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Se puso otra vez de moda la reforma de la justicia. Mala noticia. La justicia necesita una
reforma sustancial, pero esta solo tendrá sentido en sucesión de una verdadera reforma
política, por cuanto es en la política, no en la justicia, en donde está la fuente del
problema, el origen del “cartel de los togados”. La verdadera responsabilidad no se sitúa
en las instituciones de la justicia, porque el problema no está necesariamente en la
estructura, sino en nuestro sistema político, que ha conseguido infiltrar y corromper con
éxito una gran parte de la Rama, volviéndola clientelista, abusiva e inoperante, porque
es así como le sirve, es eso lo que le conviene.
Gracias a esto, la justicia se convirtió en una amenaza para ese delfinazgo que tenemos
por sistema político, tan acostumbrado siempre a tratar este país como su finca de
recreo. En sus inicios, los magistrados que integraban las altas cortes procedieron a
imponer límites importantes al Poder Ejecutivo (como en el caso de la Corte
Constitucional sobre los estados de excepción).
Desde ese entonces, los políticos han intentado de todas las formas posibles (situando
en cargos estratégicos a amiguitos y cómplices, o interceptando, amenazando y
persiguiendo a la Corte Suprema por haber tenido el valor de avanzar en la
‘parapolítica’) socavar, colonizar y corromper la independencia y autoridad del Poder
Judicial. Todos los conflictos que hemos visto en los últimos veinte años, desde el
proceso 8.000 hasta la guerra del presidente Uribe contra las altas cortes, tienen su
origen en esta condición del sistema.
Natalia Springer
Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión
Fecha de publicación
3 de noviembre de 2013
Autor
Natalia Springer