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Estuvo postrado 11 años por una rara


enfermedad, inventó una cirugía y se pudo
curar

Lindsay comenzó a estudiar su propia dolencia hasta que encontró la manera de tratarla y superarla
o: Gentileza CNN

29 de julio de 2019 • 21:54

L os síntomas de una enfermedad sumamente extraña comenzaron a alterar la vida


de Doug Lindsay, de 21 años, hacia 1999, cuando cursaba su último año de Biología en
una Universidad en Kanas City, Missouri, en los Estados Unidos.

Un día el joven se derrumbó sobre la mesa del comedor y todo le daba vueltas. Los
síntomas de su dolencia eran cada vez más intensos e intratables. Corazón acelerado,
sensación de debilidad y mareos frecuentes. Podía caminar solo 50 metros y no podía
mantenerse de pie más que unos minutos.

Esta extraña enfermedad que lo afectaba lo haría pasar 11 años postrado en una cama de
hospital en su propia casa en San Luis. Los doctores que lo atendían estaban
desconcertados y los tratamientos propuestos no prosperaban. Así fue que un día el
joven decidió que, si quería recuperar su salud y su vida, debería hacerlo por sí mismo.

La enfermedad misteriosa y cruel que afectaba a Lindsay también había atacado antes a
su madre, y a una tía del joven. Ambas mujeres padecían una debilidad crónica, por la
que apenas podían mantenerse en pies; ni atarse sus propios zapatos podían.

El joven aún consume medicamentos por su enfermedad, pero siente que recuperó su vida
Crédito: Facebook

"Cuando llamé a mi mamá esa noche para decirle que tenía que abandonar la
universidad, ambos lo sabíamos", dijo el muchacho. La maldición familiar había
llamado a la puerta, según consigna el sitio de CNN en español.

Ese otoño de 1999 y por muchos años más, el joven estaría en su cama durante 22 horas
diarias. Sólo se levantaba para comer e ir al baño.

Decidido a encontrar una salida


Previamente, en su paso por la universidad, Linsday había recogido de un tacho de
basura un libro de endocrinología de 2200 páginas, con la idea de poder ayudar a su
madre. El joven regresó a esa voluminosa publicación con la esperanza ahora de
encontrar una respuesta para ambos. Ahí encontró un pasaje que discutía sobre
trastornos de las glándulas suprarrenales, que se ubican encima de ambos riñones, en el
abdomen inferior.

El joven, postrado, daba charlas a científicos sobre lo que iba descubriendo de su dolencia
Crédito: Gentileza CNN

Valiéndose de viejos libros de texto, el joven postrado planteó la hipótesis de que


podrían existir trastornos del sistema nervioso autónomo que no hubieran sido
catalogadas o reconocidas por la mayoría de los endocrinólogos o neurólogos.

Se puso a trabajar en la investigación y se encontró con la Fundación Nacional de


Investigación de Disautonomía, que investigaba un tipo de trastorno similar al que lo
aquejaba a él, su madre y su tía. Les pidió a ellos más información sobre el tema. Si bien
ese material no se ajustaba exactamente a su enfermedad, estaba un poco más cerca.

En 2002, vestido con traje y corbata, en una silla de ruedas, se presentó en una
conferencia anual del grupo de la Sociedad Autonómica Estadounidense donde
asistieron científicos de todo el mundo para hablar de trastornos del sistema nervioso
para hablar de su enfermedad.

Allí, aseguró a los presentes que había una droga que podía ayudarlo, pero no le hicieron
caso. Era difícil para él, sin un título universitario, integrarse al ambiente científico.
Pero hubo un doctor, Cecil Coghlan, profesor de medicina de la Universiad de Alabama-
Birmingham que creía que Lindsay podía tener algo.

Demasiada adrenalina

Actualmente, Lindsay ayuda a pacientes con enfermedades extrañas y cuenta su experiencia en charlas que
se viralizan en redes
Crédito: Facebook

Allí, el muchacho, que ya sospechaba que sus glándulas suprarrenales estaban


produciendo demasiada adrenalina, decidió utilizar con él mismo un medicamento
llamado Levophed, que es básicamente una inyección de noradrelina, para contrarrestar
los síntomas del exceso de adrenalina.

Convenció a su amigo Coghlan de reutilizar esa medicina, en principio creada para


aumentar la presión arterial para controlar su mal, mediante un goteo intravenoso
diario, con el que estabilizó su condición e incluso le permitió estar activo durante
cortos períodos en su propia casa.

"Ya no corría el riesgo de perderlo todo", dijo Lindsay entonces. Pero continuaba
enfermo.

Encuentran el diagnóstico
En 2006, una nueva exploración radiológica demostró que sus glándulas suprarrenales
"brillaban intensamente". Era una anormalidad que concordaba con la nueva teoría de
Lindsay.

Entonces, Coghlan llamó a Linsay para decirle el nombre de la enfermedad: hiperplasia


medular suprarrenal bilateral.

Coghlan llamó a Lindsay y dijo: "¡Lo encontramos!". El diagnóstico: hiperplasia medular


suprarrenal bilateral.

Esta enfermedad extraña significaba que las médulas o regiones internas de las
glándulas suprarrenales estaban agrandadas y funcionaban como tumores. De este
modo las glándulas producían demasiada adrenalina.

Analizando la literatura médica, el joven y Coghlan descubrieron que sólo había 32


casos registrados de esta enfermedad.

Allí también Lindsay pensó que la solución a su problema podría ser simple. Mediante
una cirugía, deberían cortarse las médulas de las glándulas surprarrenales y, como si se
cortara un huevo duro, había que remover la yema y su salud mejoraría.

El médico personal de Lindsay, Chris Bauer llamó a su enfermedad una "presentación


atípica de una enfermedad rara". Contó que todos los profesionales estaban
aprendiendo con Doug a medida que se avanzaba.

Pionero de una nueva cirugía


Encontró antecedentes de operaciones similares en perros, ratas y gatos y elaboró, en un
PDF de 363 páginas, lo que podrían ser las bases para la primera medulectomía
suprarrenal realizada en un ser humano.

Luego estuvo el siguiente año y medio en pleno trabajo para encontrar un cirujano que
supervisara el novedoso procedimiento. Cosa difícil, porque los cirujanos podrían
perder la licencia si una intervención aún no probada saliera mal o surgieran
complicaciones. Las compañías de seguro tampoco reembolsan a los pacientes de
procedimientos no convencionales.
Lindsay en una conferencia con los estudiantes de la universidad jesuita de San Luis en la que él estudió
Crédito: Facebook

Finalmente, Lindsay reclutó a un cirujano de la Universidad de Alabama-Birmingham y


en septiembre de 2010 fue al hospital universitario, donde ese médico extrajo con éxito
una de sus médulas suprarrenales.

Tres semanas más tarde, el muchacho podía sentarse durante tres horas. Tenía fuerza
para caminar hasta la iglesia -un kilómetro y medio- en las vísperas de Navidad. En esa
época especial del año, mientras participaba de la misa, empezó a sentir que la
esperanza podía ganar esta partida.

En 2012, se sometió a una segunda cirugía en la Universidad de Washington, en San


Luis, para extraer la médula de la glándula suprarrenal restante.

Un año más tarde, estaba lo suficientemente bien como para volar con amigos a las
Bahamas. Era la primera vez en su vida que veía el océano.

A principios de 2014, Lindsay iba dejando algunos medicamentos.

Su médico aliado Coghlan vivió el tiempo suficiente para ver la notable recuperación de
Lindsay. Murió en 2015.

Ayuda a otros pacientes


Lamentablemente, su madre no llegó a ser intervenida con la cirugía creada por su hijo,
porque ya estaba demasiado débil para soportarla, y murió en 2016.

Ella no pudo ver caminar otra vez a su hijo nada menos que en búsqueda de su diploma
para recibirse en ese mismo año en la Universidad de Rockhurst con una licenciatura en
biología.

Lindsay tiene ahora 41 años. Muchos de los amigos con los que planeaba graduarse
ahora están casados y tienen hijos en la escuela primaria.

La cirugía innovadora de Lindsay había sido practicada en ratas, perros y gatos, pero nunca en humanos
Crédito: Facebook

Lindsay no se lamenta, porque sabe que no se puede recuperar el pasado. Vive todavía
en la casa de su infancia en San Luis y aún requiere tomar nueve medicamentos por día.
La salud no está del todo perfecta, pero siente que recuperó su vida.

Ahora trabaja como consultor médico. Otros colegas recurren a él que los ayude a
identificar y tratar enfermedades raras como la suya.

Lindsay ha hablado en escuelas de medicina, incluidas Stanford y Harvard, y en una


creciente lista de conferencias médicas. Está trabajando además en el estudio de un caso
que se va a publicar en el British Medical Journal.
Con su don para resolver problemas imposibles de descifrar, espera ayudar a dirigir a
otros pacientes con enfermedades difíciles en un camino hacia la integridad.

"Recibí ayuda de la gente y ahora tengo que ayudar a la gente", señaló Linsday.

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