Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Historia de La Astronomía
Historia de La Astronomía
Esfera armilar.
Astronomía antigua
Stonehenge, 2800 a. C.: se supone que esta construcción megalítica se realizó sobre conocimientos
astronómicos muy precisos. Un menhir que supera los 6 m de altura indica, a quien mira desde el
centro, la dirección exacta de la salida del Sol en el solsticio de verano. Algunos investigadores opinan
que ciertas cavidades pudieron haber servido para colocar postes de madera capaces de indicar puntos
de referencia en el recorrido de la Luna.
Diferentes lugares arqueológicos son considerados por algunos como lugares para
la observación astronómica. Entre los más antiguos se encuentran:
Según la cosmogonía babilónica, el dios Marduk creó los cielos y la Tierra tras derrotar a Tiamat,
el Caos primordial (representado aquí como un dragón).
La astronomía babilónica designa las teorías y métodos astronómicos desarrollados en la
antigua Mesopotamia, región situada entre los ríos Tigris y Éufrates (en el actual Irak) y donde
se desarrollaron algunas de las civilizaciones precursoras de la astronomía occidental. Entre
estas civilizaciones se destacan los sumerios, los acadios, los babilonios y los caldeos. La
astronomía babilónica cimentó las bases de la astronomía de civilizaciones posteriores como
la griega, la hindú, la de los sasánidas, la del imperio bizantino y la de los sirios así como
la astronomía medieval musulmana y europea.1
Los autores clásicos griegos y latinos citan frecuentemente astrónomos de mesopotamia
llamándolos «caldeos», los cuales eran en realidad sacerdotes y escribas especializados en
la astrología y otras formas de adivinación.
Entre el siglo VIII y VII a. C., los caldeos desarrollaron un acercamiento empírico a la
astronomía, elaborando una cosmología que detalla una versión ideal del universo. También
desarrollan la astrología, ligada a la posición de los planetas, se basa sobre un razonamiento
lógico, contribución decisiva a la astronomía y a la filosofía de la ciencia. Para algunos
pensadores e investigadores esta podría ser la primera revolución científica.2
Las técnicas y métodos desarrollados por la astronomía babilónica serían retomados en gran
medida por la astronomía clásica y helenística.
Griega
Lo que sigue proviene del artículo Astronomía griega
Epiciclos de Ptolomeo.
Fue Ptolomeo quien se dio a la tarea de buscar una solución para que el sistema geocéntrico
pudiera ser compatible con todas estas observaciones. En el sistema ptolemaico la Tierra es
el centro del universo y la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas se encuentran fijas en
esferas de cristal girando alrededor de ella; para explicar el movimiento diferente de los
planetas ideó un particular sistema en el cual la Tierra no estaba en el centro exacto y los
planetas giraban en un epiciclo alrededor de un punto ubicado en la circunferencia de
su órbita o esfera principal (conocida como 'Deferente').
Los epiciclos habían sido una idea original de Apolonio de Pérgamo (262-190 a. C.) y
mejorada por Hiparco de Nicea (190-120 a. C.). Como el planeta gira alrededor de su epiciclo
mientras el centro de este se mueve simultáneamente sobre la esfera de su deferente, se
logra, por la combinación de ambos movimientos, que el planeta se mueva en el sentido de las
estrellas 'fijas' (aunque con cierto pequeño retraso diario) y que, en ocasiones, revierta este
movimiento (de retraso) y parezca (por cierto período de tiempo) adelantarse a las estrellas
fijas, y con esto se logra explicar el movimiento retrógrado de los planetas respecto de las
estrellas (ver figura a la derecha). El esquema ptolemaico, con todo y sus complicados
epiciclos y deferentes, fue aceptado por muchos siglos por variadas razones pero,
principalmente, por darle a la raza humana una supremacía y un lugar privilegiado o 'central'
en el universo.
Otros estudios importantes durante esta época fueron la composición de la tierra, la
compilación del primer catálogo de estrellas, el desarrollo de un sistema de clasificación de
las magnitudes de los brillos estelares basado en la luminosidad aparente de las diferentes
estrellas, la determinación del ciclo de Sarospara la predicción de los eclipses solares y
lunares, entre muchos otros.
Maya
Lo que sigue proviene del artículo Astronomía maya
Jaina/Desire Charnay.
La astronomía maya forma parte de una tradición más amplia. Entre los pueblos
mesoamericanos, la observación de los astros era de vital importancia para el desarrollo de la
vida material y espiritual compartida por las demás sociedades de Mesoamérica, aunque
posee ciertas características que la hacen única. Una de ellas, la más representativa, es el
empleo del calendario de Cuenta Larga, por el que los mayas del período clásico pudieron
hacer estimaciones de más largo plazo.3
Los Mayas, hicieron cálculos exactos, de los periodos sinódicos
de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Calcularon con exactitud, los períodos de
la Luna , el Sol y de estrellas como las Pléyades, a las que llamaban Tzab-ek (estrella
cascabel) y marcaba los inicios de festividades rituales. El Tzol'kin de 260 días es uno de los
calendarios más enigmáticos en cuanto su origen, algunos postulan que se basa en una
aproximación a la gestación humana.4 y otros autores lo relacionan con ciclos de astros
visibles desde la tierra. También hay una hipótesis formulada por el geógrafo Vincent
Malmstrom en la que su origen estuvo determinado por los ciclos del Sol por el cenit de la
región sur del Estado Mexicano de Chiapas (Izapa) y de la nación de Guatemala a unos 15º
norte, en donde los mismos días que ocurren (29 de abril el primero y 13 de agosto el
segundo) tienen un intervalo de 260 días entre uno y otro.
La Vía Láctea era parte central de su Cosmología y la llamaban, aparentemente, Wakah
Chan, y la relacionaban con Xibalbá, incluso los Kiche' de Guatemala aún la llaman Xibalbá
be o camino a el inframundo. Tenían un Zodiaco, basado en la Eclíptica, que es el paso del
Sol a través de las constelaciones fijas. Este se encuentra en la Estela 10 de Tikal y la 1
de Xultún, ambos yacimientos la zona de Petén, en Guatemala y también en el Códice Grolier
Los conocimientos astronómicos mayas eran propios de la clase sacerdotal pero el pueblo
todo los respetaba y conducía su vida de acuerdo a sus predicciones. Mucho del mismo
conocimiento perduró aún después de la conquista, practicándose en la clandesdinidad y
posteriormente, mezclándose con los rituales de la vida diaria del pueblo maya, muchos de las
cuales siguen vigentes en la actualidad5
Los sacerdotes conocían los movimientos de los cuerpos celestes y eran capaces de
aproximarse a la predicción de los eclipses y el curso del planeta Venus visto desde la tierra.
Esto les daba un especial poder sobre el pueblo que los consideraba así íntimamente ligados
a las deidades.6
Muchas de las deidades recibían distintos nombres y propiedades, por ejemplo a Venus la
llamaban los mayas Ah-Chicum-Ek', la gran estrella de la mañana, y Xux ek, la estrella
avispa.7 Estrella se dice en maya "ek" y es también el apellido de muchas personas de la
región maya.
De los Códices mayas conocidos el de Dresde es esencialmente un tratado de astronomía.
En conclusión, los mayas fueron reconocidos por sus escritos, la arquitectura y sus obras de
arte, sus cálculos matemáticos, llenos de simbolismos y representaciones fantásticas sobre el
pasado, presente y el futuro de su sociedad.8
China
Lo que sigue proviene del artículo Astronomía china
Mapa chino del siglo VII que muestra las constelaciones del Polo Norte
Aunque los chinos fueron de los primeros astrónomos en documentar la actividad estelar,
algunos de los observatorios astronómicosterrestres más antiguos que han existido, o existen
aún en día, se encuentran en Corea, Egipto, Camboya, Inglaterra o Alemania. Sin
embargo, China tiene un número importante de observatorios pretelescópicos, como el
antiguo observatorio de Pekín, construido en el siglo XIII y equipado con una gran colección
de instrumentos revolucionarios, tales como una esfera armilar, un cuadrante, un sextante y
un teodolito.
A partir del siglo II se llega a una concepción totalmente esférica, a partir de la cual inventan
la esfera armilar, formada por reglas anulares de cálculo y medición, que representan el
recorrido celestial aparente de los distintos astros, vistos desde la Tierra. Este instrumento fue
también asumido por los científicos europeos dos siglos después de manera independiente.
Aún se desarrolló más la visión cósmica de los chinos, que llegaban a explicar que el universo
era una especie de huevo descomunal (es decir, una forma cóncava, lo que la asemeja a la
concepción sumeria del universo, heredada por los asirio-babilonios y asumida por
el judaísmo, aunque los chinos no creían que flotase «entre dos aguas», sumergido en ellas)
cuya yema era la Tierra, aunque ellos la situaban en el centro, sola y pequeña, y no en un foco
de la elíptica u ovoide. Estos descubrimientos, que podemos considerar confucianos, se
trastocaron a partir de la visión taoísta, según la cual, consecuencia de la contradicción entre
el movimiento y la inmovilidad, el yin y el yang, y «Lo Absoluto» (o «Lo Infinito», con un
sentido cósmico generatriz; en chino Tai-chi) el universo estaba formado
por fuego, tierra, metal, agua y madera, mutuamente generadores y mutuamente
aniquiladores, y que, por todo ello, era amorfo, infinito y superficial, es decir, vacío en su
interior. Obsérvese que ambas concepciones concuerdan, parcialmente, con las actuales,
aunque fueron incapaces de conseguir una imbricación integradora de ellas, unificándolas.
En el 336, Ju Jsi determinó la precesión de los equinoccios en 1 grado cada 50 años. En
el 635 concluyeron que la cola de los cometas siempre apunta en dirección opuesta a la
situación relativa del Sol. En el 1006 observaron una supernova que se podía ver durante el
día, lo que no ha vuelto a ocurrir desde entonces. En el 1181 registraron la explosión de otra
supernova, a partir de la cual se formó la Nebulosa del Cangrejo. El filósofo Zhu Xi (1131-
1200) concebía el universo originado a partir de un caos primordial de materia en movimiento,
cuya rotación hizo separar los elementos. Los más pesados, como la Tierra, ocuparon el
centro, y los más livianos los bordes. Así establecía una jerarquía, según sus pesos relativos,
de estrellas, Sol, planetas, Luna, nubes, aves, árboles, mamíferos, reptiles e insectos
reptantes (en chino yuan-yuan, insulto con el que denominaban a los bárbaros, por lo que no
sabemos si existían hunos o Xiongnu amarillos y blancos, o si confundían razas y culturas
distintas, como los t'u-kiu o turcos, bajo la misma denominación) etc. Obsérvese la
interrelación con la nueva concepción budista, la religión oficial de China desde el siglo V, con
todo ello.
Astronomía medieval
Durante la Edad Media la astronomía no fue ajena al estancamiento que sufrieron las ciencias
y artes. Durante este largo periodo predominó el legado ptolemaico de sistema geocentrista
apoyado por la Iglesia, debido esencialmente a que este era acorde con las escrituras en las
cuales la Tierra y el hombre son los centros de la creación divina.
En el siglo XV se renovó el interés en el estudio de los cielos gracias, en parte, a la escuela de
traductores de Toledo, creada por el rey Alfonso X el Sabio (1221-1284) quienes empiezan a
traducir antiguos textos astronómicos.
Personajes como Johannes Müller Regiomontano (1436-1476), comenzaron a realizar
observaciones astronómicas y a discutir las teorías establecidas al punto que Nicolás de
Cusa (1401-1464), en 1464 planteó que la Tierra no se encontraba en reposo y que el
universo no podía concebirse como finito, comenzando de alguna manera a resquebrajarse el
sistema imperante hasta ese momento.
Durante este desafortunado periodo oscurantista fueron los árabes quienes continuaron los
estudios astronómicos aportando trabajos importantes y que tendrían posterior repercusión en
la astronomía occidental: tradujeron el Almagesto; dieron nombre y catalogaron muchas
estrellas. Dentro de sus principales exponentes se encuentran Al-Batani(858-929), Al
Sufi (903-986) y Al-Farghani (805-880), una autoridad en el sistema solar. Estos
conocimientos llegan a Europa Central con las invasiones turcas de Europa Oriental a lo largo
del siglo XV.
Astronomía árabe
Lo que sigue proviene del artículo Astronomía árabe
Una de las láminas de un astrolabioplanisférico andalusí.
Astronomía moderna
Renacimiento
Dentro de este ambiente Isaac Newton promulgó sus tres leyes que quitaron definitivamente el
empirismo en la explicación de los movimientos celestes. Estas leyes son:
Forma de la Vía Láctea deducida por W. Herschel a partir del recuento de estrellas en el cielo.
La teoría heliocéntrica llega al siglo XX en todo su esplendor, el sol es el centro del universo y
todo gira alrededor de él incluidos todos los objetos del espacio profundo dentro de los cuales
se encontraban unas nebulosas muy especiales llamadas nebulosas espirales.
El descubrimiento y estudio de las estrellas variables (estrellas que varían en brillo
periódicamente), iniciado principalmente por Harlow Shapley (1885-1972) llevó a descubrir un
tipo especial de ellas cuya característica era que los cambios de brillo estaban relacionas con
su luminosidad intrínseca, como la estrella prototipo se encontró en
la constelación de cefeo se les denominó Cefeidas. Al conocer su luminosidad de un objeto
celeste basta aplicar la ley del cuadrado inverso que dice que el brillo disminuye de acuerdo al
cuadrado de la distancia para calcular la distancia a la que se encuentra del observador.
Shapley encontró que los cúmulos globulares, grupos de millones de estrellas que forman un
cúmulo compacto y redondo que giran alrededor de los centros galácticos, están mucho más
alejados del Sol que del centro de la galaxia y de esta manera el sistema solar debería estar
localizado en la periferia lejos del centro del universo alrededor del cual giran los cúmulos
globulares y los demás astros observados.
A principios del siglo pervivía la teoría de los universos isla esbozada por Kant en la cual las
nebulosas espirales eran universos islas separados de la vía láctea a la cual pertenecía el sol,
esta teoría fue fuertemente apoyada por Herschel pero no se tenían pruebas que la
sustentaran. Estas pruebas llegarían a partir de las observaciones de Edwin Hubble (1889-
1953) realizadas en el observatorio de Monte Wilson.
Hubble, el 19 de febrero de 1924, escribió a Shapley su contradictor quien defendía la
existencia de una sola galaxia: «Seguramente le interesará saber que he hallado una variable
cefeida en la nebulosa de Andrómeda». De esta manera se reveló que las nebulosas espirales
no eran simples cúmulos de gas dentro de la vía láctea sino verdaderas galaxias
independientes o como Kant describió «universos isla».
Durante esta época Albert Einstein expuso su Teoría de la Relatividad General de la que se
deduce que el universo no es estático sino que se expande, Einstein sin embargo le introdujo
una constante llamada cosmológica para «detener» la expansión y adecuar su teoría a los
conocimientos del momento.
Los descubrimientos de Hubble estimularon el estudio de las nebulosas espirales, el
joven Vesto Slipher quien trabajaba en el observatorio Lowell bajo las órdenes del tristemente
célebre Percival Lowell, estaba encargado de su estudio, durante sus investigaciones encontró
que dichas nebulosas espirales tenían un corrimiento al rojo persistente en sus espectros (un
objeto que se aleja del observador alarga las longitudes de onda por él emitidas corriéndose
hacia el rojo en el espectro estudiado). Sin embargo Slipher no encontró la explicación a su
hallazgo. En un trabajo independiente Hubble al medir las distancias de 25 galaxias encontró
una correlación directa entre su distancia y el grado de corrimiento o en otras palabras la
velocidad a la que se alejan.
El hombre que fusionó los resultados de las investigaciones de Slipher, Hubble y Einstein fue
un matemático sacerdote llamado Georges Lemaitre (1894-1966) quien en 1927 publicó un
artículo donde desarrollaba la relación del corrimiento al rojo con un universo en expansión.
Cuando su artículo se divulgó la comunidad científica concluyó que si el universo se encuentra
en expansión alguna vez debió estar unido en un punto de luz al cual llamó singularidad o
«átomo primordial» y su expansión «gran ruido». El astrónomo Fred Hoyle (1915-2001) —
contradictor de esta teoría— la llamó despectivamente «Big Bang», que es como se conoce
en la actualidad a la teoría más aceptada como origen del universo.
Si se tiene que el universo se expande hacia todos lados a partir de un momento inicial se
cree que esta expansión puede ser constante o detenerse en algún momento determinado,
una u otra posibilidad dependerá de la cantidad de materia presente en el universo y si la
fuerza de gravedad entre ella será suficiente para contraer la materia o no, esta cantidad no se
ha determinado. En la actualidad se ha demostrado que la expansión del universo se está
acelerando. Estos últimos hallazgos aún están bajo intenso estudio para lograr aclarar el
futuro del universo, nuestra galaxia, nuestro Sol y nuestra casa, la Tierra.
Siglo XXI
En la actualidad sabemos que habitamos un minúsculo planeta de un sistema solar regido por
el Sol que avanza en el primer tercio de su vida y que está localizado en la periferia de la Vía
Láctea, una galaxia espiral barrada compuesta por miles de millones de soles, que posee
como las demás galaxias un agujero negro súper masivo en su centro y que forma parte de un
conjunto galáctico llamado Grupo Local, el cual, a su vez, se encuentra dentro de un
supercúmulo de galaxias. El universo está constituido por miles de millones de galaxias como
la Vía Láctea y se le ha calculado una edad entre 13 500 y 13 900 millones de años, y su
expansión se acelera constantemente.
Muchos adelantos científicos y técnicos nos abren nuevas ventanas al estudio del espacio:
tenemos poderosos telescopios terrestres y orbitales, sondas interplanetarias llegan a los
confines del sistema solar y robots se encuentran en la superficie de otros mundos
aumentando la capacidad del hombre de su maravilloso entorno astronómico.