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TRIBUNAL FISCAL

El Tribunal Fiscal es un órgano resolutivo del Ministerio de Economía y Finanzas que


depende administrativamente del Ministro, autónomo en el ejercicio de sus funciones específicas
cuyo objetivo es resolver oportunamente los desacuerdos en materia tributaria que surjan entre
la administración y los contribuyentes, interpretando y aplicando la ley, fijando criterios
jurisprudenciales uniformes y proponiendo normas que contribuyan con el desarrollo del Sistema
Tributario.

El Tribunal Fiscal fue creado por Ley Nº 14920 en 1964 en el marco de una reorganización del
sistema tributario; asimismo en aquella época también se creó el Tribunal de Aduanas. De esta
manera hubo dos entes administrativos para resolver en materia tributaria. Para Francisco
Indacochea Gonzáles (1996),

la creación del Tribunal Fiscal obedece a la necesidad de contar con tribunales

especializados e independientes que sustituyan a los jueces comunes en controversias

derivadas de áreas jurídicas complejas, como en el caso del derecho tributario y

aduanero por su vinculación con la economía, la contabilidad, y la política financiera y

fiscal de los Estados1 .

Entre las funciones del Tribunal Fiscal tenemos las siguientes:

 Conocer y resolver en última instancia administrativa las apelaciones contra las Resoluciones de
la Administración Tributaria que resuelven reclamaciones interpuestas contra Órdenes de Pago,
Resoluciones de Determinación, Resoluciones de Multa u otros actos administrativos que tengan
relación directa con la determinación de la obligación tributaria; así como contra las resoluciones
que resuelven solicitudes no contenciosas vinculadas a la determinación de la obligación
tributaria, y las correspondientes a las aportaciones a Seguro Social de Salud (ESSALUD) y a la
Oficina de Normalización Previsional (ONP).
 Conocer y resolver en última instancia administrativa las apelaciones contra las Resoluciones
que expida la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT), sobre los
derechos aduaneros, clasificaciones arancelarias y sanciones previstas en la Ley General de
Aduanas, su reglamento y normas conexas y los pertinentes al Código Tributario.
 Conocer y resolver en última instancia administrativa, las apelaciones respecto de la sanción de
comiso de bienes, internamiento temporal de vehículos y cierre temporal de establecimiento u
oficina de profesionales independientes, así como las sanciones que sustituyan a ésta última de

1
Citado por ADRIANZEN RODRÍGUEZ, Luis Carlos. El Tribunal Fiscal y algunos criterios de interpretación
que viene utilizando, en Ius et Veritas 16, página 238.
acuerdo a lo establecido en el Código Tributario y según lo dispuesto en las normas sobre la
materia.
 Resolver las cuestiones de competencia que se susciten en materia tributaria, conforme a la
normatividad aplicable.
 Resolver las quejas que presenten los deudores tributarios, contra las actuaciones o
procedimientos que los afecten directa2mente o infrinjan lo establecido en el Código Tributario,
así como los que se interpongan de acuerdo con la Ley General de Aduanas, su reglamento y
disposiciones administrativas en materia aduanera.
 Establecer criterios y disposiciones generales que permitan uniformar la jurisprudencia en las
materias de su competencia.
 Proponer al Ministro de Economía y Finanzas las normas que juzgue necesarias para suplir las
deficiencias en la legislación tributaria y aduanera.
 Resolver en vía de apelación las tercerías o intervenciones excluyentes de propiedad que se
interpongan con motivo del Procedimiento de Cobranza Coactiva.
 Celebrar convenios con otras entidades del Sector Público, a fin de realizar la notificación de sus
resoluciones, así como otros que permitan el mejor desarrollo de los procedimientos tributarios.
 Las demás que le correspondan conforme al marco normativo aplicable sobre las materias de su
competencia.

EL CONTROL DIFUSO APLICADO EN EL PERÚ

En el Perú, si bien históricamente solo los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial podían
aplicar el control difuso, durante el devenir de los años, otros órganos han venido realizado
control difuso de la constitucionalidad de las normas legales; así el Tribunal Constitucional aplicó
el control difuso en un proceso de control abstracto (proceso de inconstitucionalidad), tal situación
se presentó cuando el Tribunal tuvo que resolver el proceso de inconstitucionalidad iniciado
contra la Ley 26657 que interpretaba “en forma auténtica” el artículo 112 de la Constitución a fin
de permitir la reelección presidencial del ex – Presidente Alberto Fujimori y al ser el caso que no
se logró el quórum necesario para pronunciarse por la inconstitucionalidad de la referida norma,
los tres magistrados que no se abstuvieron de votar, declararon inaplicable dicha ley al caso
concreto de la reelección referida.

A decir del jurista Samuel B. Abad Yupanqui , aquello “… se trató de una situación ´sui géneris´
y excepcional”, “… la alternativa acogida por los tres magistrados probablemente no haya sido
la más ortodoxa pero sí constituyó una salida creativa a la ´camisa de fuerza´ en la que se
encontraban para garantizar la vigencia del principio de supremacía constitucional” (Samuel B
Abad Yupanqui, Derecho Procesal Constitucional, Gaceta Jurídica, 2004, Lima), más adelante
señala que en una situación de normalidad no se permitiría el ejercicio del control difuso (control
concreto) en un proceso de constitucionalidad (control abstracto).

El mismo Tribunal Constitucional ha reconocido a la administración pública la facultad de ejercer


el control difuso, conforme lo expuso en la sentencia y su aclaración recaída en el expediente
3741-2004-AA/TC, presupuesto los presupuestos que deben concurrir para el ejercicio de dicha
facultad: A) Que sean tribunales u órganos colegiados administrativos que imparten “justicia
administrativa” con carácter nacional y que tengan por finalidad la declaración de derechos
fundamentales de los administrados. B) Se realiza a pedido de parte, excepcionalmente cuando
se trate de la aplicación de una disposición que vaya en contra de la interpretación que de ella
haya realizado en Tribunal Constitucional o contradiga uno de sus precedentes vinculante. C)
Los órganos colegiados no pueden dejar de aplicar una ley o reglamento cuya constitucionalidad
haya sido confirmada por el Tribunal Constitucional.

Asimismo, nuestra Constitución Política del Perú de 1993 establece el control difuso en sus
artículos 51 y 138.

Articulo 51.- La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior
jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del
Estado.

Artículo 138.- La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder
Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes.

En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal,
los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra norma de
rango inferior.

También, en el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional se expone lo
siguiente:

Artículo VI.- Control Difuso e Interpretación Constitucional Cuando existe incompatibilidad entre
una norma constitucional y otra de inferior jerarquía, el juez debe preferir la primera, siempre que
ello sea relevante para resolver la controversia y no sea posible obtener una interpretación
conforme a la Constitución.

Este modelo contralor se encuentra en principio a cargo del Poder Judicial. Así, la totalidad de
Jueces tiene facultades para establecer la inconstitucionalidad de una norma dentro del marco
de una controversia concreta; esto es, los alcances de dicha inconstitucionalidad son aplicables
única y exclusivamente a los partes intervinientes en dicha Litis.

ANÁLISIS

Con relación al Control difuso en materia tributaria, como posición del grupo “a favor”, es
importante señalar que existen dos sentencias, que se detallan a continuación, las cuales
sustentan ambas posiciones.
La Sentencia N° 04293-2012-PA/TC el cual tiene como punto de partida el proceso constitucional
de amparo interpuesto por Consorcio Requena contra la Primera Sala del Tribunal de
Contrataciones del Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE) y el
Procurador Público a cargo de sus asuntos judiciales.

En este caso, el Tribunal Constitucional desarrollar una crítica al precedente vinculante emitido
hace algunos años atrás en el Expediente N° 03741-2004-PA/ TC, por el que legitimó el ejercicio
de la potestad de realizar el control difuso por parte de los tribunales administrativos u órganos
colegiados de la Administración Pública. En ese sentido el Tribunal Constitucional señala que, al
establecerse dicho precedente no se respetó los parámetros establecidos para constituirse como
tal, y que existen razones materiales para dejar sin efecto el citado precedente, por cuanto: 1) La
facultad de examinar la constitucionalidad de las normas, y consecuentemente, de inaplicar
aquellas que considera vulnera la Constitución, se encuentra reservada para los jueces,
conforme lo establece el artículo 138° de la Constitución, y 2) afecta el sistema de control dual
de jurisdicción constitucional, reservado para el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, así
como el principio de división de poderes, al permitir que los tribunales administrativos que forman
parte del Poder Ejecutivo, controle las normas del Poder Legislativo.

En consecuencia, indica que en ningún caso, los tribunales administrativos tienen la competencia
de ejercer tal atribución, por lo que corresponden dejar sin efecto el precedente vinculante antes
citado. Precisando además que esto no implica que los tribunales administrativos, deban respetar
durante la tramitación de los procedimientos administrativos tanto los derechos fundamentales
como las garantías procesales correspondientes (derecho al debido procedo, derecho de
defensa, etc).

Sin embargo, con respecto a la posición del grupo, presentamos los siguientes argumentos a
favor del control difuso en materia tributaria.

El Tribunal Constitucional, en fallos anteriores, ha sostenido que el artículo 138° de la


Constitución no puede ser interpretado de modo literal en el sentido que el control difuso solo
puede ejercerlo el Poder Judicial, por lo que en aplicación de los criterios de unidad de la
Constitución y concordancia práctica, y principalmente a la fuerza vinculante de las disposiciones
que reconocen derechos fundamentales, resulta constitucionalmente posible conferir tal potestad
a los tribunales administrativos nacionales. Asimismo, el Tribunal Constitucional no puede dejar
sin efecto un precedente vinculante sin analizar, previamente, cuál ha sido la utilidad o efecto
que ha generado en el sistema jurídico, o si existen fórmulas para mejorarlo.

En ese sentido, se considera que la administración pública, a través de sus tribunales o de sus
órganos colegiados, no sólo tiene la facultad de hacer cumplir la Constitución, dada su fuerza
normativa, sino también el deber constitucional de realizar el control difuso de las normas que
sustentan los actos administrativos y que son contrarias a la Constitución o a la interpretación
que de ella haya realizado el Tribunal Constitucional (artículo VI del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional). Ello se sustenta, en primer lugar, en que si bien la Constitución, de
conformidad con el párrafo segundo del artículo 138°, reconoce a los jueces la potestad para
realizar el control difuso, de ahí no se deriva que dicha potestad les corresponda únicamente a
los jueces, ni tampoco que el control difuso se realice únicamente dentro del marco de un
proceso judicial.

Una interpretación positivista y formal en ese contexto no solo supone el desconocimiento de


determinados principios de interpretación constitucional, como los de unidad de la Constitución
y de concordancia práctica, que ha establecido el Tribunal Constitucional, supremo intérprete
de la Constitución.

Por tanto, el artículo 138° no puede ser objeto de una interpretación constitucional restrictiva y
literal; por el contrario, debe ser interpretada de conformidad con el principio de unidad de la
Constitución, considerando el artículo 51° antes señalado, más aún si ella misma (artículo 38°)
impone a todos, y no sólo al Poder Judicial el deber de respetarla, cumplirla y defenderla. Es
coherente además con ello el artículo 102° del Código Tributario, cuando precisa que «a resolver
el Tribunal Fiscal deberá aplicar la norma de mayor jerarquía ( ... )>>; es decir, aquellas
disposiciones de la Constitución que, en este caso, se manifiestan a través de los principios
constitucionales tributarios y de los derechos fundamentales que están relacionados con dichos
principios.

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