Está en la página 1de 1

Voz 1: La pornografía trabaja en nuestro subconsciente y se almacena permanentemente allí.

Voz 2: Cada imagen vulgar que vemos, cada palabra obscena que escuchamos, cada escena violenta que
miramos es acumulada. Las imágenes llenan nuestras mentes hasta que no podemos ver claramente los límites
naturales del sexo. Nuestros valores y elecciones cambian mientras vamos admitiendo lentamente estas cosas
como normales y aceptables.

Voz 3: La pornografía distorsiona el concepto de amor verdadero.

Voz 2: El sexo se convierte en una manera de ejercer dominio y explotar el regalo de Dios en lugar de ser una
vía para compartir el amor en el matrimonio. En escenarios pornográficos, los compañeros sexuales son
utilizados para la satisfacción personal y rápidamente desechados. Niños, animales y personas del mismo sexo
son potenciales compañeros sexuales para ser usados y controlados.

Voz 4: La pornografía promueve la violencia.

Voz 2: La pornografía presenta con frecuencia a individuos que abusan del poder sobre una persona más débil.
Las mujeres y los niños son violentados. A menudo las mujeres se presentan bajo una atmósfera represiva,
dando la idea de que el sexo forzado es divertido. Hay pornografía que sugiere que la violencia y la violación
son parte aceptable de las actividades sexuales, y llegan tan lejos como hasta mostrar a personas que son
aberrantemente abusadas, torturadas y asesinadas como sacrificio. La vida humana no tiene ningún valor.

Voz 5: La pornografía destruye nuestra habilidad para comprometernos en una relación sexual saludable.

Voz 2: Ya que las personas llenan su mente con imágenes de relaciones sexuales contrarias y que no honran
a Dios, los deseos sexuales normales son disminuidos a tal punto que el amor puro pierde completamente su
atractivo y capacidad para llenar. Solamente la creciente velocidad e intensidad que provee la pornografía es
capaz de satisfacer. La relación sexual normal entre un hombre y una mujer no es suficiente para satisfacer sus
necesidades.

También podría gustarte