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sentir mi necesidad
por ti
Article by
Jon Bloom
Staff writer, desiringGod.org
Uno de los regalos más misericordiosos que Dios pueda darnos es un conocimiento
profundo y claro de nuestra dependencia en Él para todo.
El vivir la vida cristiana se basa en nuestra total dependencia en la gracia de Dios, que
recibimos a través de Jesucristo por el Espíritu Santo. Jesús lo dijo de esta manera:
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5, LBLA)
Todo aquel que profesa ser cristiano está de acuerdo en que debemos permanecer en
Cristo. Pero nuestro acuerdo sólo es importante en la medida en que sentimos que sea
verdad. Cuanto menos sintamos nuestra necesidad de Cristo, menos permaneceremos en
Él.
Pero una cosa es saber que necesitamos nutrientes para nuestro cuerpo cuando no
hemos comido en 24 horas y otra cosa es saber que necesitamos nutrientes para nuestro
cuerpo después de que acabamos de tragar una bolsa de patatas fritas con un refresco de
un litro. No es probable que comamos alimentos que realmente necesitamos después de
saciar nuestro apetito con chatarra. Si no sentimos hambre, no comeremos,
especialmente el tipo de comida que más necesitamos.
Si no permanecemos, no sobreviviremos
Cuando Jesús dio Su orden de que permaneciéramos en Él, no nos estaba dando un noble
ideal al cual aspirar, como una frase de inspiración para un cartel. Tampoco la dejó como
una opción para los cristianos más serios que quieren la “vida más profunda”. Quiso
decir que sólo sobreviviríamos si permanecemos en Él. Al igual que la nutrición física,
una buena nutrición espiritual es cuestión de vida o muerte. Por eso Jesús continuó
diciendo en el versículo siguiente:
“Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los
recogen, los echan al fuego y se queman.” (Juan 15:6, LBLA)
Estas son palabras serias. Jesús estaba a tan solo horas de la crucifixión. Todo estaba a
punto de cambiar radicalmente para sus discípulos. Jesús iba a morir, y luego resucitar, y
luego dejarlos y ascender al Padre, y luego enviar a Su Espíritu Santo para ayudarles a
llevar a cabo su misión (Juan 16:4-15). Habían aprendido a depender de Él para todo.
Ahora tendrían que aprender a depender de Él para todo sin que Él estuviera físicamente
presente.
Esto no es menos cierto para nosotros. El permanecer en Cristo, nuestra Vid, es la única
manera en que podemos sobrevivir espiritualmente.
Pero cuando Dios responde a esta oración, ¿cómo debemos esperar que se perciba
nuestro sentido aumentado de dependencia en Él? Como siempre se siente la
dependencia: debilidad y auto-incapacidad.
Si entendemos esto, entenderemos lo que Pablo quiso decir cuando dijo, “Por eso me
complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en
angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios
12:10). Dios usó estas cosas para empujar a Pablo a depender de la gracia de Cristo en
vez de sí mismo, y así Pablo aprendió a ser agradecido por ellas.
Y estas son las cosas que nuestro Padre-Labrador usa para podar las cosas sin fruto y
aumentar nuestra dependencia en la Vid-Hijo (Juan 15:2). Y aunque en un principio no se
sienten como grandes misericordias, lo son. Es porque la diferencia entre un sarmiento
que permanece en la Vid y crece fuerte y fructífero y un sarmiento que no lo hace es el
grado en que un pámpano sabe (cree y siente) que aparte de la Vid no puede hacer nada
(Juan 15:5).
Si Mis palabras
permanecen
en vosotros
Resource by
John Piper
(John Piper comenzó este sermón recitando de memoria el Salmo 1, el Salmo 16, el Salmo
103, Romanos 5:1-8, Romanos 8, Mateo 6:25-34, y 1ra a los Corintios 13).
El propósito de recitar estas Escrituras es motivarles con el ejemplo, para que
memoricen las Escrituras en el 2009. Este mensaje es en parte mi testimonio, en relación
con el valor de memorizar las Escrituras, y en parte el testimonio de Jesús en el
Evangelio de Juan.
MI TESTIMONIO
Mi testimonio puede ser resumido en ocho oraciones cortas.
EL TESTIMONIO DE JESÚS
Jesús dice: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
queráis y os será hecho". Detengámonos simplemente aquí durante unos minutos en las
palabras "si... mis palabras permanecen en vosotros". ¿Qué significa, y por qué las
palabras de Jesús tienen el efecto que tienen, y qué tiene que ver esto con memorizar las
Escrituras?
Primero que todo, que las Palabras de Jesús permanezcan en nosotros significa mucho
más que memorizarlas. Lo sabemos por muchas razones. Primero, lo sabemos porque el
diablo puede memorizar las Escrituras. Él las citó a Jesús en el desierto para tentarle
(Mateo 4:1-10). Segundo, lo sabemos por todo lo que Jesús dice en Juan 5:38 . Él dijo a
los judíos que le cuestionaban: "Y su palabra no la tenéis morando en vosotros, porque
no creéis en aquel que El envió".Pero esta gente se sabía gran parte de la Palabra de Dios
de memoria. Los judíos comprometidos con su fe siempre han memorizado las
Escrituras. Pero Jesús dice que la Palabra de Dios no moraba en ellos. Así que,
obviamente, cuando la Palabra de Dios está morando o permaneciendo en nosotros, debe
haber algo más que memorizar.
LLEVANDO EL FRUTO DE FE Y SANTIDAD
Por tanto, resumiendo, la morada de las Palabras de Jesús en nosotros, significa que las
Palabras de Jesús echan raíces y llevan el fruto de la fe y la santidad.
¿Por qué las Palabras de Jesús tienen este efecto? Hay, al menos, tres razones que
podemos ver en el Evangelio de Juan.
Pero escuche lo que Juan dice de los jóvenes cristianos en 1ra de Juan: “Os he escrito a
vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y
habéis vencido al maligno" (1ra Juan 2:14). ¿Ve la relación? "la palabra de Dios
permanece en vosotros y habéis vencido [¡conquistado!] al maligno". El maligno no
puede prevalecer contra la morada de la Palabra de Dios.
Hace un tiempo, alguien me preguntó si yo creía que un cristiano, o la familia de un
cristiano, podrían ser malditos. Esta es mi respuesta. Si la Palabra de Dios mora en
ustedes, entonces han vencido al maligno. Ninguna maldición demoníaca puede
prevalecer contra la Palabra de Dios graciosa, liberadora, transformadora, que derrota al
diablo, cuando mora en nuestros corazones.
Así que preguntamos finalmente, ¿qué tiene que ver todo esto con la memorización de
las Escrituras?
Yo responderé con una respuesta bíblica amplia, y después, con una respuesta personal
desde nuestro matrimonio.
No. No podrá. ¿Por qué? Porque "la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo"
(Romanos 10:17). Dios nos dio mentes conscientes. Nos dio voluntad y emociones. El
Espíritu Santo hace que las Palabras de Jesús sean efectivas cuando vienen con la
comprensión de nuestras mentes y entonces con nuestras voluntades y emociones.
Cristo es glorificado cuando su Palabra es escuchada y comprendida y afirmada y
disfrutada. Por tanto, esta es la forma en que Dios ha dispuesto que ocurra el cambio.
Por consiguiente, cualquier cosa que haga que la Palabra de Dios tenga relación con
nuestras mentes, obrará para fortalecer la fe y promover el entendimiento y producir el
fruto del Espíritu y la transformación de nuestras vidas, y no solo las nuestras sino las de
otros también. Memorizar las Escrituras hace que este tipo de relación entre la Palabra
de Dios y nuestras mentes sea más constante, más profunda, y más transformadora. En
realidad, nada más puede tomar este lugar. Esa es la amplia respuesta bíblica.
El 21 de diciembre fue nuestro 40mo aniversario de boda Hicimos una salida de un par
de días. Durante ese tiempo, leímos y oramos alrededor del Salmo 40 e Isaias 40.
Hablamos acerca de las dificultades del año que había concluido. Nos preguntamos cuán
fácil es sentirse desanimado con las circunstancias dolorosas. Recordamos los almuerzos
cuando enumeramos una docena de situaciones que nos desanimaban en nuestras vidas.
Y se hizo claro para nosotros que necesitábamos dejar de permitir que la voz de las
circunstancias negativas dominaran nuestras conversaciones. Sí, hay que ser realistas.
Las situaciones dolorosas en realidad estaban allí. Pero nos dimos cuenta de que la
Palabra de Dios, las promesas de Dios, las obras de Dios, los pensamientos de Dios, la
persona de Dios, la voz de Dios no estaba siendo hablada en esos momentos. Puede que
hubiéramos tenido devocionales matutinos, y que hubiéramos tenido devocionales en la
noche. Pero en ese momento, la Palabra de Dios era silenciosa. Esa fue principalmente mi
falta. El rol de un esposo es liderar con a Palabra de Dios.
Así que nos detuvimos en el Salmo 40:5, y decidimos que fuera el deseo de nuestro
matrimonio para este año 2009:
Estamos memorizándolo, y queremos que sea el estandarte que ondee sobre nuestras
citas de almuerzo los lunes, y en todas nuestras conversaciones: “las maravillas [de
Dios...] y [sus] muchos [...] designios para con nosotros [... enunciaremos, y hablaremos]
de ellos”. Para ese fin, me comprometo conmigo mismo a memorizar las maravillosas
obras y los designios de Dios con nosotros. Oren por nosotros, y nosotros oraremos por
ustedes. Y quiera Dios hacer que su Palabra more ricamente en nosotros en este año.
En Juan 15:5, Jesús dijo: «separados de mí nada podéis hacer». Eso significa que de
verdad somos paralíticos. Sin Cristo, no podemos hacer nada bueno. Como dijo Pablo en
Romanos 7:18: «Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno».
Sin embargo, según Juan 15:5, Dios tiene la intención de que hagamos algo bueno, es
decir, que demos fruto. Por lo tanto, como nuestro amigo fuerte y confiable —en Juan
15:15 dice: «os he llamado amigos»—, él promete hacer por nosotros lo que nosotros no
podemos hacer por nosotros mismos.
¿Cómo glorificarlo entonces? Jesús da la respuesta en Juan 15:7: «Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho». ¡Lo que
hacemos es orar! Pedimos a Dios que haga en nosotros, por medio de Cristo, lo que no
podemos hacer por nosotros mismos: dar fruto.
El versículo 8 muestra el resultado: «En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho
fruto».