Está en la página 1de 10

IVE – Ejercicios Espirituales 1

Primera Semana

LOS PECADOS PROPIOS


[55-61]

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego
de tu Amor. Envía Señor tu Espíritu y serán creadas las cosas y renovarás la Faz de la
tierra.
Oh Dios que habéis adoctrinado los corazones de tus fieles con las luces de tu
Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto y bueno según ese mismo Espíritu y gozar
para siempre de tus celestiales consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Ave María.

San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.

♦ Introducción
Vamos a hacer ahora según nos invita San Ignacio, la meditación sobre los
pecados propios 1. Lo que estamos tratando de hacer es profundizar en el sentido
verdadero del pecado. Habíamos citado ya a Pío XII: el pecado del siglo pasado había sido
justamente haber perdido el sentido del pecado; y un poco más cerca de nuestro siglo,
Juan Pablo II además de repetir la frase tan fuerte de Pío XII dice:

“Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la


grave crisis espiritual que afecta al hombre de nuestro tiempo”.

Muy interesante lo que decía Su Santidad Juan Pablo II. Podría haber dicho
muchas cosas, había crisis espiritual, tantos frentes pastorales para encarar y, sin
embargo, la primera manera de afrontar el grave conflicto, dice él, es dar un justo
sentido al pecado.

Pensemos entonces en nuestra vida espiritual, ¿qué sentido tiene el pecado en


mi vida?, ¿qué es el pecado para mí?, ¿acaso quizás el pecado es pisar una flor?, ¿nada
más que eso?, como suele aparecer por ahí en alguna tarjetita. Es mucho más que eso y
es lo primero que tenemos que ver en nuestra vida, si realmente le damos al pecado el
verdadero sentido, no porque sea el pecado más importante que Dios, sino justamente
porque es lo que va contra Dios.

En esta meditación trataremos entonces de sincerarnos un poco más con


respecto a este tema, aplicando aquella verdad que ya meditamos sobre los tres pecados
o sea, la verdad del pecado mismo, dedicándola más a nuestra vida.

Oración preparatoria, la de siempre [46]: “pedir gracia a Dios nuestro Señor,


para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en
servicio y alabanza de su divina majestad”. Ponerse en presencia de Dios.

1
Números [55] al [61] del libro de Ejercicios.
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 2
Primera Semana

[47] “1º preámbulo. […] la composición será ver con la vista imaginativa y
considerar mi ánima ser encarcelada en este cuerpo corruptible y todo el compósito 2 en
este valle como desterrado; entre brutos animales. Digo todo el compósito de ánima y
cuerpo”.

Simplemente como para que la imaginación me ayude a rezar percibiendo algo


feo, porque el pecado es algo feo, muy feo, lo más feo.

[48] “2º preámbulo. El segundo es demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y
deseo. […] demandar pena, lágrimas y tormento con Cristo atormentado. Aquí será
demandar vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido dañados por un
solo pecado mortal y cuántas veces yo merecía ser condenado para siempre por mis
tantos pecados”.

Pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados. Que esta petición nos
vaya acompañando a lo largo de toda nuestra meditación.

De todas maneras, hay que entender bien este dolor intenso, no es una tortura.
Se trata de un dolor con una alegría en el fondo, porque es un dolor redimido, un dolor
que se saber capaz de perdón. Decía San Alberto Hurtado:

“No hay que pensar en una tortura, se trata de un dolor pero en la paz de saber
que Dios es infinitamente misericordioso. ¿Se puede conciliar alegría y compunción? Sí −
Y citaba al Concilio de Trento− «No ha entendido la compunción quien piensa que es
tortura»” 3.

[49] “Nota. Ante todas contemplaciones o meditaciones, se deben hacer siempre


la oración preparatoria sin mudarse y los dos preámbulos ya dichos, algunas veces
mudándose, según subiecta materia”.

♦ Primer punto: el proceso de los pecados. [56]


“El primer punto es el proceso de los pecados; es a saber, traer a la memoria
todos los pecados de la vida, mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo cual
aprovechan tres cosas: la primera, mirar el lugar y la casa adonde he habitado; la
segunda, la conversación que he tenido con otros; la tercera, el oficio en que he vivido”.

Se trata entonces de dar un vistazo a los pecados de mi vida. Por supuesto que si
hay un pecado que, el simple hecho de recordarlo me puede traer una tentación,
entonces no hay que tenerlo presente en detalle. Sí darle una mirada, como se suele
decir: a vuelo de pájaro al menos. Ver cómo en mi vida el pecado ha ido marcando cada
uno de esos instantes, se ha hecho presente y muy presente en mi vida. Darme cuenta de
que soy un pecador. El daño que he hecho a los demás, si habré escandalizado o no. Cada
uno sabe la propia realidad que ha vivido y es eso lo que en primer lugar nos invita a
considerar san Ignacio.

2
compuesto
3
San Alberto Hurtado, Un disparo a la eternidad, p. 191
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 3
Primera Semana

En la meditación anterior recordábamos aquellos tres pecados de los ángeles, de


Adán y Eva, o de un hombre cualquiera, una mujer cualquiera. En cierto sentido, uno
puede verse todavía ajeno a eso: son “ellos”. Ahora se trata de encarnar más la realidad
del propio pecado.

Dice el Kempis “Obráis mal y os excusáis peor” 4. No hay que excusarse, hay que
reconocer. Parece increíble, pero de hecho se da y más de lo que uno puede pensar: hay
gente que dice: “no padre, ¿yo pecado?, ¿Pero qué pecado tendré?, ¿a mi edad, qué
pecado?”, expresa la gente mayor. Como si solamente pudieran pecar los jóvenes.
Dice San Juan:

“Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en


nosotros” 5. “Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está
en nosotros” 6.

No solamente nos engañamos a nosotros mismos, sino que lo hacemos


mentiroso a nuestro Señor Jesucristo, y lo hacemos mentiroso por así decirlo, incluso en
Su mismo Nombre. Sabemos que en el Antiguo Testamento algunos nombres eran
puestos para designar una misión determinada que esa persona iba a tener en el mundo:
se le aparece el ángel a San José: “lo llamarás Jesús por que salvará a su pueblo de sus
pecados” 7

En castellano o en otra lengua que no sea el hebreo, no se llega a entender bien


la primera parte de la oración con la segunda, pero si uno supiera un poco de hebreo
podría decir así: lo llamarás Yehosua o sea “Yahvé salva”, porque salvará a su pueblo de
sus pecados. Es decir que Cristo viene a salvarnos de los pecados. Si yo digo entonces que
no tengo pecado, estoy diciendo que Cristo se encarnó en vano, en definitiva estoy
diciendo que nuestro Señor es un mentiroso, porque vino a hacer algo que no hacía falta,
vino a redimirnos de una realidad que no existía.

Monseñor Fulton Sheen, aquel siervo de Dios que tanto bien ha hecho y hace con
sus predicaciones, decía: “no hay nada que haya hecho tanto para impedir al hombre
encontrar a Dios como la negación de la culpa personal; ¿por qué? -él mismo lo dice-
porque si no reconocemos que somos pecadores, si no nos arrepentimos, no hay nada que
perdonar, y por tanto seguimos con nuestros pecados”.

Y para acercarse a Dios hay que reconocer los pecados y ser absuelto de ellos. La
idea entonces es que cada vez tengamos más claro que hemos pecado, que hemos hecho
aquello que Dios no quería que hiciéramos, que hemos ofendido a ese Bien Infinito que
es nuestro Creador.

Uno podría objetar que ya sabemos que somos pecadores y que no hace falta
que nos lo digan, pero sucede que mientras más uno se reconoce como tal, más recibe la
acción de la Gracia de Dios, la acción de la redención de Cristo.

Dice Santo Tomás de Aquino que la medida de Gracia que uno recibe coincide
con el grado de arrepentimiento. Es como un resorte al cual mientras más se lo presiona,

4
Cfr. Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, Libro Segundo, Cap. 5, 1.
5
1 Jn, 1,8
6
1 Jn 1, 10
7
Mt 1,21
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 4
Primera Semana

más rebota hacia arriba.

San Agustín en el jardín de Milán derramó lágrimas:

“Más apenas una alta consideración sacó del hondo secreto y amontonó toda mi
miseria a la vista de mi corazón; estalló en mi alma una tormenta enorme con lluvia
torrencial de lágrimas. Y para desahogarme del todo con los gemidos del caso, me
levanté y aparté de Alipio -pues para llorarme parecía más a propósito la soledad- me
retiré cuando era preciso, para que su presencia no me fuera impedimento” 8.

“Amontonó toda mi miseria a la vista de mi corazón”, pidamos una y otra vez esa
gracia, una gracia dolorosa, pero un dolor de los más bellos, una compunción de las más
hermosas que Dios nos puede regalar. En definitiva el único dolor que puede ser buscado
por el hombre con todas sus fuerzas, además de que es el que nos hace más semejantes
a Cristo crucificado.
Demos un paso más entonces, no solamente es el hecho de darnos cuenta que
hemos pecado, sino ahora pensemos qué es el pecado.

♦ Segundo punto: ponderar los pecados. [57]


Dice San Ignacio: “El segundo: ponderar 9 los pecados mirando la fealdad y la
malicia que cada pecado mortal cometido tiene en sí, dado que no fuese vedado”.

En cada pecado hay un eco del “Non Serviam” (no serviré) satánico, hay algo de
ese orgullo de Luzbel en rechazar a Dios, al Creador.

En cada pecado hay un resabio de aquel pecado de Adán y Eva, de aquel rechazo
también de la voluntad de Dios, de aquel rechazo del mandato del Creador. En cada
pecado se escucha el eco de aquel: no queremos que este reine sobre nosotros.

Nos enseña el Catecismo: “A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el
pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y
para el mundo entero” 10.

El único mal es el pecado. Tendríamos que ver en la escala de nuestros valores:


¿qué es el mal para mí?, ¿una enfermedad?, ¿un problema familiar?, ¿perder el trabajo?,
¿una discusión con un ser querido? Todo esto tendría que estar debajo, pero muy por
debajo, del único mal: el pecado.

¿Qué otra cosa puede compararse a esta realidad? y esto es lo que tenemos que
tratar de considerar, de aprender, de hacer nuestro en esta meditación; poder llegar a
pensar como pensaban los santos. El Santo Cura de Ars decía:

“Si tuviésemos fe y si viésemos un alma en estado de pecado mortal, nos


moriríamos de terror” 11.

Crecer entonces un poco en esa fe. Cuántas veces me preocupo de tantas cosas,

8
Conf.VIII,c.12
9
Del sustantivo latino pondus: espeso, es decir, sopesar, considerar sopesando.
10
Catecismo de la Iglesia Católica, 1488
11
San Juan María Vianey, Sacerdoti nostri primordia, p. 221
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 5
Primera Semana

menos de si estoy en Gracia o si no estoy en Gracia. Eso no es vivir de la fe. Eso es vivir
como un pagano. San Juan de Ávila, mostrando la fealdad de un alma que no estaba en
Gracia, escribía:

“Allende de lo dicho, considerad que, así como cuando érades nada no teníades
fuerza para moveros, ni para ver, ni oír, ni gustar, ni entender, ni querer: más dándoos
Dios el ser, os dio acuestas potencias y fuerzas; así no sólo el hombre que está en pecado
mortal está privado del ser agradable delante los ojos de Dios, mas está sin fuerzas para
obrar obras de vida que agraden a Dios. Y por esto, si algún cojo viéredes o manco,
pensad que así está el hombre sin gracia en su ánima; si algún ciego, sordo o mudo,
tomadlo por espejo en que os miréis; y en todos los enfermos, leprosos, paralíticos, y que
tienen los cuerpos corvados y los ojos puestos en tierra, con toda la otra muchedumbre de
enfermedades que presentaban delante el acatamiento de Jesucristo, nuestro verdadero
Médico, entended que tan perdidos están los malos, cuanto a los espirituales sentidos,
cuanto estaban aquéllos en los corporales” 12.

Acabamos de leer una comparación con la enfermedad corporal para que


tratemos de ver que nosotros no somos santos. Nos cuesta entender las cosas
espirituales pero, con una realidad física como la que acabamos de leer, que
comprendemos más fácilmente, nos remontamos a las realidades espirituales, como
hacia nuestro Señor con las parábolas.
Tan grave es el pecado, que Dios, a causa de él, hasta donde se permita decir así,
se llegó a “arrepentir” de habernos creado: “se arrepintió de haber hecho al hombre
sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón 13.

Otra realidad del pecado es la de la Comunión de los Santos. Juan Pablo II en su


Encíclica acerca de la confesión dice:

“Aquella solidaridad que, a nivel religioso, se desarrolla en el misterio profundo y


magnífico de la comunión de los santos, merced a la cual se ha podido decir que «toda
alma que se eleva, eleva al mundo»” 14.

Y, a continuación, nos presenta “la otra cara” de esta solidaridad:

“Se puede hablar de una comunión del pecado, por el que un alma que se abaja
por el pecado abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo, al mundo entero. En otras
palabras, no existe pecado alguno, aun el más íntimo y secreto, el más estrictamente
individual, que afecte exclusivamente a aquel que lo comete. Todo pecado repercute, con
mayor o menor intensidad, con mayor o menor daño en todo el conjunto eclesial y en
toda la familia humana” 15

Consideremos la responsabilidad que tenemos al ser miembros de la Iglesia; sí


solo pensáramos en esto, evitaríamos cualquier clase de pecado, hasta la más leve
ofensa a Dios.

♦ Tercer punto: ¿quién soy? [58]

12
San Juan de Ávila, Audi Filia, cap. 66.
13
Gn 6,6.
14
Juan Pablo II, EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL: RECONCILIATIO ET PAENITENTIA,14
15
JUAN PABLO II, EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL: RECONCILIATIO ET PAENITENTIA,16.
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 6
Primera Semana

“El tercero: mirar quien soy yo disminuyéndome por ejemplos: primero, cuánto
soy yo en comparación de todos los hombres; 2º, qué cosa son los hombres en
comparación de todos los ángeles y santos del paraíso; 3º mirar qué cosa es todo lo
criado en comparación de Dios: pues yo solo ¿qué puedo ser?; 4º mirar toda mi
corrupción y fealdad corpórea; 5º mirarme como una llaga y postema 16 de donde han
salido tantos pecados y tantas maldades y ponzoña tan turpíssima”. 17

Ya habíamos considerado en el Principio y Fundamento que ante Dios somos


como la nada por la gran diferencia que hay entre sus perfecciones, su ser por sí mismo,
y nuestra imperfección, nuestra finitud comparada con su infinitud. Ahora se trata de
volver a considerar eso, pero agregándole algo más, esa nada que somos nosotros.

San Ignacio nos invita a considerarnos, en comparación con todas las creaturas,
cuánta nada somos y ¡cuánto más si nos comparamos con el Creador! Esa nada, se ha
atrevido a levantar la mano contra su Creador.

Tratemos de meditar esta verdad, algo difícil sin una gran fe: cómo la creatura
siendo lo que es, comparada con el Creador, se atreve a rebelarse contra Él, hacerle
frente, desafiarlo.

Si vemos que un hijo tan querido por sus padres se rebela contra ellos, ¡qué
indignación nos produce!, ¡cuánto se estremece nuestro corazón al ver esto! Quizás uno
conozca o haya tenido oportunidad en su vida de ver esta situación, pues muchísimo
peor es esta realidad que estamos considerando: rebelarse la creatura contra el Bien
Infinito que no solo la creó, sino que la redimió; la creatura se levanta contra un Dios
clavado en la Cruz por su amor.

Dos cosas se dan en el pecado: la aversión a Dios, darle la espalda y cambiar a


Dios por una creatura. Y eso hemos hecho y hacemos nosotros en nuestra vida cuando
pecamos, ¿Quiénes somos nosotros para hacer algo así?

Escalando un poco más todavía, consideremos quién es Dios a quien ofendemos,


algo más necesario todavía de entender porque, mientras mayor es la dignidad de aquel
a quien ofendemos, más grave es el pecado, sin lugar a dudas.

♦ Cuarto punto: considerar quién es Dios. [59]


“El cuarto: considerar quién es Dios, contra quien he pecado, según sus atributos,
comparándolos a sus contrarios en mí: su sapiencia a mi ignorancia, su omnipotencia a
mi flaqueza, su justicia a mi iniquidad, su bondad a mi malicia”.

¡Qué importante es esto también! Perder la noción de quién es Dios puede ser la
causa de las crisis espirituales que podamos tener; de un alejamiento de Dios, ya sea
personalmente o en una parroquia. Tenemos que tener siempre presente lo que dice
santo Tomás: “de Dios es más lo que no conocemos que lo que conocemos”.

Sí, conocemos a Dios por la fe (por la razón también, pero mucho más
perfectamente por la fe, sin duda), este Dios a quien vamos a estar contemplando, si
cooperamos con Su Gracia, durante toda la eternidad y nunca vamos a cansarnos de
16
Llaga que supura.
17
Feísima.
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 7
Primera Semana

admirarlo, de verlo, de amarlo.

Nuestra pobre cabecita se hace una idea de Dios, está bien y nos ayuda, pero
tenemos que saber que eso es poco y nada, comparado a lo que realmente Dios es; la
gran diferencia que hay entre la inmensidad de Dios y nuestra finitud.

Y, si no nos convencemos de la realidad, excelencia, perfección de Dios que


supera totalmente nuestra imaginación; si no nos damos cuenta de esta imagen de Dios y
vamos creciendo, aunque sea de a poco en ella, difícilmente o casi de manera imposible,
podremos llegar a entender la realidad del pecado.

Decía Juan Pablo II en la Encíclica sobre Espíritu Santo «Dominum et


vivificantem»: “Convencer en lo referente al pecado quiere decir demostrar el mal
contenido en él. Lo que equivale a revelar el misterio de la impiedad. No es posible
comprender el mal del pecado en toda su realidad dolorosa sin sondear las profundidades
de Dios” 18

Sin sondear la profundidad de Dios no podemos llegar a entender, a comprender


el verdadero sentido del pecado. Porque justamente el pecado trae su gran maldad en
esto. Es cierto que cuando uno peca también puede ofender a los demás, pero
principalmente la cosa más grave que trae el pecado es que estamos ofendiendo a Dios,
incluso, dice san Ignacio:

“Considerad la gravedad del pecado aun si no estuviese vedado, aun si no


estuviese prohibido que fealdad tiene por ir contra Dios”

En la Encíclica sobre la confesión, decía Juan Pablo II:

“En realidad Dios es la raíz y el fin supremo del hombre y éste lleva en sí un
germen Divino. Por ello, es la realidad de Dios la que descubre e ilumina el misterio del
hombre. Es vano, por tanto, esperar que tenga consistencia un sentido del pecado
respecto al hombre y a los valores humanos, si falta el sentido de la ofensa cometida
contra Dios, o sea el verdadero sentido del pecado” 19

En otro lugar de esta Encíclica, Juan Pablo II llama al pecado un acto suicida:

“En cuanto ruptura con Dios el pecado es un acto de desobediencia de una


criatura que, al menos implícitamente, rechaza a aquel de quien salió y que la mantiene
en vida; es, por consiguiente, un acto suicida” 20

También tenemos que darnos cuenta que, esta contemplación de la grandeza de


Dios, hace que crezcamos en la consideración de nuestra nada. Son dos realidades que, si
bien son en cierta forma contrapuestas, sin embargo hacen resaltar la una a la otra,
como el color blanco al color negro.

Santa Teresa de Jesús escribe:

"A mi parecer, jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios:

18
Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, n. 39
19
Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia,
20
Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, n. 15
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 8
Primera Semana

mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza; y mirando su limpieza, veremos


nuestra suciedad, considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser
humildes” 21

Cuánto también ayuda a considerar el pecado el hecho de contemplar la Pasión


de Nuestro Jesucristo, de verlo como petrificado, como pintado, como paralizado, sin
defenderse, sin quejarse, sin reclamar derechos.

Hay una relación directa del pecado con la Pasión de Cristo. Sabemos que Cristo
se encarnó justamente en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, tomó naturaleza
humana a causa de nuestros pecados, para redimirnos de ellos.

Y, eso que nosotros solemos decir a los niños: “si cometes un pecado estás
crucificando a Jesucristo de nuevo”, no es una figura, no es un ejemplo, misteriosamente
es así.

Decía Juan Pablo II:

“La revelación del misterio de la Redención, abre el camino a una comprensión en


la que cada pecado, realizado en cualquier lugar y momento, hace referencia a la Cruz de
Cristo y por tanto, indirectamente también al pecado de quienes «no han creído en él»,
condenando a Jesucristo a la muerte de Cruz» 22

No pensemos solamente en los pecados de comisión: cuando positivamente


hago un acto malo, sino también recapacitemos en los pecados de omisión: cuando dejo
de hacer una cosa buena que debería. Si soy un estudiante y dejo de estudiar lo que
tendría; si siendo padre o una madre de familia descuido a mis hijos; si soy sacerdote y
no procuro el bien de mis ovejas…

Cierto día se le apareció Jesucristo al Beato Alano y le dijo:

- “¿Por qué me crucificas de nuevo?


- ¿Cómo Señor? Respondió aterrado el Beato Alano.
- Tus pecados me crucifican, contestó Jesús, aunque preferiría ser crucificado de
nuevo a ver a mi Padre ofendido por los pecados que has cometido. Tú me sigues
crucificando porque tienes la ciencia y cuanto es necesario para predicar el rosario de mi
Madre e instruir y alejar el pecado a muchas almas… Podrías salvarlas y evitar grandes
males. Pero, al no hacerlo, eres culpable de sus pecados”.
Tan terribles reproches hicieron que el Beato Alano se decidiera a predicar
incesantemente el Rosario.

♦ Quinto punto: admiración de la bondad de Dios. [60]


“El quinto: exclamación admirativa con crecido afecto, discurriendo por todas las
criaturas, cómo me han dejado en vida y conservado en ella; los ángeles, como sean
cuchillo de la justicia divina, cómo me han sufrido y guardado y rogado por mí; los santos
cómo han sido en interceder y rogar por mí, y los cielos, sol, luna, estrellas y elementos,
frutos, aves, peces y animales; y la tierra cómo no se ha abierto para sorberme, criando
21
Santa Teresa de Ávila, Moradas primeras c.2
22
Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, nº 29
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 9
Primera Semana

nuevos infiernos para siempre penar en ellos”.

Consecuencia lógica de lo que venimos meditando: siendo Dios quien es, siendo
nosotros quienes somos, teniendo tanta gravedad el pecado como estamos tratando de
entender que tiene, ¿no sería lógico que toda la creación se rebele contra nosotros, si
justamente todo lo creado está para el hombre, para ayudarlo a alcanzar el fin, ya que lo
usamos tan mal, en contra del Creador, en contra de nuestro mismo fin? Dios está como
sosteniendo a la misma naturaleza para que no nos desobedezca.

Seguimos vivos. Aun tenemos tiempo para arrepentirnos. Admirarnos de la


bondad de Dios que nos espera con ansias, como aquel padre que aguardaba al hijo
prodigo que se había ido a malgastar su dinero y que este asombro nos ayude a
acercarnos a Dios. San Bernardo decía:

“La primera y máxima contemplación es la admiración de la majestad” 23.

Terminar con los coloquios

[61] “Coloquio. Acabar con un coloquio de misericordia, razonando y dando


gracias a Dios nuestro Señor, porque me ha dado vida hasta ahora, proponiendo
enmienda con su gracia para adelante”.

Coloquio de misericordia: podemos ponernos delante de nuestro Señor


Jesucristo crucificado o si hacemos la meditación en una Iglesia, ante el Santísimo
Sacramento y ver ahí, como encarnada, la misericordia de Dios en la persona de Nuestro
Señor. Darle gracias por tanto que ha hecho por nosotros, por tanto que hace, por tanto
que nos espera, que nos ha esperado. Y no solamente eso, si no también proponernos
con firmeza, con una voluntad de hierro, enmendar nuestra vida y volver a Dios: la fuerza
que hemos puesto en ir contra Dios pongámosla ahora en ir hacia Él, en buscarlo.

Que todas los sentidos y potencias que han pecado contra Él, sean usadas ahora
por mí. Alabarlo con mis labios para bendecir Su nombre; mi inteligencia para decir Su
verdad; mi voluntad para buscarlo con todas mis fuerzas; mi cuerpo para ser un
instrumento de Su gracia, de apostolado para llevarlo a los demás.

También propone San Ignacio los coloquios a repetición:

[62] “Tercero ejercicio es repetición del 1º y 2º ejercicio, haciendo tres coloquios.

Después de la oración preparatoria y dos preámbulos, será repetir el primero y 2º


ejercicio, notando y haciendo pausa en los puntos que he sentido mayor consolación o
desolación o mayor sentimiento espiritual; después de lo cual haré tres coloquios de la
manera que se sigue:

[63] 1º coloquio. El primer coloquio a nuestra Señora, para que me alcance


gracia de su Hijo y Señor para tres cosas: la primera, para que sienta interno
conocimiento de mis pecados y aborrecimiento de ellos; la 2ª, para que sienta el desorden
de mis operaciones, para que, aborreciendo, me enmiende y me ordene; la 3ª, pedir
conocimiento del mundo, para que, aborreciendo, aparte de mí las cosas mundanas y
vanas; y con esto un Ave María.
23
De Consideratione 1.V c.14 n.32
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org
IVE – Ejercicios Espirituales 10
Primera Semana

2º coloquio. El segundo, otro tanto al Hijo, para que me alcance del Padre; y con
esto el Anima Christi. 24

3º coloquio. El tercero, otro tanto al Padre, para que el mismo Señor eterno me lo
conceda; y con esto un Pater noster”.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

24
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.
P. Gustavo Lombardo
www.ejerciciosive.org

También podría gustarte