l. LA RECIENTE EVOLUCION EN LA ENSEÑANZA RELIGIOSA
La transformación de la enseñanza de la Religión en los últimos años es un hecho que afecta tanto a los contenidos como a los métodos. No me parece que sea éste el lugar para examinar con detalle el cambio de los contenidos de la enseñanza religiosa, aunque creo importante hacer notar que ha sido, precisamente, el cambio en la perspectiva de los contenidos teológicos lo que ha provocado la transformación de los métodos, como tendremos ocasión de ver enseguida.
a) EL PUNTO DE PARTIDA: EL MODELO DE ENSEÑANZA DEL CONCILIO DE
TRENTO La mayoría de quienes, en nuestro país, han superado los treinta años tuvieron una enseñanza religiosa «de preguntas y respuestas». Los instrumentos didácticos de esta enseñanza fueron los Catecismos. Ya los clásicos de Astete y Ripalda (12), ya los más nuevos «Catecismos Nacionales» de primero, segundo y tercer grados (13). Este sistema de enseñanza tuvo su origen en el esfuerzo catequético realizado por el Concilio de Trento. Esto quiere decir dos cosas: la primera, que aquella Pedagogía representaba un esfuerzo por hacer retener al niño con la mayor fidelidad posible las fórmulas doctrinales de la Iglesia. Así lo atestiguan, por ejemplo, expresiones como «ir a la doctrina» o «tomar la doctrina» o «recibir la doctrina» con que antaño se denominaba el aprendizaje del catecismo. En la perspectiva histórica de Trento (14), este modo de enseñanza era un antídoto contra el «libre examen» proclamado por el protestantismo. Y, en cuanto al sistema de preguntas y respuestas, no era sino la vanguardia de la metodología didáctica de la ilustración propuesta, por ejemplo, por Juan Amós Comenio en su Didáctica Magna (15). El método funcionó con éxito hasta que el siglo dieciocho fue elaborando una nueva concepción del hombre, de la que arrancaron los modernos movimientos pedagógicos a los que la ilustración había dado un cuerpo doctrinal incipiente (16). El carácter inicial, racionalista y anticlerical, de estos movimientos hizo que la Iglesia viera en su agresividad nuevos enemigos de la fe (17), con lo que, en lugar de revisar sus presupuestos pedagógicos, los afirmó aún más, manteniendo vigente, hasta bien entrado el siglo xx, un sistema de enseñanza religiosa cuyas raíces y esquemas de acción respondían a necesidades y éxitos de tres siglos atrás.
b) LOS CATECISMOS ESCOLARES
Con la Ordenación de la Enseñanza Primaria, en la década de los sesenta (18), aparecen en España los Catecismos Escolares (19), sustituyendo a los materiales de la etapa anterior (20). Había tenido ya lugar el Concilio Vaticano II (21). En los documentos conciliares la Iglesia había inaugurado un nuevo modo de decir su verdad. Y, sobre todo, había incorporado los resultados de una serie de movimientos que se habían ido fraguando desde muchos años atrás: el movimiento eclesiológico, el movimiento bíblico, el movimiento litúrgico, el movimiento catequético... Por ello, la aparición de los Catecismos Escolares en España representa la incorporación de los hallazgos realizados por el movimiento catequético a nuestro sistema de enseñanza religiosa (22). Las aportaciones más significativas realizadas por los Catecismos Escolares podemos resumirlas así: I. Adecuación de la enseñanza religiosa a la nueva ordenación escolar, sustituyendo los anteriores catecismos unitarios por un catecismo diferente para cada curso. No cabe duda que constituyó el primer esfuerzo por integral la enseñanza religiosa en el currículo escolar, 2. Esto obligó a realizar un esfuerzo de adaptación del mensaje cristiano a cada una de las edades por las que atravesaba el niño a lo largo del itinerario escolar. De este modo, muchos profesores empezaron a comprender que, aunque el contenido del mensaje cristiano es único, los modos de comprensión pueden ser diversos, según la situación de quien se acerca a él. 3. En los nuevos catecismos, a la hora de iniciar el desarrollo de cada uno de los temas, se tomaba como punto de partida la experiencia del niño, estableciendo así un modelo pedagógico de ley de la encarnación: «partir de lo visible, para llegar a lo invisible». 4. Los contenidos del mensaje cristiano no sólo se presentaran en las formulaciones de la doctrina de la Iglesia, como ocurría en los catecismos anteriores, sino que también se presentaban en la forma como los expresa la Biblia, el modo como se celebran en la Liturgia, y las manifestaciones que tienen en la conducta del creyente (Moral). 5. Por fin, se incorporaron (desarrollados, sobre todo, en las Guías del Profesor) (23) los métodos de la Pedagogía activa, superando de este modo los objetivos de simple memorización, e incorporando al acto pedagógico los procesos de búsqueda y vivencia. Nadie que no haya comprendido y asumido estos pasos iniciales del cambio estará preparado para entender e incorporar los cambios que han seguido después.
c) LA LEY GENERAL DE EDUCACION DE 1970
La expansión económica y social que tuvo lugar en España en la década de los sesenta mostró su incidencia en el campo educativo con la Ley General de Educación. del 1970 (24). En un esfuerzo por adaptarse a los nuevos programas. la enseñanza religiosa dio pasos significativos en la línea de lo ya comenzado. Para entender el sentido de estos pasos es necesario recordar cómo las Nuevas Orientaciones (25) que acompañaban a la Ley concebían al hombre y los procesos de enseñanza (26). Las áreas educativas (las tradicionales asignaturas) se dividían en «áreas de experiencia» y «áreas de expresión». El hombre era concebido como un sujeto de relación (experiencia) que expresa esa relación de distintos modos (expresión). Los elementos con los que el hombre se relaciona (el mundo y los otros) quedaban agrupados bajo el epígrafe de áreas de experiencia: área de experiencia natural (relación con el mundo) y área de experiencia social (relación con los otros). y las formas que tiene el hombre de manifestar su experiencia (la palabra. el color y la forma. la cantidad. el ritmo y el tono...) daban lugar al enunciado de otras tantas áreas de expresión: expresión verbal. plástica. matemática, dinámica. Pues bien. en este contexto hay que situar las nuevas aportaciones de la enseñanza religiosa, plasmadas en las «Nuevas Orientaciones» de la Comisión Episcopal de Enseñanza. I. En ellas, los contenidos del mensaje cristiano quedan expresamente alineados en las áreas de experiencia: es el área de experiencia religiosa (27). Se considera. pues, a Dios como el tercer polo de relación del hombre. El hombre se relaciona. por tanto, con el mundo (área natural). con los otros (área social) y con Dios (área religiosa). 2. Pero. al mismo tiempo, se considera que esa relación con Dios tiene lugar a través de la relación del hombre con el mundo y con los otros. De ahí que la formulación de los contenidos del mensaje cristiano estuviera alineada con los temas del área cultural y del área social. 3. Por otra parte, se acentúa con fuerza el valor de expresi6n de la experiencia de relación con Dios que tiene la Biblia, la liturgia, la Moral y la Doctrina. Todas ellas son formas de expresar la experiencia de Dios que ha tenido la Comunidad cristiana (o la Comunidad de Israel, en el caso del Antiguo Testamento). 4. Por fin, se consideran las áreas de expresión como formas que el hombre puede utilizar para expresar también su relación con Dios (28). y se insiste en cómo la expresión sirve para profundizar y consolidar la experiencia. Con lo cual, las actividades pedagógicas se canalizan a través de contenidos y formas que aportan las áreas didácticas de expresión; sobre todo, la verbal, plástica y dinámica. Quiero hacer algunas anotaciones que guardan relación con esta época de la enseñanza religiosa y que tienen su importancia para entender las situaciones que van a seguir. En primer lugar, se explica fácilmente cómo la concepción de la enseñanza religiosa como un área de experiencia que lleva a la expresión, hizo que muchos educadores pusieran un marcado acento en las vivencias religiosas, incluso en detrimento, a veces, del conocimiento objetivo del mensaje cristiano. En segundo lugar hay que notar cómo la misma estructura de los programas de enseñanza religiosa suponen ya un fuerte diálogo e intercambio con el resto de las asignaturas. Tanto por su paralelismo con las áreas de experiencia natural y social, como por la aceptación de los instrumentos que proporcionan las áreas profanas de expresión. En último término, conviene hacer notar cómo las diferentes formas en que se manifiesta el mensaje cristiano (la Biblia, la Liturgia, la Moral, la Doctrina...) se van configurando a la conciencia de los educadores como «lenguajes» o formas expresivas de la fe. Todo esto tendrá una importancia decisiva en el siguiente, más reciente, cambio que configura la situación actual de la enseñanza religiosa. d) JUNIO DE 1979 En junio de 1979 la Conferencia Episcopal Española publica un documento decisivo sobre la educación religiosa (29). La Jerarquía de la Iglesia española se manifiesta consciente de los profundos cambios que se están dando en la sociedad. a partir de lo que. desde la política y la sociología se ha dado en llamar «la transición». Este cambio social le obliga a su vez a reflexionar sobre sus repercusiones en la escuela. Y, como consecuencia de ello. se replantea el papel de la educación religiosa. Varias son las aportaciones de este documento que suponen un cambio profundo en la estructura de la enseñanza religiosa: I. La primera premisa que sirve de base al desarrollo del documento es la constatación de que la sociedad española es una sociedad plural, en la que conviven diversas opciones ideológicas políticas y, naturalmente. religiosas. Así está reconocido en la Constitución de 1978. El reconocimiento de esta pluralidad de opciones y el reconocimiento del derecho a su libre expresión es una novedad social importante con respecto al régimen anterior (30). 2. La Constitución reconoce. asimismo, el derecho a la educación religiosa y mora1 de los españoles y obliga a los poderes públicos a ser garantes de esta educación. Naturalmente, este derecho no se refiere exclusivamente a la religión y moral católica, como había ocurrido en los cuatro decenios anteriores. 3. La tercera de las premisas versa sobre la concepción de la escuela como lugar de intercambio cultural, o ámbito de transmisión de la cultura propia de una sociedad (31 ). A partir de estos supuestos, la Iglesia española diseña un nuevo modelo de educación religiosa, cuyos puntos fundamentales son los siguientes: 1. Se establece la distinción entre « enseñanza religiosa escolar» y «catequesis» .La primera corresponde a la escuela; la segunda. a la comunidad cristiana (32). La enseñanza religiosa escolar sirve al derecho a la educación religiosa y moral de los españoles reconocido en la Constitución. Y es una enseñanza que se dirige «a creyentes y no creyentes» según la propia expresión del documento episcopal. 2. Por tener lugar esta enseñanza en la escuela, asume la función cultural de la escuela y se le señala como objetivo el diálogo con los distintos saberes de la cultura que son transmitidos en la escuela. Lo que en forma estereotipada recibe el nombre de «diálogo fe-cultura» (33). (...) Muchas son las preguntas que surgen acerca de las diferencias entre enseñanza religiosa escolar y catequesis y muchas también las concreciones que se piden acerca del diálogo fe-cultura. Ello demuestra hasta qué punto la nueva situación representa un cambio importante en el tradicional quehacer de la educación religiosa. Por ello me parece imprescindible dedicar las páginas que siguen a examinar el nuevo modelo de enseñanza religiosa y sus implicaciones: no sólo metodológicas y prácticas, sino también las que atañen a la misma identidad del profesor de religión. ARTACHO LÓPEZ, Rafael. La Enseñanza escolar de la Religión. PCC. Madrid 1989 (pp 20-27) NOTAS (12) Catecismo Aslele y Ripalda. Edición crítica. BAC. (13) Catecismo Nacional. Primer grado. (14) Catecismo del Concilio de Trento. BAC. Editorial Católica. Madrid. 1980. (15) COMENIO. l. A. Didáctica Magna. Akal. Madrid. 1986. p. 186. (16) GARCIA CARRASCO. J., El concepto de ideología, ENRAHONAR. (17) A pesar de que los pedagogos de la Ilustración no se oponen a una educación en la religiosidad. Locke, por ejemplo. habla de «inspirar al niño el amor y el respeto al ser supremo». e. incluso, invita a «realizar regularmente. mañana y tarde actos de devoción a Dios» (LOCKE, J., Pensamientos acerca de la Educación. Ediciones de lectura. Madrid, s. f.. p. 186). Rousseau, por su parte: «En todas partes reconozco a Dios en sus obras. le siento en mi. le veo aIrededor mío, pero tan pronto quiero contemplarlo en si mismo. así quiero averiguar dónde está. quién es, cuál es su sustancia, huye de mi y, perturbado mi espíritu, nada distingo» (profesión de fe del Vicario Saboyano: ROUSSEAU. J. J.. Emilio o de la Educación. Fontanela, Barcelona. 1973. pp. 213-214). Esto no obstante, se comprenden las reticencias de la Iglesia ante planteamientos de estos mismos autores, como la siguiente apostilla de Locke al texto acabado de decir: «Esto (amor y respeto al Ser Supremo) bastará para comenzar sin que sea necesario darle (al niño )... más amplias explicaciones» (LOCKE, op. cit.. 186). O los supuestos de Rousseau acerca de la imposibilidad del niño para captar la idea de Dios. (Ver ROUSSEAU, op. cit.. p. 200). (18) Ley de Ordenación de la Enseñanza Primaria. (19) COMISION EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, Catecismo Escolar I. Madrid 1967. (20) Catecismo Nacional. Primer grado. (21) El Concilio Vaticano II había comenzado en 1963. Si bien la salida de los primeros Catecismos Escolares había tenido lugar antes de la clausura del Concilio (ésta tuvo lugar el 8 de diciembre de 1967), la elaboración de los mismos pudo acometerse gracias al «espíritu conciliar), que ya se habla manifestado en los principios documentos conciliares aparecidos hasta el momento. (22) Seria ardua la tarea de reflejar aquí las fuentes europeas del movimiento catequético. Su entrada en España tuvo lugar a través de dos vehículos que mutuamente se apoyaron de una parte las traducciones bibliográficas. De otro lado, sacerdotes y religiosos españoles formados en Insbruck, en el Instituto Católico de Paris o en el centro Lumen Vitae de Lovaina donde tomaron contacto y lecciones con los principales lideres intelectuales del movimiento catequético. De gran transcendencia resultó la publicación en España de dos obras claves de la literatura catequética alemana: JUNGMAN. J. A. Catequética Herder. Barcelona. 1957. y el Catecismo Cat61ico. Herder. Barcelona. 1962 (llamado Catecismo alemán). El primero presentaba y fundamentaba los principios teóricos de la nueva Catequesis. El segundo ofrecía un modelo práctico de acción basado en los anteriores principios (23) Recuérdese. por ejemplo: COMISION EPISCOPAL DE ENSEÑANZA. Guía de los Catecismos Escolares. Madrid. 1967. Esta guía incorpora. si bien con un titubeo balbuciente toda la terminología de la Pedagogía Activa (objetivos. contenidos. actividades...) que posteriormente generalizó la Ley General de Educación del 70. (24) Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa. B.O.E. 187, de 6 de agosto de 1970. (25) Orden de 2 de diciembre de 1970 por la que se promulgan las Orientaciones Pedagógicas para la Educación General Básica. Cuando, en adelante. se cite esta orden, será sobre la edición de la Editorial Magisterio Español, Madrid, 1970. (26) Sobre la concepción de la persona que inspira la estructura curricular de la reforma del 70, puede verse el cuadro ilustrativo de ARTACHO, R., El área de experiencia religiosa en la Educación General Básica. Bruno. Madrid, 1972, p. 12. (27) Nuevas orientaciones. p. 55. (28) Idem.. pp. 53 y 56. (29) COMISION EPISCOPAL DE ENSEÑANZA y CATEQUESIS, Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Religiosa Escolar. Edice, Madrid, 1979. (30) ibid.. p. 5. (31) ibid.. p. 7. (32) La distinción entre «Enseñanza religiosa» y «Catequesis» no es nueva. Practicada en Alemania desde 1974. fue propuesta en España por un sector del profesorado de Religión que en Cataluña cristalizó en el movimiento pro Cultura Religiosa. El Seminario de Cultura Religiosa realizó trabajos teóricos y prácticos de gran difusión. Con posterioridad a la inclusión de la distinción en este Documento Episcopal. ha sido asumido por el Papa Juan Pablo II en su discurso a la Conferencia Episcopal Italiana. con motivo de la presentación de los nuevos acuerdos Iglesia-Estado Italiano que sustituyeron a los pactos lateranenses. (33) Desde otro punto de vista. pero siempre interesante para el lector la historia de la Catequesis y la Enseñanza Religiosa en España desde el Concilio Vaticano II hasta 1987.