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El consumo energético en los medios de transporte

Los medios de transporte participan en un 95% en el consumo total de la energía fósil,


con unos índices de crecimiento imparables en los últimos años en todos los países
occidentales y también en las economías emergentes. En Europa, donde el transporte
gasta una tercera parte del consumo final de energía, esta crece, no sólo en términos
absolutos, sino y, especialmente, si se relaciona con las toneladas o con las personas
transportadas.

De todas formas el consumo energético no es homogéneo para todos los medios de


transporte mecánicos, cuando se suma el coste energético de la producción del vehiculo
privado y del combustible, el transporte motorizado es el que más consume. El menor
gasto lo tiene la bicicleta y los transportes públicos se sitúan de forma intermedia.

Caracterización de las emisiones de transporte

En los sistemas de transporte existe una relación muy estrecha entre la energía
consumida y las emisiones de C0 2. Casi todos los medios son consumidores directos de
derivados del petróleo (gasolina, fuel, queroseno...). Por su parte, y a pesar de que los
ferrocarriles utilizan mayoritariamente motores eléctricos, en los países europeos, buena
parte de esta electricidad también proviene de los combustibles fósiles.

La tipología energética que utilizan los medios de transporte, el uso masivo de los medios
más consumidores y el crecimiento de los desplazamientos de los últimos años han hecho
del transporte uno de los principales sectores causantes de las emisiones de de C0 2. El
gas que más influye en el efecto invernadero emitido, aún que no es el único. Si el CO 2 es
el responsable de casi el 97%, el N20 lo es del 2,8% y el CH4 del 0,4%.

Igual que el consumo, y a diferencia de las emisiones procedentes del sector domestico e
industrial, las emanaciones derivadas de los transportes son las que más rápidamente
está creciendo.

El desplazamiento en vehículos particulares genera cantidades mucho más grandes de


emisiones, por unidad de distancia recorrida, que los viajes en transporte público. A pesar
que en los últimos años la eficiencia de los motores y la calidad del combustible ha
producido mejoras, estas se han diluido por el incremento del parque de vehículos y de
los desplazamientos, la introducción de motores más potentes y una menor ocupación de
los vehículos.
Objetivo y aplicación del programa “Hoy no circula”
-Objetivo
El objetivo del Programa Hoy No Circula es establecer medidas aplicables a la circulación
vehicular de fuentes móviles o vehículos automotores, con el objetivo de prevenir,
minimizar y controlar la emisión de contaminantes provenientes de fuentes móviles que
circulan en el Distrito Federal, sea cual fuere el origen de las placas y/o matrícula del
vehículo, mediante la limitación de su circulación.

La aplicación del programa “Hoy no circula” tiene como fundamentos diversos artículos de
los derechos humanos, la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y
variados protocolos, los cuales emiten el derecho de cada persona a un nivel de vida
adecuado que asegure la salud y el bienestar.

-Aplicación del Programa

El Programa “Hoy no circula” aplica en todo el territorio del Distrito Federal (16
delegaciones) y Estado de México (18 municipios conurbanos): Atizapán de Zaragoza,
Coacalco, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Chalco, Chimalhuacán, Ecatepec de Morelos,
Huixquilucan, Ixtapaluca, La Paz, Naucalpan de Juárez, Nezahualcóyotl, Chicoloapan,
Nicolás Romero, Tecámac, Tlalnepantla de Baz, Tultitlán y Valle de Chalco.

Historia del transporte

El auge de los coches de alquiler se dio a finales del siglo XVII, cuando Manuel Antonio
Valdés Murgía propuso al Virrey Revillagigedo establecer una casa de coches que se
alquilaran por hora. Se comenzó con ocho carros en la plaza de Santo Domingo, cada
uno con capacidad para cuatro personas máximo y con un reloj que indicaba la hora de
en que se tomaba y se dejaba el carruaje.

Si algún ciudadano deseaba salir de la ciudad, debía hacerlo en un ómnibus de color


amarillo que contaba con 16 asientos y era tirado por dos troncos de ligeros caballos
trotones.

Con una población creciente, para principios del siglo XIX, en la ciudad se contaba ya con
160 mil habitantes y circulaba gran cantidad de vehículos. Sin embargo la Guerra de
Independencia ocasionó que el país cayera en una crisis política, económica y social que
no cesó hasta 1850. Las vías de comunicación se vieron seriamente afectadas y se
interrumpió el tráfico de productos manufacturados y bienes de consumo.

Después de 1824, año en que se erige a la Ciudad de México como sede de los poderes,
la geometría urbana había cambiado, aparecieron las primeras glorietas y cruceros
aunque la intensa actividad de autos seguía ocasionando problemas de vialidad.
Para atender el problema, en 1830, se expidió el primer Reglamento de Tránsito,
expedido por el gobierno de la capital. En él se establecían límites de velocidad, y se
pretendía tener control sobre las tarifas y el uso de los vehículos.

En 1859, se introdujo a México el primer vehículo impulsado por energía eléctrica. Este
servicio de tranvías se modernizó paulatinamente hasta que en diciembre de 1894 se
fijaron reglas para el otorgamiento de concesiones de líneas férreas en calles, plazas y
calzadas en las que se instaló un sistema de hilo aéreo.

Los tranvías viajaban a una velocidad de 10 kilómetros por hora, el parque vehicular
ascendía a 30 de cuatro ruedas y había otros tantos de ocho. Poco después, llegó una
remesa de tranvías de dos pisos que eran conducidos por choferes pulcramente
uniformados y hacían paradas únicamente en las esquinas.

En 1908, surgió un servicio llamado "rápidos" que iban del Zócalo con dirección a Tlalpan,
Coyoacán, San Ángel, Mixcoac y Tacubaya. Su circulación tenía preferencia y cuando
pasaban, todo el tránsito se detenía.

El primer automóvil de combustible que llegó a México, un Delaunay Belleville hecho a


mano, procedente de Tolón, Francia, fue introducido a fines de siglo por Don Andrés
Sierra.

Durante la época de la Revolución, los generales fueron los primeros en disfrutar de


paseos en automóviles de marcas extintas, sus choféres se los compraban y empezaban
a ruletear por la ciudad. Eran una especie de peseros pues eran colectivos de ruta fija. El
"fordcito", como le llamaban, fue adaptado para 10 pasajeros y también surgió el oficio de
"lambiscón" que era el que cobraba la tarifa.

Hacia 1910 da inicio la etapa revolucionaria con el levantamiento contra el general Porfirio
Díaz. Ésta época se vio apoyada por los nuevos medios de transporte, principalmente por
el ferrocarril.

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