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San Agustin PDF
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Resumen
El presente artículo pretende recoger las claves fundamentales de la doctrina
sobre el alma de san Agustín de Hipona. Magna natura et magna quaestio est
(Hipona De, trad. 1968, 14, 4, 6), puesto que ocupará durante toda su vida el
pensamiento y las obras del santo obispo. Buscar su propia alma, adentrarse en
su santuario, descubrir la imagen de Dios en ella, su bondad, su grandeza, su
vida… para volverla luego a Dios, su origen y meta de todos sus esfuerzos. Tal
es el itinerario que nos traza el filósofo de Thagaste, sediento de verdad, que
acabará volcado en la fuente que sacia, la misma Verdad.
Palabras clave
Agustín de Hipona, alma, interioridad, inmortalidad del alma, facultades del *
Artículo de reflexión, categoría: es-
tudio interpretativo, desarrollado en
alma, grandeza del alma, relación con el cuerpo, alegría y reposo del alma, el marco de la asignatura: La qüestió
elevarse a Dios. del subjecte a la filosofia [La cuestión
del sujeto en la filosofía], dentro del
proyecto de investigación sobre el
Abstract pensamiento de san Agustín de Hipo-
This article seeks to establish the key elements of the doctrine of the soul of na llevado a cabo durante la maestría
en Filosofía y Estudios clásicos de la
St. Augustine of Hippo. Magna natura et magna quaestio est (De Hippo, trans., Universitat de Barcelona.
1968, 14, 4, 6), since it will take lifetime thought and works of the holy bishop. **
Licenciada en Filosofía por la
Universitat de Barcelona. Máster en
Searching your own soul, deep into its sanctuary, discovering the image of Filosofía y Estudios clásicos por la
God in it, his goodness, his greatness, his life ... to put it back to God, its origin misma universidad. Actualmente rea-
liza su tesis doctoral sobre san Agustín
and goal of all its efforts. This is the path the Thagaste philosopher shows us, de Hipona dentro del Programa de
thirsty of truth, that will eventually be dumped into the source that satiates the Filosofía Contemporánea y Estudios
same Truth. clásicos de la Universitat de Barcelona,
Barcelona, España, con la co-direc-
ción del Dr. Eudaldo Forment y del
Key words Dr. Ignacio Guiu.
Correo electrónico:
Augustine of Hippo, soul, inwardness, immortality of the soul, faculties of tamara.saeteros@gmail.com
the soul, greatness of the soul, relation to the body, joy and repose of the soul, Para citar este artículo use: Saeteros,
T. (2013). Por mi alma subiré a Dios.
ascend to God. El concepto de alma de san Agustín
de Hipona. Revista Civilizar Ciencias
Sociales y Humanas, 13(25), 189-210.
190 Tamara Saeteros Pérez
En el GL (Hipona De, trad. 1969), pare- sea en el pecado –y se plantea aquí la cuestión
ce inclinarse a aceptar la preexistencia de las del pecado original–, o en la gracia. De hecho,
almas; entiende que si no se opone ningún testi- su duda nunca se aclaró. Al final de su vida,
monio de la Escritura o argumento de la razón, en su último escrito (429-430), y de regreso al
el hombre habría sido creado en el sexto día, tema del origen del alma de los hijos de Adán,
en el sentido de que la razón causal del cuerpo reveló esta incertidumbre: “confieso que lo
humano ya estaba creada en los elementos del ignoro” (Hipona De, trad. 1984, 2, 178)13.
mundo, y su alma, a la manera en que al prin-
cipio fue creado el “día” y que, una vez creada, Naturaleza
permaneció escondida entre las obras de Dios,
hasta que, en el momento querido, Dios la ha- “Preguntas qué es el alma, te complaceré
bría infundido en el cuerpo (cf. Hipona De, trad. fácilmente; pues a mi parecer es una substancia
1969, 7, 24, 35). dotada de razón destinada a regir el cuerpo”
(Hipona De, trad. 1951c, XIII, 22)14. Ésta es
Más adelante, en la epístola a Jerónimo, la definición del alma que proporciona san
manifiesta conocer la opinión del presbítero Agustín en el De quantitate animae.
acerca de la creación actual de todas las almas
para los que nacen. Y presenta con más claridad Esta explicación nos aporta varias carac-
su pensamiento al expresar: terísticas del alma:
Cuando se dice que ahora crea nuevas – Substancia: según el lenguaje agustinia-
almas para cada uno de los que nacen y no no, cualquier cosa (realidad), sustancia,
las extrae de no sé qué fuente existente, ni las esencia o naturaleza, tiene las siguientes
desprende de sí como partículas propias, ni las propiedades: es una, se distingue del res-
propaga de la primera y original, ni las ata con to por su forma propia y no excede el or-
lazos carnales, por delitos cometidos antes de den natural (tiene su puesto exclusivo en
encarnar, no se afirma que Dios haga algo que dicho orden)15.
antes no hubiera hecho. En efecto, el día sexto
había hecho al hombre a su imagen, lo que ha – Racional: es la mejor parte del hombre y
de referirse, sin duda, al alma racional, y eso es por la que se coloca de un modo especial
lo que hace ahora, no creando lo que ya existía, por encima de todas las criaturas, puesto
sino multiplicando lo que existía. Y así, es ver- que no es un mero vestigio, sino imagen
dad que Dios descansó de crear cosas que no de Dios. No es por el cuerpo por lo que
existían; y es también verdad que hasta ahora el hombre es imagen de Dios, sino que
trabaja, no solo gobernando las cosas que hizo, lo es “a través de cierta forma inteligible
sino también creando numéricamente cosas que de mente iluminada” (Hipona De, trad.
ya había creado. (…) podemos creer que Dios 1969, 3, 20, 30)16.
hace ahora almas nuevas, no propagadas de la
primera, sino iguales a la primera (Hipona De, – Destinada a regir un cuerpo17: por ser la
trad. 1987, 166 [Ad Hieronymum], 5, 12)11. parte superior y porque su bien se eleva
sobre el bien del cuerpo, como indicare-
Según François Decret (2005)12, la posi- mos más adelante, al alma le correspon-
ción hacia la cual se inclinará finalmente Agus- de, por excelencia, mandar sobre el cuer-
tín será la del creacionismo, a pesar de que esta po y a éste, secundar los deseos del alma.
teoría, como indica el propio Agustín, amenace Por lo demás, respecto al problema de la
la antropología cristiana, haciendo de difícil ubicación local del alma, afirma que ésta
comprensión la solidaridad de las almas, bien se encuentra en todas y cada una de las
partes del cuerpo, como lo demuestra la nunca deja de ser alma; mas no siempre tie-
sensación de cualquier dolor: ne vida, pues cuando se aparta libremente de
Dios que es su vida, como anotaremos des-
Si nos produce dolor algo en un pie, lo exa- pués, muere; no obstante seguir viviendo. El
mina el ojo, lo publica la lengua, lo retira la “modo propio suyo” al que se refiere el santo
mano. Eso no ocurriría si el alma no sintie- implica la mutabilidad que le da su condición
ra en el pie, cumpliendo su función en cada de sustancia inferior.
parte. Y no sentiría lo que ocurre si estuviese
ausente (Hipona De, trad. 1988b, XVI, 25)18.
Y en cuanto a su moralidad, como queda
más claro en las controversias con los mani-
Fuera de las características que nos aporta queos, se demuestra que su sustancia es buena,
la definición, encontramos la de inmortalidad. pues vio Dios que todo era bueno. “Si se busca
Agustín la intentará probar de muchas maneras. la causa de la creación, la mejor y más pronta
En uno de sus primeros escritos que él mismo respuesta es: toda criatura de Dios es buena”
califica de oscuro y difícil de entender (Hipona (Hipona De, trad.1987, 166 [Ad Hieronymum],
De, trad. 1995, I, 5, 1)19 lo hace así: V, 15)23. Bondad aunada con libertad, tal es la
constitución del alma y por ella puede aún cons-
Concluimos, pues: si el alma es un sujeto, en truirse y moldearse según su voluntad.
el que la razón reside inseparablemente, y con
la misma necesidad con que los accidentes re-
siden en el sujeto; si el alma no puede ser sino El alma y sus facultades
alma viva; si la razón no puede residir en ella
sino con esa vida; finalmente, si la razón es Ya se ha dicho que el alma se conoce y se
inmortal: se concluye que el alma es inmortal ama, pero es justo dedicar ahora unas palabras a
(Hipona De, trad. 1988b, V, 9)20. las potencias que hacen posible estas operacio-
nes del espíritu humano.
Tampoco puede morir en razón de la vida
que ella misma es: “el ánimo no puede morir, ya Tres son las facultades que ve Agustín
que, si pudiera carecer de vida, no sería un áni- en el alma: memoria, inteligencia y voluntad.
mo, sino un objeto animado” (Hipona De, trad. “Ellos [estos tres poderes] constituyen una úni-
1988b, IX, 16)21. ca substancia espiritual; cada uno está conteni-
do en los otros y todos en cada uno y se distin-
Relacionando el alma con la verdad que guen mediante sus relaciones mutuas” (Hipona
la sustenta, como a toda existencia, con la in- De, trad. 1968, 10, 11, 18, citado en Oroz &
munidad de su ser respecto a convertirse en un Galindo, 2005).
cuerpo, o ser reducida a la nada por alguna otra
criatura espiritual (ángel o demonio), ni siquie- En el libro X de las Confesiones, describe
ra Dios, que vela por el bien del alma, continúa el tesoro que almacena la memoria:
dando Agustín argumentos a favor de su inmor-
talidad (Hipona De, trad. 1988b, XII, 19 y XIII, Heme ante los campos y anchos senos de la
20-22). memoria, donde están los tesoros de innu-
merables imágenes de toda clase de cosas
En la epístola a Jerónimo, comenta: “El acarreadas por los sentidos. Allí se halla es-
condido cuanto pensamos, ya aumentando,
alma humana es inmortal según un modo pro-
ya disminuyendo, ya variando de cualquier
pio suyo. Su inmortalidad no es omnímoda” modo las cosas adquiridas por los sentidos, y
(Hipona De, trad. 1987, 166, [Ad Hierony- todo cuanto se le ha encomendado y se halla
mum], II, 3)22, como la de Dios. Es inmortal allí depositado y no ha sido aún absorbido y
porque nunca deja de vivir en su naturaleza, sepultado por el olvido.
Cuando estoy allí pido que se me presente El entendimiento, aquello que principal-
lo que quiero, y algunas cosas preséntanse al mente nos distingue de las bestias; supera y está
momento; pero otras hay que buscarlas con por encima de todos los sentidos por su ampli-
más tiempo y como sacarlas de unos receptá- tud y profundidad (cf. Hipona De, trad. 1986b,
culos abstrusos; otras, en cambio, irrumpen en
2, 2). A ella se refiere en los Comentarios a los
tropel, y cuando uno desea y busca otra cosa
salmos: “Es por su medio [de la mente] que
se ponen en medio, como diciendo: “¿No se-
remos nosotras?” mas espántolas yo del haz comprendemos lo que es justo e injusto; distin-
de mi memoria con la mano del corazón, has- guimos lo verdadero de lo falso, eso se llama
ta que se esclarece lo que quiero y salta a mi intelecto” (Hipona De, trad. 1950, EN 42, 6)26.
vista de su escondrijo (Hipona De, trad. 1991, Es la potencia con la cual se comprende la ver-
X, 8, 12)24. dad (cf. Hipona De, trad. 1986a, 18, 20). Enseña
que en el niño está como si no existiera, se ha
También se presentan los recuerdos fáci- de estimular y desarrollar a medida que crece en
les, en el orden en que son llamados, se guardan edad y se va haciendo capaz de razonamiento e
las impresiones que entran por los sentidos, y instrucción (cf. Hipona De, trad. 2007, 22, 24,
tan poderosa es, que aún estando en silencio o 3). Es un instrumento potente de transforma-
en tinieblas, puede haber en mi interior tal des- ción de la naturaleza tanto para su propio per-
file de voces y colores que dibujan una realidad feccionamiento como para su autodestrucción
que no es externa, sino que está en mi propio ser (cf. Hipona De, trad. 2007, 22, 24, 3).
(cf. Hipona De, trad. 1991, X, 8, 12-13ss).
Pero la inteligencia, además de ser un
Por la memoria puedo recordarme a mí bien propio del hombre, lo tiene como don de
mismo y lo que hice o dejé de hacer, cómo y de Dios, que ha de saber usar para llegar a Él, no
qué manera; mientras que, a partir de lo pasado para enorgullecerse con el aprendizaje de las
puedo aventurar sucesos futuros para desearlos ciencias, tal como la Escritura narra de los pri-
o rechazarlos (cf. Hipona De, trad. 1991, X, 8, meros filósofos en un pasaje que Agustín aplica
12-13ss). al soberbio Fausto que sabía mucho pero desco-
nocía la Verdad:
Grande es esta virtud de la memoria, gran-
de sobremanera, Dios mío. Penetral amplio e Porque con el solo entendimiento e ingenio
infinito. ¿Quién ha llegado a su fondo? (…) que Tú les diste han investigado [los filóso-
Mucha admiración me causa esto y me llena fos] estas cosas, y han descubierto muchas de
de estupor. Viajan los hombres por admirar las ellas, y han predicho con muchos años de an-
alturas de los montes, y las ingentes olas del ticipación los eclipses del sol y de la luna (…)
mar, y las anchurosas corrientes de los ríos, y sin que les falle nunca el cálculo (…).
la inmensidad del océano, y el giro de los as-
tros, y se olvidan de sí mismos, ni se admiran Además de esto, han dejado por escrito las re-
de que todas estas cosas, que al nombrarlas no glas por ellos descubiertas, las cuales se ense-
las veo con los ojos, no podría nombrarlas si ñan hoy día en las escuelas (…).
interiormente no viese en mi memoria los mon-
tes, y las olas, y los ríos, y los astros, percibidos Admíranse de estos los ignorantes y quedan
ocularmente, y el océano, sólo creído, con di- pasmados de tales cosas, y los que las saben
mensiones tan grandes como si las viese fuera. gloríanse de ello, y se desvanecen, y con im-
Y, sin embargo, no es que haya absorbido tales pía soberbia se apartan de tu luz, y desfalle-
cosas al verlas con los ojos del cuerpo, ni que cen; y viendo con tanta antelación el defecto
ellas se hallen dentro de mí, sino sus imágenes. del sol que ha de suceder, no ven el suyo, que
Lo único que sé es por qué sentido del cuerpo lo tienen presente, porque no buscan religio-
he recibido la impresión de cada una de ellas samente de dónde les viene el ingenio con que
(Hipona De, trad. 1991, X, 8, 15)25. investigan estas cosas, y hallando que Tú las
has hecho, no se te dan a sí para que tú les libre albedrío? El bienaventurado apóstol Pedro
conserves lo que les has dado (…). estaba dispuesto a dar su vida por Jesucristo. Él
lo quería sinceramente, y no engañaba al Señor
Pero no conocieron el camino, tu Verbo, por cuando se lo prometía; pero ignoraba con qué
quien hiciste las cosas que numeran, a los fuerzas contaba su voluntad. (…) A veces nos
mismos que las numeran, el sentido con que damos cuenta de que queremos o no queremos;
advierten las cosas que numeran y la mente mas, aun siendo buena nuestra voluntad, nos
en virtud de la cual las numeran (Hipona De, vemos precisados a reconocer, amado hijo, a
trad. 1991, V, 3, 4. 5)27. menos de engañarnos conscientemente a noso-
tros mismos, que ignoramos lo que ella puede,
Queda aún una facultad: la voluntad. Te- cuáles son sus fuerzas, en qué tentaciones caerá
y en cuáles saldrá victoriosa (Hipona De, trad.
nemos memoria para retener lo que se ha dicho;
1951b, IV, 7, 11)30.
e inteligencia, para comprender aquello que se
recuerda, y a propósito de estas dos facultades,
pregunta el doctor de la gracia: “¿has retenido y Grandes son estas facultades de nuestra
comprendido porque has querido?” (Hipona De, alma, de las cuales nunca se cansará nuestro au-
trad. 1983, SR 52, 7, 19)28. Ciertamente es así, tor de repetir que desconocemos todo su poten-
por lo que, concluye Agustín, tenemos voluntad: cial. Lleva razón al decir:
Aquí tienes las tres realidades que me he Sabemos que vivimos y estamos muy ciertos
empeñado en hacerte entender a tus oídos de que nos acordamos, de que entendemos
y a tu espíritu. Las tres se encuentran en ti, y queremos, y, figurándonos ser grandes co-
puedes contarlas, pero no puedes separarlas. nocedores de nuestra naturaleza, ignoramos
Reflexiona, pues, en estas tres realidades: me- absolutamente el valor de nuestra memoria,
moria, inteligencia y voluntad, que –repito– de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad
son enunciadas separadamente, pero operan (Hipona De, trad. 1951b, IV, 7, 9)31.
inseparablemente (Hipona De, trad. 1983, SR
52, 7, 19)29. Grandes e inseparables; hemos de consi-
derar ahora su acción en conjunta colaboración:
La voluntad se entregó al hombre para
elegir. Explica además que aquella primera vo- [Similar a la Trinidad] así pensamos estas tres
luntad del hombre en el paraíso era buena, se realidades en el alma del hombre: la memo-
ria, la inteligencia y la voluntad; de estas tres
trataba de un poder no pecar, poder no morir
deriva todo cuanto hacemos. Y cuando estas
y poder no abandonar el bien (cf. Hipona De, tres realidades obran bien y rectamente, todo
trad. 1956, 12, 33); mas no fue ésta la elección aquello que hagamos será bueno y recto, si el
de Adán ni su herencia para el linaje humano. olvido no sorprende a la memoria, el error a la
Advertimos, a partir de entonces, cómo hace- inteligencia, ni la iniquidad a la voluntad. Así,
mos el mal que no queremos y no el bien que ciertamente, somos conforme a la imagen de
queremos (cf. Rom 7: 19, Biblia). Dios (Hipona De, trad. 1990b, 16, 9)32.
Llegados a este punto se puede afirmar San Agustín mantiene que todas nuestras
con san Agustín que la voluntad es condición obras derivan de estas tres facultades, nada
necesaria e indispensable para la libertad (cf. hacemos sin su concurso, y cuando se habla
de cada una, aunque sea solo en lo que corres-
Hipona De, trad. 1986b, 11, 15). Comenta final-
ponde a ella, se refiere a todas. Si hablamos
mente el doctor hiponense que no sabemos la de la memoria, el discurso lo hace también la
verdadera capacidad de la voluntad: inteligencia y la voluntad; cualquier cosa que
diga la inteligencia, lo hace gracias al apoyo
¿Qué diré de la voluntad, con relación a la cual de la memoria y de la voluntad. Por último,
afirmamos con toda certeza la existencia del lo que diga o escriba la voluntad de sí misma,
no lo hace sin la inteligencia ni la memoria estas cosas y completamente propias del hom-
(Hipona De, trad. 1990b, 16, 9)33. bre; pero aún son comunes a doctos e indoctos,
a buenos y a malos” (Hipona De, trad. 1951c,
Grandeza 33, 72)36.
En el diálogo que Agustín mantiene con El cuarto grado presenta al alma antepo-
Evodio sobre la magnitud del alma, se deja cla- niéndose al cuerpo y aún al mismo universo,
ro que el alma no tiene dimensiones corpóreas, diferenciando las cosas según su justo valor.
sino que más bien se ha de discutir respecto de Es el momento de la purificación y perfección
su potencia, de su capacidad para las activida- del alma, aplica el principio de no hacer a otros
des que realiza. El análisis se centra en el alma lo que no se desea para sí, obedece a la autori-
humana, pues es la que más les interesa. dad y reconoce la voz de Dios en ella. El alma
está en lucha con el mundo, para no dejarse
Así, qué puede el alma en sí misma y seducir por sus halagos. Y esta lucha le abre la
delante de Dios, lo explica Agustín en siete conciencia para soportarse cada vez menos si
grados: está manchada. Espera la muerte con miedo,
un miedo que no puede controlar, a menos que
En el primer grado, el alma vivifica el esté cada vez más desprendida de las cosas de
cuerpo terreno y mortal, le da unidad, garan- este mundo y confiada en la providencia y jus-
tiza su nutrición, “conserva su armonía y pro- ticia de Dios que todo lo gobierna. “A Dios se
porción, no solo en cuanto a la hermosura, sino encomienda piísima y confiadamente para que
también en el crecer y procrear” (Hipona De, le ayude y la perfeccione en el tan difícil traba-
trad. 1951c, 33, 70)34. jo de su purificación” (Hipona De, trad. 1951c,
33, 73)37.
En el segundo, el alma ejerce su poder so-
bre los sentidos, de un modo especial sobre el Sólo llegados al quinto grado, el alma
tacto que unifica las sensaciones. Estima lo be- descansa tranquila de las luchas tan feroces de
neficioso y rechaza lo perjudicial para el cuer- la vida, está purificada y trabaja solamente para
po. Forma el sueño y los sueños a partir de las conservar su limpieza. Tiende verdaderamente
imágenes recogidas del exterior. hacia Dios con gran confianza y aspira a con-
templar la verdad como premio a sus esfuerzos
Se acostumbra a las cosas entre las cuales vive (cf. Hipona De, trad. 1951c, 33, 74).
y de las que se sustenta el cuerpo, y difícil-
mente se separa de ellas, como si le fuesen
miembros; la fuerza de esta costumbre, no
La elevación del sexto grado, la explica
rota ni por la separación de las cosas ni por Agustín con estas palabras:
intervalo de tiempo, se llama memoria35 (Hi-
pona De, trad. 1951c, 33, 71). – Una cosa es, ciertamente, purificar el ojo
del alma para que no mire inútil y temera-
El tercero es la aplicación del alma a las riamente y vea mal; otra guardar y robus-
artes: el cultivo de los campos, las edificacio- tecer esta misma salud, y otra dirigir ya la
nes, la invención del lenguaje y la diversidad mirada serena y derecha a lo que se ha de
de lenguas, la música, pintura y escultura, en ver (Hipona De, trad. 1951c, 33, 75)”38.
todos los medios de conservación de la memo-
ria (libros, monumentos), en la poesía, en la El alma ya no se desvía ni yerra en la bús-
invención del juego y la diversión, etc. Con- queda de la verdad, su espíritu está renovado,
sidera como corolario de estos tres grados, no cede a las pasiones ni busca los bienes pe-
presentes en toda alma humana: “Grandes son recederos.
– Por último se alcanza algo que ya no es cara a cara, la Verdad, el Bien y la Belle-
tanto un grado sino la mansión a la que za por las que tanto se ha suspirado.
se llega a través de él. Su gozo es inex-
presable: “¿cómo diré yo qué alegrías, Examinados los grados del alma, los ex-
qué goce del supremo y verdadero bien, pone de otro modo más sucinto y claro, con su
qué inspiración de su serenidad y eterni- nombre propio, su vínculo con el cuerpo y en
dad habrá?” (Hipona De, trad. 1951c, 33, su tensión con la Hermosura. Podemos revisar
76)39. El miedo a la muerte desaparecerá estos grados –a los que añadimos la acción que,
porque permitirá el mayor de los bienes: creemos, se adecúa más al estado del alma–, en
poder contemplar sin intermediarios, la gráfica 1.
usa
acción sobre el
Animación cuerpo
hermosamente
de otro
actúa
acerca del
Arte cuerpo
hermosamente
acerca de otro
se ejercita
hermosamente
Virtud para sí misma hacia lo
hermoso
es estable
Tranquilidad en sí misma hermosamente
en lo hermoso
Aende
hermosamente
Ingreso hacia Dios hacia la
Hermosura
reposa
hermosamente
Contemplación delante de Dios delante de la
Hermosura
Fuente: Autor, sintetizando el texto agustiniano. (cf. Hipona De, trad. 1951c, caps. 33-35).
La grandeza del alma se expresa también ción maniquea que postulaba dos almas42. La una
por su dignidad de imagen de Dios que radi- buena, parte de la mismísima sustancia de Dios;
ca en su alma. Como precisa Forment (2002, y la otra mala, perteneciente al reino de las tinie-
p. 171): “el original que imita el hombre es el blas (cf. Hipona De, trad. 1986b, 12, 16).
mismo Dios. El hombre es una copia de Dios,
pero imperfecta”. La argumentación que construye para
responder a los maniqueos una vez se vio libre
Cuando Dios pronunció en el Edén: “ha- de sus engaños, reclama una especial atención.
gamos al hombre a nuestra imagen”, y se añade Agustín recalca que el alma es principio de vida
que éste dominará a las aves del cielo y a los pe- y esto es válido para toda sustancia que se pre-
ces del mar, se ha de entender que el ser huma- cie de tal; así pues, no puede tener otro origen
no fue hecho a imagen de Dios en relación con que la fuente misma de la vida que es Dios y no
la facultad por la cual es superior a los animales la sustancia del mal, que es, además, inexistente
privados de razón (cf. Hipona De, trad. 1969, 3, (cf. Hipona De, trad. 1986b, 1, 1).
20, 30). En efecto, la imagen de Dios, que es el
hombre, se debe a su ser racional. San Agustín El alma es una sustancia superior a todas
enseña que todas las criaturas de Dios llevan la las demás criaturas del mundo sensible. Por eso
huella de su Creador a modo de vestigio o de es preferible a la luz. Nuestro autor piensa en la
imagen. Esta distinción se hace a partir de la luz porque para los maniqueos es una criatura
semejanza y del origen o procedencia. muy importante, e incluso le otorgan la digni-
dad de tener a Cristo por padre. En este caso,
Son vestigio las criaturas que comparten si Cristo es padre de una criatura sensible, ¿no
con Dios una semejanza genérica, por ejemplo, lo será, con mayor razón, del alma? (cf. Hipona
en el ser y en el vivir, más cuando la semejanza De, trad. 1986b, 2, 2).
es total o específica, dada por el entender; en-
tonces, tenemos la imagen40.
Por otra parte, en la escala del ser, si una
mosca es preferible a la luz por la vida, también
Hecho a imagen, el ser humano no es el alma humana es superior; e incluso los vicios
imagen perfecta sino imperfecta, como lo ex- son superiores a la luz material, puesto que son
plica en el conocido ejemplo de la diferencia inteligibles.
entre ser hijo del rey (que es el caso del Verbo
de Dios) y la moneda que lleva su efigie:
San Agustín libra a Dios de la responsa-
bilidad del mal explicando en qué sentido el pe-
Está impresa en nosotros la luz de tu rostro,
Señor. Esta luz es el completo y verdadero cador procede y no procede de Dios. Primero,
bien del hombre, que se ve no con los ojos, procede de Dios por la vida que tiene, que no se
sino con el espíritu. Está impresa, ha dicho en la ha dado a sí misma sino que es don de Dios.
nosotros, así como en el denario está impresa Y no procede de Dios cuando actúa mal por su
la imagen del rey. Porque el hombre ha sido libertad; no es impelido a pecar por Dios, pues
hecho a imagen y semejanza de Dios (Hipona la noción de pecado agustiniana exige que pueda
De, trad. 1950, EN 4, 8)41. haber la posibilidad de actuar de otra manera, en
este caso mal, lo cual no es ni siquiera imagina-
Bien y mal. Sobre las dos almas ble en Dios (cf. Hipona De, trad. 1986b, 6, 9).
El problema del mal preocupó al joven Las dos clases de almas postuladas por
Agustín en la medida en que buscaba verse li- los maniqueos son examinadas en cuanto a su
bre del sentimiento de culpa que acarreaban sus existencia. De las primeras, malas, no se puede
desórdenes. Por eso le resultaba atractiva la op- probar que existan, como comenta san Agustín:
Afirmar que las almas son malas y que no han Otro de los problemas referentes al mal
pecado es el colmo de la demencia; afirmar en el alma es la duda, que Agustín consulta a
que pecan sin quererlo es el colmo del delirio, Jerónimo en la epístola 166, acerca de dónde
y considerar a alguien como culpable de peca- contrajo el alma el reato del pecado original (cf.
do porque no hizo lo que no pudo hacer es la
Hipona De, trad. 1987, 166 [Ad Hieronymum],
cima de la maldad y de la locura.
Ahora bien, todos confiesan que las almas III, 6).
malas son condenadas justamente, e injusta-
mente las que no han pecado. Confiesan, pues, Debido a la controversia con Pelagio, el
que son malas las que pecaron. Pero aquellas doctor de la gracia elaborará una explicación
no pecan, como demuestra la razón; en conse- que será clave para la posterior doctrina segui-
cuencia, ese no sé qué género de almas malas da en Trento. Siguiendo a Pablo, todos peca-
que introducen los maniqueos no existe (Hi-
mos en Adán y así como por este solo hombre
pona De, trad. 1986b, 12, 17)43.
entró el pecado en el mundo, también por uno
solo, Cristo, todos son salvados, sin exclusión,
Respecto a las almas buenas, no pertene- no porque todos hayan creído o se hayan la-
cen a la sustancia de Dios, puesto que no son el vado con el bautismo, sino porque nadie será
Sumo Bien: justificado sin creer en Él ni ser lavado con su
bautismo. Si dice todos es para que no se crea
Es evidente que las almas no pecan por el he-
que cualquiera puede salvarse de otra mane-
cho de no ser como no pueden ser, razón por
la que ya consta que aquellas almas ficticias ra que no sea a través de Él. Y utiliza como
en ningún modo pecan y, por tanto, no existen. ejemplo el de una ciudad en la que hay un solo
Como admiten que existe el pecado y no ha- maestro de letras, de él se dirá con justicia: él
llan a quién atribuirlo, no les queda otra salida enseña las letras a todos aquí; no porque todos
que atribuirlo al género de almas buenas y a los ciudadanos vayan a aprenderlas, sino por-
la sustancia de Dios. Pero les pone en gran- que ninguno de los que las aprenden lo hace
des aprietos la autoridad cristiana (cf. Hipona sin contar con él, que las enseña. Es de esta
De, trad. 1986b, 12, 18). Nunca negaron que
forma como nadie se justifica sino es el mismo
se otorga el perdón de los pecados a quien se
convierte a Dios44.
Cristo quien lo justifica (cf. Hipona De, trad.
1971, 41, 48).
De este convencimiento maniqueo se vale
Agustín para desarrollar su prueba de la exis- Las dos partes de la propagación son ver-
tencia de un alma perfectible –que no es mala daderas. El que pecó primero hizo a todos pe-
por naturaleza ni sustancia de Dios–, a través de cadores y el Justo, repartió a todos la justicia.
la vía del arrepentimiento:
Relación con el cuerpo
Pregunto a qué género de almas corresponde
el arrepentirse del pecado. Sé con toda certeza En la hipótesis de la preexistencia del
que no puede corresponder ni a aquel que no alma, caben tres respuestas a la pregunta por el
puede hacer mal, ni al otro que no puede hacer motivo de su venida al cuerpo. Si, en efecto, el
el bien. Por lo tanto –sirviéndome de su ter- alma ya estaba creada, ¿dónde se habría encon-
minología–, si el alma de las tinieblas se arre- trado mejor que donde estaba?, ¿qué razón ha-
piente del pecado, no procede de la sustancia
bía para que el alma, que vivía en la inocencia,
del sumo mal; si es el alma de la luz la que
se arrepiente, no procede de la sustancia del fuese infundida –para darle vida– en la carne,
sumo bien. Aquel sentimiento de dolor ates- en la cual había de pecar y ofender al Creador,
tigua que quien se arrepiente obró mal y que con el resultado de merecer el castigo de la fati-
pudo haber obrado el bien (Hipona De, trad. ga y el tormento de la condena? (cf. Hipona De,
1986b, 22)45. trad. 1969, 7, 25, 36).
¡Reentrad en vuestro corazón!, ¿a dónde El ejercicio ascético pasa por negar las
queréis ir lejos de vosotros? Alejándoos apetencias de la carne y actuar sin demasiados
os perderéis. (…) Reentrad de vuestro miramientos a sus exigencias, como exhorta
vagabundeo que os ha llevado fuera del nuestro autor:
camino; retornad al Señor. Él está pronto.
Primero entra en tu corazón, tú que te has Alza tu vuelo sobre el cuerpo y experimenta
vuelto extraño a ti mismo, a fuerza de el sabor del alma; eleva tu vuelo sobre el alma
vagabundear fuera: ¡no te conoces a ti mismo, y experimenta y gusta a Dios. No puedes to-
y buscas al que te ha creado! Vuelve, vuelve car a Dios si no pasas por el alma. ¿Cuánto
al corazón, distánciate del cuerpo; tu cuerpo menos, pues, le tocarás si permaneces en la
es tu habitación; tu corazón siente también carne? ¡Aquellos que gustan de la carne, cuán
por medio del cuerpo, pero tu cuerpo no tiene lejos están de gustar lo que es de Dios, cuando
los mismos sentimientos de tu corazón (…) ni tendrían ese sabor aunque gustaran ya del
en el interior del hombre habita Cristo, en tu alma! Álzate sobre tu cuerpo y también sobre
interioridad te renuevas según la imagen de ti mismo (Hipona De, trad. 2005, 20, 11)53.
Dios (Ef. 3: 16-17, Biblia) (Hipona De, trad.
2005, 18, 10)51. Para alzarse sobre uno mismo hay que
adentrarse en uno mismo primero; se trata de
Este texto refleja las muchas ventajas que un movimiento horizontal de recogerse desde
se siguen del cultivo de la interioridad: se evi- fuera, y uno vertical, de ascender desde dentro.
ta la dispersión de los sentidos y la pérdida de Esta es la renovada enseñanza del obispo, quien
la propia unidad, se encuentra el alma consigo lamentaba haber estado durante su juventud tan
misma y con Dios, y por último, puede renovar- fuera de sí, buscando a Dios sin hallarlo, y lo
se si, en su diario trajín en esta tierra, ha desdi- tenía dentro de sí (cf. Hipona De, trad. 1991, X,
bujado la imagen de Dios en ella. Interioridad 27, 38). Este descubrimiento le llevará a decla-
y trascendencia se relacionan en profundidad52, rar que el verdadero templo de Dios es el co-
dado que la verdadera interioridad debe condu- razón (cf. Hipona De, trad. 1988a, 7, 14). Y es
cir a la trascendencia… entrar en sí para volver- también la cátedra del verdadero Maestro que
se al mundo y a Dios de una manera nueva, ese instruye al hombre (cf. Hipona De, trad. 1951a,
es el objetivo de la reditio o conversio. 11, 38).
jeto. De esta manera, se hincha y derrama en de ellas. Así pues, por debilidad más que por
lo exterior, alejándose de Dios para caer poco a malicia ocurre la muerte del alma.
poco en la distancia, la desemejanza y la muer-
te54, pues sólo Dios es su vida (cf. Hipona De, No obstante, pervive siempre en el hom-
trad. 1988c, 6, 13, 40). bre su sed de Dios. Explica el gran convertido
africano que esta vida es un desierto, que hemos
Dios, vida del alma de atravesar con los sufrimientos y penas que
conlleva. Y la sed es atroz… sed de justicia, de
Entre los años 397 y 401 en los que Agus- que no se aprovechen unos de otros, de tener un
tín, convertido ya del maniqueísmo, recuerda mundo más humano, más solidario. ¿Cómo sa-
con dolor sus extravíos al escribir sus Confe- ciar la sed? Muchos son los que tienen sed, con-
siones, señala los errores de la secta en lo que tinúa Agustín, de cosas materiales, fama, dine-
respecta a la sustancia del alma, que no es parte ro, placer. ¡Qué pocos son los que exclaman con
de la divina; y explica la verdadera acción de el salmista: Mi alma tiene sed del Dios vivo!
Dios en el alma: crearla, redimirla, santificarla, (cf. Hipona De, trad. 1950, EN 62, 3. 4. 6).
mantenerla en el ser, ser la vida del alma:
Gracias a esta sed persiste la búsque-
Ni siquiera eres el alma que da vida a los cuer- da que tiende a la posesión y amor de Dios. Y
pos –y como vida de los cuerpos, mejor y más “¿qué es, por tanto, lo que amo cuando amo a
cierta que los cuerpos–, sino que Tú eres la mi Dios?” (Hipona De, trad. 1991, X, 7, 11)58.
vida de las almas, la vida de las vidas, que vi- Muchas son las formas en que el alma se bene-
ves por Ti misma y no te cambias: la vida de ficia del influjo divino que es para ella luz, fuer-
mi alma (Hipona De, trad. 1991, III, 6, 10)55.
za, causa de bienes, morador de su santuario,
reposo y alegría. Intentaremos ilustrar de modo
Para clarificar más esta doctrina, escribe breve estas formas, rastreándolas en las obras
Agustín: de san Agustín.
Dos son las vidas del hombre: la vida del
No es luz para sí, ni es virtud para sí. Existe,
cuerpo y la vida del alma. Vida del cuerpo es
empero, un origen y una fuente de la virtud,
el alma; vida del alma es Dios. Como muere
una raíz de la sabiduría; existe una región, por
el cuerpo si el alma lo abandona, así muere el
así decir y si así se puede decir, de la verdad
alma si Dios la abandona (Hipona De, trad.
inmutable. Alejándose de esta región, el alma
1950, EN 70 II, 3)56.
se oscurece, avecinándose a ella se ilumina.
Acercaos a Él y seréis iluminados (cf. Sal 33,
Este último caso, empero, no se da por 6). (…) Confiaré a ti mi fuerza, porque Tú, oh
decisión divina, sino por la elección de la liber- Dios, eres mi refugio (Hipona De, trad.1950,
tad humana, cuando comente un pecado grave, EN 58, I, 18)59.
se aleja de Dios, se oscurece y muere. Curiosa-
mente, el hombre está muerto aunque su cuerpo He aquí la causa de su debilidad y os-
viva todavía; y afortunadamente, mientras esto curidad: la lejanía de Dios. Si Dios es la Luz
sea así tiene posibilidad de resucitar, de conver- misma y la Fortaleza; confiere a las sustancias
tir a Dios el ser y volver a vivir57. espirituales sus atributos en la medida en que
son capaces de poseerlos. Acercarse a Dios re-
La elección humana que expulsa a Dios vitaliza el alma.
del santuario interior no siempre es querida con
todas sus consecuencias. Hemos dicho ya que el Cuando Adán pecó en el Edén oyó la voz
hombre no conoce bien hasta dónde pueden sus de Dios que lo buscaba. No lo buscaba porque
potencias, y la voluntad suele ser la más débil no sabía dónde estaba, sino para que advirtiera
lo mal que se estaba sin Dios60, porque la cer- fía clásica –de modo especial en sus maestros:
canía o lejanía de Él son el principio y la causa Platón y Plotino–; adquiere un caudal enorme
de todos los bienes o males que sobrevienen al de saber sobre sí mismo que ilustra de manera
alma. En efecto, aunque sufra muchos males un perenne a la humanidad.
justo, todos devienen bienes para sí, puesto que
sabe sobrellevarlos y crecer con las dificultades. Junto a esas enseñanzas está, en segundo
Mientras que para el injusto, hay sufrimiento lugar, el testimonio de su vida. Enseña y realiza
incluso en el mismo placer que pretende, y el en su propio ser la aventura de la interioriza-
aparente bienestar del que goza, no hace más ción, de entrar dentro, encontrarse allí consigo
que vaciarlo y entristecerlo. mismo y trascender hasta Dios: una senda inte-
rior de reditio, conversio y ascensio. Un medio
Sólo Dios es la alegría y el reposo del tengo para subir a Dios: el alma… por ella subi-
alma (cf. Hipona De, trad. 2007, IX, 2). Así lo ré (cf. Hipona De, trad. 1991, X, 7, 11).
experimentaría el maestro de retórica en su fa-
mosa conversión. Le fue dado buscar a Dios, “Cada alma sigue la suerte de aquello que
luchar y orar, y al fin hallarlo; encontró que Él ama” (Hipona De, trad. 2005, 7, 1)62. El amor
mismo era su recompensa, reservada como bien es el peso del alma (cf. Hipona De, trad. 1991,
entregado únicamente a los que tienden a Él (cf. XIII, 9, 10). Donde radique el interés del alma,
Hipona De, trad. 1950, EN 55, 16): allí encontrará su felicidad. Mas, si su funda-
mento no es estable; si no es Dios, se vaciará,
¡Mal haya al alma audaz que esperó, se hinchará de soberbia y no se librará de las
apartándose de Ti, hallar algo mejor! Vueltas ataduras de este mundo para volar por encima
y más vueltas, de espaldas, de lado y boca de sí.
abajo, todo lo halla duro, porque solo Tú eres
su descanso. Mas luego te haces presente, y
nos libras de nuestros miserables errores, y
Concluye este escrito aquel que lo inspiró
nos pones en tu camino, y nos consuelas, y y guió:
dices: “Corred, Yo os llevaré y os conduciré,
y todavía allí Yo os llevaré” (Hipona De, trad. Mira ahora el cielo y la tierra: no te agradan
1991, VI, 16, 26)61. estas bellas cosas corpóreas tanto como que-
rer ser feliz en ellas. En tu alma está aquello
que buscas. Quieres ser feliz: busca en tu pro-
Conclusión
pia alma aquello que es mejor. (…) Pero, ¿qué
es tu alma? Permanece atento, no sea que,
Concluida esta exposición sobre el con- despreciando tu alma, teniéndola por cosa vil
cepto del alma en san Agustín de Hipona, ob- y de poca monta, no busques cosas más viles
servamos que el doctor de la gracia nos llevó aún para hacerla feliz. En tu alma está la ima-
más lejos de lo que esperábamos. Siempre que gen de Dios; la mente del hombre la contiene
Agustín habla, lo hace con el corazón, por eso (Hipona De, trad. 1950, EN 32, III, 16)63.
sus escritos rezuman vitalidad, fuerza y pasión
por la Verdad que escudriña. Desde la doctrina de san Agustín ha sido
posible mostrar la existencia del alma, su in-
En primer lugar, se ha visto con claridad mortalidad, la grandeza de sus potencias y su
que la doctrina sobre el alma que enseña la ob- relación con su Creador, que es su origen y el
tuvo de una fuente de primera mano: su propia fin al que ha de tender en su esfuerzo por con-
alma. A partir del autoconocimiento, de las ex- servar intacta la imagen suya que lleva en sí. Y
periencias vividas por los hombres, de los prin- ha sido posible también trazar un itinerario de
cipios de la argumentación, de sus disputas con ascensión hasta Dios, itinerario que se concreta
las herejías de la época y del apoyo en la filoso- en la misma alma, en la atención a su dignidad y
operibus suis, ne propterea non credamus nunc legitur etiam intentionem meam, vixque intelle-
usque fieri animas novas, non ex illa una, sed gatur a me ipso.
sicut illam unam.
20
Quamobrem si anima subiectum est, ut
Cf. Al respecto su artículo Dios crea-
12 supra diximus, in quo ratio inseparabiliter, ea
dor, en Oroz & Galindo (2005), en especial la necessitate qua quaeque in subiecto esse mon-
página 279, de donde se tomó esta conclusión. strantur, nec nisi viva anima potest esse anima,
nec in ea ratio potest esse sine vita, et immorta-
13
Quod me nescire confiteor nec me pudet. lis est ratio; immortalis est anima.
nitum. ¿Quis ad fundum eius pervenit? […] intellectum, et voluntatem; haec, inquam, tria
Multa mihi super hoc oboritur admiratio, stu- animadverte separatim pronuntiari, insepara-
por apprehendit me. Et eunt homines mirari biliter operari.
alta montium et ingentes fluctus maris et la-
tissimos lapsus fluminum et Oceani ambitum 30
¿Quid dicam de voluntate, ubi certe li-
et gyros siderum et relinquunt se ipsos nec berum a nobis praedicatur arbitrium? Nempe
mirantur, quod haec omnia cum dicerem, non beatissimus apostolus Petrus volebat pro Dom-
ea videbam oculis, nec tamen dicerem, nisi ino animam ponere: plane volebat; neque enim
montes et fluctus et flumina et sidera, quae Deum id pollicendo fallebat: sed quantas vires
vidi, et Oceanum, quem credidi, intus in me- haberet, voluntas ipsa nesciebat […]. Scimus
moria mea viderem spatiis tam ingentibus, nos itaque aliquid velle, seu nolle: sed volun-
quasi foris viderem. Nec ea tamen videndo ab- tas nostra etiam cum bona est, quantum valeat,
sorbui, quando vidi oculis, nec ipsa sunt apud quantas vires habeat, quibus tentationibus ce-
me, sed imagines eorum, et novi, quid ex quo dat, quibusve non cedat, si nos non fallimus, fili
sensu corporis impressum sit mihi. dilecte, nescimus.
26
Ipsa est qua capimus iustum et inius- 31
Dum nos vivere scimus, dum memi-
tum; ipsa est qua discernimus verum a falso; nisse nos, et intelligere, et velle certissimi
ipsa est quae vocatur intellectus. sumus, qui nos naturae nostrae magnos co-
gnitores esse iactamus, quid valeat memoria
27
Mente sua enim quaerunt ista et in- nostra, vel intelligentia, vel voluntas, omnino
genio, quod tu dedisti eis, et multa invenerunt nescimus.
et praenuntiaverunt ante multos annos, defec-
tus luminarium solis et lunae, […] et non eos 32
Tria itaque ista in hominis anima cog-
fefellit numerus. Et ita factum est, ut praenun- itemus, memoriam, intellegentiam, voluntatem:
tiaverunt, et scripserunt regulas indagatas, et ab his tribus fit omne quod facimus. Et cum tria
leguntur hodie […] Et mirantur haec homines ista bene recteque sese habent, bonum et rec-
et stupent qui nesciunt ea, et exsultant atque tum est omne quod facimus; si nec memoriam
extolluntur qui sciunt, et per impiam super- decipiat oblivio, nec error intellegentiam, nec
biam recedentes et deficientes a lumine tuo iniquitas voluntatem. Ad Dei quippe imaginem
tanto ante solis defectum futurum praevident sic reformamur.
et in praesentia suum non vident (non enim
religiose quaerunt, unde habeant ingenium, 33
Así actúa también la Santísima Trini-
quo ista quaerunt) et invenientes, quia tu fe- dad, aunque se atribuyan las obras de creación,
cisti eos, non ipsi se dant tibi se ut serves quod redención y santificación al Padre, Hijo y Es-
fecisti […]. píritu Santo, respectivamente; en cada una de
Sed non noverunt viam, Verbum tuum, per aquellas obras intervinieron las tres Divinas
quod fecisti ea quae numerant et ipsos qui nu- Personas.
merant et sensum, quo cernunt quae numerant, Podríamos poner un ejemplo para la me-
et mentem, de qua numerant. jor comprensión de la acción conjunta de las
facultades: quizá nos sirva el caso mismo de
28
Volens tenuisti et intellexysti? la aplicación al estudio de la doctrina sobre el
alma; se pone en movimiento el entendimiento
Haec sunt tria, quae me dicturum esse
29
para comprender lo que se estudia, la memo-
promiseram auribus et mentibus vestris. Tria ria para retener el contenido y la voluntad de
haec quae sunt in te, quae potes numerare, et querer concentrar la atención en aquello que se
non potes separare. Haec ergo tria, memoriam, quiere conocer.
tema en santo Tomás y san Agustín en Forment marum, cuius sit poenitere peccati? Scio qui-
(2002). dem neque illius esse posse, qui male facere,
neque illius qui bene facere non potest: quare,
Signatum est, inquit, in nobis lumen
41 ut eorum verbis utar, si animam tenebrarum
vultus tui, Domine. Hoc lumen est totum ho- peccati poenitet, non est de substantia summi
minis et verum bonum, quod non oculis, sed mali; si animam lucis, non est de substantia
mente conspicitur. Signatum autem dixit in no- summi boni. Poenitendi enim affectus ille qui
bis, tamquam denarius signatur regis imagine: prodest, et male fecisse poenitentem, et bene fa-
homo enim factus est ad imaginem et similitu- cere potuisse testatur.
dinem Dei.
El énfasis dentro de la cita es del mismo
46
Quod ad corpus administrandum volun-
san Agustín, que va citando el texto del salmo tate propria fuerit inclinata, in qua vita corpo-
que comenta. ris, quoniam et iuste et inique vivi potest, quod
eligeret hoc haberet, vel praemium de iustitia, órdenes de la realidad, en el ser, en el devenir, y
vel de iniquitate supplicium. (La traducción li- en el obrar” (citado en Forment, 2002, p. 215).
bre es nuestra).
51
Redite ad cor: ¿quid itis a vobis, et
Nondum natos nihil egisse vel boni
47
peritis ex vobis? ¿Quid itis solitudinis vias?
vel mali. Erratis vagando; redite. ¿Quo? Ad Dominum.
Cito est: primo redi ad cor tuum, exsul a te va-
Doctrina expuesta en Hipona De, trad.
48 garis foris; teipsum non nosti, et quaeris a quo
1969, 12, 35, 68. factus es! Redi, redi ad cor, tolle te a corpore:
corpus tuum habitatio tua est; cor tuum sentit
Quid ergo hominem dicimus? Animam
49 etiam per corpus tuum: sed corpus tuum non
et corpus tamquam bigas vel centaurum? An quod cor tuum; dimitte et corpus tuum, redi
corpus tantum, quod sit in usu animae se re- ad cor tuum. [...] In interiore homine habi-
gentis, tamquam lucernam non ignem simul et tat Christus, in interiore homine renovaris ad
testam sed testam solam tamen propter ignem imaginem Dei.
appellamus? An nihil aliud hominem quam an-
imam dicimus, sed propter corpus quod regit, Véase a este respecto el artículo de
52
veluti equitem non simul equum et hominem Moriones en Oroz & Galindo (1998).
sed hominem solum, ex eo tamen quod regendo
equo sit accommodatus, vocamus? Difficile est 53
Transcende et corpus, et sape animum:
istam controversiam diiudicare, aut si ratione transcende et animum, et sape Deum. Non tan-
facile, oratione longum est; quem laborem ac gis Deum, nisi et animum transieris: ¿quanto
moram suscipere ac subire non opus est. Sive minus tangis, si in carne manseris? Illi ergo qui
enim utrumque sive corpus solum sive anima sapiunt carnem, ¿quam longe sunt a sapiendo
sola nomen hominis teneat, non est hominis op- quod Deus est? Quia non ibi essent, etiam si
timum quod optimum est corporis, sed quod aut animum saperent. […]. Attolle te a corpore,
corpori simul et animae aut soli animae opti- transi etiam te.
mum est, id est hominis optimum.
54
Estos temas de la caída del alma, su de-
Invenio me habere corpus et animam;
50 semejanza y su conversión o vuelta serán tra-
unum quod regam, aliud quo regar; corpus ser- tados con detenimiento en un próximo trabajo.
vire, animam imperare. Discerno animam me-
lius esse aliquid quam corpus, ipsumque inqui- 55
Sed nec anima es, quae ita est corporum
sitorem talium rerum non corpus, sed animam (ideo melior vita corporum certiorque quam
video: et tamen haec omnia quae collustravi, corpora) sed tu vita es animarum, vita vitarum,
per corpus ea me collustrasse cognosco. vivens te ipsa et non mutaris, vita animae meae.
Según la doctrina de santo Tomás, el
cuerpo sirve al hombre, en cuanto realiza junto 56
Duae vitae sunt, una corporis, altera
al alma tanto su perfección primera, de llegar a animae: sicut vita corporis anima, sic vita ani-
ser lo que es (hombre), como sus perfecciones mae Deus; quomodo si anima deserat, moritur
segundas (operaciones). Cf. Aquino, Tomás corpus; sic anima moritur, si deserat Deus.
de. De anima, q. un., a. 1, ad 7. En palabras de
Abelardo Lobato: “La materia está al servicio 57
Sobre esta muerte del alma cf. CD, XIII, 2;
de la forma, porque toda potencia es para el Hipona De, trad. 1990a, Contra maximinum haere-
acto. El cuerpo por tanto es elemento perfectivo ticum, arianorum episcopum (CMA), II, 12, 2.
del hombre. La contribución del cuerpo a
la perfección humana se verifica en los tres 58
¿Quid ergo amo, cum Deum meum amo?
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