una verdad absoluta, y absolutamente segura sobre la cual no puede flotar ninguna duda.1 Una vez proclamado solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, ni por el Papa ni por decisión conciliar.1 Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la Doctrina católica2 y cualquier católico está invitado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable.3 El acceso a un Dogma es un acto volitivo, en consecuencia la relación con el dogma es un acto plenamente libre. Los dogmas tienen estas características porque los católicos confían en que un dogma es una verdad que contiene, implícita o explícitamente, la inmutable Revelación divina o en que tiene con ella una "conexión necesaria".3 Para que estas verdades se tornen en dogmas, ellas necesitan ser propuestas directamente por la Iglesia católica a sus fieles como parte de su fe y de su doctrina, a través de una definición solemne e infalible por el Supremo Magisterio de la Iglesia (Papa o Concilio ecuménico con el Papa4 ) y de la posterior enseñanza de éstas por parte del Magisterio ordinario de la Iglesia. Para que tal proclamación o clarificación solemne acontezca, son necesarias dos condiciones: el sentido debe estar suficientemente expresado como una auténtica verdad revelada por Dios.
Los dogmas de la virgen maría
Los dogmas y doctrinas marianas de la Iglesia católica tienen su fundación en la visión central de que la Virgen María es la Madre de Dios. Debido a eso, la Iglesia católica siempre consideró a María como la figura más importante del cristianismo y de la salvación después de Jesucristo y de la Santísima Trinidad, y ha elaborado diversas enseñanzas y doctrinas en relación a su vida y papel. La Iglesia católica posee una disciplina teológica específica, la Mariología, para el estudio de la persona, el papel y el significado de la Virgen María y su veneración. Esta disciplina se ha desarrollado a lo largo de siglos, y fue estudiada y codificada por los Concilios, como también por los principales teólogos de las órdenes religiosas y universidades marianas, Escuelas Pontificias, como el Marianum (que está específicamente dedicada a este campo de estudio).123 Sin embargo, las revelaciones marianas por individuos no siempre son aceptados por la Iglesia. Perpetua Virginidad de María[editar] La Perpetua Virginidad de María es el segundo dogma mariano de la Iglesia católica y de la Iglesia oriental ortodoxa según el cual María fue virgen antes, durante y después del parto y no tuvo otros hijos.6 Afirma la "real y perpetua virginidad incluso en el acto de dar a luz el Hijo de Dios hecho hombre."7 El Segundo concilio de Constantinopla (año 553) le otorgó a María el título de "siempre virgen" (aeiparthenos).6 En el año 107, Ignacio de Antioquia ya describía la virginidad de María. Santo Tomás de Aquino también enseñó esta doctrina (Summa theologiae III.28.2) que María dio el nacimiento milagroso sin abertura del útero, y sin perjuicio para el himen. Esta doctrina ya era un dogma desde el cristianismo primitivo, habiendo sido declarada por notables escritores como San Justino Mártir y Orígenes. El papa Paulo IV lo reconfirmó en el Cum quorundam el 7 de agosto de 1555, en el Concilio de Trento. El concilio de Éfeso proclamó a María la madre de Dios encarnado en Jesucristo.
La Maternidad Divina de María
El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla. El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió: "Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema." El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así: "Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66). Los padres griegos aplicaron a María el título Theotokos (portadora de Dios) ya en el siglo III. Los concilios de Efeso y de Calcedonia defendieron este título. En Occidente, María fue venerada de forma similar como Dei Genitrix (Madre de Dios). En el antiguo canon romano es conmemorada como la "siempre virgen madre de Jesucristo nuestro Señor y Dios". En palabras del papa Pablo VI, "el tiempo de navidad es una conmemoración prolongada de la maternidad divina, virginal y salvífica de aquella cuya virginidad inviolada dio el Salvador al mundo". La fiesta de la maternidad Divina es un resumen y una exaltación de este misterio. Tiene por finalidad "exaltar la singular dignidad que este misterio reporta a la santa Madre a través de la cual recibimos al Autor de la vida (Marialis cultus, 5). LA INMACULADA CONCEPCIÓN La Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción, es un dogma de la Iglesia católicadecretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto. No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento virginal de Jesús, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón mientras que María permaneció virgen antes, durante y después del parto. Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia católica contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión «llena de gracia» (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.
La Perfecta Divinidad
La divinidad y lo divino son términos de
uso muy extendido, aunque su significado no está claramente definido, y no es un sinónimo perfecto del concepto de deidadni del de Dios. La Deidad y la Divinidad El universo de los universos presenta fenómenos que pertenecen a las actividades de la deidad en diversos niveles de realidades cósmicas, significados de la mente y valores del espíritu, pero todas estas ministraciones —personales u otros– están divinamente coordinadas. La DEIDAD es personalizable como Dios, es prepersonal y superpersonal de maneras no plenamente comprensibles para el hombre. La Deidad se caracteriza por la cualidad de la unidad—actual (real) o potencial– en todos los niveles supermateriales de la realidad; y las criaturas comprenden mejor como divinidad esta cualidad unificadora. La Deidad funciona en niveles personales, prepersonales y superpersonales. La Deidad Total es funcional en los siete niveles siguientes:
6. Supremo—Deidad autoexperiencial y unificadora de criatura-Creador. Deidad
que funciona en el primer nivel de identificación con la criatura como supercontroladores espacio-temporales del gran universo, a veces designada la Supremacía de la Deidad. 7. Último—Deidad autoproyectada y que trasciende el tiempo y el espacio. Deidad omnipotente, omnisciente, y omnipresente. Deidad que funciona en el segundo nivel de expresión de la divinidad unificadora como supercontroladores eficaces y sostenedores absonitos del universo maestro. En comparación con el ministerio de las Deidades con el gran universo, esta función absonita en el universo maestro es equivalente al supercontrol y supersostén universal, a veces denominado la Ultimidad de la Deidad.
La Asunción De La Virgen María
Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo a la tradición y doctrina de la Iglesia católica1 y de la Iglesia ortodoxa, la iglesia ortodoxa oriental y algunas denominaciones protestantes como los Anglicanos de que el cuerpo y alma de la Virgen María, la madre de Jesucristo, fueron llevados al Cielo después de terminar sus días en la Tierra. No debe confundirse con la Ascensión, que hace referencia al propio Jesucristo.2 Este traslado es llamado Assumptio Beatae Mariae VirginisNota 1 (Asunción de la Bienaventurada Virgen María) por los católicos, cuya doctrina fue definida como dogma de fe (verdad de la que no puede dudarse) por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. La Iglesia católica celebra esta fiesta en honor de María en Oriente desde el siglo VI y en Roma desde el siglo VII. La festividad se celebra el 15 de agosto. Historia Primeras referencias litúrgicas La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se celebraba la fiesta de El Recuerdo de María,3 que conmemoraba la entrada al cielo de la Virgen María y donde se hacía referencia a su asunción. Esta fiesta en el siglo VI fue llamada la Dormitio (χοίμŋσις) o Dormición de María, donde se celebraba la muerte, resurrección y asunción de María. En el siglo VII el nombre pasó de «Dormición» a «Asunción».3 Relatos apócrifos[editar] Los relatos apócrifos sobre la asunción de María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. El más difundido de los «evangelios asuncionistas» y uno de los más antiguos en el oriente bizantino es el Libro de San Juan Evangelista, el Teólogo.4 Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, san Andrés de Creta, san Germán de Constantinopla, entre otros. Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas. La Asunción en Occidente Debido a factores políticos y lingüísticos, ya que las relaciones con oriente eran tensas y el griego no se dominaba todavía, la doctrina de la Asunción de María no fue desarrollada sino hasta el siglo XII donde aparece el tratado Ad Interrogata, atribuido a san Agustín, el cual aceptaba la asunción corporal de María. Santo Tomás de Aquino y otros grandes teólogos se declararon en su favor.San Pío V, en el siglo XVI, al momento de reformar el Breviario, quitó las citas del "Seudo- Jerónimo" y las sustituyó por otras que defendían la asunción corporal. Benedicto XIV señaló la doctrina de la asunción como pía y probable pero sin señalarla aún como dogma. La influencia del libro llamado el Seudo-Jerónimo el cual ponía en duda si María fue asunta al cielo con o sin su cuerpo (aunque manteniendo la creencia en su incorrupción) hizo surgir la duda de si la asunción corporal estaba incluida en la celebración de la fiesta. A esto se sumó otro libro que gozó de fama entre los conventos y cabildos, llamado el Martirologio, del monje Usuardo (el cual murió hacia el año 875) el cual alababa la reserva de la Iglesia de aquella época que preferiría no saber "el lugar donde por mandato divino se oculta este dignísimo templo del Espíritu Santo y nuestro Señor el Dios ". El dogma Retablo mayor de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Zacatecas, México. En 1849 llegaron las primeras peticiones a la Santa Sede de parte de los obispos para que la Asunción se declarara como doctrina de fe; estas peticiones aumentaron conforme pasaron los años. Cuando el papa Pío XII consultó al episcopado en 1946por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime. El 1 de noviembre de 1950 se publicó la constitución apostólica Munificentissimus Deus en la cual el papa, basado en la tradición de la Iglesia católica, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y con el consenso de los obispos del mundo, declaraba como dogma de fe la Asunción de la Virgen María: Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.