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TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

Pbro. Martín Arenas Calagua


1. OBJETO DE LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL
Objeto: Revelación de Dios para el hombre.
La revelación para ser identificada como tal, es decir como revelación divina tiene que
mostrar dos cosas: Por su origen divino y su destino humano.
Nuestra fe está basada en lo que Dios nos ha revelado.

2. CREDIBILIDAD COMO OBJETO DE LA REVELACIÓN


A la cualidad de la revelación que muestra el origen divino y el destino humano, se le
llama CREDIBILIDAD: ¿qué es? es la cualidad de la revelación, se desprende de ella,
que muestra el origen divino y su destinación humana.
La credibilidad no es una cosa inventada por el hombre, viene con la REVELACIÓN.
Por la credibilidad, la revelación da entender que es una realidad distinta a la sola razón,
pero al mismo tiempo existe para ser recibida como tal por el hombre.
Dos cosas por la que sabemos que lo que Dios ha revelado es de destino humano:

 Dios se reveló en un lenguaje humano, por lo tanto, se le puede entender.


 Lo que Dios ha revelado es significativo, es decir es del interés del hombre,
ya que ha revelado la vocación del hombre.
 El hombre sin Dios, la vida del hombre no tiene sentido.
La revelación y la credibilidad forman parte esencial del objeto de la TEOLOGÍA
FUNDAMENTAL.
El acto de fe se incluye de manera natural en el objeto de la teología fundamental.
Sin fe no podemos hablar de revelación.
El objeto de la TF no es una realidad considerada puramente en sí misma, sino que
está esencialmente constituida por la acción de Dios y la respuesta del hombre.
Entonces podemos decir que la revelación es el objeto primario de la TF. La revelación
en cuanto es objeto no es un concepto a priori sino que la revelación es la
autocomunicación personal y libre de Dios a los hombres, es decir se va dando. Por
ser autocomunicación, personal y libre se sitúa en otro nivel distinto de la creación,
en el nivel de lo sobrenatural.
Cuando hablamos de REVELACIÓN hablamos de Dios que sale al encuentro del
hombre, para mostrarle su intimidad. Este Dios que se revela, va mucho mas allá de
lo que el hombre pueda pensar de él, mucho más de lo que el pensamiento pueda
afirmar de él.
Es el Dios Uno y Trino que se da a conocer y se entrega en Cristo. El conocimiento
y la entrega es un solo movimiento. No se puede hablar de Revelación sin Cristo como
dice la DV.
La CREDIBILIDAD viene con la revelación, no podemos separar la credibilidad de Dios.
La CREDIBILIDAD expresa y muestra el PARA el hombre. El PARA el hombre que
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es esencial a la revelación de Dios, da cuenta de dos aspectos inherentes a la
revelación:
 Continuidad: Entre la revelación y el Espíritu humano. Esto significa que el
mensaje revelado por Dios puede ser conocido. La razón tiene que ser
perfeccionada e iluminada por la fe. Si solo hubiera continuidad, la revelación
correría el peligro de pensarse que todo es del espíritu humano y estuviera
compenetrada de racionalidad.

 Discontinuidad:
Una vez dada la revelación el hombre puede pensarla e integrarla como
conocimiento de fe.
La revelación se presenta como creíble, es decir, digna de ser aceptada por la
fe, porque responde a la búsqueda de la verdad plena, del sentido total de la
vida y de la fecundidad de la vida social.
La revelación va más allá de las meras exigencias del espíritu humano. La
revelación siendo la respuesta que el hombre espera, exige al mismo tiempo
que el hombre salga de sí mismo y responda a su ves con la entrega de la fe.
La fe entonces es un ponerse en manos de DIOS.

3. REVELACIÓN Y FE

CONCILIO DE TRENTO
No usa el termino revelación, ¿empleará algún termino equivalente?
El concilio utiliza el término EVANGELIO para designar la revelación. La revelación
encuentra en el evangelio, el punto máximo.
 1°: La Iglesia enseña en primer lugar, que ha recibido la buena nueva, prometida
por los profetas, promulgado por Jesucristo y predicado por los apóstoles a toda
criatura.
EVANGELIO

PROMETIDO

PROMULGADO X CRISTO

PREDICADO

 El Evangelio como la fuente única de toda verdad que salva y de toda disciplina
de costumbres.
 2°: Esta verdad que salva (evangelio), está contenida en los libros sagrados y en
las tradiciones no escritas.
 3°: El concilio enseña que recibe con igual piedad y reverencia los libros del
antiguo y del nuevo testamento y las tradiciones no escritas que proceden de la
boca de Cristo o del dictado del Espíritu Santo y se conservan en la Iglesia católica
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mediante la sucesión apostólica (es el medio por el cual se perpetua y permanece
en la Iglesia la autoridad de Cristo).
El concilio enseña, además, que la justificación (término clave en Trento) es la
verdadera y sana doctrina que Cristo enseñó, los apóstoles transmitieron y la Iglesia
con asistencia del Espíritu Santo, sostuvo siempre. Esta palabra cuando es acogida,
salva. El concilio señala frente a la doctrina protestante, de la justificación por la sola
fe, la necesidad de la gracia y a la ves la libre cooperación del hombre con la acción
divina.
En resumen, el concilio de Trento enseña, que la revelación, aquí llamada EVANGELIO,
es la doctrina anunciada por los profetas, promulgad por Cristo, transmitida por los
apóstoles y conservada en la Iglesia.
La fe con la que el hombre responde a la revelación, es un asentimiento (aceptar, hacerlo
tuyo, comprometer toda la vida) a la verdad de lo que Dios ha manifestado. Para poder
asentir hay que conocer bien la verdad, sino ese asentimiento es débil.

CONCILIO VATICANO I
Al final del s. XIX, en el cual se escribe el concilio, se vio atravesado por la discusión
entre la “fe y razón”.
La discusión empieza a partir de pensamientos de tres autores claves: Descartes,
Spinoza y Hume. De aquí surge, el positivismo, el idealismo, kantismo, y acaba siendo
un verdadero desafío para la fe cristiana, que está basada en la revelación y la fe.
El concilio va responder a estas ideologías:
 Afirma o combate contra el hegelianismo: la distinción de Dios, respecto del
mundo, el mundo es obra de Dios, pero no es Dios. También afirma que Dios creo
el mundo libremente y no para alcanzar su perfección y no porque necesitase
perfección.
 Frente al deísmo (Dios creo al mundo, pero se desentendió de él): Dios cuida
y gobierna el mundo con su providencia. Dos características de la providencia,
según el CEC: concreta e inmediata.
 En el capítulo II, la Dei Filius, comienza afirmando, la cognoscibilidad natural
de Dios, con esto afirma la verdad del racionalismo (la razón tiene capacidad de
conocer a Dios). De este modo se recoge la verdad del racionalismo. (¿qué verdad
recoge del racionalismo, el Vaticano II?
¿Cuál es la falsedad de la verdad de la razón? La razón no es la facultad perfectamente
adecuada para el conocimiento en el campo religioso. Esto significa que la razón tiene
sus límites. Pero tiene una cierta capacidad de conocer en este campo.
La posibilidad del conocimiento natural de Dios, a través de las cosas creadas, va
dirigida aquí a la justificación de la fe de Dios y en su revelación frente a los diversos
gnosticismos (Dios existe, pero de él no podemos saber gran cosa).
La otra posibilidad es la REVELACIÓN SOBRENATURAL, que está basado en la
cognoscibilidad natural de Dios.
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A la posibilidad del conocimiento racional de Dios le adviene la posibilidad de la
revelación sobrenatural. A través de la fe se puede penetrar el misterio de Dios.
La REVELACIÓN SOBRENATURAL esta afirmada como una acción manifestativa de
Dios, acción que se pone en relación con 2 atributos divinos: sabiduría y bondad, con
ello el Concilio quiere poner de manifiesto que la Revelación es un acto de amor y de
enseñanza, es un acto de trasmisión del conocimiento que Dios tiene de sí mismo y de
su designio salvador sobre los hombres.
A continuación, la “DEI FILIUS”, desde un punto formal, nos habla del contenido de la
Revelación:
+ En primer lugar, verdades cognoscibles en sí para la sola razón pero que gracias a que
ha sido reveladas pueden ser conocidas por el género humano con certeza y …….
EL concilio da a conocer la verdad sobrenatural de Dios que supera absolutamente el
alcance y las posibilidades de la razón humana.
EL Concilio pone en relación inequívoca la Revelación y la Salvación.
Revelación: nace de la bondad de Dios y es absolutamente necesaria para que el hombre
alcance los bienes divinos a los que esta ordenado por su vocación.
En el capítulo III, se relacionan REVELACIÓN Y RAZÓN.
“El hombre depende totalmente de Dios como su creador y Señor y la razón creada está
plenamente sometida a la verdad increada”, sino respondemos a Dios el hombre se
diluye.
Respondemos a Dios con el pleno obsequio de la razón y la voluntad que constituye la
fe. Estamos obligados a responder a Dios, pues solo en la verdad increada, nuestra
razón podrá alcanzar su plenitud.
Por la fe, creemos que son verdaderas las cosas reveladas por Dios, no por la intrínseca,
verdad de las cosas conocida por la luz de la razón, sino por la autoridad del mismo
Dios que se revela, que no puede engañarse no engañarnos.
Definición de Revelación De Filius: Según esto, la Revelación es una comunicación de
verdad realizada por Dios que es aceptada por la autoridad del mismo Dios que se revela
y no por la evidencia de la manifestación.

CONCILIO VATICANO II
La más amplia enseñanza del magisterio de la Iglesia sobre la Revelación ha tenido lugar
en el Concilio Vaticano II.
La constitución dogmática Dei Verbum (18/11/1965), fue promulgada a puertas de
clausurar el Concilio.
Su doctrina se sitúa entre Trento y Concilio Vaticano I. Toma como base esas doctrinas.
El Magisterio nunca parte de cero.
El Magisterio quiso ofrecer una presentación completa, integral de la Revelación.
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La constitución DV consta de 6 capítulos:
1. Que interesa particularmente a la Teología fundamental. “IPSA REVELATIONE”
2. “DE DIVINA REVELATIONE TRAMITIONE”
Interés compartido:
o Teología fundamental.
o Teología dogmática.
o Introducción a la Teología.
El concilio sigue une esquema propiamente teológico.

4. LA REVELACIÓN ENTREGADA A LA IGLESIA: El depósito de la fe


La Iglesia no es poseedora de la verdad, tiene un cargo de servicio a la verdad, porque
la verdad es superior a nosotros. La Iglesia se presenta al mundo como una propuesta
gozosa de fe.
La Revelación no es un fósil de museo, Sino una realidad viva de la Iglesia.
Una vez terminada la Revelación pública se convierte en Depósito de la fe. El depositario
tiene el deber de conservar intacto este depósito para luego trasmitirlo.
El depósito que se ha de conservar en la Iglesia es el de la Fe, es decir la predicación
apostólica que es norma de fe, fuente de vida que ha sido recibido una vez y para siempre
y que ha de ser trasmitido fielmente.
DV 8: “… los apóstoles trasmitieron todo lo necesario para una vida santa y para
una fe creciente para el pueblo de Dios”. Por ser norma de fe es esencial al depósito
la función de ofrecer la norma de fe (regla de fe) para cuidar el depósito de fe. La idea de
regla de fe, fue desarrollado por san Ireneo en su lucha (s. II) contra los gnósticos.
Ireneo apela a la fe recibida de los apóstoles, esta fe recibida se proclama en la fe o en
la pila bautismal. Esta fe es accesible en la profesión de fe bautismal, en iglesias de
fundación apostólica. Según este contexto las doctrinas gnósticas son ajenas a la
doctrina de fe. Las doctrinas gnósticas son FALSAS porque son ajenas a la regla de fe
que se profesan, son ajenas a la sucesión apostólica.
Esta fe recibida de los apóstoles es accesible en la profesión de fe bautismal.
Las corrientes gnósticas son falsas porque están desvinculadas del depósito de la fe y
son ajenas a la regla de fe que se profesa.
En el s. IV Vicente de Lerins ofrece los criterios básicos para comprobar si una doctrina
pertenece a la verdad revelada. Este es el criterio: “En la Iglesia católica debe ponerse
todo cuidado en sostener firmemente lo que ha sido creído en todas partes, siempre y
por todos”. La doctrina que la Iglesia enseñó y practicó en todas partes, entonces está
doctrina es verdadera y viene de Cristo.
Por tanto, si se entiende correctamente el “depósito” de la fe, no implica presentar la
revelación como algo estático o inerte. La custodia y la fidelidad al depósito de la fe, no
excluye un auténtico progreso en el sentido de la inteligencia y comprensión del
inagotable misterio de Cristo.
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El depósito de la fe es una realidad viva, tanto por que encierra, que es la Palabra viva
y eficaz de Dios como por el lugar que se halla y es custodiada, que es en la conciencia
de la Iglesia que vive de la verdad de Dios y esta Iglesia la da a conocer.
Dios habla a cada hombre mediante la Iglesia. La Iglesia que vive del testimonio
apostólico, es entonces el lugar de la comunión de la fe y de la vida.
Sin la Iglesia, la revelación quedaría diluida. El Señor ha querido confiar a la Iglesia,
que es frágil, como es el hombre; pero la Iglesia no es cuestión de hombres sino de Dios.
La Iglesia continua no reemplaza, la acción salvadora de Cristo por medio de la
predicación y reconciliación. La Iglesia también es el ámbito, contexto vital en el que se
encuentra la realidad plena de la verdad salvadora.
La misión de la Iglesia con respecto a lo recibido es conservar y transmitir fielmente lo
que ella recibió hasta el fin de los tiempos. El servicio de conservar y transmitir la
revelación cristiana que compete a la Iglesia no es el resultado de una determinación
histórica. No es una función que la Iglesia ha asumido en algún momento de su historia,
sino que está en su origen, en su naturaleza. La Iglesia por eso se halla en la misma
línea de la mediación de Cristo participada por los apóstoles. Cristo ha hecho participe
a los suyos de su misión “… así como el Padre me envío, yo los envío a ustedes” y así la
Iglesia es la misma presencia de Cristo.
La Iglesia forma así parte esencial del designio divino de autocomunicarse (Dios se
quiere autocomunicar). Así pues, se da una dependencia mutua entre la revelación y la
Iglesia (se necesitan ambas).

5. NATURALEZA DE LA REVELACIÓN
Una manera de entender la naturaleza de la revelación es:

 Revelación – creación: entre revelación y creación no puede haber una


separación radical. La creación no es algo natural, sino que es creación de Dios,
está relacionada con Cristo.

DV: “Dios ofrece a los hombres un elemento, un testimonio perenne de sí mismo


en las cosas creadas”.

Revelación y creación no se separan, pero tampoco se confunden.


La revelación implica una intervención libre y amorosa de Dios que no está en el
orden del puro acto creador. La revelación de Dios es libre y es un don de su amor,
la creación está en otro nivel.

Ciertamente el único hombre que existe, es el hombre llamado a la comunión con


Dios, el hombre dotado no solamente de razón que forma parte de la creación sino
también que es un destinatario de la revelación.

 Revelación – salvación: Dios se revela porque quiere salvar al hombre y la


revelación forma parte de ese designio salvador. La revelación forma parte de la
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salvación, pero no se identifica con ella. Dios no condiciona (no obliga al hombre)
de forma absoluta su salvación a la aceptación formal de su revelación en Cristo.

La revelación de hecho todavía no ha llegado a todos los hombres, mientras que


la voluntad salvífica y universal de Dios si alcanza a todos, sin excepción. LG 16:
“Los que inculpablemente desconocen el evangelio de CRISTO y su Iglesia y
buscan con sinceridad (sin autosuficiencias) a Dios y se esfuerzan bajo el
influjo de la gracia en cumplir la obra de su voluntad por el dictamen de la
conciencia” podrían conseguir la salvación.

Hay que afirmar con esto que hay una misteriosa relación entre todo hombre y
Cristo. El todo hombre hay una suerte de dinamismo interno que se manifiesta
como apertura, es decir busco la verdad. También se manifiesta como
interrogantes y como espera de una respuesta de un saber que no puede provenir
del propio espíritu, tiene que venir de fuera. Si esto es así la revelación es como
salvación para la inteligencia, porque es respuesta a sus interrogantes. La
revelación salva a la inteligencia, porque libra al conocimiento del riesgo del error
en las cuestiones últimas del saber y de la realidad, pero no solo libra del error,
sino que en Cristo le ofrece la verdad. En ese sentido la revelación como respuesta
y como fuente de sentido último de la existencia, está en la base de la dimensión
sapiencial del conocimiento de fe.

La revelación, es buena tomarla en cuenta, porque forma parte de la credibilidad,


esa forma sapiencial que da la fe. Una dimensión de esa palabra es la Biblia.

Sin la revelación, la salvación de Dios se confundiría con una causalidad humana


o histórica. La palabra de Dios es la hermenéutica de la propia vida.

El hombre que es salvado por Dios debe colaborar libremente a esa salvación. La
respuesta del hombre es requerida continuamente, el hombre solo se salvará si
quiere. Al aceptar la revelación de Dios, empieza el proceso de justificación, que
acaba en la vida eterna.

 Revelación-historia: La historia es el medio de la revelación, la cual se presenta


como tal “revelación en la historia”. También la revelación se hace historia. Al
mismo tiempo la revelación no se confunde con la historia, sino que mantiene
una reserva frente a ella.

Si Dios se revela en la historia, adquiere importancia esa cultura en la que se


revela.

 Hay tres momentos de la revelación de Dios a los hombres: la creación,


en la historia (salvación) y en la gloria. Son como grados de menos a más.
Cada grado de la revelación prepara y está ordenado al siguiente.
o La revelación de Dios en la creación es MEDIATA, porque es a través
de sus criaturas que Dios se manifiesta, pero corresponde al hombre
el esfuerzo de buscar la claridad y la firmeza en el testimonio de las
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creaturas sobre su creador. Porque muchas veces la criatura no da
el testimonio de la bondad del creador.
o La revelación en la historia es PERSONAL e INMEDIATA, porque
responde a una iniciativa de Dios. Aquí Dios abre el misterio de su
vida, lo cual equivale aceptar el compromiso de la fe. La revelación de
Dios en la historia es como el criterio para entender las otras formas
de revelación y sobre ellos se funda la unidad de la revelación.
A cada etapa de la revelación corresponde una iluminación particular
de nuestro conocimiento. Sin fe no se puede acoger el misterio de
Dios.
o En la gloria, ya no es fe, sino que corresponde la CARIDAD EN
GRADO SUMO. A Cristo ya lo poseemos por la fe y la caridad, pero
en la gloria será pleno (visión beatífica, solo se da después de la
muerte).

6. REVELACIÓN Y RELIGIÓN: 2 posturas católicas


Posturas teológicas:
 Las religiones no cristianas pertenecen al reino de la creación y se funda en la
alianza con Noé, que es una alianza cósmica, que comporta la revelación de Dios
en la naturaleza y en la conciencia de cada hombre.

A partir de la herida que la creación ha recibido por el pecado, las religiones se


convierten en medios ambiguos, ya poco claros. Por tanto, en la medida en que
conservan elementos de aquella alianza cósmica, contienen valores positivos que,
sin embargo, no contienen valor salvífico. Así mismo, las religiones por su
ambigüedad, pueden constituir obstáculos para la salvación.

El signo más evidente de la presencia del mal en las diversas religiones es la


autosuficiencia, que es considerar como definitivo y universal el nivel alcanzado
por ellas y por tanto se hace impermeables a cualquier valor que estimule su
propia superación, y por tanto también su apertura al cristianismo.

El pecado original no ha corrompido irreparablemente a todo el hombre y por eso


a pesar, de las ambigüedades de las distintas religiones estas representan
diversas etapas del camino humano hacia Cristo. En ellas, como decía Justino,
hay como ciertas semillas del Verbo. En ese sentido las diversas religiones no
contienen medios de salvación en sí mismo, sino valores que pueden y deben ser
transformados, salvados, integrados en la catolicidad de la Iglesia.

 Representante sobresaliente: Carl Rahner. Rahner parte de dos principios


fundamentales:
o Voluntad salvífico universal de Dios:
o Realismo de la gracia
Para que la voluntad salvífica universal de Dios pueda ser tomada en serio la gracia (lo
que nos hace gratos antes Dios y nos viene por los sacramentos) tiene que afectar a todo
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hombre de un modo ordinario, no extraordinario. Esto supone que todo el espacio de la
vida del hombre debe estar atravesado por la presencia activa de la gracia ¿de qué
manera? La gracia entra dentro de los constitutivos esenciales del hombre, en lo que
parece como un constitutivo histórico, a lo que Rahner lo llama concepto “existencial
sobrenatural”.
Mediante la noción “existencial sobrenatural” se viene a decir pues que lo sobrenatural
es dado y realmente experimentado en la experiencia de cada persona. Aquí hay un
problema al decir lo sobrenatural, porque esto exige: libertad y gratuidad. De aquí se
deduce (de lo que dice Rahner) la existencia de una historia universal de salvación que
es coextensiva con toda la historia de la humanidad.
No se puede hablar por tanto de dos historias, una salvífica y otra no salvífica. En toda
la historia la voluntad salvífica universal de Dios está presente, aunque sea de manera
escondida. Toda la historia según esto es salvífica, y en la historicidad se da también la
revelación trascendental, pero el mero hecho de ser existente y vivo el hombre no solo
tiene que ver con la naturaleza sino también con la gracia. De aquí surge la teoría de
los “cristianos anónimos.” La cual dice, que, si toda gracia es necesariamente Crística y
esa gracia se da de alguna manera en todo hombre, ya que, a todos alcanza la voluntad
salvífica universal de Dios, resulta que todo hombre es radicalmente “cristiano”, aunque
no se habrá plenamente a Cristo, es anónimo, un cristiano que se ignora.
El Concilio Vaticano II se ocupó directamente de los no cristianos y de las religiones no
cristianas. De esta última se ocupó la Declaración “Nostra Aetate” (se ocupa de las
religiones no cristianos), en el resto de los documentos del Concilio se trata siempre de
los no cristianos. Esta distinción es importante, tratar de los no cristianos y del modo
del cómo se puede salvar, tenían una amplia tradición teológica que venían de los
Padres, en cambio, no existía en absoluto, doctrina, tradición, enseñanza respecto a las
religiones socialmente constituidas.
Los no cristianos pueden conseguir la salvación eterna, no por sí mismos (Ad gentes
n°8), sino por el impulso de la gracia ayudados por la gracia divina, que los lleva a
buscar sinceramente a Dios, y esforzarse en ser fieles a su conciencia y llevar una vida
recta.
La Iglesia también aprecia todo lo bueno y verdadero que se puede dar en las diversas
religiones y lo considera como preparación al Evangelio; ya que Cristo es el principio de
salvación para todo el mundo. La incorporación al misterio pascual de Jesús está
abierta a todos los hombres de buena voluntad en cuyo corazón obra la gracia de
manera invisible.
Cristo murió por todos y la vocación suprema del hombre es una sola, la divina. En
consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo, ofrece a todos la posibilidad de que
en la forma solo de Dios conocida, se asocien a este misterio pascual (Gaudium et Spes
n°22).
La enseñanza sobre las religiones que se contienen en la declaración “Nostra Aetate”,
relaciona la religión con la respuesta al enigma del hombre. “Los hombres esperan de
las religiones la respuesta, a los enigmas recónditos de la condición humano, que hoy
como ayer conmueven sus corazones” (n°1)
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La Iglesia católica no rechaza nada, de lo que en esas religiones hay de verdadero y
santo. Considera con sincero respeto aquellos modos de obrar y de vivir los preceptos y
doctrinas que, aunque discrepen mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces,
reflejan un deseo de aquella verdad que ilumina a todos los hombres. Por eso la Iglesia
anuncia, y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo: Camino, Verdad y
Vida para los hombres.

7. LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS RELIGIONES

1. Unicidad y universalidad de Cristo alcanza también a la Iglesia


Cristo es el único salvador del mundo y una sola es la Iglesia de Cristo (sacramento
universal de salvación.
La alcanza: La Iglesia es el cuerpo de Cristo, sacramento universal de salvación, fuera
de ella no hay salvación.
La salvación que para todo hombre puede venir de Cristo, hace referencia también a la
Iglesia que anuncia a Cristo y que continua su obra redentora.
Yo creo en la Iglesia en la medida que depende de Cristo. Cabeza y cuerpo están
indisolublemente unidos.
La manera de revelarse Cristo es a través de su cuerpo, es decir de la Iglesia. El único
que salva es Cristo y ya que la Iglesia está unida a Cristo, entonces no hay salvación
fuera de la Iglesia. Es importante afirmar la supremacía de Cristo, que está por encima
de la Iglesia, pero no sin ella.
La Iglesia no debe ser entendida en sentido jurídico, como formada por todos los
bautizados, sino más bien entender la Iglesia considerada como MISTERIO.
Cristo es el sacramento y signo visible del encuentro con Dios, el sacramento sería la
Iglesia y Cristo está en el centro.
2. No minusvalorar el valor eclesial de la salvación
Al afirmar la centralidad de Cristo no podemos minusvalorar el sentido eclesial de la
salvación. Este olvido (minusvalorar) sería un error, porque se caería en una visión
anárquica de la gracia, es decir la gracia está en todas partes, y esto nos lleva a
desfigurar a Cristo, y así afectaría a la unicidad de la salvación de Cristo. Por eso la
Iglesia es la garantía de que Cristo no se desfigure. La Iglesia no es una alternativa, sino
que es el camino que Cristo ha mostrado para seguirle.
Por eso se debe afirmar que la acción de la gracia, fuera del recinto de la Iglesia, no tiene
lugar independientemente de la Iglesia, considerada en su misterio.
Los factores extra-ecclesiales de salvación son intrínsicamente insuficientes, si se
consideran como entidades autónomas, absolutas, autosuficientes. Solo descubren su
valor salvífico en la medida en que se los considera como entidades referenciales, en
cuanto tendencia a desembocar a la Iglesia.
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3. A la luz de lo que hemos dicho hasta el momento, tiene sentido lo que dice
el CV.II en su declaración sobre la libertad religiosa “Dignitatis Humanae”:
“creemos que esta única y verdadera religión, subsiste en la Iglesia católica y
apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los
hombres.”
La Iglesia de Cristo está donde hay legítima eucaristía, y donde hay esto se conserva
legítima sucesión apostólica.
CVII llama a los ortodoxos verdaderas iglesias particulares. La teología entonces se
pregunta si no es necesario la comunión con Pedro.
La comunión con Pedro es esencial para ser Iglesia de Cristo, comunión con la cabeza.
En el caso de los ortodoxos, dice la teología, por ser consideradas Iglesias particulares,
sin embargo, al no estar en comunión con Pedro, están heridas en su eclesialidad,
heridas en el corazón.
De ahí pues, el término subsiste es un término que no debe relativizar a la Iglesia
católica.
Por eso de este modo, se afirma que existen elementos de verdad, en las religiones, pero
la verdad plena se encuentra en la Iglesia de Cristo. De ahí, brota la obligación de buscar
la verdad, de modo particular sobre Dios y la Iglesia, y una vez conocida adherirse a
ella.
4. En cuanto a la pregunta, de si ¿en las religiones hay revelación y si tienen
valor salvífico?, aquí la respuesta debe ser matizada.
Respecto a la revelación se debe establecer una primera distinción, entre el concepto
teológico de revelación y el concepto fenomenológico.
Concepto teológico: Dios que sale al encuentro y habla al hombre como amiga y muestra
su plan de salvación y lo hombre lo acoge por la fe y se adhiere a ella. En este último
sentido (concepto fenomenológico) son religiones de revelación fundadas sobre una
revelación divina.
En estas religiones ¿hay en las religiones verdaderas auto-comunicación divina como se
ha dado en cristo? Rpta. Es indudable que en el judaísmo hubo una auténtica revelación
de Dios y el testimonio son los libros de AT. Los cuales sin embargo solo reciben su
pleno sentido en el Nuevo Testamento. La comisión teológica internacional nos enseña:
“la dimensión gnoseológica no puede estar del todo ausente allí donde reconocemos
elementos de gracia y salvación”. Esto en ningún caso justificara que podemos poner en
el mismo nivel el libro del AT con los demás libros sagrados de otras religiones. No se
puede excluir una cierta iluminación divina en la redacción de dichos libros. Sin
embargo, no se pueden considerar como “inspirados” como lo son los libros canónicos
(DV 12).
Misterio de comunión: designa el cuerpo de Cristo en Lumen Gentium
Complementar la lectura Lumen Gentium con “communionis notio” (congragación de la
doctrina de la fe - 1992)
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5. Por lo que respecta a la salvación, ¿contiene las religiones valor salvífico?,
se ha discutido esto en las aulas el concilio y la declaración “Nostra Aetate”: en
las religiones no cristianas, hay elementos de verdad, que han podido tener algún
valor salvífico, para que las personas sin conocer el evangelio han vivido en esas
religiones de manera que han podido constituir para ellas una ocasión de
salvación y una preparación para la plena incorporación a Dios, que se signifique
y causa en la Iglesia. En consecuencia, la relación entre las religiones no
cristianas y el cristianismo o la Iglesia es en una perspectiva histórica-salvífica,
la que hay entre la preparación y el termino a la que conduce esta preparación.
El magisterio ha puesto de relieve que hay una presencia de Espíritu Santo, del espíritu
de Cristo en las religiones; a la luz de esta presencia no se puede excluir la posibilidad
de que estas ejerzan como tales una cierta función salvífica.
Si el Espíritu Santo obra de modo salvífico en los corazones de los hombres, tomados
como individuos, no resulta fácil justificar que no pueda ser salvífica su acción en las
religiones y en las culturas.

8. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA SOBRE LA FE

a) El concilio africano de “Orange” (provincial), se realizó s. VI (529) a propósito


de la controversia d ellos pelagianos (resaltaban mucho el dezmero de la gracias).
Este concilio recoge y apoya la doctrina de Agustín, el concilio condena la opinión de
quienes defienden el “initius fidei”, el inicio, aumento y gusto de la fe no se debe a la
gracia divina sino a un movimiento natural del espíritu humano.
Este concilio censura la doctrina según la cual el consentimiento y la predicación del
evangelio puede tener lugar con las fuerzas naturales, sin la iluminación e inspiración
del Espíritu Santo.
Defiende contra el pelagianismo y el semipelagianismo.
b) El Concilio Ecuménico de Trento: que va a intervenir en el tema de la fe a
propósito de la controversia con los protestantes, sobre todo habla del proceso de
la fe en la justificación, la fe forma parte del proceso de la justificación: “la fe
forma parte de las disposiciones para la justificación”
El hombre se prepara para la justificación cuando impulsado y movido por la gracia
divina recibe la fe. La fe por tanto es gracia es respuesta y asentimiento a la verdad de
la revelación salvadora.
En cuento a las virtudes (fe, esperanza y caridad), Trento enseña que se reciben en el
mismo acto de la justificación, junto con la remisión de los pecados.
El Concilio reconoce el papel de la fe en la justificación, pero no admite como válida la
interpretación protestante que afirmaba Lutero, respecto al texto paulino Romanos 3,
22 “la justificación tiene lugar por la fe”. El Concilio enseña que la fe es comienzo y raíz
de la justificación y de la salvación, pero no la causa de la justificación.
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Pbro. Martín Arenas Calagua


En cuanto la “vana fe fiducial” (fe sin obras), el Concilio enseña que NO existe ninguna
señal segura de predestinación verdadera, por lo que no conviene abandonarse
temerariamente a la confianza de estar justificado.
El Concilio enseña que la fe y obras cooperan en el crecimiento y aumento de la
justificación.
1. Una consecuencia de la no identificación entre fe y caridad, es que por el por el
pecado grave se pierde la gracia y la caridad, pero no la fe, a no ser que se trate
de un pecado contra la propia fe.

c) El Concilio de Vaticano II:


Da una definición de fe. La fe es el inicio de la salvación y afirma que la fe es una virtud
sobrenatural mediante al cual, impulsados y ayudados por la gracia de Dios, creemos
que son verdaderas las cosas divinamente reveladas por él, no por la verdad
intrínsecamente de las cosas conocida por la luz natural de la razón sino por la misma
autoridad del mismo Dios que se revela, que no puede engañarse ni engañarnos. Esto
lleva al Concilio a presentar la relación entre la fe y la razón en el mismo acto de fe y
dice que la fe es como obsequio del consentimiento de la razón y por lo tanto no un
movimiento ciego del Espíritu. En cuanto obsequio acorde con la razón, la fe va preparada
con signos externos (milagros) que acompañan a los auxilios internos de la gracia. Estos
signos hacen que la fe sea razonable.
Por otra parte, la fe es don de Dios y no solo una decisión humana, el hombre debe sin
embargo aceptar libremente y al hacerlo coopera con su salvación.
La fe y la razón representan un doble orden de conocimiento, no solo por su origen
también por su objeto. La razón ayuda a conocer los fundamentos de la recta fe y a
cultivar la teología, mientras que la fe libra a la razón del error y al guía en el camino
del conocimiento.
En la declaración “Dignitatis Humanane” n10:
El concilio termina afirmando el carácter voluntario de la respuesta de fe …
No se puede imponer nada en materia religiosa, todo es libre.
DV 5: “Cuando Dios revela hay que prestarle "la obediencia de la fe", por la que el hombre
se confía libre y totalmente a Dios prestando "a Dios revelador el homenaje del
entendimiento y de la voluntad". Para llegar a la fe es necesaria la gracia de Dios, que
previene y ayuda y los auxilios internos del Espíritu Santo, junto con la respuesta libre
del entendimiento y la voluntad.
Hay que poner de manifiesto el carácter personal de la fe. Es decir la fe no solo afecta a
la inteligencia sino también a la entera existencia del creyente. La fe es una entrega total
de la persona a Dios que nos sale al encuentro (carácter o dimensión de la fe). El
necesario asentimiento de la inteligencia al acto de fe, forma parte de la misma entrega
de la persona en su totalidad.
El tema de la fe en CIC esta inmediatamente después del tema de la revelación en Cristo
y antes de la trasmisión de esta revelación en la Iglesia.
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Pbro. Martín Arenas Calagua


Orden: Revelación en cristo, la fe, la trasmisión de la revelación en la Iglesia.
La fe está dirigida a Dios y a sus palabras.
El CIC sigue un orden catequético. El creyente no encuentra la revelación en un vacío
sino en la Iglesia. El CIC pone de manifiesto el carácter eclesial e intrínseco a la fe.
En el CIC la fe esta de modo complementario como asentimiento de la inteligencia,
adhesión de la toda la persona como acto personal y eclesial a la vez.

- Revelación en Cristo
Dei Verbum
- Fe (respuesta)
(nivel teológico)
- Transmisión de la Iglesia

- Revelación en Cristo
Catecismo - Iglesia (Depositaria y
(nivel catequético) transmisora de la fe)
- Fe

Digamos que el CEC sigue un orden catequético pone de manifiesto el carácter eclesial
intrínseco a la fe. Además, la fe aparece de modo complementario como asentimiento de
la inteligencia, pero a la ves como acto personal y eclesial de la fe (CEC n°150)

9. LA POSIBILIDAD DE LA REVELACIÓN
Presupuestos teológicos y antropológicos:
Para fundar la posibilidad de la Revelación de Dios se requiere contar con un concepto
de Dios y del hombre que hagan posible esta revelación (que Dios se auto comunique y
que el hombre responda).
Imagen de Dios
Características: solo puede haber revelación si hay un Dios:
1. Dios Trascendente, Solo puede ver Revelación si existe un Dios que es
TRASCENDENTE, que no se diluye en cosas materiales.
2. Dios Personal, me sale al encuentro, que busca y que habla como amigo.
3. Dios libre, actúa gratuitamente.
Solo puede revelarse la persona que posee una intimidad propia a la que solamente solo
se accede por su auto-manifestación y que al mismo tiempo es capaz de la decisión libre
de darse a conocer. Dios que creo por amor no agoto sus posibilidades de revelación en
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Pbro. Martín Arenas Calagua


la creación, no agoto sus posibilidades de auto comunicación en el mundo creado, su
amor no se agotó al crear el mundo. Por esta idea, el panteísmo y el deísmo quedan de
lado porque estas concepciones con incompatibles con una auténtica libertad y con el
amor que solo está en Dios.
La revelación sobrenatural de Dios no pretende corregir no completar, ni corregir a la
creación, sino inaugurar la vida de la gracia, que acaba afectando a la misma creación.
Imagen de hombre
El hombre destinatario de la Revelación divina, solo es capaz de recibirla si es capaz de
relacionarse con Dios y además si el mensaje o la acción que recibe no le destruyen
como hombre en su razón o en su libertad.
Lo que niegan la posibilidad de la Revelación parten de una concepción de la autonomía
de la razón que no pueden ser verdaderamente humana. La autonomía de la persona
no consiste en la soberanía excepta de todo vínculo, sino que está sujeta a normas
morales. Además, el hombre no recibe la revelación en una manera enteramente pasiva.
El actor de creer es profundamente humano. Hay que tener en cuenta que la verdad
revelada es más grande que la razón y su capacidad. La razón examina la credibilidad
de la razón.

10. LA CREDIBILIDAD, PROPIEDAD DE LA REVELACIÓN CRISTIANA

1. La credibilidad se recibe “ex – auditu” y no “ex – visu”, pero eso no significa que
que todo quede en una mera audición de un mensaje, para poder creer de un
modo coherente es preciso que una vez escuchada la revelación se cuente con
suficientes razones para identificar la revelación como proveniente de Dios.
La revelación debe poseer dichas características que la hagan discernible entre
otras propuestas y discursos. Así pues, la credibilidad de la revelación hace
posible que la entrega de la fe sea razonable, la fe no es absurda, la fe se hace
razonable por la credibilidad de la revelación. Se puede decir entonces que la
credibilidad es la propiedad de la revelación cristiana por la que, a través de signos
ciertos, aparece acreditada como realidad adecuada al modo de conocer humano
y por tanto digna de ser creída.

2. La credibilidad de la revelación no es objeto de fe sino que es accesible a la


comprobación humana. No se puede establecer la credibilidad de la revelación
como una pura cuestión “en sí” es decir, como puros contenidos objetivo sino
también por independientemente de la subjetividad de cada persona.
En el examen de la credibilidad de la revelación el conocimiento se ve acompañado
de la aptitud moral, es decir, por la actuación de la libertad de cada uno que está
dispuesta positiva o negativamente.

3. La elaboración teológica de la credibilidad de la revelación depende esencialmente


de la concepción de la fe de la que se parte. La credibilidad consiste en captar la
conexión de unos indicios de una visión sobrenatural del mundo y la justificación
de aquella mediante de aquellos indicios. En ese sentido la credibilidad no es un
estadio intelectual previo a la fe sino el mismo acto de fe.
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Pbro. Martín Arenas Calagua


4. Existe además una credibilidad de cristianismo se dirige más a la concreta y
determinada encarnación de la revelación ya constituida en su desarrollo
histórico.
En todo caso la credibilidad se refiere al cristo mismo y no a realidades humanas.

5. No se pueden separar la revelación y la credibilidad, asi tampoco no se puede


separar el reconocimiento de la verdad y el compromiso de vivir de acuerdo a ella.

6. De acuerdo con esto la credibilidad de la revelación tiene un triple cometido:


o Hacer comprender el sentido y el alcance del mensaje de salvación.
o Acreditar este mensaje como proveniente de Dios.
o Provocar la respuesta de fe.

7. La credibilidad estable la relación entre el acontecimiento histórico y el misterio a


que da ligar la única revelación cristiana. El conocimiento del acontecimiento y
de su significado prepara y llevan al conocimiento y a la aceptación del misterio

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