Está en la página 1de 2

EL CABALLITO SIN COLA

En el bosque del cañoncillo había un pueblo pequeño, donde todos se peleaban y


cobijaban la idea de ser machistas; pero entre todos ellos había un hombre que
pensaba distinto por ende defendía la igualdad y la justicia para todos. Manolito, hacía
de todo para lograr conquistar el corazón de su prójimo y ser aceptado pero era
imposible su condición de ser pobre y tener como oficio de leñador espantaba todas
las esperanzas. Pero tenía algo valioso que en estos tiempos modernos y egoístas uno
difícilmente puede concebir, la de tener un corazón generoso y puro siempre solía
decir: Dios, es justo sé que él me recompensará a su tiempo.
Un día muy temprano como de costumbre, éste se levantó a cortar la leña para llevar a
vender al pueblo y se dio con la sorpresa de que su yegua, su fiel compañera no estaba,
éste entró en pánico y convocó a su jauría para buscarla por todos lados, se trataba de
una hermosa yegua que cuidaba y alimentaba con tanto cariño; sin embargo cayó las
horas del día y no había huellas ni rastros, el leñador pensó y respiró y dijo: me han
robado a mi yegua, no cabe duda que un huaico de maldad pasó por aquí y se lo llevó,
quiénes hayan sido los ladrones lo pagarán muy caro, Dios no me va dejar de sus mano
y sé que mi yegua volverá no sé como pero regresará.
Al día siguiente otra vez a levantarse temprano y a cortar la leña, grande fue su alegría
cuando lo vio, dio voces de júbilo agradeciendo a Dios por devolverle su yegua, esta
estaba en su corral como si nunca se hubiera ido, pero lucía algo diferente algo había
cambiado en ella. Monolito que sabe distinguir muy bien los animales del bosque el
Cañoncillo, exclamó ¡Mi yegua está preñada!, se asustó mucho hasta se tiró a tierra de
la impresión, la yegua no se había cruzado con ningún caballo, además en el pueblo
aparte de él nadie tenía caballos ni yeguas, él era único que contaba con un animal así.
Pasaron los días y una noche de luna mientras dormía el animal parió un pequeño
caballito sin cola, del que fue objeto de escarnios constantes por todas las personas del
pueblo grandes chicos le decían, que pecado habrá cometido este viejo que la
naturaleza lo castiga de esta forma.
El leñador estaba muy apenado, por todo lo que está viviendo. Después de un tiempo,
la yegua murió y pasados unos días al caballito sin cola, le cayó un lucero en su lomo y
de la nada le empezó a aparecer alas, una cola y un cuerno.
Al día siguiente la gente se quedó asombrada al ver tanta belleza en aquel caballito, y
por la caída del brillante lucero, el caballito se había convertido en algo muy especial y
hermoso a la vista de los hombres, ahora Manolito tenía consigo un unicornio y este
podía hacer que aparezcan los luceros en el día, pero solo se podían ver en la casa de
este pobre hombre, Manolito.
Todas las personas del pueblo querían ver los luceros que estaban en la casa de
Manolito, muchos de estos curiosos pagaban para entrar a su casa de este hombre, y
eso no fue todo, la noticia corrió por todo el mundo y mucha gente venía para apreciar
el unicornio y la belleza de los luceros. Manolito dejó de ser pobre, ahora se había
convertido en un hombre importante y millonario, conforme pasaban los días sus ideas
de lograr la igualdad en hombres y mujeres al fin se concretó, pronto fue elegido
autoridad de ese pueblo.
Manolito dijo: gracias Diosito por escuchar mis plegarias me has hecho justicia, ya no
tenía una yegua, ni un caballito sin cola, sino un unicornio.
MAGDALENA MILAGROS PEREZ DIAZ
SEUDONIMO: MIMADI
PRIMER AÑO

También podría gustarte