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La Utopia criolla en el siglo XX: cultura y politica del nacionalismo restaurador en Argentina Carlos M. Tur Donatti * Palabras iniciales ‘c6mo a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor" Jorge Manrique, siglo XV. En la cultura y politica argentinas de nuestro siglo son notorias una caudalosa produccién simbélica y persistente militancia publica, fundadas en una forma primitiva de nacionalismo, que en este ensayo denominamos restaurador, hispanista o contrarrevolucionario. Anclado en certezas profundas de la mentalidad criolla dominante, se va configurando como una propuesta contestataria a la "belle époque” oligdrquica y. con particular fuerza, a la experiencia democratizadora del radicalismo, gobernante entre 1916 y 1930. El auge del nacionalismo contrarrevolucionario coincide con los afios de reaccion a nivel mundial y de restaurado predominio conservador probritdnico en Argentina posterior a 1930. En su vasta produccién cultural -que se expresa en historiografia, literatura, arquitectura, pintura- confronta agresivamente a la corriente cosmopolita liberal, la mas. amplia de la cultura burguesa argentina, y a las manifestaciones cuestionadoras de las vertientes de izquierda. La decisiva influencia que ejerce sobre la accién cultural de los primeros gobiernos peronistas, entre 1946 y 1955, constituye una contradictoria prolongacién de su vigencia. Aunque atin hoy puedan rastrearse residuos de aquel universo ideolégico tradicionalista, por ejemplo, en las declaraciones de los militares "carapintadas” ultraderechistas, la decadencia de esta propuesta politica se confirma con la consolidacién * Profesor investigador del Instituto Nacional de Antropologia ¢ Historia de México. del primer peronismo, y su disgregacién-transformacién en el terreno cultural se acelera a partir del derrocamiento de Juan Domingo Perén en 1955. Habia llegado la época del desarrollismo, de aceptar la hegemonia norteamericana con la consiguiente apertura universalista, que significa una profunda ‘"modernizacién" cultural, siguiendo pautas frencesas y norteamericanas, En literatura, arquitectura, pintura, se consolidan o imponen lineas innovadoras, muchas de ellas derivadas de los pafses centrales; en la critica politica e historiograffa el legado de! nacionalismo restaurador se transforma en fuente de la triunfante cultura populista de los afios 60. Los artifices de esta vasta reelaboracién cultural son, sin embargo, intelectuales provenientes de campos politico-simbélicos parcialmente afines o abiertamente antagénicos del mencionado nacionalismo, cada vez més identificado, por su parte, con la prédica desarrollista. En este ensayo, precisamos finalmente, proponemos un primer nivel de descripcién y anélisis de la miltiple oferta simbélica del nacionalismo contrarrevolucionario, sus relaciones con el peronismo en el poder y transformaciones en el fértil y conflictivo perfodo entre 1955 y 1970, en que concluye su vigencia en la realidad argentina. Estos tres nudos problemdticos pensamos que no han sido indagados exhaustivamente hasta hoy en la dialéctica entre cultura y politica dominantes en Argentina del siglo XX. Los preeursores "Pues ha Hegado ya el momento de sentimnos argentinos, y de sentimos americanos, y de sentimnos, en ltimo término espaitoles, puesto que a la raza hispénica pertenecemos* Manuel Galvez, 1913. E] Estado oligérquico en Argentina fue decididamente consolidado, a partir de 1880, con la elevaci6n al poder nacional del general Julio A. Roca. La denominada "generacién del 80" comenz6 entonces a realizar el proyecto liberal criollo de construir una nacién modema, abierta a la division internacional del trabajo. Los medios para acelerar la especializaci6n agropecuaria de la economfa argentina fueron provistos por Europa occidental. Con la inmigracién masiva de italianos y espafioles, e importantes inversiones y empréstitos de la banca londinense, también Ilegaron las ideas y las modas 22 de 1a Belle Epoque. El positivismo resulté la doctrina oficial del Estado oligérquico y su capital politica fué construida siguiendo fielmente las pautas arquitectonicas parisinas. La interpretacion liberal del pasado era elaborada por Bartolomé Mitre y Vicente Fidel Lopez, para justificar el proyecto en marcha y crear consenso entre las nuevas generaciones. En el terreno de la plastica los artistas viajaban con frecuencia a Europa, y hasta los cruciales afios veinte, no superaron las pautas académicas 0 un timido impresionismo. Esta produccién cultural abierta y cosmopolita, convencidamente europefsta , logré consenso en una sociedad en rapida construcci6n hasta los afios en torno a la Primera Guerra Mundial. Aunque ya en la década inicial del siglo, que serd de vertiginoso crecimiento econémico y encumbraré como su cantor cortesano en Rubén Dario, comenzaron a manifestarse voces disidentes dirigidas contra el positivismo y en defensa de los valores tradicionales, arrinconados en provincias. Escritores como Ricardo Rojas (1882-1957) y Manuel Gélvez (1882-1962), provincianos sensibles a la cultura criolla y ganados por el idealismo aristocratizante del uruguayo José Enrique Rod6, pugnaron por una peculiar espiritualizacion y alejamiento del "egofsmo cosmopolita" que se difundfa desde Buenos Aires. En esta tarea precursora de una cultura nacionalista defensiva, Rojas, con sus moderadas criticas a los padres fundadores del liberalismo, ya insinuaba una revision de la escuela historiogréfica en boga, y Manuel Gélvez, que abandonando tempranamente la hispanofobia reingresé al catolicismo, proclam6 en Fl Solar de la raza publicado en 1913 “Contra las ridiculas modas, contra las influencias extraiias que nos descaracterizan, pretende reaccionar el actual nacionalismo argentino jFeliz y oportuna aparicién de este noble sentimiento! El nos exige dejar a un lado las tendencias exéticas y nos invita a mirar hacia Espafia y hacia América |...| Pues ha legado ya el momento de sentimnos argentinos, y de sentimos americanos, y de sentirnos, en iiltimo término, espafoles, puesto que a la raza hispdnica pertenecemos "(1), Fue en los afios anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando la prédica de Rojas, Galvez y Leopoldo Lugones -aunque este iiltimo cultivaba un vitalismo irracionalista, admiraba a Estados Unidos y se definia anticristiano e hispanéfobo- Preparé el terreno de la cultura y la politica para el gran viraje posterior, cuando se desencadené la reaccién espiritualista contra el positivismo. La iniciativa corresponde a Alejandro Korn, que incita a la lectura de los clasicos y contemporéneos -Kant, Hegel, Bergson, Croce- y se convierte en 1919 en el primer decano de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires, electo con el apoyo del ascendente movimiento estudiantil de la Reforma Universitaria (2). La reaccién espiritualista entraba de la mano de la democratizaci6n en la principal universidad del pais; eran desplazados a un tiempo el positivismo identificado con el antiguo régimen y sus profesores ahora impugnados. Pero la intelectualidad dominante tendria entre 1912 y 1922 otros motivos més globalizantes de preocupacién y () GALVEZ, Manuel: E! Solar de ta raza, Buenos Aires, Poblet, 7 edicién, 1943,p.44 (2) ZULETA ALVAREZ, Enrique: E/ nacionalismo argentino. Buenos Aires, La Bastilla, 1975, Tomo I, pp. 170- m1 23 comenzarfa a acentuar una mentalidad defensiva, ante el triunfo electoral de la Union Civica Radical y las movilizaciones obreras. El ascenso del radicalismo al poder en 1916 y el liderazgo de Hipélito Yrigoyen, con amplia base en los sectores medios y populares, desperté un contundente rechazo clasista en los medios conservadores y sus intelectuales. La opinién de Leopoldo Lugones sobre este gobierno era evocada afios més tarde por su hijo: "Parecia no haber remedio ya para tanto desorden, porque sobre todas las cosas radicaba el mal en una total indisciplina: mandaban los de arriba a los de abajo sin ser acatados; pues pretendian éstos ser obedecidos por aquellos {...] Cuento los hechos tal como los palpé entonces la gente de bien, [...]" (3). Los sectores medios y obreros se movilizaron con inusitada decisién bajo el régimen yrigoyenista. En 1918 éstall6 el movimiento de la Reforma Universitaria en la tradicional Universidad de Cordoba, que con el apoyo de la administracién radical, logré por primera vez la participacién estudiantil en el gobierno universitario. Los gremios obreros, presionados por la carestfa de las subsistencias e influfdos por los acontecimientos revolucionarios europeos, fueron protagonistas de masivas y fervorosas huelgas, cuyos picos de violencia represiva se registraron en Buenos Aires en 1919 y en 1922 en la Patagonia, con un saldo de centenares de muertos. Los acontecimientos internacionales tampoco contribuyeron a mantener la ideologia liberal ni los modelos culturales europeos. La Primera Guerra Mundial y la Revolucién de Octubre hicieron tambalear la fe dominante en el progreso; la reaccién italiana que Ilev6é a Benito Mussolini al poder en 1922 pronto hizo evidente su incompatibilidad con las concepciones culturales y politicas del siglo XIX. Para fines de los afios 10, la creencia en la superioridad cultural y politica de Europa habia sido seriamente vulnerada. El uso masivo de sus potencialidades cientificas y econémicas en una macabra tarea de exterminio, el estallido de la Revolucién Soviética, y en nuestro propio continente el afianzamiento de la mexicana, llevaron a muchos intelectuales latincamericanos a aceptar la prédica pesimista de Oswald Spengler: Europa era sélo una civilizacién mds, perecedera como tantas otras del pasado. No representaba la culminacién de la historia humana, como se habja creido en el siglo XIX. Comenzaba entonces un profundo cambio de actitud entre los intelectuales: la utopia habfa que encontrarla en nuestro suelo y entre nuestras gentes. Habia Ilegado la hora de un diversificado auge nacionalisia en el terreno de la cultura (4). Estallido de los nacionalismos "Ha sonado otra vez, para el bien del mundo la hora de la espada" Leopoldo Lugones, 1924. (3) LUGONES, Leopoldo (hijo): Mi padre Biografia de Leopoldo Lugones. Buenos Aires, 1949, pp. 299-300. (4) FRANCO, Jean: La cultura moderna en América Latina. México, Grijalbo, 1985, pp. 87-88. 24 Las manifestaciones precursoras estallan en la produccién arquitect6nica y pictérica, rechazando los neos en la primera y el academicismo e impresionismo tardio en Ja segunda; sugestivamente, la ruptura se recuesta en una actitud evocativa y nostalgica hacia el pasado rioplatense. Rompiendo con el eclecticismo europeizante, a mediados de la segunda década, surge Martin Noel (1888-7), que propone una vuelta a la arquitectura colonial espafiola. En realidad, este buceo en el pasado colonial lleva a otro revival pero consigue abrirse un espacio, y en los affos 20, el mencionado arquitecto construye en dicho estilo casas de estancia, museos y residencias particulares (5). Mas refrescante y abierta a futuros desarrollos resulté la irrupcién del pintor uruguayo Pedro Figari (1861-1938), cuya primera exposicién portefia en 1921, causé sensaci6n entre los j6venes artistas e intelectuales. La "gracia candorosa y el extraiio poder de sus evocaciones” (6), que se manifesté en una tematica vuelta al pasado colonial 0 al siglo XIX, estuvo exenta de todo empaque académico. Sus peculiarisimos colores opacos transmitian una inédita leccién de sencillez, intimismo y humor. Las enseiianzas que se desprendieron de la pintura del maestro uruguayo tendrian muy disimiles y talentosos seguidores. En la Argentina del siglo XX encontramos por lo menos tres grandes respuestas a la nueva situacién. La expresada en el movimiento “martinfierrista”, que identificaba la cultura nacional con las innovaciones vanguardistas engendradas en las grandes urbes de los paises centrales; esta actitud cosmopolita y ecléctica propicié la importacién de todos los "ismos" de la vanguardia europea de aquellos afios, que estaba revolucionando el arte y la literatura (7). En la revista Martin Fierro, 1924-1927, encontramos los primeros articulos de Alberto Prebisch sobre el racionalismo en arquitectura (8) y criticas entusiastas sobre las telas del cubista sintético Emilio Pettoruti o del surrealista Xul Solar (9). Entre los escritores del movimiento tendrd posterior acogida intemacional la obra profundamente personal de Jorge Luis Borges. La segunda corriente, constituida por los integrantes del grupo "Boedo”, sostendrfa la necesidad de un arte comprometido y elegiria como maestro a Maximo Gorki, sin retacear interés por el proyecto realista de Manuel Galvez de escrudifiar por medio de la novela la sociedad argentina de su tiempo. La insistencia en que el arte no debfa ser privilegio de una minoria, incliné a sus adherentes a la novelistica, destacando entre ellos Roberto Arlt (1900-1942). Otra técnica que consideraron adecuada a su concepcidn estética y definicién politica fue el grabado, como vehiculo de ilustracién de (5) BULLRICH, Francisco: Arquitectura argentina contempordnea. Buenos Aires, Nueva Visi6n, 1963. (6) BAYON, Damin: Aventura pldstica de hispanoamérica, Pintura, cinetismo, artes de la accién (1940-1972) México, FCE, 1974, pp. 57-70 (7) FRANCO, Jean. op. cit, pp. 111-113. (8) BULLRICH, Francisco. op. cit., p.28. (9) BAYON, Pamién. op. cit. pp. 24 y 68 25 ideas 0, més tarde, incitados por el ejemplo mexicano, la pintura mural, que intentaron Antonio Berni (1905-1981) y Lino E. Spilimbergo (1896-1964) (10). La tercera variante, la que mAs nos interesa analizar, despliega una clara reafirmacién conservadora, en una produccién multiple, que preanuncia la cultura del nacionalismo hispanista de las dos décadas siguientes. Como respuesta a los agitados afios de 1917 a 1922 se produjo un renacimiento cat6lico. En Cérdoba, el erudito catedratico Luis Guillermo Martinez Villada (1886-1959), inicié la difusién del pensamiento del publicista francés Charles Maurras, y Romulo Carbia (1855-1944), en Buenos Aires, realiz6 una vasta obra historiogréfica para reconstruir el pasado religioso argentino y asumir la defensa de la tradicién hispénica en América (11). Una notoria quiebra con respecto a los sectores dominantes hasta mediados de la década anterior se manifest6 en las opiniones politicas y se vislumbré en la literatura o en cierta produccién pictérica. Leopoldo Lugones la precisa con brutal claridad, después de proclamar en 1924 "la hora de la espada”: "Antes de la guerra era posible, a mi entender, creer en la libertad, la justicia, la democracia, la igualdad y demés ideologias del racionalismo cristiano. Después de aquel experimento no veo cémo. El jefe resulta de una necesidad vital y la fuerza es la dinica garantia positiva de vivir; y en las razas de combate como la humana, la suprema raz6n es el triunfo de la fuerza. Se nace leén o se nace oveja, nadie sabe por qué. Pero el que nace leén se come al que nace oveja, sencillamente porque ha nacido leén" (12). EI mismo Lugones, en El libro de los paisajes, en 1917, adelanté de manera precursora la nueva actitud hacia la poblacién y las actividades pampeanas; y, en las novelas de Ricardo Gitiraldes (1886-1927) y Benito Lynch (1885-1952), el gaucho, antes menospreciado, adquirié una nueva e inesperada dignidad (13). En sus poemas Lugones oponia a la fracturacién de la vida urbana, la tranquila estabilidad de la cotidianeidad rural; en Don Segundo Sombra, 1926, de Gitiraldes, una de las obras maestras de la novelistica continental, no se utiliza una tabla de valores europeos, el protagonista afirma los propios, yen las visicitudes de la vida campesina es capaz de plenitud y armonia. No puede resultar menos que sorprendente esta reivindicacién del peén ganadero en la literatura de hijos de familias terratenientes. La pista que puede conducimos a explicar esta inesperada revalorizacién esta en el cambio de actitud de los estancieros con respecto a los inmigrantes, después del advenimiento del radicalismo democratizador y las agitaciones sociales entre 1917 y 1922. Los enemigos de la estabilidad social y el progreso oligérquico eran los “tanos" y "gallegos" anarquistas, socialistas, comunistas. Era entonces inevitable volver la mirada a la utopia pampeana, a sus ciclos naturales y dilatados paisajes, a las costumbres criollas del latifundio patriarcal y ganadero. (10) Ibid., p.25. (11) ZULETA ALVAREZ, E:op. cit,pp. 182,185,186,187 (12) BUCHRUCKER, Cristis: Nacioanlismo v peronismo. La Argentina en la crists ideolégica mundial (1927 1955). Buenos Aires, Sudamericana, 1987, pp. 51-52. (13) FRANCO, J. op. cit. p. 109 26 Esta huida roméntica de la ciudad capitalista y sus conflictos, este refugiarse en el campo y en el pasado, la encontramos en el pintor entrerriano Ceséreo Bernaldo de Quirés (1881-1958). Después de una carrera convencional de viajes a Europa y algunos premios académicos, con una anticuada técnica impresionista y una actitud de rechazo.a las vanguardias, emprende su peculiar busqueda de lo nacional y se recluye diez afios en los campos de su provincia natal. Para fines de los 20 ha encontrado su mundo tematico de gauchos, estancieros y montoneras federales; la pampa barbara y heroica del siglo pasado surge impetuosamente de sus cuadros y su produccién ilustra la utopia criolla, que comienzan a exhumar novelistas e historiadores (14). Al llegar Hipélito Yrigoyen a su segunda presidencia en 1928, elegido por una abrumadora mayoria, se ponen de manifiesto sus timidas inclinaciones reformistas y se conviene en el catalizador de las tendencias antes esbozadas, creéndose el clima propicio que facilité el crecimiento en la cultura y la politica del nacionalismo hispanista. A fines de 1927 aparecié La Nueva Republica, primer periédico organico de este movimiento, cuyos objetivos estaban definidos en su lema: "Organicemos la contrarrevolucién, defendamonos de la demagogia, unémonos en la Nueva Repiblica” (15). Algunos datos autobiogréficos de sus dos principales animadores: Rodolfo Irazusta, director y Emesto Palacio, redactor jefe, sirven para ilustrar el viraje cultural y politico que significé la emergencia del nacionalismo contrarrevolucionario. Irazusta era hijo de un estanciero radical de la provincia de Entre Rios; durante el ritual viaje a Europa, en los afios 20, trabé conocimiento con Charles Maurras en Paris, lo que influy6 decisivamente en él. Su formacién en esos afios le Ievé a frecuentar clésicos y modernos, pero mostré ya una peculiar inclinaci6n por la literatura espafiola y autores como Marcelino Menéndez y Pelayo y Ramiro de Maeztu (16) Més compleja es la trayectoria intelectual y politica de Ernesto Palacio, simpatizante juvenil del anarquismo y la Reforma Universitaria; particip6 en la aventura vanguardista del martinfierrismo, que lo decepcioné, para evolucionar hacia el pensamiento conservador e ingresar al catolicismo (17). Poco tiempo después, en marzo de 1928, en el ntimero inaugural de la revista Criterio, érgano del renacimiento catélico tradicionalista, "Palacio censuraba el arte modem, por haber olvidado “las nociones eternas de Verdad, Bien y Belleza objetiva™ (1g). La contrarrevolucién en los espiritus que propiciaban serfa "esencialmente dogmiatica, realista, tradicional y religiosa", segtin César Pico, colaborador de La Nueva (14) MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA. ACADEMIA PROVINCIAL DE CULTURA: El pintor Quirds en Santa Fe. Santa Fe, Argentina, 1954, p.62 (15) ZULETA ALVAREZ, E.. op. cit.p 204. (16) Ibid., pp. 205-207 (17) Ibid., pp. 210-213, (18) BUCHRUCKER, C. Op. cit. p. 62 27 Repiblica, Criterio, y el gran diario liberal La Nacion, y segén profetizaba, "ya se entreveia una nueva “Edad Media’ en el horizonte" (19). Resulta irénico comprobar que las fuentes ideolégicas de este nacionalismo criollo, son abrumadoramente europeas, con las Gnicas excepciones de Juan Bautista Alberdi y el mexicano Carlos Pereyra. Aparte de algunos clasicos antiguos y el obligado Tomas de Aquino, la linea directriz es clara: Burke, Rivarol, de Maistre, Bonald, Comte, Maurras, Berdiaff, Danoso Cortés, Balmes, Menéndez y Pelayo, Belloc (20). El objetivo politico de la Nueva Republica fue preparar el ambiente para el golpe de estado que terminaria derribando a Yrigoyen en 1930. Esta "minoria de hombres inmunes a la heredosifilis liberal que venia regenteando al pais desde Caseros", segtin la definicion de Ignacio B. Anzoategui (21), coincidfa en un modelo de sociedad y estado. Leopoldo Lugones, Rodolfo Irazusta y Manuel Galvez se definian a favor de Benito Mussolini y la organizacién fascista (22). La campaiia de estos escritores no se redujo, sin embargo, a la feroz critica del radicalismo y su lider; en 1928, lleg6 a Buenos Aires un connotado intelectual derechista, Ramiro de Maeztu, como embajador del dictador Primo de Rivera, y su cdlida relacién con los nacionalistas incité a una revisin de la historia y la relacién con Espafia. Se consolid6 entonces uno de los temas mayores de esta corriente: el hispanismo, que pedia la reanudacion de los lazos "étnicos", y que se interrogaba sobre la posibilidad de "una mayor comunidad de propésitos entre los pueblos de la raza hispdnica", porque "apagadas las ltimas repercuciones de las luchas de la independencia, Espafia vuelve a ser la madre de veinte paises, formados con su sangre y su espiritu” (23). En otro frente de la disputa cultural, Carlos Ibarguren (1877-1956), recibié en 1930 el Premio Nacional de Literatura por su libro Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama y su tiempo (24). El autor era un intelectual y politico de originaria militancia liberal, al que los j6venes nacionalistas reconocerfan como uno de sus maestros por su aporte al naciente revisionismo histérico. Los intelectuales que estaban promoviendo abiertamente la ruptura del orden constitucional y proclamando la necesidad de un nuevo ordenamiento corporativo, no podian menos que recibir con beneplicito la implicita critica a la interpretaci6n liberal de la historia que sugeria la reivindicacién de Juan Manuel de Rosas. Comenzaba entonces sistematicamente una inédita lectura del pasado como necesidad para sustentar un proyecto de pais, lejano de las tradiciones liberales y las practicas democraticas. Rosas, poderoso estanciero y gobernante de mano dura, hébil defensor de la soberanfa nacional, prefiguraba al Ifder que los nacionalistas restauradores esperarian durante décadas ver surgir desde las filas militares. (19) Ibid, p. 62. (20) ZULBTA ALVAREZ, E.. op. cit, p. 217 (21) BUCHRUCKER, C. op. cit.p. 49. (22) Ibid., p. 72 (23) ZULETA ALVAREZ, E. op. cit, pp. 216-217, (24) BUCHRUCKER, C. op. cit., p49 28 A la bisqueda del retorno y del destino “Juan Manuel de Rosas, ‘un Mussolini criotlo” Manuel Galvez, 1940. En septiembre de 1930, un general provinciano de aristocratica prosapia y admirador del ejército aleman, José Félix Uriburu, encabez6 el golpe militar contra la tambaleante administraci6n radical. La continuidad constitucional y la experiencia democratizadora quedaban asi quebradas, y se establecia un régimen con veleidades corporativas, en el que los jévenes nacionalistas depositaron sus expectativas contrarrevolucionarias. Al poco trecho, los politicos conservadores, identificados con el antiguo régimen oligdrquico, impusieron una salida electoral fraudulenta, encabezada por el general Agustin P. Justo. Los radicales, partido claramente mayoritario, fueron proscriptos, y una alianza de derechas control6 el poder nacional mediante el fraude y la represiOn hasta 1943. El modelo econémico de la generacién de 1880, basado en las exportaciones pampeanas y los empréstitos extranjeros, habfa sido arruinado por la crisis. Su reajuste favorable a ios grandes ganaderos, que remachaba la subordinaci6n a Inglaterra, cre6, sin embargo, condiciones objetivas para la expansi6n de las industrias livianas y economias regionales. Estos aiios de crisis y diversificacién econémica, de espurio controt conservador, fueron a su vez de notable creatividad simbdlica. Buenos Aires, el gran centro cultural de América del Sur, atrajo exiliados e intelectuales latinoamericanos y acogié a los espatioles republicanos, creadores de editoriales tan importantes como Losada y Sudamericana (25). Para no incurrir en una sobrevaloracién del aporte cultural y politico de los nacionalistas restauradores y falsear la perspectiva hist6rica, haremos una breve earacterizacién de las otras tendencias que impregnaron y expresaron la produccion cultural de 1930 a 1943. La fundacién en 1931 de la revista Sur por Victoria Ocampo, hija de poderosos latifundistas y admiradora de las literaturas francesa, inglesa y norteamericana, demuestra la decisi6n de integrarse a una vanguardia internacional, de "mantener abiertos (25) SANCHEZ, Luis Alberto: Balance y liguidacién del novecientos: Tuvimos maestros en nuestra América?, Lima, Universo, 1973, pp.47-49. 29 los vasos comunicantes con Europa ¢ identificarse con una cultura que trascendiera las fronteras nacionales" (26). Sur continuaba en realidad la vieja tendencia de cosmopolitismo liberal, combinada con el deseo de los martinfierristas de integrarse a la vanguardia europea, urbana y experimental. Jorge Luis Borges, (1889-1988), su escritor mas creativo, de ecléctica y vastisima cultura, considera los sistemas filos6ficos s6lo coino juegos con la eternidad. En sus Ficciones -combinacién de ensayo y cuento- realza el cultivo de la forma y expresa su escepticismo sobre las diferentes tradiciones intelectuales (27). Sin embargo, cuando tiene que precisar en qué mundo cultural y politico se ubica, demuestra una contundente claridad: "Para los europeos y americanos hay un orden -un sdlo orden- posible: el que antes llevé el nombre de Roma y que ahora es a cultura del Occidente. Ser nazi [...] es, a la larga una imposibilidad mental y moral” (28). La tendencia militante de la cultura argentina de aquellos aiios se manifesté con la fundaci6n de la revista y la editorial Claridad, en 1922. La influencia de Henri Barbusse y la izquierda intelectual francesa, pacifista y simpatizante de la Union Soviética, incliné a varios escritores argentinos hacia una literatura social. Entre los autores del grupo Boedo, el mencionado Roberto Arlt, se destacé por sus novelas Los siete locos, 1929 y El lanzallamas, 1931, en las que los alienados, con toda légica impugnan a la sociedad de la época y el escritor aprovecha para lanzar una recusacién generalizada al capitalismo. Estos intelectuales, en consecuencia, valorizaban el aspecto artesanal de su trabajo y, sin preocuparse demasiado por Ia calidad formal, desdefiaban a los criticos convencionales. Consecuentes con estos pardmetros, premiaron y publicaron en 1934 Huasipungo, la dura novela indigenista del ecuatoriano Jorge Icaza, militante del partido comunista (29). Otros intelectuales como Alejandro Korn y Ricardo Rojas, precursores de los cambios en la cultura dominante de los afios 20, en repudio al viraje antidemocratico de la politica nacional, se incorporaron al Partido Socialista el primero y al radicalismo el segundo. Los nacionalistas restauradores, minorfa activa y frustrada por el fracaso del uriburismo, aunque de hecho actuaron como auxiliares extremos del bloque conservador gobernante, comenzaron a criticar la dependencia con respecto a Inglaterra y a proponer el apoyo a la industrializaci6n. Los hermanos Irazusta, ganaderos marginados por la alianza de grandes estancieros y frigorificos foréneos, comenzaron a desnudar el control inglés sobre finanzas, ferrocarriles y comercio de carnes, coincidieron con Lugones en abogar por una politica industrializadora y acusaron de la crisis econémica argentina a los monopolistas londinenses (30). Estas preocupaciones de la coyuntura contribuyeron a la emergencia de una lectura sistematicamente revisionista del pasado argentino y sus relaciones con Inglaterra. (26) FRANCO, Jean: op. ci (27) Ibid., pp.200-204 (28) BORGES Jorge Luis: Prosa completa. Barcelona-Buenos Aires, Bruguera-Emecé, 1985, Vol 3, p.140. (29) FRANCO, Jean: op. cit., p.282 (80) ZULETA ALVAREZ, E. op. cit, pp.229-231 + P. 289. 30 Manuel Galvez, publicé en 1939-1940 dos exitosas biograffas noveladas sobre Hipdlito Yrigoyen y Juan Manuel de Rosas; en la primera revela una peculiar reivindicacion del caudillo radical -aifrma que era un "Mussolini criollo"- y en la otra presenta a Rosas como el modelo de gobernante en el siglo XIX, autoritaric y popular, firme defensor de la integridad nacional (31). La inquietud por rastrear el problema de la dependencia argentina llevé a José Maria Rosa, en 1943 a publicar Defensa y pérdida de nuestra independencia econémica, obra en la que levanta la politica econémica rosista y condena la de los gobiemnos liberales posteriores. Su afirmacién del cardcter proteccionista de! caudillo porte ha tenido larga aceptaci6n, aunque la critica histérica no la haya avalado cientificamente (32). Tanto Galvez como Rosa, ejemplifican la evolucién de un sector del nacionalismo hacia posiciones populistas y, de hecho, su prédica preparé el clima politico-cultural para la emergencia del peronismo. En 1941 los intelectuales revisionistas comenzaron a superar su dispersién y crearon su "Anti-Academia”, con la fundacién del Instituto de Investigaciones Histéricas "Juan Manuel de Rosas"; a cargo de la presidencia fue elegido el general Juan Ithurbide, lo que sugiere con claridad a qué institucién interpelaba el discurso restaurador, y en la comisi6n directiva encontramos a Manuel Galvez, Ernesto Palacio, Julio y Rodolfo Irazusta (33). En un terreno erudito y académico mas convencional, nuevamente en el crucial 1943, Rémulo D. Carbia, da a conocer su Historia de la levenda negra hispanoamericana. Con esta obra se suma a la contraofensiva historiogréfica hispanista, coincidiendo con José de la Riva Agiero en Lima y Carlos Pereyra en Madrid, para atacar a la interpretacién liberal y proponer la apologética de Espafia, la conquista militar y la evangelizacién catélica (34). La visién idealizada de la sociedad colonial como estamental, jerérquica y autoritaria, plena y armoniosa, seducia a estos intelectuales criollos como un modelo que, con los indispensables ajustes, podia servir para reorganizar nuestras sociedades y estados. La utopia criolla estaba anclada en los siglos coloniales para peruanos y mexicanos y, més modestamente, en la época de Rosas para los rioplatenses. En la exhuberante imaginacién de ciertos doctrinarios las hazaiias de la Hispanidad no quedaban solamente confinadas a los siglos pasados. Algunos incitaban a la alianza entre el tradicionalismo catdlico y el fascismo europeo. En esta perspectiva la revista Sol y Luna, en 1940, daba cabida a la propuesta del idedlogo franquista Jose Maria Pemdn, de que era "misin de la Hispanidad convertir a los paganos del victorioso 1) QUUIADA, Ménica: Manuel Galvez: 60 aftos de pensamiento nacionalista. Buenos Aires, CEAL, 1985, pp.92-94, (32) ROSA, José Maria (h): Defensa y pérdida de nuestra independencia econémica, Buenos Aires, 1943 83) DATRI, Norberto: *Apéndice: el revisionismo hist6rico. Su historiografia’, en: JAURETCHE, Arturo: Politica nacional y revisionismo historico. Buenos Aires, PeBa Lillo, Sa. Ed., 1975, pp.124-125. G4) CUCCORESE, Horacio J.: Rémullo D. Carbia: Ensayo bio-bibliogréfico. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1962 3 Tercer Reich al cristianismo. De esta manera se realizaré en Europa la Nueva Edad Media" (35). En la novelistica de otro escritor popular del nacionalismo restaurador, Hugo Wast, seud6nimo literario del santafesino Gustavo Martinez Zuviria (1883-1962), aparece otro t6pico importante para esta corriente, la llamada "cuestién judia". Martinez Zuviria, hijo de una tradicional familia provinciana, catélico e hispanofilo desde su juventud, habia actuado hasta 1924 en el Partido Demécrata Progresista -como Carlos Ibarguren- y renunciado cuando esta organizacién, abandonando su primitiva estrategia de contencién conservadora modernizante del radicalismo, acentué su definicién antieclesidstica y liberal. Escritor prolifico desde su juventud, con una de sus novelas més logradas, Desierto de Piedra, de 1925, recibié el Premio Nacional de Literatura. Sus obras evocan al viejo pafs criollo, rural, ganadero; constituyen una especie de ilustracién folletinesca de la visién del pasado compartida con sus amigos del nacionalismo restaurador. Sin embargo, entre 1985 y 1942 cambié de orientacién tematica y publicé tres novelas antisemitas -El Kahal, Oro, y 666-, con gran éxito de la segunda, que alcanz6 21 ediciones en 1955 (36). Martinez Zuviria quizds fue incitado a esta linea de produccién perversa por la creciente propaganda mundial y la de sus amigos por aquellos afios. Los nacionalistas restauradores recurrieron al expediente propagandistico de unificar a sus enemigos en la imagen del judio y atribuirle la autoria de la "conspiracién mundial", que manejaria tanto a Wall Street como a Moscu. Esta fantasiosa y poco original concepcién, pudo tener una amplia receptividad por la crecida afluencia de judfos europeos a la Argentina en los ailos 20, su activa participacién en la vida econdmica y politica y sus simpatias por la naciente Unién Soviética. La intolerancia dogmatica de la ideologfa criolla profunda de Martinez Zuviria, Jo hizo particularmente sensible al cambio de actitud dominante hacia los inmigrantes después de los agitados aftos de la postguerra; legados en el tiltimo contingente antes del derrumbe de la Argentina prospera y liberal, los judfos constitufan el blanco ideal para los prejuicios aristocratizantes y xenéfobos. Con otras variables profundas de la cultura del nacionalismo hispanista se felaciona el rescate del folklore y la arquitectura colonial. Estas manifestaciones simb6licas tuvieron especial relevancia en las provincias del noroeste, controladas por los incas antes de la conquista e integradas durante la Colonia a la economfa platera altopervana. El tucumano Bruno Jacovella, multifacético escritor nacionalista, inicié a fines de los afios 30 una vasta tarea de narrador regionalista e investigador de las tradiciones folkldricas de esta regién montafiosa, empobrecida y mestiza. Jacovella, ademas, cumplié una significativa tarea de critico de algunos de los. presupuestos basicos del nacionalismo restaurador desde una perspectiva provinciana (35) BUCHRUCKER, © op.cit.. pp. 247-248, (36) MORENO, Juan Carlos: Genio y figura de Hugo Wast. Buenos Aires, Eudeba, 1969. 32 disidente, que lo aproximaba al nacionalismo democratico y lo convertia en un notable antecedente intelectual del peronismo. Arremetié contra “las tendencias reaccionarias” y enfilé sus argumentos contra el hispanismo, la tesis monarquica, el argentinismo excluyente y el gauchismo literario. El elitismo politico y diletantismo estético de sus colegas portefios sufrié también sus dardos, mientras advertia sobre la falsedad de la creencia en las reservas morales del Interior. en oposici6n a la presunta corrupcién de la ciudad de Buenos Aires (37). Los arquitectos fueron esta vez los responsables de otra importante aportacion a la cultura del nacionalismo hispanista. En pleno auge del racionalismo, en los afios en que todavia era utilizado el neoclasico en las obras oficiales, se afirmé el estilo “neocolonial" como lenguaje arquitecténico de la vertiente politico-cultural examinada. Para mediados de los 30, el neocolonial era un estilo aceptado en casas de campo y edificios urbanos en el centro y noroeste del territorio argentino, aunque su variante "californiana” desplazaba al planteamiento mds tradicional de la década anterioi Estas regiones habjan sido menos modificadas por la expansién capitalista y era natural que este revival tuviera en ellas mayor aceptaci6n. En la decisiva regién pampeana, sin embargo, sus realizaciones son mucho menos numerosas, aunque resulta sugerente que Ricardo Rojas haya elegido este estilo para la construccion de su casa en Buenos Aires. Ms sugerente atin es la comprobacién de que el Estado nacional, a principios de los aiios 30, adoptaba este nostdlgico lenguaje que empez6 a aparecer en edificios oficiales. Por iniciativa del coronel Juan Pistarini, més tarde ministro de Obras Puiblicas del primer gobierno peronista. esta linea neocolonial fue incorporada a las construcciones realizadas por las fuerzas armadas. Se construyeron entonces, por ejemplo, la escuela militar de aviacién en Cérdoba con sus techos de tejas, muros blancos y galerias perimetrales (38). La prédica contrarrevolucionaria, aunque no pudo encontrar al caudillo militar anhelado, ya mostraba una miiltiple influencia ideolégica en los medios castrenses. Esta propuesta arcaizante y autoritaria, se afianz6 durante estos afios y tuvo larga vigencia en el seno del Ejército y la Fuerza Aérea (39). El pasado acecha al peronismo "Solo hay originalidad verdadera Cuando se esta dentro de una tradicién ‘Todo lo que no es tradicién es plagio" Eugenio D’Ors. 87) ZULETA ALVAREZ, E. op. cit.. 12, pp. 458-475. (88) ORTIZ, Federico y GUTIERREZ, Ramén: La arquitectura en la Argentina 1930-1971. Buenos Aires, sep (39) ROUQUIE, Alain: Poder militar v sociedad politica en la Argentina. Buenos Aires, Emecé, 1981, T1. pp. 274-284 33 Las Fuerzas Armadas, que desde 1930 habian quedado en segundo plano constituyendo el aval tiltimo de los regimenes nacionales. dieron el paso decisivo que las instalé en el poder el 4 de Junio de 1943, desplazando al doctor Ramén S. Castillo Ultimo presidente del bloque conservador. Comenzaba asi, segtin Marcelo Sanchez Sorondo, "la revolucién del retorno y dei destino”. 0 en 1a prosa mas cruda de otro escritor doctrinario, el sacerdote Julio Meinvielle: "la contrarrevolucidn", cuyo objetivo era "hacer entrar al hombre en la razon el orden" (40). El resultado politico final dei curso iniciado en 1943, la experiencia peronista. nacionalista, industrialista y distributiva, al menos hasta 1950. con vasto y entusiasta apoyo de masas, no podfa resultar enteramente satisfactoria a los nacionalistas aristocratizantes y sus fantasias reaccionarias. E caudillo que finalmente emergié del ejército era poco doctrinario resueliamente pragmatico. y para colmo promotor de reformas que daban notable peso social a amplios sectores populares. Juan Domingo Perdn utiliz6 sin prejuicios muchas ideas de estos intelectuales. pero sdlo permitié que se ubicaran en posiciones secundarias No fue asi, sin embargo, durante la primera etapa de la "Revolucion de Junio”. cuando numerosos nacionalistas ocuparon cargos importantes. Martinez Zubiria, por ejemplo. siendo ministro de Educacién, establecio la ensefanza religiosa obligatoria en las escuelas estatales: y otro conocido intelectual restaurador, Jordan Bruno Genta. como interventor de la Universidad Nacional del Litoral, proclamé la vigencia de la metafisica aristotélica, con el objetivo de lograr la "salvacion de la juventud de las frivolas ideas modernas"(41). El clima cultural arcaizante y el rechazo a las vanguardias, que permeaban los Ambitos plasticos porteitos, tuvo otra manifestacion muy expresiva en la exposicion homenaje que se organizé en 1944 a Cesdreo Bernaldo de Quirés. En la comisin organizadora del evento encontramos a reconocidos intelectuales y dirigentes de organizaciones sociales, desde las academias oficiales al Circulo Militar y el Jockey Club. con disimiles definiciones politico partidistas, presidido por Martin Noel, el iniciador del nacionalismo arquitecténico y reconocido militante radical. El mundo cultural dominante manifestaba asi su simpatia por la iconograffa romantica y pasatista, por ese mensaje de criollo sefiorio que transmitian las imagenes del pintor provinciano (42). Desde la otra orilla de la cultura dominante, en un texto motivado por la liberacién de Paris e indicador de las tensiones del momento, Jorge Luis Borges, denunciaba implacablemente las contradicciones de los intelectuales oficialistas. "Esos versatiles, a fuerza de ejercer la incoherencia, han perdido toda nocién de que ésta debe (40) BUCHRUCKE! (4b Tbid., p. 282. (42) COMISION ORGANIZADORA DE L.A EXPOSICION-HOMENAJE: UB. De Quirds. Exposicién de homenaje Buenos, Aires, Peuser, 14, Cop. ett, 281 34 justificarse: veneran la raza germénica, pero abominan de la América “sajona’; condenan los articulos de Versalles, pero aplaudieron los prodigios del Blitzkrieg: son antisemitas, pero profesan una religion de origen hebreo; bendicen la guerra submarina, pero reprueban con vigor las piraterfas britanicas; denuncian el imperialismo, pero vindican y promulgan la tesis del espacio vital; idolatran a San Martin, pero opinan que la independencia de América fue un error; aplican a los actos de Inglaterra el canon de Jestis, pero alos de Alemania el de Zarathustra” (43). Ante la represi6n cultural y politica la oposicién liberal y de izquierda fue creciendo, apoyada por la evolucién de Ia guerra favorable a los Aliados, y en las Fuerzas Armadas se impuso la linea nacional-populista. El heredero natural de esta segunda etapa fue el coronel Perén, candidato de la heterogénea coalicién oficialista, triunfante en las urnas en 1946. Numerosos nacionalistas restauradores se incorporaron al naciente “Justicialismo"; Ernesto Palacio fue diputado nacional y muchos otros desempefiaron cargos en la docencia, magistratura y periodismo. Este aporte intelectual fue decisivo para tefiir a los afios peronistas de un acentuado tradicionalismo en el terreno de la produccién cultural (44). Resulta sorprendente comprobar que durante la experiencia justicialista, que modificara tan profundamente tantos aspectos de a vida social y creara una sélida cultura politica de masas, las ideas del nacionalismo hispanista tuvieran tan amplias expresiones y audiencias. Sin embargo, el peso de la linea hist6rico-cultural del viejo liberalismo es evidente en actos de gran trascendencia simbélica para el gobierno. Lo demuestran los nombres impuestos a las empresas de ferrocarriles nacionalizadas, entre otros Mitre, Sarmiento y Roca, personajes consulares del liberalismo y . el tiltimo, nada menos que fundador del Estado oligérquico. Habia en la politica oficial un propésito explicito de guardar equilibrio entre las dos grandes interpretaciones del pasado argentino (45). Pero esta era una politica pragmatica desde la cispide del poder que no alcanzaba a impregnar las diversas manifestaciones culturales, muchas de ellas engendradas desde Ambitos oficiales u oficialistas. Como premisa material de las politicas para atender los problemas de salud publica y promocién masiva de la educacién, el primer gobierno peronista construyé una vasta red de obras a lo largo y ancho de la geografia argentina. Muchas de estas construcciones -escuelas, hospitales, colonias vacacionales- muestran los rasgos del estilo neocolonial, grato a los nacionalistas restauradores e impulsado por el general Juan Pistarini, entonces dindmico ministro de Obras Puiblicas (46). (43) BORGES, Jorge Luis: op. cit. p.139. (4H) CIRIA, Alberto: Politica y Cultura popular: la Argentina peronista, 1946-1955, Buenos Aires, Ediciones de la flor, 1983, p. 215 (45) Ibid., p.283. (46) ORTIZ, Federico: GUTIERREZ, Ramén: op. ctt.,p. 41 w a Este masivo revival resulta doblemente sorprendente en este tipo de obras; primero, por el piblico popular a que estaban destinadas y, segundo, porque este estilo casi no tenia expresiones en la region central de Argentina, de muy pobre arquitectura colonial. Resultaba, empero, la més amplia propagandizacién de una concepcién hist6rica que idealizaba la época colonial y el aporte hispanico. Si bien hasta 1955 predomina el mencionado revival en las construcciones oficiales y el rechazo al racionalismo arquitect6nico es muy acentuado por "apatrida, internacionalista y maquinista" (47), el Estado peronista mantuvo la linea de un “neoclasico imperial" para las grandes obras de Buenos Aires y, como una demostracién més del enfrentamiento de encontradas tendencias ideolégico-culturales en su seno, construyé, asi mismo, numerosos edificios en todo el pais segiin las pautas def "Movimiento Moderno", en la versién de Le Corbusier (48). En otro frente cultural durante los afios peronistas, las publicaciones académicas y los periddicos oficialistas, encontramos relevantes pruebas del profundo desfase entré la rica experiencia de cambios sociales que se vivian y un universo cultural que no daba cuenta de ellos y se refugiaba en experiencias externas, o simplemente en el pasado. En la Revista de la Universidad de Buenos Aires, dirigida entre 1947 y 1954 por el sacerdote restaurador Hernan Benitez, un autor peronista posterior comprueba: no. hay “nacionalismo", ni atin de derecha sino simplemente "espafiolismo franquista”, no hay articulos cientificos ni de andlisis econémico-social sobre el peronismo, pero si colaboraciones sobre filosofia, teologia, o literaturas extranjeras; concluyendo, el citado escritor comprueba que todos los colaboradores de la revista son catélicos, y el 90% de ellos extranjeros (49). La politica cultural del peronismo al apoyarse prioritariamente en la cosmovisién del nacionalismo hispanista, tendfa a exciuir a los intelectuales que se identificaban con las variantes del liberalismo o de la izquierda, y resultaba poco receptiva alas iniciativas de la vanguardia. La confrontacién entre distintas tendencias culturales, que denunciaban los disimiles origenes politico-intelectuales de sus autores, y el peso determinante de la propuesta de! mencionado nacionalismo, se comprueba también en La Prensa cegetista de los afios 50. Este tradicional cotidiano, propiedad de la poderosa familia Gainza Paz, conjuntamente con La Nacién de los Mitre, eran los voceros de la oposicién desde una orientacién liberal, elitista y cosmopolita. Expropiado en 1951 por el gobierno y entregado a la Confederacién General de! Trabajo oficialista, en sus paginas culturales se fue armando un proyecto que intent6 ser alternativo y expresi6n de los nuevos tiempos. (47) Ibid., p43. (48) SONDEREGUER, Pedro Conrado: Arquitectura y Modernidad en la Argentina, México, Cuadernos de Traza, 1987, 7:2, (49) GOLDAR, Emesto: "La literatura peronista’. En: CARDENAS, Gonzalo y Otros: Fl Peronismo. Buenos Aires, Carlos Perez. Editor, 1969, pp. 139-186. 36 En una primera etapa de este intento se observa cierta mezcla y confrontacién de intereses y perspectivas. En cuentos, ensayos y poemas aparece una tematica romantica referida a las tradiciones folkléricas y al Ambito rural provinciano, en particular del Noroeste criollo, de fuerte impronta colonial. Acompafian a estas colaboraciones notas sobre santos medievales espaiioles, como por ejemplo San Isidro patrono de Madrid, y una peculiar revaloracién de las grandes culturas indigenas prehispanicas. En estos primeros aiios es igualmente de notar una apertura latinoamericanista, inclinada dualmente a la vena romdntica o al interés por escritores vanguardistas, como el chileno Pablo Neruda o el brasilefio Graciliano Ramos. Esta segunda vertiente incursiona audazmente en el andlisis social de la literatura argentina, Elias Castelnuovo (1893-1982), veterano escritor procedente del grupo Boedo, publicd tun sustancioso ensayo El sentido social en la novela del campo argentino. La tierra vista por los propietarios de la tierra. En este trabajo denuncia los estereotipos sociales en las obras de Eduardo Gutiérrez, Enrique Larreta y Benito Lynch; desde una perspectiva cuestionadora asume el punto de vista de los peones y demuestra la orientacion mistificadora de los mencionados novelistas, en cuyos libros jamds aparece la propiedad latifundista (50). Estas audacias no estaban destinadas a perdurar y serfan desplazadas por otra linea ideolégica acorde con los intereses profundos del nacionalismo contrarrevolucionario. Una colaboradora desconocida, J. Vifuela de Latour, se encargé de refutar a Castelnuovo, La novela de Ricardo Giiiraldes "es un libro simbélico de una estirpe que mantiene sagradamente su tradicién". Los topicos mas socorridos det idealismo reaccionario son utilizados: intemporalidad, negacién del cambio hist6rico y las clases sociales, idealizacién del pasado y rechazo al presente. En esta visiGn, impregnada de nostalgia postiza, se afirma que "los hombres magnificos" de la llanura argentina, seguidores de una tradicidn secular, "no piden sino permanecer fieles a sf mismos, aunque padezcan hambre y sed". Esta autenticidad y estoicismo, segiin la comentarista se oponia a "nuestros dias de feo materialismo y egoismo sin limites" (51). A medida que nos acercamos al final de la primera etapa peronista y se desencadena el enfrentamiento oficial con la Iglesia Catélica, que incliné a los intelectuales restauradores a una oposicién golpista, de manera en apariencia contradictoria, los rasgos profundos de su cosmovisién impregnan cada vez més al diario cegetista. Aumenté el ‘mimero de colaboraciones desde fa Espaiia franquista; e Ignacio B. Anzoategui, conocido restaurador y magistrado federal, dio el tono con poemas sobre personajes de la literatura espafiola, como la reina Ginebra y el caballero andante Amadis de Gaula, modelo de don Quijote (52). Preocupaciones menos fantasiosas se encuentran en notas de orientacién revisionista sobre episodios histéricos del siglo XIX rioplatense, que permiten exaltar el patriotismo rosista, la valentia ante la muerte, el honor criollo. Revisionismo hist6rico, hispanismo feudalizante, regionalismo nastélgico e intemporal, definen algunas de las inclinaciones profundas de estos escritores y, con la (50) La Prensa, 14 de junio 1953. (31) [bid., 21 de noviembre 1954. (52) [bid., 24 de abril 1955, intencién de perfilar mas acusadamente su universo simbélico, haremos también referencia a sus negaciones abiertas o implicitas. En el suplemento cultural de La Prensa encontramos escasas colaboraciones que se ocupen de problemas urbanos o del capitalismo industrial, menos atin de la eficiente produccién agropecuaria pampeana. No aparecen, en consecuencia, sus fundamentales protagonistas sociales: obreros, empleados, pequefios empresarios de la ciudad o del campo, benefiados por las politicas justicialistas y partidarios de gobierno. Tampoco hallamos referencias a las masivas organizaciones sindicales 0 a las formas de participacién politica de los trabajadores; s6lo notas de estilo formal y burocratico, para expresar adhesi6n en las grandes fechas del movimiento. Todas estas facetas de la realidad nacional del momento no resultaban selevantes para los intelectuales del cotidiano de la central obrera. Habia en ellos una sistematica negaci6n de la Argentina en que vivian, urbana e industrial, crecientemente fragmentada y conflictiva, popular y peronista. El agotamiento de la estrategia econémica de sustitucién de importaciones en torno a 1950, empujé al gobierno a un curso conservador de conciliacién con los terratenientes y Estados Unidos; esta nueva politica provoc6, a su vez, una agudizacién de las diferencias sociales y politicas, y una notoria incidencia y extensin del universo simbélico contrarrevolucionario en las més diversas expresiones de la cultura oficial. La recurrencia melancélica al pasado, la insistencia en evocar sociedades apegadas a las lentas regularidades de los ciclos naturales, las certidumbres providenciales de la religion y las seguridades del poder desp6tico, eran mensajes tradicionalistas y balsdmicos que se vertian profusamente en la coyuntura con evidentes finalidades apaciguadoras. El gobierno peronista se atrincheraba en el terreno simbélico adhiriendo cada vez més en profundidad a la propuesta hispanista y restauradora, atin al precio de una arcafsmo tan evidente como empobrecedor. En un documento fundamental del régimen, como el II Plan Quinquenal, se ponia en boca del propio presidente Peron la multicitada concepcién: "El sentido misional de la cultura hispanica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografia espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha ‘suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias a la que debemos preservar de cuantos elementos ex6ticos pretenden mansillarla” (53). Esta clara definicién hispanéfila y tradicionalista alenté iniciativas como la de las autoridades de la provincia de Santa Fé de montar una publicitada exposicién- homenaje a Cesdreo Bernaldo de Quirés en 1953 y 1954, "en el quincuagésimo aniversario de su primer triunfo europeo para el arte argentino” (54). (53) MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA, ACADEMIA PROVINCIAL DE CULTURA: op. cit. p.16. (54) Ibid., p3. 38 Segiin Horacio Caillet-Bois, presidente de la Academia Provincial de Cultura, Quirés era "el més original de los artistas argentinos vivientes" (55), y en 1951 habia obtenido un segundo reconocimiento europeo: el Gran Premio en la I Bienal Hispanoamericana, organizada sugestivamente en Madrid. La orientacién de cerrado arcaismo se precisa con una jugosa cita del escritor franquista Eugenio D'Ors: "Lo que no es tradicién es plagio" (56), y con el rechazo det citado académico santafesino tanto a las vanguardias plasticas como al “nativismo", desechado por pintoresquista y sentimental. El arte de las vanguardias -afirma Caillet- Bois- "ha traido el caos. El pueblo esta divorciado de este arte, aunque no es suyo, no lo interpreta y no lo comprende" (57). Al contrario, Quirés convocaba multitudes con sus imagenes de gauchos pialadores, pulperias con mostrador enrejado, vendedoras de pasteles y "el patrén estanciero con su arrogancia y empaque heredados de sus abuelos que vinieron de Espaiia, quiz4s en los tiempos heroicos de la conquista” (58). La obra de Ceséreo Bemnaldo de Quirés, por su fuerza de convocatoria a todos los grupos sociales (59), era ofrecida como un sedante simbélico para las inquietudes de la época y una invitacién a sumergirse en el buen tiempo viejo de la utopia criolla. La intelectualidad restauradora, hacia el final del segundo gobierno peronista desplegé una estrategia dual que muestra una vez més las constantes profundas de su mentalidad. Mientras en el territorio cultural contribuja a anestesiar al movimiento justicialista con sus miticas invocaciones al pasado, en el politico practico conspiraba una ‘vez. més con una fraccién militar para lanzar el asalto armado al poder, el golpe de estado reaccionario. Muerte y transfiguracién "No nos escandalizaremos frente a Ja

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