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Incidente de La Tajada de Sandia
Incidente de La Tajada de Sandia
ASIGNATURA
HISTORIA
TEMA
INCIDENTE DE LA TAJADA DE SANDIA
INTEGRANTES:
FATIMA MENDOZA 9-735-1939
PROFESORA:
ROXÁNGEL ADAMES
2019
Índice
1. Antecedentes.
2. El incidente.
3. Consecuencias.
INTRODUCCION.
En 1854, en una nota dirigida al gobernador de Panamá (por entonces una provincia de la
República de la Nueva Granada), José María Urrutia Añino, José de Obaldía le hace saber de su
preocupación, compartida por el encargado de negocios estadounidense James Green, porque
«en la provincia de Panamá continúan las desavenencias entre Novo granadinos y anglo-
estadounidenses, proveniente del cobro que se hace a los últimos del derecho denominado de
pasajeros», sugiriéndole medidas a tomar a fin de «prevenir cualquier desgracia allí». También
advirtió que la apertura del ferrocarril transístmico significaría el abandono del antiguo
transporte acuático terrestre con la consecuente pérdida de puestos de trabajo de los
lugareños.
Todos estos hechos trajeron como consecuencia que se fuera creando en los istmeños, un
resentimiento contra los estadounidenses que pululaban a través del istmo en viaje de ida y
vuelta a California a través del Ferrocarril Transístmico. Mientras que la mayoría de los
emigrantes se comportaban con cierto respeto, los excesos notables de una minoría
irresponsable mantuvieron al istmo en conmoción durante los primeros años de la fiebre del
oro. Gran parte de los viajeros portaban armas de fuego y los problemas entre borrachos eran
frecuentes. La violencia y los incidentes sangrientos de estos disturbios intensificaron la
diferencia que ya existía entre colombianos y estadounidenses.
2. El incidente.
El 15 de abril de 1856 desembarcó de un buque procedente de California el estadounidense
Jack Oliver que, como un pasajero más, acudió a la calle de La Ciénaga, a un puesto de frutas
administrado por José Manuel Luna, oriundo de Parita. Oliver iba con unos compañeros en
estado de embriaguez cuando tomó una tajada de sandía que estaba a la venta, se la comió y
se marchó sin haber pagado por ella. José exigió el pago de la tajada que era un real (cinco
centésimos), pero Oliver le insultó y le amenazó sacando la pistola que portaba. El vendedor
de frutas respondió sacando un puñal, y estuvieron a punto de ir a la pelea cuando uno de los
compañeros de Oliver decidió costear la tajada de sandía, calmando a Luna.
No obstante, la situación no acabó cuando un peruano de nombre Miguel Abraham sorprendió
a Oliver tomándole la pistola y salió huyendo de la escena. Tanto Oliver como sus compañeros
salieron en busca del peruano a punta de pistola, dando inicio el tiroteo. Los residentes de la
ciudad, viendo la persecución, se armaron con machetes y respondieron al tiroteo, dando
inicio a una batalla campal entre locales y estadounidenses. Los estadounidenses, superados
en número, buscaron refugio en la estación del ferrocarril, que se ubicaba a unos metros del
mercado.
Justo cuando se inició la revuelta, llegaba un tren de Colón con 940 pasajeros, entre ellos
hombres, mujeres y niños estadounidenses que debían embarcarse ese mismo día a California.
Todos buscaron refugio en la estación del ferrocarril.
La policía llegó tarde, a una hora y media de haber iniciado el tiroteo, con la presencia del
gobernador interino del Estado Federal, don Francisco de Fábrega. Durante la refriega, Fábrega
recibió una bala en la copa de su sombrero y uno de sus acompañantes quedó herido. Dado
que era de noche, el jefe de Estado dedujo que los tiros provenían de la estación, por lo que
ordenó a la policía ocuparla.
Los estadounidenses, ignorantes de la situación, comenzaron a disparar a la policía de la
ciudad y ésta les contestó. Los estadounidenses siguieron resistiendo con unos 50 o 60
revólveres y carabinas, pero la policía y los pobladores panameños lograron entrar a la
estación donde siguió la lucha. El saldo fue de 16 muertos y 15 heridos estadounidenses y 2
muertos y 13 heridos entre los locales. La mercadería dentro de la estación fue destruida y
saqueada por el tumulto.
Los informes de los Gobiernos de Estados Unidos y Nueva Granada fueron contradictorios ya
que ambos se acusaron mutuamente, sin embargo, Estados Unidos negó tajantemente los
testimonios oficiales de los cónsules en Panamá del Reino Unido, Francia y Ecuador, quienes
acusaron a los estadounidenses de agresores y decían que la policía local era inocente de los
cargos que le imputaba el Gobierno estadounidense de haberse puesto de parte de los
istmeños.
De acuerdo con el informe oficial de Amos B. Corwine, comisionado especial designado por el
Gobierno estadounidense, con fecha del 18 de julio de 1856, decía que la población «de color»
(negra) tomó como pretexto la disputa para asaltar a los estadounidenses, y saquear sus
propiedades, que la policía y la turba habían planeado el asalto a la estación del ferrocarril y
llegaba a la conclusión de que el Gobierno de Nueva Granada era incapaz de mantener el
orden y suministrar protección adecuada para el tránsito y recomendaba la ocupación
inmediata del istmo a menos que Nueva Granada los convenciera de su competencia e
inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida indemnización.
3.Consecuencias.
El 18 de julio de 1856, el comisionado estadounidense, Amos Corwine, recomendó en su
informe «la ocupación inmediata del istmo de océano a océano por Estados Unidos a menos
que Nueva Granada nos convenza de su competencia e inclinación para suministrar adecuada
protección y una rápida indemnización». Esto dio lugar a una serie de controversias
diplomáticas. Obviamente, las autoridades estadounidenses atendieron este informe y en
septiembre de 1856 las tropas estadounidenses desembarcaron en el istmo y tomaron la
estación del ferrocarril.
El 19 de septiembre de 1856, desembarcó un destacamento de 160 soldados y tomó posesión
de la estación de ferrocarril. La ciudad se mantuvo en calma y tres días más tarde, las tropas se
retiraron sin haber hecho ni un solo disparo. Esta breve ocupación, el primer caso de
intervención armada en el istmo, estaba justificada según el Gobierno estadounidense por la
cláusula del tratado de 1846, mediante la cual, los Estados Unidos garantizaba la neutralidad
del istmo, para que el tránsito no se interrumpiera o se estorbara. Aunque siempre se ha
relacionado esta invasión al incidente de la Tajada de Sandía, lo cierto es que se dio a solicitud
de Francisco de Fábrega, vicegobernador del Istmo, para evitar un conflicto armado entre
miembros de los partidos Conservador y Liberal. Estos acusaban a aquellos de fraude en las
elecciones del 29 de junio de ese año, y temiendo una revuelta liberal del arrabal que repitiese
los eventos de abril, el vicegobernador Fábrega decidió pedir la intervención para calmar los
ánimos y declarar así una victoria conservadora. Por lo tanto, el incidente de la Tajada de
Sandía se puede considerar como un antecedente, pero no una causa directa de la invasión
estadounidense de septiembre de 1856.
El Gobierno de Estados Unidos hizo las siguientes propuestas:
Que las ciudades de Panamá y Colón debían ser ciudades libres y que se gobernaran
por sí mismas bajo la soberanía de Nueva Granada, y conjuntamente controlaran una
franja de veinte millas de ancho de océano a océano, con el ferrocarril como línea
central.
Nueva Granada debía ceder a los Estados Unidos varias islas en la bahía de Panamá
para usarlas como bases navales.
Nueva Granada debía transferir a los Estados Unidos sus derechos sobre el Ferrocarril
transístmico.
Nueva Granada debía pagar una indemnización de perjuicios por la pérdida de vidas y
la destrucción de propiedades.
Finalmente, el Gobierno granadino aceptó su culpabilidad y firmó el tratado Herrán-Cass, el 10
de septiembre de 1857 y estableció una suma resarcitoria de 412 394 dólares estadounidenses
en oro para los damnificados, que fueron integrados recién en 1865:
195,410 dólares por indemnizaciones derivadas del motín.
65,070 dólares por nuevos reclamos.
9,277 dólares por gastos de los comisionados.
142,637 dólares por intereses.
Pero no fue solo Estados Unidos quién exigió indemnizaciones, también lo hicieron Francia y el
Reino Unido, cuyos ciudadanos en el lugar se vieron afectados.
A su vez, Estados Unidos utilizó este incidente como excusa para poner en práctica el artículo
35 del tratado Mallarino-Bidlack, es decir su prerrogativa de salvaguardar la neutralidad y el
libre tránsito en Panamá, utilizando para ello sus fuerzas armadas cuando, a su criterio, el
Gobierno local no diera la seguridad necesaria, lo que motivó una serie de intervenciones
estadounidenses en el istmo durante el siglo XIX y XX, lo que a la postre exacerbó la xenofobia
y el sentimiento nacionalista de los panameños.
Según la Gaceta del Estado del 3 de mayo de 1856, hubo dos muertos locales ―Lucas Prados y
Apolinar N.― y 16 extranjeros: Octavio Dubois (de Francia), N. Stokes (de los filibusteros
estadounidenses de William Walker), Robert Marks (del estado de Pensilvania), Alexander
Sweet (del estado de Maine) y otros 12 de los cuales se desconocen sus nombres.
CONCLUSION.