Está en la página 1de 4

GUERRA MEXICANO-ESTADOUNIDENSE

Contexto

La Guerra de México y Estados Unidos, se vio envuelta en los conflictos que aquejaban a sendos estados vecinos
desde su respectiva independencia. México, por su parte, se hallaba en medio de luchas intestinas entre
liberales y conservadores, entre federalistas y centralistas, quienes en su puja por el poder habían suplantado a
realistas y republicanos desde 1813, fecha de la independencia mexicana, y alternaban la permanencia en la
presidencia sucesivamente, cambiando con ello, leyes y Constitución. Esta guerra tiene un capitulo anterior en
la Guerra de Texas, estado que se independiza de México a causa de su nueva constitución centralista –también
llamada Siete Leyes-, y que no significó la única secesión que vivió este país a causa de la constitución de Santa
Anna, pues Yucatán y California también consiguió separarse, aunque vivieron destinos diferentes. Los Estados
Unidos, aun no divididos por la Guerra de Secesión, se veían, sin embargo, con los primeros atisbos de
separación del sur, esclavista y agricultor, y el norte, libre e industrializado. Además, esta guerra no deja de ser
un capítulo más en el largo y lento proceso de expansión hacia el oeste y la llegada al Pacifico, que tan bien
caracteriza la historia de este país, ya abriéndose camino al poderío económico e influencia política
internacional que aun detenta.

Causa

En octubre de 1835, siendo Santa Anna el presidente de México, se redactó una nueva Constitución provisional,
de carácter centralista, que venía a suplantar aquella de 1824, la cual poseía un tono federal. Desde entonces
los estados serian sustituidos por departamentos y sus gobernadores, designados por el presidente de la
república. La provincia de Texas (oficialmente Estado de Coahuila y Texas) se negó a aceptar esta Constitución y
sus colonos –muchos de los cuales eran estadounidenses- decidieron alzarse en armas. Luego de que texanos
lograsen expulsar a las tropas mexicanas fieles al gobierno central, Santa Anna decide reconquistar el territorio.

Tras una serie de victorias iniciales, como la famosa batalla de El Álamo, las tropas mexicanas, al mando del
mismo Santa Anna, fueron derrotadas definitivamente por las tropas de los generales Samuel Houston y
Stephen Austin en la batalla de San Jacinto. Para entonces, Texas ya se había declarado independiente (2 de
marzo de 1836) y siendo prisionero Santa Anna de los rebeldes texanos, firmó el Tratado de Velasco, que
garantizaba la independencia de Texas y establecía al Rio Grande como frontera entre ambos países, siendo que
la frontera del estado de Texas había sido siempre el rio Nueces, muy al norte del rio Grande. Luego Santa Anna
fue liberado y volvió a México, pero el gobierno que se levantó tras su captura no aceptó el tratado ni el límite,
dejando abierto el camino para una nueva guerra. Así, cayendo Santa Anna en desgracia y habiendo perdido de
hecho el territorio texano, es que termina esta etapa conocida como la Guerra de Texas.

En 1843, EE.UU. comenzó a plantearse la anexión de Texas a su territorio. Los mexicanos, que seguían sin
reconocer la independencia que de hecho poseía este territorio, llamado República de Texas -la cual desde
1836 hasta 1845 contó con 5 presidentes, ninguno mexicano- no zanjaron la cuestión mediante la tregua
efectuada entre ellos y los texanos ese mismo año, con mediación de Francia y Gran Bretaña. Santa Anna
anunció que la anexión de Texas por parte de los Estados Unidos, equivaldría a una declaración de guerra. Esta
llegó en 1846, tras la aprobación el año anterior de la anexión de Texas a los Estados Unidos de Norteamérica y
aquí comienza propiamente la Guerra Mexicano-Estadounidense.
El conflicto inició cuando, por orden de Polk, entonces presidente de los EE.UU., el general Taylor y sus tropas se
asentaron en las disputadas tierras entre los ríos Nueces y Grande, territorios que en verdad nunca habían
pertenecido a Texas. Haciendo uso de la noticia de una escaramuza entre fuerzas enemigas y tropas
estadounidenses, convenció al Congreso de proclamar la guerra, iniciando su discurso con la famosa frase
«Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense...».

En pocos meses, el ejército de los EE.UU. derrotó a las tropas mexicanas y ocupo la parte norte de este país. El
presidente en ese momento, Paredes, se mostró inhabilitado para defender su país y Santa Anna y Gómez
Farías, exiliados en Cuba y Luisiana, respectivamente, pactaron volver a México y continuar la guerra.
Tácitamente se entendía que Santa Anna volvería a ser presidente y Gómez Farías vicepresidente.

Las campañas navales del comodoro Sloat llevaron a la ocupación de la provincia mexicana de Alta California (la
cual también se había declarado independiente); las campañas de las tropas del general Kearney ocuparon
Nuevo México y el resto de California; aquellas de Scott toman Veracruz, Jalapa y Puebla; el comodoro Perry
ataca Tabasco y las fuerzas de Taylor avanzan por el centro de México, cruzando el rio Grande. La capital se ve
rodeada y tras una serie de batallas en donde incluso participan jóvenes cadetes (los llamados Niños Héroes),
esta es ocupada por tropas estadounidenses en 1847.

Consecuencia

Como resultado, Santa Anna dimite y nuevamente abandona el país. Se conforma una junta municipal
constituida por liberales de renombre que decidirían una nueva constitución y la firma de un tratado de paz. El
tratado de Guadalupe-Hidalgo se firmó el 2 de febrero de 1848; en este México renuncia a los territorios que en
la práctica ya había perdido y constituían alrededor de la mitad de su patrimonio original: Texas y California
(aunque la Baja California fue devuelta a su original poseedor). Hay que destacar que estos estados no se
corresponden totalmente a los estados actuales que llevan el mismo nombre, por lo que se puede creer,
erróneamente, que el territorio cedido era en verdad un área mucho menor. Por ello debemos aclarar que la
región incluye la totalidad de los actuales estados de California, Texas, Nevada, Utah y parte de Oklahoma,
Kansas, Wyoming, Nuevo México, Arizona y Colorado. Se establecía el Rio Grande como frontera entre ambas
naciones y se establecía el pago de una indemnización de 15 millones de dólares. El restante de los estados de
Nuevo México y Arizona al sur lo adquirieron de México con la Venta de la Mesilla o Adquisición Gadsden, en
1853, durante un nuevo periodo de Santa Anna, el cual recibiría por estas tierras 10 millones de dólares. Ya en
relación con el debate sobre la esclavitud en los Estados Unidos, se establece en 1846 la Wilmot Proviso, según
la cual se prohíbe la esclavitud en los territorios conquistados. En 1850, gracias al Compromiso de Clay, se
decide admitir a California como estado abolicionista y que Nuevo México y Utah autodeterminen a favor o en
contra de la esclavitud. De los nuevos estados incorporados a expensas de México, el único que se decidió por la
esclavitud fue Texas, la cual en 1861 se separó de los Estados Unidos de América para formar parte de los
Estados Confederados de América.
GUERRA DEL PACÍFICO

Contexto

Las tensiones internacionales provocadas a raíz de las disputas territoriales entre los nuevos e independientes
países de América comenzaron tempranamente. Las fronteras, en este periodo formativo, aún no habían sido
claramente delimitadas y tomaría varios años –y varias guerras y vaivenes diplomáticos- para ser establecidas
definitivamente. El primer enfrentamiento armado entre Chile, Bolivia y Perú ocurrió en la década de los 30 del
siglo XIX. Las relaciones entre estas naciones venían en declive a causa de la rivalidad comercial y militar, pero la
ocasión de la guerra se presentó en 1836, cuando Perú y Bolivia se unieron en una sola Confederación. El
gobierno chileno vio la unión de sus dos rivales principales como una amenaza a su hegemonía en el Pacifico e
incluso a su independencia, y le declaró la guerra ese mismo año, la cual acabó tres años más tarde con la
derrota de la Confederación Peruano-Boliviana.

Chile disfrutaba de amplios beneficios económicos a costa de sus vecinos del norte. Las regiones de Atacama y
Antofagasta, aunque pertenecientes a Bolivia, eran explotadas casi enteramente por empresas de capital
chileno con trabajadores chilenos. Hasta finales de la década de los 60, las principales explotaciones consistían
en minas, sobre todo aquellas de cobre -que aun en la actualidad consisten el principal ingreso de Chile- pero
también de la plata. En la década siguiente, sin embargo, se produjeron tres cambios importantes: En la
situación económica, en relaciones internacionales y en materia de producción. La crisis que sacudió la
economía chilena arrancó en 1873 con la caída del auge especulativo de la plata, pero no dejaba de relacionarse
con la recesión internacional: Chile estaba siendo desplazado de sus mercados de exportación más importantes,
el trigo y los metales. Se dieron una serie de desafortunadas situaciones; caída en los precios, disminución de las
exportaciones, depreciación de la moneda, inundaciones, sequias y malestar social. Si bien se ensayó un intento
de salvar la situación con nuevas medidas fiscales, lo cierto es que la respuesta de Chile a su crisis económica fue
la guerra. Este es el cambio en las relaciones internacionales del que hablamos, pues hasta ese momento Chile
aprovechó las generosas concesiones efectuadas por Bolivia y Perú, pero pasó en adelante a ocupar el territorio
efectivamente. El último cambio, el que se refiere a la producción, trata del apogeo que vivió en este momento
la explotación de los salitres, en contraste con la caída de la producción minera.

Causa

En la década de los sesenta, en territorio boliviano, los empresarios chilenos José Santos Ossa y Francisco Puebla
habían sido pioneros en la extracción de sal. Hasta 1875, otras empresas de capital chileno habían destacado en
el negocio de los nitratos –salitres- en el desierto peruano, más al norte, pero en esta fecha el gobierno peruano
nacionalizó la industria, por lo que todas las miradas tornaron a Bolivia. En Atacama, gracias a las generosas
concesiones del gobierno boliviano, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, una empresa chileno-
británica, explotaba los nitratos y en la práctica funcionaban como un Estado independiente. No solo el capital
procedía de Chile, sino también la mayor parte de la población. En 1874, se intentan establecer las fronteras
definitivas, y ambas partes acordaron fijarla a los 24°S, a cambio de la promesa boliviana de posponer 25 años la
imposición de contribuciones a las empresas de nitratos chilenas; mas en 1878, se establece un impuesto sobre
la exportación. La negativa de la Compañía de Salitres a pagar el impuesto provocó amenazas de confiscación.
Para evitarla, se movilizó un pequeño ejército chileno, que ocupó Antofagasta y continuó para ocupar el litoral
boliviano. Perú entró en el conflicto en virtud del pacto secreto de alianza con Bolivia, acordado en el 73. Chile le
declaró la guerra a ambos países en 1879.
Aunque los primeros meses, ocupados en la lucha por el dominio naval –entre Chile y Perú, pues Bolivia no
contaba con una Armada- constituyeron un periodo crítico para Chile, la situación se revirtió tras la batalla de
Angamos, victoria chilena sobre el acorazado peruano Huáscar, ese mismo año. Esta victoria, que le otorgó a
Chile el dominio marítimo, también le permitió una ofensiva por tierra. A principios de 1880, un ejército dirigido
por el general Baquedano, emprendió la conquista de los territorios peruanos de Tacna, Arica y Tarapacá. Las
potencias europeas comenzaron por esta época a discutir la posibilidad de intervenir en el conflicto, pero la
sugerencia fue rechazada por Bismarck. Los Estados Unidos, sin embargo, consiguieron que los beligerantes
entablaran conversaciones a bordo de un barco, cerca de Arica. Las negociaciones fracasaron, y el gobierno
chileno, al mando de las principales zonas productoras de nitratos, organizó un ejército de más de 26.000
hombres, nuevamente bajo el mando de Baquedano, que desembarcó en el centro de la costa peruana. Tras las
batallas de Chorrillos y Miraflores, a principios de 1881, el camino a Lima quedaba abierto. La guerra continuó
por dos años más en el interior del Perú, con guerrillas resistiendo al ejército enemigo, pero en la práctica la
guerra ya había terminado, y Chile había conseguido la victoria.

Consecuencia

Un nuevo gobierno peruano (cual?????) aceptó en el Tratado de Ancón, a finales de 1883, la mayoría de las
duras condiciones de paz: la provincia salitrera de Tarapacá fue entregada a perpetuidad y Chile obtuvo el
dominio temporal de Tacna y Arica –las cuales, tras una larga disputa diplomática, también pasaron a ser
posesión definitiva de Chile-. Una tregua con Bolivia efectuada en abril de 1884, permitió a Chile mantener el
control de Atacama hasta la negociación del restablecimiento de la paz, el cual no se materializó hasta 1904,
nuevamente con un saldo positivo a favor de Chile.

La victoria en la Guerra del Pacífico permitió a Chile incrementar su territorio en una tercera parte, ganar
prestigio internacional y más importante aún, salvar la preocupante situación económica de la década anterior.
La propiedad de los campos de nitratos le proporcionó al país grandes riquezas, al lado de las cuales aquellas
provenientes del cobre y la plata parecían nimias. Para Perú, la pérdida de las ricas provincias del sur de su
territorio, constituyó una importante baja en sus ingresos nacionales y las posibilidades de comercio con el
exterior. El gran perdedor fue, sin duda, Bolivia, el cual no solo se vio privado de sus salitres en Atacama, sino
también de su salida total al mar, reclamo que aun hoy continúa.

También podría gustarte