así dentro de una hora. Créame.
— Aye, aye, Capitán.
Mientras Devyl se acercaba a la cabina, antes de lidiar con el alma de
Sallie, sintió allí la presencia de Thorn o… al menos los restos de ella. Extrañado
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por la visita, entró para encontrarse el mapa clavado a su escritorio con cuatro
tipos de daga específicas. Del tipo que podrían hacerlo enojar si no hubiera
una quinta clavada a una nota, indicando un conjunto de islas al norte de San
Juan.
TTUYA
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Capitulo 13
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Nébula
Cameron estaba hablando con Kalder cuando un poco del agua subió
sobre el lado del barco, salpicando. Al principio, pensó que no era nada más
que el usual rocío.
Hasta que el agua comenzó a tomar forma, la de un hombre musculoso.
Entonces rápidamente se formó una armadura sobre su piel acuática.…
Su mandíbula cayó, y sintió como la sangre ardía en sus venas. Kalder
se dio la vuelta para llamar a los otros mientras saltaba sobre la criatura. Al
momento en que le tocó, su cuerpo cambió a la forma de un tritón.
William, Rosie, y Kat desenfundaron sus espadas listos para echarle una
mano. Pero antes de que pudieran hacerlo, más criaturas subieron a su lado,
en escurridizas oleadas.
Valynda tomó su brazo. — Necesitamos ir bajo cubierta. ¡Rápido!
— ¿Que son esas cosas? 156
— Espíritus del agua.
Camerón nunca había oído sobre tal cosa. — ¿Y cómo luchamos contra
ellos?
— Con demasiada habilidad… hay un instante de abertura cuando se
solidifican en piel para atacar. Es un parpadeo y es el único momento en el
que son vulnerables.
Cameron se dio cuenta de lo que se refería cuando uno fue tras Kalder.
Eso se elevó hacia él y tal como lo describió Valynda, se convirtió en piel solo
por una mínima palpitación.
Kalder, rápidamente clavó su espada en su pecho justo cuando se volvió
sólido. Con un fiero, y estridente aullido, explotó en una sangrienta escena
revolcándose sobre el piso.
Ella iba a ayudar, hasta que otra onda se manifestó a su frente.
Se elevó como un monstro esquelético y dio vuelta hacia ella mostrando
sus colmillos.
Estiró el brazo con un zarpazo.
Demasiado petrificada para moverse, le miro mientras esa cosa se acercaba
a ella.
Justo cuando estaba a punto de agarrarla, una espada pasó por en medio
de eso. Como el otro, este explotó en un espectáculo sangriento y le mostró al
capitán quien lo había atravesado con un arpón. — ¿Está bien, Señorita Jack?
— Aye, señor.
— Entonces mejor vaya abajo. - El dio la vuelta para luchar contra otro.
Hipnotizada, observó cómo abatió a dos más con su habilidad experta,
uno justo antes de que matara a Kat.
Él era increíble. Al menos hasta que uno de los mástiles se vino abajo y lo
golpeó, un instante antes dos de los espíritus hundían sus colmillos en su piel.
Kalder y William se apresuraron a llegar a su lado para luchar contra los
espíritus. El tiempo pareció suspenderse mientras ella esperaba que el capitán
fuera arrastrado sobre el piso por las olas de atacantes. Y en un palpitar, antes
de que hubiera sido llevado al mar, un lado del barco se elevó para mecerlo
y, rápidamente, alejarlo de su alcance. Le tomó solo un momento darse cuenta
de que había sido Marcelina el barco que estaba ahora luchando contra los
espíritus y protegiendo a la tripulación.
¿Pero porque había esperado para detenerlos?
Belle dejó salir un canto. Uno que fue seguido por Janice, Luego Rosie.
Juntas, sus voces causaron que un campo rodeara el barco para protegerlo e
impedir que los duendes accedieran a la cubierta.
Solo entonces Bart y William levantaron al capitán del piso y lo llevaron
entre ambos hacia su cabina.
Cameron y Valynda les siguieron, intentando ayudar. Aunque para ser
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honestos, Cameron no sabía mucho de medicina o de curaciones. Una nariz
ensangrentada o un ojo morado eran las peores heridas que ella o Paden
alguna vez habían sufrido en casa.
— ¿El capitán no puede morir, no es así? - les preguntó.
Valynda arrugó su rostro ante la pregunta de Cameron. — Técnicamente
es cierto.
— ¿Técnicamente?
— Pues él no puede morir igual que una persona, nosotros no podemos
volver al lugar de dónde venimos.
— ¿Qué significa eso?
— ¿Recuerdas lo que te contamos de Thorn? ¿Cómo podía revocar nuestro
permiso y devolvernos al infierno del que nos salvó?
— Aye.
Valynda unió sus cejas en una profunda preocupación. — Él no es el único
que puede hacerlo. Otras criaturas tienen esa habilidad, también. El problema
es, que no siempre sabemos contra cuales estamos peleando que puede n
hacerlo. Hasta que es muy tarde para nosotros.
William suspiró jalando el cobertor sobre el Capitán Bane. — Y a veces
el proceso de ser traído de vuelta se ve tan horrible como esto. - El sacudió su
barbilla hacia Devyl.
Bart asintió concordando en silencio.
— ¿Hay alguna cosa que podamos hacer?
Les preguntó Cameron.
— Rezar - dijeron simultáneamente.
Marcelina entro a la cabina y rápidamente los ahuyentó.
Cameron dudó estando en la entrada. No estaba segura de porqué, pero
algo dentro de ella no encajaba. — ¿Ma? ¿Porque esperaste tanto para ayudar
al capitán a luchar contra los espíritus del agua?
— Pensé que él tenía todo bajo control.
Ella estrechó su mirada hacia la anciana. Por razones que no podía
mencionar, no estaba segura de sí podía creer una palabra de eso.
Mara arqueo su ceja al notar un cambio en Cameron. Una oscuridad
dentro de ella, que no había visto allí antes. Una repentina desconfianza. —
¿Tienes algo más que decir?
— ¿Porque lo odias tanto?
— Por razones que es mejor que te alegres de no poder imaginar. He visto
una parte de él que es inconcebible para alguien con tu ingenuidad.
— No soy ni de cerca tan ingenua como lo has pensado, ma. - Cameron
miró hacia la cama y frunció el ceño.- Nadie es perfecto. Eso es lo que mi
mamá decía. Cuando conoció a papá, él estaba escapando de la ley. Eso
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fue lo que nos trajo a América, después de años de vivir en terror de ser
encontrados, y su miedo de lo que pasaría conmigo y Paden en caso de que la
ley encontrara a mi papá aquí. Si lo hubieran encontrado lo habrían colgado
en Inglaterra tan seguro como que estoy para aquí. Así que ellos cambiaron
sus nombres y dejaron todo lo que conocían para protegerlo y así pudiéramos
empezar de nuevo.
— ¿Hay algún punto en esta historia?
— Aye - dijo cortante. - Él consiguió que mataran a su propio hermano y al
de mi mamá durante un robo que salió mal en Londres. Por eso, ella lo odiaba.
Y aun así ella sabía que su hermano lo quería como a un amigo así que nunca
lo delato cuando volvió herido a ella para esconderse.
Cameron pausó por un momento antes de continuar. — Como mi querido
padre solía decir, podemos fácilmente perdonar a un niño que le teme a la
oscuridad, pero la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres
le temen a la luz. Cuando nos rehusamos a ver la verdad que yace frente
a nosotros aceptando que es muy dura y aterradora para nosotros. Porque
cuando reconocemos la luz, entonces vemos los monstruos que la oscuridad ya
no esconde y estamos obligados a hacer algo para detenerlos. Es fácil cerrar
tu corazón con odio. Pero solo cuando eres libre podrás ser capaz de seguir
adelante sin dolor anclándote a un pasado que te retiene.
La pena llenó sus ojos. — Como tú, ma, yo perdí a muchos que quería
mucho. Pero si tuviera tanta suficientemente fortuna como para encontrar a
alguien que pueda amarme, alguien que me vea de la forma en que el capitán
te observa cuando nadie lo está mirando… A eso me aferraría con todas mis
fuerzas.
Y con esas palabras, Cameron la dejó sola con su Bane.
Como deseaba Mara que fuera tan simple como la chica pensaba que era.
Desafortunadamente, Duel, tenía la forma de complicar las cosas más simples.
Siempre lo hacía. Con su corazón pesado, fue a la cama para inspeccionar sus
heridas. La buena noticia era que se sanaría. Pero el había sido maltratado.
Y era su culpa. Como había dicho Cameron, ella había dejado que su
indecisión llegara lejos por demasiado tiempo y tardo en ayudarlo cuando
debió hacerlo.
Él nunca hubiera retirado su protección para ella. Sin importar sus
discusiones.
Haciendo gestos al observar sus golpes y cortes, suavemente levanto su
camisa sobre su cabeza, entonces uso sus poderes para manifestar una toalla
y así poder secarlo.
Aun así, cuando ella empezó a limpiar y vendar sus heridas, se dio cuenta
de las cicatrices que arruinaban su físico perfecto. El mapa de batallas que
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había luchado por su gente.
Y por sus hermanas.
Cada parte de su cuerpo estaba cubierta de ellas. Y en su mente, ella no
vio al capitán. Vio al bárbaro guerrero en su oscura armadura quien había
cabalgado a la cabeza de su ejército.
El bastardo líder de los Dumnonii.
Al tocar su mano y ver su anillo, esos pensamientos se deshicieron.
Era eso…
Su corazón se detuvo. ¡Era su harthfret! ¿Cómo no lo había notado? En
todos los años que habían estado juntos, ella realmente nunca lo había visto.
Ni una sola vez había notado lo que la vibrante piedra roja era.
Mordiendo su labio, se lanzó por él, pero entonces dudó. Va a matarte.
¡Más muerta que incluso la misma muerte!
De hecho, él te trajo de vuelta solo para matarte de nuevo.
Aye, él podría hacerlo. Pero y si ella tenía control sobre él, el no sería
capaz de hacerle daño. Le pertenecía a ella completamente.
Asustada y temblando, se obligó a sacar el anillo de su dedo.
Y al momento en que quedó libre, disparó una luz a través del cuarto. Una
que la cegó. Más que eso, hizo un agujero en sus emociones al darse cuenta
muy tarde de que no era su harthfret, después de todo.
Era el de su hermana
De un momento a otro, ella estaba en el pasado. En el gran salón de
Tintagel donde la familia de Dón-Dueli había gobernado con puño de acero.
— Elf! - rugió él al cruzar las puertas en toda su máxima gloria y enviar
a su sabuesos y sirvientes a dispersarse buscando resguardarse. Incluso los
guardias parecían un poco nerviosos y con necesidad de refugio de tan solo
el paso de su mirada.
La única que no estaba asustada era una pequeñísima y delgada jovencita
quien se sentaba en una silla de madera cerca de la ventana, tejiendo. —
¿Podrías dejar de llamarme así? Mi nombre es Elyzabel.
Él resoplo despectivamente.— ¿Porque no estabas en la lista para entrenar?
— Ya te dije porque. No tengo intenciones de aprender a jugar con una
espada. Para eso te tengo, Duey.
El gruñido que él dejo salir logró causar en los guardias que se salieran del
cuarto. Se escurrieron como ratas huyendo de un incendio.
Ella se rió. — Estas asustando a los guardias de nuevo, hermano.
—Que mal que no pueda asustarte a ti.
Suspirando, ató su hilo, y lo mordió en la mitad. — Bueno, necesitas la
frustración de lidiar conmigo. Todos los demás hacen lo que dices.
Con un gesto que le habría causado, a cualquier persona sana, mojarse,
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se arrodillo hacia la silla de la chica y le pasó la copa del piso para que
pudiera tomar de ella. — ¿Porque no vas a entrenar?
Ella estiró la mano para jugar con la trenza que caía sobre su patilla. —
No tengo deseos de tomar una vida.
Cuando él abrió su boca para hablar, ella puso su dedo sobre sus labios
para detener su argumento.
— No es un juicio contra ti, Duey. Te quiero más que a nada en esta vida
y siempre lo haré. Pero como tú no conoces la paz, yo no quiero conocer la
guerra. Ta no te dio ninguna otra opción en la vida o en tu destino. Él te forzó a
tomar un arma en la mano tan pronto como pudiste caminar, y te puso a cargo
de ser responsable de mí, de Edyth y nuestra gente. Nunca te has quejado de
eso. Te he visto todos estos años, mientras has crecido desde un hermoso chico,
a un guapo hombre. No podría estar más orgullosa de ti. Y te agradezco
por el hecho de haberme dado una opción para mi futuro aquí contigo y con
nuestra gente. Por favor no me la quites ahora.
Él levantó su mano en medio de las suyas y la besó. — Quiero que estés
segura, Elf. No tienes idea de los horrores que he visto. Lo que le pasa a
las mujeres cuando sus hombres fallan en protegerlas, Los Romanos siguen
avanzando hacia nosotros. Los he frenado hasta ahora. Al igual que los Adoni,
pero si cayera…
— No vas a caer - dijo con una sonrisa retadora. - Nadie puede derrotar
a mi hermano.
Él frotó su mano tiernamente sobre sus marcados nudillos. — ¿Qué pasó
con mi pequeña Elf que solía subir a los árboles y golpear a cualquier niño que
dijera que no podía correr tan rápido o disparar tan bien?
La tristeza oscureció sus ojos antes de esconderla de un parpadeo. — Las
peleas de la niñez son enormemente diferentes a lo que tú haces
— Me culpas por lo de nuestros padres. - Él empezó a ponerse de pie.
Ella lo detuvo rápidamente a su lado. — Yo nunca dije eso. Esta es tu culpa
manipulándote, no yo. Yo quiero verte feliz, Du. Tú nunca hablas de familia o
de paz. Es como si no creyeras que mereces ninguna de esas cosas.
Él dejo salir una amarga risa. — ¿Cómo puedo casarme y tener hijos
cuando cada mujer, salvo por ti, se encoge de miedo cuando me acerco?
— No es cierto. He visto algunas que compiten por un lugar en tu cama.
— Y huyen al momento en que terminamos como si les aterrara que fuera
a estrangularlas cuando llegue la mañana.
— Entonces dejarles ver esa parte que me dejas ver a mí.
Él la miro amenazadoramente. — ¿Que parte es esta?
— Bueno, no esa expresión. Dedos de Dagda, Duey, has asustado de
muerte a guerreros adultos. - Usó ambas manos para suavizar los surcos de su
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ceño hasta que lo hizo sonreír. Algo que revelaba un conjunto de hoyuelos
profundos en sus mejillas.- ¡Ahí está ahora! Eso es lo que podría derretir al más
frio corazón. Ninguna mujer podría resistirse jamás a una sonrisa tan dulce.
— ¿Dulce? Te has vuelvo completamente loca. - Parándose, tiró
juguetonamente de sus trenzas. Era una acción tan fuera de carácter para Du
y aun así tan completamente normal para un hermano mayor que le hizo que
su corazón se sintiera cálido.
— A pesar de lo que crees, Duey, eres un hombre amable. Un buen hombre.
Y uno justo, además. Nunca dejes que nadie te diga otra cosa.
El no habló, pero la expresión en su rostro era como diferente a cualquiera
que Mara hubiera visto. Era una de puro afecto. — ¿Y qué es lo que quieres?
-Había una nota retadora bajo esas bruscas palabras.-
— ¿Perdón?
— Te conozco, Elf. Tú nunca me halagas a menos de que haya algo en lo
que hayas puesto el corazón.
Un sonrojo manchó sus mejillas. — ¿Quién dice que quiero algo?
Él hizo ademan de acercarse hacia su rostro. — Eso lo hace. Así que dime
de una vez.
Aclarando su garganta, ella estiro su mano para alcanzar más hilo y se
negó a cruzar la mirada con él. — Quiero casarme.
Sus ojos se ensancharon enrojecidos.
Como si lo sintiera, ella miro hacia arriba chasqueando los dientes. —
Nay, no puedes destriparlo, hermano. Él no me ha puesto un dedo encima por
miedo a lo que le harías. Apenas si me habla.
— ¿Entonces como sabes que él desea casarse contigo?
Ella arqueo una ceja. — ¿Acaso soy tan intolerable?
— Sabes a lo que me refiero.
Sonriendo, ella arrugó su nariz hacia él. — Lo sé, y si hablamos. Él es
simplemente un hombre callado. Como tú. Quiere preguntártelo el mismo,
pero esta aterrorizado de cómo vas a reaccionar. Así que le dije que yo me
acercaría a ti primero para evitar que le azotes y le destripes antes de que
tengas la oportunidad de habituarte a la idea.
Su nariz se retorció como si estuviera conteniendo una avalancha de
maldiciones o un estallido. Pero después de unos pocos latidos, se estabilizó
con un feroz tic en su mandíbula. — ¿Es esto lo que quieres?
— Lo es.
— Supongo que si cambias de opinión después, siempre podría matarlo
en ese entonces.
— Du!
— ¿Que? - preguntó inocentemente. - Soy el rey de aquí. Puedo hacer lo
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que quiera.
Sacudiendo su cabeza, ella se rió.
— Eres incorregible. - Entonces se puso seria y fijo su vista en él. - ¿Tenemos
tu permiso?
— Solo si el me lo pide. Entonces podría darlo.
— ¿Sin destripar?
— Aye.
Ella arqueo una ceja.
Haciendo un sonido de total molestia extendió sus manos. — ¡Bien!
Tampoco destripar. Aunque eso es ser injustamente cruel conmigo, para que lo
sepas.
Ella se rio de nuevo. — Sobrevivirás.
—Y más le vale ser bueno contigo o lo hare pedazos. -Duel se acercó para
poder inclinarse y depositar un beso sobre su cabeza
— Te quiero, Du.
Él gruño en respuesta, y luego se alejó. — No te atrevas a pensar por un
minuto que eso te permite mudarte de aquí. Él va a mudarse con nosotros. Esa
es mi última palabra.
— Lo que tú digas, querido.
— Lo digo en serio, Elf. No va a plantarse ninguna roca para esto. No lo
permitiré. Tú mantén a tu ya-sabes-que aprisionado alrededor de tu cuello o
sino tendré sus bolas plantadas a mis pies.
— Aye, hermano.
Mara parpadeo al desvanecerse la escena. Ella no estaba segura de
porque el harthfret de Elyzabel la había llevado hacia allá.
No hasta que volvió a alumbrar de nuevo y vio la imagen que había vuelto
a Duel loco.
En contra de las palabras y amenazas de Du, y la insistencia de su
prometido, su hermana había plantado su piedra en el nemeton (Santuario
celta) donde Mara había nacido.
— ¿Porque aquí, mi amor?
Mercyn sonrió a Elyzabel. — Nací en el bosque. Aunque el salón de mi
padre pueda haber desaparecido, él me dijo que éste sería siempre mi hogar.
Que los arboles aquí me acogerían y a los míos. Así que quise una parte de ti
puesta aquí para que ellos puedan cuidarte, también.
Pero era un truco. Él no quería a Elyzabel como su esposa. Él quería
vengarse de Du por su propia familia, quienes habían sido asesinados durante
un asedio que había dirigido el padre de Du.
El mismo asedio que había destruido el salón.
Una venganza que Mercyn sabía que no podía tomar hasta que Elyzabel
163
se separara de su harthfret y su hermano.
Así fue como ellos lograron matarla, especialmente dado que ella no era
completamente Deruvian, sino solo la mitad. Separada de su piedra, ella había
sido incapaz de regenerarse. Ellos la violaron y asesinaron como una mujer
humana.
La dejaron flotando en el lago en donde sabían que Du iba en las mañanas
a leer. Fue la cosa más cruel que pudieron haber hecho.
Mara jadeo con fuerza al ver que el cuerpo de su hermana estaba
maltratado, y desnudo, así como lo encontró Duel. Las lágrimas le cegaron
antes tal crueldad.
No le sorprendía que se hubiera enloquecido. A través del harthfret de su
hermana, pudo sentir sus gritos angustiados mientras saltaba de su caballo y
la llamaba por su nombre. Sintió que su corazón se destrozaba al momento
en que el recogió su cuerpo, en sus brazos, y la sostuvo como un bebé contra
su pecho, deseando que ella abriera sus ojos y viviera de nuevo.
Pero ellos se habían encargado de que no pudiera.
Nunca en su vida había visto Mara a alguien tan desconsolado. Escuchar
mas lamentos mientras el gritaba su miseria hacia los cielos y demandaba que
los dioses perdonaran a su hermana y tomaran su vida en vez de la suya.
Nadie le había respondido.
Ese fue el Duel que había conocido al destrozar su nemeton, en un esfuerzo
para encontrar a los que tomaron de él a la única persona que alguna vez le
dio amabilidad, sin crueldad o condiciones. El único corazón que consideraba
sagrado, por encima de los otros.
La única persona o familia que tenía en el mundo.
—Oh, Du. - Mara tomó aire, finalmente conociendo la verdad sobre él.
Todo lo que había conocido era pena y soledad. Angustia. Traición.
Nadie lo había abrazado cuando había esta adolorido o afligido. Nadie.
Él había pasado por eso solo. Sin amigos o familiares.
Con ella maldiciéndolo y condenándolo a cada paso del camino.
Por eso él había dudado ese día en el bosque. Aun después de todo lo
que hicieron a su hermana, él se había rehusado a hacerle daño. Porque en
el fondo, a pesar de la magia Deruvian de Mara y su necesidad desesperada
de venganza y sangre para mitigar la muerte de su hermana y su propia culpa
por no haber protegido a Elf, él había sabido que Mara era más débil que él.
Que ella no podía defenderse contra él, más de lo que su hermana había sido
capaz de luchar contra sus atacantes.
Y en vez de hacerle daño poner en una tumba a un inocente, él se había
alejado y la había dejado sola. Porque a pesar de su ferocidad, no estaba en
el dañar a alguien que no pudiera luchar contra él.
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Todo es mi culpa.
Todos estos cientos de años, ella lo culpo por algo que ella misma se había
hecho.
La verdad abofeteo a Mara fuerte y furiosamente. Duel no había ido tras
sus hermanas. Él no estaba quemando a las mujeres. Habían sido los hombres
que él había atacado. Ellos habían sido los únicos que él quería asesinar.
Porque ellos habían atacado a su Elf.
El había pasado por tanto dolor. Y nadie se había acercado a ayudarlo
con eso. Así que había atacado, necesitando alivio, y lo había buscado de la
única manera que conocía. Violencia y venganza.
¿Porque no vi eso antes? ¿Por qué ella no lo había visto a él antes?
Porque había estado tan enojada y asustada.
Con su corazón palpitando violentamente, se sentó en un catre junto a él
y le devolvió el anillo a su dedo. La última cosa que haría sería separarlo de
la pieza más valiosa de su hermana. Eso era todo lo que le quedaba para
atesorar.
Tan pronto como lo puso en su sitio él tomó aire profundamente y gimió.
Cuando empezó a dar vueltas, ella puso su mano contra su pecho. — Tranquilo,
Duel. Estás herido. ¿Recuerdas lo que pasó?
Con un gesto, la miro. — Me golpeaste en la cabeza con un mástil y me
tumbaste frente a los espíritus.
Déjale a él recordar esa parte.
— También te salve de ellos.
— Me golpeaste primero. - Frotó sus manos sobre su estómago y se dobló
de dolor. - ¿Estás aquí para acabar conmigo?
— Nay. Te he estado cuidando.
Él se burló groseramente. — ¿En serio, porque estás aquí?
Ella estaría más ofendida e indignada por su duda si no se hubiera
ganado sus sospechas. — Respóndeme algo primero. ¿Si no hubiera unido
nuestras vidas, que hubieras hecho conmigo ese día en que nos conocimos en
mi nemeton?
Devyl miro hacia un lado, pero ella atrapo su mejilla con una suave presión
que le hizo arder hasta el alma. Que tan cruel era que la unica cosa que había
deseado fuera un toque delicado de su parte.
Y era la última cosa en la que ella le daría el gusto.
En contra de su voluntad, ella giró su cabeza hasta que se vio forzado a
cruzar su mirada. — Quiero la verdad.
— Quería matarte. En verdad. La primera vez que te vi, mi único pensamiento
era que serias mi venganza perfecta para lo que ellos hicieron. Lo que tomaron.
Para devolverles exactamente lo que le habían hecho a mí hermana, en toda la
165
medida. Pero cuando vi dentro de tus ojos y noté miedo, supe que no podría
hacerte eso. Porque no vi un enemigo ese día. Solo a una chica asustada que
fue suficientemente valiente para mantenerse aunque sabía que no tenía modo
de defenderse. Y me llenó de ira que los tuyos te hubieran dejado sola para
enfrentarme mientras ellos corrían para salvar sus propios traseros. Como los
perros cobardes que eran. Esa era la furia renovada que viste dentro de mí.
Primero, ellos violan y profanan mi sangre, y luego te expulsan para lo que
pensaban que sería el mismo destino. Los quería a todos por eso. Ninguno de
ellos merecía tu lealtad o tu noble sacrificio.
Lagrimas brotaron de sus ojos. — ¿Y mi hermana? ¿Porque la elegiste a
ella por esposa?
Devyl apretó sus dientes ante una pregunta que quemaba incluso más
profundo. Él no quería abrirse a ella para ser rechazado. Ella le había hecho
suficiente daño y ya eso era todo para él. Estaba demasiado viejo para jugar
a esos juegos.
Así que empezó a levantarse.
Mara lo detuvo rápidamente. — La verdad, Dón-Dueli… ¿Por favor? Quiero
saber porque te casaste con Vine.
Esa simple, e inofensiva pregunta retorcía la onda de dolor más insoportable
desde el fondo de su alma. Él tenía heridas mortales de espada hasta en las
tripas que dolían menos. No tenía la intención de hablar al respecto de algo
tan tormentoso. Con nadie.
Por ninguna razón en absoluto.
Y aun así la verdad se derramo de sus labios traicioneros antes de que
pudiera evitarlo. — Te quería a ti pero tú no me aceptarías. Así que deje que
ella me sedujera con palabras que sabía eran falsas. Sentí su frialdad cada
vez que me tocaba.
— ¿Entonces porque te casaste con ella?
— Me dijo que estaba embarazada. Nunca he querido algo tanto como
al bebé que creí que llevaba.
Mara se avergonzó al darse cuenta de la mentira. — Ella nunca estuvo
embarazada.
— Era lo que sospechaba, pero no podía probarlo. Ella jugo bien su mano
y me dijo que lo había perdido no mucho después de casarnos. Entonces me
prometió que habría otros. Una casa llena de ellos. Incluso al mismo tiempo,
dude de sus palabras, pero tú la amabas y por eso la deje quedarse.
Ella puso su mano contra su mejilla y miró sus atormentados y torturados
ojos oscuros. Todo lo que alguna vez había querido era a alguien que lo
amara. Tener eso que otros dan por hecho. Y su gente y su familia se lo habían
robado por completo. — Lo siento tanto, Du. Lamento las mentiras que dijo
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mi hermana. Y lamento lo que mi gente te hizo. Por lo que tomaron de ti,
personalmente.
— No quiero tu lastima.
— Bien, porque no te la estoy ofreciendo. - Ella endureció su voz con él,
sabiendo que no podía soportar la hipocresía o la condescendencia. Era
demasiado fuerte para eso. Física, mental, y emocionalmente.-
— ¿Entonces porque este espectáculo elaborado?
Ella resoplo hacia el mientras hundía su mano en su enredado cabello
y cerraba su puño en los sedosos y oscuras hebras. — Para ser un hombre
increíblemente inteligente, eres todo un idiota. - Y con esas palabras, atrajo sus
labios hacia los suyos.
Devyl no pudo respirar mientras saboreaba la pasión que ella le ofrecía.
Saboreo el deseo que nunca antes había conocido. ¿Qué dulce infierno era
este?
Pero no pudo pensar coherentemente. No mientras su lengua se deslizaba
contra la suya y apretaba con una ansiedad que jamás habría esperado de su
parte. Gruñendo desde lo más profundo de su garganta, cerró su mano en su
vestido y presiono su cuerpo más cerca del suyo mientras se perdía en un sueño
que no quería que acabase. ¿Cuantas veces había fantaseado con tomarla en
sus brazos y tenerla en su cama? Se torturaba con esto. Permanecía despierto
interminables horas, sabiendo que podría forzar esa situación, y aun así se
rehusaba a hacerle daño porque su corazón significaba mucho más para el
que sus necesidades básicas. De hecho, sangraría solo por verla sonreír.
Una parte de él odiaba que ella tuviera tanto poder sobre él. Odiaba
que no pudiera dejar de importarle. Había tratado tantas veces de eliminarla
de su pensamiento y su corazón. Nada había funcionado. Mientras más
intentaba sacarla, más profundamente parecía hundirse en su alma. Una locura
inacabable.
Y ahora esto…
Había perdido. Y solo ella podía anclarlo.
Mara cerró sus ojos mientras tomaba la esencia y saboreaba a su irritante
némesis. Y aun ahora mismo, sentía algo muy diferente. No a un enemigo, sino
a una pieza faltante.
No tenía sentido. Ella debería odiarle. Despreciar cada aliento que tomaba.
Y aun así, por primera vez en la vida, no le odiaba en absoluto. Ni siquiera
un poco. No era una bestia lo que sostenía. Él era un hombre herido. Uno que
había sido abandonado y traicionado por todos en los que se había atrevido
a dejar que se acercaran a él.
Y cuando él se apartó, ella vio vulnerabilidad en sus ojos. Nunca antes
le había mostrado eso a nadie. Él siempre había sido tan firme y fuerte.
167
Increíblemente arrogante. Sin debilidad de ningún tipo.
Él froto su pulgar contra sus labios. Una acción que envió escalofrió por su
columna. — ¿Qué quieres de mí, Mara?
— No lo sé, Duel. Justo ahora, estoy tan confundida como tú lo estas. He
pasado demasiados siglos odiándote que este concepto de no hacerlo… me
deja perdida. Pero no quiero odiarte más. Si puedes encontrar dentro de ti la
manera de perdonarme, me gustaría intentar una nueva etiqueta.
— ¿Y cual es?
Ella mordió su labio al considerarlo. ¿Si no fueran enemigos, entonces que
eran? ¿Que quedaba?
— No estoy segura. ¿Amigos?
Él resoplo. — Quiero más que eso, Mara. Mucho más.
En verdad, ella también lo quería. — Lo sé. Pero no estoy segura de cómo
darte eso.
Él le frunció el ceño.
Ella sonrió por su consternación. — Yo desaparecí como un poco más que
una chica cuando tú me arrancaste de mi nemeton. Eres el único hombre que
he tenido cerca, Du. Piensa en eso.
Y con eso se desvaneció del cuarto para volver a su nido.
Devyl sintió que su mandibular se aflojaba al entender finalmente porque
su sangre siempre había guardado tanto poder en sus hechizos.
Tanto poder para él.
Ella aun era virgen.
— ¿Como pude haber sido tan estúpido?
Ella tenía razón. Él era un idiota. Juntando sus manos sobre su rostro, se
maldijo por el tonto que había sido. Normalmente, el podía sentir ese tipo de
cosas. No tenía problemas, de hecho.
Marcelina siempre había sido diferente. Ella era su debilidad, de la cabeza
a los pies.
Hoy, casi había sido su muerte.
Tengo que deshacerme de ella. No importaba que tanto pudiera amarla.
Ella por siempre sería un punto ciego. La única vulnerabilidad en una fortaleza
que de otra forma seria impenetrable.
Frotó sus dedos sobre su anillo finalmente admitiendo una verdad de la
que no podía escapar. Mara no necesitaba su harthfret para controlarlo. Él
había sido su desesperado esclavo desde el momento en que paso su mirada
por esos ojos color ámbar. Ella lo poseía, en cuerpo y alma.
Su única salvación era el hecho de que ella había sido tan ciega con el
como el había sido con ella—que ella nunca había notado que él no era quien
tenía el control en su relación.
168
Era ella.
Por ella, no había nada que no podría hacer tan solo con su simple orden.
Por eso él la había traído de vuelta a su barco. El no quería estar aquí sin
ella. Incluso cuando eso significaba soportar su odio y su tórrida condenación.
Mientras le hablara de cualquier modo, lo aceptaría.
Pero ya no más. Era tiempo de que endureciera su enfermizo pasado y la
dejara ir.
Todo tenía un final eventualmente.
Era tiempo de que la sacara de su corazón y se asegurada de que nada
lo detuviera de lo que estaba a punto de pasar. Él era quien le había dado a
Vine sus poderes. Quien le había permitido que se volviera la amenaza que
era.
Thorn lo había puesto a cargo de proteger el mundo y ese era su deber
ahora. No podía dejar que nada más se pusiera en el camino.
Ni siquiera Mara.
Y ciertamente no el mismo.
Nay, él daría su vida por su causa. Ese era el camino. No había ningún
otro desenlace que obtener, y él lo sabía.
Capitulo 14
Traducido por: Do Anaxkolasi
Revisado por: Andy Cruel
178
Capitulo 15
Traducido por: Amy
Revisado por: Andy Cruel
184
Capitulo 16
Traducido por: Eliza Zuñiga
Revisado por: Andy Cruel
— Él no te ama. Tienes que ver que los de esa clase son incapaces de
comprender lo que piensas del amor. Está más allá de sus habilidades.
Mara ignoro las palabras de Strixa mientras pasaba su mirada sobre el
mapa en la habitación de Du esperando que se encontrara con ella allí. — No
sabes nada de él.
Aún en su forma de búho, ella fijó esos extraños ojos rojos en Mara.
— Conozco a los de su tipo. Como tú. Ellos solo valoran el objetivo de su
gente. Eres un peón para lograr lo que quiere. ¿Sabes que es lo peor? Eres su
enemiga.
— Y tú eres una buscapleitos. -Mara tomó un tahalí de Du de donde lo
198
había dejado, lo puso sobre su silla. Tallada a mano con intricados filigranas
celtas, era una pieza de exquisita belleza. Y mucho más pesada de lo que
parecía. ¡Majestuoso! No es de extrañar que el hombre sea tan musculoso,
usando cosas que pesan mucho. - No voy a permitir que te interpongas entre
nosotros.
Strixa sacudió su cabeza de ave salvaje. — Yo no soy la que va a
interponerse entre ustedes. Él es quien lo hará. Él no necesita mi ayuda con
eso. Ustedes dos han roto una regla fundamental.
Eso era realmente lo que ella más temía. Pero se negó a demostrárselo a
la criatura. — Sé lo que tramas y no está funcionando.
Aun a pesar de negarlo, si lo hacía, y ella sospechaba que la bruja lo
sabía tan bien como ella. Devolviendo el tahalí a la silla, Mara paso saliva con
fuerza. Aun si el hechizo de vuelo de Du funcionaba, ellos aún tenían manera
de llegar a las islas que construyeron la Quella.
Antillia no debería ser tan difícil de superar… especialmente si no estaban
en el agua. Era controlado por un grupos de hadas conocidas por seducir a
los marineros y llevarlos a su muerte. Cazaban en las cuevas costeras y en las
rocas donde pedían ayuda, y cuando los incautos intentaran tenderles una
mano, las místicas criaturas les ahogarían. Pero mientras no destruyeran el
barco o se encontraran forzados a desembarcar en Antillia, nada les pasaría.
Las hadas no deberían acercárseles.
Por supuesto, si volaran eso los pondría directamente en el camino de los
clanes de dragones quienes tenían a Jesirat al-Tennyn como su hogar. De hecho,
eso era lo que traducía el nombre de la isla—Isla de Dragones. Esos clanes
despiadados, y sanguinarios eran altamente territoriales y no se tomarían con
agrado que alguien se aventurara a pasar cerca de sus tierras. Escasamente
toleraban a los demás.
Los humanos solo eran vistos como nada más que aperitivos.
Por lo tanto ellos debían pasar Satanazes—la isla demoniaca que estaba
ubicada suficientemente cerca como para tener que aproximarse por mar. A
unas veinte leguas al oeste de Antillia, estaría directamente en el camino y sería
complicado, como siempre lo eran los demonios. Una niebla cubría la isla y
protegía su presencia. Algunos decían que la misma niebla era un demonio.
Los únicos que lo sabían con certeza eran las victimas desafortunadas que
habían sido consumidas o esclavizadas por los habitantes de la isla. Y ninguno
de ellos jamás escapo para decirles a los demás lo que pasaba allí.
En cuanto a la isla Meropis, los rumores decían que estaba habitada por
criaturas caníbales, y chupa-almas que cazaban a cualquiera suficientemente
tonto para aventurarse a ir allá. Eran incluso peores que los demonios, y se
decía que eran más infames.
Más crueles.
Esas islas perdidas eran directamente responsables de muchas de
las leyendas que forjaban la fama del Caribe. Los monstruos y misteriosas
199
desapariciones. Seria hipócrita por parte de ella no creerlas, dado que su
propia raza se transformaba y vivía como árboles.
Aun así…
Ella sabía que los humanos también podían torcer, doblar y exponer
su realidad. Así que lo que se decía y lo que realmente existía podía ser
radicalmente diferente. Un poco de verdad podía ser útil en una imaginación
hiperactiva y exagerar las leyendas que la gente contaba por atención.
Repentinamente, sintió el aire tras ella agitándose. Una sonrisa se extendió
en sus labios por la intensa esencia masculina que la calentaba un instante
antes de que Du cruzara sus brazos a su alrededor y presionara su mejilla con
la suya.
— Lamento que me tomara tanto tiempo escabullirme. Janice requirió más
convencimiento del que pensaba para lograr que se fuera a la tripulación de
Santiago. Pero va a estar más segura desde ahora.
Cerrando sus ojos, saboreó la sensación de ser cubierta por él. Y una
parte de ella quería patearse por los siglos en que los privó de haber podido
pasarla así. ¿Y porque? ¿Vanidad? ¿Estupidez? ¿Terquedad?
Cosas que ya no parecían importar.
— ¿Algo va mal?
Él observó a Strixa. — Nay. Nada que me interese. ¿Qué truco ha forjado
la bruja?
— ¿Perdón?
Él dio un paso atrás. — Si ella es ligeramente como Vine, me estremezco
por las mentiras, dudas, o medias verdades con las que ella ha llenado tu
cabeza en mi ausencia.
Strixa chilló indignada por sus palabras.
Mara rió. — No temas. No le escuché.
— Bien. Porque el único al que debes escuchar es a mí.
Pero mientas se inclinaba contra su escritorio para estudiar el mapa, su
mirada se dirigió a su mano con cicatrices de batalla que jugaba con la punta
de la daga, que sostenía el pergamino. A pesar de sus atrevidas palabras, la
duda jugaba en su cabeza. ¿Y peor aun? Jugaba con su corazón. Strixa tenía
razón. Du era una criatura de extrema y absoluta violencia. El amor no se le
daba fácil o naturalmente. Era un concepto desconocido. Tan extraño para él
como lo era la guerra de generaciones para ella. Aunque sabía que existía,
no quería ser parte de eso y realmente no entendía a aquellos que tenían algo
que ver con eso o porque lo hacían.
Y en este momento, ella no vio al leal capitán pirata en frente de ella. Ella
vio al antiguo señor de la guerra, cubierto de sangre y vestido con su oscura
armadura. Vio sus trenzas y su barba negras. La arrogancia de su contoneo
200
al volver de la guerra y con paso largo cruzar su salón para reclamar a Vine
mientras su sed de sangre aun matizaba sus mejillas
Revelando en su guerra y conquista, que había sido aterrador. Su ferocidad
tal que incluso los sabuesos entrenados para la guerra habían huido, aullando,
por su cercanía.
De hecho, ahora el aire a su alrededor como antes, rechinaba con su
infame poder y cruda determinación. Se acercaba como una viva, respirante
entidad para hacer que los cabellos bajo sus brazos se erizaran. El solo hecho
de que pudiera sin esfuerzo detener a una bruja tan poderosa como Strixa…
Soy un corymeister. Las palabras de Du llegaban a su mente. Él era el
hechicero más fuerte de su tipo. Nadie podía alcanzarlo cuando se trataba de
habilidad de dominar las leyes naturales.
Mara se puso forzosamente rígida al despertar un nuevo y horrible
pensamiento. ¿Y si sus sentimientos no eran nada más que otro hechizo que él
había lanzado? ¿Cómo sabría la diferencia?
¿Era algo de esto real?
El la miro y se cruzó con su mirada.
— ¿Mara?
Ella le ofreció una sonrisa y rogó que él no pudiera sentir que era falsa.
— Aye, lo siento. Estaba perdida en mis pensamientos. ¿Me preguntaste algo?
La sospecha cubrió su mirada, al saber que ella mentía, pero no estaba
muy seguro de eso.
— ¿Estas bien?
— Bien. Preocupada por ese conflicto que se avecina.
Eso pareció aplacarlo. El miró hacia Strixa. — No tema, mí señora. En
tanto ponga su fe donde pertenece, todo va a estar bien.
Mara quería creer eso. Desesperadamente. Pero aun así no podía sacarse
ese enfermizo pensamiento dentro de ella que le advertía que las cosas no
eran como parecían.
Y que Vine tenía algo guardado para ellos algo que ninguno de ellos
podía predecir.
*******
Thorn maldijo mientras retiraba a sus hombres antes de perder otro más
por la horda demoniaca que se desbordaba a través de la brecha entre su
reino y el de la humanidad.
Afortunadamente, esta ruptura estaba en el desierto donde no había
201
alrededor ningún humano para presenciarlo. Pero no hacía que la batalla al
anochecer fuera menos sangrienta o intensa.
— ¡Gabriel!
El general Seraph apenas si esquivo antes de perder su cabeza con el golpe
de una espada. Ligeramente más alto que Michael, Gabriel era un enorme
bastardo. En forma de Seraph, su oscura complexión se veía casi encenizado,
pero su cabello era tan blanco como el de los otros, en cuanto a sus alas y
armas. Su armadura dorada era cegadora en la tenue luz—una ventaja táctica
cuando se combatía con demonios cuyos ojos eran sensibles por vivir a en la
oscuridad, iluminada por las llama durante tanto tiempo.
Y una maldita molestia para Thorn, quien era uno de ellos y, sin embargo,
esta a de parte de Gabriel en este conflicto. Levantando su mano, entrecerrando
los ojos para ver a través del resplandor que enviaba oleadas de agonía sobre
su cráneo.
— Se están escapando por la derecha. - clamó, avisando a los soldados
de Gabriel que aseguraran el área donde los hombres de Thorn se estaban
quedando corto.
Thorn maldijo nuevamente al darse cuenta, cuánta razón había tenido
Michael. Esto era mucho peor de lo que había imaginado. No solo habían
perdido la puerta de Carian.
Habían caído tres.
Las fuerzas de los Cimmerian eran más fuerte ahora de lo que habían sido
por siglos.
Thorn clavó su espada bendita a través del demonio más cercano a él y le
dio un placer antinatural al escuchar el sonido de sus gritos. Normalmente, él
solo los desterraba de nuevo a sus prisiones. Pero hoy, no se estaba sintiendo
misericordioso.
Hoy, quería sangre y almas.
Más que nada, quería escuchar sus gemidos de agonía.
— ¿Que ha pasado que causo este arrebato? - le preguntó a Gabriel.
— El Malachai mató a su hijo y absorbió nuevos poderes. Cuando lo hizo,
rompió los sellos de las puertas.
Gruñendo, Thorn retomo su lucha. Eso sería suficiente. — ¿Quién era la
madre?
— Una puta demonia que quería volver a caerle en gracia a Noir. Después
de que el Malachai la atacara, ella deseaba intercambiar el cuerpo del chico y
el alma de Adarian por su libertad. Lastimosamente para cuando el niño trató
de matar a su padre, aprendió de primera mano que, Adarian no dejaba que
su devoción de padre se pusiera en medio de su auto-preservación.
Thorn giró sus ojos ante esa pizca de conocimiento popular sobre el
202
Malachai, y el ardid típico que demasiadas mujeres demonio habían usado
por siglos para intentar acabar con Adarian. Eso era lo que hacía al demonio
Malachai tan increíblemente poderoso y peligroso. Porque solo el Malachai
tomaba los recuerdos y poderes de todos sus predecesores cuando llegaba a
la edad y asumía su rol como el jodido líder, se volvía más fuerte con cada
generación. El actual Malachai, Adarian, había durado más que cualquier
otro antes que él.
Afortunadamente para la humanidad, Adarian odiaba a Noir y a Azura—
los dos dioses primarios a los que servía y estaba atado—y había escapado
de ellos para ocultarse en el reino mortal. Mientras Adarian permaneciera
libre y lejos de ellos aquí en el plano humano, el mundo no acabaría. Pero si
él se reconciliaba con ellos, o una mujer-demonio alguna vez engendraba un
Malachai que pudiera derrotar a Adarian y asumiera los poderes de su padre
el antiguo Malachai…
Thorn definitivamente besaría a su padre y vendería al mundo. Esa sería
la única forma de sobrevivir al holocausto seguro.
Eso era lo que todos temían. Al Malachai que había sido profetizado
quien acabaría con el mundo y provocaría el reinado eterno de los demonios.
Aun, habiendo dicho eso, el pensamiento de Adarian absorbiendo nuevos
poderes era aún más aterrador para Thorn. Porque tarde o temprano, cuando
Adarian pensara que tenía suficiente fuerza que colme la copa, iría tras de
Noir y Azura para conseguir su completa libertad de ambos, y la batalla no
sería nada buena para el mundo.
Podría incluso ser peor, dado el sentido inherente de tener todo el derecho
de hacer lo que quiera y el odio de Adarian.
Peor aún, su sed de sangre.
Y definitivamente Thorn sabía de eso. Él había estado envuelto en tal guerra
anteriormente la cual había casi acabado con la existencia de todo lo que
la humanidad conocía. Porque ganara, perdiera, o empatara, el Malachai
no iba a volver a su encierro, y Noir y Azura carecían de los poderes para
matarlo. Solo podían esclavizar a su mascota favorita.
Lo cual también era parte de la profecía.
Un día, el Malachai esclavizaría a los dioses antiguos y los reemplazaría
a todos. Y cuando se fueran, y la maldición con ellos, su demonio Malachai
gobernaría como el supremo poder del universo y restauraría su linaje.
Otro ejército de Malachai se alzaría y nadie sería capaz de hacerles
frente.
Ningún dios, o humano. Ni siquiera alguna criatura sobrenatural.
Todos se consumirían o se arrodillarían ante él.
La única esperanza era una leyenda sombría sobre el Excambiare
203
Malachai. Como el primogénito de Malachai, conocido como Monakribos,
este sería concebido de partes iguales de poderes de luz y de oscuridad.
Mientras que Monakribos tenía un padre de la luz y una madre de la oscuridad,
el Excambiare tendría una madre de la luz y un padre Malachai de una total
oscuridad.
El nacimiento del Excambiare completaría el ciclo de los Malachai
y restauraría el balance cambiado por los miles de Malachai que habían
aparecido antes de Monakribos. Rompería la maldición que había sido puesta
en el linaje de los Malachai por los dioses primarios, y destrozaría los lazos
entre Cimmerian y Malachai. Él sería libre de servirse a sí mismo, y ya no
estaría atado solamente a la maldad.
Después de todos estos siglos, el Malachai existiría como una criatura
balanceada completamente.
Regreso a la maldad. Eso era, después de todo, lo que el universo siempre
se empeñaba en lograr. Y como una de esas herramientas elegidas solía
mantener tal balance, Thorn estaba acostumbrado a los juegos que planteaba
el universo.
Pero realmente nadie creía en la leyenda. Sobre todo por como el Malachai
era concebido. Nacían en actos de extrema y completa violencia. Era por eso
que sus madres casi siempre eran demonios. Los humanos rara vez sobrevivían
al sexo con su odiada estirpe, y el Malachai evitaba a las diosas porque la
divinidad tendía a amontonar aún más maldiciones sobre su ya condenado
linaje.
Así que el concepto de una madre biológica nacida del lado de la luz,
que amara a su hijo Malachai, era inconcebible y casi tan probable como que
Thorn abrazara a su padre y tomara una cerveza con la bestia.
Por supuesto, no era de ayuda que tan pronto como cualquier hijo de
Adarian llegaba a la pubertad y mostraba cualquier signo de tener poderes
Malachai, Adarian lo asesinaba y tomaba todas las habilidades del niño.
La última vez que eso paso, había sido suficientemente sanguinario.
Ahora…
— ¿Cómo es que Adarian es tan fuerte si no está viviendo con Noir y
Azura?
Gabriel hizo un gesto mientras mataba un demonio en frente de él y se
balanceaba para estar frente a Thorn. — Como el parasito que es, se alimenta
del odio y la violencia de los humanos. Solo Dios sabe, que hay demasiado de
eso alrededor. Él encontró la manera de canalizarlo hacia sus propios poderes,
así que cuando asesinó a este hijo reciente, algunas de las puertas colapsaron.
— ¿Y sus generales?
— Hasta ahora, ninguno de ellos ha escapado de su prisión para correr
204
a su lado. Roguemos porque continúe así.
Definitivamente. Esa era la última cosa que necesitaban por encima de
este desastre la liberación de los jinetes de la Apocalipsis.
Si, preferiría evitar lidiar con esos jodidos cabrones por un buen rato.
— Tengo que avisarle a Bane y a los otros.
Gabriel tomo el brazo de Thorn empezando a retirarse. — Conoces las
reglas. Si interfieres ahora terminas con su libertad condicional.
La mandibular de Thorn se aflojó. — ¿Qué hay del medallón de Michael?
— Puedes devolverlo después. Pero por ahora… - Gabriel hizo un barrido
con la mirada sobre el desértico campo de batalla donde estaban lentamente
perdiendo terreno. - Te necesitamos aquí.
Thorn se burló. — ¿El Sarim me está pidiendo ayuda a mí? ¿En serio?
Y de hecho eso era lo que siempre había querido. Que le aceptaran como
uno de ellos. Aun así, sabía que no debía tener fe en este día o su trato no
duraría. Esto no era más que necesidad. No había verdadera camaradería
aquí. Ni afecto.
Él no era uno de ellos y todos los sabían. Pero era una oportunidad de
probarles que no era el desleal pedazo de mierda que había sido su padre.
Así que se quedaría y pelearía.
Sin embargo, como se mostraba, él no era el desleal pedazo de mierda
que su padre había sido. Y no iba a dejar a los Deadmen colgados tampoco.
No con lo que venía atravesando esta puesta, o con la de Carian. No cuando
ellos dependían de el para mantenerlo al tanto y seguros. Él jamás abandonaría
a sus hombres. A pesar de sus genes y lo que los demás pensaran de él.
Al demonio con las reglas y códigos. Ellos eran sus amigos.
Más que eso, sus Hellchasers eran lo más cercano que tenía a una familia
que el alguna vez hubiera conocido y él morirá ante que defraudar a cualquiera
de ellos.
Retirándose a la sombra de una palma, usó sus poderes para conjurar a
su acompañante sharoc. — ¡Sorza!
Tan oscura como la nostalgia por la que fue nombrada, ella apareció a su
lado. Apenas una delicadeza que solo él podía ver.
Thorn sacó el medallón de su bolsillo y se lo entregó. — Necesito que le
lleves esto a Devyl. El sabrá qué hacer con esto. Y dile que no le he abandonado.
Estaré en contacto tan pronto pueda.
Ella frunció el ceño. — ¿Me estas pidiendo que haga el bien?
— Eso hago.
Eso solo la confundió más. Pero desapareció y lo dejó continuar su pelea.
Thorn levantó su escudo y persiguió a un demonio que estaba volando
hacia la espalda de Adidiron. No llegó lejos antes de que el demonio diera la
205
vuelta para enfrentarlo con una sonrisa sarcástica que era demasiado familiar.
Paimon.
Maldito.
— Hola, hijo mío.
Thorn se estremeció antes ese “amigable” saludo. — No me llames así.
— ¿Porque? ¿Eso es lo que eres, o no?
Thorn curvó sus labios. — Solo porque hayas aportado el esperma, no
significa que estemos relacionados. En serio, Paimon… solo eres un proxeneta
mediocre haciendo lo que sea que te hayan dicho.
— ¿Eso convierte a tu madre en una puta, o no?
Thorn esquivó el golpe de la espada que le hubiera cortado la cabeza de
haber hecho contacto. — Tus palabras son tan torpes como tus habilidades de
pelea. Mi madre vendió su alma para concebirme. Eso es un hecho innegable.
Llámala como quieras. En lo que a mi concierne me tiene sin cuidado.
Sobre todo porque su madre lo había odiado al momento en que había
nacido por dicho trato. Y Thorn odiaba a todos los que hubieran puesto una
mano en su concepción—su madre, su padre, Jaden, Paimon, y Lucifer. Al final
del día, todos habían tomado turnos para joderlo.
Lo cual no era nada comparado con lo que su padrastro había hecho el
día que supo de su trato. Y el hecho de que su “amado hijo y heredero” no era
realmente suyo, sino de hecho un cruel engaño a su ingenua estupidez hecho
por una conspiradora zorra y su amante demonio para que pudiera mantener
su posición y su amante pudiera conspirar para robar su trono.
Aye, Thorn aun tenia esas cicatrices.
Por dentro y por fuera.
Por esa razón era que luchaba con tanta fuerza ahora. Nadie debía ser
usado para el beneficio de otros. Maldecido porque alguien más fuera egoísta
y les vendiera sin importarle lo que eso significara para ellos una vez se supiera
la verdad. Él no había tenido elección en lo que le habían hecho.
Esa furia y odio lo habían convertido en un monstruo en esa época en su
existencia humana cuando debió haber estado tranquilo y ansiar una vida
bien llevada. En vez de eso, se convirtió exactamente en lo que su padrastro
había querido que fuera para lo que lo había entrenado.
El feroz señor de la guerra que por siempre guiaría a su ejército sobre
campos saturados de sangre. Y la cabeza de su padrastro había sido una de
las primeras que había reclamado como trofeo-venganza por la traición de
haberlo desechado tan brutalmente por algo que no podía evitar.
Así, por un tiempo, Thorn había sido alegre y feliz jugando a la bestia, y
asesinando a todo con lo que hiciera contacto.
Hasta el día en que se vio a si mismo por lo que realmente era. Y esa visión
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aun lo persigue en una forma en la que ningún demonio o monstruo jamás
podría. Porque supo la verdad.
Él era esa cosa aterradora que les daba pesadillas a hombres adultos y a
demonios despiadados.
Pero nunca más.
Thorn no dejaba de burlarse de la forma cornuda, y horrible de Paimon. —
Arrástrate a casa, asqueroso bastardo. Deslízate a tu fosa y quédate ahí hasta
que encuentres un indicio de decencia.
Paimon se rió en su cara. — Has sido corrompido por la humanidad.
¿Cómo puedes poner tu fe en algo tan patético y débil?
Él sonrió con superioridad. — Vivimos por la fe. No por lo que vemos o
comprobamos.
— ¿Cómo puedes tener fe después de la manera en la que se volvieron
contra ti y lo que te han hecho?
Encogiéndose de hombros, Thorn contesto con la simple verdad. — Las
pruebas de fe generan perseverancia, y la fe sin acciones no vale nada.
Paimon grito en su cara. — ¡Igual que tú!
*******
212
un perro rabioso con el propósito de destruirla.
Aterrorizada y renuente a hacerle daño, se encogió en una esquina y
sostuvo sus brazos para protegerse lo mejor que podía. Las lágrimas rodaron
por sus ojos. Ella susurro una oración por protección. — En el nombre de Saint
Michael, querido Dios, líbrame del mal. Cuídame de la violencia y fija tu
escudo alrededor de mi cuerpo. En el nombre del Padre. Del Hijo. Y del Espíritu
Santo ¡Por favor, Paden, por favor! ¡Ten piedad!
Con su respiración agitada, se detuvo por un instante antes de que le
arrancara la garganta. La saliva goteó de sus colmillos hacia su cuello mientras
se aproximaba tan cerca que su aliento rancio quemaba su piel.
— ¿Cammy? - dijo su nombre en un susurro angustiado.
— Aye, hermano.
Dejo salir un quejido tan profundo que parecía salido de las mismas
entrañas de su alma. Su cuerpo temblaba, la tomó en sus brazos y la apretó
fuertemente contra él mientras secaba sus lágrimas de sangre.
— Oh, que preciosa y dulce.
Paden apretó su agarre sobre ella al punto de hacer que doliera. Un latido
después, sus alas se extendieron en su espalda. Cuando trato de elevarse, los
demonios agarraron sus cadenas y lo arrastraron lejos de ella, entonces lo
azotaron contra el piso.
Ella trató de ayudar, pero la mujer voluptuosa en una armadura de color
rojo sangre usó sus poderes para lanzarlo contra la pared. Y la mantuvo allí
con una facilidad que le hizo que Cameron se enfureciera.
Chasqueando los dientes, sonrió con suficiencia. — Ya, ya, pequeños
engendros de Michael, no podemos permitir nada de esto.
— ¡Déjala ir, Gadreyal! - gruñó Paden.- ¡Esto no tiene nada que ver con
ella!
— Oh, pero claro que tiene que ver. Y si hubieras querido dejarla en paz,
hubieras cooperado. Pero ahora… - dejo salir una malvada, y malintencionada
risa.- Deberíamos jugar un pequeño juego llamado Planta la Semilla. Uno de
ustedes la llevara, pero ninguno sabrá quién es. Al menos no hasta que haya
echado raíces y crecido hasta ser la bestia que no puede ser derrotada y sea
muy tarde para detenerlo. - su risa hizo eco en el lugar - Aye. Tendré la cabeza
de Dón-Dueli, y los engendros de Michael serán los que me la traigan.
Su sonrisa murió un instante después cuando un demonio se manifestó
detrás de ella y susurró a su oído. — ¿Que? - gruñó.-
— Aye, mi lady. Se han abierto camino y se aproximan a la puerta.
Sus rasgos se volvieron como una piedra. — Reúnan mi ejército. Esta vez
devolveremos a los Deadmen de Thorn al infierno que los engendró.
******* 213
Usando sus pensamientos, Devyl dirigió al cuervo para bajarlos al mar
apenas un momento antes de que los dragones empezaran con sus implacables
ataques. Su incendiario aliento alumbraba el cielo mientras veían el barco
hundirse. Bolas de fuego explotaban por doquier
El cuervo se transformó de Nuevo en Simon Dewing, el cual asustó al resto
de la tripulación, al notar que Devyl había usado las plumas de la bruja para
hacer un hechizo para agrandar la alterada encarnación de su aprendiz.
Como un metamorfo, Simon había sido de ayuda varias veces para ciertas
tareas. Pero nunca más que ahora.
Mara le sonrió con suficiencia. — Pudiste decirnos quien era el ave, lo
sabes.
Guiñándole un ojo, chasqueó una extraña sonrisa hacia ella. — ¿Y
perderme la mirada en todos sus rostros? ¿Qué diversión habría en eso, amor?
Tengo que encontrar alguna diversión en mi muerte.
Con una profunda risa, Simon pronto fue a pararse junto a Kat y Roach.
Pasó su brazo alrededor de Kat, quien le sacudió cabeza y giro sus ojos.
— Debí saber que eras tú.
— Aye, debiste. Ya no te voy a dejar en paz. Ni siquiera me extrañaste o
preguntaste por mí… Y vi la manera en la que mirabas a Bart en mi ausencia.
No creas que no lo hice. Al demonio que lo vas a pagar, recuerda mis palabras.
Kat sacudió su cabeza hacia Bane. — Este es el otro Devyl al que ahora
debemos pagarle y el que más me preocupa, mi amor.
Simon pasó su brazo alrededor de los hombros de Kat y lo atrajo más
cerca para darle un beso a un lado de su cabeza. — No te preocupes. Nadie
va a ponerte las manos encima más que yo. Van a tener que pasar primero
por mí. -desenfundo su espada y usando sus poderes le prendió fuego a su
espada.-
Devyl y Bart tomaron la primera oleada de dragones que volaron a atacar
el barco mientras William fue junto a Mara para poder protegerla. Bart y
Devyl desviaron la ardiente y viscosa saliva de los dragones antes de que
pudiera caer en el piso o que encendiera en llamas las velas. Gracias a los
dioses que Bart y Will eran tan hábiles con la magia como él.
Siendo ellos Simeon Magi era una de las razones principales por las
que Devyl había aceptado a Will y Bart como su mano derecha e intendente
de su tripulación. Eran de la vieja escuela. Altamente entrenados y mortales
en simplemente cada enfrentamiento. Mientras su mano astral estaba ligada
cuando estaban cerca de baretos, o humanos no iniciados que no sabían
de los verdaderos peligros sobrenaturales que los rodeaban, aquí en aguas
abiertas, por su cuenta…
214
Bart y Will eran tan letales como él, lo cual era bueno, ya que necesitaría
de ellos para sobrevivir este día.
— ¡Preparen los nueve cañones largos! - Devyl gritó a sus artilleros mientras
revisaba la mejor manera de defender el barco y a la tripulación contra las
amenazas que venían.
Esos serian su habitual mejor defensa. Un cañón medio no sería
suficientemente preciso a la distancia en que los dragones estaban volando
y las culebrinas no disparaban una munición suficientemente pesada para
penetrar las escamas de los dragones.
Aye, esa carga solo los enojaría.
Igual que su fuego filosofal. Ya que los dragones respiraban fuego, no
era el arma más óptima contra ellos pues tenían escudos contra el fuego. Su
pellejo era duro y fuerte como para perforarlo. Peor que intentar arponear a
una ballena con una espada. Mientras no era imposible derrotar a un dragón,
era una habilidad especial y ninguno a bordo era un mata dragones de oficio.
Maldito sea por ese descuido. Él debió haber pensado con anticipación en
eso.
Pero estaba bien. Todos sus artilleros eran Aru Mages - cortesía de un muy
rebelde Thorn. Normalmente, ese tipo de criatura demoniaca era reservada
por los Sarim solo para los Necrodemians. Y estarían totalmente furiosos de
encontrarlos a bordo del Sea Witch a las órdenes de Devyl.
¿Porque? Porque eran un arma secreta que los Hell-Hunters no querían
que cayera en manos de sus enemigos bajo ninguna circunstancia. Una raza
especial de demonio, un Aru Mage era capaz de asumir cualquier forma
metálica o artefacto que un Necrodemian pudiera necesitar para luchar contra
la horda de Cimmerian.
Y eso era una ventaja que podría permitirles salir victoriosos este día.
Lanzando su fuego, Devyl derribó a un dragón, lo cual solo hizo enojar a
otro.
¿De cualquier modo, como habían visto el barco las bestias? Todos ellos
habían estado usando sus poderes para ocultar su presencia mientras se
acercaban al territorio de los dragones. No tenía sentido. Ninguno de ellos
debió ver un solo hilo de las velas. Su respuesta vino unos pocos segundos
después cuando unas nubes rojizas se apartaron y vio a las otras criaturas
aladas volando junto a sus enemigos…
Debí saberlo.
— ¡Iri! - gritó para advertirles a sus hombres y que ellos pudieran prepararse.
Estos eran los Seraphim quienes se habían vuelto en contra de sus
compañeros—o los hijos de aquellos traidores quienes habían elegido luchar
con sus padres y madres en contra de Gabriel y sus guerreros Kalosum - eran
215
lo que los Necrodemians habían estado creando específicamente para pelear.
Y eran mucho más poderosos que los demonios que la tripulación de Devyl
había reclutado para devolver a sus respectivas dimensiones. Estos eran los
comandantes de más alto nivel. Los más poderosos de su clase.
Más que eso, ellos habían sido alguna vez aliados de Devyl.
Maldijo al ver a Gadreyal liderándolos. Ella era una asquerosa desgraciada.
El tipo de creatura demoniaca que ningún hombre quiere encontrarse a solas.
Excepto por Devyl. Él disfrutaba de una buena pelea con un oponente
semejante.
En particular, él quería un trozo de su muy atractivo trasero para colgarlo
en su pared por lo que le había hecho. Justo al lado de la cabeza de su ex
esposa.
— ¡Gadreyal! - gritó, llamándola aparte de sus hombres mientras los
cañones giraron para apuntar a su nueva amenaza dejando a los dragones.-
Al momento en que ella lo vio, sus ojos se iluminaron con un rojo vibrante
y se lanzó hacia él de inmediato. Pero el estaría condenado, ella sería su
principal tortura. Tuvieron siglos de mutuo odio que acunaron contra el otro.
Ella paso por encima de sus hombres y dejó a sus dragones y soldados atrás
para lidiar con el resto y el cañón de fuego para así poder tomar a Devyl en
persona.
Lo bueno, fue que había sido suficiente para hacerlo sonreír.
— Bueno, bueno, - se burló, batiendo sus alas. - Pero si es mi juguete
favorito. - desenvainó su espada. - ¿Ya estás listo para darme lo que quiero?
— Aquí no estoy recluido, Gaddy.
La derribó con una explosión.
Gritando, aterrizó ante él y atacó.
Devyl sostuvo y desvió su estocada con su propia espada y avanzo con
la habilidad que le había hecho ganar incontables batallas. El ya no estaba
atado con cadenas, ni debilitado por una completa inanición. Tal vez él no
tenía aún su fuerza completa, era mucho más fuerte de lo que había sido por
siglos.
Ella estaba lista para una intensa batalla y él estaba listo para dársela con
todo lo que tenía—fuego mágico, colmillos y manejo de espada.
Por el borde de su ojo, él revisó a sus hombres, quienes estaban enfrascados
en peleas similares con el resto del ejército mientras estallidos de cañón hacían
tambalear el barco bajo sus pies y le ensordecían. Afortunadamente, su
tripulación parecía arreglárselas por su cuenta.
Bien. Él no quería ninguna distracción. Solo quería su cabeza en una
estaca.
Gadreyal le chasqueo sus dientes. — Se un buen chico, Duel. Ríndete y
216
se lo dejaremos fácil a todos ustedes. ¿Seguramente quieres estar en el lado
correcto del conflicto otra vez?
— ¿Planeas darme la garganta de Vine por eso?
— Sabes bien que no puedo hacer eso.
Bueno, entonces eso terminaba la discusión. Y cualquier pensamiento que
tuviera sobre cambiar de bando.
No era como si realmente se le hubiera pasado por la cabeza. Le había
dado su lealtad a Thorn. Y a diferencia de otros, él jamás iba en contra de su
palabra.
Se abalanzó por su cabeza y le lanzó un golpe con su fuego.
Lamentablemente, ella lo esquivó y se lo devolvió con un disparó de los
suyos.
Él se deslizó sobre el piso en su hombro. Maldición, eso dolía. Saltando
sobre sus pies, se sacudió el dolor e ignoro la vista de la mancha de sangre
que había dejado atrás en las tablas. Por Dios, que no iba a permitir ningún
tipo de agonía se metiera en esta pelea.
O su victoria.
Gadreyal rió y se lanzó a volar y aterrizó ante él. — No me has preguntado
sobre tu pequeña Seraph. ¿Tan pronto la has olvidado?
Su sangre se congeló a la mención de Cameron. — ¿Que le has hecho?
Lanzando su cabeza hacia atrás, se rió. — Yo no he hecho nada. Pero ella
carece de tu fortaleza. De hecho, la mayoría es así.
La ira nubló su mirada. — Si le has hecho daño a ella…
— ¿Daño? - lo interrumpió. - La hice más fuerte y la reuní con su querido
hermano. ¿Cómo es eso algún daño? Eso era lo que ella quería y mucho mejor
de lo que le diste.
Rugiendo de ira, avanzó hacia ella con renovado vigor, aunque sabía que
era totalmente estúpido. Era lo que ella quería. Solo la calma racional ganaba
una pelea. Pero no podría detener la furia dentro de él que quería darse un
festín con sus entrañas.
No cuando el había sido quien había metido a Cameron en esto. Ella
no estaría cerca de esta bruja de no haber sido por él. Él era el directamente
responsable por ella.
Gadreyal chasqueo sus dientes en su rostro. — Pobre Duel. Ni siquiera
puedes vender tu alma para corregir esto. ¿Dime? ¿Tu trato valió la pena?
— ¡Libera a la señorita Jack! - gruño con los dientes apretados.
— No tienes el poder de darme órdenes.
— Quizás no, pero tengo el poder de destrozarte. - la golpeó y la lanzó
dando vueltas.
Ahora eso en verdad lo hizo sonreír.
217
Hasta que se elevó en su forma de serpiente y reunió un grupo de
acompañantes con ella. En una gigantesca nube como un enjambre de abejas,
se arquearon hacia él, entonces se precipitaron a matarlo en una oleada
masiva.
*******
Mara sintió que sus rodillas se movían con dificultad manteniendo el barco
estable bajo el feroz asalto. William parado a su lado, desviando a los Irin que
los atacaban.
No vamos a lograrlo. Ella no dijo las palabras en voz alta, pero las sintió
muy en el fondo.
Y la aterrorizaban. ¿Que iban a hacer? No veía ninguna manera de
hacer retroceder a las bestias. Simplemente había demasiadas. A cada latido,
parecían multiplicarse.
Aunque los Deadmen en teoría, no podían morir, si podían ser sobrepasados,
y rápidamente eso estaba pasando.
— ¡Lleven a Mara abajo! ¡Protéjanla! - la voz de Du era un feroz, y
estabilizador gruñido por encima de los sonidos de guerra.
Y sus palabras causaron que un arranque de ternura corriera a través
de ella mientras giraba con el barco. Aun ahora cuando sus pensamientos
deberían ser sobre su propia supervivencia, eran sobre su bienestar.
En ese momento, ella lo vio como el día en que se conocieron. Vio la
mirada en su rostro al dudar sobre lastimarla. Sus atormentados y furiosos ojos
oscuros.
Por primera vez, entendió completamente lo que Belle le había dicho. Lo
que significaba realmente la cruz de los Deadman en sus brazos.
Sangre y hueso, Devyl Bane daría todo para verlos a salvo y sus almas
de vuelta para recuperar sus vidas de nuevo. Mientras tuviera aliento en su
cuerpo, él lucharía por ellos.
Él lucharía por ella.
Su mirada fue hacia él y su batalla con la Irin que más lo odiaba.
Mucho antes de que Vine hubiera matado a Du, Gadreyal había querido
la cabeza de Duel por el simple hecho de que la había puesto en evidencia
y ganado el favor en la guerra contra Thorn y su ejército. Hasta que Duel
apareció, Gadreyal había sido la principal general Cimmerian en Bretaña. La
elegida de los antiguos dioses oscuros, y le habían mimado por eso. Pero en
poco tiempo, él había superado su índice de éxito.
218
Nadie podía igualarse con la ferocidad de Duel.
Pero mientras Mara les miraba, notó que él aún estaba débil por su ataque
anterior. Por las condiciones de su liberación que le prohibían consumir sangre
humana o los corazones de sus enemigos, no se había podido alimentar
apropiadamente y por eso no podía sanar tan rápido como debería. Su linaje
Aesir mantenía ciertas necesidades alimenticias que eran consideradas un
poco sangrientas a los que no estaban familiarizados con su raza. Las cosas
por las que los habían juzgado por siglos.
Y Gadreyal también lo sabía. No tenía piedad con el mientras lo lanzaba
contra las barandas.
Si no hacían algo, Gadreyal lo derrotaría y lo devolvería al infierno de
donde Thorn lo había sacado
— ¡Ayúdalo, William!
Él dudó. — Sin ofenderte, ma, pero él va a arrancarme la cabeza si me
voy de tu lado. Y él es un tipo grande con un temperamento horrible. Prefiero
no tentarlo cuando ya está enojado, si sabes a lo que me refiero. Y en verdad
valoro mis cojones. Me gustaría conservarlo un poco más de tiempo, si no te
molesta.
Mordiendo su labio, se debatió que hacer. Atacar a Gadreyal sería
demasiado estúpido. A diferencia de ella, la Irin había nacido para pelear.
Ella tenía aún más experiencia de la que Duel tenía.
Sin una mejor idea, Mara inclino su quijada y usó sus poderes para golpear
con el mástil a Gadreyal. Funcionó. Doblando sus alas, se tambaleó lejos de
Duel con una desagradable maldición.
Orgullosa de ella misma, Mara se encaminó hacia Du, intentando revisar
como estaba.
No lo logró
Algo la agarró por detrás y la tumbo…
Devyl corrió al ver al demonio derribar a Mara. Con su corazón agitado
de miedo por su seguridad, saltó hacia ellos, mientras por el aire, tomó la
cabeza del bastardo con un golpe de su espada por atreverse a tocarla. El
aterrizó en el piso y giró, asegurándose de atrapar a Mara y sacarla fuera de
peligro.
Fueron a descansar a un lado del barco, con ella encima de él.
— ¿Estas bien? - él tomó aliento.
— Aye, ¿Tú?
Él asintió. — ¿Porque no estas abajo como lo dije?
— Sabes que no sigo tus órdenes y me importan un demonio.
Su tono provocador le hizo sonreír a pesar del peligro en el que estaban y
socavó el enojo que quería sentir. Bajó su mirada hacia sus labios separados
219
y deseó fervientemente que no estuvieran en una batalla.
No pasó mucho desde que ese pensamiento hubiera pasado por su cabeza
para que las tropas de Gadreyal se replegaran.
¡Mierda! Esto no puede ser bueno. Temiendo por el repentino cambio de
eventos, se levantó suavemente con Mara en sus brazos para afrontar cualquier
tormenta infernal que viniera por ellos. Mantuvo un brazo en su cintura mientras
se preparaba.
A pesar de los continuos disparos de cañones, los dragones daban vueltas
sobre ellos, lanzándoles fuego que Bart y William desviaban. Feroces olas
sacudieron el barco.
Un agudo grito vino desde debajo de las olas, haciéndole saber que la
puerta de Carian no era la que habían roto. Nay, algo mucho, muchísimo peor
había pasado.
Había tres puertas principales que llevaban a Gehyne, o Azmodea como
era llamado originalmente. El lugar del que la mayoría de su tripulación llamaría
infierno. Una estaba localizada en el desierto. Una en Jerusalén.
La tercera en el mar.
Por la maldad que mantenían alejada del mundo—ya que la humanidad
jamás podría protegerse de las creaturas del mal que llamaban a este lugar
hogar—los portales habían sido ubicados y sellados para que ellos no pudieran
abrirlos.
O eso pensaba.
Y para asegurarlos aún más, nadie sabía de sus ubicaciones exactas.
Hasta ahora.
Eso era lo que venía desde abajo. Devyl maldijo entendiendo lo que
estaba pasando. Por medio de Paden y Cameron, ellos habían accedido a la
sangre de Michael. Con eso, el ejército de Cimmerian habría tenido los medios
para abrir cualquier portal en cualquier reino. Incluso las más sagradas, y
reforzadas puertas.
Y pensar que, yo la entregué a los jodidos bastardos…
Si el mundo se acababa, él era el idiota al que debían culpar.
Peor, él Sea Witch estaba actualmente sobre el agua y listo para llegar
al puerto. Las tablas crujieron alrededor de ellos, haciéndole sabes que ella
estaba en peligro mortal. Preocupado por Mara, quien no sería capaz de
soportar mucho más del asalto, se dio la vuelta hacia ella. — Sepárate.
— ¿Qué?
— Ya me oíste, mujer. Por una vez en tu terca vida, has lo que te digo y
hazlo rápido. Suéltate del barco completamente. Deja que los bastardos lo
tomen antes de que lo usen para destruirte.
Para su total asombro, ella lo hizo sin ningún otro argumento. Lo que le
220
dijo exactamente cuánto dolor estaba ocultándole.
Y sabía que al momento en que soltara su consciencia de la madera. El
color volvería a sus mejillas mientras la fuerza fluía de nuevo a su cuerpo.
Agradecido de que al menos uno de ellos estuviera recobrándose de este
mordaz asalto, besó su frente. — Gracias.
— ¿Que estas planeando hacer?
Su mirada paso por encima de ella, hacia la propia vista de todos los
jodidos reinos del infierno que se estaba levantando desde el mar y llegando
justo a ellos. Mara no lo había visto aun, y por eso estaba verdaderamente
agradecido.
Así que le dio una sonrisa engreída. — Es mejor que no hagas preguntas
que tienen respuestas que seguramente van a molestarte, mi blodwen.
— ¿Qué quieres decir?
— ¡Duel!
Las mejillas de Mara palidecieron de nuevo al escuchar el gruñido bajo
de Vine.
El barco se inclinó aún más, enviando a media tripulación al borde y otros,
al agua.
— Suficiente de esto. - Devyl sintió sus ojos cambiar al reunir cada parte de
su poder y hacer la única cosa que había jurado que jamás haría.
Pero momentos drásticos requerían medidas drásticas. Si Vine quería
una guerra, que fuera en un terreno solido donde no pudieran ahogar a sus
hombres.
Rodeando a Mara, lanzó un golpe de poder hacia Vine y odió no haberle
dado pues ella lo esquivó. — Oh no, Vine, siempre quisiste ser mi reina. - le
dio una sonrisa frían.- Te veo en Alfheim, si te atreves.
Y con eso, rompió la membrana del mundo humano y abrió la puerta que
se aseguraba de enviarlo a todo tipo de mierda después.
Que así fuera.
La única cosa que le importaba era mantener a todos a salvo. El había
metido a su tripulación en esto. Por todos los dioses, que los sacaría, no
importaba lo que fuera necesario.
Y si los dragones querían seguirles…
Los Adoni Fey tenían sus propias razas especiales que estarían esperando
para tragárselos completo.
Gritos llenaron sus oídos mientras sus hombres eran succionados a través
de una turbulenta oscuridad y llevados del reino que conocían al de la gente
de su abuelo.
Que Dios nos ayude.
Devyl no tenía idea de que clase de recibimiento iban a tener a su llegada.
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Que encontrarían esperándolos al otro lado. Estaba prohibido hacer lo que
había hecho. Técnicamente él ya no era parte de la gente de su abuelo, y su
madre los habia enviado a todos a una guerra que le había causado a todos
y cada uno de ellos ser maldecidos.
Aye, esto probablemente no iba a salir bien para él.…
Solo esperaba que él fuera el único que sufriera por esta decisión impulsiva.
De repente, dejó de caer y aterrizó con fuerza contra una superficie sólida.
Con un feroz gemido, abrió sus ojos para encontrarse en una extraña pradera.
Todo alrededor de ellos era un trigal purpura que parecía como si tuviera una
mente propia
Miró alrededor para asegurarse de que todos estuvieran aquí. Mientras la
mayoría de ellos se había puesto de pie, había un par de heridos quienes habían
decidido que tenderse en el piso se ajustaba más su estilo por el momento. Su
reposo fue interrumpido por gemidos empalagosos y quejidos—en su mayoría
en contra suya y de sus preocupaciones sobre su estado mental actual. Aún
más por el estado del matrimonio de sus padres al momento de su nacimiento.
No es que los culpara. En primer lugar, estaba empezando a dudar de sus
propias habilidades de racionamiento. Porque, afrontémoslo, él era quien los
había traído aquí.
En segundo lugar, a él mismo le gustaría estirarse. Maldito por ser el
capitán y tener que dar ejemplo. En momentos como este, estaba tentado a
promover a Death o a Meers a su posición.
Si tan solo pudiera seguir órdenes.
Y hablando de aquellos incapaces de escuchar a los otros, Mara se
acercó a él con un semblante serio que estaba seguro había aterrorizado a
hombres inferiores. Era tan feroz, que incluso rivalizaba un poco con su propia
anatomía personal. — ¿Nos has traído a Alfheim? ¿Estás loco? Respóndeme
honestamente, ¿Queda en ti algún indicio de cordura en absoluto? ¿O ese
golpe en la cabeza que te dio Gadreyal hizo que lo perdieras?
— Pensé que era el lugar en que podíamos estar más seguros de tu hermana.
— ¿Y qué pasa con el barco?
Sin duda estaba al fondo del océano justo ahora. Solo esperaba que
Santiago y su tripulación no lo hubieran seguido de cerca. Con suerte, habían
visto lo suficiente para saber quedarse atrás, y tan lejos como fuera posible. Ya
que Devyl no había visto más de ellos que el barco durante la pelea, rezaba
porque eso significara que la magia de la madre de Rafe hubiera mantenido a
su tripulación resguardada del infierno que diluviaba sobre ellos.
— Te advertí que te separaras del barco.
— Aye, - dijo con una nota de histeria en su voz. - Eso lo hiciste. De
cualquier modo, si hubiera sabido que era para esta pequeña locura, me
222
hubiera detenido. Solo para…
Su voz se fue apagando al mirar sobre su hombro algo a la distancia. El
color se fue de su cara y sus ojos se agrandaron.
¿Y ahora que demonios?
Más que un poco irritado, Devyl volteó para afrontar cualquier nuevo
pandemónium que estuviera viniendo hacia ellos. Y de hecho era un
pandemónium.
Él hizo gestos al momento en que vio a los jinetes que se aproximaban y
los estandartes que los adornaban. Aunque en teoría no eran demonios, no
había mucha diferencia entre ambas razas. De hecho, preferiría lidiar con un
demonio que con estos bacalaos. No se le escapaba la ironía de que ellos aun
usaban el símbolo de la familia de su madre, un árbol y un ave, en blanco y
negro.
Con cabellos tan blancos como la nieve y piel más oscura que el dorado
de los místicos rayos de luz del reino hacia resplandecer, eran más hermosos
que cualquier criatura escupida del abismo universal.
Y más detestables y corruptos.
Eran los Adoni. Conocidos como los elfos blancos para muchos en el mundo,
eran la ruina de la existencia de Devyl, como era evidente por el nombre del
hombre, lo cual decía todo no solo sobre los Adoni, sino del carácter de este
particular bastardo de la familia.…
Flaithrí Álfljótrsson.
Álfljótr, significaba “Elfo feo” o “horrible” o “traidor.” Ese había sido el
nombre de su padre, y de ahí el “-sson” adherido al final. El solo hecho de que
una madre le hubiera dado tal apodo a su hijo también hablaba demasiado
sobre la dinámica de su familia y sobre porque Devyl era todo un bastardo,
dado que la misma sangre fluía por sus venas.
Devyl pasó de Mara para saludarlos lejos de sus hombres. Ellos se
detuvieron al instante en que le vieron. Al principio, no estaba seguro de que
lo reconocieran.
No hasta que la mirada de Flaithrí barrió su cuerpo y sus ojos se
ensancharon. Mantuvo su enguantada mano levantada para detener a los diez
guerreros Adoni que estaban con él.
William y Bart se movieron para pararse detrás Devyl.
— ¿Son amigos o enemigos, Capitán? - preguntó William.
Devyl se rasco la babilla considerando como responder. — No estoy
seguro. - estrechó la mirada sobre los jinetes. - ¿Así que como va a ser, primo
Flowery? ¿Somos amigos?
Sus fosas nasales se ensancharon. — Flah-ree, - y dejó en claro con dientes
apretados en el acento lirico que identificaba a toda su raza.
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— Como dije, Florian.
— FLAH-ree! - gruño aún más alto.
William se rió. — Buen pues, es bueno saber que no soy el único al que
molesta de esa manera.
Devyl le dio una mirada amenazante.
Él levantó sus manos en rendición. — No estoy cuestionando su gruñona
naturaleza, Capitán. Eso estaría lejos de mí.
Cruzando sus brazos, volvió su atención al asunto en cuestión, — ¿Así
que, primo Flowery, como va a ser? ¿Sangre o vino?
— Te odio, Dón-Dueli. Tu madre debió ahogarte al momento en que fue a
lavarse los restos de su embarazo de ti.
— Y la tuya debió darte de comer a sus sabuesos.
Bart se aclaró la garganta repentinamente. — ¿Um, Capitán? No lo estoy
cuestionando de ninguna manera, señor. ¿Pero es inteligente molestarlos tanto,
dado que es probable que se muestre en cualquier momento y retome lo que
acabamos de dejar?
Él paso una sonrisa irritada a Bart. — Dado que yo soy el legítimo heredero
del trono sobre el que el padre de Flowery actualmente posa su trasero, aye. Los
reto a cuestionarme. -dio la vuelta hacia su primo. - ¿No es verdad, Flowery?
¿O finalmente encontraste los cojones para superar a tu padre y venir por mí?
Él se puso visiblemente rígido en su montura. — ¿Que necesita de mi…
Majestad? - la palabra era más un insulto que un título honorifico.
Ignorando el desaire, Devyl miró sobre su hombro y sintió los cabellos de
su nuca ponerse de punta.
Gadreyal estaba por perforar el velo y venir por ellos. Podía sentirlo como
un tangible toque sobre su piel. — Vas a querer reunir algunas tropas.
Flaithrí arqueó su ceja. — ¿Debo preguntar porque?
En cuanto hizo la pregunta los enemigos de Devyl derribaron el escudo y
encontraron el camino hacia el reino de su abuelo.
Devyl sonrió fríamente hacia Flaithrí. — No hay una razón en particular,
aparte del hecho de que si no lo haces, vas a tener algo mucho peor que yo
de que preocuparte
224
Capitulo 19
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Luna Miriel
225
lo que tenemos. Vamos a enviar a estos bastardos de vuelta a donde vienen
arrastrándose.
El caballo vetado de su acompañante extendió sus alas por su lado. Hizo
retroceder a su caballo y se lanzó a volar.
Devyl convocó su propia armadura. Ahora que estaba fuera del reino
humano, las reglas de combate eran totalmente diferentes.
Y ellos eran completamente suyos.
— ¡Muy bien, mis valientes! Mostremosles a estos jodidos bastardos de
que estamos hechos los Deadmen. - agregó fuego a su propia espada y la
preparó para la batalla.
El tiempo para reprimirse había pasado.
Estaban en tierra seca y en el reino de la gente de su abuelo. Si Vine y
Gadreyal querían una pelea, él estaba más que listo para darla…
Con la completa ferocidad de su linaje entero quemando profundamente
entre su corazón y su esófago. Una cosa sobre los Aesir, es que ellos no cedían
ante nadie, y nada encendía sus fusibles tanto como la promesa de una buena
pelea.
Mara tomó su brazo mientras el empezaba a pasar por su lado. — ¿Duel?
Deteniéndose a su lado, esperó que ella lo reprendiera por su forma de
lanzarse a la batalla.
En cambio, ella le ofreció una adorable sonrisa. — Patea sus sucios
traseros. Y no salgas lastimado.
Él levantó el visor de su casco para poder darle un beso rápido.
Probablemente debería haberse contenido ante los otros, especialmente dada
la cantidad de jadeos de conmoción que escuchó, pero en el caso de que
este fuera su último momento con ella, no quería morir de nuevo con otro
arrepentimiento.
Dejó que sus hombres supieran que él y Mara finalmente habían dejado
el pasado atrás y que habían llegado a unos términos adecuado para los dos.
Nay, eran mejores que adecuados. Mejores que nada de lo que él habría
esperado obtener.
Y si debía morir este día, quería volver a su infierno con el sabor y la
sensación de sus labios frescos en su memoria. Aye, con eso, podría morir en
paz y estaría todo bien.
Mara apretó su mano en la cota de malla de Duel. Y le costó todo lo
que tenía soltarlo, sabiendo que él estaba a punto de enfrentar a la armada
de Cimmerian de nuevo. Que extraño que alguna vez hubiera odiado esa
hechizada armadura negra—había pensado que era la cosa más horrible, y
más vil en la que había puesto sus ojos. Ahora, deseaba que fuera más fuerte
y aún más hechizada. Cualquier cosa que lo mantuviera a salvo de daños.
Así que agregó su propio hechizo a ella.
Por favor vuelve a mí. Controlarse justo ahora era lo más difícil que
había tenido que hacer. Especialmente cuando lo que en realidad quería era
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tomar su forma de árbol y envolverse a su alrededor hasta volverse una jaula
impenetrable que nadie pudiera romper para llegar a él.
Si solo él lo permitiera…
Su mirada la quemó mientras él le besó suavemente la mano, y luego la
soltó. Se sentía como si le hubiera arrancado el corazón y se lo llevara con él.
Nunca le había quemado algo tanto.
O cortado tan profundo.
Sin decir una palabra, se dirigió hacia Sallie.
— ¿Listo para liberar a su alma luchadora, Sr.Lucas?
— ¿Es seguro aquí, capitán?
— En efecto. Si esto causa estragos en este reino antes, durante o después
de la batalla, cuanto más es mejor.
Sallie abrió una sonrisa feliz. — Muy bien entonces. Salud por mi madre
bendita y por todas las cosas lo que viene del buen Ron. — Descorchó su
botella, y cuando lo hizo, un viento feroz y chillante se desgarró de ella. Uno
que sofocó y cautivó a cada Deadman cerca de ellos.-
Mejor aún, asustó a los caballos de Flaithrí y sus acompañantes lanzando
a un arrogante Flaithrí justo sobre su trasero. Y cuando se levantó, se acercó
maldiciendo todo acerca de Devyl.
Y sus hombres.
En unísono grupal, sus mandíbulas cayeron mientras el viento rodeaba a
Sallie, transformándolo como un genio en un enorme, musculoso berserker—
completo con largas trenzas y un hacha de doble filo. La cual flexionó sobre su
cabeza mientras gruñía en grave invitación a la sangre con la que planeaba
alimentar a su arma en este día.
— Dios está apuntando al bodikín... - Bart se volvió hacia Devyl. - ¿Usted
sabía sobre esto, Capitán?
Devyl lanzó una sonrisa perversa.
— Por supuesto. El capitán lo sabe todo sobre su barco y su tripulación. Es
por eso que me mantenía diciéndoles a todos ustedes que dejaran el alma del
hombre tranquila antes de que uno de ustedes soltara a la bestia en la botella.
Bart se ahogó al ver a Sallie crecer hasta estar más alto que él, y oponer
resistencia a la juventud que había sido cruelmente despojada de él cuando su
alma había sido salvajemente segada de su cuerpo sin su permiso.
Zumari frunció el ceño. — Yo no entiendo.
Con una sonrisa de comprensión, Devyl se encogió de hombros. — Fue
una maldición puesta sobre él cuando se encontró de repente con un hechicero
hace unos años. Sólo puede dejar salir su alma cuando está en el campo de
batalla. No quieres saber lo que sucede cuando se libera cuando hay paz.
— Déjeles que lo aprendan de una vez, capitán, - Sallie dijo con su propia
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sonrisa. - Ellos nunca lo olvidaran después.
— Debidamente anotado. - Bart se aclaró la garganta al respetuosamente
dar a Sallie un poco más de espacio para maniobrar-. Una cosa más, Capitán...
¿alguna indicación sobre cómo vamos a ganar esto?
— No se muera. Y sea el último hombre en pie.
— Es bueno saberlo. ¿Hay indicaciones sobre cómo matarlos, entonces?
— Cortarles la cabeza. ¿Si eso no funciona? Correr como el infierno,
preferiblemente más rápido que el pobre tipo a su lado. Podría querer considerar
hacerlo tropezar si demuestra ser más rápido.
— Hermoso. Espero ansiosamente estas discusiones profundas y
significativas como también, sus discursos motivacionales que me dejan
completamente de los cojones, encogido y debilitado.
Riendo, Devyl bajó la visera para la batalla. — Mejor los cojones que los
sesos. Y mejor ambos que tu valor.
Bart resopló. — No estoy seguro de eso. Sobre todo teniendo en cuenta lo
que se nos viene. - saludó a Devyl con su espada. - En caso de que caiga y me
olvide de decirlo... Ha sido un honor servir con usted, señor.
— Y con usted, señor Meers. Salud por matarlos antes de que nos maten, y
si lo hacen, asegurarnos de que se unan a nosotros en el descenso al infierno.
— Amen, coz. Amén. -y con eso, dejó a Devyl para dirigirse directamente
a la batalla.-
Mientras Devyl empezaba a avanzar, un extraño frío subió por su columna
vertebral. Se volvió para ver si era Zumari, pero el hombre ya estaba envuelto
en una lucha feroz. Por un momento, pensó que podría ser Vine.
Hasta que una sombra en su izquierda se movió.
Ahora eso toda una peculiaridad. Frunciendo el ceño, se preparó para el
asalto.
En cambio, la sombra llegó a envolverse a su alrededor y susurrarle al oído
con una suave, y femenina entonación. — Thorn me ha enviado con un regalo
para ti. Él quiere que sepas que no te ha abandonado, sino que estará aquí
tan pronto como le sea posible. - con esas palabras pronunciadas, presionó
algo en su palma.
Entonces, tan de repente como apareció, se había ido con nada más que
un simple beso despreocupado a través de su carne que estaba completamente
cubierta por su armadura.
Su ceño se profundizó en el instante en que abrió la mano y vio lo que le
había dado.
El medallón Seraph de Michael. El mismo que Cameron le había confiado
a Thorn.
Así que ahí estaba…
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No estaba seguro de cómo se sentía, sin la señorita Jack aquí y todo
eso. No parecía correcto que eso estuviera de regresó ahora. Y con ese
pensamiento vino el diluvio de todo lo que habían fallado en lograr. Ellos no
habían encontrado los cuerpos del desastre de la Flota. Los Plat-eyes todavía
tenía el control de esos pobres bastardos. Había permitido que Vine escapara
de su prisión al no detenerla. Gadreyal había capturado a Cameron y a su
hermano— dos mortales nacidos con la sangre de Michael.
Y otra puerta se había quebrantado…
Seriamente apesto en mi trabajo.
Por qué Thorn lo había elegido para esto, no lo sabía. Tal vez la bestia
era una masoquista. O quizás había recibido tantos golpes en la cabeza en
batalla que finalmente lo habían aturdido.
Devyl no se había sentido tan incompetente desde el día en que encontró
a su hermana. La desesperación amenazaba con abrumarlo.
Hasta que miró a Mara, quién le veía con aterrorizado desasosiego. Aún
no he perdido nada todavía. Excepto un poco de dignidad, que podría tomar.
Honestamente, no lloró su pérdida en absoluto.
No dejes que Mara salga lastimada. Perderla era la única cosa que nunca
superaría, y él lo sabía.
Decidido a salir de esto, dejó salir un feroz grito de guerra y corrió
directamente a Gadreyal.
*******
— ¿Marcelina?
Mara se enfrió al oír el sonido de la voz de la hermana. Preparada para
no dejar salir nada como sus pensamientos o sentimientos, ella se volvió hacia
ella y fue inmediatamente sorprendido por la increíble belleza de su hermana.
Era extraño cómo había olvidado qué grandiosa y seductora criatura era Vine.
Por qué Duel la preferiría por encima de la confiada personalidad de femme-
fatale de Vine, no podía imaginarlo.
El hombre debe estar loco.
— Vine. - estaba orgullosa de sí misma por mantener su voz tan firme y
tranquila.-
— No me liberaste como dijiste que lo harías, hermana.
Fue entonces cuando Mara se dio cuenta de que Vine había utilizado sus
poderes para congelar a William a su lado. No podía moverse en absoluto.
Queriendo comprobarlo, pero aterrorizada de que su hermana lo matara
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si lo hacía, ella desvió la atención de Vine lo mejor que podía. — Estaba
intentando. Tus amigos hundieron mi barco antes de que pudiera acercarme a
tu isla.
Vine chasqueo los dientes. — ¿Piensas que creeré esa mentira?
— Teníamos un trato, ¿no?
— Sí, lo teníamos. - la mirada de Vine fue a Duel mientras él luchaba
contra el ejército de Cimmerians. - Pero parece que has estado distraída. No
es que te culpe. Él es un fino ejemplar de virilidad. Bien formado y experto en
todas las formas correctas.
Mara apenas contuvo el impulso de darle una bofetada a su hermana, y
esa oleada de violencia la sacudió. Ella se calmó respirando y reuniendo su
compostura antes de que la traicionara y consiguiera matarlos a todos. —
Nunca has hablado tan bien de él antes.
Y entonces Mara lo vio. Sólo fue un destello, pero la perfecta piel de
porcelana de Vine fue revestida con las venas negras que exponían la
enfermedad de su hermana.
— ¿Estás hibernando?
Las venas volvieron a destellar. Esta vez, el negro retorcido sobre su carne
como una criatura viviente, se deslizó hacia sus labios y ojos para convertirlos
en negro. Incluso su cabello tiziano y la esclerótica de sus ojos se volvieron
negros.
Mara no estaba segura de lo que la aturdía más sobre eso. El hecho de
que su hermana hubiera estado tan lejos y que ella la había extrañado, o el
hecho de que Vine podría ser tan hermosa incluso cuando estaba enferma.
Sin notar su transformación física, Vine la fulminó con la mirada. — ¿Qué
mentiras te ha dicho de mí que le creíste?
Mara quería reírse del pensamiento de Duel chismorreando sobre cualquier
persona, pero Vine estaba hablando en serio. Muy en serio.
La hibernación había tomado la más profunda raíz imaginable. ¿Alguna
parte de esta podrida criatura podía ser la hermana que ella una vez había
conocido? — ¿Qué te ha pasado?
— ¿Qué me pasó? - ella se rió amargamente. - ¡He estado encerrada en un
agujero por cientos de años! Tú... tú - ella apuñaló a Mara en el pecho con una
larga uña negra- mi marido mimado me ha enviado a un trance de sueño para
protegerle. ¡Mientras tanto, se aseguró de que iba a ser torturada! ¡Retenida
para que no pudiera escapar!
— Lo asesinaste, Vine.
Ella se burló de Mara. — ¿Tienes alguna idea de lo que él había planeado?
— Nay.
— Él iba a entregarnos a nuestros enemigos.
230
Mara se quedó inmóvil ante el mero pensamiento. Seguramente Duel nunca
hubiera hecho tal cosa.…
— ¿Perdón?
— Sí. ¡Quiso dejar su espada y comenzar una familia! ¿Puedes imaginarlo?
Dón-Dueli de los Dumnonii... El Oscuro... el Rey del Mundo quería Paz. - ella
escupió la palabra para hacerla sonar como el peor tipo de insulto.-
Encogiéndose de hombros, Mara se odió por alguna vez haber dudado
de Duel. — Somos Deruvian Vanir. Es con lo que soñamos. Deberías haberlo
alentado.
— ¿Cómo lo hice con mi primer marido? ¡Un verdadero Deruvian! - su
desdén se alargó, contorsionando su rostro en el de una horrible bruja. -
Permíteme decirte lo que tal paz le trajo a mi primer marido, niña. ¡Una tumba!
¡Y es lo que nos habría sucedido a todos! - ella agarró la mano de Mara.
- ¡Ahora dame lo que necesito para enterrarlo, de una vez por todas, o me
aseguraré de que mueras de una manera de la que no volverás!
Mara tomó aliento con brusquedad ante la amenaza. Ella quería negar
que esto era su hermana. Pero así como esas palabras sonaron en sus oídos,
otras le siguieron.
Duel tenía razón. Vine nunca le había amado. Nunca había sido capaz
de amar. Incluso cuando eran niñas, su hermana había sido mezquina. Mara
había pasado por alto las fallos de Vine, especialmente después de que muchos
de sus familiares habían sido asesinados y quemados. Y sus carbonizadas
cenizas esparcidas por los vientos para que no pudieran regenerarse.
Ella se había convencido de que Duel y su especie eran el verdadero mal
en el mundo.
Pero el mal no seleccionaba ni escogía a quién corromper. Echaba raíz
como una insidiosa maleza que buscaba destruir cualquier jardín en el que
pudiera encontrar ayuda, no importa quién, qué o de dónde ese jardín tuviera
su origen. El mal nunca fue quisquilloso sobre su anfitrión. Por eso era tan
importante arrancarlo y acabarlo antes de que pudiera extenderse y pudrir el
jardín de adentro hacia afuera.
Tomar y destruir la belleza que hacia al jardín puro y sano.
Las lágrimas la ahogaron. Quizá si ella lo hubiera visto antes, podría
haber salvado a su hermana. Pero era muy tarde ahora. Vine no quería ser
salvada. A diferencia de Duel, Vine no luchó contra la oscuridad o siquiera
trató de apaciguarla.
Más bien, se deleitaba en ella.
Y Mara se negó a sentarse y ver a Duel ser derrotado por tan insignificante
pequeñez como Vine. Verlo morir nuevamente mientras luchaba tanto por los
demás. Después de luchar tan duro contra el mal que lo quería atrapar. Tal vez
231
no hubiera visto la verdad de él en Tintagel, pero ella la veía ahora.
Más que eso, él era suyo, y una cosa sobre los Deruvians... era que ellos
protegían a los suyos de cualquier amenaza.
Tal vez hay un pequeño Aesir en mí, después de todo.
Ella no iba a protegerse o a su hermana. Ya no. Y no cuando tenía a
alguien que ahora significaba más para ella.
Invocando su propia armadura, se enfrentó a una Vine sobresaltada.
— ¿Qué es esto? - preguntó Vine con incredulidad.
— Soy yo escogiendo oponerme a ti y a tus deseos. No te daré nada,
excepto mi desprecio y desdén por tu comportamiento. ¡Qué vergüenza,
hermana! ¡Qué vergüenza!
Vine arqueó una negra ceja. — Tú haces esto y nunca separaré tu vida de
la de Duel.
— Bien. Me ahorrará el trabajo de tener que unirla de nuevo más tarde.
Gritando, Vine convocó a su propia armadura. Mientras Mara había
elegido una azul clara, plata y blanco para ella, la de Vine era un verde
deslumbrante que brillaba con su poder antinatural. El aura alrededor de ella
tarareaba y brillaba como una viva, membrana respiratoria para protegerla.
Pero nada iba a detener a Mara de mantener a Duel a salvo. Hoy no.
Lamentando su decisión de no aceptar la oferta de Duel para enseñarle
a usar la espada cuando tuvo la oportunidad, convocó a la única arma que
había usado.
Ruedas de viento y fuego. Aunque ella estaba un poco fuera de práctica con
ellas, eran las armas por las que su gente era conocida. Dos semicírculos muy
similares a un chakram, tenían picos curvados sobresaliendo de las cuchillas
que eran hechas para parecer rayos de sol o fuego. Y cortaban a través de la
carne, tanto humana como demoniaca, tan fácilmente como cortaban el viento.
Vine abrió mucho los ojos. — ¿Realmente planeas pelear conmigo?
— ¿Para mantener a Duel a salvo? En efecto.
— ¿Qué te pasó, hermana mayor, para que te atrevas a elegir un Aesir
por encima de la familia?
— Él ha sido más familiar para mí de lo que alguna vez fuiste.
Eso hizo que Vine atacara, con toda su fuerza. Con un grito que quebraría
los oídos, manifestó su lanza y fue tras la garganta de Mara.
Mara atrapó la punta contra el borde de su rueda derecha y la torció para
que la punta sobresaliente bloqueara la cuchilla. Parecía una buena idea hasta
que Vine torció su arma y casi arrancó el brazo de Mara de su hombro.
Gritando, Mara luchó para permanecer de pie. No podía dejar que su
hermana la matara en esta lucha. Si lo hacía, Duel moriría, también.
Vine lanzó una risa cruel y siniestra. — Nay, no lo hará, - dijo ella como si
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oyera los pensamientos de Mara. Ella sacudió a Mara más cerca con su lanza
para poder susurrar a su oído.- Tengo noticias para ti, hermana mayor... maté
al bastardo el día que comprendí que te amaba tanto que vendió su alma para
darte tu libertad, para que pudieras vivir sin él. ¡Él iba a decírtelo cuando corté
su garganta y luego corté su traicionero corazón! Por eso vivías después de
que él murió. Por eso yo te metí en un hechizo de sueño.
— ¡Estás mintiendo! - distraída por el pensamiento, Mara se volvió para
mirar a Duel.
En el momento en que lo hizo, Vine la apuñaló a través de su estómago.
Gritando de dolor, trató de sostener su aliento para mantener la viciosa e
hiriente agonía de lado. Pero no sirvió para nada. Cada latido de su corazón
trajo más dolor sobre ella. Peor aún, Vine la mantuvo erguida y sobre sus pies
sosteniéndose en la lanza. — La mitad de eso era una mentira, querida. Te
diría que imagines cuál, pero no vivirás lo suficiente para eso.
Vine fijó a Mara al suelo con su lanza, luego pidió que Strixa se le uniera.
Ella voló como un búho, transformándose entonces en su cuerpo humano.
Con una sonrisa, Vine comprobó que Mara estaba muerta. Una vez
asegurada, arrancó el harthfret de su garganta. — Buena muerte para ti,
hermana.
Strixa arqueó una ceja como si lo desaprobara y quería decir algo, pero
no habló mientras Vine se dirigió hacia el secuaz de Duel. Cómo Duel siempre
había sido capaz de inspirar tal lealtad de aquellos a su alrededor, Vine nunca
lo había entendido. Y esta particular pequeña descuidada mascota de Duel...
había sido una molestia casi tanto como su ex marido, por lo que era tiempo
de ponerle un uso al bastardo.
Tocándolo en la frente, puso su hechizo — Creo que voy a dejarte matar
a Duel por mí.
*******
*******
*******
En cada cultura, las mezclas eran significativas. Como Aesir, Devyl había
aprendido a desconfiar de ellos, pues fueron frecuentemente atormentados
por los con annwn, cyhyraeth, Adoni, o Gwrach y Rhibyn, quienes cazabas
viajeros imprudentes, buscando almas o víctimas para fines nefastos. Nada
bueno pasaba en estos lugares.
*******
Kalder vaciló al ver la densa pared de cristal que mantenía a Paden y
Cameron encarcelados. Estaban congelados en una hoja tan gruesa, que
apenas parecían humanos. Pero la peor parte de todo fue las expresiones de
horror congeladas en sus rostros—como si estuvieran atrapados en medio de
una pesadilla que sólo ellos podían ver.
— ¿Qué les han hecho?
La rabia oscureció los ojos de Thorn a un resplandor verde vibrante. — No
es lo que hay ahí lo que es aterrador, Myrcian. Es lo que no está.
— ¿Qué quieres decir?
Thorn puso su mano sobre el hombro de Kalder. En el instante en que lo
hizo, el dolor se desgarró a través de la cabeza de Kalder y rasgado la capa
de este mundo para que pudiera ver la realidad donde Cameron y Paden
vivian actualmente. El reino donde sus almas habían sido lanzadas por la
maldad de Vine.
Jadeando, sintió un escalofrío tan frío que ardía. Sintió la desesperación
de Cameron y el terror de su hermano que iba a matar a su propia hermana,
y que Paden sería incapaz de detener el hambre dentro de él que le exigía su
sangre inocente.
Thorn se soltó y se alejó de él.
Kalder se tambaleó cuando su visión se despejó y volvió a esta realidad.
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Con su respiración desigual, parpadeó rápidamente, mirando de Thorn a
Michael y finalmente Gabriel. — ¿Pueden ver siempre así?
Asintieron a la vez.
— ¿No es divertido, verdad? - dijo Thorn amargamente. - Saber lo que hay
detrás del velo del ser humano y no ser capaz de interferir. Es su propia forma
del infierno.
Kalder se secó las lágrimas mientras luchaba por equilibrar su respiración.
— ¿Es por eso qué viniste a buscarnos?
Thorn pasó una mirada sombría a los otros dos. — Sí. A diferencia de
algunos, no puedo soportar la injusticia.
Michael se volvió hacia él con un siniestro siseo, exponiendo un conjunto de
colmillos que Kalder no había notado antes. — ¡Nunca me hables de injusticia,
demonio! ¡No tienes derecho! No sabes nada de mí ni de los mios.
Thorn levantó las manos. — El punto es, que creo en segundas oportunidades.
Michael frunció el labio. — La mayoría de los demonios lo hacen, ya que
el segundo golpe suele cortar más profundo que el primero.
Ahora era el turno de Thorn de ir por Michael, pero Gabriel lo atrapó y lo
obligó a regresar.
— ¡Suficiente! ¡Ustedes dos! No estamos aquí para pelear entre nosotros.
- él sacudió su barbilla hacia Paden y Cameron. - Cada segundo que discuten,
corremos el riesgo de perderlos para siempre.
— Si no lo hemos hecho ya, - dijo Michael bajo su respiración.
Kalder hizo una mueca al presionar su mano contra la roca fría que le
impedía sentir el calor de Cameron. Qué extraño que apenas la conocía y
sin embargo había encendido algo dentro de él que nunca había sabido que
poseía.
Un corazón.
No la había besado ni siquiera y aquí estaba dispuesto a morir para
salvarla. Eso no tenía sentido alguno. Pero de hecho la vida rara vez lo tenía.
Tal vez fue ese optimismo inocente que tenía a pesar de toda la vida
de mierda que se había amontonado sobre ella lo que había reiniciado los
órganos muertos en su pecho. O la luz amable en aquellos ojos color avellana
cada vez que hablaba de su hermano. La forma en la que mantuvo la fe incluso
cuando parecía que no había esperanza alguna.
Nadie había tenido nunca ese respeto por él.
Nunca lo había querido.
Hasta ahora. Por todo lo que era sagrado y lo que no, quería que ella lo
viera así. Ver sus ojos brillar y brillar para él de la misma manera que lo hacía
por Paden.
Nay, eso era mentira y lo sabía. Él quería mucho más que eso de ella. Él
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quería tener una mujer, sólo una vez, que lo viera como ella veía a su hermano.
Como un noble héroe.
Como su noble héroe y campeón.
Por quien ella estaba dispuesta a sacrificar su vida.
Quería que alguien lo amara así. Completamente y sin duda. Con total
lealtad y devoción. Amarle como su madre había amado a su hermano. Tener
a alguien llorando su muerte y lamentando que ya no fuera parte de su vida.
Nadie incluso había ido a su entierro después de que su madre lo destrozó.
Ni siquiera un sacerdote. Los vigilantes lo habían sacado y dejado su
cuerpo en una fosa común como basura. Sin pompa. Sin últimos ritos. Nada.
Ni una sola palabra.
Después de todos los años que había vivido, no significaba nada para
nadie.
Sólo Cameron le había molestado como un amigo y le hacía sentir noble
o bienvenido. Maldito sea por quererlo. Porque ahora que él sabía su sabor,
no podía volver a su ignorancia. Eso era un crudo y fétido anhelo que no lo
dejaría en paz. No podía volver a la forma en que había sido. Insensible e
inconsciente.
Ella le había abierto los ojos y despertado.
Y si tuviera que morir para traerla de vuelta, que así fuera. A diferencia
de él, ella era un alma que traía felicidad al mundo, y a los que la rodeaban.
Como su hermano. Tenía una mujer esperando y un niño que necesitaba a su
padre. Ellos eran raras luces que brillaban en este mundo oscuro y terrible.
Nadie te extrañará, Kal.
— Hagamos esto - dijo al Sarim- No quiero que ella sufra un momento más.
Thorn inclinó la cabeza hacia Kalder, luego pasó una severa, y censuradora
mirada al Sarim. — ¿Díganme de nuevo cómo es que los condenados están
más allá de la redención?
Desviaron la vista con timidez.
Él palmeó a Kalder por la espalda. — Sé que me enferma hacerte esto. Si
hay alguna manera de salvarte, la encontraremos.
Kalder asintió. — Dile a Cameron que fue mi honor salvarla. - sacó el
collar que había pertenecido a su hermano y se lo entregó a Thorn.- Y dale esto
de mi parte. Pídele que ore por el alma de mi hermano.
— ¿No es tuyo?
Soltó una risa amarga. — Los dos sabemos dónde está la mía y dónde va
a dirigirse.
Thorn tomó el collar y lo metió en su bolsillo. Lo que tenía que hacer
enfermaba hasta el centro de su inútil alma. Pero no tenía elección. Las dos
Perras que estaban con él no iban a ahorrarle esto, y él lo sabía. Nunca le
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ahorrarían ninguna pesadilla.
Maldiciendo a su padre y a él, él sacó su daga y tan rápido e indoloro
como era posible, cortó la arteria de Kalder para que su sangre cubriera el
piso.
El Myrcian se tambaleó, pero Thorn lo atrapó y le impidió caer al suelo frío
como basura. Lo tomó en sus brazos mientras su vida se desvanecía.
— Duerme en paz, pequeño hermano, -susurró contra su oído. - No dejaré
que mueras sólo esta vez. Y serás llorado y extrañado. Eres un buen hombre,
Kalder. Que nadie te diga nunca otra cosa. Ni siquiera tú.
Hundiéndose en el suelo, Thorn le acunó en sus brazos y lo mantuvo allí
hasta que se desangró y murió. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras odiaba
todas las elecciones que se veía obligado a tomar. Las elecciones a las que
todos estaban forzados.
Michael no dijo una palabra mientras reunía la sangre de Kalder y la
utilizaba para los encantamientos que necesitaba para liberar a su progenie.
Gabriel se arrodilló a su lado. — ¿Thorn?
Parpadeó lentamente, incapaz de responder por el dolor dentro de él que
se revolvía y le atormentaba tan profundamente que le había dejado vacío y
entumecido.
— Tienes que dejarlo ir.
Sin embargo, no podía hacerlo. No cuando conocía los horrores que
habia perseguido a Kalder. — Él no es una basura.
— Lo sé.
Nay, él no lo sabía. No realmente. Cerrando los ojos, Thorn se aferró a
la cabeza de Kalder y les juró a ambos que encontraría algún milagro para
liberar al Myrcian. Incluso si tuviera que desentrañar el universo para hacerlo.
— ¿Kalder?
Parpadeando, Thorn levantó la vista al ver como Cameron salía de la
pared para verlos en el suelo, impregnados de sangre.
Con un feroz sollozo, corrió hacia ellos. Sus manos temblaban mientras
sollozaba y se aferraba a la chaqueta de Kalder. — ¡Nay! ¡Nay! ¡No puedo
perderlo! ¡Así no!
Thorn la atrajo hacia él para consolarla. — Shh, pequeña. Él sólo duerme.
Ella lo miró como si estuviera loco. Y lo estaba, de hecho. Pues sólo un loco
habría desafiado los poderes necesarios para crear a los Hellchasers como
Thorn lo había hecho.
Sintió que sus ojos se ponían de un rojo brillante antes de ofrecerle una
sonrisa decidida. — Yo lo traje de vuelta cuando él no tenía absolutamente
nada por que vivir. ¿Realmente piensan que él no se levantará ahora que tiene
tanto que perder?
247
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Revision final de
Deadmen Walking
Miss Blu, Eli Dydimos, V. Cardiel, Nébula