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promover los derechos humanos en un país determinado. Hay unas 112 INDH, la mayoría de las cuales cumplen
con las normas establecidas por los Principios de París y reconocidas por las Naciones Unidas.1 El cumplimiento
de los Principios es requerido para la acreditación ante la ONU, que únicamente para las instituciones
nacionales, no se lleva a cabo directamente por un organismo de la ONU sino a través de revisión por
pares realizado por el Comité Internacional de Coordinación de las Instituciones Nacionales de Derechos
Humanos (CICINDH). Las instituciones acreditadas por el CICINDH con 'estatus A', es decir, el pleno
cumplimiento de los Principios de París, disfrutan de un acceso mucho mayor a los comités de tratado y otros
órganos de derechos humanos de la ONU. La secretaría para el proceso de revisión (para la acreditación inicial y
renovación de la acreditación cada cinco años) es proporcionada por la Sección Mecanismos Regionales e
Instituciones Nacionales y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (CNDH).2
Las instituciones nacionales se pueden agrupar en dos grandes categorías: Comisiones de derechos humanos, y
agencias de Defensor del pueblo u Ombudsman. Aunque la mayoría de las defensorías del pueblo ejercen sus
facultades por una sola persona, las comisiones de derechos humanos tienen varios miembros, y son
generalmente representativas de los diversos grupos sociales y tendencias políticas. A veces son como estos
creadas para tratar temas específicos, tales como discriminación, aunque algunos son organismos con
responsabilidades muy amplios. Instituciones nacionales especializadas existen en muchos países para proteger
los derechos de un grupo particularmente vulnerable, por ejemplo las minorías étnicas y minorías lingüísticas,
los pueblos indígenas, los niños, los refugiados o las mujeres.
Sin embargo, en términos generales las instituciones nacionales de derechos humanos tienen un mandato
explícito y específico de promoción y protección de derechos humanos, lo que puede incluir la investigación de
denuncias, la documentación, y la formación y educación en materia de derechos humanos, mientras que el
modelo de ombudsman clásico tiende a trabajar más estrechamente en el manejo de quejas sobre deficiencias
administrativas. Si bien todos las violaciones de los derechos humanos son casos de mala administración, sólo
una pequeña proporción de la carga de trabajo de un Defensor del Pueblo trata de violaciones de derechos
humanos.
En la mayoría de los países, se prevé la creación de una institución nacional de derechos humanos por medio de
la Constitución, una Ley de derechos humanos o una iniciativa específica de la legislación. El grado de
independencia de las instituciones depende de la legislación nacional, y la mejor práctica requiere una base
constitucional o legal en lugar de (por ejemplo) un Decreto Presidencial. También hay derechos que protegen las
instrucciones.
Se han establecido en muchos países comisiones especiales para asegurar que las leyes y reglamentos relativos a
la protección de los derechos humanos sean efectivamente aplicadas. Las comisiones tienden a estar compuesto
por miembros de diversos orígenes, con un interés particular, competencia o experiencia en el campo de los
derechos humanos. Las comisiones de derechos humanos se dedican principalmente a la protección de todos
que se encuentren bajo la jurisdicción del Estado en contra de la discriminación o los malos tratos.
La adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 " fue la primera ocasión en que las
comunidades organizadas de Naciones…. realizaron una Declaración de derechos humanos y libertades
fundamentales...." Dicho acto es concebido como un logro de todas los pueblos y naciones’ la Declaración
Universal... se ha convertido es una medida que sirve para evaluar el grado de respeto hacia los estándares de
derechos humanos..." Durante la proclamación de Teherán, adoptada por la Conferencia Internacional de
Derechos Humanos, en 1968, se llegó a la conclusión de que la Declaración Universal.... manifiesta un
entendimiento común de los pueblos del mundo en todo lo concerniente a los derechos humanos inalienables e
inviolables de todos los miembros de la familia humana y constituye una obligación para los miembros de la
comunidad internacional. La Declaración está compuesta por 30 artículos que hablan tanto de los derechos
civiles y políticos, como los económicos, sociales y culturales; y que pertenecen a todas las personas, sin
discriminación alguna.
Los derechos económicos, sociales y culturales están establecidos en los Artículos 22 al 27 y son derechos que
pertenecen a todo individuo como "miembros de la sociedad" " El Artículo 22 caracteriza a estos derechos como
indispensables para la dignidad humana y libre desarrollo de la personalidad e indica que ellos serán obtenidos a
través de los esfuerzos nacionales y cooperación internacional. A la vez, se refriere también a las limitaciones
para su completo goce, el cual depende de los recursos del Estado." Considerando que la libertad, la justicia y la
paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más
elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la
miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias; Considerando esencial que los derechos
humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo
recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión; Considerando también esencial promover el desarrollo de
relaciones amistosas entre las naciones; Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado
en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en
la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a
elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad; Considerando que los Estados
Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el
respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y Considerando que una
concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de
dicho compromiso;
LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal
común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las
instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el
respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional,
su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como
entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.
El derecho a la vida es el derecho que reconoce a cualquier persona por el simple hecho de estar viva, y
que le protege de la privación u otras formas graves de atentado contra su vida por parte de otras personas
o instituciones, sean estas gubernamentales o no. Es posible llevar a cabo una fundamentación del derecho
a la vida desde diversos enfoques (filosóficos, antropológicos, sociológicos, éticos, biológicos, etc.); desde
el punto de vista jurídico, se trata de un derecho fundamental: el primero de todos, al considerar al titular
como generador de cualquier otro derecho posible. En este sentido, ha sido consagrado de forma explícita
en los tratados fundamentales internacionales, especialmente en los referidos a los Derechos Humanos,1 y
en muchas legislaciones nacionales de diversos países del mundo. Integra la categoría de derechos civiles,
y de primera generación.
El derecho a la vida no solo protege a las personas de la muerte, sino toda forma de maltrato o violencia
que haga su vida indigna. Así, atentan contra la vida, el genocidio (exterminio de un grupo por su
nacionalidad, religión, raza o etnia), el terrorismo, la tortura, el secuestro o la desaparición forzada de
personas (terrorismo de estado), la esclavitud y los malos tratos.2
Tratados internacionales
Está reconocido en numerosos tratados internacionales: la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, la Convención sobre los Derechos del
Niño, el Pacto de San José de Costa Rica, la Convención para la Sanción del Delito de Genocidio, la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, y la
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas y Degradantes.
El derecho a la vida está plasmado en el artículo 3.° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
"Todo individuo tiene derecho a la vida digna, a la libertad y a la seguridad de su persona".
El artículo 30 , que cierra la Declaración de los Derechos Humanos, también dice: " nada en la presente
Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho al Estado, a un grupo o a una
persona para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendentes a la supresión de cualquiera de
los derechos y libertades proclamados en esta Declaración" 3
Asimismo viene recogido en el artículo 2º de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea:
Derecho a la vida.
Teniendo en cuenta que las personas somos libres e iguales, lo cual implica no estar sujetas a ningún
tipo de discriminación, además se nos debe garantizar el derecho a la vida, a nuestra propia libertad y
a la seguridad. En este sentido, se debe precisar la importancia del papel del Estado como forma
política casi planetariamente extendida así como el papel de la sociedad civil. Es el Estado o la
institución competente la encargada de garantizar la vida, la libertad y la seguridad de sus ciudadanos.
Y ello no justifica o no debe ser aceptado como motivo de justificación para emplear métodos
represivos que limiten o anulen las libertades o derechos de los que gozamos por el solo hecho de ser
seres humanos. Por su parte, la sociedad civil puede actuar como lobby en relación al Estado, vigilando
sus acciones y denunciándolas en caso de incumplimiento.
En algunas ocasiones, tal y como se observa en el siguiente texto el estado no es capaz de asegurar
estos mínimos elementos, sino que además es un agente implicado activamente en atentados contra la
vida, la libertad y la seguridad ya sea a través de la práctica de ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias,
torturas, registros y detenciones ilegales, etc
Concepto jurídico
Como derecho fundamental, la integridad personal se relaciona al derecho a no ser objeto de vulneraciones
en la persona física, como lesiones, tortura o muerte. Junto con la libertad individual, conforma el concepto
de integridad personal, protegido jurídicamente a través de la acción del habeas corpus.
Desde el punto de vista ético, sería la manera de manejarse coherentemente con los valores personales y
compartidos con la comunidad a la que se pertenece.
En Guatemala
En la legislación guatemalteca se regula la integridad y, por lo tanto, se protege la integridad física de la
persona según el art. 3 de la Constitución Política de la República de Guatemala. Se refiere a que el Estado
vela y protege físicamente a las personas para que no lesionen, torturen o maten a la gente, físicamente;
que no les den trato inhumano y degradante. No solo protege a la persona en su integridad física, sino
también moral, para lo que existe el art. 164 del Código Penal, el cual sanciona con una pena al que difame
a otra persona, al que dañe la integridad moral de otra persona.
El derecho a la familia y la adopción en Guatemala
El Estado de Guatemala, asumió formalmente a partir del 31 de diciembre del año 2007, un nuevo reto e
innovación total del sistema de protección para los niños, niñas y adolescentes huérfanos o abandonados, al
entrar en vigencia dos cuerpos legales de suma importancia en materia de adopciones nacionales e
internacionales garantizando con dicha normativa el principio de “interés superior del niño”, los cuales son los
siguientes:
1. Convenio de la Haya relativo a la protección del niño y la Cooperación en materia de Adopción Internacional,
de 20 de mayo de 1993.
2. Ley de Adopciones, Decreto Número 77-2007 del Congreso de la República de Guatemala, de 11 de diciembre de
2007.
Y como consecuencia de ello, la instalación y funcionamiento del Consejo Nacional de Adopciones (Autoridad
Central en materia de adopciones).
La adopción está dirigida a satisfacer y garantizar el derecho del niño a una familia y no el de los adultos,
principio que con regularidad no se observaba en los procesos de adopción antes de la fecha histórica referida,
ya que se tramitaban procesos en donde se favorecían en la mayor parte, familias extranjeras. Conforme los
archivos de la Procuraduría General de la Nación se puede establecer que la mayoría de niños eran adoptados
por familias de nacionalidad norteamericana, considero que el proceso se encontraba viciado desde las madres
que daban en adopción hasta el notario que tramitaba el proceso a través de un procedimiento de jurisdicción
voluntaria.[1] De tal suerte, que las familias nacionales se veían limitadas a solicitar una adopción ya que las
demandas de familias internacionales eran mayores y representaban un mejor negocio para quien tramitaba el
proceso, obviamente la adopción internacional era preferente a la adopción nacional, quedando relevado el
principio de subsidiaridad contemplado en la legislación vigente.
En nuestro país existen familias guatemaltecas ansiosas de poder restituirles a niños guatemaltecos
abandonados su derecho a la familia, lo cual se podría hacer realidad a través de una adopción nacional,
logrando de esta forma que al niño no se le vulnere su derecho a la dignidad e identidad ya que permanecerá en
su país de origen, en su entorno cultural, podrá practicar sus costumbres, emplear su propio idioma y
desarrollarse integralmente bajo las formas de organización social que corresponden a sus tradiciones históricas
y culturales.
Entre algunas de las causas que se dan para que la madre biológica abandone a su hijo recién nacido están la de
encontrarse en el conflicto de convertirse en madre a temprana edad, a menudo extremadamente pobres y
quienes han sido marginadas dentro de su propia comunidad, factores culturales que les impide estar dentro de
su propio entorno cultural como madres solteras o porque saben que el niño ha sido engendrado contra su
voluntad, por lo que toman la decisión de renunciar a su maternidad dejando abandonado a su hijo recién
nacido.
Los derechos sociales son aquellos derechos que facilitan a los ciudadanos o habitantes de un país a
desarrollarse en autonomía, igualdad y libertad así como aquellos derechos que les permiten unas
condiciones económicas y de acceso a bienes necesarios para una vida digna.12
Los derechos sociales, desde el punto de vista del contrato social, en contraste con los derechos naturales,
son aquellos que son considerados derechos legales reconocidos por el derecho positivo.3
Los derechos sociales, son una parte de los derechos económicos, sociales y culturales y parte de
los derechos humanos, aparecen en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC) aprobado en 1966 y que entró en vigor en 1976 y de forma más genérica en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Consideraciones generales[editar]
Los derechos sociales son los que humanizan a los individuos, sus relaciones y el entorno en el que se
desarrollan. Son garantías de la igualdad y la libertad reales, pues la libertad no es posible si es imposible
ejercerla por las condiciones materiales de existencia.5
La acción que desarrollan las organizaciones no gubernamentales (ONG) reúne a cientos de miles de ciudadanos
y su peso específico en distintos acontecimientos mundiales ha sido creciente en los últimos años, así como su
notoriedad. Como fruto de la experiencia de la última década en un mundo que acentúa globalmente las
desigualdades, ha surgido el debate -dentro y fuera de esas organizaciones- acerca de su función específica y de
su ámbito de acción. También, de su relación con los poderes oficiales y con la acción política.
Las organizaciones no gubernamentales son una respuesta directa de la sociedad civil al sufrimiento de las
personas menos favorecidas, y no conviene olvidar ese impulso primigenio a la hora de evaluar su función social
y sus perspectivas de futuro. Nuestro propósito es apoyar los esfuerzos de las personas que viven en la pobreza
para que consigan su derecho a una vida digna.
No hay suficiente, pues, con construir un pozo, aportar capacitación agrícola, levantar una escuela, atender un
centro de salud o asistir a los damnificados de un terremoto. Esto debe ir unido a un trabajo que ofrezca a las
personas y a las comunidades los recursos y capacidades necesarios para que sean ellos mismos lo que afronten
su proceso de desarrollo. Pero, cada vez más, hay que trabajar también para que el campesino pueda vender en
los mercados locales e internacionales, en condiciones justas, esa cosecha de café, azúcar o arroz de la que
depende el sustento de su familia; hay que trabajar para que se condone la deuda externa y esos recursos se
inviertan en educación básica para todos; hay que conseguir que todas las personas del mundo, vivan donde
vivan, tengan acceso a los medicamentos esenciales y que el sistema de patentes no ponga el beneficio de las
farmacéuticas por delante del derecho a la salud y a la vida. Hay que eliminar el comercio ilegal de diamantes
que alimenta económicamente los conflictos armados y hay que incidir sobre nuestro Gobierno para que la
Ayuda Oficial al Desarrollo deje de ser tan escasa y poco orientada a la erradicación de la pobreza.
En las últimas décadas se ha avanzado mucho en el reconocimiento y exigencia social de los Derechos Humanos,
pero mucho menos en el acceso universal a una serie de derechos sociales y económicos esenciales: derecho a
unos medios de vida sostenibles, a la educación y la salud, a la protección y asistencia humanitaria, a la
participación social y política, a la equidad de género; unos derechos que no es suficiente con enumerar, sino
que hay que crear las condiciones objetivas para que puedan ser ejercidos.
Toda persona tiene derecho a unos ingresos suficientes para que él o ella y sus familias puedan vivir con
dignidad. Bien está -ésa es la parte esencial de nuestra labor- ofrecer formación o microcréditos a los más
pobres para que puedan aspirar a un trabajo mejor remunerado, abrir su propio negocio o aumentar el
rendimiento de sus pequeñas explotaciones agrarias, pero nuestra labor no puede limitarse a lo asistencial y
aislarse de la realidad social y política en la que se produce, sino que hay que empeñarse también en cambiar las
instituciones (entre ellas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de
Comercio) y las estructuras que favorecen un reparto injusto de la riqueza que se produce cada día en el mundo.
Todos los días se infringen en todo el mundo los derechos de millones de niños y niñas. Se calcula
que más de 2 millones de niños y niñas son víctimas de la explotación a causa de la prostitución y la
pornografía y que 1,2 millón de niños y niñas sufren todos los años a consecuencia de la trata de
menores de edad, y muchos de ellos se ven obligados a trabajar en la industria sexual.
Esta semana, la actriz Jessica Lange, Embajadora de Buena Voluntad del UNICEF y ganadora de un
Oscar, se encuentra en México desempeñando su propio cometido para asegurar que los niños y las
niñas reciben la protección de los gobiernos que deben estar a su servicio.
El manual proporcionará métodos prácticos para que los parlamentarios utilicen su influencia política y
su poder legislativo, de fiscalización del presupuesto y de investigación parlamentaria, para proteger a
los niños y las niñas contra la explotación y el maltrato. Será distribuido en más de 140 países.
La Sra. Lange visitará también proyectos del UNICEF dedicados a la protección de la infancia contra la
explotación sexual en la industria del turismo en Cancún y México. También visitará un refugio
patrocinado por el gobierno, se reunirá con miembros de la comunidad y dirigentes municipales para
analizar la mejor manera de proteger a la infancia contra la explotación y el maltrato, y recorrerá
proyectos que trabajan especialmente con niños y niñas de las calles.
La niñez de México confronta numerosos problemas. Hay 24,7 millones de niños y niñas menores de
17 años que viven en la pobreza. Se calcula que un 90% de los niños y niñas que viven en las calles
de ciudad de México han sido víctimas de abuso sexual en algún momento de sus vidas.
En las zonas fronterizas, especialmente Tijuana y Juárez, hay una elevada cantidad de casos de
explotación sexual comercial. Según algunos informes, muchachos mexicanos que viven en las calles
cruzan la frontera entre Tijuana y San Diego, donde son víctimas de la explotación sexual de adultos.
El Juárez, más de 370 mujeres jóvenes y niñas han sido violadas y asesinadas (y muchas más están
desaparecidas en la actualidad), un hecho que desencadenó una visible respuesta de la comunidad
internacional.
Todos los niños tienen derecho a recibir protección contra la violencia, la explotación y el
abuso. Sin embargo, en todo el mundo, millones de niños de todos los estratos
socioeconómicos y de todas las edades, religiones y culturas sufren actos de violencia,
explotación y abuso todos los días. Millones más corren el riesgo de ser víctimas de la
violencia.
Algunas niñas y niños son particularmente vulnerables debido a su género, raza, origen étnico
o estatus socioeconómico. Los niveles más altos de vulnerabilidad están a menudo
relacionados con los niños con discapacidad o que se han quedado huérfanos, los indígenas,
los que proceden de minorías étnicas y otros grupos marginados. Otros riesgos para los niños
son vivir y trabajar en las calles, vivir en instituciones y centros de detención, y vivir en
comunidades donde impera la desigualdad, el desempleo y la pobreza. Los desastres
naturales, los conflictos armados y el desplazamiento pueden exponer a los niños a otros
riesgos. Los niños refugiados, los niños internamente desplazados y los niños migrantes no
acompañados son también las poblaciones que despiertan preocupación. La vulnerabilidad
también está asociada con la edad, ya que los niños más pequeños corren un mayor riesgo
de sufrir ciertos tipos de violencia y los riesgos difieren a medida que se hacen mayores.
La violencia, la explotación y los abusos se producen en los hogares, las familias, las
escuelas, los sistemas de atención y de justicia, los lugares de trabajo y las comunidades en
todos los contextos, incluyendo los que se derivan de los conflictos y los desastres naturales.
Muchos niños están expuestos a diversas formas de violencia, explotación y abuso, incluido el
abuso y la explotación sexuales, la violencia armada, la trata, el trabajo infantil, la violencia de
género, el acoso (véase Too often in silence, UNICEF, 2010), el acoso cibernético, la violencia
de las pandillas, la mutilación/ablación genital femenina, el matrimonio infantil, la disciplina
infantil física y emocional, y otras prácticas nocivas.
Hay pruebas importantes que indican que la violencia, la explotación y el abuso podrían
afectar la salud física y mental del niño a corto y largo plazo, influyendo en su capacidad para
aprender y socializar, e influir en su transición hacia la edad adulta con consecuencias
adversas en la vida.
Algunos de los derechos y obligaciones de los ciudadanos más importantes son la
libertad de asociación y expresión, la propiedad privada y el derecho a la vivienda y
trabajo.
El derecho es la facultad y obligación que surge del Estado hacia una persona, o de
sus relaciones con respecto a otras. Es un conjunto de normas y principios en los
cuales se regulan las relaciones humanas dentro de la sociedad, tomando en cuenta la
justicia y el orden. El cumplimiento de las normas es responsabilidad del Estado.
La obligación permite que una persona pueda cumplir libremente y sin contravenir la
dignidad humana, una exigencia o imposición de la normativa legal, conociendo los
alcances y las consecuencias, positivas y negativas que se puedan causar.
Las constituciones de cada país recogen los principios jurídicos que permiten a las
naciones relacionarse de manera armónica y justa.
Responsabilidad parental
¿Qué es la responsabilidad parental?
Es el conjunto de derechos y obligaciones que los padres tienen sobre sus hijos
menores de edad. Antes se llamaba patria potestad.
Si los progenitores viven juntos ¿cómo ejercen la responsabilidad sobre los hijos?
Los 2 ejercen la responsabilidad sobre los hijos. La ley supone que si uno de los
padres toma una decisión, el otro está de acuerdo.
los hijos?
Los 2. La ley supone que si uno de los padres toma una decisión, el otro está de
acuerdo. Sin embargo, por decisión de los progenitores o del juez y siempre en interés
del hijo, puede pasar que la responsabilidad parental le corresponda a uno solo de los
padres.
Si uno de los progenitores muere ¿quién ejerce la responsabilidad sobre los hijos?
El otro progenitor.
La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing confirma que la protección y promoción de los derechos
humanos es la primera responsabilidad de los gobiernos y está en el centro del trabajo de las Naciones Unidas.
La Plataforma de Acción apoya la consecución de la igualdad de género en el marco de derechos humanos y
formula una declaración explícita sobre la responsabilidad de los Estados de cumplir los compromisos asumidos.
La Carta de las Naciones Unidas garantiza la igualdad de derechos de mujeres y hombres. Todos los principales
instrumentos internacionales en materia de derechos humanos estipulan que se debe poner fin a la
discriminación por razones de sexo. Casi todos los países han ratificado la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Sin embargo, en la actualidad todavía existen
importantes brechas y violaciones de derechos en todas las regiones del mundo.
Por otra parte, el progreso ha sido demasiado lento, especialmente para las mujeres y las niñas más marginadas.
En muchos países sigue habiendo discriminación en las leyes. Las mujeres no participan en la política en las
mismas condiciones que los hombres. Enfrentan una discriminación flagrante en los mercados de trabajo y en el
acceso a los bienes económicos. Las muchas formas de violencia dirigidas explícitamente hacia las mujeres y las
niñas les niegan sus derechos y, con frecuencia, ponen en peligro sus vidas. En algunas regiones sigue habiendo
niveles demasiado altos de mortalidad materna. Las cargas de trabajo de cuidados no remunerado que soportan
las mujeres siguen representando una limitación al disfrute de sus derechos.
La protección de los derechos de las mujeres y las niñas debe estar consagrada en leyes y políticas nacionales
firmemente arraigadas en las normas internacionales de derechos humanos. Igualmente importante es la
aplicación de las leyes en aspectos tales como la facilidad de acceso a los juzgados y la expectativa de un
proceso imparcial. Las mujeres y las niñas deben conocer sus derechos y tener la capacidad de reivindicarlos. Es
preciso desafiar y cambiar las actitudes sociales y los estereotipos que socavan la igualdad de género.
A través de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 189 Estados miembros de las Naciones Unidas se
comprometieron a tomar medidas en estas áreas. La Declaración contiene un fuerte compromiso para defender
la igualdad de derechos de la mujer y poner fin a la discriminación. La Plataforma de Acción incluye los derechos
humanos de la mujer como una de las 12 esferas de especial preocupación. Indica medidas para lograr una
aplicación plena de todos los instrumentos de derechos humanos, especialmente la Convención CEDAW, de
modo de garantizar la igualdad y la no discriminación en las leyes y en la práctica, y para mejorar los
conocimientos básicos de derecho. La realización de los derechos humanos de la mujer es fundamental para
lograr avances en todas las esferas de preocupación de la Plataforma de Acción.
¿Qué es la violencia intrafamiliar?
Todo maltrato que afecte la vida o la integridad física o síquica de quien tenga o haya tenido la calidad
de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con él; o sea, pariente por consanguinidad o por
afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado inclusive del ofensor, su cónyuge o
su actual conviviente, o bien, cuando esta conducta ocurre entre los padres de un hijo común, o sobre
un menor de edad, adulto mayor o discapacitado que se encuentre bajo el cuidado o dependencia de
cualquiera de los integrantes del grupo familiar.
o Los Tribunales de familia, cuando los actos de violencia intrafamiliar no constituyan delito.
o El Ministerio Público, cuando los actos de violencia intrafamiliar constituyan un delito.
Este ministerio dará curso a la investigación pertinente en caso de que se presente el delito de
maltrato habitual, si el respectivo Juzgado de Familia le ha remitido los antecedentes.
¿Existe algún registro de las personas que hayan sido condenadas por violencia intrafamiliar?
Sí. El Registro Civil e Identificación tiene la obligación de llevar un registro especial de las personas
condenadas como autoras de violencia intrafamiliar, así como de las demás resoluciones que la ley
ordene transcribir.
La infancia es el momento en el cual el ser humano es más vulnerable, dado que aún no ha
acabado de desarrollarse ni física ni mentalmente. En otras palabras, los niños necesitan una
atención y una protección especiales.
Interés superior del niño
Los niños son seres jóvenes, en pleno desarrollo, que se convertirán en los adultos del mañana. Para
poder desarrollarse de manera adecuada, los niños necesitan una protección especial. El principio del
interés superior del niño principio implica dos reglas importantes:
• Todas las decisiones que atañen al niño han de tomarse según el interés exclusivo del niño para
asegurar su bienestar inmediato y futuro.
• Todas las decisiones y todos los actos deben garantizar imperativamente los derechos del niño. El
interés superior del niño subordina la necesidad de una protección de los niños.
El interés superior del niño busca el bienestar de cada niño
El principio de interés superior del niño tiene por objetivo la promoción y garantía del bienestar de
todos los niños. Y ello, según varios aspectos:
• El bienestar físico: asegurar la buena salud y el buen desarrollo del niño (salud, alimentación,
higiene, protección contra el maltrato y actividades perjudiciales para la salud física del niño, etc.).
• El bienestar mental: ofrecer al niño la posibilidad de desarrollarse intelectualmente (salud mental,
alimentación, educación, protección contra el maltrato y actividades perjudiciales para la salud mental
del niño, tiempo libre, etc.).
• El bienestar social: asegurar al niño la posibilidad de realizarse social y espiritualmente, entre otros
aspectos (libertad de expresión, opinión, participación, pensamiento, consciencia, religión, tiempo libre,
etc.).
Marco de protección para los niños
La protección al niño debe ser provista ante todo por los padres y la comunidad que lo acoge, y luego
por el Estado.
Como es evidente, el bienestar de cada niño no se puede obtener de la misma manera. Cada niño es
un individuo único con necesidades específicas. Además, sus características individuales (edad, sexo,
estado de salud, existencia o no de algún tipo de impedimento, la presencia o ausencia de los padres,
el entorno, etc.) van a permitir identificar sus necesidades para asegurar su bienestar.
Reconocer la lucha sostenida de tantas por cambiar las condiciones de sus comunidades en un país
como el nuestro, así como sus derechos de organizarse y participar en la vida nacional, y de acceder a
la tierra, la vivienda, la salud, la educación o el crédito, fue un logro de las mismas mujeres. Hasta el
inicio de los años 90 se menciona en el documento “Planteamientos y propuestas de consenso en la
Asamblea de la Sociedad Civil” la discriminación contra las mujeres y su derecho al acceso de la tierra
y la vivienda, lo cual queda luego inscrito en el acuerdo que las partes suscriben en Oslo, en 1994.
Para comenzar, la redacción de los Acuerdos adolece de sexismo en el lenguaje, lo cual importaría
poco si no supiera, por mi amor a la palabra, que un lenguaje que no nos nombra nos hace invisibles.
Ya hace mucho que Wittgenstein dijo que lo que no se nombraba no existía. Decir “todas y todos”
trasciende la corrección política; en nuestro idioma es una cuestión que representa, incluso, un cambio
neurológico fundamental. Si se nos nombra, nos nombramos, somos parte de algo, adquirimos una
identidad específica y, por lo tanto, se reconocen nuestras particulares necesidades y derechos.
A pesar de este vacío en la redacción de los acuerdos de paz, hay menciones expresas de las mujeres
en el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas; en el Acuerdo para el
Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el Conflicto; en el Acuerdo sobre Aspectos
Socioeconómicos y Situación Agraria; y en el Acuerdo sobre el Fortalecimiento del Poder Civil y el
Papel del Ejército en una Sociedad Democrática. En consecuencia, el Acuerdo Cronograma establece
los mecanismos para darles seguimiento a los compromisos relacionados con las mujeres, contenidos
en los acuerdos antes mencionados.
Creo en los acuerdos de paz como una plataforma de la cual partir para ser país, aunque también creo
que todo es perfectible. No bastó una larga década para llegar a la firma de esos acuerdos para que,
en un acto de barbarie e histórico marcaje de territorialidad, saliera en aquel momento un pequeñísimo
grupo de señores, acostumbrado al poder por la vía de la exclusión y la expropiación, a decir: “Esta es
solo una agenda de nación, nosotros tenemos otra”. Me pareció entonces y me sigue pareciendo hoy
que nunca se cansan de delimitar lo que consideran su territorio al mejor estilo canino. Sin ser
esencialista o simplista al decir que las mujeres siempre nos hemos posicionado a favor de la paz
porque partiría de una generalización falsa para cualquier análisis histórico, es un hecho que, para
conseguir la paz viva, hablante, creadora, son las mujeres las que han sembrado las grandes
alamedas.
El respeto, el diálogo y la responsabilidad son solo algunos de los valores que los expertos
recomiendan a los padres y educadores fomentar en los más pequeños. Estos son parte
fundamental en la formación y representan las referencias vitales que conviene inculcar para
que las personas crezcan de forma integral, convivan armónicamente con los demás y tengan
una vida más feliz.
Igualmente, estos elementos significan los soportes que sostienen a la cultura e impulsan el
desarrollo de los potenciales humanos, por lo que, si bien los colegios y universidades tienen
parte de la responsabilidad, los padres y las familias también están en la obligación de
compartir el compromiso de su enseñanza.
“Tener una buena formación en valores nos ayuda a desarrollar todas nuestras habilidades
intelectuales y talentos, pero no se puede esperar que sean las instituciones las encargadas
de que los estudiantes se desarrollen en esta materia, que debe ser una preocupación de toda
la familia”, asegura Henry Condía, profesor de Ética de la Universidad del Rosario.
“La enseñanza de valores es fundamental para que las personas encuentren el sentido de su
vida y, en el caso de los jóvenes, estos cumplen la misma función que una brújula, pues les
muestran la ruta que deben tomar en su vida, ruta cuyo último objetivo es alcanzar la
felicidad”, agrega Condía.
Por su parte, Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de Ética aplicada de la
Universidad Ramón Llull de Barcelona (España), agrega que la importancia de los valores
también está en que estos apuntan a la necesidad de prestarle atención a lo inmaterial en un
mundo cada vez más volcado hacia el consumismo.
“El mejor legado que podemos dejar en herencia a nuestros hijos no son los bienes
materiales, sino los intangibles, los cuales les trasmitimos informalmente a través de la vida
cotidiana, del contacto diario con ellos, del ejemplo, y del testimonio que les comunicamos.
Aquí se incluyen todos los valores y principios”, señala Torralba.
Para el académico, “los padres y educadores tienen que implicarse activamente en la
apasionante y compleja tarea de ayudar a crecer a sus hijos y alumnos, y en la ardua y
extraordinaria aventura de educarlos”.
Jesús Blanquet, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de
Barcelona y autor del libro Avanzar en valores, asegura que, aunque la misión de transmitir
valores no es fácil, tampoco es imposible si se tienen ideas claras de lo que se pretende y “se
actúa con sentido común, paciencia y afecto”.
La paternidad y maternidad responsable es “el vínculo permanente de sangre o relación,
entre el padre y la madre con sus hijos e hijas, con reconocimiento social, que entraña
sentimientos, derechos y obligaciones, ejercidos con responsabilidad para el desarrollo
integral de la familia” (MSPAS, 2008, p. 4).
La paternidad y maternidad, ejercidas de una manera responsable, es una experiencia que
deberá estar presente a lo largo de la vida del individuo y que inicia en el momento en que se
toma la decisión de tener un hijo, que implica preparación y madurez (Bandaña, G., Palacios,
M. y Lacayo, M. , 2003, p. 95). La responsabilidad en la paternidad y maternidad requiere de
la aceptación y cumplimiento del compromiso de formar una familia saludable, tanto física
como socialmente, que le permita tener todas las posibilidades de desarrollo y bienestar, con
todo lo que implica a nivel económico, social, ético, educativo y en salud (Cuauhctémoc, R.,
2000, p. 127).
“La decisión de tener un hijo o hija es un asunto muy serio. Debe tenerse en cuenta
que:
El término valores está íntimamente relacionado con el concepto de moral, el cual se refiere al
conjunto de normas, conductas y creencias que se consideran socialmente correctas y que
sirven de ejemplo para que los individuos sean capaces de diferenciar lo bueno de lo malo.
Todas las personas poseemos una serie de valores que nos guían y nos ayudan a tomar las
mejores decisiones tanto para nuestro bienestar personal como colectivo. Esto es posible
porque los valores están compuestos por una serie de actitudes y acciones que se consideran
socialmente correctos y que procuran el bienestar general de la sociedad.
Los valores nos ayudan a diferenciar las actitudes y cosas que se consideran positivas
o buenas, de aquello que es negativo o hace daño. Por ejemplo, cuando compartimos con un
compañero de clase nuestros libros u otros utensilios escolares, estamos poniendo en
práctica el valor del compartir y del compañerismo.
Por el contrario, si vemos que este compañero necesita ayuda y no le prestamos atención o lo
ignoramos, estaremos siendo personas egoístas que actúan bajo una serie de antivalores o
actitudes negativas que no generan ningún tipo de bienestar común.
Por ello, es conveniente la práctica continua de las acciones correctas y positivas por encima
de aquellas que son negativas o perjudiciales, de allí la importancia de que aprendamos esto
desde temprana edad.
Los valores forman parte de nuestra identidad, tanto social como personal. Son los que
nos permiten definirnos dentro de un colectivo y como seres individuales, así como identificar
nuestras similitudes y diferencias con quienes nos rodean.
También cabe destacar que los valores no actúan de manera independiente, es decir, todos
los valores se relacionan unos con otros a fin de lograr un resultado mucho más positivo y
beneficioso, en especial con la moral que es una base fundamental para alcanzar la armonía y
sana convivencia entre las personas.
Los valores son aquellos principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona,
una acción o un objeto que se consideran típicamente positivos o de gran importancia por
un grupo social.
Los valores son aquellas cualidades que se destacan en cada individuo y que, a su vez, le
impulsan a actuar de una u otra manera porque forman parte de sus creencias, determinan
sus conductas y expresan sus intereses y sentimientos.
En este sentido, los valores definen los pensamientos de las personas y la manera en
cómo desean vivir y compartir sus experiencias con quienes les rodean.
Sin embargo, también existe una serie de valores que son compartidos por la sociedad y que
establecen los comportamientos y actitudes de las personas en general, con el objetivo de
alcanzar el bienestar colectivo.
Por tanto, los valores se pueden clasificar por su importancia según las prioridades de cada
persona o de la sociedad.
Entre los valores más importantes, destacan los valores humanos porque tienen mayor
reconocimiento y repercusión en los distintos grupos sociales. Estos valores se relacionan con
la ética, el respeto, la tolerancia, la bondad, la paz, la solidaridad, la amistad, la honestidad, el
amor, la justicia, la libertad, la honradez, entre otros.
Por ejemplo, la libertad es un valor humano que poseemos todas las personas para tomar
nuestras decisiones y poder expresar nuestros sentimiento y opiniones.
Ahora bien, cuando se trata de aquellos valores que están aplicados a un grupo de personas
en los cuales se toman en cuenta las culturas y las características sociales, entonces se hace
referencia a los valores sociales y los valores culturales.
Por otra parte, la axiología es la rama de la filosofía que tiene como objeto de estudio los
valores y los juicios de valor.
Los valores éticos son aquellas pautas de comportamiento que buscan regular la conducta de
las personas, tienen un carácter universal y se adquieren durante el desarrollo individual de
cada persona.
Por su parte, los valores morales son aquellos transmitidos por la sociedad, de generación en
generación que, en algunos casos, pueden estar determinados por una doctrina religiosa.
Además, los valores morales se pueden modificar a lo largo del tiempo.