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Tan salado, tan amargo y recurrentemente tan dulce; finiquitando el exquisito sabor que
ambienta mi memoria amnésica, clamante de la amnistía que nunca ocurrió, indecente y
peregrina suplica por la concupiscencia que llena su interior, se retuerce en busca de tu
toque, ese que alguna vez fue libre, ese que alguna vez fue derecho, pretende con ahínco
poseerlo, excluirlo, servirlo, pero pasas sin notarlo, ensimismado en tu imparcialidad,
rasgando las llagas incoloras y llenas de tonalidades grisáceas; aún así, cariño, ignoras que
los pigmentos son mi especialidad, y desde ahora eres mi lienzo.

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