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Lindsay comenzó a estudiar su propia dolencia hasta que encontró la manera de tratarla y superarla
o: Gentileza CNN
Un día el joven se derrumbó sobre la mesa del comedor y todo le daba vueltas. Los
síntomas de su dolencia eran cada vez más intensos e intratables. Corazón acelerado,
sensación de debilidad y mareos frecuentes. Podía caminar solo 50 metros y no podía
mantenerse de pie más que unos minutos.
Esta extraña enfermedad que lo afectaba lo haría pasar 11 años postrado en una cama de
hospital en su propia casa en San Luis. Los doctores que lo atendían estaban
desconcertados y los tratamientos propuestos no prosperaban. Así fue que un día el
joven decidió que, si quería recuperar su salud y su vida, debería hacerlo por sí mismo.
La enfermedad misteriosa y cruel que afectaba a Lindsay también había atacado antes a
su madre, y a una tía del joven. Ambas mujeres padecían una debilidad crónica, por la
que apenas podían mantenerse en pies; ni atarse sus propios zapatos podían.
El joven aún consume medicamentos por su enfermedad, pero siente que recuperó su vida
Crédito: Facebook
"Cuando llamé a mi mamá esa noche para decirle que tenía que abandonar la
universidad, ambos lo sabíamos", dijo el muchacho. La maldición familiar había
llamado a la puerta, según consigna el sitio de CNN en español.
Ese otoño de 1999 y por muchos años más, el joven estaría en su cama durante 22 horas
diarias. Sólo se levantaba para comer e ir al baño.
El joven, postrado, daba charlas a científicos sobre lo que iba descubriendo de su dolencia
Crédito: Gentileza CNN
En 2002, vestido con traje y corbata, en una silla de ruedas, se presentó en una
conferencia anual del grupo de la Sociedad Autonómica Estadounidense donde
asistieron científicos de todo el mundo para hablar de trastornos del sistema nervioso
para hablar de su enfermedad.
Allí, aseguró a los presentes que había una droga que podía ayudarlo, pero no le hicieron
caso. Era difícil para él, sin un título universitario, integrarse al ambiente científico.
Pero hubo un doctor, Cecil Coghlan, profesor de medicina de la Universiad de Alabama-
Birmingham que creía que Lindsay podía tener algo.
Demasiada adrenalina
Actualmente, Lindsay ayuda a pacientes con enfermedades extrañas y cuenta su experiencia en charlas que
se viralizan en redes
Crédito: Facebook
"Ya no corría el riesgo de perderlo todo", dijo Lindsay entonces. Pero continuaba
enfermo.
Encuentran el diagnóstico
En 2006, una nueva exploración radiológica demostró que sus glándulas suprarrenales
"brillaban intensamente". Era una anormalidad que concordaba con la nueva teoría de
Lindsay.
Esta enfermedad extraña significaba que las médulas o regiones internas de las
glándulas suprarrenales estaban agrandadas y funcionaban como tumores. De este
modo las glándulas producían demasiada adrenalina.
Allí también Lindsay pensó que la solución a su problema podría ser simple. Mediante
una cirugía, deberían cortarse las médulas de las glándulas surprarrenales y, como si se
cortara un huevo duro, había que remover la yema y su salud mejoraría.
Luego estuvo el siguiente año y medio en pleno trabajo para encontrar un cirujano que
supervisara el novedoso procedimiento. Cosa difícil, porque los cirujanos podrían
perder la licencia si una intervención aún no probada saliera mal o surgieran
complicaciones. Las compañías de seguro tampoco reembolsan a los pacientes de
procedimientos no convencionales.
Lindsay en una conferencia con los estudiantes de la universidad jesuita de San Luis en la que él estudió
Crédito: Facebook
Tres semanas más tarde, el muchacho podía sentarse durante tres horas. Tenía fuerza
para caminar hasta la iglesia -un kilómetro y medio- en las vísperas de Navidad. En esa
época especial del año, mientras participaba de la misa, empezó a sentir que la
esperanza podía ganar esta partida.
Un año más tarde, estaba lo suficientemente bien como para volar con amigos a las
Bahamas. Era la primera vez en su vida que veía el océano.
Su médico aliado Coghlan vivió el tiempo suficiente para ver la notable recuperación de
Lindsay. Murió en 2015.
Ella no pudo ver caminar otra vez a su hijo nada menos que en búsqueda de su diploma
para recibirse en ese mismo año en la Universidad de Rockhurst con una licenciatura en
biología.
Lindsay tiene ahora 41 años. Muchos de los amigos con los que planeaba graduarse
ahora están casados y tienen hijos en la escuela primaria.
La cirugía innovadora de Lindsay había sido practicada en ratas, perros y gatos, pero nunca en humanos
Crédito: Facebook
Lindsay no se lamenta, porque sabe que no se puede recuperar el pasado. Vive todavía
en la casa de su infancia en San Luis y aún requiere tomar nueve medicamentos por día.
La salud no está del todo perfecta, pero siente que recuperó su vida.
Ahora trabaja como consultor médico. Otros colegas recurren a él que los ayude a
identificar y tratar enfermedades raras como la suya.
"Recibí ayuda de la gente y ahora tengo que ayudar a la gente", señaló Linsday.