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Sanidad.

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Introducción.-
Puedes recibir tu sanidad y vivir la vida saludable que Dios tiene planeado para ti.
Vamos a aprender a descubrir verdades bíblicas y ponerlas en práctica en todas las áreas de
tu vida, incluyendo tu salud.

Descubre cómo comenzar a disfrutar la sanidad divina, inspirada por Dios ¡HOY MISMO!

1.- Cree:
La voluntad de Dios para ti es que estés sano, total y completamente. ¡Dios quiere que estés
bien!

¡Estoy Sano!

Tu estas sano… ¡porque la palabra de Dios lo dice! ¡Dilo en voz alta y no retrocedas!

Yo creo que soy sano porque en la Palabra de Dios dice que lo soy. Y de acuerdo con Éxodo
15:26: «Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante
de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus estatutos, jamás te
enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios. Yo soy el Señor, tu
sanador». Yo escucho la voz de Dios, la obedezco de inmediato y guardo Sus
mandamientos. Pues ¡Él ES el Señor quien me ha sanado!

Créele a Dios por tu sanidad

Declara esta confesión acerca de poner tu confianza en Dios… ¡Porque el cuida de ti!

Marcos 11:22-24 «Jesús les dijo: «Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que
cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se
cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá. Por
tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá».

Continuamente pondré mi fe y confianza en Dios. Su Palabra es verdad y Él es fiel a Su


Palabra. Cuando oro, creo que recibo, con la confianza en el hecho de que ya ha sido hecho
por mí. ¡Gracias, Señor!

Escrituras para ayudarte a mantenerte fuerte en contra de la gripe

¿Es esa época del año, la época del año en la que la gripe empieza a dar vueltas? Si estás
determinado a mantenerte fuerte en contra de la gripe, o estas actualmente experimentado
algunos de sus síntomas, aquí tienes 10 escrituras que te ayudaran a mantenerte en contra
de ella.
 Santiago 4:7: «opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes».

 1 Pedro 2:24: «Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que
nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron
ustedes sanados. ».

 Romanos 4:20: «Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en la fe y dio gloria a Dios».

 Hebreos 10:35-36: «Por lo tanto, no pierdan la confianza, que lleva consigo una gran
recompensa. Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; para que, una vez que
hayan hecho la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido darnos».

 Mateo 9:22: «Jesús se volvió a mirarla y le dijo: «Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.»
Y a partir de ese momento la mujer quedó sana».

 3 Juan 1:2: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez
que tu alma prospera».

 Salmos 147:3: «El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas.»

 Salmos 103:3: «El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias»

 Santiago 5:14: « ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de
la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor».

 Mateo 17:20: «Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen muy poca fe. De cierto les digo,
que si tuvieran fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “Quítate de allí y
vete a otro lugar”, y el monte les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!»

Ahora mismo, empieza a estudiar y declárate estas escrituras a ti mismo y piensa acerca de
su significado y verdad. ¡Toma un posición en contra de la gripé y disfruta la bendición de
tener salud y sanidad en esta temporada!

Escrituras para edificar tu fe

¡La Biblia está LLENA de las promesas de Dios para la sanidad! ¡Usa esas escrituras como
punto inicial para tu estudio!

¡Lee estas escrituras, imprímelas y ponlas en práctica!

 Éxodo 15:26: «Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es
recto delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus
estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios.
Yo soy el Señor, tu sanador».
 Éxodo 23:25-26: «Pero me servirán a mí, el Señor su Dios, y yo bendeciré tu pan y tus
aguas, y quitaré de en medio de ti toda enfermedad. No habrá en tu tierra mujer que
aborte, ni estéril. Yo haré que vivas los años que debes vivir».

 Deuteronomio 7:14-15: « ¡Bendito serás, por encima de todos los pueblos! No habrá
en ti hombre ni mujer que sea estéril, ni tampoco entre tus ganados. El Señor alejará
de ti toda enfermedad. No enviará sobre ti ninguna de las plagas malignas que envió
sobre Egipto, y que tú conoces, aunque sí las enviará sobre todos los que te
aborrezcan».

 Deuteronomio 30:19-20: « Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra
ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la
maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan; y para que
ames al Señor tu Dios, y atiendas a su voz, y lo sigas, pues él es para ti vida y
prolongación de tus días. Así habitarás la tierra que el Señor juró a tus padres,
Abrahán, Isaac y Jacob, que les daría a ustedes».

 1 Reyes 8:56: «Bendito sea el Señor, que le ha dado paz a su pueblo Israel, conforme
a su promesa, sin dejar de cumplir ninguna de las promesas que le hizo a Moisés».

 Salmos 91:9-10, 14-16: «Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al
Altísimo como tú protector, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu
casa. Yo lo pondré a salvo, porque él me ama. Lo enalteceré, porque él conoce mi
nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en medio de la angustia. Yo
lo pondré a salvo y lo glorificaré. Le concederé muchos años de vida, y le daré a
conocer mi salvación».

 Salmos 103:1-5: « ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo mi ser su santo
nombre! ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones! El
Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. El Señor te rescata de
la muerte, y te colma de favores y de su misericordia. El Señor te sacia con los
mejores alimentos para que renueves tus fuerzas, como el águila».

 Salmos 107:17, 19-21: «Obstinados en su conducta rebelde, y afligidos por causa de


sus maldades. Pero en su angustia clamaron al Señor. Y él los libró de su aflicción.
Con el poder de su palabra los sanó, y los libró de caer en el sepulcro. ¡Alabemos la
misericordia del Señor, y sus grandes hechos en favor de los mortales!».

 Salmos 118:17: «No voy a morir. Más bien, voy a vivir para dar a conocer las obras del
Señor».

 Proverbios: 4:20-24: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; inclina tu oído para
escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu
corazón. Ellas son vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo.
Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida. Aparta de tu
boca las palabras perversas; aleja de tus labios las palabras inicuas».
 Isaías 41:10: «No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu
Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi
justiciera mano derecha».

 Isaías 53:4-5: «Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores,
mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él
será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el
castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados».
 Jeremías 1:12: «El Señor me dijo: Has visto bien. Me estoy apresurando a poner mi
palabra por obra».

 Jeremías 17:14: « ¡Sáname, Señor, y recobraré la salud! ¡Sálvame, y quedaré a salvo!


¡Tú eres la razón de mi alabanza!».

 Jeremías 30:17: «…yo te devolveré la salud y sanaré tus heridas. —Palabra del
Señor—».

 Joel 3:10: « ¡Tomen sus azadones y sus hoces, y con ese metal hagan espadas y
lanzas! ¡Que saque el débil fuerza de flaqueza!».

 Nahúm 1:9: « ¿Hacen ustedes planes contra el Señor? ¡Él los deshará por completo, y
no tendrá que vengarse dos veces!».

 Mateo 8:2-3: «Un leproso se le acercó, se arrodilló ante él y le dijo: Señor, si quieres,
puedes limpiarme. Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero. Ya has quedado
limpio. Y al instante su lepra desapareció».

 Mateo 8:16-17: «Al caer la noche, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su sola
palabra, expulsó a los demonios y sanó a todos los enfermos. Esto, para que se
cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias».

 Mateo 15:30-31: «Mucha gente se le acercó. Llevaban cojos, ciegos, mudos, mancos,
y muchos otros enfermos, y los pusieron a los pies de Jesús, y él los sanó, La multitud
se quedaba asombrada, y al ver que los mudos hablaban, los mancos eran sanados,
los cojos andaban y los ciegos veían, glorificaban al Dios de Israel».

 Mateo 18:18-19: «De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el
cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo. Una vez más les
digo, que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi
Padre, que está en los cielos, se lo concederá».

 Mateo 21:21-22: «Jesús les respondió: De cierto les digo, que si ustedes tuvieran fe y
no dudaran, no sólo harían esto a la higuera, sino que a este monte le dirían “¡Quítate
de ahí y échate en el mar!”, y así se haría. Si ustedes creen, todo lo que pidan en
oración lo recibirán».
 Marcos 9:23: «Jesús le dijo: ¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree, todo es
posible».

 Marcos 10:27: «Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto es imposible para los
hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible».

 Marcos 11:22-24: «Jesús les dijo: Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que
cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se
cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.
Por tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les
concederá».

 Marcos 16:14-18: «Finalmente se apareció a los once mismos, mientras ellos estaban
sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y obstinación, porque no habían
creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: Vayan por todo el mundo y
prediquen el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el
que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que crean: En mi
nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en sus manos
serpientes, y si beben algo venenoso, no les hará daño. Además, pondrán sus manos
sobre los enfermos, y éstos sanarán».

 Lucas 6:19: «Toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía un poder que sanaba
a todos».

 Lucas 9:2: «los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos».

 Lucas 13:16: «Y a esta hija de Abrahán, que Satanás había tenido atada durante
dieciocho años, ¿no se le habría de liberar, aunque hoy sea día de reposo?».

 Hechos 5:16: «Aun de las ciudades vecinas venían muchos a Jerusalén, y traían a sus
enfermos y a los atormentados por espíritus inmundos, y todos eran sanados».

 Hechos 10:38: «Ese mensaje dice que Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu
Santo y con poder, y que él anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que
estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».

 Romanos 4:16-21: «Por tanto, la promesa se recibe por fe, para que sea por gracia, a
fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia, tanto para los que son de
la ley como para los que son de la fe de Abrahán, el cual es padre de todos nosotros.
Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas naciones. Y lo es delante de
Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no existen,
como si existieran. Contra toda esperanza, Abrahán creyó para llegar a ser padre de
muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
Además, su fe no flaqueó al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (pues
ya tenía casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por
incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en la fe y dio gloria a Dios,
plenamente convencido de que Dios era también poderoso para hacer todo lo que
había prometido».

 Romanos 8:2, 11: «porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de
la ley del pecado y de la muerte. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a
Jesús vive en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús también dará vida
a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu que vive en ustedes».

 2 Corintios 4:18: «Por eso, no nos fijamos en las cosas que se ven, sino en las que no
se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas».

 2 Corintios 10:3-5: «Es verdad que aún somos seres humanos, pero no luchamos
como los seres humanos. Las armas con las que luchamos no son las de este mundo,
sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».

 Gálatas 3:13-14, 29: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por nosotros se
hizo maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abrahán alcanzara a los no judíos, a fin de
que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu. Y si ustedes son de Cristo,
ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa, herederos».

 Efesios 6:10-17: «Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el Señor y


en el poder de su fuerza. Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan
hacer frente a las asechanzas del diablo. La batalla que libramos no es contra gente
de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las
tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes! Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando
llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. Por tanto,
manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza
de justicia, y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la
paz. Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar
todas las flechas incendiarias del maligno. Cúbranse con el casco de la salvación, y
esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios».

 Filipenses 2:13: « [No en sus propias fuerzas] porque Dios es el que produce en
ustedes [energizando y creando su interior el poder y el deseo] lo mismo el querer
como el hacer, por su buena voluntad».

 Filipenses 4:6-9: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones (específicas) sean
conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, Y que la
paz de Dios [sea de ustedes, ese estado tranquilo de un alma confiada en su
salvación, a través de Cristo, sin temerle nada a Dios y estar satisfecho con cualquiera
que sea su situación terrenal, es decir, tener, esa paz] que sobrepasa todo
entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo
demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo
justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay
en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello [y establézcanlo en su
mente]. Lo que ustedes aprendieron y recibieron de mí; lo que de mí vieron y oyeron,
pónganlo por obra, y el Dios de paz (que no tiene problemas y les de bienestar) estará
con ustedes».

 2 Timoteo 1:7: «Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder,
de amor y de dominio propio».

 Hebreos 10:23: «Mantengamos firme y sin fluctuar la esperanza que profesamos,


porque fiel es el que prometió».

 Hebreos 10:35-36: «Por lo tanto, no pierdan la confianza, que lleva consigo una gran
recompensa. 36 Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; para que, una vez que
hayan hecho la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido darnos».

 Hebreos 11:11: «Por la fe, Sara misma recibió fuerzas para concebir, aunque era
estéril, y dio a luz, aun cuando por su edad se le había pasado el tiempo, porque creyó
que era fiel quien le había hecho la promesa».

 Hebreos 13:8: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos».

 Santiago 4:7: «Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá
de ustedes».

 Santiago 5:14-16: « ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos
de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La
oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha
pecado, sus pecados le serán perdonados. Confiesen sus pecados unos a otros, y
oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es muy poderosa y
efectiva».

 1 Pedro 2:24: «Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que
nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron
ustedes sanados».

 1 Juan 3:21-22: «Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en


Dios, y recibiremos de él todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que le son agradables».

 1 Juan 5:14-15: «Y ésta es la confianza que tenemos en él: si pedimos algo según su
voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho».

 3 Juan 2: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez
que tu alma prospera».
Libertad del pecado y de la muerte

Como creyente, ¡el pecado y la muerte no tienen ningún derecho sobre ti! Declara la verdad
hoy.

Romanos 8:2,11: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús vive
en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos
mortales por medio de su Espíritu que vive en ustedes.» Cristo vive en mí. ¡El mismo espíritu
que resucito a Jesús de entre los muertos vive en mí! Ese mismo espíritu dará vida a mi
cuerpo mirtal, para que pueda vivir sano y completo. ¡Soy libre del pecado y la muerte!

2 Declara:
Mantén tus palabras en línea con las palabras de Dios al declarar las promesas de Dios
todos los días y cada día. La palabra de Dios tomada a diario como medicina, ¡es salud para
tu espíritu, alma y cuerpo!

¡Dios desea que estés bien!

Declara la siguiente confesión basada en la Biblia, afirmando que: ¡Dios desea que estés
bien!

Confío en el Señor y en mi relación con Él. La Biblia dice en 1 Juan 5:14-15: «Y ésta es la
confianza (la seguridad, el privilegio de la valentía) que tenemos en él: [estamos seguros
que] si pedimos algo (cualquier petición) según Su voluntad (en común acuerdo con Su
propio plan), él nos oye. Y (dado que) sabemos [con certeza] que él nos oye en cualquiera
cosa que pidamos, también sabemos [con un sólido y absoluto conocimiento] que tenemos
[concedidas como nuestras posesiones presentes] las peticiones que le hayamos hecho». La
Palabra de Dios dice que si yo pido cualquier cosa de acuerdo a Su voluntad, Él inclinará Su
oído. Gracias Dios por escucharme.

En 3 Juan 2 dice: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud [física], a
la vez que [sé que] tu alma prospera». ¡Dios desea que yo sea sano! ¡Creo que mi espíritu,
mi alma y mi cuerpo son prósperos, sanos, saludables y plenos de acuerdo con la Palabra!

¡Una confesión de que Jesús es tu sanador!

Confiesa que el Señor es tu sanador… ¡porque en Él tú ERES sano!

Confieso con mi boca que Jesús es el Señor. Y ahora también lo confieso como mi Sanador.
Lo hago el Señor de mi vida. Creo en mi corazón que Dios lo resucitó de los muertos. Y
desde este momento, mi cuerpo es salvo, sano, pleno y libre. Jesús, Tú eres mi Sanador. Te
recibo hoy como mi Sanador. Permanezco firme a partir de este día, y estaré en contra de la
enfermedad y las dolencias. Las resistiré porque son la obra del diablo. En el nombre de
Jesús. Amén.
Ahora, aprende a resistir la enfermedad y las dolencias, al igual que resistes la tentación de
pecar. Y descubrirás que esas enfermedades y las dolencias no podrán acercarse a ti. Y
cuando esos síntomas vengan, continúa resistiendo. Ve a la Palabra de Dios, y busca 1
Pedro 2:24. Léeselo a tu cuerpo y al diablo. Y léelo delante del Señor: «Él mismo llevó en su
cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para
la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados». Declara: Fui sano y soy sano, y no
aceptaré la enfermedad en mi cuerpo.

Confiesa la verdad de Dios para recibir tu sanidad completa

Cuando te sientas débil, ¡el poder de Cristo está allí para fortalecerte! Declara esta confesión
de sanidad, y reconoce que Él ya ha sanado TODAS tus enfermedades y dolencias.

¡Sé que la voluntad de Dios es sanarme! Tengo un pacto con Dios, el cual incluye mi sanidad
completa, no acepto ningún diagnóstico que diga que tengo alguna enfermedad terminal. En
la Palabra de Dios dice que por la llaga de Jesús soy sano, por tanto, ¡soy sano y ningún
arma forjada contra mí prosperará! La Palabra fue sembrada en mi corazón, la creo y
obtengo mi cosecha de sanidad.

Aunque me sienta débil, no me rendiré ante esos sentimientos. Cuando soy débil, ¡el poder
de Dios viene sobre mí para fortalecerme! Creo que la Palabra de Dios es verdad y obedezco
lo que en ella se afirma, y Él es el Dios que me sana de todas mis enfermedades. Habito en
la Palabra de Dios, la cual trae vida y salud a mi cuerpo.

Versículos de referencia: 1 Pedro 2:24, Isaías 54:17, Marcos 4:14-20, 2 Corintios 12:9-10,
Éxodo 15:26, Mateo 8:17, Proverbios 4:20-23.

Declara la voluntad de Dios para tu sanidad

¿Cuál es la voluntad de Dios para ti? ¡La salud divina! Permite que Su Palabra traiga vida a
tu cuerpo, mientras haces esta confesión.

Sé que la voluntad de Dios para mí es que viva en salud divina. La Palabra de Dios le da vida
y salud a mi cuerpo, por tanto, habito en ella. Sé que las enfermedades y las dolencias no
provienen de Dios, y que no forman parte de Su plan para mi vida. El diablo es el único que
roba, mata y destruye. ¡El plan de Dios para mí es vida en abundancia! ¡Él es bueno y alabo
Su nombre!

Jesús sanó con un corazón compasivo, y cuando Él murió por mí, me redimió de la maldición
de las enfermedades y dolencias. Él venció al diablo en su propio terreno y recuperó toda la
autoridad y se la entregó a todo aquel que cree. ¡Y yo pongo en práctica esa autoridad
cuando declaro el nombre de Jesús!

Versículos de referencia: Proverbios 4:20-23; Juan 6:63; Juan 10:10; Salmos 136:1; Mateo
15:30-31; Marcos 1:41; Hechos 10:38; Gálatas 3:13; Colosenses 2:15; Juan 14:12-14.
Tu confesión para cuando recibes un mal diagnóstico

Puedes confiar que la Palabra de Dios traerá sanidad cuando declaras las escrituras acerca
de cualquier clase de enfermedad que entes enfrentando.

La Palabra de Dios dice que la oración de fe sanara el enfermo, y el Señor hará que esté
bien. Por lo tanto, ¡no tendré miedo acerca de este reporte! ¡Tú no me has dado un espíritu
de miedo! Oro por sanidad, y sé que mi oración tiene gran poder y produce resultados
maravillosos. Me doy cuenta que mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo que vive en mi
interior y me ha sido dado por Dios. No me pertenezco a mí mismo, porque tú me compraste
a un precio muy alto. Te honrare con mi cuerpo y cuidare de mí. Señor, envía Tu Palabra y
sáname y arrebátame de la puerta de la muerte. Considero gozosamente que este problema
ha llegado a mi camino porque sé que cuando mi fe es puesta a prueba, mu resistencia
puede crecer.

Gracias Señor, que llevaste mis enfermedades y mis dolencias cuando moriste en la cruz.
Por tus llagas, somos sanos. Pondré cuidadosamente atención a tus palabras y no las
perderé de vista. Permitiré que penetren profundamente en mi corazón, porque traen vida a
para aquellos que las encuentran y sanidad para el cuerpo. ¡Alabado sea Dios!

Versículos de Referencia: Santiago 5:15-15; 2 Timoteo 1:7; 1 Corintios 6:19-20; Salmos


107:20; Santiago 1:2-3; Isaías 53:4-5; Proverbios 4:20-22.

Una confesión por sanidad y bienestar

Cuando te sientas débil, ¡el poder de Cristo está allí para fortalecerte! Declara esta confesión
de sanidad, y reconoce que Él ya ha sanado TODAS tus enfermedades y dolencias.

Yo recibí mi sanidad, cuando recibí mi salvación. Desde entonces, ya no vivo bajo la


maldición de la ley, soy libre de la maldición de la enfermedad y las dolencias. El Señor es
fiel para sanar todas mis enfermedades. Él se las llevó, y restauró por completo mi salud y mi
bienestar.

Desato mi fe ahora, mientras declaro que por la llaga de Jesús soy sano, y confieso mi
sanidad completa desde mi coronilla hasta la planta de mis pies. Mis palabras se cumplirán, y
creo que recibo mi sanidad ahora. Permanezco firme en fe, sabiendo que ningún arma
forjada contra mí prosperará.

Versículos de referencia: Gálatas 3:13-14, 29; 1 Pedro 2:24; Éxodo 15:26, 23:25; Jeremías
30:17; Isaías 53:5; Marcos 11:23-24; Isaías 54:17

Una confesión y una oración por tu sanidad

¡El poder de la enfermedad ha sido destruido sobre tu vida! ¡Confiésalo en voz alta hoy!

Haz la siguiente declaración de corazón, luego ora y desata tu fe con la plena expectativa de
recibir sanidad (y de permanecer así).
Confieso a Jesucristo como el Señor de mi vida, espíritu, alma y cuerpo. Recibo ahora
el poder de Dios para ser sano, pleno, libre, salvo y para obtener mi sanidad. Actúo de
acuerdo con la Palabra de Dios y recibo Su poder. Enfermedades, padecimientos y
dolor, los resisto en el nombre de Jesús. Ustedes no son la voluntad de Dios para mi
vida. Hago que la Palabra se cumpla en ustedes. No los toleraré más en mi vida. Fuera
de mi presencia. Jamás les permitiré que regresen. Mis días de dolencias y
enfermedad ya terminaron. Soy salvo y sano. El poder de la enfermedad ha sido
destruido para siempre en mi vida. Jesús llevó mis enfermedades, mis debilidades y
mi dolor, y soy libre. La enfermedad, el pecado, el temor, y las adicciones del enemigo
ya no gobernarán más sobre mí. Pues he sido redimido de la maldición de la ley y hoy
proclamo mi libertad en el hombre de Jesús. El evangelio es el poder de Dios para mi
salvación. Yo recibo el evangelio. Y actúo conforme al evangelio y soy pleno, en el
nombre de Jesús. Amén.

Una dosis diaria de escrituras de sanidad para confesar

Toma la Palabra como medicina, y confiesa cada una de las promesas de la Palabra de Dios.

 Filipenses 1:6: «Estoy persuadido de que el que comenzó en ustedes la buena obra,
la perfeccionará hasta el día de Jesucristo».

 Juan 10:10: «El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (en plenitud hasta que
sobreabunde)».

 Isaías 53:4-5: «Con todo, él llevará sobre sí nuestros males (enfermedades


debilidades y angustias), y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que
Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros
pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y
por su llaga seremos sanados».

 Salmos 103:2-5: « ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus


bendiciones! El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. El
Señor te rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia».

 Proverbios 4:20-22: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; inclina tu oído para
escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu
corazón. Ellas son vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo».

 Salmos 91:9-10, 14-16: «Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al
Altísimo como tú protector, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu
casa. Yo lo pondré a salvo, porque él me ama. Lo enalteceré, porque él conoce mi
nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en medio de la angustia. Yo
lo pondré a salvo y lo glorificaré. Le concederé muchos años de vida, y le daré a
conocer mi salvación».
 2 Timoteo 1:7: «Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder,
de amor y de dominio propio».

 Isaías 40:29, 31: «El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que
desfallece. Pero los que confían en el Señor [esperan, están a la expectativa y tienen
esperanza en Él] recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y
no se cansan; caminan, y no se fatigan».

 2 Corintios 10:3-5: «Es verdad que aún somos seres humanos, pero no luchamos
como los seres humanos. 4 Las armas con las que luchamos no son las de este
mundo (armas de carne y sangre), sino las poderosas armas de Dios, capaces de
destruir fortalezas 5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra
el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo».

 Filipenses 4:6-7: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, y que la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en
Cristo Jesús».

Vive en salud divina, al confesar lo que dice en la Palabra

La voluntad de Dios es que vivas en salud divina. Confiesa hoy estas escrituras que afirman
esa verdad.

Sé que la voluntad de Dios para mí es que viva en salud divina. La Palabra de Dios le da vida
y salud a mi cuerpo, por tanto, habito en ella. Sé que las enfermedades y las dolencias no
provienen de Dios, y que no forman parte de Su plan para mi vida. El diablo es el único que
vino a robar, matar y destruir. ¡El plan de Dios para mí es vida en abundancia! ¡Él es bueno y
alabo Su nombre!

Jesús sanó con un corazón de compasión, y cuando Él murió por mí, me redimió de la
maldición de las enfermedades y dolencias. Él venció al diablo en su propio terreno y
recuperó toda la autoridad, y se la entregó a los que creen. ¡Y yo pongo en práctica por fe
esa autoridad, cuando declaro el Nombre de Jesús!

Versículos de referencia: Proverbios 4:20-23; Juan 6:63; Juan 10:10; Salmos 136:1; Mateo
15:30-31; Marcos 1:41; Hechos 10:38; Gálatas 3:13; Colosenses 2:15; Juan 14:12-14.

3 Ora:

No existe mejor medicina que la promesas de Dios para cada parte de tu ser. Ora las
promesas de Dios concernientes a tu sanidad con esas oraciones basadas en la Biblia― ¡y
no la dejes escapar!
Una oración de sanidad por tus amigos

Háblale a la enfermedad y a la dolencia, ¡y declara victoria sobre tus amigos en su espíritu,


alma y cuerpo!

Como Cuerpo de Cristo que somos, nos involucramos en la vida de las demás
personas y seguimos el ejemplo de nuestro Señor Jesús, a medida que oramos por los
demás. Gracias Padre, porque Tú eres el Autor de todo don perfecto, incluyendo la
compasión que compartimos como amigos. Gracias por darnos Tu amor y Tu poder, a
través de la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, quien llevó sobre Sí
mismo la enfermedad y la dolencia por nosotros. De acuerdo con Tu Palabra, en Mateo
18:18-19, Isaías 53:4-5 y 1 Pedro 2:24, permanecemos firmes en común acuerdo,
mientras imponemos manos sobre ____________. Echamos fuera la enfermedad y la
dolencia de su cuerpo y declaramos que es pleno en espíritu, alma y cuerpo, en el
nombre de Jesús. Amén.

Versículos de referencia: Santiago, 5:16, Lucas 5:18-20, 25

Una oración de sanidad por tus hijos

Por la llaga de Jesús, ¡tus hijos son sanos! Realiza hoy esta oración basada en la Palabra
sobre ellos.

Padre, estoy tan agradecido de saber cuánto amas a ___________ ¡y porque lo ves
como santo! Gracias por mostrarle a __________ Tu amor, a través de nuestro Señor
Jesucristo, quien llevó sobre Sí mismo la enfermedad y la dolencia por __________. De
acuerdo con Tu Palabra, en 1 Pedro 2:24, por la llaga de Jesús __________ ya es sano,
yo declaro sanidad y vida sobre el cuerpo de ___________. Echo fuera la enfermedad y
las dolencias de su vida, y declaro restauración completa en la vida de ___________,
en espíritu, alma y cuerpo, en el Nombre de Jesús. ¡Confieso que Jesús es el Señor de
este hogar! Amén.

Versículos de referencia: 1 Corintios 7:14, Mateo 19:13-14

Una oración de sanidad por tus seres queridos

Desata tu fe, y declara sanidad y vida sobre tu ser querido

Padre, es Tu voluntad para nosotros que vivamos en salud divina. Gracias por la
provisión de salud y sanidad, a través del derramamiento de sangre de Jesús en la
Cruz. De acuerdo con Tu Palabra, desato mi fe y declaro sanidad y vida sobre esta
hermosa persona. Reprendo toda enfermedad y dolencia, y les ordeno que abandonen
el cuerpo de ___________, ahora, en el Nombre de Jesús. Proclamo completa
restauración sobre su vida, su espíritu, su alma y su cuerpo. En el nombre de Jesús.
Amén.

Versículos de referencia: Santiago 5:14-15


Una oración para recibir tu sanidad

Comienza usando esta oración, mientras permaneces firme para recibir tu sanidad y
continuar sano cada día.

Utiliza la siguiente oración como tu propia confesión de salud y sanidad. Mientras la declaras,
recuerda que en Jeremías 1:12 dice que Dios vela porque Su Palabra se cumpla.

Padre, en el nombre de Jesús, confieso Tu Palabra referente a la salud y a la sanidad.


Mientas oro, creo y declaro que Tu Palabra no regresará vacía, sino cumplirá lo que
dice que hará.

En el Nombre de Jesús que soy sano de acuerdo con 1 Pedro 2:24. Tu Palabra dice
que Jesús mismo tomo mis enfermedades y mis dolencias (Mateo 8:17). Así que, con
gran valentía y confianza, declaro por la autoridad de Tu Palabra y declaro que soy
redimido de la maldición de la enfermedad. Y me rehúso a tolerar los síntomas.

Satanás, te digo en el Nombre de Jesús que tus principados, potestades, gobernantes


de las tinieblas en este mundo y huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes están atados, y no pueden obrar en mi contra en ninguna manera. He sido
desatado de tus obras. Yo soy propiedad del Dios todopoderoso y no tienes lugar en
mi vida. Habito al abrigo del Altísimo. Vivo y permanezco firme e inamovible bajo la
sombra del Omnipotente, cuyo poder ningún enemigo puede resistir.

Ahora, Padre, creo que Tu Palabra dice que el ángel del Señor acampa a mí alrededor y
me libra de toda obra maligna. No me sobrevendrá mal, ni plaga tocará mi morada.

Confieso que la Palabra habita en mí y que es vida y medicina para mi cuerpo. La ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús obra en mí, haciéndome libre de la ley del pecado
y de la muerte.

Me aferro a mi confesión de Tu Palabra y permanezco inamovible, sabiendo que la


salud y la sanidad son mías ahora, en el nombre de Jesús.

Una oración por salud y sanidad

Comienza usando esta oración, mientras permaneces firme para recibir tu sanidad y
continuar sano cada día.

Debido a que las palabras de Dios son vida para nosotros y sanidad para todo nuestro
cuerpo (Proverbios 4:22), la siguiente oración está llena con la Palabra, y con lo que Dios
dice acerca de tu salud y tu sanidad. A medida que hagas de esta oración tu confesión de fe
y la declaras en voz alta una y otra vez, te ayudará a formar una imagen interna de salud en
tu corazón. Permanecerás firme en el hecho de que eres una nueva criatura en Cristo Jesús,
y activarás la fe que hay en tu corazón (Romanos 10:17).
Recuerda que Dios vela porque se cumpla Su Palabra (Jeremías 1:12). Él hace lo que dice
en Su Palabra, y ésta no regresa a Él vacía (Isaías 55:11). Por tanto, una vez que tus
palabras —respaldadas por fe— se alineen con las palabras de Dios, ¡verás cómo la sanidad
se manifiesta en tu vida!

Padre, vengo confiadamente ante Tu trono para obtener gracia para el oportuno socorro.
Tengo confianza en Tu Palabra y me aferro a Tus promesas para sanarme. De acuerdo con
Isaías 53:5 y 1 Pedro 2:24, resisto a la enfermedad y a las dolencias. Declaro con mi boca y
creo con mi corazón que soy sano de toda enfermedad y dolencia.

Tu Palabra dice que Jesús llevó todas mis enfermedades y dolencias, y que también llevó
mis tristezas para que ahora yo reciba sanidad. Sé y declaro que Jesús es mi Sanador. Te
doy a Ti toda la alabanza por brindarme todo lo que necesito para vivir en plenitud.

Gracias por saciarme de larga vida. Padre, te agradezco porque Tú no haces acepción de
personas. Lo que haces por mí, lo harás por todo aquel que te pida y te crea en fe.

Satanás, te hago saber en el Nombre de Jesús que no tienes autoridad sobre mí. De acuerdo
con Mateo 18:18, te ato y no puedes hacer nada en mi contra. Mi vida está escondida en
Cristo. No tienes poder para poner ninguna parte de la maldición sobre mí. Tomo mi lugar
como redimido de la maldición. ¡Por tanto, deberías huir, ahora! Tomo mi lugar en Dios y te
resisto.

Ahora, Padre, te alabo. Te rindo reverencia. Confieso con mi boca que Tu Palabra no
regresará a Ti vacía. Te alabo por Tu protección y Tu bondad en mi vida. Te doy gracias
porque Satanás es incapaz de penetrar esa protección. Gracias por traer completa sanidad a
mi vida. Y en Tu Palabra dice que cualquier cosa que pida en el nombre de Jesús me será
hecha. Por tanto, declaro que la sanidad me pertenece y está completa. Amén.

Versículos de referencia: Isaías 53:4-5; 1 Pedro 2:24; Gálatas 3:13; Mateo 18:18; Salmo 91 y
103; Romanos 10:17; Jeremías 1:12; Isaías 55:11; Hechos 10:34; Hebreos 4:16; 2 Corintios
4:13; Éxodo 15:26; Santiago 4:7; Juan 14:13.

Una simple oración por sanidad

Satanás no tiene derecho de tocar tu espíritu, tu alma y tu cuerpo. Haz esta simple oración
para recibir sanidad.

Ésta es una oración muy simple para sanidad. Solamente di:

Padre, soy Tu hijo. Estoy lleno de Tu Espíritu. Creo que Jesús llevó mis enfermedades y mis
dolencias, y creo que por Su llaga fui sano hace más de 2,000 años.

Ahora mismo, acepto esa verdad por fe. Creo que soy sano ahora, en el Nombre de Jesús.
Como hijo de Dios, tienes el derecho de echar fuera a Satanás de tu vida. El enemigo no
tiene derecho a atacarte con síntomas de enfermedad, porque Jesús llevó toda enfermedad y
dolencia sobre Su cuerpo. Si Satanás lo hace, cuenta como injusticia. Tú eres propiedad de
Dios, y Satanás es un intruso; pues no tiene derecho a tocar tu espíritu, tu alma y tu cuerpo.

4 Aprende:
Construye una fundación en la Palabra de Dios en lo que concierne a tu salud al disfrutar
este contenido de parte de Kenneth y Gloria Copeland acerca de la voluntad de Dios para ti.

¡Aprende… y mira como tu fe se dispara!

Construye una fundación en la Palabra de Dios en lo que concierne a tu salud al disfrutar


este contenido de parte de Kenneth y Gloria Copeland acerca de la voluntad de Dios para ti.

¿Cómo permanezco sano?

«Le concederé muchos años de vida, y le daré a conocer mi salvación» (Salmos 91:16). En
la Biblia, tenemos mucho que aprender acerca de la voluntad de Dios, en lo que concierne a
nuestra vida aquí en la Tierra —cómo debemos vivir y cuánto debemos vivir.

«Le concederé muchos años de vida, y le daré a conocer mi salvación» (Salmos 91:16). La
Biblia, tiene mucho que decir acerca de la voluntad de Dios, en lo que concierne a nuestra
vida aquí en la Tierra —cómo debemos vivir y cuánto debemos vivir. Dios tiene planificado
que vivamos una vida buena y longeva.

Dios jamás ha deseado que muramos jóvenes. Su voluntad es que vivamos el número
completo de nuestros días. De acuerdo con Gálatas 3:13, Jesús nos ha redimido de la
maldición, haciéndose maldición por nosotros. Si hemos recibido a Jesús como nuestro
Señor, somos libres de todas las condiciones de la maldición —eso incluye la libertad de la
enfermedad, de la destrucción y de la muerte temprana—. Al igual que cualquier otra
bendición, existen condiciones para disfrutar de una vida longeva. Por ejemplo, amar a Dios
y permanecer en comunión con Él. Tú puedes vivir en salud divina, permaneciendo de forma
continua en comunión con la Palabra de Dios y con el Espíritu de Dios. Toma tu Biblia y
busca la verdad. Date cuenta que la sanidad te pertenece, y permanece firme en fe hasta
obtenerla. Cuando Satanás intente llenar tu mente con pensamientos negativos de que tu
vida será corta, repréndelos. Reemplaza esos pensamientos con las promesas de Dios.

Dios no creó tu cuerpo para que falle, sino lo creó para ser auto sostenible, a medida que le
proveas los alimentos correctos en las condiciones correctas. La mayoría de enfermedades
son auto inducidas por vivir y comer de manera no saludable. Es nuestra responsabilidad,
mantener una dieta balanceada, hacer ejercicio y descansar. Si los síntomas persisten o tu
sanidad no se manifiesta de inmediato, asegúrate de que estás viviendo en amor y en
obediencia a Dios. Al invertir tiempo en la Palabra de Dios, llegaremos a tener tanta vida
fluyendo en nosotros que las enfermedades y las dolencias ¡ni siquiera se nos podrán
acercar!
¿Cómo pueden las palabras que confieso afectar mi sanidad?

Las palabras que declaras con tu boca, ya sean buenas o malas, de bendición o de
maldición, se harán realidad en tu vida. Veamos cómo.

«El que ama la lengua comerá de sus frutos; ella tiene poder sobre la vida y la muerte»
(Proverbios 18:21).

Existe un secreto bíblico acerca de las palabras. Éstas son espirituales y conllevan poder. Tu
lengua es el factor decisivo en tu vida. No importa qué tan fuerte sea la tormenta o qué tan
serio sea el problema, tu lengua lo resolverá. Pues tu confesión tomará el control de tu barco
en medio de la tormenta.

Las palabras que hablas con tu boca, ya sean buenas o malas, de bendición o de maldición,
se manifestarán en tu vida. La mayoría de nosotros hemos sido entrenados desde el
nacimiento para hablar palabras negativas. Inconscientemente, en tus conversaciones
diarias, quizá utilices palabras de muerte, enfermedad, temor, duda e incredulidad: “Eso me
asusta hasta morir”. “Me reí tanto que pensé que moriría”. “Me muero por ir”. “Eso me
enferma”. “Estoy enfermo y cansado de este desastre”.

Tú declaras esas confesiones sin siquiera darte cuenta. Cuando las declaras, desatas una
reacción en cadena de fuerzas negativas en tu vida. Entonces, ¿cómo provocas un cambio?
Busca la Palabra de Dios que se encuentra en tu interior. Cuando tienes abundancia de
Palabra en tu corazón, ésta saldrá de tu boca. Tu lengua es el único instrumento. En tu
corazón se encuentra la llave. Cualquier cosa que haya en tu corazón será lo que saldrá de
tu boca. Hoy, puedes comenzar a establecer un nuevo nivel en tu sanidad cambiando las
palabras que salen de tu boca.

¿Cómo puedo ser sano?

Una vez que escuches la Palabra de Dios y decidas aceptar a Jesús como el Señor de tu
vida, no habrá poder que pueda detener el cambio que se está produciendo en tu interior. Y
lo mismo sucede con la sanidad. En el Señor todo se recibe de la misma manera―por fe.
Los resultados vienen cuando escuchas la Palabra, la recibes y actúas conforme a ella. Dios
quiere que cada uno de nosotros sea sano y pleno. Él dice en 3 Juan 2: «Amado, deseo que
seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera».

Cree la Palabra de Dios y recibe lo que ésta tiene para ti. Determina que actuarás conforme
a todo lo que veas en ella. Si sólo recibes un poco de Palabra un día y otro poco después, y
piensas: Bueno, eso podría ser verdad…, y tomas una actitud de incredulidad no obtendrás
ningún resultado de ella. Jamás te darás cuenta por completo ni entenderás la sanidad, hasta
que sepas más allá de cualquier duda, que el deseo de Dios para ti es que seas sano.

¡Dios desea que seas sano! Anhela que crezcas en la Palabra y vivas en Su perfecto plan
para tu vida. Deposita la Palabra de Dios concerniente a tu sanidad en tu corazón, medita, o
piensa al respecto, luego, declárala con valentía. Su Palabra no regresará vacía, sino que
cumplirá aquello para la cual fue enviada (Isaías 55:11).

¿Dios quiere sanarme?

Dios no tiene favoritos. Y es Su voluntad y Su deseo que tú seas sano. Punto. La Palabra de
Dios dice: «Mi pueblo ha sido destruido porque le faltó conocimiento» (Oseas 4:6). No tienen
el conocimiento de la Palabra de Dios y esta que es Su voluntad es que sean sanos.

Algunas personas aceptan la enfermedad como la voluntad de Dios. Y esas mismas


personas toman medicinas, se operan o hace cualquier otra cosa para curarse. Muchos han
olvidado el beneficio de Dios para la sanidad de sus cuerpos.

Dios siempre ha provisto sanidad para su pueblo. Salmos 103:2-3 dice: « ¡Bendice, alma
mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones! El Señor perdona todas tus
maldades, y sana todas tus dolencias.» Para vivir libre de enfermedades debes aceptar en tu
corazón la Palabra de Dios respecto a sanidad.

Cree lo que dice la Palabra de Dios acerca de Su voluntad para ti. El poder y la bendición
que recibes de su parte será conforme a como lo escuches. Debes aceptar que es como si
Dios estuviera hablándote, como la Palabra del dios viviente y la autoridad de tu vida.

¿Envía Dios enfermedad sobre el pueblo para “enseñarle” algo?

A causa de las tradiciones religiosas, le hemos dicho al mundo que el Dios a quien servimos
es quien nos enferma. Sin embargo, lo que tú debes creer es que la sanidad es tuya y te
pertenece.

Jesús murió en la Cruz por mi sanidad, ¿qué significa eso?

Comprender la verdad de la Palabra de Dios con respecto a tu sanidad destruirá el poder de


Satanás sobre tu vida.

Cuando Jesús llevó nuestros pecados, también llevó nuestras enfermedades. La Cruz marcó
una cura completa para las enfermedades de toda la humanidad. El precio por la sanidad ya
fue pagado. La enfermedad no puede gobernar más de lo que tú se lo permitas.

Cuando aceptes el hecho de que Jesús llevó tus pecados, tus enfermedades, tus debilidades
y dolores, tus días de enfermedad terminarán. Entender la verdad de la Palabra de Dios con
respecto a tu sanidad destruirá el poder de Satanás sobre tu vida. La verdad te hace libre de
su poder, cuando te das cuenta de que tu sanidad ya ha sido comprada.

¿Qué hizo Jesús con tus enfermedades? De acuerdo con la Palabra, Él las llevó por ti. No
podría ser la voluntad de Dios para ti que padezcas la enfermedad que Jesús ya sufrió por ti.
Porque Dios amó tanto al mundo que dio un sustituto, Su único Hijo, para salvar a la
humanidad de la maldición de Satanás. En Gálatas 3:13, leemos: «Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: (Maldito todo el que
es colgado en un madero)».

Lo que debes hacer, es levantarte y echar fuera la enfermedad en el nombre de Jesús. No le


des lugar en tu cuerpo. No existe pecado tan grande que el sacrificio de Jesús no pueda
cancelar y limpiar. El poder de Dios limpia y transforma a cualquiera que reciba la salvación
hasta que no quede rastro de su pasado o de su pecado. Jesús pagó el precio de nuestra
redención de toda la maldición de la ley. ¡De toda!

Una manera sobrenatural de perder peso

A comienzos de año, muchas personas están haciendo resoluciones para el nuevo año. Y sin
lugar a duda, muchas de esas resoluciones están centradas alrededor de perder peso.

Esta es una época del año en la que muchas personas están haciendo resoluciones para el
nuevo año. Y sin lugar a duda, muchas de esas resoluciones están centradas alrededor de
perder peso.

Esa era yo hace algunos años. Dios me enseño algunas cosas. Me mostros que Él no me
llamo para que yo sea flaca y que mis metas tendrían que alinearse con Su Palabra antes de
que pudiera involucrarse en mi pérdida de peso. Hasta que me puse de acuerdo con Su
Palabra, yo continuaba peleando esta guerra del peso en la carne.

La Biblia dice en Santiago 4:7: que debemos someternos a Dios; oponer resistencia al diablo,
y él huirá de nosotros. Yo estaba tratando de resistir al diablo, y no estaba funcionando
porque no me había sometido a la Palabra de Dios. Dios quería ayudarme, pero no podía
porque yo no estaba jugando bajo sus reglas―las reglas que nos aseguran la victoria.

Yo estaba apoyándome en la fuerza de mi carne. ¡No es de extrañar porque estaba fallando!

«Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; (porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas)» (2
de Corintios 10:3-4 RVR1960)

En Gálatas 6:8, las escrituras dicen: « El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará
corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna». La
palabra corrupción significa “un estado peor” Cada vez que comía comida para satisfacer lo
que en realidad era una necesidad espiritual, estaba sembrando para mí misma (la carne). Y
cada vez que sembraba en la carne, la comida tomaba más control sobre mi vida. Después
de muchos años de hacer dietas y ciclos esporádicos de comer de más y ayunar, seguidos
por sentimiento continuos de culpa y vergüenza, empecé a perder esperanza de que alguna
vez fuera libre. Probé casi cada dieta que se conoce e hice ejercicio excesivamente, o no
hice nada en lo absoluto.

Finalmente, a medida que continúe en la Palabra de Dios, y empecé a descubrir la verdad


acerca de lo bueno que es Dios y cuanto me ama. Dios no habría creado al hombre para vivir
y tener una relación con Él, darle un cuerpo maravilloso, proveerle comida para su nutrición,
sin haberlo equipado para que pueda tener control de sí mismo. El control de sí mismo es un
fruto de espíritu.

Dios nos predestino para que seamos a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Bien, ¿cuál es
su imagen? Es la misma imagen de Dios.

Jesús dijo: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9). En Gálatas 5, Dios es
descrito por nueve características: amor, gozo, paz, benevolencia, bondad, mansedumbre,
dominio propio, paciencia y fidelidad. Así que, una parte de Jesús es dominio propio―lo que
incluye la habilidad de comer bien y controlar la cantidad que comes, la habilidad de hacer
ejercicio y por medio de la fidelidad, la perseverancia y la consistencia.

Me di cuenta que cuando tratas de cambiar algo a través de tus fuerzas naturales―como la
dieta y el ejercicio―no funciona, este no es un problema natural. Es un problema espiritual, y
requiere una solución espiritual. Si tienes un yugo o una carga, únicamente la unción de Dios
lo removerá o destruirá.

Deje de desear ser delgada y empecé a desear ser como Jesús. Comencé a confesar lo que
Dios me llamo a hacer, lo que me ungió para que haga. Si El me llamo para ser conformada
a la imagen de Su Hijo, entonces hay una unción disponible para ayudarme a hacerlo.

Cuando nací de nuevo, el Espíritu Santo produjo en mí el fruto del espíritu. Estas
características de Dios nacieron en mi espíritu al momento en que nací de nuevo. Me di
cuenta que Dios mismo vive en mi interior y que no era mi trabajo producir dominio propio.

¡Él lo hace! Era mi trabajo desarrollarlo. Tal como ejercitamos nuestro cuerpo para hacerlos
más fuertes, cuando ejercitamos nuestra fe en Dios, Su presencia se hace más fuerte en
nosotros.

En vez de sembrar en la carne comiendo cuando no tenía hambre, comencé a sembrar en el


espíritu al ejercitar mi fe en la habilidad de Dios de ayudarme a comer correctamente y se fiel
con el ejercicio. Ya no estuve más sin esperanza―poniendo mi fe en mi habilidad propia. Mis
armas un eran más canales, sino poderosas en Dios para destruir fortalezas (2 Corintios
10:4)

Cuando pensamientos a cerca de comida venían cuando no tenía hambre, los llevaba
cautivos y los derribaba con la Palabra. Decía algo así: “El dominio propio me pertenece y
tengo dominio sobre la comida. En el Nombre de Jesús, siembro en el espíritu al ceder al
dominio propio. Me considero muerta a la urgencia de comer de más. No soy esclava de la
comida, porque Dios me dio su dominio sobre la comida. Soy llamada a ser como Jesús y lo
que El me llamo a hacer, El me ungió para hacerlo. Puedo hacer todas las cosas a través de
Cristo, El Ungido y Su Unción, que me fortalece”.

Gloria a Dios hoy en día soy 100 por ciento libre y experimento el gozo que vine con la
libertad total. Como entrenadora certificada, consejera de guía nutricional y ministra del
evangelio, Dios me ha dado la oportunidad de ver a muchas otras personas ser libres por el
poder de Su Palabra. La misma verdad que me libero de la esclavitud del peso y del peso de
la esclavitud y que todavía está operando en mi vida hoy en día.

Mientras empiezas este nuevo año, te animo a decidir hacer de este el año más victorioso
que alguna vez hayas experimentado. Permítele a Dios la oportunidad de mostrarse a sí
mismo poderoso a tu favor al implementar los siguientes pasos en tu vida diaria:

1. Haz a Jesús Señor sobre todo (1 Juan 5:1-4).


Desde tu tiempo de oración hasta tus decisiones acerca de comida, esta será la mejor
decisión que alguna vez hayas hecho. Y también es una decisión necesaria para involucrar la
unción de Dios―su poder de remover cargas, destruir yugos―para que logres tus metas.

2. Identifica el problema.
Muchas veces ponemos nuestra fe en armas humanas―dietas, pastillas, clases de ejercicios
creyendo que esas cosas resolverán nuestros problemas. A medida que fallamos en cumplir
nuestras metas, nuestra fe se debilita empezamos a perder la esperanza. Simplemente
hemos sido engañados para que peleemos nuestra batalla espiritual en la arena de la carne
en vez de creer la Palabra de Dios. Pon tu esperanza y fe en Dios porque Él es el camino a
la victoria duradera.

3. Pasa tiempo en la Palabra.


Frecuentemente, permitimos que nuestra mente, voluntad y emociones son saquen de lo
mejor de Dios para nuestras vidas. El poder de la Palabra de Dios es vital para habilitar que
tu espíritu domine tu carne. Al enfrentar tentación, una mente renovada se pondrá del lado de
tu espíritu. La transformación únicamente viene a través de renovar tu mente a la Palabra de
Dios.

4. Camina en el espíritu (Gálatas 5:16)


Aun antes que veas un cambio con tus ojos naturales, continúa sembrando en el espíritu. Es
tiempo de siembra y cosecha―entre más fruto del espíritu siembres, más cosecharas. A
medida que continúas caminando en el espíritu, no complacerás los deseos de la carne.

5. Mantente firme (Gálatas 5:1)


Romper el poder del pecado y la muerte de nuestras vidas fue la responsabilidad de Dios
solo una vez y para siempre. Nuestra responsabilidad es mantener esa libertad. Toma la
decisión de calidad de no enredarte nuevamente con el yugo de la esclavitud, mantente firme
en la libertad que la unción ha alcanzado para ti, y regocíjate en la nueva libertad que has
encontrado.

Certificada por el Copper Institute for Aerobics Research in Dallas, TX, Marty Copeland es
una entrenadora personal, consejera nutricional y una ministra del evangelio.

Ya oré por mi sanidad, pero ¿por qué demora tanto?

Si ya pusiste a trabajar la prescripción de Dios para tu sanidad, es decir, depositar la Palabra


en tu corazón, confesarla con tu boca y recibirla como la absoluta verdad, no te desanimes si
no ves resultados inmediatos.
A medida que pones a trabajar la prescripción de Dios para tu sanidad en tu
vida―depositando la Palabra en tu corazón, confesándola con tu boca y recibiéndola como
la absoluta verdad―no te desanimes si no ves resultados inmediatos. Aunque muchas
veces, la sanidad se presenta de forma instantánea, también hay ocasiones en que se
presenta de manera gradual.

No permitas que los persistentes síntomas te hagan dudar. Después de todo, cuando acudes
al médico, no siempre te sientes mejor inmediatamente. Los medicamentos que se te han
recetado, a menudo tardan un poco para hacer efecto. Sin embargo, ¡no permites que la
demora te desanime! Tú sigues las indicaciones del médico y esperas sentirte mejor pronto.
Deposita esa misma clase de confianza en la medicina de Dios.

Observa que en el momento en que comienzas a tomarla, inicia el proceso de sanidad.


Mantén altas tus expectativas y prepara tu mente para continuar creyendo lo que la Palabra
dice acerca de tu sanidad, hasta que puedas ver y sentir todos los efectos físicos del poder
sanador de Dios.

Si tu condición es seria, quizá también debas resistir la tentación de preocuparte. Satanás


intentará usar la ansiedad sobre tu situación para ahogar la Palabra en tu corazón y que no
pueda dar fruto (Marcos 4:19), pero no permitas que lo logre. Sólo confía en Dios:
«Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes» (1 Pedro 5:7).
Sobre todo, mantén tu atención en la Palabra de Dios y no en los síntomas persistentes. Y en
vez de enfocarte en tus circunstancias, enfócate en lo que Dios ha dicho. ¡Visualízate sano,
en bienestar y pleno todos los días!

5 Aplica:
Pon la Palabra en tu espíritu, alma y cuerpo―y permite que la Palabra de Dios trabaje en ti
como medicina.

¿Cómo te ve Dios?

Antes de que compartas tu fe con otras personas, necesitas tener cuidado con lo que les
dirás —pues eso podrá afectar tu capacidad para dar testimonio—. Mírate a ti mismo de la
misma forma que Dios te ve hoy… ¡como una persona que tiene un mundo de posibilidades
a su disposición!

Y como siempre, si necesitas a alguien para que se ponga de acuerdo contigo en oración,
por favor llama a nuestros ministros de oración al 1-817-852-6000, o envía una petición de
oración. Cualquier día del año, en cualquier hora del día ya sea de día; o de noche, ¡estamos
aquí para ti!

¿Estás cansado de esperar para recibir tu sanidad?

Hace unos años, un hombre que había estado luchando con una enfermedad hizo una
declaración clásica al hermano Copeland: “Sé que Jesús sana —le dijo—, pero ¡no sé qué
hacer para recibir mi sanidad!”. Observa que esa declaración es bíblicamente i
Hace unos años, un hombre que había estado luchando con la enfermedad le hizo una
declaración clásica al hermano Copeland: “Sé que Jesús sana —le dijo—, pero ¡no sé qué
hacer para recibir mi sanidad!”.

Si alguna vez te encuentras en esa situación, sigue el ejemplo de la mujer que se describe
en Marcos 5. Ella sabía qué era tener problemas para recibir su sanidad. En Marcos 5:25-26,
leemos que había estado enferma y en quiebra por mucho tiempo.

Si alguien tenía razones para decir: “No sé qué hacer para recibir mi sanidad”, era esa mujer.
Pero ella no tomó esa actitud. En lugar de eso, siguió una serie de pasos que la conectaron
con el poder de Dios, y terminó escuchando a Jesús decir: «Hija, por tu fe has sido sanada»
(versículo 34).

Kenneth y Gloria Copeland, han sido testigos de la poderosa verdad que existe detrás de
seguir esos pasos, a lo largo de su vida y de su ministerio. Aprende del ejemplo de Gloria,
así como ellos lo hicieron y ya no tendrás que esperar para recibir tu sanidad.

Recibe tu sanidad escuchando la Palabra


En Marcos 5:27, se nos relata el primer paso de esta mujer: Ella “Escuchó a Jesús”.
Ella escuchó que Jesús se acercaba para llevar paz (Hechos 10:36-38), que en hebreo
significa: “Estar pleno, sin que nada le falte ni esté incompleto”. Ella escuchó que venía para
sanar a todos los que padecieran enfermedades y opresión, las cuales son obras del
enemigo. Ella escuchó que Él había sido enviado por Dios para hacernos el bien —eso
también incluye tu sanidad—.

Recibe tu sanidad hablando fe


Después, ella habló palabras de fe: «Y es que decía: Si alcanzo a tocar aunque sea su
manto, me sanaré» (Marcos 5:28).

Esta mujer confesó palabras de fe. Tu fe no obrará, sin la Palabra de Dios. Por eso, debes
mantenerla frente a tus ojos, en tu oídos y en tu corazón de manera constante, de otra forma,
no hablarás fe, sino como el mundo habla.

Cada vez que la gripe o el resfriado afecta a una población, las personas dicen: “Voy a
contagiarme. Siempre me contagio”. Por el contrario, la fe asegura: “Jesús llevó todas mis
enfermedades y dolencias en la Cruz. Por tanto, camino en salud total. ¡Alabado sea Dios!”.

Recibe tu sanidad actuando de acuerdo con ella


Una vez que la mujer con el flujo de sangre escuchó la Palabra y la declaró, ¡actuó! Ella se
abrió paso entre la multitud y tocó la ropa de Jesús (versículo 27). Ella actuó como si lo que
creía y decía fuera la verdad. Es decir, actuó de acuerdo con su fe.

A menudo, Gloria Copeland anima a las personas a actuar de esta manera, durante sus
escuelas de sanidad. Después de que las personas han escuchado la Palabra y recibido la
oración, ella les dice: «Comiencen a hacer lo que antes no podían: Si no podían agacharse,
entonces háganlo. Si no podían levantar sus brazos, levántenlos. Si no pueden caminar,
caminen en el nombre de Jesús».
Es sorprendente lo que pasa, cuando las personas obedecen esas instrucciones. Pues, ¡la
sanidad se manifiesta, siempre!

Recibe tu sanidad ¡proclamando a gran voz que la recibes!


La mujer de la que se habla en Marcos 5, alcanzó en fe y recibió de Jesús la sanidad que ella
necesitaba. Esa fe y determinación hizo que su toque fuera diferente al de los demás, y
recibió su sanidad (versículo 30-34).

Una cosa era alcanzar al Señor con la esperanza de recibir sanidad, y otra muy diferente es
tomar por fe, ¡la sanidad que él ya nos ha provisto!

No esperes un minuto más. Declara: ¡Tomo ahora mi sanidad!


El ejemplo de esta mujer sigue siendo una realidad hoy. No sólo te quedes sentado por ahí
diciendo: “Estoy cansado de esperar mi sanidad. Quizá un día Dios me la dé”. No, activa
estos principios, y pronto tendrás ¡tu propio testimonio de sanidad que podrás compartir!

En realidad ¿necesitas medicina contra la ansiedad?

Medicina para los nervios. Así es como algunas personas le llamaban a la medicina contra la
ansiedad. Venía en un frasco pequeño y contenía mucho alcohol. Lo ingerían cuando se
enojaban (¡o eso decían!). Era raro que un niño viera a un adulto bebiéndola, pero cuando
las cosas salían mal y la tensión surgía, a menudo los escuchaban decir: “¡Tomemos la
medicina para los nervios!”.

La idea de la medicina para los nervios, quizá hoy se escuche graciosa, pero la medicina
moderna tiene sus propias versiones —Xanax, Lexapro, Arivan, Cymbalta, Valium o
cualquier nombre de recetas de medicamentos contra la ansiedad—. Si actualmente estás
tomando uno de estos medicamentos o estás considerando tomar uno, permite que lo que te
voy a decir, sea una exhortación para agitar tu fe.

Comprende que éste no es un mensaje de condenación, sino para animarte. Si estás


tomando una prescripción médica, sigue las instrucciones del médico hasta que Dios te
indique lo contrario. Sin embargo, quiero que sepas lo siguiente: si eres un creyente nacido
de nuevo, tienes acceso al poder que calma los nervios y produce salud, el cual no viene en
un frasco. Proverbios 3:1-2, 8, (la Biblia Amplificada) promete “tranquilidad [en tu interior y en
el exterior y continuará en tu vejez, hasta que mueras] cuando obedeces los mandamientos
del Señor.

Puedes tener paz en tu mente y en tu cuerpo. No tienes que padecer ataques de pánico,
sentimientos de depresión o tristeza, agotamiento mental y físico o pensamientos de
preocupación. Puedes tener paz, a pesar de lo que esté sucediendo a tu alrededor.
Considera los siguientes pasos para implementar la paz de Dios en tu vida.

1. Comprende que la ansiedad está bajo la maldición


La voluntad de Dios para cada uno de Sus hijos, es que tengan su mente en paz (Isaías
53:4-5, 2 Timoteo 1:7). La ansiedad, la depresión y el temor son parte de la maldición. ¿Y
adivina qué? Jesús murió para librarte de la maldición. Tu libertad ya fue comprada, pero
depende de ti recibirla.

2. Pídele a Dios que te muestre la raíz de tu ansiedad


Puede que tu ansiedad provenga de muchas raíces —físicas, emocionales o espirituales—.
La ansiedad puede ser causada por problemas internos, como la falta de perdón; o el temor,
o quizá sea el resultado de situaciones externas como un divorcio o la perdida de tu empleo.
Pídele al Señor que te revele la raíz de tu ansiedad o que te guíe hacia alguien que te ayude
a identificar la raíz del problema (Mateo 21:22).

3. Confiesa sanidad sobre tu ansiedad


Una vez que sepas cuál es la raíz de tu ansiedad, realiza una lista de escrituras referentes a
tu situación (Romanos 10:17). Usa esas escrituras (repitiéndolas muchas veces al día) como
si siguieras una receta médica. Éstos son algunos versículos que puedes considerar: Isaías
40:29; Salmos 103:4-5, 55:22, 94:19, 139:23-24, Filipenses 4:6-7.

4. Busca un consejo sabio para enfrentar tu ansiedad


Así como oras para pedir dirección, pídele a Dios que te muestre si necesitas buscar ayuda.
Si tu fe está lista para resistir los síntomas de la ansiedad, entonces resístelos a toda costa.
Pero si el Espíritu Santo te indica que busques a un pastor, a un consejero, a un médico, a
un nutricionista, a un mentor o a un buen amigo, obedece Su indicación. No permitas que la
culpa de buscar ayuda, te impida obedecer al Espíritu Santo (1 Juan 3:21-22). A menudo,
Dios utiliza la vida de otras personas para llevarnos del punto A al punto B.

5. Activa la sanidad para tu ansiedad


«Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta» (Santiago 2:17). Comienza a
actuar conforme a tu sanidad, incluso si los síntomas persisten.

 Obedece todo lo que el Espíritu Santo te pida que hagas —cambiarte de trabajo,
terminar relaciones, mudarte, etc. La clave es obedecer (Proverbios 3:5-6) —.
 Comienza a ocuparte de tu cuerpo realizando el ejercicio adecuado, haciendo dietas y
tomando suplementos.
 Sal de tu casa y experimenta la maravillosa obra de Dios en la naturaleza.
 Sé voluntario en tu iglesia, en un comedor de beneficencia, en una línea de oración o
en algún otro medio de alcance. A medida que siembres tu tiempo y animes a los
demás, Dios bendecirá tus esfuerzos y ajustará tu enfoque (Lucas 6:38).
 Mantén un registro de oraciones. Anota ahí tus peticiones de oración, tus oraciones
respondidas, y las bendiciones que Dios te da. Mientras más consciente seas de Sus
bendiciones en tu entorno, más agradecido serás en tu vida.

Jesús pagó el precio por tu completa liberación—incluso por tu liberación de la ansiedad y


del medicamento contra la ansiedad—. A medida que deposites tu fe en la Palabra de Dios,
comenzarás a disfrutar una vida de paz, sin importar qué circunstancias puedan surgir

Mentiras que los cristianos creen acerca de la sanidad #1

Dios se complace cuando aceptas la enfermedad con alegría.


Hoy en día, existen muchas tradiciones religiosas en la Iglesia que son erróneas. Por años,
los cristianos han creído todas estas mentiras acerca de toda clase de cosas. Han llegado
tan lejos que hasta proclaman esas mentiras como doctrinas santas. En esta serie de seis
partes: Mentiras que los cristianos creen acerca de la sanidad, te enseñaré acerca de las
más grandes mentiras que a menudo los cristianos creen acerca de la sanidad. Comprende
que no es acerca de lo que yo creo, sino de lo que la Palabra de Dios dice.

La Biblia dice que las tradiciones de las personas dejan sin efecto a la Palabra de Dios
(Mateo 7:13). De la misma forma que la verdad libera a las personas, las tradiciones o
mentiras religiosas, las mantienen atadas. Estas mentiras impiden que la Palabra obre en la
vida de las personas porque no existe nada que produzca fe, pues la fe viene por oír la
Palabra de Dios (Romanos 10:17).

Jesús dijo en Mateo 15, cuando le estaba advirtiendo a los fariseos acerca de todas sus
reglas e ideas anti bíblicas: «…por la tradición de ustedes, invalidan el mandamiento de
Dios» (versículo 6).

Personalmente, quiero asegurarme que jamás creeré una mentira, en lugar de lo que dice la
Palabra de Dios. No quiero que mi corazón se endurezca y deje de ser perceptivo para que
yo no pueda ver ni escuchar la verdad. Deseo caminar en fe todos los días, a fin de ser sana
y bendecida en todo aspecto.

Estoy segura que tú también lo deseas. Por tanto, tomemos tiempo ahora para auto
analizarnos. Veamos algunas de las tradiciones más comunes que roban la sanidad y
asegurémonos de dejarlas por completo fuera de nuestra vida.

Jamás he descubierto como a las personas se les ocurrió esa idea, pero de algún (con
mucha ayuda del diablo) lo hicieron. Ellos decidieron que, como cristianos, podemos glorificar
a Dios con el sufrimiento de alguna enfermedad o el dolor físico sin quejarnos.

¡No hay otra mentira más grande que ésa en el mundo!

Sólo el diablo se glorifica cuando nuestros cuerpos se encuentran enfermos. Dios se glorifica
cuando tenemos fuerzas físicas y salud para servir en Su reino y bendecir a los demás.
Como Jesús dijo en Juan 15:8: «En esto es glorificado mi Padre: en que lleven mucho
fruto…».

Tú puedes leer el Nuevo Testamento de pasta a pasta, y no encontrarás ninguna evidencia


de que Dios sea alabado porque alguien en su lecho de enfermedad dijera que estaba
sufriendo por causa de Jesús. No, Él es alabado cuando alguien tiene un testimonio que
compartir con el mundo. En el ministerio de Jesús, Dios se glorificó cuando: «Mucha gente se
le acercó. Llevaban cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos, y los pusieron
a los pies de Jesús, y él los sanó. La multitud se quedaba asombrada, y al ver que los mudos
hablaban, los mancos eran sanados, los cojos andaban y los ciegos veían, glorificaban al
Dios de Israel» (Mateo 15:30-31).

Está muy claro, ¡es la sanidad y no la enfermedad la que glorifica a Dios!


En el siguiente artículo, continuaré con esta serie: Mentiras que los cristianos creen acerca
de la sanidad #2. Si estás luchando con una enfermedad o conoces a alguien que esté
luchando contra una, asegúrate de leer esto. Identifica cualquier mentira religiosa que te esté
impidiendo recibir tu sanidad. Recuerda, ¡tú sanidad glorifica al Señor y lo hace feliz, no tu
enfermedad!

Mentiras que los cristianos creen acerca de la sanidad #2

Dios envía enfermedad sobre ti para enseñarte algo.

Este tema está en mi corazón porque he visto a miles de personas que reciben su sanidad
en mis reuniones de La escuela de sanidad. Esas sanidades no dependieron de mí, sino de
lo que Jesús hizo hace 2,000 años. Todo lo que yo hago —gloria a Dios, y que tengo el
privilegio de hacer— es ayudar a las personas a que abran sus ojos y vean lo que dice en la
Palabra de Dios. Y eso es lo que deseo hacer hoy. Así que veamos la segunda tradición o
mentira religiosa que los cristianos creen acerca de la sanidad. Identifiquémosla y
saquémosla de nuestra vida para que podamos seguir adelante con el llamado de Dios para
nuestra vida.

Imagino toda que la habitación del trono de Dios se estremecerse por lo que dice esta
tradición religiosa. Pues es totalmente contraria a lo que dice en las Escrituras. En ninguna
parte de la Biblia dice que podemos aprender y crecer con las enfermedades, dolencias y
confusión. Ni una sola vez en el Nuevo Testamento dice que la enfermedad sea la maestra
de la Iglesia.

Al contrario, en la Biblia dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17).

Lee esos versículos de nuevo. ¿Según esos versículos quién nos corrige?

¡La Palabra de Dios!

¿Según esos versículos quién nos edifica y nos perfecciona (o nos hace madurar)?

¡La Palabra de Dios!

Además de Su Palabra, Dios también nos ha dado al Espíritu Santo para que sea nuestro
maestro. Por esa razón, es importante para nosotros, no sólo nacer de nuevo, sino ser llenos
del Espíritu. Jesús enseñó que el Espíritu Santo es el único que «…les enseñará todas las
cosas…» (Juan 16:13). Él es el único que «…los guiará a toda la verdad…» (Juan 16:13).

Si queremos que Dios nos enseñe algo, no debemos salir a pescar una gripe. Sólo debemos
apartar tiempo para abrir nuestra Biblia. Simplemente podemos leer la Palabra, creer lo que
leemos y permitir que el Espíritu Santo nos muestre cómo aplicarla a nuestra vida.
Ése es un proceso simple. Cualquiera puede hacerlo, y puedo asegurarte por varios años de
experiencia que es muy divertido. Me fascina levantarme en la mañana y primero que nada
dirigirme a mi lugar de oración y lectura de la Palabra. Siempre me hace feliz buscar en la
Palabra y ver todo lo que me pertenece como creyente. Ésa es una gran forma de comenzar
el día.

Si aún no te has formado el hábito de invertir tiempo a diario en la Palabra, hazlo ahora.
Cambiará tu vida. No puedes leer la Palabra, creerla y tener comunión con el Espíritu Santo,
y aun así permanecer enfermo y derrotado. Las palabras de Dios: «Ellas son vida para
quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo» (Proverbios 4:22).

¡Lo que aprendes de la Palabra traerá victoria a cada área de tu vida!

Asegúrate de leer la siguiente parte de esta serie de enseñanzas: Mentiras que creen los
cristianos acerca de la sanidad #3. Permite que la Palabra de Dios continúe transformando
—y cambiando— tú forma de pensar acerca de la sanidad. Luego, descubrirás que te
encaminas ¡a disfrutar de una vida cristiana de victoria!

Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad #3

En ocasiones la enfermedad es una bendición disfrazada

Como ya te lo puedes imaginar, no soporto las tradiciones humanas que les roban a las
personas ¡la verdad de que Jesús llevó sus pecados y enfermedades en la Cruz! Esas
tradiciones están basadas en mentiras y son mortales para la fe. En la Biblia leemos que las
tradiciones de los hombres dejan sin efecto a la Palabra de Dios (Marcos 7:13), por tanto,
continuemos en esta serie: Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad, a fin de
que podamos identificar y erradicar cualquier tradición hecha por el hombre que esté robando
nuestra habilidad de vivir en salud divina.

En único momento en el que las personas creen en esa tradición es cuando están en la
iglesia, y solo tratan a la enfermedad como una bendición cuando están alrededor de sus
amigos religiosos. El resto del tiempo, intentan deshacerse de ella. Van al médico, toman
medicina y hacen todo lo que pueden para estar sanos.

¿Por qué?

Porque, cualquier persona sana mentalmente, sabe que la enfermedad jamás es una
bendición. Siempre será una maldición. Es la obra del diablo, y vino al mundo como resultado
del pecado. En Deuteronomio 28, Dios describe con detalle que la maldición vino sobre la
gente que quebrantó las leyes de Su Antiguo Testamento, y dice que en ella se incluye:
«…toda enfermedad y toda plaga…» (Versículo 6).

Sin embargo, tengo buenas noticias: Como creyentes del Nuevo Testamento ¡hemos sido
librados de esa maldición! Jesús nos redimió de ella. Cuando Él fue a la Cruz «se hizo
maldición», para que por medio de Él la bendición de Abraham viniera a nosotros (Gálatas
3:13-14).
Isaías 53:4-5, lo dice de esta manera: «Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá
nuestros dolores… Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras
rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz [necesario para obtenerla], y por su
llaga [esa herida] seremos sanados».

En mi siguiente artículo, continuaré con la serie: Mentiras que los cristianos creen acerca de
la sanidad #4. Hasta ese momento, lee Deuteronomio 28 y Gálatas 3:13-14, y medita en
Isaías 53:4-5. Cambia tu forma de pensar hacia el hecho de que la enfermedad no es una
bendición del Señor. Jesús murió para hacerte libre; no permitas que nadie —ni un miembro
de tu familia, ni un hermano o hermana en el Señor, ni tu pastor ni cualquier predicador— te
convenzan de que Su pago incluye todo, excepto una completa y total liberación.

Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad #4

La sanidad ya pasó de moda.

Hoy, continuaré con la serie: Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad, si te has
perdido los temas anteriores, asegúrate de buscarlos de nuevo y leerlos. Estoy revelando la
verdad escrita en la Palabra de Dios, la cual expone las tradiciones o mentiras religiosas que
los cristianos creen acerca de la sanidad.

Es sorprendente pensar que cualquiera puede poner en duda la efectividad de la Palabra de


Dios, pero la verdad es que la tradición puede lograrlo. Ésta te puede llevar hacia una severa
apatía espiritual para que comiences a actuar como las personas de las que Jesús habla en
Mateo 13:15. ¿Recuerdas cómo las describe? Él dijo: «Porque el corazón de este pueblo se
ha endurecido; con dificultad oyen con los oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que con sus
ojos vean, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan Y se vuelvan a mí, Y yo los
sane».

Asegurémonos de que nuestro corazón no esté endurecido como el de esas personas.


Continuemos exponiendo y eliminando las mentiras en tu vida acerca de la sanidad.

Esta tradición fue particularmente popular entre las personas religiosas, cuando yo era niña.
Ellos creían que la sanidad ya había pasado de moda. No estaban muy seguros de cuando
sucedió, pero parecían seguros de su desaparición.

No obstante, cuando comencé a leer la Biblia, me di cuenta de que estaban equivocados.


Descubrí que Dios dijo: «Yo soy el Señor, tu sanador» (Éxodo 15:26). Él no dijo: “Yo era el
Señor tu sanador” o “Yo seré el Señor quien te sane algún día en el cielo”. Él declaró: “¡Yo
soy tu Sanador, ahora mismo, hoy!”, «yo soy el Señor, y no cambio» (Malaquías 3:6).

Si esos versículos no hubieran tenido la suficiente revelación para convencerme de que la


sanidad ya había pasado de moda, 2 Corintios 6:2 lo hubiera hecho. Ese versículo dice:
«éste es el día de salvación». Salvación significa más que sólo nacer de nuevo. Significa
liberación, preservación, liberación material y temporal del peligro y la aprehensión, perdón,
conservación, protección, libertad, salud y restauración.
En otras palabras, la salvación trata tanto de sanidad como de cualquier otro beneficio de la
redención. Por tanto, si necesitas sanidad puedes estar seguro siempre de que ¡hoy es tu
día!

Ahora, déjame preguntarte: ¿Eso fue lo que te enseñaron al crecer? ¿Eso es lo que tú iglesia
enseña en la actualidad? Si no te han enseñado esa verdad, entonces te desafío a que
busques una iglesia en tu ciudad, que enseñe la Palabra de Dios y que permanezca firme en
fe contigo para que recibas tu sanidad. ¡No te conformes con nada menos que lo mejor que
Dios tiene para tu vida!

Después, continuaré destapando Mentiras que los cristianos creen acerca de la sanidad #5.

No hemos terminado de dar a conocer las tradiciones religiosas que te mantienen enfermo y
cansado. Así que prepárate para aprender lo que en realidad dice en la Palabra de Dios
¡para que puedas vivir en salud divina!

Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad #5

Si es la voluntad de Dios, seré sano.

Si eres un creyente nacido de nuevo, entonces seguramente jamás desearás seguir las
tradiciones vacías de la gente, en lugar de la Palabra de Dios. La Palabra no sólo trae paz a
tu mente; sino plenitud a todo tu cuerpo. Proverbios 4:21-22, dice que la Palabra de Dios
trae: «…vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo». Las tradiciones
de los hombres no te llevan hacia la sanidad ni a la plenitud, sólo la Palabra de Dios puede
lograrlo. Hoy, estudiemos la quinta mentira que los cristianos creen acerca de la sanidad, a
fin de que podamos identificarla y expulsarla de nuestra mente.

No hay duda al respecto, la perfecta voluntad de Dios para nosotros es que seamos sanos.
Sin embargo, Dios no nos obligará a recibir nuestra sanidad; así como tampoco nos obliga a
recibir ninguno de sus beneficios. Si deseamos que la voluntad de Dios se manifieste en
nuestra vida, debemos cooperar con Él. Debemos creer Su Palabra y actuar de acuerdo con
ella. También debemos permanecer en alerta con nuestro enemigo. Su nombre es: Satanás,
y vino para robar, matar y destruir (Juan 10:10). Él y sus pequeños demonios nos robarán
todo lo que nos pertenece, incluyendo nuestra sanidad, si se los permitimos.

Pero, gracias a Dios, ¡no tenemos por qué permitírselo! Pues tenemos autoridad sobre ellos.
Jesús dijo que en Su nombre podemos echar fuera demonios (Marcos 16:17), así que
cuando Satanás intente poner enfermedad sobre nosotros, eso es lo que debemos hacer.
Deberíamos decir: “Diablo, quita tus manos de mi cuerpo ahora mismo, en el nombre de
Jesús. ¡Te reprendo! La enfermedad es parte de la maldición, y yo he sido redimido de la
maldición. ¡Y soy sano por la llaga de Jesús!”

La Biblia dice que si resistimos al diablo, huirá de nosotros (Santiago 4:7). Pero si no lo
haces, te molestará todo el tiempo. Hasta mis nietos saben eso. En una ocasión, hace
algunos años, cuando Courtney (hija de John) y Max (hijo de Kellie) cursaban el preescolar,
iban juntos en el automóvil. De pronto, sin ninguna aparente razón, Courtney exclamó:
“¡Cállate, diablo!”.

Y su madre le preguntó: “¿Por qué dijiste eso, qué sucedió?”.

“Es que el diablo me acaba de decir que le rompa una pierna a Max”, le respondió.

Claro, todos nos reímos al respecto. Pero la verdad es que, Courtney tenía razón. Ella sabía
que si deseaba que la voluntad de Dios se cumpliera en su vida, debía echar fuera al diablo.
Lo mismo es verdad contigo.

Decide en tu mente que Dios desea que estés sano. No creas esa mentira acerca de la
sanidad. No escuches a tus amigos, familiares o predicadores que intentarán decirte que tu
dolor y sufrimiento provienen de alguien más que no sea Satanás. Cuando los síntomas se
presenten, reprende al enemigo. Cuando el temor llegue a tu vida, repréndelo. Cuando
vengan a tu mente pensamientos que te digan que esa enfermedad proviene de tu Padre
celestial, repréndelo. Levántate y reclama la obra completa que Jesús hizo en la Cruz.

Recuerda, tu salud, tu calidad de vida; de hecho, tu vida misma, ¡dependen de eso!

Mentiras que creen los cristianos acerca de la sanidad #6

A veces la voluntad de Dios es que las personas mueran jóvenes

La primera vez que leí la Palabra de Dios, yo era lo que tú llamarías un espíritu libre. No me
habían enseñado una doctrina con muchas tradiciones religiosas. En ocasiones, cuando era
niña, asistía a una iglesia que era famosa por su incredulidad, sin embargo, no asistí lo
suficiente como para que me afectara. Por consiguiente, cuando nací de nuevo y descubrí en
la Biblia que Jesús me había provisto la sanidad, simplemente la creí y la comencé a recibir.
Jamás acepté las mentiras que muchos cristianos creen acerca de la sanidad.

Para esas personas —y posiblemente para ti— la sanidad era una experiencia diferente.
Ellos han luchado para recibir su sanidad porque les han enseñado doctrinas que no son
bíblicas, y que se interponen en su camino. Quizá crecieron en una iglesia donde predicaban
que Dios ya no sana. Es probable que hayan pasado años, escuchando a buenos cristianos
bien intencionados decir que la sanidad no siempre es la voluntad de Dios.

No importa qué les dijeron, ellos aceptaron las mentiras religiosas que afirman que Dios no
sana. El artículo de hoy es la parte final de esta serie de seis partes tituladas: Mentiras que
creen los cristianos acerca de la sanidad. Sumerjámonos en nuestro estudio.

Sorprendentemente, los cristianos que han caído como presas de esta tradición, en realidad
piensan que es bíblica. Cuando escuchan que alguien murió a temprana edad, dicen cosas
como estas: “Bien, sabes que en la Biblia está establecido, para cada persona un tiempo
para morir. Supongo que ya era su tiempo de partir”.
Por muy espiritual que se escuche, es incorrecto. Lo que en realidad dice en la Biblia es:
“Está establecido que las personas mueran una vez” (Hebreos 9:27, énfasis personal). Ya
sea que seamos jóvenes o mayores de edad, que llegue esa “una vez” dependen de
nosotros. Si creemos y obedecemos la Palabra de Dios, podemos postergar ese tiempo
hasta que hayamos alcanzado una edad madura y avanzada.

Si tenemos la fe para lograrlo, podemos ser como Moisés. Él vivió 120 años, y no estaba
enfermo cuando dejó este mundo. Él aún tenía fuerza suficiente para subir el Monte Nebo y
tenía tan buena vista que podía ver la Tierra Prometida desde allí.

¿Cómo puedes estar seguro de que esa vida longeva y fuerte es en realidad la voluntad de
Dios para tu vida?

Por lo que Él dice en Proverbios 3:1-2: «Hijo mío, no te olvides de mí ley; guarda en tu
corazón mis mandamientos. Ellos prolongarán los años de tu vida [que valga vivirla] y te
traerán abundante paz [en tu interior y en el exterior y continuará en tu vejez, hasta que
mueras]». ¡Qué PALABRA tan maravillosa!

Estos versículos nos dan un ejemplo de lo que Dios desea para todos nosotros. Él anhela
que nuestra vida cada vez sea mejor. Desea que disfrutemos el cumplimiento de la promesa
de Salmos 91:16: «Le concederé muchos años de vida, y le daré a conocer mi salvación».
Eso fue lo que hizo mi amiga Dodie Osteen.

Hace muchos años, le diagnosticaron cáncer terminal y le dieron muy poco tiempo de vida.
Debido a que los médicos no tenían una cura, dejó el hospital y se fue a casa, escribió una
lista de versículos de sanidad y comenzó a leerlos dos veces al día.

Estoy segura que en esa época hubo algunas personas que, debido a sus tradiciones
religiosas, esperaban que muriera rápido. Sin embargo, ella misma desechó esas tradiciones
y los sorprendió. Ahora ella sigue viviendo… viviendo… y viviendo.

Después de un tiempo, los médicos verificaron que había sucedido con ella: Todo rastro de
cáncer había desaparecido.

Hoy, Dodie Osteen quizá tenga más de 70 años, y luce hermosa. Está sana, feliz y llena de
fuerza. Medita en esto, Dodie es la prueba viviente de las cosas maravillosas que suceden
¡cuando cambias la tradición por la verdad!

En las seis partes de esta serie denominada: Mentiras que los cristianos creen acerca de la
sanidad, he compartido, en base a la Palabra, el plan que Dios tiene para tu vida. Y todo se
resume a esto: Sirves a un Dios amoroso, quien a través de Su Hijo, Jesús, te brindó un
camino para que experimentes una total y completa sanidad. Como hijo del Nuevo Pacto de
Dios, ya no eres el objetivo de las estrategias de Satanás, sin embargo, vivir en el perfecto —
y sano— plan de Dios para tu vida, requiere de una decisión. Dios no impondrá Sus planes
en ti. Si deseas formar parte de Su plan de redención para la humanidad, debes decidir vivir
en ese plan. ¿Qué estás esperando? Busca la Palabra, léela y confiésala. Permite que llegue
a ser tan grande en tu interior, al punto que no seas dominado por los síntomas, por los
reportes médicos o por tus seres queridos bien intencionados. ¡Tú eres sano! ¡Ahora vive en
esa sanidad!

Qué hacer cuando un cristiano recién nacido de nuevo necesita sanidad

Si eres un cristiano recién nacido, no tiene que esperar hasta que conoces la Palabra de
Dios de adelante para atrás para que puedas recibir tu sanidad. Puedes recibirla ahora
mismo al poner este principio espiritual clave a trabajar.

Cuando Kenneth y yo comenzamos a arreglar las cosas en nuestra vida hace 45 años,
teníamos más problemas que las ideas que se nos ocurrían para resolverlos, sin embargo,
nacimos de nuevo y fuimos llenos del Espíritu. Después, empezamos a escuchar la Palabra
de Dios y a actuar de acuerdo con ella —y la Palabra ¡cambió todo en nuestra vida para
bien!—. Si eres un cristiano recién convertido, no debes esperar hasta conocer la Palabra de
Dios de pasta a pasta para recibir tu sanidad. Puedes recibir tu sanidad ahora, al activar un
importante principio espiritual

Recibe tu sanidad por caminar en amor

Romanos 13:10, dice «Así que el amor es el cumplimiento de la ley». Como cristiano, amar
es tu ley. Si estás caminando en amor, puedes estar seguro de que estas caminando
alineado con la Palabra de Dios. Luego, comienza a afinar con detalle tu conducta y tu vida
de amor. Obedece a la Palabra de Dios en todo. Sé pronto para obedecer y hacer cambios.

Justo antes de que Jesús fuera a la Cruz, lo dijo de esta manera: «Este mandamiento nuevo
les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado» (Juan 13:34).

Por supuesto, que debes nacer de nuevo para obedecer ese mandamiento. Si fuera la misma
antigua y pecadora criatura que solías ser, continuarías haciendo las mismas antiguas cosas
y obteniendo los mismos antiguos resultados. Pero alabado sea Dios, ¡ése no es tu caso!
Porque Jesús ahora está en tu vida, has sido hecho la justicia de Dios. Eres partícipe de Su
naturaleza divina. ¡Tienes la habilidad de obedecer Su Palabra!

Si lo haces, si guardas Sus mandamientos, Jesús dijo que se manifestará en tu vida y podrás
verlo (Juan 14:21). Eso quiere decir que Él aparecerá y hará el bien en ti. Te bendecirá y
sanará tu cuerpo.

Actuar conforme a la Palabra de Dios, vivir en obediencia al mandamiento del amor lo


es todo, cuando se trata de vivir libre, sano y en prosperidad. No estoy diciendo que tengas
que ser perfecto. Todos tropiezan de vez en cuando. Y cuando te pase, solamente corre
hacia Dios, arrepiéntete y recibe Su perdón. Después endereza tu senda y vuelve al camino,
y continúa viviendo en la luz del amor.

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