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Objetivos:
Consignas:
2)
A- Referencias:
Las primeras tribus de cazadores de origen asiático llegaron a América a través del
Estrecho de Bering hace unos 30.000 años aproximadamente, en tanto que su arribo al
actual territorio argentino se considera producto de migraciones internas ocurridas hace
18.000 años.
Con la llegada de los conquistadores españoles los pueblos indígenas vieron truncadas
sus posibilidades de desarrollo cultural.
Dónde vivían:
En el Noroeste
La cultura diaguita fue la más compleja y numerosa de las poblaciones indígenas.
Aproximadamente unos 200.000 habitantes conformaban su población a la llegada de los
conquistadores. Eran expertos agricultores que habían desarrollado canales de riego para
sus plantaciones de maíz, zapallo y porotos. Adoraban al sol, el trueno y el relámpago.
Tenían jefaturas similares a los cacicazgos y sus familias eran monogámicas.
En las Sierras
En la zona de las Sierras centrales estaban asentados los comechingones y los
sanavirones. Vivian de la caza, la recolección y la pesca; cosechaban maíz, porotos y
zapallos. Practicaban el culto al sol y la luna
En Cuyo y Neuquén.
La cultura de los Huarpes ocupo las actuales provincias de San Juan, San Luis y
Mendoza. Eran agricultores, cosechaban maíz y cazaban guanacos y ñandúes. Trabajan
la cerámica y creían en la existencia de un ser supremo.
La cultura pehuenche caracterizo a la zona de Neuquén. Sus habitantes vivían de la caza
y la recolección, se agrupaban en clanes familiares y creían en un ser supremo que
moraba más allá del mar.
En La Pampa y la Patagonia
Fue habitada por los querandíes y los araucanos provenientes del Chile actual.
Los tehuelches y los onas ocupaban el Sur, en tanto que en la zona central se hallaban
asentados los pampas. Todos estos pueblos tenían características comunes: vivían de la
caza de liebres, zorros, ñandúes y de la pesca. Tenían asimismo un grado importante de
organización social que les permitía convivir agrupados, bajo el liderazgo de un cacique
En el Gran Chaco
Esta región era habitada por tobas, mocovíes y abipones. Eran básicamente cazadores y
recolectores. Estaban integrados en un sistema social de clanes, liderados por un
cacique. La estructura social era de carácter monogámico pero a los jefes les estaba
permitida la poligamia
En el Litoral
En esta zona predomino la cultura Guaraní, fruto de un pueblo de mansos agricultores.
Vivian en grandes casas donde se alojaban varias familias. Creían en la tierra sin mal,
una suerte de paraíso perdido, al que regresarían algún día.
Características de cada pueblo originario:
Como visión del mundo: Como cultura andina, eran adoradores del sol, el trueno y el
relámpago. Tenían sacerdotes especiales, “magos” o “hechiceros”
Cada pueblo tenía un sacerdote “chamánico” que se encargaba de los ritos, las
ceremonias religiosas y la salud de la población. Creían en la inmortalidad del alma aun
cuando desdeñaban la antigüedad y la profundidad de esas mismas creencias. La
ceremonia del entierro duraba ocho días y luego se quemaba la casa para impedir su
regreso. Como para ellos solo existía la muerte violenta, todo fallecimiento se suponía
provocado. La creencia en el mas allá se reflejaba en todo un ciclo de ceremonia
relacionada con la muerte, desde el entierro en “posición ritual” hasta la elaboración de
sepulturas pircadas acompañando al muerto con su ajuar funeraria. Los adultos eran
enterrados en cámaras pircadas o directamente en la tierra, salvo en algunos casos que
se le enterró en urna a la manera de los niños
Atacamas: También denominados por los españoles “apatamas”. Es uno de los pueblos
originarios de la región norte de Argentina, en provincias como Salta y Jujuy, que
practicaron la agricultura y la ganadería. Es sin duda uno de los pueblos más laborioso,
desarrolladores y criadores de sus propias construcciones a base de paja y barro.
Vivian en habitaciones rectangulares pequeñas, construidas de piedras, con techo a un
agua de paja y barro, por el cual entraban con escaleras de mano. Las construcciones
mayores eran con fines ceremoniales. El patrón de asentamiento era por un lado el
poblado y por otro las defensas.
Utilizaban la deformación craneana y dentaria, su vestimenta era la túnica corta. Solian
vestir varias formas de gorros, mantas y ponchos adornados con motivos geométricos,
calzaban ojotas de cuero y pajas trenzadas. Completaban su estética con collares,
prendedores y vinchas.
Desarrollaron una importante artesanía en cerámica y fueron el primer pueblo que
comenzó a utilizar el mineral de cobre que extraían de Chuquicamata y el oro de Inca
Huasi.
La industria del labrado de la madera estaba muy desarrollada, son famosas las “tablillas
y ofrendas” para tomar rape y narcóticos por la nariz, con un mango labrado finamente
con figuras humanas y animales e incrustaciones de malaquita. Fue un pueblo agricultor y
ganadero. Como el agua era escaza en las regiones donde estaban asentados, lograron
construir un sistema especial de terrazas con el fin de optimizar su utilización, así
aprovechando la escaza agua recibida y evitar el arrastre de la capa del suelo orgánico y
fértil. Su cultivo fueron variados: verduras, tabacos, tunas, maíz y sobre todo papas y
quínoas. Abonaban su cultivo con el guano de las aves de la costa, el que transportaban
al lomo de llamas.
Guardaban sus cosechas en las concavidades de las barrancas, que tapiaban. Quedan
vestigios del muy elaborado instrumental hachas, palos cavadores, cucharas, ollas,
azadones.
Criaban llamas y alpacas por su carne, su lana y como medio de carga y transporte.
La sal era uno de sus recursos más importantes. Lo comerciaban por las cerámicas del
área diaguita y peruana y por valvas de moluscos del Pacifico a través de la puna chilena.
Creencias: Creían en la vida después de la muerte, por eso colocaban a sus difuntos con
todas sus pertenencias en grutas naturales que cerraban con piedras. Además
practicaban sacrificios humanos.
Es muy común escuchar que durante ciertas ceremonias religiosas muchos pueblos
originarios usaron drogas alucinógenas, pues estas servían para curar el alma y, así
mismo, podían usarse para incrementar las potencias durante las guerras.
Lules: Originalmente ocupaban la zona abarcada por los Matacos (Chaco y Formosa),
pero estos los desplazaron al noroeste de Santiago del Estero, Norte de Tucumán y sur
de Salta.
Se dividían en esistiné, toquistiné, oristiné, axostiné, tamboriné, guaxastiné y casutiné
Eran altos esbeltos, se alimentaban de productos de la caza y de la venta,
complementando estas actividades con la recolección de frutos del algarrobo y con miel
de abejas silvestres. Esta ultima la obtenían haciendo un agujero en el árbol con una cuña
por donde extraían los panales sin ninguna preocupación. Sus armas eran arcos, flechas,
macanas y dardos.
Eran nómadas, pero el contacto con otras culturas de la región provoco la incorporación
de la agricultura sin abandonar sus actividades de caza y recolección. No usaban técnicas
de riego, cavaban pozos para encontrar agua o esperaban la temporada de lluvias.
A medida que fueron practicando la agricultura comenzaron asentarse en poblados
formados con chozas rodeadas de empalizadas con postes labrados y pintados.
Debido al clima templado de la zona que habitaban, se desplazaban prácticamente
desnudos. Solo usaban una maneja de hilo como cinturón, del que colgaban por delante
plumas de ñandú. Las mujeres lucían el mismo cinturón con un delantal del hilo de
caraguatá. Llevaban pelo largo que solo cortaban cuando estaban de duelo. Para
ocasiones especiales se tatuaban el cuerpo.
Para casarse, los varones elegían directamente a la mujer, sin pedir permiso a sus
padres.
Daban gran importancia a la figura del chaman, quien curaba las enfermedades.
Una de las formas de curar consistía en hacer sangrar al enfermo por la zona dolorida
para extraer la mala sangre que creían que era ocasionada por un ayacuá (espíritu).
Para invocar a la lluvia el chamán aspiraba por la nariz el polvo del cebil y cuando ya
estaba en trance, bailaba y cantaba pidiendo a gritos la llegada de la lluvia.
La fiesta más importante era la Fiesta del Diablo, cuyo objetivo era ahuyentar a los males.
Duraba quince días, durante los cuales cantaban y bebían hasta caer en un profundo
sueño, y al día siguiente continuaban con la celebración.
REGION CHAQUEÑA:
Tobas: Estos habitaban casi toda la provincia de Formosa. A partir del siglo XVII
adoptaron el caballo, dejaron sus hábitos sedentarios y se convirtieron en nómadas
montados. Según el lugar donde habitaban adaptaron diferentes nombres: Los que
habitaban el Chaco paraguayo eran denominados “Los Tobasmini”, y los que habitaban la
región Argentina eran “Los Tobas-Guazú”.
Las tribus se organizaban en tribus o bandas de alrededor de cien personas, dirigidas por
un cacique asistido por un consejo de ancianos. La tierra era propiedad común y cada
tribu tenía un territorio de caza. Eran monogámico y acostumbraban a entregar un dote en
el momento del casamiento. Además eran animistas, creían que los animales y objetos
estaban habitados por distintos espíritus, y usaban la magia para curar enfermedades.
Su principal actividad era la recolección de frutos, según la región que habitaban,
recolectaban el algarrobo, chañar, mistol, tusca y mollie; a veces el higo de tuna, ananás
silvestres, porotos del monte, cogollos de palmeras y algunas raíces. También se
dedicaban a la pesca y a la caza.
El valor del tiempo estaba basado fundamentalmente en el “calendario celestial”, que
establecía el paso de las estaciones, las señalaban siguiendo la orientación de las
primeras estrellas. En su mundo religioso, el calendario comenzaba en junio con la
primera salida de las estrellas.
Esta cultura estaba plagada de mitos, la mayoría de ellos relacionados con la naturaleza,
algunos de ellos son: “El hombre de ataño”, “Aparecieron las mujeres”, “Volvieron las
mujeres”, “Captura entre mujeres”, “Las mujeres caníbales”, “Los hombres obtuvieron el
fuego y pacificaron a las mujeres” y “Hogar”.
Abipones: Estos habitaban la ribera norte del rio Bermejo y se dividían en tres grupos:
Rikahé (gente de campo), Nikaigeeterhé (gente del bosque) y Jaaukanigá o Yaaukanigá
(gente del agua).
Eran conocidos como los “frentones”, ya que se afeitaban el cabello hasta la mitad de la
cabeza.
Los varones se tatuaban los cuerpos con díselos complejos que iban completando a lo
largo de su vida, mientras las mujeres se tatuaban para los rituales de iniciación,
cubriendo todo el rostro con diseños elaborados.
Eran cazadores de avestruces, tapires, venados, pecaríes y tatúes; también recolectaban
hierbas y frutos.
La llegada del caballo cambio los hábitos, incrementando sus instintos guerreros, y
comenzaron a atacar a las tribus vecinas luego a los asentamientos blancos.
Mocovies: Habitaban la zona de Santiago del Estero y eran tan belicosos como los
abipones.
A comienzo del siglo XVII se radicaron en el sur del Gran Chaco y sus ataques se
dirigieron hacia Santa Fe.
Estos acostumbraban a comer langostas, cuanto más pequeñas mejor. Estas eran una
plaga, los indios mataban las más grandes ensartándolas con una vara, y guardaban las
pequeñas vasijas de barro. Al llegar a la aldea las colocaban en un recipiente con poca
agua, hasta que se convertían en una especie de pastas que posteriormente calentaban.
Otra costumbre era la cacería de los pecaríes, los cuales eran acorralados con la ayuda
de los perros luego ultimados a golpes de macana. Eran expertos cazadores y pescaban,
las armas utilizadas para la caza eran por lo general el arco, la red y la flecha, además la
lanza y la macana. La caza se efectuaba en forma individual o colectiva, en toda familia
había un individuo dedicado a esta actividad. La pesca ocupaba un lugar importante en la
economía, también vivían de la recolección. Se organizaban en grupos de familias
emparentadas que se desplazaban para realizar actividades de caza y recolección.
Cuando llegaba el tiempo de maduración de los principales frutos del monte, los grupos
tendían a reunirse, para realizar intercambios matrimoniales, actividades rituales y festivas
y consolidar liderazgos.
La valentía era un valor muy preciado y motivo de orgullo. Los bravos recibían todos los
privilegios y los forasteros conocían su valor porque tenían delante de sus chozas las
cabezas de sus enemigos muertos. Iban a la guerra por motivos económicos, para
obtener ganados y esclavos, por venganza, para cobrar un ataque sorprendiendo a los
enemigos a quienes tomaban como prisioneros; y por gloria personal, ya que vencer a un
enemigo poderoso daba gran prestigio en la tribu.
Físicamente eran musculosos y de estatura promedio 1,64 cm, acostumbraban a
horadarse los lóbulos de las orejas con adornos diversos, gustando también de adornos
labiales o “tambeta”.
El armazón de las viviendas consistía en ramas enconadas que se cubrían con paja
dejando un espacio abierto para la entrada. Posteriormente se adopta el caballete como
elemento principal sobre el cual se asentaban el ramaje o la paja. La alfarería estaba
difundida entre los Mocovies. Las mujeres, generalmente, eran las encargadas de esta
tarea. Empleaban el procedimiento del rodete en espiral, fabricaban piezas de formas
subglobular de amplio cuerpo y cuello, con dos asas pequeñas por donde pasaba el hilo
que servía de sostén.
Creencias: Admitían la existencia de un ser supremo a esta divinidad no se le rendía
ningún culto. La religión estaba dominada por las ideas del animismo y la magia. Todos
los seres o cosas de la naturaleza poseen almas o están animadas por un espíritu que es
concebido con capacidad de acción y con móviles humanos.
No le rendían culto a los fenómenos naturales ni a los astros. Solo llegaron a
personificarlos y atribuirle poderes benéficos o maléficos para el hombre.
El hechicero o shamán era un personaje importante dentro de la tribu y el intercesor ante
los espíritus que gobernaban las fuerzas naturales. A estas le dedicaban ceremonias para
implorar buen tiempo, lluvias, buena fructificación, etc. Este tiene poderes que pueden
enfermarles, curarles, predecir el futuro, atraer lluvias, granizos, tempestades.
Tonocotés:
Habitaron el centro y sur dela provincia de Santiago del Estero. Estos indígenas tenían
origen amazónico, pero estaban fuertemente influenciadas por las culturas de origen
andino. Se concentraron entre los ríos Dulce y Salado.
Eran de estatura media, cara ancha y nariz mediana.
Practicaban la agricultura, la caza, la pesca y la recolección. Cultivaban maíz, zapallo y
porotos en terrenos próximos a los ríos, los cuales después de las crecidas depositaban
una capa de fértil cieno que le da a su agricultura el nombre de bañado y de temporal.
También se dedicaban a la cría de llamas y ñandúes, aprovechando de estos últimos sus
plumas. En cuanto a la recolección, preferían el chañar, frutos de tunas, miel silvestre y el
fruto del algarrobo, con el que hacían el patay y bebidas alcohólicas.
Sus viviendas eran circulares, hechas de ramas y barro, y estaban edificadas sobre
lomadas artificiales conocidas como túmulos, agrupadas en aldeas rodeadas con
empalizas, para protegerse de los ataques de los ataques de los Lules y de otras tribus.
Los hombres usaban como vestimenta un delantal corto de plumas de ñandú, collar del
mismo material cubriendo el pecho y mantas decoradas para el torso.
Las mujeres llevaban una falda no muy larga de lana tejida y una manta adornada con
huesos de ala de buitre que les cubría el busto.
Las mujeres eran expertas hilanderas, realizaban trabajos en plumas y cesterías,
sobresalían en la alfarería, realizando grandes urnas funerarias con motivos elaborados.
Creían en un Dios supremo llamado “Cacanich”, a quien le ofrecían dones, sacrificios y
mujeres vírgenes a cambio de sus beneficios.
Practicaban un rito funerario muy supersticioso. Primero sepultaban a los muertos hasta
que el cuerpo estuviera descarnado, y luego lo colocaban en urnas de barro decoradas,
las que enterraban debajo de las viviendas.
El uso de dardos envenenados para cazar, y la costumbre de velar a sus muertos y
guardar sus huevos con cántaros de barro era la evidencia de su origen amazónico.
Wichis:
Estos son un grupo étnico que aún hoy persiste en el Chaco salteño con algunas formas
de vida que se remonta a las de los siglos XVI y XVII. Dentro de esta etnia se agrupaban
los Matacos, Chorotes y Chulupíes, con características culturales semejantes.
Pertenecían al grupo racial patagónico con influencia andina y brasílida. Estos indios
fueron llamados Matacos por los españoles, que significa “animal de poca monta, sin
importancia” pero ellos se denominaban Wichis, que significa “gente”.
La familia lingüística mataco-mataguayo habito originalmente el Chaco central y
occidental, este de Salta y noroeste de la actual provincia del Chaco. También ocupó
partes de Bolivia y del Chaco paraguayo.
Estos indios eran bajos, robustos y musculosos. Vestían prendas realizadas con fibras de
una planta llamada changuar y sus diseños imitaban motivos de naturaleza, también
utilizaban ropa de cuero de los animales que cazaban. Como abrigo usaban el quillango
patagónico, hecho con pieles de nutria, venado o zorro, cosidas entre sí con la parte
peluda hacia adentro. Lucían numerosos adornos: collares, pinturas corporales, tatuajes,
tobilleras de plumas de avestruz y vinchas, entre otros.
Era un pueblo recolector, actividad que llevaba a cabo en los alrededores de sus
viviendas; también cazaban, pescaban y cultivaban calabazas, sandias, porotos, maíz y
tabaco. Recolectaban hierbas, miel y fruto del algarrobo, con el que realizaban bebidas
alcohólicas.
Obtenían salde una planta que crecía en terrenos salitrosos. Calcinaban el vegetal,
amasaban las cenizas con agua formando bollos que legos raspaban sobre la comida
para sazonarla. Cuando esta planta escaseaba, intercambiaban productos con otras tribus
Su vivienda era una choza circular sin puertas, hecha de ramas y paja que medía tres
metros de diámetro por tres de alto. A un costado de la choza, construían pequeños
graneros donde guardaban la algarroba. Se agrupaban en aldeas pequeñas.
Estas tribus fumaban tabaco en pipas de madera o de barro cocido, secaban las hojas al
fuego y luego las desmenuzaban entre palmas de las manos. Para encender el fuego
usaban el viejo método de giración; un palo corto, en el cual hacían un agujero con una
muesca lateral donde giraba rápidamente un palito de bejuco insertado en la culata de
una flecha, en pocos segundos los palos se calentaban y comenzaban a quemarse, el
suncho se desgastaba y el aserrín salía ya incandescente y humante, luego se esparcía
sobre el aserrín pajitas u hojas secas, se soplaba y aparecía una débil llama, después se
agregaba más ramas y se lograba la hoguera.
La organización social de la comunidad giraba alrededor de la familia integrada por el
padre, los hijos y los yernos, que vivían en “le hup” (una misma vivienda) y el conjunto de
todas las familias constituían “le huet” (la aldea). La familia era monogámico, pero los
caciques podían tener más de una mujer. Pequeñas parcialidades integradas por un
grupo de familias constituían las distintas comunidades, encabezadas por un cacique que
compartía la autoridad con el consejo de ancianos y los médicos hechiceros. El cacicazgo
tenia roles políticos y religiosos. Cada parcialidad tenía su territorio de caza cuya
propiedad era colectiva.
Su sistema económico tenía origen de mitos vinculados con la creación. Por ejemplo,
creían que su héroe cultural tok’uaj había creado el rio Pilcomayo y les había enseñado
técnicas de pesca. También creían que el conocimiento de los materiales o fibras
utilizadas en su artesanía provenía del descenso de las mujeres por el espacio, a través
de las fibras de chaguar. Tok’uaj les había enseñado agrícolas, como el palo cavador para
la siembra y roturación de la tierra en pequeños cultivos familiares. Las actividades eran
comunitarias y estaban reguladas por la religión.
Creían que el Dios de los seres vivientes protegía la naturaleza castigando a aquel
miembro que no respetaba sus reglas, algunas de las cuales era no cazar ni pescar de
más, no desperdiciar lo obtenido, no jugar con lo recolectado y devolver la cabeza de los
peces al río. Los Wichis vivían en armonía con la naturaleza, teniendo plena conciencia
de su cuidado y protección.
La pesca era una de las actividades predilectas y era practicada con intensidad en la
época de crecida de los ríos. Para realizar esta actividad utilizaban palos, redes de
chaguar, lanzas fijas, trampas de madera, tanzas y anzuelos.
La caza se desarrollaba en dos ámbitos: en el campo o en el monte. Cazaban durante
todo el año, aunque algunas especies tenían sus temporadas, como la iguana y el
quirquincho. La caza era una actividad masculina y grupal, usaban garrote, cuchillo y
perros. Las presas más preciadas eran el tigre, el ñandú, los armadillos, el pecarí, el tapir,
la corzuela, la vizcacha y el conejo.
La recolección era una actividad que se iniciaba en la época de maduración de los frutos y
estaba a cargo de las mujeres y de los niños. Según sus creencias fue Tok’uaj quien le
había enseñado a las mujeres a buscar el chaguar y a fabricar piolas. También ellas
debían buscar los frutos del monte.
Las mujeres se dedicaban a todas las artesanías (como por ejemplo carteas, tinajas,
vasijas macetas y utensilios de cocina), menos al trabajo de la madera, que era la tarea
masculina. Ellas trabajaban el chaguar, el barro, y las semillas.
Los wichis creían que el hombre estaba integrado a la naturaleza, y la tierra era
considerada de todos, por ser un espacio libre. Toda su vida cultural se establecia
alrededor de diversos mitos astrales, cosmogónicos, vegetales, etc. Cada uno de los
elementos que constituían el habitad del pueblo estaba protegido por dioses creadores
que castigaban a quienes violaban los tabúes impuestos.
El chamán ocupaba lugar preponderadamente a la cosmovisión wichi, ya que era un
verdadero puente entre la comunidad y lo sobrenatural, era custodio de mitos que
explicaban el misterio de los hombres y del mundo, y aplicaba sus conocimientos en la
curación de enfermedades. Accedia a esta función a través de la transmisión hereditaria,
de la revelación o del aprendizaje.
Cuando moria un miembro de la comunidad, el cuerpo era envuelto por mantas, tapado
con ramas y depositado en una fosa que se cubria con tierra. Despues de un tiempo,
juntaban los huesos y los depositaban en una tinaja, para ser trasladado al cementerio
comunitario. La viuda del difunto vestia ropas oscuras y corria y danzaba por el monte,
desgarrando sus vestiduras en señal de luto.
Creian que la muerte era producto de una calificación y los deudos debían vengarla o
quebrar el cadáver con un palo o hacha para matar al mal espíritu que se había metido en
el cuerpo.
-Chiriguanos:
Estos procedían de la zona de Santa Catalina, en la costa de Brasil. En 1521 tratando de
llegar al reino de los Incas al mando del militar portugués Alejo Garcia, penetraron en
Paraguay y luego invadieron las religiones de Cochabamba y Chuquisaca, en territorio
Boliviano. Muerto García, los Chiriguanos se dispersaron, algunos grupos se
establecieron en la zona boliviana de Santa Cruz y otros se radicaron en el Chaco
Salteño.
Los chiriguano-chanés ocuparon un territorio intermedio, entre los guaycurú, matacos y
las tribus andinas del noroeste argentino. Recibieron una fuerte influencia de esos
pueblos, que se reflejo en sus costumbres agrícolas. Cultivaban el maíz, la mandioca y se
dedicaban a la caza y a la pesca; para la caza utilizaban arco, flecha y macana.
Construian graneros para almacenar las cosechas.
Tuvieron habilidad para la cestería y el tejido en telar, lo que evidenciaba las variadas
influencias que recibieron.
Las mujeres usaban un vestido llamado tipoy, que se ataba en un solo hombro, como la
toga romana.
Las primeras viviendas eran circulares con techos conicos. Eran muy grandes, podían
albergar hasta cien personas. A fines del siglo XVIII comenzaron a construirlas mas
pequeñas, rectangulares, con techo de paja. Las chozas se construían rodeando una
plaza y formaban aldea.
Tenian varios jefes con poder casi absoluto. Algunos gobernaban una sola aldea y otras
varias. La jefatura era hereditaria y se honraban las dinastías hasta la tercera o cuarta
generación. Ademas de gobernar, los caciques eran jueces, jefes de guerra y únicos
poseedores de la tierra.
El personaje mas importante de su mitología era el payé o medico. Creian que la
enfermedad era causada por envenenamiento y para curarla, el payé entraba en trance
para que su alma desencarnada destruyera el espíritu mal intencionado que atacaba a
sus pacientes. Enterraban los cadáveres dentro de grandes urnas.
Chanés:
Esta cultura pertenecia a la familia lingüística arawak que se extendia por toda la
Amazonia, el Orinoco, las Antillas y norte de Colombia. Estos pueblos se asentaron hace
2500 años en los territorios de las actuales Bolivia y Argentina, en esta ultima ocuparon el
sector occidental del gran Chaco y parte de las provincias de Salta y Jujuy.
Entre los siglos XIII y XVI invadieron la región de los Guaranies, quienes los derrotaron y
los llamaron Chané. Ambos pueblos desarrollaron luego una cultura asociada y se
reconocieron a si mismos como los Tupí Guaraní.
Ocupaban el Chaco occidental. Eran cazadores, pescadores y agricultores de maíz,
algodón y porotos. Hilaban el algodón y eran destacados ceramistas.
Adoraban sus vestimentas y realizaban collares con semillas, que les daban una
elegancia muy especial.
En la actualidad siguen practicando la artesanía tradicional, especialmente la confeccion
de mascaras. Son un poco mas de mil y viven en Salta
-Guaraníes:
Pertenecían a la gran familia de los tupi-guaraní, raza amazónica que se extendía desde
las Amazonas hasta el Rio de la Plata. Estos indios se denominaban a si mismo
“guerreros”, que es el significado del vocablo guaraní.
Según la tradición, Guaraní y Tupí eran dos hermanos que vivían al norte del Amazonas,
cada uno con su familia. Durante muchos años vivieron en paz, pero luego se pelearon y
decidieron marchar por caminos diferentes. Tupí y sus descendientes, los tupíes, se
dirigieron hacia el sur siguiendo la costa brasileña; Guaraní y sus hijos, los guaraníes, se
internaron en la selva amazónica, avanzando hacia el sur, buscando la legendaria Tierra
sin Mal, donde vivirían en paz y felices.
Pero la enemistad entre ambos grupos perduró y aún después de la conquista, tupíes y
guaraníes se enfrentaron en diferentes momentos, aliados a portugueses y españoles,
respectivamente.
La difusión de su cultura fue tan amplia que, después de la conquista, , el idioma guaraní
representó un papel muy importante dentro del proceso de colonización que siguió los
recursos los cursos de los ríos De La Plata y Paraná. Los indios guaraníes sirvieron de
intérpretes en muchas expediciones españolas.
Hubo un proceso gradual de guaranización que se extendió por toda la Mesopotamia, la
región del Chaco y Santa Fe, llegando al nordeste bonaerense.
Los chandules o guaraníes de las islas ocuparon las islas del Delta de Paraná y
desaparecieron poco después de la segunda fundación de Buenos Aires. Los carcarañás
habitaban la desembocadura e islas del río en Carcarañá, que nace en el límite de las
provincias de Córdoba y Santa Fe, cruza el sur esta última y desemboca en el Delta del
Paraná. Los guaraníes de Santa Ana habitaban el norte de la provincia de Corrientes; los
caiguá o guaraníes del monte, el norte de Misiones, y se subdividían en mbayás
(ocupaban el sur de Brasil, Paraguay y Misiones), chiripá (pobladores del sur de Brasil) y
paíkaiová (este de Paraguay).
Finalmente estaban los Chiriguanos que se asentaron en territorio boliviano y en un
segmento del Chaco salteño.
Costumbres: Eran sedentarios y construían grandes casas comunitarias, llamadas
maloca, con troncos y hojas, en las cuales habitaban varias familias emparentadas. Las
aldeas se formaban con cuatro a ocho casas rodeadas por empalizadas, característica
defensiva típica de la selva amazónica. En las regiones guaraníes del norte las casas
eran mas pequeñas, cilíndricas y paredes de barro y paja.
Se habían especializado en el cultivo de la tierra, se dedicaron sobre todo a la horticultura.
Cultivaban mandioca, legumbres y frutales en pequeños, ya que la selva tropical impedía
el cultivo extensivo. El cultivo se realizaba en tres etapas: desmonte, quema de malezas y
siembra. Después de la quemazón, la ceniza acumulada se desparramaba por toda la
superficie del terreno para que sirviera como abono. Pero esta técnica agotaba
rápidamente el suelo y no producía excedentes, de modo que cada tanto era necesario
mudar el sitio de cultivo, situación que llevó a los guaraníes a formar aldeas reducidas.
También cultivaban maní, algodón, porotos, yerba mate y la bija, de cuyo fruto extraían
una tinta rojiza que usaban para pintar los cuerpos.
Tenían una contextura física fuerte y resistente, debido a su alimentación a base de
mandioca, maíz, maní, peces (surubí y pacú) y carnes (nutria y carpincho).
Se adornaban con pulseras, tocados de plumas y colgantes, los hombres tenían la
costumbre de perforarse el labio inferior y atravesarlo con un disco de madera o metal,
que llamaban tembetá.
Fabricaban tejidos de algodón, especialmente sus típicas hamacas. Hacían trabajos de
cestería con fibras vegetales, generalmente con la palma caranday o negra. En la
producción de canastos y cestos empleaban una caña hueca llamada tankuaransi. Estas
artesanías (sombreros, cestos, cedazos, esteras, sillas) se trocaban con los pueblos
vecinos. También se destacaban en la confección de objetos cerámicos (cántaros, ollas,
platos y urnas funerarias) era una actividad exclusivamente femenina.
Los guerreros usaban arco, flechas y macanas. Fabricaban piraguas de gran tamaño.
Su vestimenta era muy reducida, las mujeres vestían una pequeña prenda triangular a la
que llamaban tanga, los hombres andaban frecuentemente desnudos. Lucían adornos de
plata y oro, plumas y tatuajes. Tanto los hombres como las mujeres se pintaban el cuerpo
para la guerra y para la conquista amorosa.
Comunidad: Tenían una organización política igualitaria, donde los hombres se juntaban
para la toma de decisiones y obedecían a un cacique que se sucedía por herencia.
El pueblo trabajaba en grupo y los parientes se ayudaban unos a otros. Existía la división
de tareas por sexo, en el caso de los hombres realizaban el desmonte y la quema de
malezas, y en tanto las mujeres sembraban y cosechaban.
Cerro de la Matanza
Quinto Cuartel