Está en la página 1de 2

ARTE PREHISPANICO EN AMERICA

Las grandes civilizaciones de América antes de la llegada de Cristóbal Colón surgen en


Mesoamérica, y muy en particular en el sur de México y en la franja costera de los Andes
septentrionales. Su cronología abarca aproximadamente desde 2500 a.C. a 1500 d.C., en que la
civilización indígena fue destruida por la invasión europea.

Es indiscutible que la civilización mesoamericana evolucionó al margen de Europa, y también,


probablemente, del mundo oriental. Este aislamiento arranca de las postrimerías del Paleolítico
superior, en el momento en que los futuros indios americanos, oriundos de Asia, atravesaron el
paso entre Siberia y Alaska. Al desaparecer el puente de Beringia, los americanos quedaron
aislados y fuera del alcance de influencias externas.

<Las culturas de</nowiki> Mesoamérica se dividen en tres períodos cuya cronología aproximada
es la que sigue: Período Preclásico, desde 2500 a.C. hasta el año 200 d.C.; Periodo Clásico, del
200 d.C. al 800 d.C.; y Período Posclásico, del 800 hasta la conquista española 1521 aprox.

El preclásico produjo principalmente cerámica no ornamentada, pero también las creaciones de la


cultura olmeca, muy evolucionada, que floreció poco más o menos entre 1200 a.C. y 600 a.C.. Muy
famosas son sus figurillas de jade y sus ciclópeas cabezas de piedra, sobrecogedoras por su
enigmático simbolismo, que miden a veces más de 2,00 metros de altura. Están ejecutadas con un
acusado sentido naturalista: los labios abultados y la expresión ceñuda les confieren una tensión
inquietante. Parece que los olmecas iniciaron la tradición mesoamericana de construir colosales
centros ceremoniales de piedra y de llevar una notación cronológica.

Durante el período clásico se consolidan las comunidades agrarias de carácter teocrático


asentadas en metrópolis sagradas, distintas según la zona, pero con una serie de rasgos comunes:
escritura jeroglífica, amplio conocimiento de la astronomía y macizos templos de base piramidal,
así como un enigmático juego de pelota de significado ritual y una iconografía equiparable de
divinidades, algunas de ellas despiadadas y crueles.

Una de las culturas más detacadas es la de Teotihuacan, ciudad sagrada de unos 85.000
habitantes, en la altiplanice mexicana.

Más conocida es la difundida civilización maya, cuyas realizaciones artísticas se hayan muy
relacionadas con la lluvia y la fecundidad del suelo. En el aspecto formal, predomina la
ornamentación labrada en bajorrelieve; son pocas las figuras esculpidas en bulto redondo. Aún así,
los mayas demuestran, tanto en la talla de la madera como de la piedra, un notable dominio del
diseño libre, cursivo, a menudo de intrincada densidad. Los jeroglíficos (muchos de ellos ya
descifrados) proliferan a través de la superficie, ocupando el espacio en torno a figuras muy
estilizadas pero expresivas. Este tipo de labra se da sobre todo en los templos, jambas y dinteles
de puerta, y también en las estelas conmemorativas que a veces alcanzan hasta 10,00 metros de
altura. Una de las manifestaciones más interesantes y prolíficas del arte maya es la cerámica, bien
en forma de vasos, a menudo pintados, o de figurillas. Se conservan algunos códices mayas y
raras muestras supérstites de pinturas murales del período clásico tardío que acreditan un estilo y
una iconografía muy avanzados; las figuras, de perfil, están delimitadas por un grueso trazo negro
y el cuerpo aparece coloreado con tintas.
El período posclásico coincide con el surgimiento de las teocracias militares: mixtecos, toltecas y
aztecas, estos últimos los más conocidos. Todos parecen tributarios, cada vez en mayor medida,
de dioses que se nutren de los sacrificios humanos. En consecuencia, su arte escultórico es brutal
y a menudo de lúcida e inquietante expresividad. Los toltecas esculpieron en piedra estatuas
exentas de gran tamaño, como los atlantes de Tula, cuya expresión cruel, abstracción y gigantismo
han causado hondo impacto en los escultores modernos. Los mixtecos ejecutaron pinturas al
fresco y, muy en especial, ilustraron códices con figuras de coloración plana envueltas en un tupido
entramado de motivos geométricos. También trabajaban con gran maestría las piedras finas, las
plumas, la cerámica y el oro. El arte azteca se manifiesta en particular en sus monolíticas
esculturas, de una expresividad terrorífica, tallas muchas veces con extraordinario primor en las
piedras más duras. Una de las piezas más conocidas es la de una diosa parturienta cuyo
semblante trasluce una angustia sin concesiones.

En América del Sur, existía desde por lo menos el año 5000 a.C. (Caral, Perú) una compleja
civilización que formaba una ciudad estado en la costa central del Perú y hacia el 1000 a.C., otra
compleja civilización conocida como la cultura Chavín, nombre derivado de un centro religioso
erigido a unos 3.000 msnm (Chavín de Huántar), en el Altiplano andino septentrional del Perú. Se
han hallado muestras escultóricas, en su mayor parte de pequeñas dimensiones, aves e
intrincadas figuras zoomorfas, cerámica y orfebrería en oro. Entre los mejores artesanos de este
metal se contaban los chimúes, que ocuparon la costa norte peruana (c. 1200-1470 d.C.).

La más conocida cultura de América del Sur es la de los incas, cuyo dominio fue de corta duración
(1476-1580 d.C.). Eran magníficos canteros y constructores, y sus vestigios más impresionantes
son de orden arquitectónico. De su estatuaria sólo se conservan en cantidad apreciable figurillas
labradas de piedra o metal. Tienden a las formas estereotipadas y a la abstracción de los
volúmenes geométricos.

La cultura de Mesoamérica fue la primera en sucumbir ante los españoles, tras la conquista del
imperio azteca por Hernán Cortés. El fin de la civilización incaica se consumó hacia 1580 por
Francisco Pizarro, con lo cual dejó de influir la savia que nutría la cultura indígena.

También podría gustarte