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industrialización no
dependiente
Julio C. Gambina*
* Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas – FISYP. Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, UBA. Profesor Titular de Economía Política en la Facultad
de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, UNR. Integrante de la presidencia de la Sociedad Latinoamericana
de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA. Director del Instituto de Estudios y Formación de la Central de los
Trabajadores de la Argentina, IEF-CTA Autónoma.
Nota editorial 1. El contenido del presente documento es de responsabilidad del autor y no compromete la opinión
del Banco Central de Bolivia ni de la Asociación de Pensamiento Económico Latinoamericano.
Nota editorial 2. Ponencia realizada en el II Congreso Internacional de Pensamiento Económico Latinoamericano “Balance
del Pensamiento Económico Latinoamericano” llevado a cabo en la ciudad de Cochabamba, Bolivia los días 27 y 28 de
octubre de 2016. Adaptación a cargo de Sergio Gottret Ríos.
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Resumen
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El desafío de la industrialización no dependiente
I. Antecedentes
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que lucha por generar un cambio; sin embargo, recientemente ha sido resaltado
en América Latina y en el mundo, producto del proceso de los últimos años,
sobre todo del proceso boliviano. Son debates que resurgen en nuestra América,
desde el cambio político en curso en esta primera parte del Siglo XXI, con la
crítica al neoliberalismo impuesto por más de cuatro décadas en la región. Y con
ello se retoma la posibilidad de la industrialización, de la autonomía, incluso del
capitalismo nacional, de su sujeto como es la burguesía nacional, o en su defecto,
el papel del Estado Nación para encarar la tarea histórica en la industrialización.
El interrogante resulta válido, a partir del freno a las políticas neoliberales que
constituyeron las luchas populares, ante el auge de la implementación de la
liberalización a la salida de la crisis de fines de los 60 y comienzos de los 70. Es
de interés considerar que el territorio privilegiado de esa resistencia se desplegó
en nuestra América en las últimas dos décadas del Siglo XX, favoreciendo la
emergencia del cambio político vivido en nuestra zona durante esta primera parte
del Siglo XXI.
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por no resignar derechos conquistados. Ante la ofensiva del capital, la lucha era
defensiva y reivindicaba el “NO”, en un grito en contra de los intereses y objetivos
de las clases dominantes.
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imponía la construcción del “Socialismo del Siglo XXI” habilitó el debate por el
rumbo anticapitalista, obturado mundialmente ante la debacle del socialismo en
el este de Europa. Reabría el debate por el modelo productivo y de desarrollo no
capitalista, por ende la posibilidad de la Industrialización no Capitalista (InC).
Para Nuestra América y en los años recientes, vale insistir que el movimiento
a favor del "SI" contra el "NO" constituyó el sujeto defensivo de la resistencia
popular; el horizonte socialista en el siglo XXI recuperó una propuesta por el “SI”
a otro orden social y económico. En esa oleada es que cobra sentido el debate
por el “Socialismo Comunitario” instalado desde 2010 en la asunción del segundo
periodo del gobierno boliviano de Evo Morales y Álvaro García Linera. Puede
afirmarse también que la renovación del modelo económico discutido en Cuba en
2011 y expresado en los lineamientos de política económica para renovar el modelo
socialista en la isla, hace al mismo un proceso de recreación de un imaginario
contemporáneo por el socialismo. Apuntamos a señalar que en la crisis capitalista
contemporánea, no solo existen políticas anticrisis para superar el problema en el
marco del capitalismo, sino que emergen propuestas que pretenden ir más allá del
orden capitalista.
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La larga crisis del capitalismo explicita un debate sobre política económica para
superar la crisis desde el propio capitalismo. Es un debate entre neoliberales
ortodoxos y neokeynesianos o neodesarrollistas el que se tiene por delante en el
horizonte capitalista. Pero también existe una realidad, en discusión y no cerrada,
para salir de la crisis con una perspectiva más allá y en contra del capitalismo.
Es por ello que pensamos que no alcanza con la crítica al capitalismo, sino que se
requiere constituir el sujeto del cambio del orden capitalista y armonizar el nuevo
proyecto de sociedad sin explotación, en la contemporaneidad. Son varios los
debates y no es menor el que se procesa en las relaciones sociales de producción
y la armonía con la naturaleza.
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Esto nos lleva a una segunda dimensión, que supone discutir el programa de una
política económica autónoma para un desarrollo de modelo productivo autónomo
e independiente que supere los lazos actuales de la industrialización dependiente.
Necesitamos hacer un balance del proceso de cambio político vivido por la región
en este comienzo del Siglo XXI. Discutir el propósito explícito o implícito de cada
una de las experiencias desplegadas en nuestros países. No es lo mismo aquellos
que se propusieron transitar caminos de superación del capitalismo, que aquellos
que imaginaron un destino autónomo dentro del orden del capital. Es un debate
sobre paradigmas, de objetivos y de métodos, sabiendo que los beneficiarios
del orden vigente defenderán sus privilegios con uñas y dientes. Aquí radica la
explicación de la brutal ofensiva contra los procesos de cambio en la región, sean
los cambios institucionales ocurridos en Honduras, Paraguay, Brasil, o incluso por
vía electoral en Argentina, o las amenazas sobre Venezuela y otros países en
nuestra América.
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Sabemos que el enigma del capital está en quién dirige el proceso de inversión
productiva; por eso, la transición demanda un proceso de ruptura en la orientación
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de la producción. Ello requiere del manejo soberano de las inversiones, que debe
provenir de formas de asociación de lo comunitario, lo cooperativo y lo estatal con
participación social extendida.
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