Llueve y arrecia, por la venta, en mi descuido he mirado por la venta del
departamento, atrapo al vecino en mis pupilas, el vecino es enorme y está desnudo,
con una cobija de las rayadas cubre la ventana, dejando al descubierto su expresión de incomodidad, prefiero borrar aquella grotesca imagen de la humanidad. Prefiero pensar en ti, en cómo nos tropezamos con las cartas de José Revueltas, en los jugadores de ajedrez, confieso que eres un rival digno con quien sangrar, con los aromas del café, acompañada de la conversación interesante que normalmente despliegas, y hasta en mi locura, he llegado a pensar que sólo la guardas para mí. Conversamos como si no hubiera mañana, como si presintiéramos que el apocalipsis esta cerca, a la vuelta de cada esquina, detrás de la última página de cualquier libro. Confieso que el dolor de aquel hombre me dejó impactado, la añoranza que encierran sus palabras, como si nuestra mesa no estuviera en aquel café, sino en la celda, y los muros son de agua, sí, como lo son ahora la lluvia o las lágrimas de la hija de mi vecina que llora por alguna cosa inalcanzable, mientras leemos aquellos pedazos de intimidad, escritos sin tinta, pero con carne y sangre que ni el tiempo ha secado, te pienso, te siento como mi diosa Azabache. Luego me dices sobre el juicio que entablan en tu contra los molares, pero no puedo ayudarte, a veces crecer es así, duele, vivir duele, morir duele, casi todo duele, como esta ausencia que nos une. Vuelven las gotas como batallones kamikazes, me aprieta la nostalgia, después, me dices sobre la tecnología que avanza, separando a unos uniendo a otros y pienso que sería útil la teletransportación para franquear toda la distancia, quizás algún día, me dices, quizás pero no ahora, la ciudad está pasada por agua y yo me siento de exilio como si estuviera en Finlandia, pienso, siento, pienso y me resuelvo, si me concentro lo suficiente, cruzaré la lluvia, el llanto de la hija de la vecina, la grotesca humanidad de mi vecino, hasta llegar a tu lado, abrazarte y quizás argumentar que eres inocente en ese juicio de molares que es, quizás, injusto para quien está creciendo… Objeción, Señora Juez, ¿acaso la acusada requiere un cuarto ojo por la inflamación? Denegada, responde la Juez Biología Humana.