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DESARROLLO HUMANO PROFESIONAL

Ética en la profesión
y valores para la vida

Berta Moreno Molina


Juan Carlos Cabrera Sámano
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DESARROLLO HUMANO PROFESIONAL

Ética en la profesión y valores para la vida


Primera edición digital, mayo de 2016
Segunda edición digital, enero de 2018

© Berta Moreno Molina


© Juan Carlos Cabrera Sámano

© Editorial Parmenia
bajo el sello de De La Salle ediciones
Carlos B. Zetina 30, Colonia Condesa
06170, Cuauhtémoc, Ciudad de México
(55) 52 78 95 04
www.editorialparmenia.com.mx

Corrección: Josefina Garay Torillo


Formación: Marina Mejía Vázquez
Apoyo gráfico: Berenice Ángeles Zúñiga

Dirección editorial
Manuel Javier Amaro Barriga
Desarrollo académico editorial
Antonio Rojas Tapia
Producción y distribución
Irma Rodríguez Vega
irv@ulsa.mx

Todos los derechos reservados. Prohibidas su producción o transmisión


parcial o total bajo cualesquiera formas o procedimientos y su distribución
sin la autorización explícita de los titulares de los derechos.

Hecho en México

ISBN 978-607-749-013-5
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A Dios, por todas las bendiciones que de Él he recibido.

A mi mamá, por ser fuente de inspiración en mi vida.

A mi esposo Mario, por su amor y apoyo incondicional.

A Any, Mario Germán, Alejandro, Milú, Mati, Ali y Pablo,


por haberme hecho tan feliz.

A mis alumnos y compañeros docentes, por ser el


impulso que me llevó a escribir este libro.
Berta Guadalupe

Agradezco profundamente a Mónica Ruiz Esquivel


y a Diego Eduardo Merino Lazarín por las infinitas y
placenteras horas de reflexión y discusión filosófica.
Este libro no hubiera sido el mismo sin su valiosa
compañía, consejo y cooperación.
Juan Carlos
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Presentación

Si las universidades no se dedican a impulsar nuestro


razonamiento individual y colectivo acerca
de los valores, entonces, ¿quién lo hará?
Charles Taylor

A dentrarse en el amplio horizonte que la Filosofía abre al ser


humano es una experiencia que puede resultar no solamen-
te interesante sino fascinante. La aplicación y utilidad del cono-
cimiento filosófico ha sido frecuentemente tema de discusión,
quizá porque se ignora que esta disciplina tiene en sí misma un
valor como actividad intelectual, que tiene su origen en la condi-
ción racional del ser humano, en su capacidad para interrogarse
sobre sí mismo y el mundo que le rodea, así como en su capaci-
dad de asombro sobre las más diversas realidades.
La Filosofía, por ser una reflexión sistemática sobre la realidad
individual y social, no solamente proporciona orientación y fun-
damentación a diversas disciplinas y actividades humanas; tie-
ne la capacidad de transformar estas realidades ya que lo que se
piensa se plasma en la lengua y en la acción humana. Ciertamen-
te puede afirmarse que todo cambio, personal o social, tiene su
origen en ideas que después se plasman en conductas. La Filoso-
fía enseña a pensar, a interrogarse y a responder sobre una gran
diversidad de temas, a los que se orientan sus diversas ramas.
Un ejemplo de ellas es la Axiología, disciplina que tiene como
objeto de estudio los valores y los juicios de valoración. Esta dis-
ciplina ha tenido un importante desarrollo en las últimas déca-
das, quizá debido a que el ser humano se ha percatado de que
su relación con el mundo y con los otros no se da solamente en
el plano cognoscitivo sino también en el plano valorativo. Las
cosas, las personas y las acciones no son indiferentes; en la rela-
ción con ellas siempre se realizan juicios de valor. Así mismo la
Axiología presta fundamentación y apoyo a disciplinas filosófi-
cas como la Ética, la Estética, la Antropología filosófica, la Filoso-
fía de la religión y la Filosofía política, en las que se encuentran
diversos tipos de valores que pueden enriquecer la vida humana
y transformar el entorno social.
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Un tema que tiene estrecha relación con los valores es el del


sentido de la existencia humana, interrogante que demanda re-
flexión y respuestas que permitan orientar el rumbo de la vida.
Así mismo, el descubrimiento del ámbito de lo sagrado en el que
se manifiesta la realidad divina permite comprender las diversas
maneras en las que el ser humano puede relacionarse con Dios.
Religión y arte se presentan como caminos en la búsqueda de la
trascendencia y como experiencias capaces de formar personas y
civilizaciones más armónicas, más empáticas y mejores.
El estudio del ser humano se inicia desde los valores, empe-
zando por la dignidad como el valor superior e inherente a todo
ser humano, con independencia de sus características particu-
lares o la situación en que se encuentre. De este valor se des-
prende su condición de ser libre, capaz de tomar decisiones para
construir su propia vida y de hacerse responsable del ejercicio
de su autonomía. Los papeles de la cultura y de la educación en
la configuración de la identidad y en los valores que desarrollen
los seres humanos tienen una gran importancia ya que se refle-
jan en el contexto social y hacen posible la construcción de una
ciudadanía orientada por una ética cívica.
Para dar una visión amplia de la Ética, se realiza una presenta-
ción de las propuestas de Aristóteles, Kant, Habermas y Cortina al
analizar los importantes conceptos que estos filósofos han aporta-
do sobre las exigencias del comportamiento moral.
La Ética, como la disciplina filosófica que orienta la conducta
humana hacia el ejercicio responsable de la libertad, el respeto
a la dignidad humana, la búsqueda de la justicia y las acciones
conforme a los valores morales, ha tenido gran desarrollo en los
últimos años. La necesidad de esta disciplina para evitar la des-
humanización y corrupción en las diversas prácticas sociales se
ha hecho evidente en el mudo contemporáneo. Las éticas apli-
cadas que se han desarrollado a partir de la segunda mitad del
siglo XX se orientan precisamente a dar respuestas humanas a
las problemáticas actuales que se presentan en ámbitos como la
vida y la salud, el medio ambiente, las tecnologías de la informa-
ción y comunicación, la educación, la política y las profesiones,
entre otros.
La Ética profesional es la ética aplicada que orienta al profe-
sionista para alcanzar las metas sociales de su profesión y los
valores que le permiten transformar positivamente su entorno y
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ejercer su actividad con vocación y actitud de servicio. Estos va-


lores son el fundamento de los principios éticos y deontológicos
conforme a los cuales debe ejercer su profesión y se estipulan en
los códigos de Ética profesional que son una herramienta para la
resolución de los dilemas éticos y la toma de decisiones.
La dimensión social de la Ética se manifiesta con especial re-
levancia en el ejercicio de las profesiones, en las que de múltiples
formas están involucrados otros seres humanos, a quienes debe
brindarse los beneficios que esperan de las diversas prácticas
profesionales. La Ética revela al profesionista que el bien propio
puede y debe coincidir con el bien de los demás y que puede
alcanzarse el éxito actuando correctamente, ya que la integridad
personal es condición esencial para llevar una vida plena.
La sociedad necesita profesionistas que cuenten con compe-
tencias intelectuales, conocimientos, habilidades y experiencia;
sin embargo, el saber no tiene valor cuando se aleja de fines éti-
cos y de la responsabilidad para dar respuestas auténticamen-
te humanas a los problemas que enfrenta el mundo de hoy. Las
exigencias de la Ética tienen actualmente una dimensión global
que todo profesionista debe considerar en su labor; para ello es
necesario comprender el fenómeno de la globalización y sus im-
plicaciones sociales, culturales, económicas y morales, los pos-
tulados de la Ética del desarrollo que busca la expansión de las
libertades y oportunidades en los países menos favorecidos; la
responsabilidad social que compete no solamente a las empresas
sino a todos los ciudadanos; las implicaciones éticas en relación
con el cuidado del medio ambiente y la necesidad de una éti-
ca planetaria que haga posible la convivencia justa y pacífica de
todos los seres humanos a partir del reconocimiento mutuo, la
abierta disposición al diálogo y la celebración de la diversidad.
Todos estos temas ponen de manifiesto la necesidad de la Ética y
los valores en el mundo contemporáneo.
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Capítulo 1 La Filosofía y sus disciplinas

1.1 La Filosofía y la reflexión sobre la


realidad individual y social

E n la expresión cotidiana, la palabra Filosofía ha tenido muy diversos


significados; para algunos son solamente elucubraciones abstractas
carentes de toda conexión con el mundo real y la vida humana. Otros
la utilizan para decir que tal problema debe tomarse con Filosofía, que-
riendo indicar que debe verse con serenidad y sin darle demasiada im-
portancia. También se utiliza para designar la forma de pensar de una
persona o la ideología de una institución, como cuando se habla de la
visión y misión de una empresa o del ideario de una asociación. Es cla-
ro que en la expresión coloquial este término tiene muchas acepciones,
aunque algunas disten mucho de su significado real.
En el ámbito académico tampoco se encuentra una sola definición de
Filosofía, ya que se han propuesto tantas como número de corrientes filo-
sóficas existen, aunque en todas pueden reconocerse algunas constantes.
¿Qué es entonces la Filosofía? Antes que nada, es preciso decir que
es un tipo de saber que se relaciona estrechamente con la condición
racional del ser humano y su capacidad para experimentar asombro e
interrogarse sobre sí mismo y el mundo que lo rodea. Lo que preocupa
a la Filosofía no es, por tanto, ajeno a la vida misma, sino más bien la
reflexión sobre la realidad en la que se encuentra el ser humano en su
dimensión personal y social. Es por esto que los filósofos de las distin-
tas épocas se han adentrado en los temas y preocupaciones de su tiem-
po, para darles respuesta y al mismo tiempo plantear nuevas preguntas
que invitan a seguir reflexionando.
Mientras más demande una pregunta y se busque la profundidad
en la respuesta, puede asegurarse con mayor propiedad que es filosófi-
ca. Así, por ejemplo, una misma pregunta puede recibir muy diversas
respuestas, y aunque todas ellas correspondan a la realidad, no todas
comparten el mismo punto de vista.
Esto se ilustra muy bien en la conocida anécdota del viajero que,
hace ya varios siglos, paseaba por los alrededores de una cantera.
Transcurrido cierto rato, preguntó a uno de los trabajadores qué estaba
haciendo, y este le contestó con desgano: picando piedra. Al cabo de unos
minutos hizo la misma pregunta a otro, y su respuesta, ya más conven-
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cida, fue: labrando un sillar. Por fin, se dirigió a un tercero, que replicó
ufano: construyendo una catedral. (Melendo, 2004:17)
Es claro que aunque las tres personas dieron respuestas verdaderas,
cada una tiene un enfoque diferente de la realidad y le da una dimen-
sión distinta a su actividad. El tercero fue capaz de darle sentido a lo
que hacía y tenía en mente un proyecto vital. Así sucede con la Filoso-
fía; orienta por caminos que permiten descubrir el significado profun-
do del mundo para poder darle un sentido nuevo a las cosas.
Sin embargo, la Filosofía no es simplemente un ejercicio intelectual
para unos pocos, sino tarea de toda persona que busca responder las
preguntas fundamentales de su realidad personal y social. Al ser, cons-
ciente de que lo que vaya descubriendo modificará de alguna manera
su existencia.
En este sentido, puede decirse que toda persona filosofa, ya que tar-
de o temprano busca algo más que respuestas triviales y se pregunta
por el sentido de su existencia y su misión en el mundo. Ante las cosas
que rebasan su comprensión inmediata, que parecen inexplicables o
que lo llenan de asombro, el ser humano se plantea interrogantes filo-
sóficas. A esto se refieren quienes han dicho que “todo hombre es por
naturaleza filósofo”, ya que en algún momento de la vida surge en él
una tendencia natural a hacerse preguntas y buscar respuestas para
orientar su vida en forma autónoma, reflexiva y responsable.
Por su origen etimológico, Filosofía significa ‘amor a la sabiduría’, una
sabiduría que, tiene su origen en el asombro, y es producto de un arduo
trabajo intelectual en el que se cuestiona toda la realidad mirándola
de una forma más profunda y crítica, para descubrir sus razones más
elevadas, darle un sentido y valorarla.
Esta ha sido la tarea fundamental de la Filosofía desde la antigüe-
dad, y sigue siendo para los filósofos contemporáneos, quienes desde
su propia concepción de la realidad han originado las corrientes filosó-
ficas más diversas.
A lo largo de la historia de la Filosofía ha habido muchas formas de
entender la realidad. Algunos la consideran parcialmente, ya sea por-
que se toma como punto de partida un principio único o porque se ha
centrado la atención exclusivamente en determinados aspectos. Así por
ejemplo, ciertos filósofos han afirmado que nada existe más allá de la
experiencia empírica o científica positiva; es el caso del empirismo y
del positivismo. Otros, que la materia es pura ilusión y que lo único
que existe es el espíritu, los defensores del idealismo. Hay quienes, al
contrario, afirman que toda la realidad se reduce a la materia, como

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el materialismo. O que no es más que relaciones económicas, como el


marxismo. También se ha afirmado que la realidad y lo que puede ser
conocido se determina por el lenguaje. (Melendo, 2004: 80)
Todas las corrientes filosóficas, aunque muy distintas entre sí, com-
parten la pretensión de universalidad, pues buscan abarcar toda la rea-
lidad, aunque el todo está constituido en cada caso por un elemento
predominante. Cabe preguntar entonces si cada una de las diversas
posturas filosóficas ofrece un panorama incompleto de la realidad o si
más bien todas ellas aportan elementos importantes para comprender
los diversos aspectos que esta tiene. Cada filósofo, por tanto, desde su
propia concepción de lo que es la Filosofía ha reflexionado sobre la rea-
lidad humana y sus dimensiones específicas, así como sobre el mundo
y la sociedad en la que esta se encuentra inserta. En las definiciones
que han surgido históricamente de la Filosofía pueden distinguirse tres
tipos: (Abbagnano, 2008:486)
a) Las que hacen referencia al tipo de saber al que se orienta la Filosofía:
• “La Filosofía es la ciencia que estudia las causas últimas de todas
las cosas”. Aristóteles (384-322 a. n. e.)
• “La Filosofía es el estudio del origen, la certeza y el alcance del
conocimiento humano.” John Locke (1632-1704)
• “La Filosofía es un saber auténtico y riguroso que aspira a desen-
trañar la naturaleza de la realidad total, esto es, del hombre y del
mundo”. Risieri Frondizi (1910-1985)
b) Las que consideran el fin al que se orienta este saber:
• “La Filosofía es el conocimiento de las cosas por sus causas y fun-
damentos y la utilización de este conocimiento en beneficio del
hombre”. Thomas Hobbes (1588-1670)
• “La Filosofía no es otra cosa que la ciencia del hombre, en orden
al problema del conocimiento”. David Hume (1711-1776)
• “La Filosofía pretende la clarificación lógica de las ideas”. Ludwig
Wittgenstein (1889-1951)
c) Las que hacen referencia al procedimiento o método que se consi-
dera propio de la Filosofía:
• “La Filosofía es el conocimiento del universo o de todo cuanto
hay, es decir, un sistema integral de actitudes intelectuales en el
cual se organiza metódicamente la aspiración al conocimiento
absoluto”. José Ortega y Gasset (1883-1955)

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• “La Filosofía es el conocimiento científico que mediante la luz


natural de la razón considera las primeras causas o las razones
más elevadas de todas las cosas.” Jacques Maritain (1882-1973)
• “El tema fundamental de la Filosofía es la razón. La Filosofía vie-
ne esforzándose desde sus orígenes por explicar el mundo en su
conjunto, la unidad en la diversidad de los fenómenos, con prin-
cipios que hay que buscar en la razón”. Jürgen Habermas (1929)
Una de las constantes en las definiciones anteriores es que la Filoso-
fía es un conocimiento por causas que investiga racionalmente la rea-
lidad humana y el mundo, no el porqué inmediato de los fenómenos,
sino el porqué más profundo al que puede elevarse la razón, es decir,
los principios y fundamentos de las realidades que estudia mediante
una reflexión crítica y racional sobre su objeto de estudio.
Por eso puede decirse que el conocimiento filosófico trasciende los
ámbitos particulares de las ciencias. En este sentido, por ejemplo, la neu-
rología, como rama de la ciencia médica, estudia el cerebro humano y
explica sus funciones cognoscitivas. En cambio, la epistemología, como
disciplina filosófica, se cuestiona acerca de los principios y alcances del
conocimiento humano, así como sobre los criterios necesarios para deter-
minar cuándo este puede considerarse pertinente, legítimo o verdadero.
La reflexión filosófica tiene un valor en sí misma como actividad ra-
cional que permite a quien la ejerce la indagación sistemática sobre los
interrogantes que plantean la existencia humana, el entorno social, las
diversas dimensiones de la cultura y el mundo en general. Además, la
Filosofía, desde la experiencia y los datos que estas realidades le propor-
cionan, no solamente reflexiona sobre ellas; también de alguna manera
favorece su transformación. Los estudios actuales sobre el lenguaje, so-
ciología, psicología social y antropología han concluido que lo pensado
no se queda en la mente, sino que se transforma en lengua y en prácticas
concretas, por lo que hay buenas razones para afirmar que el pensa-
miento filosófico influye en prácticas y conductas que generan efectos
a corto, mediano y largo plazo en las personas, la sociedad y el mundo.
Cualquier cosa es susceptible de reflexión filosófica: Dios, el ser hu-
mano, la sociedad, el conocimiento, los valores, los actos humanos, la
naturaleza, el arte, la ciencia, la religión, la política, y el ser mismo, sus
propiedades, principios, causas y fundamentos esenciales de su exis-
tencia. Por la amplitud de temas que son objeto de su interés, la Filoso-
fía es un conocimiento universal, pero también, radical, debido a que
investiga en forma crítica y sistemática su objeto de estudio buscando
los principios y fundamentos.
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Sin embargo, el filósofo sabe que ninguna de las dimensiones es-


pecíficamente humanas como la libertad, la autonomía, la experiencia
estética o religiosa puede medirse en términos cuantitativos ni com-
probarse a través del método experimental. A esto se refiere Heidegger
cuando afirma que: “Todas las ciencias del espíritu… para permanecer
rigurosas, tienen que ser por fuerza inexactas”. Esta inexactitud no sig-
nifica que el saber filosófico no tenga otras maneras válidas de alcanzar
un conocimiento legítimo en los diversos campos de su estudio, ade-
más de ser, por otro lado, el saber más profundo al que puede aspirar
la razón humana.
El método filosófico, igual que el científico, tiene como punto de par-
tida la realidad, tal y como esta es. Así por ejemplo, para estudiar al
ser humano, las ciencias particulares parten de los datos concretos y
verificables sobre su anatomía, conducta, dimensión social o histórica
y centran su investigación en alguno de estos campos. Por otro lado, la
Antropología filosófica, partiendo de esa misma realidad, busca com-
prender al ser humano en su totalidad, en lo que es como tal, es decir,
en las dimensiones específicas que lo hacen humano.
Es así que la Filosofía se nutre de los conocimientos de las diversas
ciencias particulares y al mismo tiempo les aporta fundamentación y
orientación humana al responder a interrogantes que quedan fuera de
su alcance y objeto de estudio, para hacer de ellas conocimientos al ser-
vicio de la persona y de la sociedad.
Ya Platón en el diálogo Eutidemo afirmó que: “La Filosofía es el uso
del saber para ventaja del hombre”, ya que la posesión o adquisición de
un conocimiento debe ser en beneficio del ser humano, para mejorar su
vida individual y social.
Una gran virtud de la Filosofía es que enseña cómo pensar, conduce al
significado y a los principios de lo que se piensa, y desarrolla la habilidad
de preguntar, analizar y expresar el pensamiento con claridad. Finalmen-
te, la esencia de la educación es el desarrollo de la habilidad para formular
preguntas y la capacidad de desarrollar argumentos para responderlas.
La Filosofía, por tanto, es la indagación sistemática y la reflexión ra-
cional sobre diversos campos del saber, a los que se dedican sus diver-
sas ramas.
Antes de finalizar este apartado, se cita un fragmento de El mundo
de Sofía, famosa novela escrita en 1991 por el escritor noruego Jostein
Gaarder, que se convirtió en un best seller. En ella se narra la historia
de la Filosofía a través de cartas que recibe Sofía, la niña protagonista,
de un personaje incógnito que le va develando este fascinante mundo.

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El mundo de Sofía (Fragmento)


Jostein Gaarder

¿Qué es la Filosofía?
Querida Sofía, muchas personas tienen distintos pasatiempos.
Unas coleccionan monedas antiguas o sellos, a otras les gustan las
labores y otras emplean la mayor parte de su tiempo libre en la
práctica de algún deporte.
A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que leemos es
muy variado. Unos leen solamente periódicos o cómics, a algunos
les gustan las novelas y otros prefieren libros sobre distintos te-
mas, tales como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos.
Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas,
no puedo exigir que todos los demás tengan los mismos intereses
que yo. Si sigo con gran interés todas las emisiones deportivas en
la televisión, tengo que tolerar que otros opinen que el deporte es
aburrido.
¿Hay, no obstante, algo que debería interesar a todo el mundo?
¿Existe algo que concierna a todos los seres humanos, indepen-
dientemente de quiénes sean o de en qué parte del mundo vivan?
Sí, querida Sofía, hay algunas cuestiones que deberían interesar
a todo el mundo. Sobre esas cuestiones trata este curso. ¿Qué es
lo más importante en la vida? Si preguntamos a una persona que
se encuentra en el límite del hambre, la respuesta será comida. Si
dirigimos la misma pregunta a alguien que tiene frío, la respuesta
será calor. Y si preguntamos a una persona que se siente sola, la
respuesta seguramente será estar con otras personas.
Pero con todas esas necesidades cubiertas, ¿hay todavía algo
que todo el mundo necesite? Los filósofos opinan que sí. Opinan
que el ser humano no vive nada más de pan.
Es evidente que todo el mundo necesita comer. Todo el mun-
do necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más que
todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a
quiénes somos y por qué vivimos. Interesarse por el porqué vi-
vimos no es, por tanto, un interés tan fortuito o tan casual como,
por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interesa por cuestiones
de ese tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres
humanos desde que viven en este planeta. El cómo ha nacido el

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universo, el planeta y la vida aquí son preguntas más grandes y


más importantes que quién ganó más medallas de oro en los últi-
mos juegos olímpicos de invierno.
La mejor manera de aproximarse a la Filosofía es plantear algu-
nas preguntas filosóficas: ¿cómo se creó el mundo? ¿Existe alguna
voluntad o intención detrás de lo que sucede? ¿Hay otra vida des-
pués de la muerte? ¿Cómo podemos solucionar problemas de ese
tipo? Y, ante todo: ¿cómo debemos vivir?
En todas las épocas, los seres humanos se han hecho preguntas
de este tipo. No se conoce ninguna cultura que no se haya preocu-
pado por saber quiénes son los seres humanos y de dónde procede
el mundo.
En realidad, no son tantas las preguntas filosóficas que pode-
mos hacernos. Ya hemos formulado algunas de las más importan-
tes. No obstante, la historia nos muestra muchas respuestas dife-
rentes a cada una de las preguntas que nos hemos hecho.
Vemos, pues, que resulta más fácil hacerse preguntas filosóficas
que contestarlas. También hoy cada uno tiene que buscar sus pro-
pias respuestas a esas mismas preguntas. No puede consultarse
una enciclopedia para ver si existe Dios o si hay otra vida después
de la muerte. La enciclopedia tampoco nos proporciona una res-
puesta a cómo debemos vivir. No obstante, a la hora de formar
nuestra propia opinión sobre la vida, puede resultar de gran ayu-
da leer lo que otros han pensado.
La búsqueda de la verdad que emprenden los filósofos podría
compararse, quizás, con una historia policiaca. Unos opinan que
Andersen es el asesino, otros creen que es Nielsen o Jepsen. Cuan-
do se trata de un verdadero misterio policiaco, puede que la poli-
cía llegue a descubrirlo algún día. Por otra parte, también puede
ocurrir que nunca lleguen a develar el misterio. No obstante, el
misterio sí tiene una solución.
Aunque una pregunta resulte difícil de contestar puede, sin em-
bargo, pensarse que tiene una y solamente una respuesta correcta.
O existe una especie de vida después de la muerte o no existe.
A través de los tiempos, la ciencia ha solucionado muchos an-
tiguos enigmas. Hace mucho era un gran misterio saber cómo era
la otra cara de la Luna. Cuestiones como esas eran difícilmente
discutibles; la respuesta dependía de la imaginación de cada uno.
Pero, hoy, sabemos con exactitud cómo es la otra cara de la Luna.

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Ya no se puede “creer” que hay un hombre en la Luna o que la


Luna es un queso.
Uno de los viejos filósofos griegos que vivió hace más de dos
mil años pensaba que la Filosofía surgió debido al asombro de los
seres humanos. Al ser humano le parece tan extraño existir que las
preguntas filosóficas surgen por sí solas, opinaba él. Es como cuan-
do contemplamos juegos de magia: no entendemos cómo puede
haber ocurrido lo que hemos visto. Y entonces nos preguntamos
justamente eso: ¿cómo ha podido convertir el prestidigitador un
par de pañuelos de seda blanca en un conejo vivo?
A muchas personas, el mundo les resulta tan inconcebible como
cuando el prestidigitador saca un conejo de ese sombrero de copa
que hace un momento estaba completamente vacío.
En cuanto al conejo, entendemos que el prestidigitador tiene
que habernos engañado. Lo que nos gustaría develar es cómo ha
conseguido hacerlo. Tratándose del mundo, todo es un poco dife-
rente. Sabemos que el mundo no es trampa ni engaño, pues noso-
tros mismos andamos por la Tierra formando una parte del mis-
mo. En realidad, nosotros somos el conejo blanco que se saca del
sombrero de copa. La diferencia entre nosotros y el conejo blanco
es simplemente que el conejo no tiene sensación de participar en
un juego de magia. Nosotros somos distintos. Pensamos que par-
ticipamos en algo misterioso y nos gustaría develar ese misterio.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Por qué los seres humanos necesitan formularse preguntas filosóficas?


2. ¿Por qué es importante darles una respuesta?
3.- ¿Por qué cada persona debe buscar sus propias respuestas?
4. ¿Para formar la opinión propia, es útil leer o escuchar lo que otros
han pensado?
5. ¿Cuáles características pueden inferirse acerca del ser humano, a
partir del hecho de que en todas las épocas y culturas se ha plan-
teado preguntas filosóficas?

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1.2 División de la Filosofía

L a Filosofía se divide, según su objeto de estudio, en diversas discipli-


nas que constituyen el cuerpo del conocimiento filosófico; estas son:
• Ontología. Es la parte fundamental de la Filosofía que se ocu-
pa del estudio del ser en cuanto tal, sus propiedades, principios,
causas y fundamentos esenciales de su existencia. Algunos filó-
sofos identifican la Ontología con la Metafísica por su objeto de
estudio. Otros consideran que la Metafísica se divide en Teología
natural, Psicología racional y Cosmología, según los diversos gra-
dos del ser que estudia cada una.
• Teología natural o Teodicea. Estudia el Ser absoluto o Dios, la
demostración racional de su existencia, la descripción análoga de
su naturaleza y sus atributos.
• Antropología filosófica. Estudia al ser humano y todas aquellas
dimensiones que lo caracterizan esencialmente, para esclarecer
su totalidad personal.
• Filosofía de la naturaleza o Cosmología. Estudia los seres cor-
póreos y naturales, la naturaleza y sus leyes, así como el origen
del universo y el lugar que ocupa el ser humano en él. La Filo-
sofía de la naturaleza toma como punto de partida los conoci-
mientos alcanzados por las ciencias experimentales, pero va más
allá al preguntarse por las causas últimas de la naturaleza y del
universo, así como su razón de ser.
• Teoría del conocimiento o Epistemología. Estudia los fundamen-
tos y el alcance del conocimiento humano, cómo se conoce, el pro-
blema de la verdad y los criterios para determinar cuándo un cono-
cimiento puede ser considerado pertinente, legítimo o verdadero.
• Lógica. Estudia las leyes, modos y formas del razonamiento y
según cuáles reglas llega la razón a la verdad. Es una disciplina
formal que no tiene un contenido concreto ya que trata de los
métodos y principios utilizados para distinguir el razonamiento
correcto del incorrecto. Actualmente se divide en lógica matemá-
tica y lógica filosófica.
• Axiología. Estudia la naturaleza de los valores, su fundamento, los
juicios de valor, los diferentes tipos de valor y sus características.
• Ética. Estudia los principios y fundamentos del comportamien-
to moral del ser humano. Es una disciplina práctica y normativa
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que orienta la conducta al ejercicio responsable de la libertad, al


reconocimiento y respeto de la dignidad de todos los seres huma-
nos y a la convivencia justa y pacífica en sociedad.
• Estética. Estudia la belleza y el arte, así como los valores estéticos
de las diversas expresiones artísticas.
Otras ramas de la Filosofía son aplicaciones de la reflexión filosófica
a determinadas disciplinas o dimensiones humanas: Filosofía de la his-
toria, Filosofía social, Filosofía política, Filosofía de la religión, Filosofía
del lenguaje y Filosofía de la ciencia, entre otras.
Todas las ramas de la Filosofía tienen en común la reflexión crítica y
racional conforme a ciertos presupuestos, metodologías y criterios par-
ticulares según su objeto de estudio. A lo largo de la historia se ha dado
preeminencia a unas u otras ramas de la Filosofía; actualmente, por
ejemplo, la Filosofía del lenguaje y la Ética han tenido un gran desarro-
llo, especialmente las éticas aplicadas.

Preguntas para reflexionar

¿Cuál sería una aplicación concreta en tu vida cotidiana de las


siguientes disciplinas filosóficas?
Axiología Epistemología Lógica Ética Estética

1.3 La Axiología y su relación con otras


disciplinas filosóficas

A unque la reflexión acerca de los valores ha sido constante en la


historia de la Filosofía, es relativamente reciente la disciplina que
estudia la naturaleza de los valores y los juicios de valoración.
La palabra axiología proviene del griego axios, ‘valioso’, y logos, ‘cien-
cia o tratado’, y quien la utilizó por primera vez fue Paul Lapie, en 1902.
En 1908 Eduard Von Hartman tomó el concepto para fundamentar sus
estudios y consolidar la Axiología como disciplina filosófica. La inves-
tigación de conjunto sobre la naturaleza del valor ensanchó el horizonte
de la Filosofía a una región antes no explorada de la realidad y permitió
incorporarla para dar una explicación más amplia de la totalidad de lo
existente.
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Los valores siempre han figurado en la vida personal y social del


ser humano. Puede afirmarse que el ser humano en su relación con el
mundo y con los demás siempre adopta una actitud de aceptación o re-
chazo que lo lleva a tener preferencias y realizar juicios de valor en los
que atribuye ciertas cualidades a las cosas y a las personas.
Estos juicios de valor no enuncian algo que se refiera a su existencia,
sino cualidades que se asignan cuando son captadas por una persona.
Los valores son la base de juicios valorativos en los que se establece si
una cosa, persona o acción posee o no un valor y el grado en el que lo
posee. Debido a que el mundo y todas las dimensiones humanas encie-
rran un significado para el ser humano, puede decirse que tienen una
relación con los valores. Estos, por tanto, pueden ser de muchos tipos,
según el ámbito de la realidad al que se refieran.
La Axiología ha planteado importantes conceptos para los princi-
pios de la Ética y de la Estética, disciplinas en las que la noción de valor
y los juicios de valoración poseen una importancia clave. Sin embargo,
hay otras disciplinas como la Antropología filosófica, la Filosofía políti-
ca y la Filosofía de la religión en las que también las aportaciones de la
Axiología tienen gran importancia en relación a los valores específicos
de cada ámbito.
1.3.1 Ética y Axiología
El sabio es un intelectual que demuestra,
el artista es un intelectual que obra y
el prudente es un voluntario
inteligente que obra bien.
Jacques Maritain

La Ética es la disciplina filosófica que estudia el comportamiento moral,


es decir, las acciones que, realizadas con conocimiento y libre voluntad,
pueden tener una valoración positiva o negativa de acuerdo con el pri-
mer principio de la moral: “Haz el bien y evita el mal”. Para determinar
el bien por realizar y el mal por evitar, se requiere un fundamento axio-
lógico, es decir, un conjunto de valores morales de los que se deducen
principios éticos que permiten establecer si una acción es buena o co-
rrecta o mala e incorrecta.
Todas las teorías éticas proponen principios para evaluar la conducta
moral y realizar juicios morales que versan sobre lo que los seres huma-
nos consideran valioso en el comportamiento humano. Se denominan
éticas materiales aquellas que se caracterizan por afirmar que existe un
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fin o bien supremo que se considera el mayor valor que puede alcanzar
el ser humano y que debe guiar su comportamiento moral.
A partir de este bien supremo se establecen criterios de moralidad
con un contenido concreto para evaluar las acciones, que son considera-
das buenas si orientan al ser humano a alcanzarlo. Para Aristóteles, por
ejemplo, el bien supremo al que todos aspiran es la felicidad, entendida
como plenitud humana; y la forma de alcanzarla, a través de la práctica
de las virtudes, por lo que una acción será buena, si es conforme a la
virtud. Kant rechazó las éticas materiales debido a que subordinan la
acción moral a un fin externo a la moral misma, por lo que son heteró-
nomas, es decir, la persona actúa correctamente para alcanzar dicho
fin. Su propuesta es una ética formal fundamentada exclusivamente en
la autonomía de la voluntad, es decir, en la decisión firme y constante
del ser humano de actuar conforme a los mandatos dictados por su
propia razón.
El imperativo categórico kantiano establece solamente la forma en
que se debe actuar: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto
en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un
fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Este mandato
no propone un contenido concreto, sino solamente cómo debe ser la
conducta humana para que sea correcta. Sin embargo, si se analiza este
imperativo categórico, puede inferirse que tiene como fundamentos: el
valor de la dignidad humana, por la que es inaceptable que la persona
sea utilizada como medio; y el valor de la autonomía, es decir, la capaci-
dad para determinar la propia conducta y hacerse responsable de ella.
Actualmente, las éticas formales han recibido un nuevo impulso con
la teoría de Kohlberg, que se ocupa del desarrollo de las estructuras
morales en el individuo. Aquí el nivel más alto es el posconvencional,
en el que se alcanza la autonomía moral. En esta etapa, las personas
se rigen por convicción propia en principios éticos universales que se
fundamentan en valores como la dignidad, la igualdad, la justicia y la
equidad.
Por otro lado, las éticas procedimentales, como la ética Discursiva
de Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel, también pueden considerarse
formales, ya que no proponen contenidos concretos, sino procedimien-
tos que permitan legitimar normas morales para la convivencia social
a través del diálogo. Sin embargo, para que este sea racional y con sen-
tido, debe cumplir ciertos requisitos que presuponen valores como el
reconocimiento de todos como interlocutores válidos, la igualdad de
oportunidades para expresar opiniones e intereses, el respeto a los de-

19
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rechos de los demás y la inclusión de todos los afectados por una nor-
ma en el diálogo.
En última instancia, toda teoría ética, al proponer principios a los
cuales debe adecuarse la conducta humana para recibir una evaluación
moral positiva, tiene un fundamento axiológico conformado por valo-
res morales de los que se deducen los principios éticos.
En el comportamiento moral, que es objeto de estudio de la Ética,
desde el proceso de deliberación en el que la persona considera las al-
ternativas antes de tomar una decisión y realiza juicios para comparar-
las, tiene en consideración los valores morales y la manera en que los
jerarquiza. La opción que elija reflejará lo que considera valioso.
Siempre que se trata de dilemas éticos, entran en juego los valores
morales. ¿Es correcto difamar a una persona para conseguir un puesto
de trabajo? ¿Es justo pagar el salario más bajo para aumentar las utilida-
des? La respuesta que se dé a estos interrogantes dependerá del juicio
valorativo que se haga de cada acción conforme a los valores morales.
Para que el ser humano viva los valores morales y los lleve a la prác-
tica en su vida requiere no solamente conocerlos, sino sobre todo que-
rerlos, ya que no es lo mismo saber lo que es bueno que desearlo y rea-
lizarlo en forma constante. Cuando ambas cosas coinciden es cuando
se alcanzan las virtudes, por eso se dice que en el ser humano virtuoso
es la voluntad la que es buena, ya que esta quiere el bien y lo realiza. Al
ser las virtudes hábitos buenos, permiten a quien las posee un modo de
ser de excelencia a través del pleno ejercicio de su autonomía.

1.3.2 Estética y Axiología


La palabra estética viene del griego aisthesis, que significa ‘lo que se conoce
a través de los sentidos’. A la luz de su origen etimológico y del uso que
se ha hecho históricamente del término, se destaca uno de los momentos
constitutivos de la experiencia humana de lo bello, a saber, el papel inelu-
dible, aunque no exclusivo, que juega en ella la intuición sensible.
La Estética es la disciplina filosófica que estudia la belleza, el arte y
los valores estéticos que se expresan en las diversas manifestaciones
del arte. Aunque varias ciencias se ocupen del estudio del arte y de las
expresiones artísticas, solamente la Estética analiza filosóficamente los
valores que en ellas están contenidos, pues abarca los principios esen-
ciales de la teoría sobre la belleza y sobre el arte. La belleza, como valor
central de la Estética, orienta la creación artística y es el criterio para
valorar las expresiones artísticas.
Los valores estéticos representan las diversas especies de belleza y
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las diferentes gradaciones y jerarquía en la realización de lo bello. (Da-


cal, 1990:153-205) Son el fundamento para poder emitir juicios de valo-
ración estética sobre las obras que se crean en las llamadas bellas artes:
arquitectura, escultura, pintura, música, literatura, teatro, danza y cine.
La creación artística significa la producción de algo no existente hasta
el momento de ser producido. Cuando el artista crea una obra de arte,
le da existencia y la incorpora a la cultura. Las obras de arte son, por
tanto, bienes culturales, creaciones concretas en las que se manifiesta un
contenido espiritual subjetivo que procede de la emotividad y creativi-
dad del artista, por tanto todas son portadoras de valores estéticos. Sin
embargo, aunque el arte y la belleza sean realidades que se explican por
la existencia de valores, no deben identificarse ni confundirse con ellos.
La Axiología presta apoyo y fundamentación a la Estética en varios
problemas relacionados con ella:
• La determinación de la esencia y el conocimiento de los valores
estéticos
• La clasificación de los valores estéticos
• El principio de valoración estética
• La realización y alternativas de los valores estéticos (Dacal, 1990:151)

1.3.3 Filosofía política y Axiología


La Filosofía política se relaciona con la Ciencia política, pero mientras
esta estudia cómo son las estructuras políticas y cómo han sido en el
pasado, la Filosofía política se ocupa del deber ser de la actividad polí-
tica, por lo que está muy vinculada con la Ética política.
La Filosofía política es el estudio racional y sistemático de los fenó-
menos políticos, el origen, la legitimidad y las formas de organización
del poder político, las instituciones sociales y la consideración de las
normas, principios y valores que las justifican.
La Axiología tiene una importancia fundamental para el análisis de
las bases individuales y colectivas sobre las que se edifican los distintos
proyectos políticos y para esclarecer cuál sería el más adecuado para al-
canzar las metas sociales que legitiman la existencia del poder político.
El interés por determinar la mejor forma de gobierno y las caracte-
rísticas del hombre más adecuado para ejercer el poder político se inició
con Platón y Aristóteles. Para este último, la política es la culminación
de la Ética, pues la finalidad es el bien humano en general, hacer el
bien al pueblo y a las ciudades. Debido a esto, Aristóteles considera
que no cualquiera puede ejercer tan elevada actividad: “En política no
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es posible practicar cosa alguna sin estar dotado de ciertas cualidades,


quiero decir, sin ser hombre de bien. Pero ser hombre de bien equivale a
tener virtudes y, por tanto, si en política se quiere hacer algo, es preciso
ser moralmente virtuoso. Esto hace que parezca el estudio de la moral
como una parte y aun como el principio de la política”. (Aristóteles,
Gran moral, libro I)
El modelo político vinculado con la moral continuó hasta la Edad
Media, por lo menos en teoría. No fue hasta el Renacimiento, con Ni-
colás Maquiavelo, cuando se desvinculó la política de la ética al hacer
de ella una actividad cuyo principal propósito era la conservación y
el aumento del poder. En su obra El Príncipe, Maquiavelo describió al
político virtuoso como aquel que era capaz de ejecutar todo lo necesario
para obtener y conservar el poder.
Lamentablemente, en la actualidad existe una idea muy devaluada
de la actividad política y un concepto del político mucho más semejante
al perfil que describió Maquiavelo que al de Aristóteles. Es necesario,
por tanto, una revaloración de esta actividad a través de la reflexión de
la Filosofía política, para así darle su verdadero sentido y orientarla al
fin que la legitima: la búsqueda y realización del bien común y de la
justicia social como su condición necesaria.
El ordenamiento de los vínculos de poder y autoridad entre los
miembros de una sociedad que constituye el núcleo de la política debe
ser siempre tendiente a la realización de los valores que hacen de ella
una actividad al servicio de la sociedad y de todos y cada uno de los
ciudadanos. La Filosofía política tiene, por tanto, una relación necesaria
con la Axiología en la determinación de los fines y valores que deben
guiar el ejercicio del poder y ser el objetivo de la actividad política, en-
tre ellos la justicia, el bien común, el Estado de derecho, la democracia,
el reconocimiento y respeto a los derechos humanos, la solidaridad y la
subsidiariedad hacia los menos favorecidos, entre otros.

1.3.4 Filosofía de la religión y Axiología


La Filosofía de la religión estudia crítica y racionalmente la religión y
los fenómenos religiosos en los que se manifiesta, así como su sentido y
alcance antropológico, su racionalidad, coherencia y valor.
Supone una separación entre Filosofía y religión y un conocimiento
de las diferentes concepciones de la realidad que tiene cada ámbito. Por
otra parte, es importante distinguir entre Filosofía de la religión y lo que
se denomina filosofía religiosa. La primera, por ser una disciplina filosó-
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La Filosofía y sus disciplinas

fica, no requiere la pertenencia a ninguna religión para estudiarse, aun-


que una apertura personal en este sentido puede ser de utilidad para
comprender la profundidad y alcance del fenómeno religioso. Por filo-
sofía religiosa, en cambio, se entiende el pensamiento que, inspirado en
una religión determinada, se propone para orientar la vida del creyen-
te. Así por ejemplo, puede hablarse de Filosofía cristiana o musulmana.
El fenómeno religioso ha sido una constante en la historia de la huma-
nidad, y así como no hay sociedad sin moral, entendida como un conjun-
to de normas, costumbres y formas de vida que se presentan como valio-
sas para orientar la vida individual y social, tampoco la hay sin religión.
La religión es, por tanto, una dimensión humana fundamental que
se relaciona con el sentido de la existencia y el fin último del ser huma-
no. Debido a esto es objeto de una reflexión filosófica que busca des-
cubrir sus rasgos específicos y su significado para el ser humano y la
sociedad.
En un sentido amplio y universal, la religión puede definirse como
la expresión del dinamismo espiritual del ser humano en su búsqueda
de la trascendencia mediante una relación con Dios o el Absoluto
Etimológicamente, la palabra religión viene del verbo latino religare,
que significa ‘volver a unir, enlazar, relacionar’, en este caso a los hom-
bres con Dios. Esto implica el reconocimiento de un Ser supremo, las
doctrinas o preceptos que de ello se derivan y la manifestaciones exter-
nas e internas de culto a dicho Ser en las diversas religiones.
La religión se manifiesta y expresa, en los diversos contextos históri-
co-culturales, en creencias, prácticas y valores múltiples que incluyen:
• Los valores relacionados con la dimensión cultural del fenómeno
religioso: rituales, tradiciones y devociones religiosas.
• Los valores relacionados con la dimensión moral de la religión, ya que
toda religión propone un camino de perfeccionamiento humano.
• Los valores religiosos propiamente dichos, como la fe, la oración,
la meditación, el culto a Dios, la compasión por el que sufre, la
búsqueda de la justicia y la paz, el perdón y el amor al prójimo.
En la experiencia religiosa se manifiestan la complejidad del ser hu-
mano y sus dimensiones más profundas. Debido a esto, la Filosofía de la
religión no puede prescindir de una estrecha relación con la Axiología.
La Filosofía de la religión es una disciplina moderna y muy activa
dentro del ámbito de la reflexión filosófica. Aunque coincide en ciertos
temas con la Teología natural o Teodicea, que se ocupa del conocimien-

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to racional acerca de Dios, su existencia y sus atributos, así como del


problema del mal, no debe identificarse con ella.
El campo de la Filosofía de la religión es mucho más amplio que el
de la Teodicea y cuenta con un método que incorpora datos y aspectos
antropológicos derivados de la fenomenología de la religión, de la Psi-
cología y de otras disciplinas que estudian el fenómeno religioso. En el
análisis filosófico de la religión se consideran aspectos de todas las reli-
giones y la comparación entre ellas en relación con temáticas comunes
como: la dimensión espiritual del ser humano, su camino de perfeccio-
namiento, el sentido de su existencia, su fin último trascendente y su
relación con Dios o con el Absoluto.
Entre las principales religiones del mundo están las abrahámicas:
cristianismo, judaísmo e islam, denominadas así por tener como padre
común de la fe a Abraham, y caracterizadas por la fe en un solo Dios
creador del universo y del ser humano. Doctrinas orientales como el
hinduismo, el budismo y el taoísmo pueden considerarse como reli-
giones no teístas, ya que no tienen un concepto de Dios, sin embargo, a
través de ciertas prácticas, proponen un camino para el desarrollo de la
espiritualidad humana.
La reflexión filosófica acerca de la religión incluye preguntas funda-
mentales sobre el puesto del ser humano en el cosmos y su relación con
la trascendencia, que implican una investigación acerca de los límites y
el alcance del conocimiento humano. Muchos filósofos de la religión, en
contraste con la herencia kantiana que duda de la capacidad de la razón
para conocer la realidad del mundo y de Dios, practican una confianza
epistemológica en la capacidad humana para conocer estas realidades.
Varios factores comprueban la importancia de la Filosofía de la reli-
gión dentro del ámbito de la reflexión filosófica:
• El porcentaje de la población mundial que profesa una religión es
aproximadamente el 80%.
• La religión incluye prácticas individuales y sociales, por lo que no
es una disciplina solamente teórica.
• La religión se relaciona con tradiciones vivas que forman parte de la
cultura de una sociedad y del patrimonio cultural de la humanidad.
• Toda religión posee una dimensión moral, por lo que se relaciona
con los valores morales de las personas y de las diversas sociedades.
• A lo largo de la historia, la mayoría de los filósofos ha tratado
temas relacionados con la religión.

24
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Los temas que estudia esta disciplina filosófica se han ampliado y


resultan de gran importancia en la actualidad. Aquí figuran la diversi-
dad de creencias religiosas, la relación entre religión y otros sistemas de
valores como la ciencia y la ética, la naturaleza y alcance del bien y del
mal, la concepción religiosa de la historia, la vida y la muerte.
En los inicios del presente siglo, la Filosofía de la religión ha adqui-
rido una nueva importancia en la búsqueda de valores y principios co-
munes entre las diversas religiones que permitan fortalecer y funda-
mentar el diálogo interreligioso.
1.3.5 Antropología filosófica y Axiología
La Antropología filosófica es la rama de la Filosofía que estudia al ser
humano y los atributos que lo caracterizan como tal. Puede decirse que
el conocimiento acerca de sí mismo ha sido tal vez el interés primario
y principal de la investigación filosófica, sin embargo quizá también el
más complejo, debido a que en él, el hombre es al mismo tiempo objeto
y sujeto de conocimiento.
Las interrogantes que se plantea esta disciplina se orientan a deter-
minar qué es el ser humano y cuáles son sus características fundamen-
tales, aquéllas que lo constituyen como una totalidad personal en la
que se manifiesta una unidad indisoluble de vida corporal y espiritual.
Las dimensiones específicas del ser humano como su condición tempo-
ral e histórica, su ser en el mundo, su relación con los otros y el sentido
de su vida también son objeto de estudio de la Antropología filosófica.
La relación entre Antropología filosófica y Axiología es clara desde el
momento en que se precisan las características del ser humano, su dig-
nidad y su condición de ser racional y libre, capaz de autodeterminación
y autonomía, atributos que lo hacen valioso en sí mismo y al mismo
tiempo capaz de descubrir valores y de proponérselos como objeto de
su voluntad en los diversos ámbitos en los que se desenvuelve su vida.
El ser humano tiende por naturaleza a crecer y desarrollarse; en el
ejercicio de su libertad es capaz de proponerse fines para su existencia
y determinar los medios para alcanzarlos, con lo que construye su vida
y configura su identidad. En el proyecto vital que cada persona elige,
opta por unos u otros valores para desarrollar su personalidad, para
relacionarse con los demás y para crear cultura.
Actualmente, la Ética discursiva ha definido al ser humano por su
capacidad comunicativa; se dice que el mundo de la vida está estructu-
rado lingüísticamente y que el diálogo es el procedimiento adecuado
para llegar a acuerdos. En el ámbito social, por tanto, la racionalidad
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comunicativa permite a los seres humanos escuchar a los otros y llegar


a un consenso sobre los valores más importantes para una convivencia
justa y pacífica.

Preguntas para reflexionar

¿Qué aporta la Axiología a las siguientes disciplinas?


Ética Estética Filosofía Política
Filosofía de la religión Antropología Filosófica

1.4 ¿Qué son los valores?

L a pregunta sobre los valores está íntimamente vinculada con otras


como quién es el ser humano, cómo se posiciona en el mundo, qué
decisiones toma, cómo capta lo que lo rodea y cómo se entiende a sí mis-
mo en lo personal, social, cultural y en lo biológico, en tanto que pertene-
ce a una misma especie. Antes de abordar el tema sobre los valores se ex-
ploran las nociones que se tienen sobre el ser que valora: el ser humano.
La Filosofía griega marcó un cambio significativo en la historia de la
humanidad cuando sus habitantes empezaron a elaborar nuevas pre-
guntas y a articular nuevas respuestas: ¿qué es el mundo?, ¿quién soy?,
¿qué es justo?, ¿qué es bueno?, ¿cómo se formó el cosmos y de dónde
surgió?, ¿qué hace que los objetos o cuerpos bellos sean bellos?, ¿cuál es
el sentido de la existencia? Estas son preguntas fundamentales que le
permiten al hombre dar sentido a la existencia y posicionarse de cierto
modo en el mundo. Los grandes filósofos, con la capacidad y la actitud
de explorar y buscar alternativas, no se conformaron con las preguntas
y las respuestas que ya existían, sino que con una mente y un corazón
abiertos buscaron nuevas preguntas y respuestas.
Aristóteles defendió que “El ignorante afirma, el sabio duda y re-
flexiona”. Kant consideró que “El sabio puede cambiar de opinión, el
necio nunca”. El hecho de que muchas de esas preguntas carezcan de
respuesta precisa ha favorecido las condiciones de posibilidad de todas
las culturas que han existido en el planeta. El modo en que los seres
humanos se han respondido es lo que le ha dado un cierto sentido y
dirección a toda agrupación humana, desde las tribus de cazadores re-
colectores hasta las grandes civilizaciones contemporáneas.
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La capacidad de darle un sentido peculiar a la existencia a partir


de las distintas formas de valorarla es lo que distingue al ser humano
de las hormigas o las abejas. La mente flexible y una capacidad imagi-
nativa que le permite una gran versatilidad para enfrentar de modo
creativo sus problemas y necesidades, ya sean sociales, económicos, re-
ligiosos, políticos, artísticos, científicos, distinguen al hombre del resto
de las especies, que responden al medio de un modo determinado por
su genética. Por esta razón Charles Darwin consideró que: “No es la
especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que
responde mejor al cambio”.
Esta capacidad de cambio permite reflexionar y modificar actitudes,
costumbres y pensamientos respecto de lo que ocurre con el clima y
el deterioro ambiental. También son esta flexibilidad y capacidad de
cambio y adaptación las que hacen vivir con aceptables niveles de bien-
estar en innumerables condiciones tanto naturales como culturales: en
la tundra como los esquimales, en el desierto como las tribus nómadas
o en inmensas urbes como París o la Ciudad de México. El ser humano
en su historia ha ocupado cada región del mundo y creado una inmen-
sa variedad de formas de vida, ha regulado su comercio, ha establecido
leyes, órdenes morales, creado arte y religiones.
A pesar de las diferencias culturales, es innegable lo mucho que el
hombre comparte: todos buscan ser reconocidos, amados, trascender;
aman la paz y temen la guerra, disfrutan con la compañía de otros…
dicho en forma poética: Si nos cortan, todos sangramos; y si lloramos, todas
nuestras lágrimas son saladas.
Es posible afirmar que todos los seres humanos son sociales por na-
turaleza, un zoon politikon, como afirmó Aristóteles. Puede cambiar y ha
cambiado el modo en que este ser socializa, pero no el hecho de que la
humanidad es sociable; los valores impregnan todas estas búsquedas y
posibilidades a la hora de tomar decisiones y hacer comunidad, cultura
y vida.
Si bien es claro que las respuestas cambian de una cultura a otra,
también es cierto que muchas interrogantes humanas fundamentales se
han mantenido estables; como el origen del cosmos, el funcionamiento
de la naturaleza, y búsquedas valorativas como qué es justo, verdadero,
bueno, bello, sagrado… El modo en que se responde a estos valores da
sentido y profundidad a la existencia, aunque el tipo de respuestas sea
muy diverso entre unos grupos humanos y otros.
De este modo, existen por una parte una abundante diversidad de
constituciones, normas morales, religiones, estructuras políticas y eco-

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Ética en la profesión y valores para la vida

nómicas, consideraciones sobre la belleza, estilos artísticos y, a la vez,


fuertes inquietudes comunes sobre ciertos temas compartidos en la his-
toria humana.
Si bien las diferencias que se manifiestan en las distintas culturas
atraen la mirada, también resultan evidentes las preocupaciones recu-
rrentes que en tanto especie se manifiestan como ejes de la convivencia.
Pese a ciertas nociones e ideologías racistas del pasado, hoy gracias
al desarrollo científico de la genética, la teoría evolutiva y la biología,
puede afirmarse sin la menor duda que todos los seres humanos per-
tenecen a la misma especie. Este hecho es de una gran relevancia, pues
implica que la humanidad comparte la misma estructura genética,
mental, cerebral, sensorial, fisiológica y cognitiva base. Todas las per-
sonas son capaces de hacer juicios con un cerebro dotado para razonar,
imaginar, proyectar, decidir, cuestionar… En resumen, pueden valorar
y vivir en libertad.
Muchos filósofos, investigadores y literatos, como Anaïs Nin, reco-
nocen que “No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos”,
frase del Talmud. En palabras de Kant: “No vemos lo en sí, sino lo para
mí”. Toda teoría o discurso es a lo mucho un mapa explicativo de la rea-
lidad pero no la Realidad en sí misma. El antropólogo Gregory Bateson
decía: “El mapa no es el territorio, y el nombre no es la cosa nombrada”.
Los discursos, teorías y juicios no agotan la totalidad y complejidad de
Lo real; son meros arañazos, simplificaciones y aproximaciones imper-
fectas pero perfectibles.
La humildad socrática hablaba desde el reconocimiento de lo vasta e
inabarcable que es la realidad y de la aceptación de las limitaciones cog-
nitivas del ser humano. La Realidad con mayúsculas se presenta inasible
en forma plena; por eso el teólogo Hans Küng sostenía que a los seres
humanos “lo real puede presentarse en modos sumamente diversos”.
Las apuestas monolíticas, totales e inamovibles de la realidad han deja-
do paso a otros discursos: “No se trata de una realidad unidimensional
y monolítica, sino de una realidad plurifacética”. (Küng, 45, 2007)
El jesuita José Ignacio López Soria en su discurso sobre Filosofía e in-
terculturalidad consideró deseable abandonar las posturas que defendían
unidades monolíticas valorativas y empezar a hablar de constelaciones
poliaxiológicas (López, 2002, 1). Este cambio permite no solamente tole-
rar la diversidad, sino empezar a ver la diversidad como riqueza huma-
na y posibilidad que amplifica la libertad humana. La diversidad desde
esta perspectiva no es un problema por resolver o eliminar, sino fuente
de riqueza para toda la humanidad.

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El error era que se conocía muy poco y se afirmaba tajantemente


mucho. Hoy la humanidad sigue sabiendo poco, accede a únicamente
el 4% del universo y menos de esta cifra en la profundidad de los océa-
nos. De nociones estáticas se ha pasado al reconocimiento del devenir
en todo el universo sensible, en las placas tectónicas, en las especies, así
como en las culturas. La antigua arrogancia humana ha tenido que ha-
cerse humilde. La actitud ha empezado a cambiar; hoy se afirma mucho
menos, aunque se conoce un poco más. Mientras más se sabe, más se
está consciente de lo mucho que se ignora.
La humildad que surge del reconocimiento de la falibilidad permite
a todo ser humano poner freno a las actitudes arrogantes de conoci-
miento absoluto y perfecto, que en general llevan tanto a las culturas
como a las personas a la imposibilidad de dialogar y a la incapacidad
de autocriticarse y corregirse.
El diálogo horizontal que se requiere para abordar los grandes pro-
blemas a los que se enfrenta actualmente la humanidad ha de afirmar-
se a partir del reconocimiento de que nadie, persona o cultura, lo sabe
todo, y a partir de ahí abandonar la ilusión de un supuesto pedestal
autocomplaciente y apostar por la complementariedad entre personas y
culturas. Es decir, al enriquecimiento y reconocimiento mutuo, entre
iguales, sin que medien relaciones jerárquicas o de poder.
Como dijo Einstein: “Todos somos ignorantes, pero no todos igno-
ramos las mismas cosas”. Es relevante abrazar y defender el valor de la
libertad, así como la consecuente diversidad que conlleva.
El único límite es que esta libertad no se transforme en un libertinaje
donde unos se sientan con derecho a pasar por encima de otros. El lí-
mite es precisamente la libertad y la dignidad del otro, que también es
dueño de sí y puede hacer sus propias apuestas. Finalmente, como pre-
guntaba Hans Küng: “¿Qué sería la moralidad sin responsabilidad? ¿Y
la responsabilidad sin libertad? ¿Y la libertad sin compromiso?”. (Küng,
2007, 187) A su vez, Kant resaltó la importancia de la autonomía, es de-
cir, ser capaz de “Pensar por uno mismo”. (Kant, 1994, 25)
Entonces, libertad y dignidad operan como rectores fundamentales
y valores que orientan en el vivir y en las prácticas cotidianas poniendo
límites o, como diría Adela Cortina, “mínimos morales” a respetar por
todos. En la misma línea de la complementariedad, Hans Küng alertó
sobre la importancia de que los diferentes discursos y saberes huma-
nos interactúen y se desarrollen en plenitud en sus respectivos ámbitos
de influencia. Desde esta perspectiva, las ciencias humanas, ciencias
naturales y ciencias del espíritu no son antagónicas o enemigas, sino

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complementarias y se ocupan de diferentes e importantes aspectos de


la vida humana.
No es recomendable absolutizar un determinado aspecto de la reali-
dad, pues así es como aparece la ceguera para los otros aspectos. En el
caso de los filósofos, teólogos y científicos del espíritu en general, igual
que para los matemáticos, físicos, neurofisiólogos y demás científicos
de la naturaleza, la ceguera para los fallos o insuficiencias de la propia
disciplina puede convertirse con facilidad en ceguera para la realidad.
Uno ya no ve las cosas como en realidad son, sino que solamente ve lo
que quiere o puede ver. (Küng, 2007,46)
El reconocimiento del valor de la libertad así como de la verdad per-
mite al ser humano afirmar tanto la libertad de expresión como de in-
vestigación, como está escrito en los evangelios: “La verdad nos hará
libres”. De modo que todas las miradas como todas las voces, como
postuló Habermas en la Ética discursiva, han de ser escuchadas y toma-
das en cuenta. Esta pluralidad le permite al hombre evitar los excesos,
es decir, caer en formas totalitarias de ismos, desde los racionalismos,
empirismos, cientificismos o cualquier otra forma de fundamentalis-
mo, sea ateo, religioso, político, estético o futbolístico.
De este modo, la humanidad puede dejar atrás tanto los extremos
como la lamentable paradoja en que se ha metido al explorar con gran
entusiasmo el mundo exterior (ciencias de la naturaleza), mientras que
negligentemente ha ignorado u olvidado el mundo interior, sobre el que
reflexionan las ciencias humanas y del espíritu. El mundo interior es
tan vasto y complejo como el universo mismo, inclusive más relevante
en tanto que el ser humano valora, vive, decide y convive en una cons-
tante interacción con otros.
Tal vez no sea por negligencia, sino debido a la dificultad extrema
de voltear la mirada hacia adentro y mirar críticamente lo que está ahí:
sueños, prejuicios, dudas, miedos, deseos, traumas… Tal vez se ha de-
jado lo más difícil para lo último. Afortunadamente, gracias al gran
avance tecnológico y científico, hoy el ser humano puede, gracias a las
resonancias magnéticas y tecnología actual, adentrarse en los misterios
de su propio cerebro y verlo en funcionamiento.
El ser humano tiene por lo menos tres aspectos fundamentales que
interactúan en la configuración de su capacidad valorativa: a) una es-
tructura fisiológica, genética y mental compartida, propia de toda la
especie; b) un entorno cultural con ciertos contenidos específicos: artís-
ticos, políticos, religiosos, económicos; y c) una genética única, así como
una única experiencia de vida.

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Los juicios valorativos son una mezcla de lo más compartido y co-


mún (la especie), pasando por lo compartido entre grupos (la sociedad),
a lo exclusivamente personal o individual. Estos tres niveles interac-
túan constantemente en toda actividad humana y por tanto en la elabo-
ración de todos los juicios valorativos. Como decía José Ortega y Gasset:
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”.
En el aspecto social e individual obra un bucle de retroalimentación
entre individuos y sociedades. Las sociedades moldean a los individuos,
entorno de crecimiento cultural en que se nace; pero también los indivi-
duos moldean a sus sociedades, negociación e interacción crítica con la
sociedad en que se nació; así como el desarrollo de una capacidad creati-
va e imaginativa que da ciertas respuestas y propuestas a los contenidos
previamente existentes. Dicho de otra manera, el individuo puede deci-
dir ser no un mero receptor pasivo (minoría de edad) sino activo y pro-
positivo (mayoría de edad); en términos de Kant: un agente autónomo.
Luego entonces, según la situación compleja y sistémica, es decir, la
interacción entre una amplia diversidad de variables, fuerzas, limitantes,
posibilidades y/o aspectos de la realidad que influyen en un objeto o fe-
nómeno dado, en que el ser humano nace, crece, se desarrolla e interac-
túa con su entorno natural y cultural, se hace posible darle explicación a
la experiencia valorativa humana. Es relevante reconocer tanto lo que el
ser humano comparte como aquello en lo que se distingue, para de este
modo dar cuenta tanto de las similitudes como de las diferencias en los
modos de valorar las cosas, acciones y personas que lo rodean.
Desde esta perspectiva, los valores serían las fuerzas internas, cul-
turales y fisiológicas que guían y orientan a los individuos a tomar de-
cisiones y elegir una forma concreta de estar en el mundo. Los valores
se distinguen de las características objetivas de la materia como masa,
peso, longitud, ya que aquellos no son cuantificables como el tamaño o
el peso de una persona o un objeto. Si bien una persona puede ser más
alta que otra, no es tan simple determinar si es más bella o más buena.
Los criterios puestos en juego en un juicio valorativo no son equi-
parables a los que utiliza la ciencia para medir peso o volumen. En
aspectos valorativos no existe una unidad de medida, regla o báscula
estándar para todos los seres humanos. En el caso del tamaño o cual-
quier otro aspecto objetivo del mundo sensible, un ser humano es más,
menos o igual de alto o pesado que otro; y todas las personas pueden
llegar a la misma conclusión independientemente del sistema de medi-
ción usado. Sin embargo, ante la belleza o la bondad, resulta evidente
que mientras cierto grupo considera a unas personas como más bellas o

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buenas, otro evalúa a otras como superiores en estos mismos aspectos.


Al preguntarle a cada grupo por qué valora a x o a y como más o menos
bella o buena, cada persona enarbolará un conjunto diverso de argu-
mentos, justificaciones, razones y criterios que no son equiparables.
En cien años de cine se ha podido comprobar que los criterios de be-
lleza tanto masculina como femenina han cambiado. Lo mismo ocurre
con respecto de la noción de bondad en las personas. Mientras que en el
pasado era muy marcado que la noción de una buena mujer implicaba
necesariamente que esta fuera madre y se dedicara al hogar, hoy las mu-
jeres no requieren ser madres para poder ser reconocidas como buenas
personas. Del mismo modo, actualmente un hombre que se encarga de
las labores domésticas y del cuidado de los niños es aceptado como un
buen hombre, mientras que antes se le hubiera criticado por hacer cosas
que no le correspondían. Los criterios de bondad masculina dependían
hasta hace poco casi exclusivamente de ser un proveedor abundante,
mientras que a la mujer se le exigía ser una eficiente ama de casa.
Hoy los criterios en este sentido han cambiado, sin poder afirmarse
de manera radical que aquellos sean falsos y estos verdaderos, pero sí
que son claramente diferentes. Los criterios, aunque encarnen y posi-
biliten una forma particular de estar en el mundo, no son homogéneos.
Corresponde a la persona y al uso responsable de su libertad determi-
nar cuál constelación de valores resulta más acorde con sus principios,
intereses, deseos y sueños, así como estructurar en forma coherente sus
propios proyectos de vida.
Hablar de constelación de valores y no de un valor en solitario signi-
fica que al decidir proyectos de vida no simplemente se tiene un criterio
de bondad, sino que este se conjuga con una diversidad compleja de
cuestiones por considerar, así como de otros valores culturales y perso-
nales. Aquí figuran aspectos como sueños de la infancia, experiencias
traumáticas o alegres, vínculos familiares, amistades, criterios sociales,
políticos, espirituales, económicos, artísticos… Todo está en juego a la
hora de tomar decisiones, es decir, a la hora de emitir juicios valorativos.
Los valores en este sentido son las fuerzas internas y criterios com-
plejos que constituyen una experiencia de vida auténticamente huma-
na, libre, comprometida y responsable. Cada persona maneja su propia
constelación valorativa, es decir, la propia forma de actualizar sus posi-
bilidades y elegir el modo de vida que quiere vivir y el tipo de persona
que quiere ser.
Los valores no serían aspectos objetivos de la realidad empírica sino
compromisos personales en que las personas negocian e interactúan

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con el mundo social y natural en que se desarrollan. Por diferencia de


los animales, los seres humanos van más allá de los aspectos objetivos
de la realidad. Como explicó Abraham Maslow, los diferentes aspectos
de la naturaleza humana sobrepasan la mera subsistencia hacia una
búsqueda de una forma particular de trascendencia y autorrealización.
Cada individuo actualiza y ejecuta esta trascendencia de modos diver-
sos: dedicándose al arte, al trabajo, dando a luz o cuidando a los hijos,
etc. Inclusive, cada etapa de la vida y circunstancia puede ofrecer diver-
sos y cambiantes modos de realización y trascendencia, como aprender
a andar en bicicleta, enamorarse, ser admitido en una escuela, terminar
una carrera, entre otras metas.
Existen distintos tipos de juicios valorativos; estos pueden ser subje-
tivos, psicológicos u objetivos. Por ejemplo cuando se dicen cosas como:
1) El placer es bueno.
2) Es bueno que vinieras.
3) Ella es buena para él.
4) Este es un buen cuchillo.
Los enunciados se refieren a aspectos valorativos no equiparables
entre sí. Unas afirmaciones suponen ciertas apuestas ontológicas (El
placer es bueno), mientras otras son circunstanciales (Es bueno que vinie-
ras), relacionales (Ella es buena para él) o utilitarias (Este es un buen cuchi-
llo). (Schroeder, M. 2012)
Una afirmación ontológica (El placer es bueno) implica una afirma-
ción respecto a la esencia o naturaleza del ente del que se habla, y esa
esencia o naturaleza no es —en principio— cambiante, sino inherente
y permanente en el ser que la posee. (Buenrostro, M. y otros, 13, 2013)
Los juicios circunstanciales (Es bueno que vinieras) en cambio depen-
den de las situaciones concretas en que se encuentran los objetos y las
personas que emiten el juicio. Las relacionales (Ella es buena para él) de-
penden de la interacción entre objetos o personas. Y las utilitarias (Este
es un buen cuchillo) cumplen con cierto propósito o finalidad. Se dice que
el cuchillo es bueno porque tiene buen filo y corta con facilidad, por lo
que cumple excelentemente con la finalidad de su función.
En otros casos, en cambio, surgen cuestiones no fáciles de respon-
der. ¿Cuál es la finalidad del ser humano o de una pareja? ¿Es acaso
reproducirse? En tanto que Frida Kahlo y Diego Rivera no tuvieron hi-
jos, ¿su relación no cumplió con ninguna finalidad y no tuvo ningún
sentido, valor o relevancia? ¿Hay acaso otras finalidades? ¿El sentido de
una vida humana o de una pareja puede ser diverso? ¿Puede asegurar-

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se que hay una finalidad específica y única del ser humano? Platón o
Vincent Van Gogh tampoco procrearon hijos. ¿Sus vidas carecieron de
finalidad o de sentido?
Si es fundamental el carácter libre del ser humano, habría que conce-
der que la finalidad humana no puede anclarse a ningún estilo de vida
específico o a un modo concreto de ser, sino que corresponde a cada
persona dar cierto sentido y finalidad a su propia vida como pintor,
filósofo, científico, empresario, ingeniero o lo que sea.
De esta manera, los juicios valorativos se usan de maneras suma-
mente diferentes y para cuestiones muy diversas. Los valores no son
entidades u objetos, ni tampoco son los objetos en sí mismos; son más
bien cualidades que el ser humano aprecia en los objetos, acciones o
personas. Frondizi explicó que los valores no existen de manera inde-
pendiente, sino como adjetivos de algo que sí existe en sí mismo. “Por
ser cualidades, los valores son entes parasitarios —que no pueden vivir
sin apoyarse en objetos reales— y de frágil existencia, al menos en tanto
adjetivos de los bienes”. (Frondizi, 2010, 17).
Frondizi también aclaró que no deben confundirse los valores con
los llamados objetos ideales o esencias. La cualidad de belleza presente en
los objetos bellos no es equiparable al ideal de belleza o esencia de lo
bello, al estilo de las ideas platónicas. Como se precisó antes, los valores
no existen por sí mismos, sino que son la cualidad o adjetivo parasitario
de algo que está en el mundo.

Preguntas para reflexionar

Reflexiona en grupo sobre el modo en que interactúan los as-


pectos más individuales (genética e historia de vida personal),
con los sociales y los más generales (pertenencia a la misma espe-
cie). Y discutan como esto permite comprender tanto la estabili-
dad como la movilidad de las sociedades.

1.5 Subjetividad, universalidad


y relatividad del valor

N o hay una sino múltiples aproximaciones al estudio del valor. Para


los estoicos el valor se refería a los objetos de las selecciones morales,
y consideraban los valores como aspectos subjetivos relacionados con
el bien; de modo que consideraron los bienes y sus relaciones jerárquicas
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como objetos de preferencia o elección. Lo valioso era lo digno de ser elegido,


lo preferible. (Abbagnano, 1994, 1173)
En cambio, para Hobbes los valores dependían de las circunstan-
cias. Una fogata es de gran valor para una persona que muere de frío
a la intemperie, pero carece de valor para alguien asoleándose en la
playa. Para este filósofo el concepto de valor era equiparable con el de
precio. Kant, como los estoicos, equiparó el bien con el valor: Cada uno
denomina bien a lo que aprecia o aprueba, o sea aquello en lo que existe un valor
objetivo. Kant dejó fuera lo placentero y bello, y solamente se quedó con
lo que supone objetivo y bueno para todo agente racional (Ibíd., 1,174).
Las diferentes definiciones de valor y sus fundamentos dependen en
gran medida de las apuestas y compromisos ontológicos, éticos o ideo-
lógicos que los diferentes pensadores y sus culturas han considerado
significativos. En la historia de la Filosofía occidental hay por lo menos
tres posturas de gran relevancia en este sentido:
1) Objetivista: reconoce, descubre y/o accede a los valores; o por el
contrario, desde una postura 2) Subjetivista: produce, crea, inven-
ta, y/o asume los valores; o desde una postura 3) Intersubjetiva:
acuerda, pacta, consensúa, propone los valores. El problema o
la polémica se encuentra en por lo menos tres ámbitos: 1) En el
modo de fundamentar los valores. 2) En los criterios utilizados
para postularlos, discriminarlos y/o jerarquizarlos. 3) En el méto-
do para acceder a ellos, ya sea que se acuerden, se descubran o se
construyan. (Buenrostro, M. y otros, 23, 2013)
1) Postura objetivista. Las corrientes de pensamiento que defienden
la universalidad de los valores como algo independiente al ser huma-
no y por tanto separado de la subjetividad, psique, deseos e intereses
humanos y/o cultura humana, afirman que los valores son los mismos
para todos. Aunque reconocen que los valores se han entendido en for-
mas diversas, por ejemplo, las innumerables nociones de belleza o de
bondad, defienden que la diversidad y pluralidad valorativa se debe a
cierta ceguera, incapacidad o a un modo incorrecto de razonar de algu-
nas culturas o personas.
A esta postura se le ha llamado de diferentes maneras según las
apuestas ontológicas o los criterios para acceder a los valores conside-
rados inmutables y eternos, sea universalista, realista, objetivista o ab-
solutista. En tanto que los valores son independientes del ser humano,
son reconocidos o descubiertos, pues preceden al ser humano; dicho de
otra forma, no dependen de él. El trabajo axiológico consiste en acceder

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a ellos, sea mediante la intuición, como afirmó Max Scheler, o mediante


la razón, como dijo Kant.
Los valores son esencias subsistentes fuera de este mundo. Estos sistemas
se denominan metafísicos, pues la realidad de los valores está más allá de
lo físico y del ser humano. “Los grandes sistemas que quisieron dar res-
puestas unitarias y universales, y que, particularmente, desembocaron en
la postulación de órdenes ideales, utópicos o sublimes en los que se cree
que pueda alcanzarse (ya en el presente o en el futuro) cualquier género
de valores puros o que conlleven alguna perfección”. (González, 1997, 50)
Platón afirmó que las personas acceden a los valores mediante el
uso correcto del intelecto, lo que les permitía aprehender los valores tal
como son, en vez de vivir engañadas por los sentidos o por la cultura,
que los presentaría erróneamente como cambiantes y diversos. Por su
parte, Scheler consideró que los valores eran percibidos no por la razón
sino por la intuición.
El gran problema de estas posturas es que cada autor o cultura asu-
me sus propias tablas de valores como absolutas, es decir, el absolutista
asume dos cosas simultáneamente: 1) Los valores son independientes
del ser humano y la cultura. 2) Es precisamente la cultura y la persona
propias las que defienden los valores correctos y absolutos. Dicho de
otro modo, cada cultura como autor asume en forma ingenua que es
precisamente su modo de valorar el universal, eterno e inmutable, aun-
que, como en el caso de Scheler, esto en realidad cambie con el tiempo.
Otro problema de esta postura es que lleva a la axiología, a las per-
sonas y a las culturas, a un diálogo de sordos o a un monólogo a mu-
chas voces sin posibilidad de solución o acuerdos, pues nadie pretende
abandonar o cuestionar el supuesto de corrección que asume. Como
indicó Frondizi, el caso de Scheler era sumamente emblemático:
“¿Nos queda tan solo el otro camino, el de la intuición infalible, que,
con soberbia poco filosófica, declara ciego para las esencias a quien no
coincida con sus teorías? ¿Qué hacer si las intuiciones infalibles de dos
de los elegidos no coinciden? ¿Y qué pensar de la infalibilidad de la in-
tuición cuando es la misma persona —como sucede en el propio caso
de Scheler— quien tiene a lo largo de su vida intuiciones infalibles con-
tradictorias?”. (Frondizi, 2010, 39)
Por otra parte, ni con la postura de Platón o de Scheler, es decir, co-
nocer o acceder a los valores mediante el uso de la razón o la intuición,
se resuelve el problema de cómo justificar o garantizar la existencia o
no de una intuición infalible o un razonamiento certero. Así, cada autor
o postura absolutista termina mirándose el ombligo y afirmando más

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allá de toda duda lo que sostiene; sea mediante el principio de autoridad


(esto es verdad porque lo dijo tal experto reconocido por una cultura y
comunidad epistémica, similar a la escolástica, cuando toda disputa se
resolvía citando a Aristóteles: magister dixit) o por convención cultural
(la mayoría de la gente lo cree, por tanto es verdad).
2) Postura subjetivista. Jérome Bindé, director de estudios prospec-
tivos, Filosofía y ciencias humanas en la Unesco, explicó esta polémica
del modo siguiente.
Todavía para Voltaire, en el siglo de la Ilustración, no cabía ningu-
na duda: “Solamente existe una moral, igual que solamente existe una
geometría”. Pero esta certidumbre universalista se ha ido desmoronan-
do desde hace tiempo ante la denuncia de un origen totalmente hu-
mano de la moral. La sospecha de una relatividad histórica y cultural
de los valores, tal como las diversas iniciativas de desmitificación que
trataron de reducirlos a paquetes ideológicos disimulando mecanismos
de poder, ha arrastrado la fe filosófica, religiosa o artística a un absoluto
de lo verdadero, del bien, de lo bello. Esta gran crisis de los valores, que
ha trastornado profundamente los dos últimos siglos, desemboca en
múltiples incertidumbres. (Bindé, 2005, 16)
La afirmación de Voltaire es paradójica; si la moral es igual a la geo-
metría y en el siglo XX la física empleó las llamadas geometrías no eucli-
dianas, entonces podría afirmarse justo lo contrario de lo que asumía
Voltaire. Esto es problemático, pues algunas personas han interpreta-
do esta situación como una carta abierta al libertinaje, por lo que es
fundamental cuestionar si la diversidad o pluralidad de valores impli-
ca necesariamente un todo se vale en la moral. Muchos autores en ética
como Kant o Adela Cortina sostuvieron que hay ciertos mínimos que
forzosamente tienen que ser respetados, como la libertad y la dignidad
humana. Todos debían respetar por igual este límite universal.
¿Tienen las cosas valor porque se desean o se desean porque tienen
valor? ¿Es el deseo, el agrado o el interés lo que confiere valor a una cosa
o, por el contrario, tales preferencias surgen debido a que dichos objetos
poseen un valor que es previo y ajeno a las reacciones psicológicas y
orgánicas? O si se prefieren términos más técnicos y tradicionales: ¿son
los valores objetivos o subjetivos? (Frondizi, 2010, 26)
Los diferentes estudios contemporáneos en Filosofía, Sociología,
Historia y Antropología pusieron en duda la idea de valores absolutos
y elaboraron potentes críticas en contra de las axiologías objetivistas. La
diversidad de códigos morales asumidos en cada cultura llevó a poner
en duda las nociones de atemporalidad y universalidad de los valores.
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La corriente subjetivista, también llamada historicista o relativista,


afirma que los valores se crean o producen ya sea cultural o subjetiva-
mente, es decir, que no están, sino que se inventan o se acuerdan. Los
valores no tendrían una existencia independiente de las personas, sino
que serían fruto de las mismas. Autores como Polin defendieron que:
los valores no son objetos reales exteriores al aquí y como en espera de ser
conocidos. (Copleston, 1980, 286)
Tampoco existe un acuerdo general entre las posturas subjetivistas,
pero en general coinciden en que es el interés o la deseabilidad, por
tanto, la voluntad, la fuerza creadora de lo considerado valioso, ya sea
que se haga en forma individual o colectiva. Desde esta perspectiva,
los valores serían creaciones humanas históricas ancladas en determi-
nadas circunstancias, sean culturales o naturales: valorar ciertas cosas
por convención (acoplamiento a la mayoría) o valorar acorde con las
presiones del entorno (el agua cuando se vive en una zona desértica).
El filósofo e historiador Wilhelm Dilthey postuló una noción de va-
lor colectiva: “La historia misma es la fuerza productiva que engendra
las determinaciones de valor, los ideales, los fines con los que se mide el
significado de hombres y de acontecimientos”. (Abbagnano, 1986, 1,176)
Los pragmatistas estadounidenses apostaron en cambio por el in-
dividuo en la elaboración de valores. “Lo que es objeto de interés ad-
quiere eo ipso valor. Un objeto de cualquier clase que sea, adquiere valor
cuando se le presenta un interés, de cualquier clase que sea. (…) x es
valioso = se ha tomado interés en x”. (Frondizi, 2010, 65)
El subjetivismo también presenta ciertos problemas, pues no se
explica qué es lo que hace que ciertas constelaciones axiológicas sean
más dominantes que otras o cómo es que los sistemas de valores van
cambiando. Y sobre todo, no se explica por qué existen significativas
coincidencias a lo largo de las diferentes culturas y de la historia. Por
otra parte, hay aspectos valorativos objetivos que no dependen de la
opinión de la cultura o de las personas. Por ejemplo, el efecto benéfico
para la salud de la vitamina C.
Como indicó Frondizi, tal vez la postura más sensata se encuentre
en un equilibrado punto medio. La tarea de los axiólogos subjetivis-
tas y objetivistas no fue vana. El subjetivismo mostró la imposibilidad
de separar el valor de nuestras reacciones psicológicas, necesidades y
apetencias. El objetivismo, a su vez, corrigió las exageraciones del sub-
jetivismo y señaló la necesidad de prestar especial atención a las cuali-
dades objetivas. (Frondizi, 2010, 190)

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3) Postura intersubjetiva. Esta postura intermedia apuesta por un


equilibrio entre las dos anteriores. En ella se busca recuperar lo mejor
justificado y argumentado, al mismo tiempo que rechazar lo más ende-
ble o indeseable de las posturas objetivistas y relativistas, para evitar
el enconamiento de posturas radicales y poder llegar a un acuerdo. Se
buscaría llegar a una síntesis que integre aspectos de la tesis objetivista
sin por ello caer en la antítesis subjetivista.
Esta tercera postura podría del mismo modo reconocer la existen-
cia de aspectos subjetivos y psicológicos como placer, deseo, interés y
aspectos históricos presentes en las costumbres y tradiciones de las di-
ferentes culturas, sin por ello negar los aspectos compartidos que en
tanto pertenecientes a la misma especie y habitantes del mismo planeta
se comparten. Tal vez sea más correcto hablar de aspectos humanos
compartidos que de universales, pues el universo queda demasiado
grande para los reclamos y pretensiones valorativas.
Por otra parte, son un hecho las necesidades y ancestros comunes
del hombre, en una genética y fisiología compartidas. Finalmente, to-
dos los seres humanos habitan el mismo planeta y mueren por igual.
Esto daría las bases suficientes para justificar la posibilidad de llegar a
acuerdos como seres humanos, por ejemplo, en el reconocimiento de la
dignidad humana y la libertad.
Dado que el ser humano negocia constantemente con quienes lo ro-
dean y con la realidad, los juicios valorativos se ajustan y afinan en la
interacción con los otros. No valora el individuo atrapado en una bur-
buja y aislado de todo contacto externo, sino viceversa; se valora en la
continua negociación con los otros. Por tanto, los valores surgen en for-
ma intersubjetiva entre el yo, los otros y el mundo natural. El individuo
mediante el diálogo y la convivencia aprende y reproduce los valores
socioculturales, pero interactúa de forma activa con los contenidos va-
lorativos puestos en juego frente a él.
La conciencia humana y capacidad valorativa son entonces un sis-
tema abierto y adaptativo que aprende y se enriquece incorporando
y modificando diferentes estilos valorativos puestos en juego en cada
experiencia social: en la escuela, en la familia, en el trabajo…, con pro-
fesores, compañeros, padres, amigos, familiares, películas, libros, pro-
gramas televisivos. Todo producto cultural e interacción social es la
posibilidad de un diálogo y de una experiencia reflexiva, imaginativa
y creadora que permiten al individuo enriquecer, mejorar, corregir y
ampliar sus perspectivas, tanto de sí mismo como del mundo que lo
rodea. El ser que valora, se crea y recrea en tanto que individuo social

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que valora y se propone fines en la continua relación con todo eso que
no es él mismo, pero que tampoco es algo escindido de sí.
El individuo no está dividido o escindido, sino que es parte del mun-
do y con el mundo, tanto el mundo natural como el social; y sus modos
de valorar, vivir y pensar expresan esta conexión de manera profunda
e integral. No es solamente en el pensar, sino también en el valorar en
que el individuo adquiere su mayoría de edad y autonomía. En el va-
lorar el individuo se reafirma y le dice al mundo: Este soy yo, estos mis
valores y mis compromisos, así es como yo me presento al mundo y ejerzo mi
conciencia y mi libertad.
“No hay hombre sin mundo. El valor mismo es una expresión de la
relación originaria hombre-mundo. No cabe pensar en realidades sepa-
radas. El valor es un hecho de relación; expresa, en efecto, una manera
en que el hombre es afectado por la realidad (la interna o la externa, la
humana o la no-humana), y al mismo tiempo, la manera en que las rea-
lidades son, a su vez, afectadas —‘valoradas’— por el hombre. El valor
surge de la capacidad humana de ‘interpretar’ el mundo y también de
producir efectos en él, de transformarlo en función de un proyecto, de
un modelo anticipado que se juzga ‘valioso’. Y desde esta perspectiva,
resulta una falsa disyuntiva la ‘subjetividad’ u ‘objetividad’ del valor. Es
necesario superar la eterna oscilación, si no es que la eterna alternativa
entre ‘el sujeto’ y ‘el objeto’. ¿De qué ‘lado’ encontramos los valores? Del
lado del sujeto y del lado del objeto: en ambos, o más bien, en el ‘punto’
de encuentro entre ambos”. (González, 52-53, 1997)
Si bien la axiología presenta diferentes posturas respecto de los valo-
res, es innegable que todos los seres humanos valoran; ergo, que todos
son igualmente capaces de sufrir, amar, gozar, llorar, reír, odiar, san-
grar… y por eso mismo, todos tendrían que ser capaces de respetar y
reconocerse en el otro.

Preguntas para reflexionar

Dialoga sobre los pros y contras de las tres posturas axiológicas


propuestas:
1) Objetivista 2) Subjetivista e 3) Intersubjetiva.
Analiza sus argumentos y discute sus ventajas y desventajas en
una sociedad plural y democrática.

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1.6 Naturaleza, materia, polos, tablas y jerarquía del valor

L a clasificación de valores permite distinguir los diferentes ámbitos


de lo humano en que las cosas, acciones o personas del mundo afec-
tan al hombre, es decir, no permiten la indiferencia. Si bien hay diferen-
tes formas de jerarquizar, cada una resalta cierto aspecto del modo en
que el ser humano le da sentido y hace significativa su forma de perci-
bir y responder ante aquello que vive, percibe y siente.
a) Inferiores. Se refieren a los aspectos materiales como dinero, casas,
coches, tierras y demás bienes materiales; así como a cuestiones
afectivas, románticas, pasionales y propias del deseo, la sensuali-
dad y toda forma de placer sensorial.
b) Intermedios. Son cuestiones intelectuales relacionadas con el co-
nocimiento y la búsqueda de la verdad; así como aspectos estéti-
cos como la belleza, la armonía y las obras de arte.
c) Superiores. Estos se refieren a la búsqueda espiritual y al deseo de
trascendencia, así como al comportamiento moral y la reflexión e
indagación ética.
Marín Ibáñez, en cambio, clasificó los valores a partir de seis puntos:
1) Valores técnicos, económicos y utilitarios. Se refiere a terrenos
como el dinero, los bienes materiales, la posición laboral o social,
el grado académico y todo lo relacionado con la productividad
laboral, la eficacia, lo útil y lo pragmático.
2) Valores vitales. Se dirigen a las necesidades corporales y a la sa-
lud en general; su ámbito es el de la alimentación, el deporte, la
higiene, etc.
3) Valores estéticos. Lo relacionado con la producción artística o
apreciación estética en aspectos como lo literario, musical, escul-
tórico, pictórico, cine, teatro, etc.
4) Valores intelectuales. Se refieren a la búsqueda y elaboración de
conocimiento e investigación; dirigidos ya sea hacia lo humano o
humanísticos: historia, sociología, antropología, psicología, etc., o
a la indagación del mundo material a partir de estudios científi-
cos: química, biología, física, etc.
5) Valores morales. Se refiere a los lineamientos que ayudan a orien-
tar el comportamiento del ser humano con los otros humanos y
con su entorno, es decir, todo lo relacionado con la moral y/o la
ética. 41
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6) Valores trascendentales. Se refieren a las cosmovisiones, Filosofía,


espiritualidad, religión e ideas metafísicas que trasciendan lo in-
manente o sensorial; aquello en lo que se cree pero que no se pue-
de ni percibir ni demostrar; es decir, eso para lo que es necesario
un salto de fe. (Buenrostro, 40, 2013)
Otras formas más básicas para clasificar valores son las polares o
jerárquicas:
a) Polaridad. Esta estrategia es de tipo binario: blanco o negro; 0 o 1;
todo o nada… Otros ejemplos: correcto o incorrecto; positivo o negati-
vo; valiente o cobarde; bueno o malo; justo o injusto.
b) Jerarquía. Por diferencia de la polaridad, toma en cuenta que entre
el blanco y el negro puede darse una extensa o gradual gama de
grises. Aquí no todo se valora simplemente como bueno o malo
de manera dicotómica, sino que se consideran diferentes grados
de bondad, belleza, valentía… Si bien ayudar a una persona a
cruzar la calle puede ser considerado bueno, donar un riñón para
salvar la vida de alguien es una acción muy superior en bondad y
altruismo. Lo mismo respecto de mentir para ayudar a alguien o
mentir para robar. En ambos actos se miente, pero la carga moral
de bondad o maldad no puede ser considerada equivalente.

Preguntas para reflexionar

A. Escucha la plática de Ted Talks: “Cómo tomar decisiones difíciles”,


en (http://www.ted.com/talks/ruth_chang_how_to_make_hard_choices), y
dialoga con tus compañeros sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué ante decisiones difíciles se ponen en juego los valores?
2. ¿Por qué no siempre una opción es absolutamente mejor que otra?
3. ¿Por qué los valores no se dan como unidades aisladas e indepen-
dientes, sino más bien como sistemas complejos o constelaciones de va-
lores que configuran la forma de ser y de vivir?

B. Redacta algunas conclusiones que obtuviste después del diá-


logo grupal:

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La Filosofía y sus disciplinas

Fuentes documentales
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Capítulo 2 Valores religiosos y estéticos

2.1 El sentido de la existencia y lo sagrado

L os seres humanos necesitan saber que todo lo que hacen tiene un


propósito. Cada decisión y cada acción que se realiza consciente-
mente tiene una finalidad; se estudia para obtener un título, se trabaja
para ganar dinero, se hace ejercicio para tener buena condición física.
Puede considerarse que algunas actividades son realizadas sin tener
una finalidad ulterior debido a que en sí mismas tienen un valor. Tal
puede ser el caso del juego, la contemplación de una obra de arte, la
lectura de un libro o ayudar a quien lo necesita, sin embargo en el mun-
do de la vida también estas acciones tienen una finalidad ya que son
expresión de los valores conforme a los que se orienta la propia vida.
Algunas veces se tiene muy claro lo que se quiere lograr en la vida y
se ponen los medios necesarios para alcanzar esos objetivos, asumien-
do la responsabilidad de las decisiones y de las acciones. En otras oca-
siones se tiene poca conciencia de lo que se quiere y se toma el camino
fácil de hacer lo que otros hacen.
Según Heidegger, “Disfrutamos y gozamos como se goza; leemos,
vemos y juzgamos de literatura y arte como se ve y juzga; inclusive nos
apartamos del ‘montón’ como se apartan de él…”. (Heidegger, 2005, 143)
Quien se refugia en la forma impersonal del se, “no es él mismo; los
otros le han arrebatado el ser”. (Heidegger, 2005)
Los hombres y mujeres del se llevan una vida anónima, marcada por
su miedo a elegir y a asumir la responsabilidad que la libertad conlle-
va, pero el ser humano no puede eludir su condición de ser libre; en el
trayecto de su vida se ve a cada momento frente a la necesidad de elegir
una u otra alternativa, uno u otro proyecto de vida, y si no elige o deja
que otros elijan por él también ha tomado una decisión. Nada está he-
cho en la existencia humana, porque el hombre no es un ser acabado;
tiene que hacerse y construirse un destino, que lo hace responsable de
su propia vida y de encontrarle un sentido. Llevar a cabo los propios
proyectos no es tarea fácil; implica esfuerzo, dificultades y en ocasiones
sacrificar unas cosas por otras para lograr ser o hacer lo que cada uno
se propone. Por otro lado, al realizar su existencia, el ser humano se
enfrenta siempre al límite de la temporalidad. En algún momento toma
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conciencia de la finitud de su vida y siente que no hay tiempo suficiente


para realizar todos los sueños y proyectos que ha planeado. Es entonces
cuando se pregunta por el sentido de su existencia; no el propósito con-
creto de sus acciones o decisiones sino el sentido que englobe toda su
vida y que dé significado a sus afanes, luchas, alegrías y tristezas, aquel
por el que pueda decir que lo que ha hecho y lo que hace tiene un para
qué y un porqué por el que pueda decirse que vale la pena vivir.
Los hombres y las mujeres de todos los tiempos siempre se han en-
frentado a la pregunta inquietante por el sentido de su existencia y a lo
largo de la historia han dado las más variadas respuestas. La vida es en
sí misma un don, un regalo maravilloso que no se pide, sino que reci-
be cada ser humano para hacer con él lo que decida. Las posibilidades
son infinitas y el tendrá la tarea de elegir entre ellas para construir su
propia vida y darle un sentido. Se encontrará muchas veces en situacio-
nes adversas o difíciles que no puede cambiar, aunque siempre podrá
decidir la actitud que tome frente a ellas para transformarlas en opor-
tunidades de desarrollo personal.
Víktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido describe su
propia experiencia en un campo de concentración en el que vio entrar
a personas maldiciendo su destino y a sus agresores mientras que otras
entraban con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en
los labios. (Frankl, 2004,153) La situación era la misma para unos y otros
pero los primeros tuvieron menos capacidad para sobrellevar las pe-
nurias que habían de enfrentar y finalmente menos oportunidades de
sobrevivir.
También existe gente que aun en las situaciones más difíciles ha sa-
bido darle un sentido a su vida. Tal es el caso de personas que sufren
grandes limitaciones físicas, que no se han detenido ante ellas y se han
convertido en ejemplos de fortaleza y de actitud positiva. Es un hecho
que en todo ser humano existe la voluntad de buscar y encontrar el
sentido de su vida y esto no es algo trivial ya que este será el faro que le
permita iluminar su caminar y hacer un camino propio que solamente
él podrá recorrer. Cada existencia es única y en ella cada ser humano
tiene una misión irremplazable que nada más a él corresponde realizar.
Es por eso que cada ser humano tiene que encontrar el sentido de su
propia vida, desde sus circunstancias concretas.
En su obra La voluntad de sentido, Víktor Frankl afirma: “Ser hombre
significa trascenderse a sí mismo. La esencia de la existencia humana
yace en su autotrascendencia. Ser hombre significa desde siempre estar
preparado y ordenado hacia algo o alguien, entregarse a una obra a la

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que el hombre se dedica, a un ser que ama o a Dios, a quien sirve”. La


autotrascendencia del ser humano, es decir, su capacidad de salir de sí
mismo y dirigirse hacia algo o alguien distinto de su propio yo, signifi-
ca que no podrá encontrar el sentido de su vida en él mismo sino ha de
orientarse hacia algo distinto de él mismo, ha de entregarse a una cau-
sa, a una obra para el bien de los demás, por la realización de un valor
o a través del amor como donación de sí mismo. ”Cuanto más se olvida
uno de sí mismo —al entregarse a una causa o a una persona ama-
da— más humano se vuelve y más perfecciona sus capacidades. (…)
La verdadera autorrealización es el efecto profundo del cumplimiento
acabado del sentido de la vida”. (Frankl, 2004,133)
Por otro lado, en el conjunto de la autorrealización personal se ex-
perimenta una aspiración al absoluto en las diversas dimensiones de la
existencia: en la búsqueda de la verdad en el conocimiento, en la exi-
gencia del bien que se presenta como el deber ser de la conducta, en el
ser personal del otro que se manifiesta como alguien a quien se le debe
un reconocimiento y respeto incondicionales y en el anhelo de una feli-
cidad plena. Sin embargo, son tan distintas las formas en que cada per-
sona experimenta su autorrealización y le da sentido a su vida, como
diversa es la individualidad de cada ser humano. Algunas personas
consideran que no hay para la existencia humana un fin trascendente
ni un sentido último, por lo que buscan el sentido de la vida solamente
en el aquí y ahora. Otras personas piensan que la aspiración hacia la
plenitud absoluta que existe en todo ser humano va más allá de todo
lo que puede lograr en el lapso de su existencia, y al ser conscientes
de su limitación y al mismo tiempo de su anhelo de plenitud, siguen
buscando hasta ensanchar su horizonte y entender nuevos contenidos
y relaciones lógicas que les permiten descubrir al Absoluto como el
fundamento del sentido último y supremo de la existencia humana.
(Coreth: 2007, 249-251)
Cuando el ser humano experimenta su finitud se da cuenta de que
su vida no depende de sí mismo, sino que tiene su fundamento en otro,
en un poder superior del que depende. María Zambrano afirma que
en la conciencia de finitud y el asombro de ser y poder dejar de ser, se
devela el espacio de lo sagrado. La idea de lo sagrado no es inventada
ni es producto de una deliberación racional: emerge en y desde el ser
finito, frágil, carente e incompleto. (Zambrano: 1993,30)
La divinidad se manifiesta cuando se ha preparado el espacio de
lo sagrado. El ser humano y solamente él necesita lo divino porque es
consciente de la insuficiencia y finitud de su ser. La divinidad se mani-

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fiesta en el espacio de lo sagrado como un poder misterioso que posee


valores trascendentes y que es capaz de satisfacer las más profundas
aspiraciones y esperanzas humanas. La experiencia de lo sagrado se
relaciona estrechamente con la experiencia religiosa, a través de la que
el ser humano reconoce la presencia de la divinidad y la percibe como
el origen, fundamento y fin último de su existencia, como aquella Rea-
lidad capaz de dar un sentido último y totalizador a su vida.
La apertura a lo sagrado es una actitud personal frente a la vida, una
opción libre del ser humano que busca el fundamento explicativo abso-
luto de la realidad humana y del mundo. Quien descubre en lo sagrado
la Realidad trascendente que se llama Dios, se da cuenta de que Él es,
no solamente la respuesta al sentido último de su vida, sino también
la Realidad que la ilumina en su totalidad. Para el creyente, los acon-
tecimientos, proyectos y tareas de cualquier tipo adquieren un nuevo
sentido y una nueva dimensión, en la que trascendencia e inmanencia
de la vida se entrelazan y dan una plenitud de significado a la totalidad
de la existencia humana.
En la modernidad, algunos filósofos han negado a Dios y al supri-
mirlo del horizonte humano han cerrado la puerta a la Trascendencia y
al sentido último de la vida humana. Sartre, existencialista ateo, consi-
dera que la frase de Dostoyevski: Si Dios no existiera, todo estaría permitido
es el punto de partida del existencialismo. “En efecto, todo está permi-
tido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado,
porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrar-
se”. (Sartre, 1946)
En sus obras más radicales, La náusea y El ser y la nada, afirma que
el mundo no ha sido creado por ningún ser trascendente; existe pero
podría perfectamente dejar de existir. Lo mismo sucede con el hombre:
“estamos arrojados a la existencia”. Su presencia en el mundo no res-
ponde a intención alguna; carece de sentido, por lo que la vida es absur-
da. De ahí que la experiencia más importante sea la comprensión, no
solamente intelectual sino también vital, del absurdo de la existencia a
la que Sartre llama “la náusea”, comprensión que engendra la angustia
de saber que nada tiene sentido ni razón de ser y al mismo tiempo en-
frentarse a la permanente responsabilidad de elegir, ya que el hombre
está condenado a ser libre, tiene que elegir constantemente y crear sus
propios valores y al hacerlo irá haciendo su propia existencia.
Cuando hay desesperanza y angustia, el ser humano se pregunta:
“¿Qué podemos esperar? ¿Por qué esperar?”. Su tiempo tiene la necesi-
dad de la esperanza como la luz capaz de iluminar el presente y abrir

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al hombre al futuro. La esperanza se presenta como una reacción frente


a la desesperación.
De acuerdo con Gabriel Marcel, filósofo existencialista cristiano,
los cuatro caminos que llevan al individuo a la realidad y al ser son el
amor, la fidelidad, la esperanza y la disponibilidad, que encuentran su
grado máximo de realización en la relación con Dios. Piensa el hombre:
“El amor y la amistad me revelan al ser del otro, y hacen de él una pre-
sencia para mí, al tiempo que soy presencia ante él, un yo frente a un tú,
y es en esta relación vivencial donde se revela el fundamento originario
del ser”. La esperanza le hace ver que las cosas carecen de solidez si no
son referidas a un orden trascendente en el que la persona encuentra su
sentido último. Marcel considera que no es la muerte sino la vida la que
tiene la última palabra.
Otro filósofo contemporáneo que habla de la angustia como condi-
ción existencial es Martín Heidegger, quien afirma que el constitutivo
esencial del hombre además de ser su posibilidad más radical en todo
momento, es ser para la muerte por lo que tiene que hacerse cargo de ella
pues no puede evadirla. La comprensión de esta situación existencial
produce en el hombre la angustia en la que se siente ante la presencia
de la nada, de la imposibilidad posible de su existencia.
El sentido positivo que Heidegger da al ser-para-la-muerte y a la an-
gustia que esta provoca es que abre al hombre a sí mismo en su poder-
ser más propio, es decir, a la autenticidad, al poder asumir libremente su
propia muerte y estar abierto a otras posibilidades entre las que deberá
elegir para ser él mismo mientras exista.
Por otro lado, Edith Stein, filósofa alemana de origen judío, que se
convirtió al catolicismo y fue discípula de Husserl y condiscípula de
Heidegger, cuestiona a este último acerca de su concepto de ser-para-
la-muerte como el distintivo más propio del hombre, su sentido último:
“¿cómo puede ser referencia de sentido algo que no tiene otra significa-
ción que ser el fin del hombre? Solamente una respuesta negativa res-
pecto al darse del sentido puede mantenerse en esta posición, al reducir
la vida a una carrera de la nada a la nada. Una forma de nihilismo trá-
gico que halla su dignidad en la grandeza de afirmar tan insoportable
condición”. (Roda, Edith Stein: Finitud y eternidad)
Edith Stein en su obra Ser finito y Ser eterno (1936) hace una reflexión
sobre el tiempo y la eternidad y considera que hay algo en el tiempo que
corresponde como promesa a la esencia más profunda del hombre. Hay
tiempo porque hay eternidad. “La comprensión del ser de un espíritu
finito ya es siempre, en tanto que tal comprensión, un hacerse presente

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de lo eterno en lo finito”. En relación con el sentido último del ser huma-


no, Hans Küng afirma: “Esta es mi esperanza ilustrada, bien fundada:
la muerte es una despedida que conduce hacia dentro; es ingreso en el
Fundamento y Origen del mundo, nuestro verdadero hogar; es vuelta
a casa. (…) De este modo puedo entender, pues, el inaprensible todo de
la realidad: Dios como Alfa y Omega, el principio y el fin de todas las
cosas. Y, por tanto, la muerte como ingreso en la Luz…”. (Küng, 2007: 201)

Preguntas para reflexionar

Busca en Youtube: Entrevista al Dr. Viktor Frankl. El sentido de


la vida. Después de escuchar la entrevista, contesta las siguientes
preguntas y comparte tu opinión:
1. ¿Qué importancia tiene que el ser humano se reconozca como
un ser libre y con completa responsabilidad sobre su vida?
2. ¿Por qué es importante que las personas le den un sentido a su
vida? ¿Por qué actualmente muchas personas no pueden darle
sentido alguno?
3. ¿Por qué hay en los seres humanos una incapacidad para reco-
nocer que la vida tiene un sentido supremo y aun así es impor-
tante que crean en él?
4. ¿En qué consiste la libertad última que tiene el ser humano
frente a una situación trágica o muy difícil?

2.2 Relación hombre-Dios

Para las personas creyentes, Dios está al principio. Para


los científicos está el final de todas sus reflexiones.
Max Planck
Dondequiera que vayas, busca siempre la belleza
y la inmensa bondad de Dios.
Madre Teresa de Calcuta

U na de las características de las sociedades contemporáneas es el


proceso de secularización que, como afirma Peter Berger, “afecta
a la totalidad de la vida cultural e ideológica y puede observarse en el
declinar de los temas religiosos en las artes, en la Filosofía y, sobre todo,
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en el despertar de la ciencia como una perspectiva respecto al mundo


autónoma y eminentemente profana”. (Berger 1971, 155)
Este proceso se manifiesta especialmente en algunos grupos socia-
les o en personas que ya no reconocen la existencia de un ámbito de lo
sagrado e inclusive rechazan o niegan la idea de Dios, como Nietzsche,
quien ha proclamado la muerte de Dios. “La ausencia, el vacío de Dios,
podemos sentirlo bajo dos formas que parecen radicalmente diferentes
a simple vista: la forma intelectual del ateísmo, y la angustia, la ano-
nadadora irrealidad que envuelve al hombre cuando Dios ha muerto”.
(Zambrano, 1993, 135)
Son muchas las consecuencias de la negación de Dios en la vida hu-
mana. El sentimiento de vacío y sin sentido de la existencia que embarga
a muchos hombres y mujeres modernos es una de ellas. La negación de
Dios, sin embargo, no significa que vayan a desaparecer las religiones y
menos aún que el anhelo de los seres humanos por encontrarlo pueda
ser borrado del corazón humano. Por el contrario, hay quienes consideran
que se está dando un retorno de lo religioso, caracterizado por una pre-
ocupación por los grandes temas de la religión como el origen, destino y
sentido de la existencia humana con el consiguiente rechazo a aceptar el
carácter absurdo del ser humano y del mundo.
Puede afirmarse que las religiones siguen vivas y afirman su presencia
en la modernidad. El ser humano necesita un fundamento para su exis-
tencia y cuando niega a Dios llena ese vacío creando ídolos, divinizando
al hombre mismo, a la ciencia o al dinero. María Zambrano afirma que:
“Podrían dividirse las cosas de la vida en dos categorías: aquellas que
desaparecen cuando las negamos y aquellas otras de realidad misteriosa
que, aun negadas, dejan intacta nuestra relación con ellas. Así, eso que se
oculta en la Palabra casi impronunciable hoy: Dios”. (Zambrano, 1993,134)
La dimensión religiosa en la que se encuentra inscrito lo divino es
una característica constitutiva del ser humano, como puede verse a lo
largo de la historia de la humanidad. Los hombres y las mujeres de
todos los tiempos han tenido siempre la idea de lo divino y han recono-
cido su presencia de muy diversas maneras. El ser humano percibe a la
divinidad como una realidad fuera de él y a la vez dentro de él, como
una presencia diferente a cualquier otra, pero no menos real. Puede
decirse que “La religiosidad se funda en el ser del ser humano; él es un
ente en cuyo ser es posible la religiosidad porque algo en él le otorga
esa posibilidad y, al hacerlo, lo funda como humano”. (Rivara, 2003, 64)
La religiosidad abre al ser humano al espacio de lo sagrado en el que
se oculta la divinidad con la que el hombre busca relacionarse. Desde

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los pueblos más primitivos puede encontrarse una religiosidad que se


expresa en la creencia en dioses que representaban las fuerzas de la
naturaleza que no podían ser explicadas, a las que se les rendía culto y
entregaba ofrendas y sacrificios para mantenerse en una relación armó-
nica con el más allá.
A lo largo del tiempo, el ser humano ha establecido una relación con
Dios o con la divinidad en muy diversas maneras. Una de ellas es el
asombro y la admiración frente a la belleza de la naturaleza en la que
pueden verse las maravillas de la creación de Dios: “A través de la gran-
deza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor”.
(Libro de la Sabiduría, 13,5)
“Alabado seas, mi Señor” cantaba san Francisco de Asís. En ese her-
moso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como
una hermana, con la que compartimos la existencia, y como una madre
bella que nos acoge entre sus brazos: “Alabado seas, mi Señor, por la her-
mana nuestra madre tierra, que nos sustenta, y gobierna y produce diver-
sos frutos con coloridas flores y hierba”. (Laudato sí, SS Francisco, 2015)
Otra forma en la que el hombre se relaciona con Dios es a través de
los otros, de los semejantes. Se puede encontrar a Dios en los que viven
a un lado, en los que sufren, en los pobres y necesitados, en el corazón
de los que aman, en los que hacen el bien y en los que ponen en riesgo
su propia vida por buscar la justicia y la paz.
Son muchas las citas evangélicas en las que se manifiesta que puede
verse a Dios en los semejantes y que la mejor relación con Él es a través
del amor que se les debe tener y el bien que se les puede hacer. Jesús
decía a sus discípulos: “Como Yo los he amado, así también ámense los
unos a los otros. Por el amor que se tengan los unos a los otros recono-
cerán todos que son discípulos míos.” (Juan 13, 34-35) “El que no ama
a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha
visto” (Jn: 4,20) o “ Yo os digo que lo que hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. (Mt 25, 40).
En todas las religiones pueden encontrarse ejemplos de cómo el
amor al prójimo es una forma de encontrar a Dios. Mahatma Gandhi
(1869-1948), líder espiritual de la India, afirmaba que: “Quien encuentra
a Dios en sus semejantes ya no necesita andar buscando”.
Rumi, (1207-1273), poeta místico musulmán, decía que: “Todos los
amores constituyen un puente que conduce al Amor Divino. Amar a
los seres humanos significa amar a Dios”.
Una forma más profunda y personal que tiene el ser humano de re-
lacionarse con Dios es en la interioridad, escuchando la llamada dentro

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de sí mismo para encontrarse con Él. Puede ser en un momento exacto


o una cadena de toques por los que Dios se deja sentir en lo más hondo
de la conciencia personal.
San Agustín, que en su juventud estaba totalmente alejado de Dios,
un día escucha la llamada interior y le dice: “Tú estabas dentro de mí y
yo fuera porque tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo
mío y más elevado que lo más sumo mío”.
A través de la religión, el ser humano no solamente adopta una ac-
titud interior frente a Dios; también se relaciona con Él a través de los
libros sagrados de cada religión que se consideran depositarios y fuen-
tes privilegiadas de autoridad religiosa. En ellos se encuentra lo que
Dios ha querido revelar al hombre, para que pueda relacionarse con Él
a través de la revelación. Las religiones reveladas son: el judaísmo, el
cristianismo y el islamismo.
La palabra revelar proviene del verbo latino re-velare y significa ‘ma-
nifestar algo oculto, quitar el velo que oculta algo y descubrirlo’. La re-
velación es la manifestación libre que hace Dios de sí mismo al hombre
para su salvación.

2.2.1 La relación del hombre con Dios en el judaísmo


La historia del pueblo hebreo data de 2500 años a.n.e. En ella se narran
sus peregrinaciones, sus destierros y servidumbres, así como sus libe-
raciones y conquistas. Es la historia santa de los sucesivos encuentros
de los hombres con Dios. No se puede comprender el judaísmo sin co-
nocer la historia de su pueblo ya que esta se encuentra estrechamente
ligada con su religión. Lo esencial de la fe judía se resume en:
• La revelación progresiva de un Dios único.
• Sus promesas de fidelidad, a pesar de las infidelidades de su pueblo.
• Las alianzas sucesivas de Dios con su pueblo y la fe de los patriar-
cas y profetas en las promesas de Dios.
• La ley que Dios dio a su pueblo. (Samuel Albert, 2010: 89)
En el libro del Éxodo, Dios se revela como Yahvé, que significa Yo
soy el que soy. El judaísmo es la religión de las alianzas entre Dios, un
pueblo y una tierra santa. Dios habló a los hombres, se reveló a través
de los patriarcas y profetas, quienes tuvieron la misión de comunicar
al pueblo lo que Dios les había dicho. Posteriormente los escribas se
encargaron de plasmar la revelación en el libro de la palabra de Dios, la
Biblia (Antiguo Testamento).

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Las principales revelaciones de Dios al pueblo judío, aquellas que


están relacionadas con las alianzas se iniciaron con Noé, hombre justo
e íntegro que encontró gracia a los ojos de Yahvé y fue preservado junto
con su familia del gran diluvio. Dios los bendijo y les dijo: “He pensado
establecer mi alianza con vosotros y con vuestra futura descendencia
y también con todo ser vivo que os acompañe (…) Nunca más volverá
a ser aniquilada la vida por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio
para destruir la tierra. Dijo Dios: Esta es la señal de la alianza que esta-
blezco para futuras generaciones (…) Pongo mi arco en las nubes, que
servirá como señal de la alianza entre yo y la tierra”. (Génesis 9: 9-14)
La condición de esta alianza es que el hombre no deberá matar nunca
a otro hombre.
La segunda alianza es con Abraham, hombre justo que tenía 99 años
y no había tenido descendencia cuando escuchó la voz de Yahvé. “Deja
tu país, tu familia y la casa de tu padre, por el país que yo te mostraré,
quiero hacer de ti una gran nación, bendecirte y hacer grande tu nom-
bre”. (…) “Por mi parte esta es mi alianza contigo: serás padre de una
muchedumbre de pueblos… Estableceré́ mi alianza entre nosotros, y
también con tu descendencia, de generación en generación: una alianza
eterna, de ser yo tu Dios y el de tu posteridad. Te daré a ti y a tu descen-
dencia la tierra en la que andas como peregrino, todo el país de Canaán,
en posesión perpetua, y yo seré el Dios de los tuyos”. (Génesis: 17: 1-8) El
signo de la alianza con Abraham es la circuncisión de todos los varones.
La alianza realizada por Dios con Abraham era para constituir un pue-
blo que recibiera su revelación y al que pudiera manifestarle su amor y
su benevolencia a condición de que estableciera compromisos con Él y
caminara con rectitud hacia Yahvé, practicando la justicia y el derecho.
La tercera alianza fue realizada con Moisés, hombre encomendado
por Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y
conducir el Éxodo hacia a la Tierra prometida. En esta alianza Dios
renueva las promesas hechas a Abraham. El pueblo judío había salido
de Egipto y mientras acampaban en el desierto, Moisés escucha la lla-
mada de Yahvé que le pide subir al monte Sinaí desde donde le mues-
tra la tierra prometida y le entrega el arca de la alianza, en la que se
guardaban las tablas con los diez mandamientos, signo de la nueva y
definitiva alianza.
Moisés convoca a su pueblo y lo exhorta a poner en práctica los man-
damientos que Yahvé le ha dado, a guardar el sábado para santificar su
nombre y a repudiar a todos los ídolos para reconocer a un solo Dios.
El pueblo de Israel ha recibido sus mandamientos de Dios mismo y es

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esto lo que lo constituye como el pueblo elegido de Yahvé: “Ahora, pues,


si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad
personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis
para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éxodo 19: 5-6)
Para guardar el arca de la alianza, signo de la presencia de Yahvé en su
pueblo, Moisés mandó construir un santuario por mandato divino con
un altar para los holocaustos y sacrificios e instituyó sacerdotes encar-
gados de realizarlos y ofrendarlos a Yahvé.
La relación entre el hombre y Dios en el judaísmo está narrada en
el Antiguo Testamento a través de las alianzas que Él establece con su
pueblo. Dios se manifiesta como Creador del universo y del hombre, el
que provee y es justo. Él recompensa a quienes lo obedecen y castiga
a los que obran mal; se muestra como un Dios que se preocupa por su
pueblo, que protege a los huérfanos y a las viudas, que tiene predilec-
ción por los pobres, esclavos y humildes, y desprecia a los malvados.
El hombre que acepta la alianza con Dios, tiene que confiar en Él y
cumplir lo que le pide. En la historia del pueblo judío se dan repetidas
ocasiones en que este no es fiel a sus promesas y Dios le muestra su
misericordia y lo perdona. Por ello el hombre necesita una conversión
constante. Dios quiere la salvación de todos los seres humanos y su tes-
timonio de que Dios es y existe, el pueblo judío es su pueblo y su misión
es proclamar a Dios al mundo.

2.2.2 La relación del hombre con Dios en el cristianismo


En el cristianismo es Dios mismo quien irrumpe en la historia para ve-
nir al encuentro con la humanidad y hacerse parte de ella. Este hecho
insólito, difícil de comprender aun para quienes vivieron con Jesús, es
lo que constituye la novedad fundamental del cristianismo. Aunque
por la propia razón se pueda llegar a conocer a Dios a través de sus
obras, Él quiso revelarse a los seres humanos, primero por medio de los
patriarcas y profetas en el Antiguo Testamento y posteriormente por
medio de la encarnación del Verbo, Jesús, verdadero Dios y verdadero
hombre, que vino al mundo, para dar a conocer a los hombres y las
mujeres de todos los tiempos, el amor de Dios y la voluntad del Padre.
El apóstol San Juan utiliza el vocablo Verbo o Palabra para presentar
a Jesús como Dios y empieza su Evangelio diciendo: “En el principio
existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no
se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz
de los hombres (…) Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre
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nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo
único lleno de gracia y de verdad…”. (Juan 1: 1-14)
A la palabra de Dios se le atribuye una acción creadora, salvadora,
iluminadora y reveladora. (Benzo: 1997, 156) Es la palabra la que en el
capítulo primero del Génesis va dando ser a todas las cosas y es la pa-
labra que se revela al hombre en Jesús para traerle un mensaje de sal-
vación que tiene su fundamento más profundo en el amor pues Dios es
amor. “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios
y Dios en él”. (1 Jn: 16)
Estas palabras de la Primera Epístola de Juan expresan con claridad
el corazón de la fe cristiana. El mensaje de salvación que Jesús trajo a los
seres humanos tiene por tanto su centralidad en el mandamiento del
amor. “Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar
a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos, que era doctor de
la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: ‘Maestro, ¿cuál es el manda-
miento más grande de la Ley?’ Jesús le respondió: ‘Amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu’. Este
es el más grande y el primer mandamiento”.
El segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profe-
tas”. (Mateo 22: 34-40) Jesús responde claramente que el mandamiento
principal es amar a Dios de manera absoluta y cita para esto lo que
Dios le mandó a Moisés y que consta en Deuteronomio (6: 4-5): “Ama-
rás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas
tus fuerzas”. Pero Jesús une a este mandamiento otro, que consta en el
Levítico (19: 18): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús al rela-
cionar estos dos preceptos, los transforma en uno solo, y enseña que la
voluntad del Padre, se concentra en el doble precepto del amor a Dios y
al prójimo, y al afirmar que en esto se resume toda la ley y los profetas,
da cumplimiento a la ley pero también la supera aboliendo toda una
serie de preceptos que no permitían captar la esencia y la importancia
de este mandamiento.
Al mismo tiempo Jesús da al concepto de prójimo un sentido uni-
versal que incluye a todos los seres humanos, aun a aquellos que eran
discriminados o que estaban proscritos en el tiempo de Jesús como los
publicanos, los enfermos y los pecadores a quienes no se les reconocía
como prójimos. Con esto se manifiesta la misericordia como la dimen-
sión especial del amor de Dios hacia todos los hombres y mujeres, sin
importar su condición o situación. Cumplir la voluntad de Dios es pues
amar al prójimo y amarlo como Él nos ama, sin condiciones ni excep-

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ciones viendo en cada uno de nuestros semejantes a Dios mismo. Amar


a Dios de manera absoluta, con todo nuestro ser, es reconocer que él es
la fuente de nuestra existencia, adherirnos a su voluntad y responder
libremente a su amor universal de Padre de todos los seres humanos.
No es posible entonces amar a Dios y no amar a nuestros semejantes en
especial a los que sufren. Cuando Jesús dice “Les doy un mandamiento
nuevo: que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn. 13:
34) Esto significa amar a los semejantes con un amor de benevolencia,
es decir deseando siempre su bien, haciendo siempre por ellos lo que se
desea para sí, no juzgándolos por sus errores y siendo misericordiosos
al perdonar sus faltas.
La parábola del Hijo pródigo muestra de una forma hermosa y de-
tallada la misericordia y el amor de Dios hacia el hombre que quiere
volver a la casa del Padre. Sin importar cómo ha vivido el hijo o lo que
haya hecho, el Padre lo recibe con un amor infinito, lo perdona y se
regocija con su regreso. Sobre esta parábola puede decirse lo que afir-
maba San Agustín: “Cuando un hombre descubre sus faltas, Dios las
cubre. Cuando un hombre las esconde, Dios las descubre, cuando las
reconoce, Dios las olvida”.
La relación del hombre con Dios en el cristianismo es desde siempre
una relación que tiene su fundamento más profundo en el amor, desde
la creación del ser humano en quien se une el mundo espiritual y el ma-
terial y a quien Dios hizo a su imagen y semejanza como un ser libre y
capaz de amar, después en la Revelación en la que se manifiesta el amor
profundo de Dios por todos los hombres y mujeres y finalmente en la
redención y salvación mediante la muerte y resurrección de Jesucristo,
expresión máxima del amor de Dios a todos los seres humanos. Ya que
“nadie tiene mayor amor que el que da la vida por quienes ama”. (Jn. 15:
13) Por la salvación todos los hombres y mujeres han sido liberados del
pecado y de la muerte y son invitados a participar del Reino de Dios, en
el que podrán vivir en plenitud el amor de Dios.
Durante su ministerio, Jesús mostró a los seres humanos cuál es la
esencia de Dios, en su Trinidad y Unicidad: se mostró como Hijo, re-
veló al Padre y envió al Espíritu Santo para iluminar la vida de todos
los hombres y mujeres que han existido y existirán y darles los dones
que les permitan conocer a Dios y comprender su voluntad. Jesús fun-
dó su Iglesia para continuar su obra y prometió que estaría con ella
hasta el fin del mundo. Dio a Pedro la misión de conducirla y encargó
a sus apóstoles que llevaran la buena nueva a todos los rincones del
mundo. También instituyó los Sacramentos a través de los que el hom-

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bre puede seguir en constante relación con Dios y recibir su gracia Los
sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia que Jesucristo
ha confiado a la Iglesia y son siete: Bautismo, Confirmación, Reconci-
liación o Confesión, Eucaristía o Comunión, Unción de los enfermos,
Matrimonio y Orden Sacerdotal. Aunque el mensaje de Salvación del
Cristianismo es universal, es decir, es para todos los hombres y mujeres
de todos los tiempos y rincones del mundo, este no se presenta como
una obligación sino como una invitación a vivirlo y a responder libre-
mente al amor de Dios.
Por otro lado, la Iglesia, al afirmar la universalidad de la Salvación
obrada por Dios en Jesucristo, considera que: “El hombre —todo hom-
bre sin excepción alguna— ha sido redimido por Cristo, porque con el
hombre se ha unido Cristo de algún modo, inclusive cuando ese hom-
bre no es consciente de ello”. (Juan Pablo II, Redemptor Hominis, 1979)

2.2.3 La relación del hombre con Dios en el islam


El origen de la religión del islam data del siglo VI, cuando Mahoma re-
cibió del ángel Gabriel, el anuncio de que era el elegido como mensajero
encargado de llevar la revelación de Dios a los hombres. Este Dios era el
Dios de Abraham, Moisés y Jesús. Mahoma en el islam es considerado
el último profeta, quien debía recordar a los hombres la verdad y la ley
que se habían corrompido en el judaísmo y cristianismo.
Para el islam, Dios creó al hombre, lo hizo su representante y puso a su
servicio toda la creación, con la obligación de poblar la tierra. El hombre es
un siervo de Dios, pero Él le otorgó la libertad de obedecerlo o desobedecer-
lo. En el Corán dice: “Quien quiera creer, que crea, y quien quiera negarse
a creer, que no crea”. (Corán, 18,29) El hombre siempre está en la presencia
de Dios: “Dios está contigo en cualquier lugar que estés”. (Corán 57,4) Dios
escucha la oración de los hombres y la contesta y su misericordia se extiende
a todas las cosas (Corán 2, 186).
La relación del hombre con Dios en el islam puede verse como vín-
culo de proximidad, misericordia y repuesta a las oraciones e invoca-
ciones del hombre, y cada fiel puede sentir esta relación en la profundi-
dad de su corazón.
El fiel a la religión musulmana debe aceptar a Alá como su Dios y a
Mahoma como su profeta y cumplir con cinco deberes fundamentales:
1. El testimonio de fe: “Hay un solo Dios y Mahoma es su profeta”.
2. La oración, cinco veces en el día (al alba, mediodía, media tarde,

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crepúsculo y la noche) dirigiendo su oración hacia la Meca y par-


ticipando en la oración comunitaria de los viernes en la mezquita.
3. La limosna obligatoria, por un monto prescrito sobre los bienes
de una persona, que se da a los pobres mediante diversos proce-
dimientos.
4. El ayuno en el mes de Ramadán (el noveno del calendario lunar
islámico), en el que no se come ni se tiene contacto sexual desde
el amanecer hasta el ocaso.
5. La peregrinación a la mezquita santa de La Meca, al menos una
vez en la vida.
En cuanto al sentido último de la vida, el hombre al morir puede ir
al cielo, que se describe en el Corán como un jardín eterno, que es tan
amplio como el cielo y la tierra y en cuyas tierras bajas fluyen riachuelos,
donde hay árboles que dan sombra con frutas que cuelgan a ras de suelo.
El hombre nace sin culpa alguna y será juzgado al morir en función
de sus actos buenos o malos, si sus actos buenos pesan más que los ma-
los alcanzará la misericordia de Dios y entrará al cielo. Los actos malos
los perdona Dios si el hombre se lo pide sinceramente: “Quien obra mal
o es injusto consigo mismo, si luego pide perdón a Dios, encontrará a
Dios indulgente, misericordioso.” (Corán 4,110)
La revelación de Dios expuesta en el Corán, no presenta un código
moral explícito, sino a través de sus Suras va intercalando exhortacio-
nes a los hombres. A continuación se presenta una selección:
• “¡Ten paciencia ante la adversidad! ¡Eso sí que es dar muestras de
resolución!; ¡No pongas mala cara a la gente, ni pises la tierra con
insolencia! Dios no ama a nadie que sea presumido, jactancioso;
¡Sé modesto en tus andares! ¡Habla en voz baja! ¡La voz más de­
sagradable es, ciertamente, la del asno!”. (Corán 31,17)
• “Los temerosos de Dios, los que dan limosna tanto en la pros-
peridad como en la adversidad, reprimen la ira y perdonan a los
hombres, son amados por Dios ya que, Dios ama a quienes hacen
el bien”. (Corán, 133,134)
• “Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más le teme”.
(Corán 49,13)
La humildad, la modestia, el control de las pasiones y deseos, la veraci-
dad, la integridad, la paciencia, la determinación y el cumplimiento de las
promesas son valores morales mencionados frecuentemente en el Corán.

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2.2.4 El budismo como una doctrina de sabiduría espiritual


Si se considera que la religión se fundamenta en la relación del ser hu-
mano con Dios o con el ámbito de lo divino, el budismo no puede consi-
derarse como una religión debido a que: o se declara agnóstico respecto
de la aceptación de la divinidad por considerarla inaccesible al espíritu
humano o explícitamente niega el concepto de un Dios creador. Algu-
nos pensadores, sin embargo, consideran el budismo como una reli-
gión no teísta debido a que propone una doctrina de sabiduría espiri-
tual que busca dar respuesta a los enigmas de la condición humana, en
especial al problema del dolor y la finalidad última del ser humano. A
través de una serie de prácticas, entre ellas la meditación, busca descu-
brir al iluminado potencial (el Buda) que duerme en todos los seres hu-
manos para desarrollar cualidades de conciencia, bondad, tolerancia
y sabiduría.
El budismo nació hace 2,500 años en la India cuando Siddhartha
Gautama, llamado Buda o el Iluminado, después de haber recibido la
iluminación tras una larga meditación comunicó a cinco monjes lo que
había aprendido. El dolor es una constante universal en la vida huma-
na. Esta idea se formula del siguiente modo: “El nacimiento es dolor, la
vejez es dolor, la enfermedad es dolor, la muerte es dolor, la unión con
lo que uno no ama es dolor, la separación de lo que uno ama es dolor,
no obtener lo que uno desea es dolor”.
Ante esta constatación de lo que es la vida del hombre, Buda propo-
ne un camino para liberarlo que se basa en cuatro verdades:
La primera verdad es que el yo no está formado por un cuerpo y un
alma sino por cinco elementos que lo conforman: el cuerpo material, las
sensaciones agradables o desagradables, las percepciones del mundo,
los actos de la voluntad, tanto los buenos como malos, que conforman
el karma, y el último elemento que da unidad a los demás es la con-
ciencia. El karma es la energía que se deriva de los actos de la vida y
constituye una ley natural de retribución, por la que los actos, pensa-
mientos y palabras, buenos o malos, tienen una consecuencia positiva o
negativa para la vida actual y las vidas futuras, en las reencarnaciones
sucesivas del ser humano, hasta que este alcance a liberarse por com-
pleto para poder acceder al nirvana.
La segunda verdad es que todo aquello a lo que se apega el hombre
es la causa de su sufrimiento: la vida, los seres queridos, la felicidad, los
bienes que se poseen, los placeres sensibles que se disfrutan, el poder
que se usa, las ideas, opiniones y creencias que se tienen y se enseñan.

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La tercera verdad es cómo superar el apego a las cosas y personas que


es la causa del dolor. Para no padecer el dolor, se necesita superar los de-
seos. Una vez que cesa el dolor en la vida, se obtendrá la paz y la felicidad.
La cuarta verdad expresa los medios para cambiar la forma de vivir
y superar el deseo y el apego a las personas y las cosas. A esta forma de
vivir se le denomina el noble camino de las ocho virtudes.
Las cinco primeras tienen como objetivo un comportamiento ético
recto y son:
1. La visión perfecta, que consiste en el descubrimiento personal, la
experiencia de que se necesita cambiar la forma de vivir.
2. La emoción perfecta, que consiste en controlar nuestras emocio-
nes negativas y desarrollar el amor, la compasión, la empatía y la
generosidad para alcanzar la tranquilidad.
3. El habla perfecta, que es verdadera, afectuosa y útil, fomenta la
concordia la armonía y la unión.
4. La acción perfecta, que es aquella que no se hace por odio, avidez
o ignorancia culpable y en cambio se hace con bondad, generosi-
dad y sabiduría. Existen cinco principios éticos que todo budista
debe seguir: no matar a ningún ser viviente, no tomar aquello
que no le pertenece, guardar la castidad, no mentir y no beber
licores embriagantes.
5. La subsistencia perfecta, que consiste en vivir de un trabajo que
no dañe a la naturaleza o sea deshonesto.
Una vez que las cinco primeras virtudes aseguran al ser humano,
actuar correctamente en la vida, las últimas tres son necesarias para
poder alcanzar el nirvana al permitirle superar los deseos: el esfuerzo
perfecto, la atención recta y la concentración perfecta, que se adquiere
mediante la meditación hasta alcanzar la iluminación.
La finalidad última del hombre es alcanzar el nirvana, que se puede
lograr en vida, a través de la meditación para superar toda voluntad,
deseo, sensación, cambio o devenir y poder alcanzar la felicidad perfec-
ta y al morir no volver a reencarnar para poder alcanzar un estado de
unión con el universo eterno.
El nirvana es también un elemento fundamental del hinduismo, en
el que es visto como el momento de liberación de la reencarnación des-
pués de que se ha limpiado el alma para que pueda unirse de manera
indisoluble con la Luz Divina que emana de Brahma, el alma universal,
al convertirse en parte de ella.

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Preguntas para reflexionar

Relación hombre-Dios. En forma individual responde las preguntas


en forma breve. Después comenta tus respuestas con las de cada miem-
bro de tu equipo.
1. Explica por qué el encuentro del ser humano con la realidad de
Dios es, en algún momento de su vida, inevitable. ¿Cómo puede trans-
formarlo este encuentro?2. Explica cuatro formas en las que los hom-
bres y las mujeres pueden relacionarse con Dios.
3. Explica por qué el judaísmo es la religión de las alianzas entre
Dios y el hombre.
4. Explica por qué el cristianismo es una religión que se fundamenta
en el amor.
5. Explica por qué el budismo puede ser considerado una doctrina de
desarrollo espiritual.

2.3 Valores religiosos

L os valores religiosos son los que se refieren a la relación del ser


humano con Dios y lo acercan a Él. La práctica de los valores re-
ligiosos desarrolla la espiritualidad y lleva al hombre a su perfeccio-
namiento moral ya que toda religión promueve un comportamiento
moral conforme a sus principios. Los valores religiosos son trasmitidos
en las diversas tradiciones religiosas a través de los textos sagrados y la
interpretación que se hace de ellos. Aunque los valores religiosos son
propuestos por una religión, esto no implica que las personas que la
practican estén obligadas a asumirlos y realizarlos en su vida ya que
como todos los valores, los religiosos también requieren de la libre vo-
luntad del ser humano para hacerlos suyos y practicarlos. En diversas
tablas de valores que se han propuesto, como las que se vieron en el
capítulo anterior, los valores religiosos tienen la jerarquía más alta, no
sólo porque relacionan al ser humano con Dios sino también porque
asumidos congruentemente presuponen los valores morales y van más
allá de ellos. Para practicar los valores religiosos, el corazón humano
debe vaciarse de todo lo que pueda separarlo del amor y respeto por
Dios y llenarse de todo lo que pueda acercarlo a Él.
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2.3.1 El culto
El culto es un homenaje de respeto y amor tributado a lo que se con-
sidera divino y sagrado. El fiel de una religión realiza actos de culto
dirigidos a Dios. Estos actos comprenden celebraciones en un lugar y
fecha determinados y ministros religiosos encargados de conducirlas.
En la iglesia católica, la principal celebración de culto es la misa, en la
que se escucha la Palabra revelada, se conmemora la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo y se imparte el sacramento de la eucaristía.
Para el islam, la oración realizada cinco veces al día y la peregrina-
ción a la mezquita santa de La Meca son actos de culto a Dios. Para el
judaísmo, la celebración del shabat o sabbat es el día en que se detienen
todas las actividades cotidianas para dar culto a Dios y recordar que
el mundo no es del hombre para hacer con él lo que le parezca sino la
creación de Dios; se recuerda también que Dios sacó a su pueblo de la
esclavitud de Egipto y decretó que nunca más sería esclavo de ningún
amo. El trabajo y las necesidades financieras y materiales son solamente
herramientas para satisfacer un propósito divino, no son los amos de la
vida del hombre.
El culto requiere una disposición interna del ser humano a recono-
cer a Dios como su creador y su destino final. El culto externo es signo
del amor y reverencia a Dios ante la comunidad, pero requiere y pre-
supone una actitud interior del ser humano congruente con lo que se
expresa en las celebraciones de culto

2.3.2 La oración
La oración es el diálogo espiritual que realizan los seres humanos para
comunicarse con Dios. La oración se practica en las religiones mono-
teístas en las que se cree en un Dios personal con quien los hombres
y las mujeres pueden establecer una comunicación. La oración puede
ser personal y comunitaria y se considera una actividad grata a Dios a
través de la que pueden conseguirse grandes dones: “Por eso os digo
que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis
recibido, y os serán concedidas.” (Marcos, 11, 24-25)
En la oración se expresan los sentimientos del ser humano hacia
Dios y se considera que se relaciona con la religión, como los pensa-
mientos racionales con la Filosofía. (Ryan 2008:13) La oración es, por
tanto, la expresión viva de la religión y se realiza con diversos fines:
• Adorar y alabar a Dios, quien es el único Ser digno de adoración
y gloria como creador del universo.

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• Agradecer a Dios y reconocer todos sus dones y sus bendiciones.


Dice el Salmo 116: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho’?”
• Pedir a Dios, por las necesidades propias y las de la familia, re-
conocer que el ser humano es su creatura y depende de su provi-
dencia y misericordia.
• Confesar las faltas, como lo hizo el Rey David: “Tenme piedad,
oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito
lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame”. (Salmo
51,3-4)
• Interceder por el prójimo y pedir a Dios por sus necesidades

2.3.3 La meditación
La meditación es un ejercicio mental de profunda concentración, acom-
pañado de silencio, relajación y control de la respiración. La persona
aleja su atención de los estímulos ambientales y concentra su mente en
imágenes y pensamientos que le producen un estado de paz y bienes-
tar espiritual. Mediante la meditación puede tenerse una comunicación
profunda con Dios. Esta es la experiencia del místico que se esfuerza
por capturar el espíritu divino y retenerlo en su alma. La meditación ha
sido utilizada en las religiones teístas para alcanzar un mayor conoci-
miento de Dios, en las meditaciones de la Biblia para profundizar sobre
su Palabra y en un nivel profundo de culto en la Adoración del Santí-
simo. En el budismo la meditación tiene un gran valor; su objetivo es
concentrarse y poco a poco relajar la mente hasta liberar la conciencia y
lograr la paz interior. Este es el camino por excelencia para alcanzar el
nirvana y liberar al hombre de sus deseos.

2.3.4 La fe
Para profesar una religión debe tenerse fe, creer con la mente y el cora-
zón en la realidad de Dios a quien no se percibe a través de los sentidos.
Dios es radicalmente distinto al hombre; las capacidades de este son
muy limitadas para poder conocer y comprender la realidad divina.
El conocimiento que se tiene de Dios en las religiones monoteístas es
porque Él lo ha revelado, a través de los profetas en el judaísmo e isla-
mismo, y directamente por Jesucristo, hijo de Dios en el cristianismo.
La fe, por tanto, se tiene en un Dios personal con quien los seres hu-
manos pueden relacionarse, el Dios de Abraham en el judaísmo, Alá en

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el islamismo y Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en el cristianismo. Por


la fe el ser humano deposita su confianza en Dios y cree en lo que Él le
ha revelado. La fe es un don de Dios; Él es quien se revela por amor a
los seres humanos para hacerlos partícipes de su existencia e invitarlos
a amarlo.
Aceptar la fe es un acto libre y responsable del ser humano, que cree
porque tiene confianza en la verdad revelada y toma el compromiso de
seguir esa verdad como camino de vida. Por otro lado, el cristiano no
solamente debe tener fe, también debe dar testimonio de su fe con sus
obras. Así el apóstol Santiago dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprove-
chará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad
del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en
paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias
para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras,
es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras…”.
(Santiago 2:14-26)

2.3.5 El perdón
Todas las personas tienen la necesidad de pedir perdón y de perdo-
nar, de limpiar el corazón para liberarlo de los sentimientos negativos
de rencor o venganza. Todas las religiones promueven el perdón y la
hermandad, como condición necesaria para la paz interior. Una de las
peticiones a Dios en el Padre Nuestro es que perdone nuestras ofensas
como nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden. El valor del
perdón se manifiesta en los siguientes pensamientos:
• “La espiral de la violencia solamente la frena el milagro del per-
dón”. Juan Pablo II.
• “Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastan-
te fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar”. Mahatma Gandhi.

2.3.6 La compasión
La palabra compasión proviene del latín (con patire) y significa ‘padecer
con’, con referencia a quien comparte los sentimientos de otro y sabe
ponerse en su lugar. No es nada más un sentimiento, algo que queda en
el interior, sino que siempre debe traducirse en algo práctico, una acción
a la que no se está obligado pero que se quiere hacer a favor de otro.
La compasión se fundamenta en la empatía y en la acción positiva
hacia los demás. Es un valor común a todas las religiones que define el
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genuino sentido de la fe y de la religión: “Se trata de comportarse de


una manera que te cambie, que te dé indicios de santidad y de lo sagra-
do”. (Amstrong, 2012)
En la compasión se manifiesta un principio adoptado por todas las
religiones y todos los códigos morales. Se le llama regla de oro y requiere
la empatía —la imaginación moral— para ponerse en el lugar de los
otros y buscar su bienestar, tanto material como espiritual. Debe ac-
tuarse con los demás se quisiera que actuaran con uno, y negarse, bajo
cualquier circunstancia, a llevar a cabo acciones que causarían daño.
La madre Teresa de Calcuta fue un símbolo de la compasión para el
mundo moderno y una testigo viviente del amor de Dios a los seres
humanos.
Para el budismo, la base para generar compasión empieza por reco-
nocer que no se desea el sufrimiento y que se tiene el derecho a alcan-
zar la felicidad. Se reconoce luego que las demás personas, como uno
mismo, no desean sufrir y tienen derecho a ser felices.

2.3.7 Ecumenismo
Los cristianos son aquellos que profesan la fe en la revelación hecha por
Jesucristo contenida en los Evangelios. El ecumenismo es el movimien-
to que busca la restauración de la unidad de los cristianos y constituye
un camino de superación de las divisiones entre ellos en orden al cum-
plimiento del mandato de Cristo: “… que todos sean uno…”. (Juan 17:21)
Los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Francisco I han te-
nido influencia en el desarrollo de la conciencia ecuménica. El objetivo
del ecumenismo es profundizar en la hermandad de las iglesias y co-
munidades cristianas para que puedan unirse en una confesión común
de la fe apostólica y cooperar en los esfuerzos de misión y servicio hu-
mano, al dar testimonio de que el Señor Jesucristo es “Dios y Salvador
según el testimonio de las Escrituras”.

2.3.8 Diálogo interreligioso


Es la interacción positiva y cooperativa entre diferentes religiones y tra-
diciones espirituales tanto en el nivel individual como institucional. Se
fundamenta en el respeto recíproco y tiene como objetivo la búsqueda
de puntos de encuentro y valores comunes para trabajar en favor de la
justicia y la paz en el mundo. Hans Küng, promotor del diálogo interre-
ligioso afirma: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religio-
nes. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones”.

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Preguntas para reflexionar

Lee la Parábola del Hijo Pródigo (Lc.15, 11-32) y dialoga con tus
compañeros sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Qué valores religiosos se manifiestan en la Parábola del
Hijo Pródigo?
2. ¿Qué se puede aprender acerca de Dios a través de esta Parábola?

2.4 Religión y arte:


Búsqueda de la trascendencia

D esde que el hombre, en el proceso de hacerse más humano, de-


sarrolló la capacidad de buscar otros fines para su vida más allá
de la satisfacción de sus necesidades inmediatas, surgieron la religión
y el arte como manifestaciones del espíritu humano en su búsqueda
de la trascendencia. La religión y el arte aparecieron en las sociedades
como dimensiones de la cultura estrechamente vinculadas. Todo arte
es en sus orígenes religioso, como se muestra desde las más antiguas
civilizaciones en las que se buscaba honrar, representar o invocar a la
divinidad a través de la pintura, la arquitectura y la danza.
A lo largo de la historia han sido producidas las más hermosas obras
de arte inspiradas en motivos religiosos: los centros ceremoniales pre-
hispánicos, los templos budistas, las mezquitas musulmanas, las cate-
drales cristianas, las madonas de Rafael, la Capilla Sixtina, La Piedad
de Miguel Ángel y el Cristo de Dalí son apenas algunos ejemplos de la
expresión de la religiosidad en las diversas manifestaciones artísticas.
Es claro que “el arte puede sugerir el orden y la armonía de lo eterno”.
(Morales, 2011,34)
La relación de la religión con el arte a lo largo de la historia de la
humanidad ha dependido de las diversas concepciones acerca de la di-
vinidad que tiene cada religión y de la forma en que los seres humanos
se relacionan con ella. Las manifestaciones artísticas de los pueblos que
practicaban, y aún practican: cultos naturalistas y panteístas, utilizan
signos zoomorfos, fitomorfos y abstractos de tipo geométrico para re-
presentar a sus deidades y darles culto. En estas religiones, el mundo
natural coincide con el mundo de lo sagrado en el que se ocultan y
manifiestan las fuerzas de la naturaleza y dan lugar a cosmovisiones
en las que prevalece la simbología geométrica y los signos abstractos,
como por ejemplo en la religión egipcia y las religiones prehispánicas.
66
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Valores religiosos y estéticos

Por otro lado, en la mitología politeísta de la antigua Grecia, los dioses


eran representados con formas humanas de gran belleza y armonía, que
personificaban las fuerzas del Universo. Igual que los hombres, los dio-
ses helenos tenían pasiones y experimentaban emociones. Por eso unas
veces eran justos y otras eran crueles y vengativos; su favor se alcanzaba
por medio de los sacrificios que se les ofrecían, pero estos actos no siem-
pre eran efectivos ya que los dioses “eran muy volubles”. En las culturas
en las que se practican religiones monoteístas, el arte ha estado estrecha-
mente vinculado con el concepto de Dios y su expresión en cada religión.
El islam, por ejemplo, no acepta las representaciones figurativas
dentro del complejo sistema de decoraciones simbólicas de los lugares
sagrados y rechaza cualquier manifestación artística que pretenda re-
presentar a Alá o a su profeta Mahoma, por considerarla un sacrilegio.
Considera que Dios es bello y que le agrada la belleza, sin embargo el
arte debe subordinarse a la moral por lo que la belleza debe basarse
en lo que es bueno y alabable. El Corán atrae la atención a la simetría,
creatividad y perfección que caracterizan a todo el universo y que son
motivo de belleza, placer y alegría, pero rechaza las artes que son re-
pugnantes y abominables. ”Puede decirse que si el arte tiene como ob-
jetivo satisfacer al espíritu y refinar los sentimientos, sería permitido y
aceptable; si al contrario, se dedica a despertar los malos instintos del
hombre, no sería entonces sino una distracción negativa y rechazada.”
En la tradición judía existe la prohibición de la representación an-
tropomórfica de Dios relacionada con la revelación que se recibió en el
decurso de la historia del pueblo hebreo y las diversas alianzas entre
Dios y el hombre. Aunque no existe una relación entre arte y religión
en el judaísmo, se han desarrollado múltiples posibilidades simbólicas
mediante signos abstractos o decorativos en las manifestaciones artísti-
cas que expresan la sabiduría de su cultura milenaria.
Finalmente, en el monoteísmo cristiano se llega a la madurez plena
y máxima expresión de la relación entre religión y arte, los signos figu-
rativos religiosos son abundantes y de una belleza excepcional. “Desde
los primeros tiempos del cristianismo se hizo descansar la belleza en
su fuente originaria y creadora: Dios. Así las cosas del mundo son una
pálida huella de la belleza trascendente”. (Dacal: 1990, 429) El arte en la
tradición cristiana tiene un vasto repertorio de temas que se derivan
del misterio de la Encarnación, el hecho de que Dios haya asumido la
condición humana y Jesús sea verdadero Dios y verdadero hombre.
El arte en el cristianismo busca imaginar y representar el rostro di-
vino, por lo que en la creación artística se da la posibilidad de una fu-
sión entre la experiencia estética y la experiencia religiosa, tanto en el
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Ética en la profesión y valores para la vida

artista como en quien contempla la obra de arte y es capaz de captar los


valores trascendentes contenidos en ella. La expresión figurativa y na-
rrativa es rica e ineludible en la tradición del cristianismo: la dimensión
histórica de la vida de Jesús y de la Virgen María así como la vida de
los apóstoles y de los santos han constituido una fuente inagotable de
inspiración para los artistas en todas las bellas artes.
El artista es capaz de captar las realidades humanas más profundas
y plasmarlas en los materiales, colores, sonidos y formas más diversas
para expresar valores estéticos en las distintas manifestaciones del arte,
capaces de elevar el espíritu de quien las contempla a una experiencia
estética. La experiencia estética es algo que se sale de lo ordinario; pue-
de decirse que quien la vive experimenta por un momento la trascen-
dencia y al mismo tiempo capta el anhelo del artista por trascender a
través de su arte los límites de la temporalidad y finitud humanas.
Tanto la experiencia estética como la religiosa tratan de lo inefable,
que solamente puede captarse a través de una intuición que busca pe-
netrar en la naturaleza profunda de su objeto: Dios o la obra de arte.
Pero mientras en la experiencia estética existe la realidad objetiva de la
obra de arte, en la experiencia religiosa se requiere la fe, y creer presu-
pone un acto de la voluntad de la persona para hacerla suya.
En la religión y en el arte se manifiesta que los seres humanos apun-
tan a la trascendencia, y que su capacidad de comprensión del mundo
va más allá de las realidades tangibles y materiales. “No todo es como
lo vemos con los ojos: hay vida, hay mundo más allá de las apariencias.
El poema o el cuadro o el grabado dicen más cosas que las palabras o
los trazos que los componen. De hecho, si tienen la capacidad de trastor-
narnos es porque tienen este poder y porque la persona tiene la sensibi-
lidad para notarlo”. (Arte/trascendencia. Colección Gelonch Viladegut)
En la experiencia religiosa el ser humano es capaz de captar la realidad
infinita e intangible de Dios como fundamento originario del ser. Cuan-
do alguien se siente atrapado por el poder del arte o por la verdad, bon-
dad y belleza de la divinidad, está cerca de lo inefable, de lo que no puede
ser explicado o descrito con palabras por tener cualidades excelsas, lo que
corresponde entonces es reconocerlo e interiorizarlo, dejarse llevar por
estas experiencias, porque definitivamente enriquecerán su vida y le per-
mitirán una mayor y mejor comprensión de la realidad divina y humana.
Tanto la religión como el arte pueden ayudar a los seres humanos
a descubrir su camino hacia la resolución de los grandes enigmas de
la condición humana; ambos deben ser medios propicios para la for-
mación de personas y de civilizaciones mejores, más armónicas, más
68
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Valores religiosos y estéticos

reflexivas, más empáticas y más abiertas al disfrute de las maravillas de


la vida, respetando cada una sus ámbitos, sus modos y sus tiempos. “Y
si se mezclan, debe hacerse a mayor gloria de la creación y, si uno tiene
sentido religioso, a mayor gloria de Dios y de sus criaturas, como Bach
lo hacía: soli Deo gloria.1 Porque se sea devoto o descreído, del mismo
modo que la música de Bach nos transporta por su fuerza inexplicable,
el sentido de trascendencia nos transporta, nos une y nos hace libres, y
todo a la vez”. (Arte/trascendencia. Colección Gelonch Viladegut)

Preguntas para reflexionar

Religión y arte: búsqueda de la trascendencia. Intégrate en


equipo con tus compañeros. Elijan una obra de arte de pintu-
ra, escultura, arquitectura o música, en la que se manifieste la
relación entre arte y religión. Preséntenla al grupo en una dia-
positiva o un fragmento musical y comenten los valores estéti-
cos y las emociones que transmite la obra. En música, se sugie-
re El Gloria de Vivaldi, El Aleluya de Händel o un fragmento de
la Misa en Si menor de J.S Bach.

2.5 Estética, arte y creatividad

Alicia abrió la puerta y descubrió que conducía a un estrecho pasadizo


no mucho mayor que una ratonera. Se arrodilló y, a través del corredor,
vio el más hermoso jardín que jamás hayan visto. ¡Qué ganas tenía de
dejar la sombría sala y deambular por entre aquellos lechos de rutilantes
flores y aquellas frescas fuentes!, pero ni siquiera le entraba la cabeza por
el hueco de la puerta; “y en caso de que pasara —pensó Alicia— de poco
me serviría sin los hombros. ¡Ah, cómo me gustaría plegarme como un
telescopio! Creo que podría, si supiera cómo empezar”. Porque, ya ven,
le habían ocurrido últimamente tantas cosas extraordinarias que Alicia
empezaba a pensar que muy pocas eran realmente imposibles.
Lewis Carroll. Alicia en el país de las maravillas.

1
Soli Deo gloria es un término en latín que significa ‘solamente la gloria a Dios’. Ha sido utilizado
por artistas como Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel y Christoph Graupner para
indicar que el trabajo fue producido por el bien de alabar a Dios.

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C uando el arte se vive como una experiencia estética puede abrir


posibilidades nuevas de gran trascendencia. El espectador que se
permite experimentar el arte en toda su plenitud se autoriza a descen-
der “por la madriguera del conejo” a las profundidades de la mente hu-
mana y terminar en un “país de maravillas” como el personaje Alicia
en la obra de Lewis Carroll. Desde ese sentimiento de asombro, nada
parece imposible; es en ese estado anímico donde la fuerza creadora
de la libertad y del reconocerse como un ser consciente se percibe en
forma más patente.
La palabra estética viene del griego aisthesis que significa ‘lo que se
conoce a través de los sentidos’. La Estética es una rama de la Filosofía
cuyo objeto de estudio es el arte y lo bello. Aunque varias disciplinas se
ocupen de la obra de arte, nada más la Estética analiza filosóficamente
los valores que en ella están contenidos. Estos valores se denominan
valores estéticos y se realizan en las diferentes expresiones del arte.
La estética en tanto que ciencia preocupada por la educación de la
sensibilidad humana hacia las obras de arte se ocupa de la creación y
apreciación de estas obras. El arte en tanto que actividad humana que
vincula creación e interpretación de los mundos externos e internos,
permite abrir puertas y ventanas a mundos nunca antes explorados e
inclusive permite crear esos mundos. A partir de una experiencia es-
tética, cuando el sujeto cognoscente ve, escucha o percibe una obra de
arte y se deja envolver por esta, el mundo de lo dado se diluye; es en-
tonces cuando la conciencia puede salir del estupor y de la pasividad
de la indiferencia… y en ese excepcional estado de asombro, el mundo
se hace significativo, maravilloso, sorprendente...
En este sentido la interacción profunda de un sujeto con una obra
de arte a partir de una experiencia estética, lleva a otro mundo o a ver
el mundo de otra manera. La obra de arte transporta al espectador
a su propio horizonte de significado, a su “país de las maravillas”, o
mejor dicho, se abre un mundo único donde se mezclan los mundos
simbólicos del sujeto que percibe y el objeto que es percibido, en el
que se manifiesta la subjetividad del artista. Ese puente o punto de
encuentro entre la obra y el espectador es único y es lo que se llama
experiencia estética.
Las obras de arte son bienes culturales que constituyen creaciones
concretas en las que se manifiesta una visión cultural específica que
procede de la emotividad y creatividad del artista. Debido a esto todas
son portadoras de valores estéticos. La contemplación estética es una
vivencia íntima y subjetiva de las obras que provienen de la actividad

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Valores religiosos y estéticos

creativa del artista. Enriquece la perspectiva del contemplador debido


a que se apropia de los valores contenidos en la obra de arte y de las
emociones humanas que se plasmaron en ella.
Si bien en cierto sentido puede afirmarse que una obra de arte ex-
presa la subjetividad de un artista, también puede reconocerse cómo el
contexto cultural, social y familiar en que nació, creció y se desarrolló
un artista, así como la influencia que recibió de otros creadores, se ma-
nifiesta en cada trabajo estético que elabora. Por ello también podría
decirse que cada obra es a su vez la expresión de una intersubjetividad,
dada la mezcla de influencias culturales, estéticas, sociales, políticas
que hayan sido relevantes e introyectadas en la vida y visión del artista.
Los juicios valorativos estéticos irrumpen en la conciencia de un es-
pectador atento y despierto cuando se conecta con una obra artística.
Ahí aparece eso que John Dewey llamó “la posibilidad intelectual”. Es
entonces cuando las cosas dejan de ser lo que parecen y las posibilida-
des se multiplican como las estrellas en el cielo.
Lo estético es lo opuesto a lo anestésico, lo indiferente, lo soporífero.
Maxine Green, filósofa estadounidense experta en educación estética,
describe lo anestésico de la siguiente manera: “La anestesia, para mí,
implica aturdimiento e incapacidad emocional, con lo que se corre el
riesgo de quedar inmovilizado, de impedir a la gente que asuma una
actitud crítica ante sus actos y los de los otros, de encontrar los retos de
estar en el mundo, de nombrarlo y, tal vez, de transformarlo”. (Green,
2004, 8)
Lo estético puede sacar de lo que podría considerarse una existencia
zombie: adormecida, indiferente, pasiva, aturdida, frustrante e inclusive
hastiada. Como explican Eric Liu y Scott Noppe-Brandon en su libro La
imaginación primero: “No hay nada como el creer saberlo todo para ma-
tar la imaginación”. (Liu, 2009, 59) Asumir certezas mata la curiosidad
y la capacidad de asombro. Cuando alguien se convierte en experto,
su mente opera con atajos y fórmulas preestablecidas. Si bien esta es-
trategia ahorra mucho tiempo y es eficaz, se paga el precio de volver-
se cerrado de mente, pues cuando la gente considera que “ya lo sabe
todo” deja de hacer nuevas preguntas y de buscar nuevas respuestas,
por tanto deja de mirar con una mente y un corazón abiertos y termina
inhibiendo la imaginación y la curiosidad, ambas fundamentales para
poder seguir aprendiendo, para ir más allá y para ser creativos.
Allan Snyder, neurocientífico y director del Centro para la mente
de la Universidad de Sídney, pudo corroborar en varios experimentos
que “ser experto impide ser creativo”, ya que el cerebro se acostumbra y

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predispone a ciertas formas de ver y hacer; el cerebro se fija en patrones


que no puede cambiar con facilidad.
Esta tendencia a la fijación en los cerebros de los expertos los ha lle-
vado una y otra vez a rechazar prácticamente todas las innovaciones
científicas, teóricas y artísticas de su época. Los expertos o autoridades
suelen no poder entender los cambios presentes en las nuevas propues-
tas o, peor aún, los entienden pero los niegan porque no encajan con sus
esquemas preestablecidos.
Grandes creadores como Vincent Van Gogh, Paul Gauguin, Cezan-
ne, el Greco, así como innumerables científicos como Einstein, Hipa-
tia de Alejandría, William Harvey, Gregor Mendel… sufrieron este
rechazo por las autoridades de su época. Por eso Einstein afirmó que
en momentos de crisis lo único más importante que el conocimiento
es la imaginación. La imaginación es la posibilidad de posibilidades.
Todo empieza con ella, con esa mirada que John Dewey describió como
“la capacidad de mirar las cosas como si pudieran ser de otro modo”.
Por ejemplo, un mundo donde se pudiera vivir en paz unos con otros
¿Cómo sería ese mundo? ¿Cómo podría ser creado, hacerlo posible?
La imaginación puede permitir al ser humano pensar una sociedad
pacífica y tolerante, como lo hizo Tomas Moro en su novela Utopía. Abre
posibilidades que la creatividad actualiza en propuestas concretas, por
lo menos en una obra literaria; pero esa creación también permite a los
seres humanos imaginar y, por tanto, pensar y vivir en formas distin-
tas. La imaginación abrió la puerta a la creación de sociedades menos
violentas e intolerantes, como fue el caso del ejercicio imaginativo de
Tomás Moro en su novela, que por cierto no fue simplemente una no-
vela, sino una propuesta política y una invitación a reconsiderar ciertos
presupuestos asumidos por la cultura en que el autor había nacido. Con
el tiempo, ese libro facilitó la creación de nuevas sociedades, más plura-
les y democráticas que las que él había conocido y padecido; finalmente
Thomas Moro fue decapitado en 1535 por no someterse a la voluntad
del rey Enrique VIII.
La imaginación es como una caja infinita de posibilidades. Gracias a
ella es posible reflexionar, por ejemplo, cómo sería esa sociedad utópica
donde ninguna forma de discriminación existiera, donde el odio y la
violencia pudieran quedar en verdad superadas, donde el amor al pró-
jimo fuera una realidad y no una frase vacía, donde sin importar si el
prójimo es heterosexual, homosexual, bisexual, cristiano, musulmán,
ateo, agnóstico, rico, pobre, casado, soltero, divorciado, blanco, negro,
de izquierda, derecha… pudiera ser amado o por lo menos respetado.

72
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¿Cómo sería una sociedad capaz de tener la mente y el corazón lo sufi-


cientemente amplio como para que todos cupieran en ella sin ningún
problema? ¿Cómo viviría y se sentiría en las calles una sociedad así?
¿Cómo sería el día a día si todos pudieran ser reconocidos por lo que
son? ¿Cómo sería una cultura donde nadie tuviera que ofrecer discul-
pas o avergonzarse por ser quien es y como es?
La imaginación, detonada por las obras de arte que producen asom-
bro, permite creer en algo así, aunque todavía no sea real. La imagi-
nación hace posible pensar en cómo sería poder vivir y amar de esa
manera tan incluyente, como lo propone Jeremy Rifkin en su libro La
civilización empática. Es posible imaginar y explorar cómo sería un mun-
do donde efectivamente cupieran todos los mundos, como propuso el
EZLN. Idea cosmopolita y empática que, según la historiadora de reli-
giones Karen Armstrong, se encuentra presente en el corazón de todas
las tradiciones espirituales que han existido en este planeta, aunque no
necesariamente practicada por los creyentes de dichas tradiciones.
La imaginación es posibilidad y la creatividad es la capacidad de
aterrizar esas posibilidades en algo concreto: un cuadro, una teoría, un
invento, un libro… Toda cultura y sociedad que aprecie la innovación y
la creatividad debe crear y fortalecer las condiciones para que la imagi-
nación pueda florecer. Esta última se esteriliza con lo dado, los horarios,
las fórmulas preestablecidas, la zona de comodidad y con la educación
entendida como memorística, sumisión a la autoridad y mera repeti-
ción. La imaginación y, por tanto, la creatividad e innovación florecen
en el ocio, en la libre exploración y búsqueda, en la curiosidad…
El problema de quedarse mucho tiempo en las zonas de comodidad
y lo dado es que no solamente se reprime la imaginación; también se
afectan los estados de ánimo, la mente se ve poco estimulada y con
ello se reprime la capacidad del cerebro para producir nuevas neuronas
(neurogénesis), lo que repercute en mala memoria, dificultad para con-
centrarse y la tendencia a estados de ánimo depresivos y mal carácter.
Al negar la imaginación se cierra la puerta a la creatividad y se abre a
la frustración, la violencia y al decaimiento de la mente. De manera que
el arte, entendido como exploración y búsqueda de nuevos modos de
ver, pensar, sentir, vivir, no nada más es liberador; también es sanador
y favorece la empatía. La capacidad del cerebro de crearse a sí mismo
permite a cualquiera transformarse de un ser gruñón, intolerante y
amargado a una persona afable, empática y abierta.
“El triunfo de nuestro ADN es que nos hace sin determinarnos. La
invención de la plasticidad neural, que está codificada por el genoma,

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permite a cada uno de nosotros trascender nuestro genoma. Igual que


el carácter, emergemos del vago alfabeto de nuestro texto. Por supuesto,
aceptar la libertad inherente al cerebro humano —saber que el indivi-
duo no está genéticamente predestinado— es también aceptar el hecho
de que no tenemos soluciones únicas. A cada uno de nosotros se nos
hace cada día el regalo de nuevas neuronas y células corticales plás-
ticas; y solamente nosotros podemos decidir en qué se va a convertir
nuestro cerebro”. (Lehrer, 2010, 71)
“El pintor Alex Grey escribe que el arte abre nuestros sentidos y nos
permite ver el mundo como nuevo. Al experimentar desde dentro una
atenta conexión con la obra de arte, se manifiesta en la conciencia una
vasta gama de aspectos de la vida, desde lo más terrorífico hasta lo más
glorioso; de manera que el arte mantiene viva y alerta nuestra atención
sobre el mundo que nos rodea y también puede ayudar a inspirarnos e in-
clusive transformarnos a nosotros mismos desde dentro”. (Grey, 1998, 9)
Muchos filósofos creen que las cosas, acciones o personas se consi-
deran valiosas cuando dejan de parecer indiferentes; cuando algo se
valora es porque se percibe como importante y significativo. El arte de-
tona este valorar el mundo a partir de la mirada atenta, al despertar o
liberar la imaginación mediante una experiencia estética, que abre en
el individuo uno de esos caminos que le permite significar de manera
profunda la vida, las cosas, las personas… y por tanto valorar la vida y
todo aquello que está alrededor de forma libre y comprometida.
George Eliot, seudónimo que utilizó la escritora británica Mary
Anne Evans, expuso en su novela Middlemarch que la mente “no está
tallada en mármol; no es algo sólido e inalterable. Es algo vivo y cam-
biante”. Hoy los estudios avanzados en el campo de las neurociencias
han dado completamente la razón a la escritora. La neurogénesis es el
proceso por el que el cerebro produce día con día nuevas neuronas; está
literalmente en continua construcción. El ser humano, como el resto del
universo, está en continuo proceso y desarrollo.
Y, mientras que la libertad es una idea abstracta, la neurogénesis
es la prueba de que se evoluciona para no dejar nunca de evolucionar.
Eliot llevaba razón: estar vivos es empezar incesantemente. Como es-
cribió en Middlemarch, la “mente [es] tan activa como un fósforo”. Así
como cada uno de los humanos empieza cada día con un cerebro ligera-
mente nuevo, la neurogénesis se encarga de que nunca termine de cam-
biar. Es en el constante arremolinarse de las células —en la irreprimible
plasticidad de cada cerebro— donde cada quien encuentra la libertad.
(Lehrer, 2010, 67)

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Valores religiosos y estéticos

Este hecho es relevante para la imaginación y la creatividad, pues


ambas se alimentan de la novedad, es decir, de la capacidad de ver co-
sas nuevas o de ver lo mismo de forma novedosa. No solamente eso;
el cerebro humano segrega dopamina, serotonina y endorfinas, llama-
das las hormonas de la felicidad. Cuando las personas son estimuladas
por algo nuevo o emocionante, cuando encuentran nuevas conexiones,
cuando descubren no solamente nuevas formas de responder sino que
son capaces de hacer nuevas preguntas, el cerebro literalmente se re-
construye, se mejora y se cura.
Esta relación entre los estados de ánimo, los procesos fisiológicos y
emociones, como la curiosidad o la sorpresa, son sumamente sanadores
y educativos, pues estimulan el nacimiento de nuevas neuronas, que
inhiben estados anímicos negativos como el estrés, la depresión o la ira.
De este modo, una cultura o institución represora no nada más afecta
la imaginación y coarta la libertad y creatividad humana, sino que li-
teralmente enferma y deprime a las personas e inhibe su desarrollo y
crecimiento, así como su capacidad regenerativa.
En este sentido, las experiencias estéticas así como el aprendizaje
significativo, crítico, innovador, reflexivo, puede llegar a ser altamente
sanador así como altamente estimulante; permite amplificar la eficien-
cia, la creatividad, la productividad… así como estados de ánimo y ac-
titudes positivas.
A partir de estos conocimientos es posible afirmar que el arte debe
ser visto como una parte fundamental e integral en el desarrollo del
pensamiento y el crecimiento humano. Promover y afirmar la expan-
sión de la imaginación y, con ello, liberar la mente, es benéfico y útil en
todos los niveles educativos así como para todas las edades. De modo
que el arte, el ocio, el juego, la exploración y la libertad de pensamiento
no son meramente entretenimientos secundarios, pérdida de tiempo o
actividades banales de gente que no tiene nada mejor que hacer, sino
el camino para posibilitar sociedades más sanas, felices, productivas,
creativas, innovadoras y empáticas.
El descubrimiento de la neurogénesis es bastante reciente y rompe
con la idea de “acabado”, con la que se describía el cerebro y la con-
ciencia humana. Antes se creía que el número de neuronas del cerebro
estaban fijas y no se reproducían, por lo que la imagen de la mente era
bastante estática. Por el contrario, el cerebro y, por tanto, la mente, es
algo que se renueva y se recrea una y otra vez, y la novedad cumple un
papel fundamental en este proceso.

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El cerebro humano se estimula ante nuevos retos, sensaciones, pers-


pectivas, ideas… la naturaleza del cerebro y, consecuentemente, del ser
humano florece con la exploración, la curiosidad, la búsqueda de nue-
vos significados y nuevas conexiones. La vida se siente más intensa y
edificante cuando se sale de lo común, cuando se va más allá de la con-
fortabilidad, cuando el ser humano mantiene su dimensión artística y
creativa despierta; dicho en forma metafórica: cuando el adulto que es
no aniquila al niño que fue.
Finalmente, todos los seres humanos nacen siendo científicos, ar-
tistas y filósofos; esa habilidad natural la van perdiendo con el paso
del tiempo cuando se enfrentan a entornos poco estimulantes o muy
represivos.
Existe una profunda conexión entre imaginación, curiosidad, apren-
dizaje, creatividad y libertad. Solamente un individuo libre puede ser
plenamente consciente de sí y, por tanto, hacerse cargo de sí. La auto-
nomía de todo agente racional presupone que el individuo sea capaz de
tomar en sus propias manos la responsabilidad de su vida y al hacerlo
debe asumir las consecuencias de sus acciones.
La imaginación así como la libertad no son algo sencillo de lograr;
para ser plenamente libre el individuo tiene que elegir su propio cami-
no; tiene que ser capaz de encontrar e inclusive crear su propia voz, su
propia mirada, su propio ritmo… su propia manera de estar en el mun-
do. Tanto la libertad como la creatividad no es nada más asunto de en-
contrar nuevas respuestas o perspectivas; también es cosa de formular
mejores preguntas e inclusive de salir a lo desconocido, a la oscuridad
de la noche que Kant vincula con lo sublime. Como dijo Kierkegaard:
“La angustia es el vértigo de la libertad”. La libertad aterra o por lo
menos impresiona porque obliga a las personas a comprometerse con
algo, a hacer una apuesta, a posicionarse ante la vida de cierta manera,
a elegir de entre innumerables posibilidades y opciones una forma de
ver, pensar, ser, estar… y la decisión nunca es fácil, implica abandono y
dejar algo atrás: “Si elijo esta carrera dejo de estudiar aquella”.
El ejercicio de la libertad también expulsa de ese estado cómodo y
apacible donde ya no hay mucho que hacer, preguntar o pensar. La li-
bertad enfrenta a la vida auténticamente humana. Por eso, Sartre consi-
deró que el ser humano está condenado a ser libre; a tener que elegir, a tener
que construirse en cada decisión y a aceptar que la no decisión era ya
una forma de elección. En Temor y temblor, Kierkegaard problematiza la
libertad y la angustia de tener que elegir. La libertad aterra porque obli-
ga a perder piso, inclusive muestra en forma contundente que nunca

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Valores religiosos y estéticos

hubo piso, que el ser humano —como escribió Heidegger— es un “ser


para la muerte”. Pero es en esa finitud que se muestra lo sublime del ser
humano, es justamente en esa indefinición que la dignidad humana se
manifiesta de forma contundente como lo expresa Pico de la Mirandola
en su texto sobre la dignidad del hombre:
“Así pues, hizo del hombre la hechura de una forma indefinida, y,
colocado en el centro del mundo, le habló de esta manera: No te dimos
ningún puesto fijo, ni una faz propia, ni un oficio peculiar, ¡oh Adán!,
para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, esos los
tengas y poseas por tu propia decisión y elección. Para los demás una
naturaleza contraída dentro de ciertas leyes que les hemos prescrito.
Tú, no sometido a cauces algunos angostos, te la definirás según tu ar-
bitrio al que te entregué (…) Ni celeste, ni terrestre te hicimos, ni mortal,
ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de ti mismo,
más a tu gusto y honra, te forjes la forma que prefieras para ti”. (De la
Mirandola, 1996, 105)
De esta manera, la capacidad creadora más importante que el ser
humano tiene en sus manos, su mayor obra de arte, es la de crearse a sí
mismo a partir de sus propias elecciones. Cada ser humano es para sí
mismo, su más grande e importante creación y responsabilidad; cada
uno es para sí mismo el artista y la arcilla.
La experiencia estética que lleva ante el asombro puede ser la llave
que le permita a cada uno salir de su propia prisión (parálisis) y así
poder entender que las cosas pueden ser vistas de distinta manera, que
el yo está en construcción, que cada individuo tiene agencia y respon-
sabilidad de su propia existencia y que hay algo maravilloso a pesar
o precisamente por el “temor y temblor” que genera la incertidumbre
de la vida. Esa experiencia es lo que Kant entendió por lo sublime: “la
vista de una montaña cuyas nevadas cimas se alzan sobre las nubes, la
descripción de una tempestad furiosa o la pintura del infierno”. (Kant,
1964, 13)
Como escribe Kant más adelante en su texto sobre Lo bello y lo subli-
me, lo sublime conmueve, es decir, produce una emoción intensa, un
agitarse de la conciencia, un movimiento, un desplazamiento, un salir
de lo evidente para ir al éxtasis del misterio, de lo incomprensible, de lo
absoluto y lo divino, a un más allá…
En este sentido, el arte como la espiritualidad detonan algo pro-
fundamente humano, el estado de asombro ante la existencia, tanto la
existencia humana como la del cosmos, que conecta con esa pregunta
heideggeriana: ¿Por qué hay algo y no, más bien, nada?

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Preguntas para reflexionar

Estética, arte y creatividad. Localiza y ve el video La mone-


da mejor gastada: Himno a la alegría, tocado en una plaza pública:
https://www.youtube.com/watch?v=ZbX3oAc1ojs.
Comparte tu experiencia en equipo sobre los pensamientos,
sensaciones y sentimientos que haya generado la música y el vi-
deo. Por último, redacta individualmente un ensayo breve que
describa las reflexiones que se expusieron en equipo.

2.6 Las bellas artes y otras


expresiones artísticas

L as diferentes artes se han agrupado en muy diversos modos a lo


largo de la historia e, inclusive, se han ido agregando o quitado al-
gunas disciplinas con el paso del tiempo. Antiguamente se les dividió
a partir de los sentidos involucrados en su percepción; se consideraron
superiores las que eran percibidas por la vista y el oído, y menores las
que eran captadas por el tacto, gusto y olfato.
Otra clasificación consistió en dividirlas como artes puras o mixtas.
Las puras utilizan ya sea el espacio o el tiempo para su manifestación,
por ejemplo, la escultura usa el espacio mientras que la música se mani-
fiesta en el tiempo. Las artes mixtas son aquellas que usan una mezcla
de ambas, como el cine o el teatro.
La clasificación más convencional actualmente las divide como:
a) Artes literarias: poesía, prosa, teatro…
b) Artes plásticas: pintura, dibujo, escultura, arquitectura…
c) Artes escénicas o musicales: música, canto, danza…
La cinematografía podría incorporarse a las artes escénicas o podría
entrar en un cuarto apartado, donde también se agregarían otras mani-
festaciones artísticas que involucran el uso de tecnología como la foto-
grafía y todo el arte multimedia. El cine se agregó posteriormente a las
siete bellas artes clásicas consideradas en la antigüedad: arquitectura,
danza, escultura, música, pintura, literatura y teatro; sin embargo, con
el nacimiento de nuevas tecnologías también surgen nuevas formas de
expresión artística, por lo que en el futuro podrían surgir o concretarse
otras formas de expresión nunca antes vistas.
78
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Valores religiosos y estéticos

La narrativa, con sus símbolos y significados, ha estado manifiesta


en las diferentes obras de arte que han sido de gran relevancia en el de-
sarrollo histórico de la humanidad debido a que fortalece y enriquece
la capacidad de las personas para modelar, reflexionar y experimentar
diferentes perspectivas y cosmovisiones, es decir: el conjunto de pre-
supuestos, valores, principios, ideas, teorías… que articulan una for-
ma coherente e integral de darle significado a la vida y al mundo. En
este sentido las manifestaciones artísticas son liberadoras en tanto que
productoras de posibilidades… y sin posibilidades no habría libertad
real. El filósofo y economista indio Amartya Sen describe el desarrollo
como la ampliación de la libertad de las personas, y el arte ha sido y
sigue siendo un elemento fundamental en el desarrollo integral del ser
humano, un elemento profundamente liberador.
El ser humano ha plasmado sus visiones de la realidad en cuentos,
mitos, leyendas, poesías y todo tipo de historias. Géneros como la nove-
la romántica, fantasía, ciencia ficción, novela negra… le han permitido
al ser humano enriquecer su vida y horizonte mental de posibilidades
gracias a que puede entrar en contacto con la mirada del autor, que se
encuentra plasmada en la obra. Cada época y cultura ha creado y he-
redado en sus narrativas un cierto modo de ver y entender lo humano,
lo divino, lo social, lo natural…a ese sello distintivo histórico cultural
los alemanes le llamaron zeitgeist, ‘el espíritu de la época’. De manera
que cada etapa, como cada narrativa, tiene una particular perspectiva
y cosmovisión. La historia humana se ve enriquecida con todas esas
cosmovisiones y visiones que le permiten a cada persona no solamente
expandir su propia conciencia, sino empoderarse y liberarse a partir de
un mar de posibilidades de entre las que puede elegir.
Como afirma el psicólogo Steven Pinker: “La narrativa es una mane-
ra de explorar el vasto espacio de las relaciones humanas en el recinto
seguro de la mente”. En la narrativa, la conciencia humana puede literal-
mente aprender de los errores y aciertos de los personajes de la novela, la
película, la obra de teatro o la serie televisiva. El lector puede sentir y vi-
vir situaciones inmensamente complejas o alejadas en el tiempo y espa-
cio de su propia circunstancia. De ahí que muchos amantes de la lectura
afirman que las personas que leen son capaces de “vivir muchas vidas”.
El sociólogo Erving Goffman en su obra La presentación de la persona en
la vida cotidiana, publicada en 1959, afirmó que todos los seres humanos
viven en forma dramatúrgica se den o no cuenta de ello. Dicho de otra
manera, el sociólogo considera que en la vida cotidiana, los seres huma-
nos salen a escena a representar un papel del mejor modo que pueden.

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Ética en la profesión y valores para la vida

Esto implica que las expectativas respecto del comportamiento se en-


sayan y se perfeccionan. Un médico necesita una bata para representar
bien su papel; es parte de su vestuario; pero también necesita compor-
tarse de cierta manera, decir ciertas cosas, tener ciertos ademanes: el
gremio de médicos aprende a comportarse médicamente por imitación;
en la escuela los estudiantes de medicina no solamente aprenden me-
dicina, también aprenden cómo comportarse como médicos. Lo mismo
una enfermera, un mesero, un profesor… cada papel tiene sus exigen-
cias y las personas no se comportan igual cuando están en el papel de
meseros que de novios o estudiantes, aunque sea la misma persona.
En el escenario de la escuela, el papel de estudiante tiene ciertos li-
neamientos y hay que comportarse de cierta manera, pero al cambiar la
circunstancia cambia el set y los lineamientos se modifican, por lo que
hay que cambiar a su vez al personaje. Las personas con mayor adap-
tabilidad y con mayor inteligencia emocional saben adaptarse con gran
plasticidad en cada entorno; dicho de otra manera: saben representar
con buen criterio el personaje que funciona mejor en un nuevo set so-
cial (circunstancia).
La perspectiva dramatúrgica sitúa las comunicaciones en el centro
de la actividad humana, redefine la personalidad en términos relacio-
nales, hace de la propia experiencia una cuestión teatral y transforma
la propiedad en una serie de símbolos que ayudan a la gente a interpre-
tar sus múltiples roles dramáticos a medida que revolotea por ahí, en-
trando y saliendo de redes de experiencia vividas, cada una de las que
representa un aspecto diferente de su historia vital (Rifkin, 2010, 552).
Esto no significa que la gente sea falsa, más bien implica que la gen-
te, como el cerebro, es sumamente plástica y capaz de adaptarse a una
buena cantidad de circunstancias. De ahí que la riqueza de la mente sea
precisamente la capacidad de adaptabilidad, y esta capacidad es la que
le permite a un recién nacido ajustarse a las normas sociales y cultura-
les de cualquier forma de comunidad humana, desde las tribus de ca-
zadores recolectores que vivieron en África hace más de 200,000 años,
pasando por las primeras grandes civilizaciones egipcias y romanas,
hasta las grandes urbes cosmopolitas y altamente tecnologizadas como
Nueva York o Shanghái en la época contemporánea. El bebé humano es
capaz de adaptarse a todos esos entornos culturales- naturales y asu-
mir la narrativa del lugar en que nace, crece y se desarrolla. El arte
cumple una excelente función pedagógica en la exposición y posterior
comprensión de las narrativas locales (zeitgeist).

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Valores religiosos y estéticos

Preguntas para reflexionar

Las bellas artes y otras expresiones artísticas. Lee oralmente el si-


guiente poema de John Donne.
Nadie es una isla
Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de
continente, una parte de la tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa
de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre
me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente
nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.
(Devotions Upon Emergent Occasions)

Disfruta el poema. Reflexiona. Contesta las siguientes preguntas. En


forma colectiva comenta las respuestas.
1. ¿Cuál es la idea principal del poema?
2. ¿Cuáles metáforas utiliza el autor para expresar la idea principal de
su poema?
3. ¿Cuáles sentimientos, pensamientos y valores se desarrollan en el
poema?

2.7 La belleza como valor central


de la Estética

A lexander Baumgarten describió la Estética como el estudio de la


esencia de lo bello. Para este autor, la Estética buscaría la cognición
sensitiva perfecta. En la antigüedad esta búsqueda de perfección o pu-
reza ya habían sido planteadas por Platón y Plotino, pero estos autores
fueron más lejos e identificaron lo bello con lo bueno y verdadero en
una “unidad de lo real perfecto”, es decir, asumieron la existencia de
entidades metafísicas. (Mora, 2009, 1115)
El juicio estético es una valoración distinta al juicio ético o episté-
mico. El discurso ético está preocupado por la corrección de los actos
humanos y el epistémico por la veracidad de los discursos y teorías. La
estética en cambio se preocupa por educar la sensibilidad y tendría a la
belleza como uno de sus valores esenciales.
81
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Ética en la profesión y valores para la vida

La propuesta estética de Baumgarten marca el inicio de un estudio


y reflexión que sigue dando frutos hasta la actualidad. Uno de los pro-
blemas de la noción de belleza como perfección es que no permite dar
cuenta de las diversas manifestaciones artísticas así como de las múlti-
ples y variadas percepciones sobre la belleza en las distintas épocas y
culturas. Los estudios en Sociología, Psicología e Historia parecen mos-
trar con mucha contundencia que los seres humanos se acostumbran y
adaptan a diferentes estilos estéticos y que esta adaptación es creadora
de gustos y predilecciones sumamente variadas. Parece ser que el gus-
to estético es altamente adaptable debido a la plasticidad del cerebro
humano y debido a la interacción con las manifestaciones artísticas de
la cultura en que el individuo crece y se desarrolla; por eso es que se
forma cierto gusto o sensibilidad estética determinada.
La captación de lo bello varía entre los distintos grupos sociales. La
gente se adapta y aprende a reconocer los patrones estéticos de su cul-
tura, pero le resultan extraños y desagradables los estilos artísticos de
otros lugares. Cuando el ser humano crece en un lugar, no nada más
aprende una lengua y una cultura; también se le entrena y educa en un
particular gusto o sensibilidad estética. La subjetividad de la belleza
es muy compleja, debido a que en su apreciación intervienen diversos
aspectos psicológicos, sociales, familiares y culturales.
Por otro lado, también parece existir una cierta constante o regulari-
dad en toda la especie humana respecto de una proporción matemática
de fondo. Gracias a los estudios de estética y matemáticas sobre el nú-
mero áureo y la sucesión de Fibonacci, puede establecerse una relación
asombrosa entre el universo, las matemáticas y el gusto y sensibilidad
por la belleza.
Tanto el número áureo,
también llamado proporción
divina, así como en la suce-
sión de Fibonacci, pueden
ser encontradas formas, pa-
trones y regularidades que
atraen la sensibilidad estéti-
ca y se encuentran presen-
tes en infinidad de lugares
como en los huracanes, las
galaxias, las conchas mari-
nas, las amonitas, nauti-
82
Este libro es para uso exclusivo de
Valores religiosos y estéticos

los…así como en una gran cantidad de obras de arte de todos los géne-
ros artísticos existentes y de todas las culturas.
¿Qué es la proporción áurea? Si una línea es dividida de manera
tal que la proporción entre el segmento mayor y el menor sea igual a
la proporción entre la línea completa y el segmento mayor, ahí está
la proporción áurea representada por phi. Si el segmento mayor es
dividido entre el menor da phi Ф = 1,6180339… y como la proporción
es la misma, también se obtiene phi si el segmento completo se divide
entre el segmento mayor. Otra forma de verlo es en un rectángulo áu-
reo: si se corta el cuadrado más grande posible del rectángulo áureo,
el rectángulo sobrante que se forma del corte mantiene la misma pro-
porción que el rectángulo original, y la división del lado más grande
de cada rectángulo áureo entre el lado menor, siempre es phi.

En la célebre pintura de Velázquez, Las Meninas, y en La Gioconda,


de Leonardo Da Vinci, también se encuentra la proporción áurea.

Esta proporción está en innumerables obras de arte y ha sido objeto


de estudio y modelo de armonía y belleza para muchos artistas como
Leonardo da Vinci, Alberto Durero, Salvador Dalí e inclusive se en-
cuentra presente en las pinturas rupestres encontradas en las cavernas
de Lascaux y Chauvet hace más de 32,000 años. Esta proporción per-
mitió a Durero desarrollar la espiral que lleva su nombre a partir de
dibujar rectángulos áureos uno dentro de otro y luego unir los vértices
de los cuadrados con arcos de circunferencia. La figura que queda re-
presenta la proporción que se da en el crecimiento de las conchas mari-
nas, los cuernos de muchos animales, la forma que tienen huracanes así
como de galaxias. Por lo que la belleza, las matemáticas y la eficiencia
de la naturaleza, no están separadas sino relacionadas.

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Ética en la profesión y valores para la vida

Obras como la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, el Partenón en Gre-


cia, las pirámides de Keops en Egipto, la catedral de Notre Dame en
Paris, la escultura monumental de la Coatlicue en el México precolom-
bino, así como La última cena de Salvador Dalí toman en cuenta la pro-
porción áurea. Todas estas obras pertenecen a momentos históricos y
culturales sumamente diversos, y muchos de ellos no tuvieron contacto
unos con los otros; sin embargo, aunque los estilos estéticos pueden ser
y de hecho son sumamente variados, hay algo común a todos ellos: la
proporción áurea.
La secuencia de Fibonacci empieza con dos números uno, y cada
número siguiente es la suma de los dos anteriores: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21…
Esta secuencia se encuentra en todo el universo así como en el cuerpo
humano. Este vínculo o relación entre las matemáticas, la belleza y el
modo en que la naturaleza se organiza abre muchas preguntas y líneas
de exploración. ¿La naturaleza es matemática o el modo en que nuestro
cerebro comprende la naturaleza es matemático?
Galileo consideraba que Dios había escrito el universo matemática-
mente, y al estar el ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios, el
astrónomo italiano concluyó que tanto la racionalidad divina, como la
humana y la natural eran compartidas; las dos últimas hechas a imagen
y semejanza de la del Creador. Por eso Galileo creía que Dios era el gran
matemático y que el universo estaba creado matemáticamente; inclusi-
ve afirmó que el libro de la naturaleza estaba escrito matemáticamente.
La secuencia de Fibonacci y la proporción áurea no solo nos permi-
te seguir esta línea de exploración del universo, sino que también nos
permite percibir la belleza, armonía y proporción de todo cuanto existe
o ha sido creado. Desde un microorganismo hasta una galaxia. El nú-
mero de pétalos de casi todas las flores son compatibles con alguno de
los números de la secuencia de Fibonacci, Igual que su ramificación o el
nacimiento de las hojas en una rama; también están presentes en nues-
tro cuerpo en el modo en que se subdividen los nervios y las venas para
llegar a cada rincón del cuerpo… todo en el universo como en nuestro
cuerpo manifiesta una armonía matemática de gran eficacia y belleza
así como de una inmensa versatilidad y variedad.
¿Por qué es que el cerebro o la sensibilidad humana obtienen placer
y regocijo en obras donde la proporción áurea se encuentra manifiesta?
¿Es la belleza algo en sí mismo o el resultado de una proporción en la
interacción o secuencia de ciertos objetos, distancias, tamaños o frecuen-
cias? ¿Gusta la proporción áurea presente en las obras de arte porque es

84
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Valores religiosos y estéticos

un patrón al que nos hemos acostumbrado a reconocer en la naturaleza


o está de alguna manera inscrito en el modo en que nuestro cerebro
está estructurado? Hasta el momento no hay respuestas para todas estas
preguntas. Como diría Platón en el final de su diálogo sobre la belleza:
bien podemos considerar que “difícil cosa es lo bello”.

Preguntas para reflexionar

A. Escucha la plática de Ted Talks de Arthur Benjamin: La magia en los


números de Fibonacci (http://www.ted.com/talks/arthur_benjamin_the_
magic_of_fibonacci_numbers/transcript?language=en) y dialoga con
tus compañeros sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo se relacionan los números de Fibonacci con la proporción áu-
rea?
2. ¿Por qué son tan importantes los números de Fibonacci?
3. ¿En dónde podemos encontrar los números de Fibonacci?
B. Redacta algunas conclusiones que obtuviste después del diálogo grupal:

Fuentes documentales
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Berger, Peter, Para una teoría sociológica de la religión, Kairos, Barcelona, 1971.
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Ética en la profesión y valores para la vida

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86
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Capítulo 3 El ser humano y el valor

3.1 ¿Cómo definir al hombre


desde los valores?

“R espetar la dignidad humana no significa únicamente no utilizar


a los seres humanos como medios, tampoco significa únicamen-
te no dañarlos, sino que exige empoderarlos para que puedan llevar
adelante sus proyectos de autorrealización, sus proyectos de vida flo-
recientes, siempre que con ello no perjudiquen a otros seres humanos.
En este sentido, es sumamente fecundo el “enfoque de las capacidades”
de Amartya Sen, que nace para proporcionar una base de información
para “medir” el desarrollo de los pueblos, pero permite también inter-
pretar el principio del Fin en sí mismo como fin positivo, y no nada más
limitativo, de las actividades humanas. No instrumentalizar y no dañar
a las personas son principios básicos, pero también lo es empoderarles
para que puedan realizar sus proyectos vitales. No hacer su vida por
ellas, sino darles el poder suficiente como para que puedan hacerla por
sí mismas. Ese es el sentido de la política, la economía y las ciencias:
empoderar a las personas para que sean sujetos agentes de sus vidas”.
(Cortina, 2009, 226)
Uno de los ámbitos más relevantes y significativos del ser humano
es su capacidad de elegir; no obstante la influencia que tienen sobre él
la genética y la sociedad, estas no son determinantes que anulan su
libertad, aunque sí se esté significativamente influido por ambas en un
cierto grado. El ser humano es especial en tanto que tiene la capacidad
de proponerse sus propios fines, de ser agente y dueño de su propia
vida, ergo de ser libre. El ser humano nace libre en tanto que puede ra-
zonar, valorar y preferir, desde cosas triviales como qué comer el día de
hoy, hasta aspectos trascendentales como la manera de dirigir su pro-
pia búsqueda o camino espiritual. La búsqueda de sentido de la vida
y el ser consciente de su propia conciencia lo sitúa como una criatura
peculiar dentro del universo conocido.
Solamente en la medida en que el ser humano es libre, también es
un agente moral, es decir, que tiene responsabilidad de sus acciones.
Cada decisión implica cierta ponderación, y por tanto una deliberación
sobre las alternativas que se tienen; esto enfrenta al ser humano a la
responsabilidad de ser libre, de crearse y hacerse cargo de sí mismo al
87
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Ética en la profesión y valores para la vida

poner en juego un particular sistema de valores que organiza y orienta


el modo en que una persona le da sentido a la vida y define su camino
en ella. La libertad como un valor esencial implica el reconocimiento
del vínculo entre el valorar y el ser libre: “Valoramos porque somos
libres y somos libres porque valoramos”.
El cerebro humano percibe e interpreta su entorno natural y social
más allá de la mera supervivencia o comprensión empírica; además de
percibir hechos, el ser humano los interpreta, y esas interpretaciones no
son neutrales ni objetivas, sino valorativas. Para bien o para mal, cada
experiencia humana está cargada de contenido simbólico, es decir, va-
lorativo. Toda actividad humana consciente está orientada por valores,
y es la constelación de valores presente en la conciencia humana lo que
orienta y guía a cada individuo en el “laberinto” de la existencia. Valores
morales como la búsqueda de lo justo, el bien, la lealtad, la benevolencia,
el respeto, la dignidad, la amistad… conforman criterios o guías de pon-
deración relevantes en la toma de decisiones de todo individuo, sobre
todo en aquellos ámbitos donde se interactúa con otro ser humano.
La historia del ser humano muestra que no es suficiente la mera sub-
sistencia; no solamente se busca alimento, una guarida y una pareja
para procrear, sino que en las diversas culturas y elecciones individua-
les se elige la manera en que estas necesidades se satisfacen buscando
realización, justicia, belleza, placer, felicidad, sentido… De ahí que Ade-
la Cortina defienda que el mundo del valer no se identifica con el del
ser: “los hechos puros no existen en el mundo humano. Siempre se leen
a través de interpretaciones”. (Cortina, 2009,133)
Si bien la ciencia y el método científico intentan depurar el subjeti-
vismo y la falibilidad humana para analizar el mundo social y natural,
es necesario reconocer que nunca se logra del todo. La Verdad Abso-
luta es un ideal, un horizonte al que el ser humano intenta aproximar-
se pero en el que claramente no se encuentra. Se requiere un esfuerzo
constante y arduo para limitar los efectos de la subjetividad valorativa
humana, así como la falibilidad en las investigaciones científicas serias.
La parte positiva es que esta misma capacidad valorativa le permite al
ser humano vivir el mundo en forma no mecánica o determinada por la
realidad misma; la subjetividad es el precio que se paga por la libertad,
y su consecuente responsabilidad. Si el ser humano no fuera libre, tam-
poco tendría ninguna responsabilidad moral. Dicho de otra manera, el
ser humano vive su vida no de manera objetiva sino valorativa. Al ser
humano no le basta con sobrevivir, sino que busca en cada elección,
darle sentido a la vida.

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Este libro es para uso exclusivo de
El ser humano y el valor

Los humanos desean no nada más comer, sino disfrutar de lo que


comen, y han hecho de la cocina tanto un arte como una forma de ex-
presión de la identidad cultural y personal. De la misma manera no
nada más construye casas o refugios donde guarecerse, sino que me-
diante el desarrollo de la arquitectura crea espacios que manifiestan los
valores estéticos y humanos de una sociedad. El ser humano construye
ciudades y edificios que representen sus ideales y posibilidades, tanto
religiosos, como en el caso de las sinagogas, mezquitas, templos y ca-
tedrales, como construcciones de gran relevancia en ámbitos como el
político, económico, educativo o artístico.
Pirámides, mausoleos, hospitales, teatros, parques, catedrales, mu-
seos, puertos, bibliotecas… todos expresan y representan algo valioso y
peculiar del ser humano. Desde la búsqueda de conocimiento, asombro
ante lo divino, solidaridad con los enfermos, compromiso con la educa-
ción, relevancia del comercio y todas las distintas vertientes artísticas,
políticas, espirituales y sus respectivas perspectivas y valores…
Ciertos edificios o monumentos son expresiones de un imaginario
de identidad, significado y cosmovisión que hace de las ciudades y ca-
sas algo más que solo un lugar de refugio, como lo son edificios de gran
relevancia histórica y simbólica como el Empire State en Nueva York,
el Big Ben en Londres, o la casa de bolsa en la Ciudad de México. Esos
edificios no son exclusivamente paredes y varillas; son ideales y formas
de vida materializadas en algo concreto. Lo mismo pasa con monumen-
tos sin ninguna utilidad aparente como la torre Eiffel en Francia, el Taj
Mahal en la India o las pirámides de Teotihuacán. Parques, plazas, edi-
ficios, casas, monumentos… cumplen funciones sociales y humanas de
carácter valorativo; tanto el Ángel de la Independencia como la estatua
de La Libertad expresan valores relevantes de nuestra cultura y cosmo-
visión. Los museos manifiestan la gran importancia que una sociedad
le da al arte, como el edificio Chrysler representa la importancia del
comercio y el desarrollo tanto económico como tecnológico. Nuestras
“cuevas” arquitectónicas son más que “guaridas”, son la manifestación
estética y simbólica de los valores y cosmovisiones de una sociedad.
Lo mismo sucede con todo el imaginario literario y poético en tor-
no al amor y las relaciones afectivas entre las personas, cada cultura
e individuo entienden las relaciones humanas de cierto modo y así se
representan en cada obra artística. Mediante las distintas obras de arte
el ser humano en cada cultura exterioriza su propia visión del amor y
el afecto; desde tragedias como Romeo y Julieta de Shakespeare, pinturas
como El Beso de Gustav klimt, esculturas como la piedad de Miguel Án-

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Ética en la profesión y valores para la vida

gel, epopeyas como el Bhagavad-Gita o películas como Tizoc de Ismael


Rodríguez con Pedro Infante y María Félix. Cada obra de arte explora
y representa la infinita complejidad y bastedad de las relaciones huma-
nas. Cientos de miles de obras de arte en todos los géneros, culturas
y épocas manifiestan el gran valor y diversidad en que las relaciones
afectivas se expresan. En este interpretar, significar, representar, cons-
truir, mostrar, desarrollar, crear… el ser humano explora, desarrolla y
vive su libertad; es decir, su capacidad para valorar.

Preguntas para reflexionar

Escribir en un papel, de manera individual, por lo menos cin-


co valores que mejor manifiesten sus ideales y compromisos.
1. Comparar la lista personal con otros y ver las similitudes y di-
ferencias.
2. Explicar a las otras personas del grupo las razones por las que
se eligieron esos valores y lo que implican para cada uno en la
vida cotidiana.
3. Dialogar en grupo sobre las diferentes perspectivas que se tie-
nen sobre dichos valores y los diferentes modos de entenderlos
y vivirlos.

3.2 Cultura, sociedad y educación:


elementos constitutivos de los seres humanos

N o hay enseñanza neutral, sino siempre cargada de valores, por


eso más vale explicitarlos y tratar serenamente sobre ellos para no
caer en la indoctrinación. Pero tampoco hay vida pública neutral, ni en
los medios de comunicación, que jamás son “independientes”, ni en la
política, ni en la economía ni en la cultura ni en las ciencias. Más vale
reconocer en voz alta cuáles son los valores, con luz y taquígrafos, que
pretender una imposible neutralidad. (Cortina, 2009, 142)
El simple hecho de ser humano implica no ser neutral, toda valo-
ración implica una cierta preferencia, y toda elección está de un modo
u otro cargado de subjetividad. La libertad se da en este ámbito de la
ponderación y la elección.
90
Este libro es para uso exclusivo de
El ser humano y el valor

La sociedad a partir de la educación formal y la elaboración, pro-


pagación o control de toda otra forma discursiva, tiene como finalidad
educar en valores y hacerlo de determinada manera. En este sentido
todo discurso está cargado de una cierta perspectiva y de una forma
particular de ver al ser humano y al mundo; es decir, de valorar. Desde
películas, comerciales, novelas, obras de teatro, conferencias, periódi-
cos, revistas… todo está cargado de perspectiva y por tanto de valores.
De esta manera, la mejor colonización que pudieron jamás realizar los
estadounidenses, se ha diseñado, producido y propagado desde Ho-
llywood y ha tocado cada rincón del planeta.
En cada película son vistos los valores de Estados Unidos en su
máxima expresión. Toda obra viene cargada de valores. Todo discurso
asume y promueve una particular forma de entender lo humano y el
mundo que lo rodea. Por eso es importante estar conscientes de la au-
sencia de neutralidad de los discursos o los productos culturales, man-
tener una actitud crítica y reflexionar sobre los contenidos y prácticas
que se promueven. Es relevante preguntarse si promueven la libertad,
igualdad, solidaridad, justicia, integridad, honradez… o, si por el con-
trario, son promotores de la superioridad de unos sobre otros, incitan a
la violencia, etiquetan a ciertos grupos, estigmatizan a ciertos sectores
sociales, legitiman el uso de la violencia… En el primer caso se estaría
ante un producto que promueve valores éticos, en el segundo ante un
producto que incita a la intolerancia y la violencia.
Es sumamente sencillo ver la intensa carga ideológica en obras al-
tamente panfletarias como El triunfo de la voluntad, dirigida en 1935 por
Leni Riefenstahl en el apogeo del nazismo. Lo importante es entender
que todo producto cultural tiene su carga ideológica y valorativa, lo
relevante es poder mantener una actitud crítica y autocrítica sobre todo
discurso y sobre el tipo de prácticas que se promueven. Obras como
Toy Story de John Lasseter también tienen su carga ideológica y pro-
mueven ciertos valores, donde se promueve el dialogo y la diversidad.
Las preguntas son: ¿Qué tipo de valores se están promoviendo? ¿En-
salzan la igualdad entre los integrantes de la sociedad o la superiori-
dad de unos sobre otros? ¿La amistad o la rivalidad? ¿La cooperación
o la competencia? ¿Estereotipan a un sector de la población o son
incluyentes? ¿Promueven la reflexión o defienden visiones únicas? ¿In-
vitan al dialogo con los diferentes o enardecen el odio hacia todos los
que no pertenecen al grupo?
La educación es susceptible de funcionar como una fuerza libera-
dora, cuando invita a la reflexión y empodera a los estudiantes; pero

91
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

también puede ser utilizada como una forma de control, como cuando
en vez de enseñar a pensar se pretende imponer qué pensar. Cuando la
educación es crítica se enseña a verla con ojos críticos; por eso José Or-
tega y Gasset recomendaba a los profesores ser autocríticos: “Cada vez
que enseñes, enseña también a dudar de aquello que enseñas”. Cuando
se hace lo contrario, la escuela opera como una “fábrica de humanos”
o una “fábrica de títulos” y la educación sería un simple “monocultivo
de humanos” donde se busca que todos piensen igual. En la última si-
tuación no se estaría empoderando o liberando, sino todo lo contrario,
se estaría “indoctrinando”, operando como un sistema de control. De
ahí la actitud escéptica de Mark Twain respecto del sistema educativo:
“Nunca permití que la escuela interfiriera en mi educación”.
El sistema educativo, como el resto de las instituciones sociales, no
solamente tiene que reconocer la libertad humana; también tiene la res-
ponsabilidad de hacer todo lo posible por potenciarla, no simplemente
transmitiendo información, sino enseñando a pensar y reflexionar en
forma crítica y activa respecto de toda información disponible. Como
escribió Paulo Freire, uno de los grandes pedagogos del siglo XX: “Es-
tudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”.
Es fundamental entender que toda información es parcial y que repe-
tirla o memorizarla no implica comprenderla ni ser capaz de aplicarla
o mejorarla.
Por el contrario, el adoctrinamiento no permite la reflexión, sino
que exige obediencia y sumisión. Estas “pedagogías” cargadas de una
ideología muy cerrada pretenden imponer una única opción y visión
con pretensión de universalidad; se niegan a reconocer la existencia
de toda otra forma de ver y entender la realidad humana, es decir, son
fundamentalismos. “El fundamentalismo acepta determinados princi-
pios por algún tipo de fe y se niega a ponerlos en cuestión, se niega a
someterlos a la menor revisión racional. Puede tratarse de un fundamen-
talismo económico, basado por ejemplo en el principio “indiscutible” de
que la economía busca el crecimiento, y además a través de una receta
como la del Consenso de Washington. O de un fundamentalismo político,
que opta por un partido determinado y no ve en él sino virtudes, y en
los demás, vicios”. (Cortina, 2009, 14)
Estas posturas radicales y obtusas suelen llevar a los seres humanos
a un diálogo de sordos o a una serie de monólogos a muchas voces
donde todo mundo habla pero nadie escucha. Es importante que la so-
ciedad, las instituciones y los individuos en general puedan superar
el caer en estos extremos y radicalismos, y poder reconocer que nadie

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El ser humano y el valor

tiene toda la verdad o toda la razón de su parte. Un buen nivel de hu-


mildad socrática permite que diferentes grupos humanos con distin-
tas posturas se puedan conceder mutuamente el beneficio de la duda
y desde esa concesión hacer el mejor esfuerzo por escuchar y buscar
entender las razones que cada grupo humano atesora; todo esto en un
clima de respeto y reconocimiento mutuo. Esto es factible entre las cul-
turas como entre las personas de un mismo grupo e inclusive en el
interior de una familia.
Por un lado los diferentes fundamentalismos tienden a defender una
única forma de entender e interpretar la realidad, tanto humana como
natural; por otro lado los relativismos devastadores tienden a anular
todo sentido para el dialogo al defender que todo vale igual. Como si el
hecho de que la mujer tenga acceso al voto fuera igual de bueno que el
que no lo tenga, o como si el respeto mutuo fuera igual de deseable que
un clima de intolerancia y violencia. Evitar estos puntos extremos con-
tribuye a acercar a las personas y a los pueblos a un dialogo fructífero
que lleve al entendimiento mutuo y a los acuerdos.
La paradoja es que el absolutismo y el relativismo devastador llevan
a la misma imposibilidad para un diálogo fructífero, pues resulta ab-
surdo tratar de llegar a un entendimiento, consenso o acuerdos con el
otro, si cada uno cree que solamente su postura es la correcta y no está
dispuesto a escuchar ninguna crítica al respecto (fundamentalismo)
¿Para qué hablar si ya todo está dicho? Por el camino opuesto también
se llega a la misma conclusión, ya que si se cree que cualquier cosa es
correcta, que todo vale, o nada vale, o todo vale igual (relativismo de-
vastador) ¿Para qué hablar si todo es igualmente cierto o falso? En am-
bos casos se desestima la necesidad de un dialogo y de ciertos acuerdos
mínimos que todos estén dispuestos a respetar, como la igual dignidad
de todas las personas.
Pero la educación es un asunto que no solamente incluye a las es-
cuelas, sino a toda la sociedad en su conjunto. Por ello tiene que bus-
carse que en todo acto formativo se empodere y ayude a las personas
a ampliar su perspectiva, a ser más libres, responsables y a ser capaces
de cumplir sus sueños. Se ha creído que las personas que luchan con
mayor vigor por su realización y felicidad son a su vez egoístas, sin
embargo paradójicamente muchos estudios demuestran justo lo con-
trario. En general, las personas entre más realizadas se sientan consigo
mismas, más tienden a la generosidad y a conectarse empáticamente
con los demás. El conocimiento de uno mismo permite elevar el nivel
de compromiso con los ideales propios y por tanto la posibilidad de

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autorrealización. Cuando una persona se realiza, da a su sociedad lo


mejor de sí misma.
“Las sociedades basadas en el conocimiento, gracias a su elevado
grado de individualismo y expresión personal, muestran los niveles
más altos de extensión empática. La individualidad conduce a mayores
cotas de confianza y franqueza con los demás y a una mayor toleran-
cia hacia quienes son diferentes. Cuando uno se siente seguro consigo
mismo y es más libre para controlar su propio destino, es probable que
se muestre menos temeroso hacia los demás y es menos probable que
considere una amenaza a cualquier persona situada fuera de su círcu-
lo inmediato de parientes. De hecho, la emancipación respecto de los
estrechos vínculos comunales y el desarrollo de vínculos asociativos
más débiles, pero también más amplios, expone al individuo a una red
mucho más amplia de personas que, a su vez, contribuyen a reforzar el
sentido de confianza en uno mismo y la franqueza, y ofrecen el contex-
to necesario para el desarrollo de una conciencia empática más amplia”.
(Rifkin, 2010, 436)
Las instituciones sociales críticas y comprometidas con el desarrollo
pleno del individuo no pueden otra cosa que ver con buenos ojos la
autonomía de los miembros de su comunidad; lo que habla de un alto
grado de compromiso humano, educativo y ético; así como de una só-
lida confianza y esperanza en el potencial y generosidad del ser huma-
no. Esta apuesta y confianza por el ser humano les permite actuar en
concordancia con todo aquello que empodere y libere a los individuos,
en vez de intentar controlar, dirigir o constreñir su libertad y potencial;
cosa que terminan haciendo las instituciones dominadas por posturas
pesimistas, inseguras o recelosas de ese mismo potencial humano.
Las instituciones o personas que buscan constreñir al ser humano,
en el fondo tienen miedo de lo que el ser humano puede hacer, y pre-
ventivamente asumen que el ser humano actuará mal. Este pesimismo
también suele negar el carácter benéfico y formativo de cometer erro-
res, al limitar la libertad humana también inhiben las equivocaciones
por exploración, ya que hacen a las personas menos arriesgadas y eso
evita que tengan mayor número de experiencias formativas en las equi-
vocaciones. En tanto que cometer errores es un excelente método de
aprendizaje y crecimiento, el crecer con un número reducido de fraca-
sos implica un número reducido de aprendizaje. En estas sociedades la
gente está menos dispuesta a iniciar negocios, formar empresas, cons-
truir inventos, realizar investigación de punta y toda otra actividad que
implique riesgo y confianza en uno mismo.

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El ser humano y el valor

El pesimismo o cautela respecto del potencial humano no solamente


inhibe el desarrollo de las personas, sino que al inhibirlo limita el flore-
cimiento y desarrollo de toda una sociedad, a fin de cuentas una socie-
dad no es otra cosa que la suma de sus individuos, y si estos viven más
asustados y constreñidos que empoderados, eso se manifestará en los
logros de dicha sociedad. Este pesimismo o cautela lleva a las sociedades
e instituciones a ser temerosas y recelosas con las personas, por lo que
buscan constreñir e inhibir el potencial humano por cualquier medio
posible, por ejemplo, utilizando la vergüenza como forma de control.
“Lo irónico es que cuando una cultura basada en la vergüenza
intenta alcanzar los niveles más elevados de perfección moral, acaba
creando una cultura de envidia, celos y odio hacia uno mismo y hacia
los demás. A lo largo de la historia, las culturas basadas en la vergüen-
za han sido las más agresivas y violentas, porque sofocan el impulso
empático y, con él, la capacidad de sentir el sufrimiento de los demás y
de responder a él con compasión. Cuando un niño crece en una cultu-
ra basada en la vergüenza y cree que si no logra alcanzar un ideal de
perfección o de pureza deberá sufrir la ira de la comunidad, tenderá
a juzgar a los demás según los mismos criterios rígidos e inflexibles.
Carente de empatía, será incapaz de sentir el sufrimiento ajeno como si
fuera suyo y, en consecuencia, tenderá a considerar que si otra persona
sufre es porque lo merece al no haber logrado el nivel de perfección que
espera la sociedad”. (Rifkin, 2010, 122)
La sociedad, a través de las instituciones que la componen, tiene
que promover valores de respeto, justicia, libertad, equidad, bienestar,
dignidad y dialogo entre los diferentes grupos humanos y sus parti-
culares puntos de vista. Por eso es necesario evitar los extremos opues-
tos y no deseables tanto de una única visión dominante (absolutismo
o fundamentalismo), así como la creencia de que todas las posturas
pueden ser igualmente legítimas (relativismo devastador). Las institu-
ciones y las personas han de esforzarse por encontrar un punto medio
donde mediante el consenso y el mutuo acuerdo se puedan legitimar
y reconocer ciertas normas y criterios éticos mínimos que permitan la
convivencia, la pluralidad y la libertad de todos, sin por ello caer en el
libertinaje o el caos.
Cuando se cae en posiciones extremas, nadie está dispuesto a con-
siderar, pensar o dialogar con ninguna voz disidente dentro de lo pre-
viamente establecido. En este clima la gente no escucha para entender
al otro, sino para replicar y atacar al otro. Sin importar qué se defiende
en un fundamentalismo (stalinismo, nazismo, cientificismo, islamismo

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Ética en la profesión y valores para la vida

o cualquiera otra forma de ismo), estos discursos y prácticas son por


su propia naturaleza promotoras de la intolerancia y la violencia hacia
cualquier otra perspectiva o grupo humano diferente; y por tanto los
fundamentalismos son incompatibles con sociedades plurales y demo-
cráticas, así como negadores de la idea de dignidad humana basada en
la capacidad de los agentes racionales para elegir su propio camino. No
es posible defender la libertad, sin defender la libertad de pensar, ya
que sin libertad de pensamiento, no hay libertad en absoluto.
Sócrates, uno de los más grandes pedagogos de la humanidad, in-
sistía en que hay que sacar de dentro de la mente de las personas lo que
está ahí, y a partir de preguntas y respuestas avanzar en el conocimien-
to. Desde una pedagogía socrática, cada persona indaga sus respuestas
y también se plantea sus preguntas. De ahí que Sócrates retomara la
frase escrita en el frontispicio del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mis-
mo”. La leyenda tiene un gran valor ético, cívico y pedagógico, pues
invita a buscar dentro de uno mismo el sentido, valor y significado de
lo que realmente importa en pro de la realización personal, y al lograr
esta, favorecer del mejor modo posible a la sociedad en que se vive.
Lo opuesto es ir imponiendo de antemano toda respuesta sin siquie-
ra haber entendido o comprendido la pregunta. Por eso Paulo Freire
lamentaba el rumbo que tomaba la educación: “Una de mis preocupa-
ciones actuales es que la educación nuestra está siendo una educación
de la contestación, de la respuesta, y no de la pregunta. Entramos en
la clase, sean los alumnos niños o jóvenes, empezamos a responder a
preguntas que ellos no han hecho. Y lo peor es que a veces ni siquiera
sabemos quienes hicieron las primeras preguntas fundamentales de las
que resultaron las respuestas que estamos dando”.
En una cultura plural y democrática, no se dice que se valoran los
derechos humanos y la dignidad de las personas, si al mismo tiempo se
legitiman prácticas en donde ciertos grupos gozan de carta libre y po-
der para imponer a otros sus propias máximas, preferencias, creencias,
convicciones o posturas, sean estas de carácter político, religioso, esté-
tico, ideológico o de cualquier otro tipo. Este tipo de prácticas instru-
mentaliza a otros seres humanos y les niega su libertad y dignidad para
elegir por si mismos sus propios fines. Como indica Adela Cortina, la
Ética cívica de las sociedades plurales tiene que partir del reconocimiento
recíproco, en el que la obligación conjunta es el reconocimiento a la libre
autodeterminación de cada individuo a partir de un dialogo en el que
nadie sea excluido y del reconocimiento de la igual dignidad de todos
los seres humanos.

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El ser humano y el valor

Una sociedad plural y democrática tiene que reconocer y fomentar


la igual capacidad para dirigir la propia vida en cada uno de los miem-
bros de una sociedad discursiva, tal cual la propone Habermas en su
Ética Discursiva. Esto asume la igual capacidad de expresar libremente
la propia convicción, creencia y postura; así como la libertad plena de
vivir acorde a las propias convicciones, siempre y cuando estas no limi-
ten ni violenten la libertad o dignidad de nadie.
La cultura, la sociedad y el Estado tienen que ser garantes de la li-
bertad y por tanto de la diversidad, pues no existe la una sin la otra.
No se trata solamente de que vigilen la no instrumentalización de los
seres humanos, sino que a su vez tienen que favorecer y propiciar su
empoderamiento y libertad para que puedan vivir acorde a sus fines y
puedan realizar sus metas y proyectos de vida. Para que esto sea posi-
ble cada persona tiene que tener la libertad y capacidad de sacar de sí
mismo lo mejor que tiene para así poder enriquecer a la sociedad.
Por eso, la libertad y la búsqueda interior van de la mano y fueron
relevantes para Sócrates, como lo indica la leyenda que se encontraba
en Delfos y de la que el sabio griego retoma como guía fundamental
para la sabiduría: “Te advierto, quien quiera que fueres, ¡oh, tú! que
deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de
ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú igno-
ras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras
excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Conócete a ti
mismo y conocerás al universo y a los dioses”.

Preguntas para reflexionar

Escucha la plática de Richard Wilkinson en TED-Talks: Cómo


la desigualdad económica daña sociedades (http://www.ted.com/talks/
richard_wilkinson) y dialoga con tus compañeros sobre las si-
guientes preguntas:
1. ¿Por qué la desigualdad es un problema que nos involucra a todos?
2. ¿Por qué en las sociedades desiguales todas las personas se la
pasan peor?
3. ¿Qué relación tiene la desigualdad con los niveles de violencia e
inseguridad?

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Ética en la profesión y valores para la vida

3.3 La libertad como valor


central de la persona

“A l observar la naturaleza de las vidas humanas, tenemos razón al in-


teresarnos no solamente por las diversas cosas que logramos hacer,
sino también por las libertades que realmente tenemos para escoger entre
diferentes clases de vidas. La libertad de escoger nuestras vidas puede ha-
cer una contribución significativa a nuestro bienestar, pero al ir más allá
de la perspectiva del bienestar la libertad se ve igualmente importante.
Ser capaz de razonar y escoger es un aspecto significativo de la vida hu-
mana. En efecto, no estamos obligados a procurar exclusivamente nuestro
bienestar, y tenemos que decidir qué vale la pena buscar (…). No hay que
ser Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela o Desmond Tutu para
reconocer que tenemos fines o prioridades que difieren de la búsqueda
solitaria de nuestro propio bienestar. Las libertades y capacidades que
disfrutamos también pueden ser valiosas para nosotros, y de nosotros de-
pende cómo usar la libertad que tenemos”. (Sen, 2010, 50)
La libertad no solamente vincula con las personas en forma más
contundente y coherente con sus propios sentimientos y pensamien-
tos, con su verdadero ser; también vincula con las personas autónomas
con los otros. El ser humano, en tanto mamífero gregario, es un ser
social, como bien decía Aristóteles; y es en la interacción y vínculo con
los otros como cada persona encuentra su realización y propósito en la
vida. Es en la interacción con los otros, en el servicio que se presta a la
comunidad o a la humanidad como las personas obtienen gran parte
de su satisfacción personal
De modo que el desarrollo pleno de una persona es menos egoísta y
más altruista de lo que en general se asume. Dicho de otra manera, una
persona egoísta pero informada, entiende que su bienestar depende del
bienestar de su comunidad y sociedad; es decir, del bienestar de aque-
llos que lo rodean. La estructura psíquica del ser humano, en tanto que
mamífero gregario, está diseñada para obtener felicidad y realización
en el vínculo con los otros. Gran cantidad de estudios e investigaciones
contemporáneas indican que somos empáticos por naturaleza: “Lo que
quieren decir Iacoboni y otros científicos es que estamos cableados para
sentir empatía, que la empatía forma parte de nuestra naturaleza y es lo
que nos hace seres sociales”. (Rifkin, 2010, 87)
La naturaleza social y empática del ser humano permite entender
porque una de las formas de tortura más dolorosa y extendida en el pla-
neta es el aislamiento; sin importar en qué cultura, las personas sufren
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El ser humano y el valor

terriblemente cuando son aisladas, aunque se satisfagan plenamente


sus necesidades. La privación del sueño también es una forma terrible
de tortura, por lo que es posible inferir que se necesita de manera fun-
damental y vital dormir, tanto como se necesita convivir. La gente, por
más individualista y antisocial que se considere, sufre terriblemente
al ser aislada del contacto con otras personas. La libertad y un sano
individualismo no implican la separación o aislamiento de otros, sino
la libertad de poder “ser con” aquellas personas que se elige y del modo
en que se elige.
Jeremy Rifkin señala que diversos estudios en diferentes campos
del conocimiento (psicología, sociología, antropología…) empiezan a
defender la idea de que la afirmación del yo en su integridad (cuerpo,
mente, corazón espíritu…), permiten superar dualismos y dicotomías
que disocian al individuo no solamente de la diversidad de aspectos
que conforman su persona, sino también del resto de la humanidad y
del mundo; incluyendo animales y plantas por ejemplo.
Es en la aceptación y reconocimiento de la complejidad de cada
quien y en el fortalecimiento de los diferentes vínculos con todo aque-
llo que rodea al individuo como empieza a ser plenamente libre, feliz
y realizado “…El significado de la vida es formar relaciones con otros
para sentir de la manera más profunda posible la realidad de la existen-
cia. El sentido de la vida es celebrarla en toda su plenitud (…). Libertad
significa poder optimizar plenamente el potencial de nuestra vida, y la
vida plenamente realizada es una vida de compañía, afecto y pertenen-
cia que se consigue mediante relaciones y experiencias personales cada
vez más profundas y significativas. Por tanto, uno es libre en la medida
en que haya sido criado y formado en una sociedad que ofrezca opor-
tunidades para la empatía”. (Rifkin, 2010, 154-155)
La libertad y autonomía lejos de separar a los seres humanos, los
vincula de manera más honesta y profunda. Permite a cada persona
conectar de manera más auténtica con sus propios pensamientos y
sentimientos; y al ser una persona más satisfecha y plena, esto le permi-
te relacionarse en forma más generosa, incluyente, solidaria, honesta,
empática… Pues sus emociones y estado de ánimo empático, parte de
la satisfacción de estar bien consigo mismo. Cuando en el corazón del
ser humano anida la frustración, el odio, la ira, la infelicidad… se trans-
forma en amargura, resentimiento, miedo, intolerancia… y todo ese ve-
neno suele verterse también para afuera en actos de odio y violencia.
Aristóteles no se equivocó al relacionar la felicidad con la ética, pues
a las personas insatisfechas les cuesta mucho más trabajo ser amables

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con el resto de la gente que a las personas realizadas y satisfechas. Las


personas más inseguras son a su vez más intolerantes y menos empá-
ticas. Por lo que el comportamiento moral es un asunto de realización
y conocimiento personal que fortalece un vínculo empático con uno
mismo y con los demás (personas, animales y demás seres vivos).
“Los estudios de Ainsworth supusieron un jarro de agua fría para
quienes abrigaban la creencia dominante de que a los bebés no se los
debía mimar, ni tomar en brazos, ni prestarles mucha atención para que
no se hicieran demasiado dependientes y no pudieran desarrollar su
autonomía. Ocurría todo lo contrario. Los niños con un apego más se-
guro por haber recibido más cuidados, más atención y más afecto, eran
los que más tendían a separarse de sus madres para jugar y explorar el
mundo que los rodeaba, y los niños con un apego más inseguro eran los
que más tendían a aferrarse a otras personas o a evitarlas por completo,
a aislarse y a no tener autonomía. (…) Los estudios de Sroufe y Ege-
land revelaron que los bebés de apego más seguro acabaron siendo los
adultos más sociables. Eran los más sensibles a los demás, mostraban
unos niveles más elevados de cooperación y habían establecido más
relaciones íntimas. Lo que aquellas personas tenían en común era una
conciencia empática muy desarrollada”. (Rifkin, 80, 2010)
Según una gran diversidad de estudios, son los lazos empáticos,
amorosos, amables que un individuo recibe, lo que fortalece a su vez
su propia autonomía y su propia responsabilidad y trato ético con los
demás, por lo que los caminos hacia la realización personal y hacia una
vida moral no están peleados, sino que son complementarios. Esta idea
se expresa muy bien en el siguiente cuento popular:
“Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana.
Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños
que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la
señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y
corrieron, después se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando él
les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas
las frutas, le respondieron: Ubuntu, ¿cómo uno de nosotros podría estar
feliz si todos los demás están tristes? Ubuntu, en la cultura xhosa sig-
nifica: ‘Yo soy porque nosotros somos’”. (Buenrostro et. al. 16-17, 2013)
Es en la mirada de aprobación de los seres queridos, en el orgullo y
satisfacción que las personas sienten cuando han hecho algo significati-
vo y de valor para los demás como se consigue la mayoría de las veces
la autorrealización; sea encontrar la cura de alguna enfermedad, resol-
ver un gran enigma científico, escribir una maravillosa obra literaria…

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El ser humano y el valor

el poder aportar algo y darle un sentido más profundo a la existencia


es parte de lo que motiva al ser humano a esforzarse más allá de lo
convencional.
En este esfuerzo, en este aportar, siempre hay otros, los receptores
de eso que se ha realizado. Los grandes personajes de la historia encon-
traron su satisfacción y realización al aportar algo. Gandhi, Mandela,
Einstein… y también personajes como Steve Jobs, hombre emprende-
dor que con su empresa y productos cambió el mundo y las interaccio-
nes humanas, en algunos aspectos para bien y en otros para mal, pero a
final de cuentas dejó su huella. A su vez Freddie Mercury es recordado
por su música, y gente que nació décadas después de su muerte sigue
cantando sus canciones y vibrando con su talento. Vincent Van Gogh
(pintor), John Lennon (músico), Immanuel Kant (filósofo), Marie Curie
(científica), Herman Hesse (escritor)… cada uno de los grandes persona-
jes del pasado pudo aportar algo de sí mismo que hizo la diferencia en
su sociedad y cuyos efectos han llegado inclusive hasta nuestros días.
Cada persona tiene que encontrar su particular modo de desarro-
llarse y aportar. De lo que no escapa el ser humano es de la necesidad
de encontrar realización y satisfacción en la relación con los demás, en
este sentido la locura y la infelicidad no son otra cosa que los síntomas
de una profunda desconexión, de un individualismo mal entendido,
demasiado egoísta, violento o narcisista como para desarrollar en for-
ma empática la propia identidad. Dicho de otra manera, para cumplir
las sabias palabras de Jesús de Nazaret: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo”, no hay que olvidar la importancia de amarse a uno mismo.
¿Aquel que no se ama a sí mismo, cómo podría amar a otros?

Preguntas para reflexionar

Escucha la plática de Jane McGonigal en TED-Talks: El juego que


puede darte diez años más de vida: (http://www.ted.com/talks/jane_
mcgonigal_the_game_that_can_give_you_10_extra_years_of_
life) y dialoga con tus compañeros sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Qué lamentan más las personas en su lecho de muerte?
2. ¿Qué significa la resiliencia y qué impacto tiene en la vida de
la gente?
3. ¿Qué puede hacerse para aumentar la resiliencia?

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3.4 Libertad, responsabilidad y


dignidad humanas

C omo decía Sartre, al tener que elegir qué forma de vida llevar, el ser
humano está “condenado” a ser libre. Por diferencia de las rocas o
los animales programados por su genética o por las leyes del universo,
el ser humano posee la capacidad de dirigir su vida y formarse a partir
de sus propias elecciones. Como se escribió anteriormente, la libertad
va siempre de la mano de la responsabilidad, pero no solamente tiene
un aspecto limitativo, explícito en el principio de no maleficencia, es de-
cir, actúa de modo tal que no dañes a otros; o como lo enunció Kant, en
no utilizar a otros seres humanos como simples medios para satisfacer
los propios fines; sino que también tiene un aspecto positivo, que im-
plica empoderamiento y posibilidad de elegir la propia forma de vida.
En su sentido negativo o limitativo, la libertad de cualquier ser hu-
mano termina donde empieza la libertad o dignidad de los demás, por
lo que nadie está autorizado para causar ningún tipo de daño o vio-
lencia a otro; pero en su sentido positivo: “cualquier ser humano tiene
derecho a la vida, la libre formación de conciencia, la libre expresión, y
cuantos derechos se van conteniendo en las distintas Declaraciones y
Pactos”. (Cortina, 2009, 135) Por lo que el ser humano no nada más tiene
derecho a ser respetado, sino que también tiene derecho a ser empode-
rado; es decir, a poder gozar de las condiciones óptimas para desarro-
llarse y poder de facto vivir del modo en que desea hacerlo.
Amartya Sen, filósofo indio y premio Nobel de economía, centra su
interés en este aspecto positivo de la libertad y desde esta noción cons-
truye su propuesta respecto de la importancia de las “capacidades” del
ser humano. Por diferencia de algunas posturas centradas en las conse-
cuencias (utilitarismo) o en los recursos económicos y materiales (como
muchas teorías económicas neoliberales), Sen considera que lo relevan-
te en el desarrollo humano es la libertad positiva, es decir, la capacidad
real de una persona para elegir el modo de vida que tiene razones para
preferir según sus propias convicciones y valoraciones.
“El foco aquí es la libertad que una persona realmente tiene para
hacer esto o aquello, las cosas que le resulta valioso ser o hacer. Obvia-
mente, es muy importante para nosotros ser capaces de lograr las cosas
que más valoramos. Pero la idea de la libertad también respeta nuestro
ser libre para determinar qué deseamos, qué valoramos y en última
instancia qué decidimos escoger. El concepto de capacidad se vincula
así muy estrechamente al aspecto de oportunidad de la libertad, visto
102
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El ser humano y el valor

desde la perspectiva de las oportunidades ‘comprehensivas’ y no so-


lamente desde el enfoque de lo que sucede con la ‘culminación’”. (Sen,
2013, 262)
La postura de Amartya Sen sobre el desarrollo, entendido como el
aumento de las capacidades humanas es consistente con la propuesta
kantiana del reino de los fines. Según Sen una sociedad plenamente de-
sarrollada permitirá a cada persona ampliar sus capacidades de ma-
nera tal que pueda elegir en libertad el tipo de vida que desea vivir
siempre y cuando este modo de vida no limite la libertad de otros. En
una sociedad tal, como la del Reino de los fines, en sentido kantiano, o
plenamente desarrollada como lo entiende Sen, el ser humano goza no
solamente de libertad, sino que tiene lo necesario para realizar aquello
que considera valioso y significativo según su propio proyecto de vida.
Todo aquello que el ser humano requiere para llevar a cabo sus pro-
pios proyectos es de muy diferente especie, desde aspectos materiales
como dinero, tecnología, acceso a recursos materiales como madera,
agua, energía… o aspectos como educación, acceso a sanidad e infor-
mación, infraestructura (carreteras, calles, transporte, bibliotecas…), así
como leyes que no solamente lo limiten prohibiendo lo que sí debe ser
prohibido (básicamente el no violentar ni utilizar a otros seres huma-
nos como medios); sino esencialmente leyes e instituciones que garanti-
cen sus derechos y empoderen al ser humano para que pueda alcanzar
su pleno desarrollo, tal y como cada individuo lo entiende. En el fondo
la idea de desarrollo en Sen implica mayor empoderamiento y por tanto
una mayor libertad.
En este sentido el concepto de dignidad kantiano, así como el de
desarrollo en Sen, se vinculan directamente con una idea de libertad
de acción y elección plena, no solamente limitativa en lo que no debe
hacerse (dañar y/o utilizar como medios a otros seres humanos) sino en
un sentido de libertad positiva donde cada ser humano está en condi-
ciones de elegir de facto, entre una gama no limitada de posibilidades
de formas de vida consideradas deseables según las propias constela-
ciones valorativas elegidas y puestas en juego en cada agente racional.
El Estado y las instituciones de una sociedad acorde a esta idea de
reino de los fines, tendrían que estar comprometidos para facilitar y dar
lo necesario que cada individuo requiera para realizarse del modo en
que considera pertinente según sus propios valores y proyectos de vida.
Esta sociedad tendría que vigilar y evitar que nadie instrumentalice a
nadie, y por otra parte potencializar la capacidad de empoderar a todos
sus miembros por igual: “no instrumentalizar a las personas y sí empo-

103
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derarlas para que lleven adelante sus vidas con bien”. (Cortina, 2009, 115)
En este escenario es posible considerar como bueno y deseable todo
aquello que permita empoderar a los seres humanos para realizar sus
propios fines y malo a todo aquello que limite o entorpezca que cada
ser humano pueda realizarse según sus propios proyectos de vida. Esta
idea a su vez reconoce y legitima la creatividad humana para significar
y resignificar de modos distintos y dinámicos la vida humana. La ima-
ginación y creatividad humana, así como su versatilidad y capacidad
valorativa, no solamente hacen posible la libertad humana, sino que al
hacerlo reconocen y exploran el aspecto profundamente dinámico de la
realidad. “Los grandes genios y los grandes creadores de la humanidad
son piezas indispensables de este dinamismo de la realidad, pero tam-
bién los ciudadanos de a pie, en la medida en que todos y cada uno son
capaces de alumbrar perspectivas de valor”. (Cortina, 2009, 144)
En este escenario social, la diversidad cultural es un factor favorable
en el empoderamiento del ser humano y por tanto de la ampliación de
sus capacidades, ya que cada individuo goza de un amplio espectro
de posibilidades desde las cuales elegir su modo de vida. Una persona
aislada en un pueblo pequeño, aun viviendo en una mansión y comien-
do con cubiertos de oro, o cualquier otro aspecto material como habi-
taciones amplias o ropa de seda, estaría limitada en comparación con
otra persona en una ciudad cosmopolita con acceso a museos, internet,
bibliotecas y una vasta gama de universidades e instituciones diversas
que le permitirían ampliar la propia visión de lo que puede o no imagi-
nar y hacer. Como dice el refrán: “Aunque la jaula sea de oro, no deja de
ser prisión”. Si bien la libertad se ejerce en un pueblo pequeño o en una
gran ciudad, lo relevante es la combinación de factores que permitan
ampliar las posibilidades para realizar aquello que se desea.
Amartya Sen pone el caso de una persona con dinero pero con pa-
rálisis, en comparación a una persona con salud pero sin dinero; los
factores que empoderan o limitan son de muy diversa índole. En una
sociedad plenamente desarrollada el acceso a salud, y ciertas tecnolo-
gías e infraestructura como poder acceder a rampas y elevadores em-
poderaría a las personas con problemas de movilidad, de modo similar
a lo que haría tener una infraestructura bancaria sana y una equitativa
distribución de la riqueza, que permita a la gente de escasos recursos
gozar de acceso a microcréditos, educación de calidad, igualdad de
oportunidades y salarios dignos.
Agustín de Hipona escribió que: “Nadie puede ser perfectamente
libre hasta que todos lo sean”. Y ahí es donde está el principal reto, pues

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El ser humano y el valor

requiere un gran esfuerzo y empatía ser capaz de no solamente recono-


cer y valorar la propia libertad, sino al mismo tiempo hacer eso mismo
respecto de la libertad de toda otra persona. La intolerancia y toda fobia
o discriminación es un ejemplo de esto.
En un reino de los fines no basta con que cada individuo reconozca
su dignidad y libertad, sino que tiene que ser capaz a su vez de recono-
cer la libertad y dignidad de los otros. Toda persona podría asegurar
que considera relevante vivir en una sociedad en que se respeten sus
creencias religiosas, postura política y su vida privada; sin embargo,
esa misma persona podría no estar de acuerdo con la religión, la pos-
tura política y la orientación o vida sexual de otras personas al ser dis-
tintas a la suya.
La intolerancia no se da porque esa persona no reconozca sus dere-
chos y libertad, sino porque no es capaz de reconocer a su vez los dere-
chos de otros a elegir una forma de vida distinta a la que esa persona
ha elegido, sea por causa de su postura política, religión, clase social,
preferencias estéticas o cualquier otra diferencia; inclusive en cosas que
no tienen que ver con una decisión personal como el color de piel (ra-
cismo), el sexo (machismo y misoginia), la nacionalidad (xenofobia) o
la orientación sexual (homofobia). Nadie decide de qué color será su
piel, o si nacerá siendo hombre o mujer, ni tampoco nadie decide en
qué país nacer; y muchos estudios científicos recientes indican que la
orientación sexual está ya determinada en el cerebro desde antes del
nacimiento; por lo que una persona homosexual es tan responsable de
su orientación sexual como una persona de ojos azules es responsable
del tono de sus ojos.
La creencia de que la homosexualidad no es natural no se contrasta
con los estudios respecto del comportamiento animal. En el reino na-
tural hay más de 450 especies de mamíferos, aves, reptiles e insectos
con prácticas sexuales no heterosexuales y no reproductivas, como lo
ilustra en forma contundente el libro de Bruce Bagemihl: Biological Exu-
berance: Animal Homosexuality and Natural Diversity.
Cada persona reflexiona y se pregunta si decidió sentirse atraído por
un tipo de personas (como un acto de elección entre dos opciones po-
sibles), o si simplemente descubrió que su cuerpo y mente reaccionaba
sintiéndose a traída a cierto tipo de personas y no a otro. Los discursos
de odio hacia las personas homosexuales son en este sentido tan moral-
mente consistentes como odiar a las personas por ser zurdas o pelirrojas.
En México se tiene un particular problema tanto en el asunto del
machismo y la misoginia, así como con el problema de la homofobia.

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Ética en la profesión y valores para la vida

Sara Pantoja, en su artículo del 11 de mayo de 2015, informa sobre el


reporte de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por
Homofobia (CCCOH), que en los últimos 19 años se han reportado 1218
homicidios por homofobia, y faltaría agregar tanto los casos no repor-
tados como la agresión cotidiana (insultos, miradas, burlas…) que reci-
ben de manera sistemática los miembros de este sector de la población.
De manera similar, las mujeres también sufren tanto en la casa, el
trabajo y la calle una constante agresión debida a una condición que
ellas mismas no eligieron. El machismo cobra en el país innumerables
víctimas, se calcula que entre seis y siete mujeres mueren al día en el
territorio nacional debido a situaciones relacionadas con la violencia de
género, y que dos de cada tres mujeres ha sufrido agresión sexual en
algún momento de sus vidas.
En una sociedad comprometida con los derechos humanos, estas si-
tuaciones son inadmisibles; del mismo modo que son completamente
incompatibles con cualquier Ética Humanista que reconozca la digni-
dad de las personas y busque como ideal algo similar al reino de los
fines planteado por Kant.
La intolerancia, violencia y discriminación, en estos casos como en
muchos otros, se debe en parte a la incapacidad de las personas de po-
nerse en los zapatos de los otros. La Intolerancia se da en gran me-
dida porque ciertas personas absolutizan sus preferencias subjetivas.
La persona intolerante es capaz de reconocer y defender su libertad y
derechos, pero ignora o desprecia la libertad y derechos de los otros, los
diferentes a él. Este tipo de personas, tal vez sin darse cuenta, practica
una doble moral, pues niega en los demás lo que no se niega a sí mismo;
es decir, el derecho a vivir en libertad y a elegir, de manera autónoma,
su propio proyecto de vida.
Sin importar los fines que una persona, Estado o autoridad adopte,
nadie tiene derecho a imponer a otros sus propios fines, creencias o
ideales. Si es revisada la historia humana, sobresale que en el nombre
de una gran diversidad de ideales se han asesinado, perseguido y tor-
turado a personas reales.
La libertad de todo ser humano termina donde empieza la libertad
de otro, cada ser humano tiene la libertad de elegir sus ideales. Ser ve-
gano, abstemio, de derecha o cualquier otro fin o ideal es considerado
meritorio. Las elecciones de vida dependen de la constelación de valo-
res a que cada ser humano se compromete en forma consciente, libre e
independiente a seguir; sea a favor de la causa de los animales en las

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El ser humano y el valor

granjas, en contra del consumo del alcohol o de ciertos ideales políticos


y económicos. La única restricción, es la de no violentar la libertad y
dignidad de otros.
Entender plenamente la idea de libertad en su aspecto positivo y no
meramente negativo (no dañar a otros) implica poder abrir el abanico
de posibilidades en que el ser humano valora, elige y ejerce autónoma-
mente su libertad. La libertad en sentido positivo implica empoderar o
capacitar para; esto permite que el ser humano sea agente de su propia
existencia; tener agencia implica tener la capacidad de modificarse a
uno mismo y al entorno en la búsqueda de la propia realización.
Si el hombre realiza o no sus posibilidades o capacidades es asunto
de sus propias elecciones o preferencias, dado que ningún ser humano
es capaz de acrecentar todas sus capacidades; esto sería como poder
vivir infinitas vidas donde se eligen todos los caminos y combinaciones
posibles. Por ello se ve obligado a elegir continuamente un camino. La
suma de estas elecciones termina consolidando la vida de las personas,
y esta no termina de estar abierta a posibilidades (decisiones) hasta el
momento de la muerte.
Cada elección dice algo de la persona y crea una tendencia o hábi-
to, que si es favorable (beneficia a la persona y/o a otros) se considera
una virtud y si es nociva (violenta o coarta la libertad y/o integridad
de otros) se le considera un vicio. Es la suma de las acciones que rea-
lizan de manera cotidiana las personas, las que suelen crear nuestras
percepciones de los demás como seres humanos virtuosos o viciosos;
aunque bien cabría especificar en qué se es vicioso o virtuoso, pues una
persona honesta puede ser avara, y una generosa, machista. Por eso es
importante no etiquetar ni estigmatizar a las personas en categorías
aparentemente absolutas o contundentes, cuando la libertad humana
siempre permite la posibilidad de cambio.
Una persona que en algún momento robó o mintió no necesaria-
mente es una persona ratera o mentirosa. Las generalizaciones suelen
pervertir nuestra comprensión del otro y crean prácticas de discrimi-
nación; como suelen expresarse en frases del tipo: “Todos los x son y.
Cada vez que se generaliza usando palabras contundentes como “to-
dos”, “siempre”, “nunca”… se estereotipa y simplifica la realidad. Este
tipo de enunciaciones suelen ser incorrectas y solamente alimentan los
prejuicios y, por tanto, la intolerancia. Ni todos los terroristas son mu-
sulmanes, ni todos los mexicanos son machistas.

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Ética en la profesión y valores para la vida

A una persona que suele decir la verdad se le considera honesta y a


otra que suele mentir se le llama mentirosa. Aunque en la realidad todo
ser humano ha mentido o dicho la verdad en algún momento de su
vida, lo que aquí importa es la frecuencia del acto, y según la postura
ética que se adopte, como el utilitarismo, también pueden ser relevantes
aspectos como las circunstancias y las consecuencias. Dicho de modo
simple no es lo mismo mentir para evitar un castigo cuando se hizo
algo malo, que mentir con la intención de ayudar a una persona en un
aprieto.
Una persona que elige una concepción moral absoluta sin tomar en
cuenta ni las circunstancias ni las consecuencias, como hizo Kant res-
pecto de la mentira, puede llevar a contradicciones muy serias, como
explica Rachels en su libro Introducción a la Filosofía moral:
“El argumento principal contra las reglas morales absolutas tiene
que ver con la posibilidad de casos en conflicto. Supóngase que se con-
sidera absolutamente incorrecto hacer A en toda circunstancia y tam-
bién incorrecto hacer B siempre. ¿Qué hay del caso en el que una per-
sona se enfrenta a la opción entre hacer A y hacer B cuando debe hacer
algo y no hay alternativa? Esta clase de conflicto parece mostrar que
es lógicamente insostenible mantener que las reglas morales son abso-
lutas. (…) ¿Realmente ocurren tales casos? No hay duda de que reglas
morales serias a veces sí chocan. Durante la Segunda Guerra Mundial,
unos pescadores holandeses sacaban en sus barcos clandestinamente
a refugiados judíos hacia Inglaterra, y los barcos de pesca que lleva-
ban refugiados a veces eran detenidos por patrullas nazis. El capitán
nazi llamaba al capitán holandés y le preguntaba adónde se dirigía,
quién iba a bordo, etc. Los pescadores mentían y se les permitía pasar.
Es claro que los pescadores tenían solamente una alternativa: mentir o
permitir que sus pasajeros (y ellos mismos) fueran aprehendidos y ase-
sinados. No podían, por ejemplo, quedarse callados o huir de los nazis”.
(Rachels 199-200, 2006)
Este caso de los barcos holandeses es sumamente interesante, pues
pone en juego no nada más los valores morales de las personas, sino el
modo particular de aplicarlos en determinadas situaciones complejas.
Una persona comprometida con los valores morales de manera abso-
luta, como lo era Kant, optará por hablar con honestidad y entonces él
y los judíos escondidos en el barco morirían. Sin embargo, si los judíos
en el barco tienen la fortuna de que quien conteste a la pregunta sea un
utilitarista que considere de mayor importancia el respeto a la vida y

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El ser humano y el valor

tome en cuenta tanto las circunstancias como las consecuencias, menti-


rá y como consecuencia tanto la familia como el que contesta, podrían
salvar sus vidas.
La libertad no es algo sencillo de lograr; implica mucha creatividad,
imaginación y apertura para ser plenamente libre. Una persona plena-
mente autónoma tiene que elegir su propio camino, tiene que ser capaz
de encontrar e inclusive crear su propia voz, su propia mirada, su pro-
pio ritmo… su propia manera de estar en el mundo. Tanto la libertad
como la creatividad no es solamente asunto de encontrar nuevas res-
puestas, o perspectivas; también trata de formular mejores preguntas e
inclusive de salir a lo desconocido, a la oscuridad de la noche que Kant
vincula con lo sublime.
Como dijo Kierkegaard: “La angustia es el vértigo de la libertad”. La
libertad aterra o por lo menos impresiona porque obliga a las personas
a comprometerse con algo, a hacer una apuesta, a posicionarse ante la
vida de cierta manera, a elegir de entre innumerables posibilidades y
opciones una forma de ver, pensar, estar, actuar… y la decisión nunca
es fácil, implica abandono y dejar algo atrás: si elijo esta carrera dejo
de estudiar aquella… De ahí que George Bernard Shaw, ganador del
Nobel en literatura en 1925, escribiera que: “La libertad significa res-
ponsabilidad; por eso, la mayoría de los hombres le tiene tanto miedo”.
La libertad es en muchos sentidos la capacidad de explorar, descu-
brir y crear la propia vida, y eso implica tomar riesgos, es decir, salir de
la zona de comodidad. Desde esta lógica esa zona se asemeja a la huida
de la responsabilidad de “hacerse cargo de la propia vida”. Este lugar
seguro tal vez se transforma en una prisión desde donde cada indivi-
duo se encierra a sí mismo debido al miedo que da la incertidumbre
de la vida. De ahí que Dostoievski considerara que la mejor manera de
evitar que un prisionero escape es asegurarse de que nunca sepa que
está en prisión.
Paradójicamente, la huida de la libertad, del pensar por uno mismo,
permite que muchas personas terminen volviéndose los prisioneros y
carceleros de sus propias prisiones mentales, de sus cosmovisiones y
paradigmas existenciales. Esta cobardía ante la incertidumbre e inde-
finición de la existencia humana es lo que Kant denominó minoría de
edad, es un miedo que paraliza y ancla; por eso mismo Einstein conside-
raba que era más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

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Ética en la profesión y valores para la vida

Preguntas para reflexionar

Escucha la plática de Philip Zimbardo en TED-Talks: La psicolo-


gía del mal: (http://www.ted.com/talks/jane_mcgonigal_the_game_
that_can_give_you_10_extra_years_of_life) y dialoga con tus com-
pañeros sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Aparte de la disposición, qué otros factores entran en juego
para que la gente actúe mal?
2. ¿Qué argumentos da Zimbardo para defender la idea de que las
circunstancias importan a la hora de decidir cómo actuamos?
3. ¿Por qué es tan importante la autonomía para el comportamiento
ético en vez de la simple sumisión a la autoridad? (Considera el
papel de la obediencia en los experimentos de Stanley Milgram).

3.5 La necesidad de la Ética para


regular las acciones humanas

L a palabra ética proviene del término griego ethos, que significa ‘lu-
gar donde se vive o la morada del hombre’. Este término también se
utilizó para denotar el carácter o modo de ser de una persona, el que se
va formando por la repetición de acciones que se realizan habitualmen-
te. Cuando los hábitos que se adquieren son positivos se denominan
virtudes y constituyen rasgos del carácter que hacen buena a la persona
en el sentido moral. Por el contrario, los vicios son hábitos negativos
que no permiten logar el pleno desarrollo humano. Tanto las virtudes
como los vicios dan a la persona un modo de ser, la definen como tal.
Así se dice que una persona es justa y honesta y que otra es deshonesta
e injusta. Ni las virtudes ni los vicios son modos de ser naturales en
los seres humanos; estos los adquieren voluntariamente y con ello van
construyendo su identidad personal. Las virtudes son una conquista
personal ya que para tenerlas se requiere una firme determinación de
la voluntad; pero es precisamente este esfuerzo el que va formando el
carácter de una persona. A este respecto, Adela Cortina afirma: “Desde
la antigüedad, la ética ha tratado del ethos, del carácter, con la convic-
ción de que la mejor empresa de un ser humano consiste en forjarse un
buen carácter”. (Cortina, 2009:211)

110
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El ser humano y el valor

Por otro lado, el término moral proviene del latín mos, moris, que
significa ‘costumbre’. Posteriormente también se le dio el sentido de
‘carácter’ o ‘modo de ser’, el que el ser humano se forja mediante las
costumbres. La coincidencia en los significados de las palabras ética y
moral hace que en muchas ocasiones se utilicen como conceptos equi-
valentes en el lenguaje común. Por ejemplo, se dice indistintamente: “es
una persona moral” o “es una persona ética” para denotar a alguien
que tiene un buen comportamiento moral.
La moral está constituida por una serie de normas, costumbres y
formas de vida que se presentan como valiosas para orientar la conduc-
ta humana individual y social. Determina lo que está bien o mal y lo
que se considera correcto o incorrecto dentro de una sociedad. Es, por
tanto, un ámbito de la cultura, un fenómeno exclusivamente humano
que se manifiesta de distintas maneras en las diferentes sociedades y
épocas históricas. Es un hecho que las diversas culturas tienen códigos
morales diferentes, y por tanto, lo que se considera correcto dentro de
un grupo social, puede ser rechazado por los miembros de otro y vice-
versa. Asimismo, la moral se encuentra íntimamente ligada con el pro-
yecto de vida buena o de felicidad que tiene una persona o un grupo
social y este a su vez puede estar relacionado con una creencia religio-
sa. La moral se ocupa de evaluar las acciones humanas para lo que se
requiere la aceptación de ciertos valores a partir de los que se estable-
cen principios, Por ejemplo, del valor de la vida, se deriva el principio
No matarás, también expresado en forma positiva: Respetarás la vida.
Los principios para evaluar las acciones humanas se aprenden en
la familia y a través de la interacción social en los ámbitos educativo,
social y religioso. También por las leyes y normas vigentes en la co-
munidad. En última instancia, la moral es el referente para evaluar la
conducta humana tanto la propia como la de los demás, mediante un
modelo que propone el entorno social. Sin embargo, conforme las per-
sonas van alcanzando la madurez y desarrollan su conciencia moral,
son capaces de decidir libre y responsablemente su propio código de
conducta Es entonces cuando logran la autonomía moral que les permi-
te establecer sus normas morales y actuar congruentemente con ellas.
Adela Cortina menciona ciertas características comunes a toda mo-
ral: (Cortina, 2008,19-20)
• Toda moral cristaliza en juicios morales: “su conducta es buena”,
“es una persona honrada”, “el reparto ha sido justo”.
• En el aspecto formal, los juicios morales hacen referencia a actos
libres de los que es responsable la persona que los realiza.
111
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Ética en la profesión y valores para la vida

• En cuanto al contenido de los juicios morales, estos se refieren a lo


que los seres humanos anhelan, desean, necesitan o consideran
valioso. Tienen, por tanto, un fundamento axiológico ya que la
materia sobre la que versan son precisamente los valores morales
que se realizan o de los que carecen las acciones humanas.
Entender qué es la moral y cuáles son sus características es indis-
pensable para comprender qué es la Ética ya que esta es la disciplina filo-
sófica que estudia los fundamentos y principios del comportamiento moral del ser
humano. La relación que existe entre la Ética y la moral es la que existe
entre una ciencia y su objeto de estudio. Ambas orientan y evalúan las
acciones humanas, pero mientras la moral lo hace en forma inmediata
en la vida cotidiana, la Ética —por ser una disciplina filosófica— es una
reflexión crítica y racional sobre los problemas morales que fundamen-
ta y explica sus afirmaciones; por lo que solamente en forma mediata
proporciona directrices para la conducta humana. Para distinguir Ética
y moral se parte del nivel de reflexión sobre los actos humanos. La pre-
gunta básica de la moral sería: ¿qué debemos hacer? , mientras que la
ética tratará de responder a preguntas como: ¿por qué debemos actuar
moralmente?, ¿cuál es el fundamento de la moral? o ¿cuáles son los ar-
gumentos que sustentan el código moral que acepta una persona como
guía de su conducta? (Cortina, 2008,22)
La Ética no se identifica en principio con un tipo de moral deter-
minado, sin embargo tampoco puede permanecer neutral frente a las
diversas morales que han existido o existen, ya que una de sus tareas es
precisamente la reflexión crítica y racional sobre la moral y las razones
que hacen válida una moral determinada.
Entre las finalidades que se han dado a la Ética se encuentran:
• La realización de la vida buena y la plenitud humana.
• El desarrollo de la capacidad para adquirir virtudes que hacen a
los seres humanos mejores como personas.
• La conducta correcta conforme a normas específicamente humanas.
• El ejercicio responsable de la libertad.
• Cumplir con el deber por respeto al deber mismo.
• El reconocimiento y respeto de la dignidad de las personas.
• La búsqueda del mayor bienestar y felicidad para todos los seres
humanos.
• La búsqueda de sociedades más justas y la solución pacífica de
los conflictos.
• Asumir principios morales mínimos o globales que puedan ser
compartidos por diversas sociedades.
112
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El ser humano y el valor

• El desarrollo de la autonomía para asumir libremente valores


universales.
• Hacer aquello para lo que pueden darse las mejores razones.
• Ayudar a la persona a descubrir su realización y su bien, en el
contexto y el compromiso con el bien común.
Como se ve, la Ética es una disciplina filosófica eminentemente prác-
tica, los conocimientos que alcanza en el nivel reflexivo, tienen como
objetivo aportar criterios para conducir al ser humano hacia una vida
plena tanto en el ámbito personal como en el social. Al mismo tiempo,
la Ética es normativa, proporciona criterios y directrices para orientar
las acciones humanas conforme a principios racionales y motivaciones
morales Al ser una reflexión filosófica sobre la moral da el fundamento
de las normas morales, establece criterios para valorar la conducta hu-
mana y para distinguir lo bueno y correcto.
Adela Cortina habla de tres funciones de la Ética:
1. Aclarar en qué consiste lo moral y cuáles son sus rasgos específicos.
2. Fundamentar la moralidad, es decir, tratar de averiguar cuáles
son las razones por las que tiene sentido que los seres humanos
se esfuercen en vivir moralmente.
3. Aplicar a los distintos ámbitos de la vida social los resultados ob-
tenidos en las dos primeras funciones, de manera que se adopte
en esos ámbitos sociales una moral crítica, es decir, racionalmen-
te fundamentada. (Cortina, 2008, 23)
La necesidad de la Ética para regular las acciones humanas tiene
su origen y fundamento en la naturaleza social del ser humano. La
sociabilidad es una característica esencial que le permite desarrollar-
se plenamente en su dimensión personal y comunitaria. Desde la con-
cepción de Aristóteles del hombre como “animal político” hasta el ser-
unos-con-otros de Heidegger como rasgo estructural del ser humano,
su dimensión social ha sido fundamental en la reflexión filosófica. En el
pensamiento personalista comunitario de Emmanuel Mounier, la per-
sona se define como una realidad relacional. Es en el encuentro entre
un yo y un tú, que el ser humano se personaliza, se hace persona y nace
el nosotros comunitario. La comunidad se forma no solamente porque el
ser humano necesita a los demás para garantizar su subsistencia, sino
también porque se da cuenta que necesita ser con los otros para poder
vivir humanamente. En la comunidad descubre que sus acciones, libre-
mente elegidas, pueden afectar o beneficiar a otros, entiende el sentido
de la responsabilidad y se le revela la dimensión moral de su vida.
113
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Con las primeras organizaciones sociales, los seres humanos vieron


la necesidad de preservarlas y para ello establecieron normas de convi-
vencia que garantizaran la seguridad y los valores de la comunidad, esto
hizo que se alcanzara un estadio de vida más humano y racional.
El ámbito de la moral tiene, por tanto, su origen en la naturaleza social
del ser humano y se fundamenta en la elevada actividad de sus faculta-
des espirituales: inteligencia y voluntad que le permiten actuar con cono-
cimiento y libertad, condiciones que lo hacen responsable de sus accio-
nes. Con la aparición de la dimensión moral, el ser humano desarrolla la
capacidad de buscar otros fines para su vida y empieza a interesarse por
las necesidades de los demás. En la convivencia social descubrió nuevas
exigencias que hicieron aflorar su ser ético; según su cultura comprendió
y formuló de diversas maneras el primer principio de la moral: Haz el
bien y evita el mal y se dio cuenta de que tenía libertad para cumplirlo. La
tarea de la Ética radica en hacer más completa e incluyente la definición
de lo bueno por realizar y lo malo por evitar, lo que ha hecho posible el
desarrollo de la conciencia moral de la humanidad como un proceso de
humanización.
El ideal que la Ética persigue en todas las épocas es la llamada del
hombre a ser cada vez más humano, por lo que el proceso de humaniza-
ción es dinámico y ascendente, sigue desarrollándose y seguirá mientras
existan proyectos para hacer mejor y más digna la vida de todos los seres
humanos. Actualmente, por ejemplo, el reconocimiento de la dignidad
humana es un valor irrenunciable en cualquier argumentación ética, se
reconoce la igual dignidad, derechos y capacidades a hombres y mujeres,
se habla del respeto hacia las diferencias humanas, el diálogo se acep-
ta como el procedimiento adecuado para resolver conflictos y llegar a
acuerdos, se reconoce el valor intrínseco de la naturaleza, por lo que su
cuidado y preservación se han convertido en obligaciones morales.
Un tema que demanda urgentemente respuestas que surjan de la re-
flexión ética, es el de la justicia y la paz en las sociedades y en el mundo con-
temporáneo. Los seres humanos no deben permanecer indiferentes ante
la injusticia y la violencia de las que son víctimas millones de personas.
El ser humano construye su propia historia porque es libre, capaz de
transformarse y de transformar el mundo y la sociedad con sus accio-
nes. El contexto social es para él, un lugar de múltiples posibilidades en
el que se superan los límites individuales para abrirse al horizonte de
la comunidad en el que experimenta obligaciones hacia los otros. En la
convivencia con los demás, los hombres y las mujeres, se dan cuenta de
que el núcleo de la vida social no es el individualismo sino el reconoci-
miento recíproco y la apertura al diálogo para la construcción de for-
114
Este libro es para uso exclusivo de
El ser humano y el valor

mas de vida comunitaria que transformen la sociedad en un verdadero


mundo humano. De ahí que la relación individuo-sociedad esté marcada
por la radical responsabilidad que tiene el ser humano como un ser libre
frente a los otros. En esta relación se plantean interrogantes que exigen
una respuesta moral que puede ser orientada por la Ética: ¿Me relaciono
con los demás tratándolos con el debido respeto conforme a su dignidad
humana o los utilizo como medios para satisfacer mis deseos y necesi-
dades? ¿Busco solamente mi bienestar o me preocupo por el bienestar
y la felicidad de los demás? ¿Considero que los intereses y deseos de los
demás son tan valiosos como los míos y realizo acciones a favor de ellos?
¿Acepto que hay demandas objetivas de justicia que exigen una respues-
ta y trato de aportar algo para resolverlas?
Ante estas interrogantes todos los hombres y mujeres tienen que dar
su propia respuesta conforme a los principios morales que asumen li-
bremente en su interrelación con la cultura y el entorno social en el que
viven. La Ética es necesaria para proporcionar criterios que orienten sus
acciones hacia la realización humana personal y social. Sin embargo,
cada persona deberá encontrar buenas razones para actuar de la mejor
manera y esto no solamente conforme a su razón sino también de acuer-
do con sentimientos morales como el amor, la amistad y la compasión.
En las decisiones que se tomen deberá existir tanto una concepción ade-
cuada de la acción correcta como una disposición a actuar conforme a
las virtudes. Las diversas teorías éticas proporcionan principios valiosos
para orientar la conducta humana pero la responsabilidad de aplicarlos
y vivir conforme a ellos corresponde a cada persona y a cada institución
social que busque honestamente el pleno desarrollo humano, el respeto a
la dignidad y los derechos fundamentales de las personas, el bienestar de
todos, la justicia y la paz. En este sentido, la reflexión ética tiene todavía
mucho camino por recorrer.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Por qué el ser humano tiene una dimensión moral?


2. ¿Qué relación existe entre la moral y la Ética?
3. ¿Por qué es necesaria la Ética y cuál ha sido su tarea en todas las
épocas?
4. ¿Consideras que la reflexión ética conlleva un proceso de huma-
nización? Menciona algunos de sus logros.
5. ¿Cuáles son los problemas actuales que consideras que requie-
ren una respuesta a partir de la reflexión ética?
115
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Ética en la profesión y valores para la vida

3.6 Propuestas éticas de Aristóteles,


Kant, Habermas y Cortina

a) Aristóteles (384 a.n.e-322 a.n.e.): Alcanzar la felicidad


mediante la práctica de la virtud.

E n la Ética a Nicómaco, Aristóteles empieza su reflexión afirmando


que: “Todo arte y toda investigación científica, lo mismo que toda
acción y elección, parecen tender a algún bien”. Por bien entiende “aque-
llo a lo que todas las cosas aspiran” Este bien al que todo aspira se iden-
tifica con el fin propio de cada ser y de cada acción. Hay fines que se
buscan para obtener otra cosa, sin embargo “Si existe un fin de nuestros
actos querido por sí mismo y los demás por él...es claro que ese fin últi-
mo será entonces no solamente el bien, sino el bien soberano”
En la vida humana, es de suma importancia conocer este bien y te-
nerlo presente, ya que así se acertará mejor cuando se trate de conse-
guirlo. El bien supremo es algo absolutamente final, deseable siempre
por sí mismo y no por otra cosa y este bien final es para Aristóteles la
felicidad. Ahora bien, el concepto de felicidad significa muy diversas
cosas, ya que para unos se encuentra en el dinero, para otros en el pla-
cer y para otros más en el poder o en el honor, sin embargo todas estas
cosas se desean como medios para ser felices.
Por otro lado, aunque la felicidad requiere bienes exteriores, como
bienestar material, educación, salud, familia y amigos, no consiste so-
lamente en la posesión de estos bienes, ya que estos son susceptibles
de perderse. La felicidad auténtica tiene que radicar en algo que de-
penda del hombre mismo, algo final y autosuficiente, que sea el fin de
todo lo que se hace. Aristóteles entiende esta felicidad como la plenitud
humana y la denomina eudaimonía. Esta felicidad solamente puede ser
alcanzada cuando se realiza la actividad racional, que es la propia del
ser humano, con la mayor perfección posible, es decir, conforme a la
virtud. Aristóteles divide las virtudes según correspondan a una u otra
función de la razón: la teórica o la práctica.
Esta división no significa que existan dos facultades separadas, sino
dos modos distintos en que la misma facultad del alma —el intelecto
o razón— ejerce su actividad. La diferencia entre ambas nace del fin al
que se encamina la función intelectiva, que en sí es siempre la misma.
Mientras el entendimiento especulativo o teórico se dirige a conocer la
verdad como a su objeto y fin último a la vez, el entendimiento práctico
se orienta al bien como objeto de la voluntad. En el primer caso se trata
116
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El ser humano y el valor

de una actividad pura y exclusivamente intelectual, no así en el segun-


do en que la actividad del entendimiento se subordina a la actividad
esencialmente práctica de la voluntad. El entendimiento teórico conoce
por conocer, se detiene en la contemplación de la realidad; el práctico
conoce para dirigir la actividad práctica de la voluntad hacia el bien.
Para Aristóteles toda actividad se ejecuta bien cuando se realiza se-
gún la perfección que le es propia, es decir cuando se hace conforme a
la virtud que le corresponde. La excelencia en el ejercicio del intelecto
teórico permite alcanzar las virtudes intelectuales como la ciencia, la
sabiduría y la prudencia, virtud fundamental por la que se delibera en
cada caso lo mejor para la vida.
Por otro lado, el ejercicio excelente del intelecto práctico permite al
hombre alcanzar las virtudes morales que conforman su carácter, como
la templanza y la fortaleza, por las que pueden ser dominadas las pa-
siones y la justicia, que favorece las relaciones correctas y equitativas
dentro de la sociedad.
La prudencia, como virtud rectora, conduce al correcto discerni-
miento para lograr un equilibrio entre el exceso y el defecto, ya que
la virtud moral radica en el justo término medio en las acciones, las
emociones y los deseos. Por ejemplo, en lo referente a la emoción del
miedo y a las cosas que hay que temer, quien tiene la virtud del valor,
se encuentra en el término medio entre la temeridad y la cobardía, asi-
mismo, la templanza es el término medio en el disfrute de los placeres.
”Las virtudes, por tanto, no nacen en nosotros ni por naturaleza ni con-
trariamente a la naturaleza, sino que siendo nosotros naturalmente ca-
paces de recibirlas, las perfeccionamos en nosotros por la costumbre”.
(Aristóteles, 1972, 18)
Tanto las virtudes, morales como las intelectuales, son disposiciones
dignas de alabanza. El hombre dichoso es aquel que vive bien y obra
bien, en el mejor sentido de la palabra, ya que la felicidad es una especie
de vida dichosa y conducta recta.
Una persona virtuosa es una persona feliz, sin embargo para que
sea posible la práctica de las virtudes, el hombre necesita vivir en una
polis regida por leyes justas. La Política es la ciencia que, sirviéndose
de las demás ciencias prácticas, legisla sobre lo que debe hacerse y lo
que debe evitarse para alcanzar el bien humano, es decir, la felicidad,
debido a esto es la culminación de la Ética. El elevado concepto que
tenía Aristóteles de la Política se hace patente cuando afirma: “Es cosa
amable hacer el bien a uno solo; pero más bella y más divina es hacerlo
al pueblo y a las ciudades”.

117
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Ética en la profesión y valores para la vida

En el curso de la historia, el motor de la Ética ha sido la preocupación


por el bien de los hombres, para Aristóteles en el ejercicio excelente de
las funciones propias del intelecto humano, se encuentra el bien supre-
mo: la felicidad.

b) Kant (1724 -1804) y la conciencia del deber


como fundamento de la moral
En su obra filosófica, Kant distingue dos ámbitos que deben estudiarse
por separado: el de lo teórico, que corresponde a lo sucede de hecho
en el universo conforme a sus propias leyes y que, por tanto, no puede
ser de otra manera; y el de lo práctico, correspondiente a lo que ocurre
por la libre voluntad de los seres humanos que es el ámbito en el que se
ubica la moral.
La reflexión filosófica acerca de la moral tiene como punto de par-
tida el hecho incuestionable y universal de la conciencia del deber que
experimentan todos los seres humanos. En la conclusión de la Crítica de
la razón práctica, Kant afirma: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración
y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y
aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la
ley moral en mí”.
Kant da un giro completo a la reflexión ética, al expresar que el
fundamento de la acción moral no está en bienes y fines a los que deba
orientarse la voluntad del hombre para actuar correctamente, sino que
se encuentra en su interior, en la conciencia que tiene de unos manda-
tos que experimenta como absolutos. Estos mandatos deben cumplirse
por respeto al deber mismo que dicta la propia razón del hombre, su
cumplimiento, por tanto, no está subordinado a nada más que el cum-
plimiento del deber. Este deber que se conoce interiormente es el fun-
damento de la acción moral, y Kant lo denomina imperativo categórico.
El imperativo categórico es la regla que manda cumplir con el deber
incondicionadamente por diferencia de los imperativos hipotéticos que
subordinan las acciones a la obtención de fines externos, por lo que su
cumplimiento carece de valor moral. Para que las acciones sean moral-
mente correctas y tengan valor moral, la persona debe actuar solamente
guiada por el imperativo categórico que es dictado por la razón prác-
tica. Esto significa actuar por deber y no solamente conforme al deber.
En la Metafísica de las Costumbres Kant da varios ejemplos. Resulta sin
duda conforme al deber que un tendero no cobre de más a su cliente
inexperto, el comerciante prudente tampoco lo hace, sino que mantiene
un precio fijo para todo el mundo, por tanto, uno se ve servido honra-
118
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El ser humano y el valor

damente; sin embargo esto no basta para creer que por ello el comer-
ciante se ha comportado así por el deber sino porque su beneficio así lo
exigía, tenía, por tanto, un propósito interesado.
Otro ejemplo que da Kant para distinguir claramente entre la acción
realizada conforme al deber y la que se hace solamente por el deber es
el siguiente: ser caritativo cuando uno puede serlo supone un deber y
además muchos no cuentan entre sus motivos la vanidad o el interés
personal, pero encuentran un íntimo placer en esparcir júbilo a su al-
rededor y se regocijan con ese contento ajeno en cuanto es obra suya.
Semejante acción, por muy conforme al deber y amable que pueda ser,
no posee ningún valor genuinamente moral, ya que se está actuando
por un sentimiento de satisfacción personal o por realizar una acción
digna de encomio, sin embargo, a la máxima le falta el contenido mo-
ral, es decir, realizar tales acciones no por inclinación, sino por deber.
Actúa por deber quien ayuda a los demás solamente porque sabe que es
su deber y que está obligado a cumplir con él.
Un tercer ejemplo es el siguiente: si se hace una promesa solamente
para salir de un aprieto pero sin el propósito de cumplirla, podrían de-
rivarse de esta mentira consecuencias mucho más perjudiciales. Ahora
bien, es algo completamente distinto el ser veraz por deber que serlo
por la preocupación de unas consecuencias perjudiciales.
El verdadero imperativo categórico es el que expresa una ley moral
universal conforme a la que debe actuarse en cualquier caso o situación.
En la Filosofía moral no se admite como fundamento lo que sucede
de hecho, de acuerdo con los deseos o sentimientos de los hombres sino
lo que debe de hacerse conforme a lo que dicta la razón, es por eso que
para Kant el imperativo categórico es una ley universal objetiva que
debe cumplirse para que las acciones tengan valor moral
Lo que fundamenta el deber de cumplir con el imperativo categórico
es la propia humanidad del sujeto al que obligan ya que este expresa y
promueve el valor absoluto de la persona incluyendo la de uno mismo.
En un mundo en el que a todas las cosas se les pone un precio, la perso-
na es lo único que no tiene precio sino dignidad, por lo que es un fin en
sí misma y nunca debe ser utilizada como un medio.
La ética kantiana es una ética formal pues no hace depender el bien
moral de un contenido concreto ya que el deber que se expresa en el
imperativo categórico solamente indica la forma en la que deben lle-
varse a cabo las acciones para que sean realmente humanas y tengan
valor moral. En el imperativo categórico se percibe la forma de la razón

119
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práctica. Para saber si una máxima de acción (principio subjetivo) pue-


de considerarse ley moral objetiva, deberá tener las siguientes caracte-
rísticas formales:
• Ser universal, una ley moral es aquella susceptible de convertirse
en ley universal.
• Referirse a seres que son fines en sí mismos y tienen un valor ab-
soluto, es decir, los seres racionales y libres que son los que tienen
dignidad.
• Valer como norma para una legislación universal en un reino de
los fines que podría existir en el futuro en el que todos los seres
racionales se trataran entre sí como fines y nunca como medios.
Las tres formulaciones que hace Kant del imperativo categórico son:
• Obra solamente según aquella máxima que puedas querer que se
convierta, al mismo tiempo, en ley universal
• Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona
como en la persona de los otros, siempre como un fin al mismo
tiempo y nunca solamente como un medio.
• Obra como si, por medio de tus máximas, fueras siempre un
miembro legislador en un reino universal de los fines.
Estas tres formulaciones son diversas expresiones de la misma ley
moral en la que se manifiesta la autonomía de la voluntad, por la que
esta es una ley para sí misma, independiente de los objetos que quiera.
El principio de la voluntad debe ser elegir de tal manera que las máxi-
mas de sus acciones puedan ser leyes universales.
En relación con esto Kant plantea la siguiente pregunta: “¿Acaso me
contentaría que mi máxima (librarme de un apuro gracias a una pro-
mesa ficticia) debiera valer como una ley universal (tanto para mí como
para los demás), diciéndome algo así como: ‘Cualquiera puede hacer
una promesa hipócrita, si se halla en un apuro del que no puede salir
de otro modo?’ En seguida me percato de que, si bien podría querer la
mentira, no podría querer en modo alguno una ley universal del mentir;
pues con arreglo a una ley tal no se daría propiamente ninguna prome-
sa…”. (Kant, Fundamentación para una Metafísica de las costumbres, 94-96)
En el imperativo categórico se muestra el respeto y estima que me-
recen los demás y también la propia persona. Al obedecerlo, el ser hu-
mano se obedece a sí mismo ya que estos mandatos no son impuestos
desde fuera sino reconocidos en la propia conciencia, lo que hace de la
ética kantiana una ética autónoma. La capacidad de las personas para
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conducirse conforme a las normas morales propuestas por la propia


razón es la autonomía. Por ella, la persona puede decidir su propia vida
y debe ser considerada como alguien valioso, como un ser que tiene
dignidad y por tanto, un valor absoluto.
Para Kant, el fin propio de la moral consiste en tener una buena
voluntad, es decir, la disposición permanente para conducir la propia
vida conforme al imperativo categórico, ya que es lo único que permite
la propia autodeterminación y el cumplimiento del deber de respetar
la dignidad propia y la de las demás personas como lo dicta la razón
humana.
c) La Ética discursiva: el diálogo para llegar a acuerdos
sobre las normas morales para la convivencia social
La Ética discursiva fue elaborada por los filósofos alemanes Karl Otto
Apel y Jürgen Habermas en la década de 1970 y, desde entonces, ha
tenido gran difusión e importancia debido a que los principios que pro-
pone son muy pertinentes en el mundo moderno cuando se trata de
resolver conflictos o llegar a acuerdos en los diversos ámbitos sociales.
Su aspiración es fundar principios morales que no estén basados en
intuiciones o comprensiones de una época o cultura determinada, sino
que tengan validez universal. Esta Ética se basa en la racionalidad co-
municativa y se orienta a fundamentar la validez de los enunciados y
juicios morales a través del examen de los presupuestos del discurso.
La ética del discurso tiene como condición de posibilidad los actos
del habla. Un acto de habla es un tipo de acción que involucra el uso de
la lengua natural y está sujeto a ciertas reglas convencionales y princi-
pios de pertinencia. En estos actos están implícitas las siguientes pre-
tensiones de validez:
1. Inteligibilidad: lo que uno dice es entendido por quien oye.
2. Sinceridad: lo que se dice es lo que realmente se piensa.
3. Verdad: lo que uno dice es verdad, ceñido a los hechos objetivos.
4. Corrección: lo que se dice va de acuerdo con las reglas intersubjetivas.
Quien formula implícitamente pretensiones como las mencionadas
se compromete a justificarlas si fuera necesario, aclarando el sentido
de sus afirmaciones. Este proceso es posible en el marco de un diá-
logo en el que cada cual reconoce la condición personal y racional de
sus interlocutores y busca el entendimiento con ellos. De aquí que se
presuponga una “situación ideal del habla”, en la que se da un diálogo

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abierto en el que prevalezca solamente la fuerza de los argumentos y


en la que todas las personas implicadas puedan tener la palabra. Este
diálogo se denomina discurso. Habermas considera que aunque es muy
difícil que se cumplan todas las condiciones del discurso, es importante
tener este horizonte en mente para poder llevar a cabo un discurso lo
más parecido posible.
Todas las personas argumentan sobre las normas y se interesan por
saber cuáles son moralmente correctas. En las sociedades plurales, en
las que conviven grupos que tienen distintas concepciones morales,
proponer el diálogo, como procedimiento para alcanzar consensos en
los principios morales mínimos que permitan una convivencia social
justa es la principal aportación de la ética del discurso.
En esta teoría ética, las normas morales ya no son cuestión de la
conciencia individual sino de una comunidad ideal de diálogo. Aun-
que la autonomía de la persona continúa siendo el elemento esencial
para poder hablar de ética, esta autonomía se entiende ahora como algo
realizable a través de diálogos intersubjetivos cuya finalidad es diluci-
dar acerca de las normas morales correctas para la convivencia social.
Igual que Kant, Habermas considera que la ética debe buscar nor-
mas universalizables, pero por diferencia de Kant, cree que la racionali-
dad moral no es monológica sino dialógica, es decir, los seres humanos
no llegan a la conclusión de que una norma moral es correcta indivi-
dualmente sino a través del diálogo.
Para saber si una norma moral es correcta, en lugar de someterla a la
prueba del imperativo categórico kantiano, Habermas propone some-
terla a un diálogo entre todos los afectados por la norma, el diálogo se
convierte así en una búsqueda cooperativa de justicia y corrección de
las normas.
Kant se propuso desentrañar los presupuestos racionales del impe-
rativo categórico, la ética discursiva busca descubrir los presupuestos
que hacen a la argumentación una actividad racional y con sentido.
Cualquiera que quiera argumentar en serio sobre las normas debe de
presuponer que:
1. Todos los seres capaces de comunicarse son interlocutores váli-
dos. Esto es lo que los define como personas, y por tanto cuando
se dialoga sobre normas que les afectan, sus intereses deben ser
tomados en cuenta y defendidos, de preferencia por ellos mismos.
2. No todo diálogo permite descubrir si una norma es correcta, sino
solamente el que se atenga a unas reglas determinadas, que per-

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El ser humano y el valor

miten celebrarlo en condiciones de simetría entre los interlocuto-


res. A este diálogo se le llama discurso y debe cumplir los siguien-
tes requisitos:
• Que participen todos los afectados por la norma.
• Que todos tengan iguales oportunidades de expresar sus posicio-
nes, deseos e intereses y de cuestionar las intervenciones de los
demás.
• No se impide al hablante hacer valer sus derechos establecidos
en las reglas anteriores mediante coacción interna o externa al
discurso.
3. Después del discurso, para comprobar si la norma es correcta ha-
brá de atenerse a dos principios:
• Principio de universalización. “Una norma será válida cuando
todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las conse-
cuencias y efectos secundarios que se seguirían, previsiblemente,
de su cumplimiento general para la satisfacción de los intereses
de cada uno”. (Habermas, 1983, 92-108)
• Principio de la ética del discurso. “Solamente pueden pretender
validez las normas que encuentran (o podrían encontrar) acepta-
ción por parte de todos los afectados, como participantes en un
discurso práctico”. (Habermas, 1983, 92-108)
Así pues, una norma solamente se declarará correcta si todos los
afectados por ella están de acuerdo porque satisface, no los intereses de
un grupo o de un individuo, sino los intereses universalizables.
Por ello, el acuerdo o consenso al que se llegue no podrá ser un pac-
to estratégico, en el que los interlocutores se instrumentalizan recípro-
camente para alcanzar cada uno sus metas individuales. Tendrá que
ser un consenso comunicativo: el resultado de un diálogo serio en el
que no se ha excluido a ningún afectado y los participantes se aprecian
recíprocamente como interlocutores válidos que tratan de llegar a un
acuerdo que satisfaga intereses universalizables.
Mientras que la racionalidad que se utiliza en los pactos estratégicos
es una racionalidad instrumental, la racionalidad propia de los diálo-
gos es comunicativa ya que tiene en cuenta los intereses de todos.

d) De la Ética mínima a la Ética cordial: propuesta


para una Ética cívica
El término Ética mínima ha sido utilizado por filósofos y pensadores a

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partir de las últimas décadas del siglo XX, como respuesta a la necesi-
dad de buscar comportamientos éticos que puedan ser compartidos, sin
importar las diversidades sociales. Adela Cortina, una de las principa-
les expositoras de este tema, afirma que en las sociedades democráticas
y pluralistas existen muchas formas de pensar y diversas concepciones
morales a las que denomina morales de máximos.
Cada una de estas morales propone un ideal de vida buena y un
modelo de felicidad y todas ellas coexisten en la sociedad, sin embargo
se requiere que los ciudadanos compartan un capital ético común que
haga posible la convivencia justa y pacífica. Es decir, unos mínimos mo-
rales en los que todos puedan estar de acuerdo, independientemente de
su moral de máximos.
Estos mínimos morales son principios, valores, actitudes y hábitos a
los que no debe renunciarse para comportarse humanamente, y consti-
tuyen el contenido de una ética cívica. Los mínimos de una ética cívica
son principios mínimos de justicia compartidos que deben existir en las
concepciones morales de toda sociedad pluralista, ya que se requiere
un acuerdo sobre las cuestiones de justicia para poder tomar decisiones
en los distintos ámbitos sociales. La justicia es la virtud por excelencia
de todo sistema social; no es algo a lo que se invita sino una exigencia
sobre la que se dialoga para llegar a acuerdos sobre las grandes cues-
tiones sociales.
Es por eso que la Ética del discurso es la más apropiada para las
sociedades plurales, ya que los ciudadanos saben que tienen metas con-
juntas por las que tienen que trabajar. En estas sociedades, el diálogo,
se denomina discurso cuando participan todos los afectados por una
norma y es el procedimiento para determinar si esta es justa. Solamente
lo será cuando la norma satisfaga a todos los afectados por ella, debido
a que satisface intereses universalizables que benefician a los menos
favorecidos.
La Ética del discurso, creada por Apel y Habermas, muestra la im-
portancia de saber argumentar en la sociedad. Entrar en un proceso de
argumentación implica: reconocer a todos los participantes como inter-
locutores válidos, aceptar que es posible que no tenga uno toda la ver-
dad y que puede ser interesante lo que diga el otro; además debe haber
interés por saber si algo es justo o no. Todos estos aspectos son de suma
importancia en una sociedad que quiera ser racional y que manifieste
un desarrollo en su capacidad democrática.
Sin embargo, Adela Cortina considera que la Ética del discurso,
como ética procedimental es incompleta ya que para poner en marcha

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El ser humano y el valor

la capacidad de argumentar se debe tener la capacidad de apreciar los


valores; poner en primer término la justicia, la libertad, la igualdad y
la solidaridad. Al mismo tiempo, debe tenerse la capacidad de sentir
compasión e indignación por el sufrimiento y el maltrato que padecen
muchas personas y, por tanto, deseos de generar una sociedad más jus-
ta. Interesa saber si una norma es justa porque la justicia y la injusticia
afectan a las personas. La voluntad de justicia brota de la experiencia
de la compasión. “Conocemos la justicia no solamente por la razón sino
también por el corazón”.
El núcleo de la vida social no puede ser el individualismo, sino el re-
conocimiento recíproco que implica reconocer a las personas valiosas.
Solamente cuando se reconoce el vínculo que une a los humanos, inte-
resa la justicia y los valores y tiene sentido argumentar. Es por eso que
Cortina complementa la Ética del discurso con la Ética de la razón cor-
dial que considera la capacidad de estimar y de sentir y no solamente
la de argumentar. Esto es necesario para que pueda reconocerse al otro
no solamente como interlocutor válido sino como carne de la misma
carne; reconocer al otro en el vínculo que une a los humanos hace que
se interesen por el mundo moral.
Las consecuencias de estas consideraciones para una Ética cívica, es
decir una ética de los ciudadanos en sociedades plurales, es compren-
der que la fuente última de la obligación moral es el reconocimiento
cordial de quienes son personas y pueden ser, por tanto, ciudadanas de
una comunidad política y a la vez del mundo. Pero además, para que
las obligaciones morales puedan llegar a buen término, han de cobrar
vida en las instituciones políticas y en las de la sociedad civil.
En las sociedades se requiere compartir unos principios y un vo-
cabulario para abordar problemas morales. El conjunto de estos prin-
cipios es la clave de la justicia, que es el quicio de una buena sociedad,
preocupada por dar a cada uno lo que le corresponde desde el recono-
cimiento recíproco de los iguales en dignidad.
Adela Cortina establece los siguientes principios de una ética cívica
cordial:
1. Principio de no instrumentalización. Se refiere a que las personas
no deben instrumentalizarse ni ponerse al servicio de fines que
ellas no hayan elegido, porque las personas son capaces de elegir
sus propios fines
2. Principio de las capacidades. Consiste en reconocer la dignidad
de las personas, y actuar positivamente para potenciar sus ca-
pacidades de tal forma que puedan llevar adelante los planes de
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vida que elijan, siempre y cuando con ellos no dañen a otros.


3. Principio de justicia distributiva. La justicia social consiste en la
distribución de cargas y beneficios entre los miembros de la socie-
dad, teniendo como referencia intereses universalizables. El fin de
la justicia distributiva no radica en repartir los bienes sociales, sino
en dar a las personas las condiciones para participar en diálogos
acerca de las normas que les afectan, reconocer la diversidad de
sus capacidades y proveer los medios para que las desarrollen.
4. Principio dialógico. Es necesario establecer el diálogo y tener en
cuenta los intereses de los afectados por las normas en el momen-
to de tomar decisiones sobre ellas. Las normas morales de apli-
cación en la Ética mínima deben obtenerse mediante un proceso
discursivo, en el que el punto más importante sea reconocer los
intereses de los afectados por la norma para que al establecerla se
logre su aceptación.
5. Principio de responsabilidad. Considera que la naturaleza tiene
un valor interno. Hans Jonas propone un principio ético de res-
ponsabilidad que establece que cuando algo es bueno en sí mis-
mo y también vulnerable, quien tenga la capacidad de cuidarlo,
tiene la obligación de hacerlo y de ser responsable de su bienestar.
Bajo este principio la naturaleza y los animales tienen valores en
sí mismos y son vulnerables a la acción del hombre por lo que no
deben ser abusados y son responsabilidad de los seres humanos.
Los ciudadanos del siglo XXI tienen que ser educados en una Ética
cívica cordial, para que sean capaces de argumentar, de estimar valores y
de sentir compasión por los otros, tanto en el gozo como en el sufrimiento.
Estos son los que estarán preparados para tener un sentido de la justicia.
En una ética cívica las personas son consideradas ciudadanos con la
capacidad de vivir y convivir en una sociedad plural, con valores como
la tolerancia, la equidad y la solidaridad, así como con normas justas
que permitan a todos lograr sus propios proyectos de vida.

Preguntas para reflexionar

Elabora un cuadro comparativo de los siguientes conceptos en las


teorías éticas de Aristóteles, Kant, Habermas y Cortina: valor o valo-
res más importantes / Criterio de moralidad en cuanto a determinar
su una acción es buena o correcta / Fin de la Ética.
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3.7 Los valores en la construcción


de la ciudadanía contemporánea

a) Ciudadano y ciudadanía
La ciudadanía es el estatus que las personas tienen dentro del Estado al
que pertenecen como sujetos de derechos políticos, civiles y sociales. El
ciudadano elige su propia forma de vida y lo hace junto a sus iguales
que también son ciudadanos de una comunidad política. (OEI, pp. 95-
107, 2011)
En esa comunidad política se les deben reconocer dos valores funda-
mentales: la libertad y la igualdad. Ser ciudadano es ser con otros para
forjar un proyecto de vida en común, por tanto, la ciudadanía se cons-
truye dentro de una comunidad política que al mismo tiempo forma
parte de la comunidad global en la que es reconocida como un Estado
independiente y soberano con una organización política, un territorio y
órganos de gobierno propios.
A los ciudadanos corresponde la realización de valores que hagan
posible la convivencia armónica, el desarrollo sustentable y el bien co-
mún que debe estar constituido por tres elementos esenciales: el respe-
to a las personas y a sus derechos humanos, el bienestar social y la paz
y la seguridad, que son condición de posibilidad de los dos primeros
elementos.
Todos los seres humanos son iguales en dignidad y, por tanto, tam-
bién deben serlo frente a la ley en la comunidad política. El valor de
la igualdad nace por tanto de la misma dignidad de todos los seres
humanos y corresponde al Estado reconocerla y respetarla. Entre los
iguales se tiene que convivir ejerciendo un respeto activo, por el que
se debe estar dispuesto a respetar los diversos puntos de vista mora-
les y a trabajar para que sean incluidos y respetados en la sociedad. En
las sociedades plurales y democráticas el dialogo es el procedimiento
adecuado, para resolver los conflictos y desacuerdos tomando en cuen-
ta todos los puntos de vista en condiciones de igualdad, para lograr
un consenso.
El ciudadano debe valorar la libertad, entendida como independen-
cia, para contar con un espacio en el que pueda actuar libre de interfe-
rencias, la libertad entendida como autonomía, que le da la capacidad
de orientar sus actos conforme a normas que libremente acepta y con-
sidera valiosas y aplicables a toda la humanidad; debe ejercer su dere-

127
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cho a participar en los asuntos públicos, buscando siempre las mejores


alternativas para el bien de la comunidad política.
Como afirma Adela Cortina, las libertades “permiten construir jun-
tos una sociedad en la que la gente podamos mirarnos directamente a los
ojos, en que nadie tenga tanta fuerza que pueda dominar a los otros, ni
nadie tan poca que sea dominado por los demás”. (OEI, pp. 95-107, 2011)
Es necesario que los ciudadanos también:
• Tengan un proyecto de vida que les permita lograr sus metas per-
sonales y alcanzar la felicidad.
• Ejerzan una libertad positiva, por la que lleven a cabo acciones a
favor de la sociedad.
• No estén al servicio del consumismo, sino que sean capaces de
ejercer un consumo libre, justo y responsable.
• Cuando exijan un derecho a los demás o al Estado, estén dispues-
tos a que se otorgue a todos los ciudadanos.
• Desarrollen su autoestima, considerando que son valiosos por sí
mismos y para los demás, por lo que son y lo que hacen. Al mis-
mo tiempo deben respetar a los demás, reconocerles su derecho a
la autoestima y buscar que el Estado trabaje activamente por ella.
Los ciudadanos deben ser capaces de reconocer su dimensión social
y su capacidad para reunirse y deliberar con los demás sobre lo justo
y lo injusto, lo bueno y lo malo, en la familia, la escuela, el trabajo, la
sociedad y la política.
El reconocimiento que se alcanza, es obtenido del que los demás
otorgan, por tanto lo importante no es ser ciudadanos en lo individual,
sino serlo en la comunidad de ciudadanos, en la que todos se recono-
cen, se respetan y valoran el papel que desempeña cada persona dentro
de la sociedad. El reconocimiento recíproco entre sujetos, es decir, la
intersubjetividad, es lo que hace posible la convivencia y el diálogo.

b) La ciudadanía y el Estado
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD:2004)
define la ciudadanía como: “un tipo de igualdad básica asociada al con-
cepto de pertenencia a una comunidad, que en términos modernos es
equivalente a los derechos y obligaciones de los que todos los indivi-
duos están dotados en virtud de su pertenencia a un Estado nacional.
[Asimismo, es] un espacio sustancialmente mayor que va más allá del

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régimen político y sus reglas institucionales. Hablar de ciudadanía in-


tegral es considerar que el ciudadano de hoy debe acceder armoniosa-
mente a sus derechos cívicos, sociales, económicos y culturales, y que
todos ellos conforman un conjunto indivisible y articulado”.
En México, a todas las personas se les reconocen sus derechos fun-
damentales en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-
nos. El artículo primero afirma que: “En los Estados Unidos Mexicanos
todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en
esta Constitución y en los tratados internacionales”.
El ciudadano tiene la obligación de participar en su comunidad po-
lítica; no hacerlo hace que la calidad de la vida social se demerite. En
el Informe sobre la encuesta nacional de la calidad de la ciudadanía en
México que realizó el Instituto Federal Electoral (IFE: 2014), los princi-
pales resultados fueron:

Aspecto Porcentaje
1. Actitud hacia la legalidad e impartición de justicia
Confío en la impartición de justicia 32.0
Las personas deben siempre respetar la leyes 53.0
Confío mucho en la labor de los jueces 3.3
2. Actitud hacia la seguridad
Confío mucho en la labor de los policías 4.4
Confío en la labor de la policía 24.0
Nivel de denuncia de los delitos 40.0
La policía no hace de mi comunidad un lugar seguro 40.0
3. Actitud hacia la política
Los políticos no se preocupan por lo que piensa la gente como yo 87.0
La gente como yo puede influir en lo que hace el gobierno 12.0
Confío en los partidos políticos 19.0
Confío en los Diputados 12.0
4. Actitud hacia la comunidad
Confió en la mayoría de las personas de mi comunidad 27.0
No tolero los puntos de vista diferentes al mío 40.0
Nivel más alto de intolerancia (Tres Estados) 50.0

Los resultados de esta encuesta muestran que tanto gobierno como


ciudadanos tienen que trabajar conjuntamente para mejorar la calidad
de vida, lograr una sociedad segura, justa y más tolerante hacia las dife-
rencias; un Estado cuyo poder y actividad estén regulados y garantiza-
dos por ley y partidos políticos constituidos por personas honestas que
representen realmente los intereses de los ciudadanos.

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c) La ciudadanía y el Estado de derecho


La relación entre los ciudadanos y el Estado está establecida por el orde-
namiento jurídico y las instituciones contenidas en la constitución polí-
tica, que dan origen a las autoridades y funcionarios, cuyas decisiones y
acciones deben estar sujetas o ser referidas a una norma jurídica escrita.
Las leyes deben estar previamente aprobadas por representantes popu-
lares (diputados y senadores) y ser del conocimiento público.
Un Estado de derecho debe tener las siguientes características:
• Las leyes protegen los derechos individuales, se aplican a todos
sin distinción y se hacen cumplir por igual.
• Los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) son au-
tónomos, por lo que sus decisiones no pueden ser invalidadas,
modificadas o anuladas por otro poder.
• Los procesos por los que se nombran los titulares de los poderes,
y los procedimientos para poner término a sus cargos, están esta-
blecidos y deben respetarse.
• El poder esta institucionalizado y no personalizado, recae en ins-
tituciones jurídico-políticas y no en personas específicas, que tie-
nen temporalmente el poder mientras cumplen con su cargo.
• Los poderes respetan y promueven los derechos humanos y los
de las instituciones sociales que constituyen a la sociedad.

d) Los valores de la ciudadanía como fundamento de la Ética cívica


El ciudadano es parte del Estado y al mismo tiempo es destinatario de
sus acciones, por ello los valores de la ciudadanía deben ser respetados
por el Estado y, al mismo tiempo, deben ser desarrollados por el ciuda-
dano al aceptar las obligaciones que estos le imponen. Entre los valores
cívicos se encuentran:
1. El conocimiento y respeto de los derechos humanos y su correla-
ción con los deberes humanos que les corresponden.
2. El respeto de la dignidad de la persona humana.
3. El cuidado de los bienes comunes: muebles e inmuebles.
4. La educación vial y cumplimiento del reglamento de tránsito.
5. La educación política orientada a una participación activa y cons-
tructiva del bien común

130
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El ser humano y el valor

6. La atención a grupos vulnerables y la preocupación por la justicia


7. El cuidado del medio ambiente.
Estos valores por tanto, deben fundamentar los principios éticos que
deberán constituir la guía que la sociedad tendrá para elaborar sus nor-
mas de convivencia, así como el referente por el que se podrá juzgar la
actuación del Estado y de las instituciones de la sociedad.
Adela Cortina presenta la siguiente propuesta para la Ética cívica:
“Que una sociedad sea pluralista, no significa que no tengan nada
en común. Una sociedad es moralmente pluralista cuando en ella con-
viven personas que tienen diferentes concepciones morales de lo que
es la vida buena, diferentes proyectos de felicidad, es decir, diferentes
máximos de felicidad; pero precisamente logran convivir pacíficamen-
te porque al mismo tiempo tienen unos mínimos de justicia, que todos
comparten y que todos respetan. Esos mínimos componen lo que se
llama una ética cívica”, y son los siguientes:
• La libertad, entendida como autonomía moral (cada persona es li-
bre de querer unas cosas y no otras, siempre que no dañe a los de-
más) y como autonomía política (cada ciudadano decide participar
activamente en la vida política de su comunidad).
• La igualdad, entendida como igualdad de oportunidades para al-
canzar unos mínimos materiales y unas mínimas condiciones so-
ciales y culturales para desarrollar una vida digna.
• La solidaridad, entendida como una acción para apoyar al débil
para que alcance la mayor autonomía y desarrollo posibles. En un
mundo con tantas desigualdades, difícilmente se logra la libertad
y la igualdad sin acciones solidarias.
• La tolerancia, o mejor dicho, el respeto activo: la sola tolerancia
puede llevar a la indiferencia, por tanto, es mejor hablar de respeto
activo (no solamente permito que el otro, el diferente a mí, pueda
convivir conmigo, sino que además procuro entenderlo, preocu-
parme por él, apoyarlo, e inclusive aprender de él).
• El diálogo, como la mejor manera de resolver los problemas que
supone la convivencia plural. La violencia trae resentimiento, odio
y deseos de venganza, mientras que el diálogo permite buscar una
solución pacífica que satisfaga a las partes y crear unas normas bási-
cas de convivencia”. (Adela Cortina, Ética, Santillana, Madrid, 2000)
El principal objetivo de la Ética cívica es la justicia en la sociedad, ya
que de nada sirve ser ciudadanos en una sociedad injusta.

131
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Ética en la profesión y valores para la vida

e) La educación en los valores ciudadanos


Desde la perspectiva de una ética basada en valores, estos son captados
por el hombre por una capacidad a la que se llama estimativa, que no
es la capacidad de entendimiento o para realizar operaciones matemá-
ticas, sino consiste en captar valores a los que se califica como positivos
y otros como negativos, estos pueden ordenarse en una jerarquía que
va de los más a los menos importantes. La estimativa también permite
a los hombres y mujeres comprender la regla de oro que establece: No
hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo.
En el nivel social, cada cultura da a los valores cívicos una determi-
nada jerarquía y pone unos como los más importantes. Las sociedades
con un nivel más alto en su Ética cívica son aquellas en las que existe un
mayor grado de respeto a los derechos humanos, un mayor desarrollo
de su sistema democrático y un alto grado de respeto a las leyes.
La valoración que se hace de las instituciones políticas, de seguridad
y de impartición de justicia, es un indicador del nivel que cada socie-
dad tiene en sus valores ciudadanos. La labor de alcanzar niveles más
altos en los valores cívicos, se inicia en la familia y debe continuarse
a través de las instituciones educativas y los medios de comunicación
para fomentar el respeto a las personas y la cultura de la legalidad,
la capacidad de resolver los problemas mediante el dialogo y no por
la violencia, la participación ciudadana activa y no la resignación ante
las situaciones sociales que deben cambiarse, el respeto y preservación
del medio ambiente y de los recursos naturales. Para tener una socie-
dad justa, cada ciudadano debe comenzar por sí mismo siendo justo y
honesto, cumpliendo con sus obligaciones, realizando su trabajo de la
mejor manera posible y haciéndose responsable de que la ley se respete.
Si los ciudadanos cumplen con su función social con honestidad y efi-
ciencia están colaborando para la construcción de una mejor sociedad.

Preguntas para reflexionar

Encuesta. Organízate en equipos. Elaboren un cuestionario


con seis preguntas relacionadas con valores cívicos. Cada inte-
grante del equipo aplicará las preguntas a 5 compañeros dentro o
fuera del salón de clases. Posteriormente el equipo deberá reunir
las respuestas y sacar conclusiones sobre el nivel de desarrollo de
una Ética cívica entre los alumnos universitarios.

132
Este libro es para uso exclusivo de
El ser humano y el valor

Fuentes documentales

Aristóteles, Ética nicomaquea, Porrúa, México, 1967.


Ayala, Julio, Mounier y la Revolución personal y comunitaria, Revista Iberoame-
ricana de personalismo comunitario, 18 noviembre 2015, www.personalis-
mo.net/.../mounier-y-la-revolución-personal-y-comunitar...
Buenrostro, María Fernanda; Celestino, Roberto; Cabrera, Juan Carlos, Los
valores de siempre en la existencia de hoy, De La Salle Ediciones, México,
2013.
Cortina, Adela, Ética mínima, Tecnos, Madrid, 1986.
Cortina, Adela, Ética de la razón cordial, Educar en la ciudadanía en el Siglo
XXI, Nobel, Madrid 2009.
Cortina, Adela y Martínez, Emilio (2008), Ética, Akal, Madrid.
Dacal, Alonso José Antonio, Reflexión sobre los deberes humanos, De La Salle
Ediciones, México, 2010.
Habermas, Jürgen, Conciencia Moral y acción comunicativa, Trotta, Madrid,
1983.
Instituto Federal Electoral, Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en
México, Instituto Federal Electoral, México, 2014.
Kant, Emmanuel, Crítica de la razón práctica, Porrúa, Sepan Cuantos 212,
México, 2004.
Kant, Emmanuel, Fundamentación para una metafísica de las costumbres,
Alianza, S.A, Madrid, 2012.
Moreno Molina, Berta, Ética en el ejercicio profesional, De la Salle Edicio-
nes, México, 2012.
Cortina, Adela, “Los valores de una ciudadanía activa”, en Educación, Va-
lores y Ciudadanía, OEI, Fundación SM, Madrid, 2011.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, La Democracia en
América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Aguilar,
Altea, Taurus, Alfaguara, Argentina, 2004.
Rachels, James, Introducción a la Filosofía Moral, F.C.E, México, 2015.
Rifkin, Jeremy, La civilización empática, Paidós, España, 2010.
Sen, Amartya, La idea de la justicia, Taurus, México, 2010.

133
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Capítulo 4 Ética profesional y valores sociales

4.1 Ética aplicada y Ética profesional

Ética aplicada

L a aplicación de la Ética a diversas disciplinas comenzó su desarrollo


en la segunda mitad del siglo XX como respuesta a la necesidad de
una reflexión ética sobre distintos ámbitos de la actividad humana y
de las instituciones sociales. Los cambios acelerados, la complejidad de
los avances científicos y tecnológicos, los escándalos de corrupción en
las profesiones y los problemas de orden político, económico y ecoló-
gico han tenido un gran impacto en el contexto social e hicieron ver la
necesidad de una orientación moral para dar respuestas humanas a los
nuevos retos que se enfrentan en el mundo actual.
Una de las principales causas de este movimiento es el desarrollo
científico y tecnológico que ha creado una serie de situaciones nuevas
para las que no existían criterios morales. En el ámbito de las ciencias
biomédicas, temas como la clonación, la eutanasia o el genoma huma-
no, entre otros, plantean serios dilemas que requieren de una reflexión
ética. En el ámbito de las tecnologías de la información y la comuni-
cación, también han surgido problemas nuevos como la protección a
la privacidad de la información de las personas y las empresas. Otro
ámbito nuevo que requiere respuestas éticas es el ecológico en el que se
presenta el grave problema del deterioro ambiental.
Para aplicar la reflexión ética a los distintos tipos de actividades so-
ciales, se requiere tener en cuenta que cada actividad tiene sus pro-
pias exigencias morales y debe orientarse a valores específicos, por lo
que primero es necesario determinar cuáles son los bienes internos
que cada una de estas actividades debe proporcionar a la sociedad, así
como los valores que es preciso incorporar para alcanzarlos.
Esta tarea es indispensable para poder establecer criterios éticos
para el desarrollo de cada una de las actividades y requiere el traba-
jo cooperativo de los expertos en cada campo así como de los profe-
sionales relacionados y especialistas en Ética. Debido a esto, las Éticas
aplicadas son necesariamente multidisciplinarias; los problemas que se
presenten y requieran de un análisis ético deberán primero ser estudia-

134
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

dos por los expertos profesionales del área específica en cuestión. Cada
área deberá incluir a distintos especialistas para describir y acotar el
problema así como para proporcionar las alternativas de solución. A
estos profesionales deberán unírseles quienes estén involucrados en la
decisión o resulten afectados por ella y los especialistas en temas éticos.
Conforme al procedimiento que propone la Ética discursiva, este con-
junto de profesionistas, participan, en igualdad de circunstancias en las
decisiones sobre los criterios morales más adecuados para orientar las
diversas actividades sociales y dar respuesta a los problemas humanos
que estas plantean.
Algunos ejemplos de éticas aplicadas son: la Bioética, la Ética de la
Comunicación y medios, la Ética de la empresa, la Ética de la Educa-
ción, la Ética económica, la Ética política, la Ética ecológica, la Ética de
las tecnologías de la información y la Ética profesional. Ciertas profe-
siones han desarrollado una ética aplicada específicamente a su campo
concreto como la Ética de la Ingeniería, la Ética jurídica o la Ética médi-
ca. Las éticas aplicadas se han desarrollado para que quienes trabajan
en las diversas áreas, toman decisiones o establecen políticas públicas y
leyes, se orienten por valores, principios y criterios éticos.
Para analizar y dar respuesta a los diversos problemas que se plantean
en las éticas aplicadas se utilizan principios de diversas teorías éticas y
se adopta un enfoque incluyente que permite analizar aspectos como:
• Las consecuencias para aquellos a quienes se orienta determina-
da actividad, para los que reciben sus efectos directos y, de ser
aplicable, los indirectos, como el medio ambiente, las generacio-
nes futuras y la sociedad en su conjunto. Análisis que se basa en
la Ética utilitarista
• El deber de respetar la dignidad y los derechos humanos de to-
das las personas involucradas en la decisión, ya sea como indi-
viduos o como grupos. Análisis que se fundamenta en teorías
éticas deontológicas como la de Kant.
• La consideración de las características morales necesarias que de-
ben desarrollarse en un ámbito social concreto y si quien toma
la decisión la considera correcta y estaría dispuesto a proponerla
como criterio ético para determinada actividad. Análisis que se
basa en la Ética de las virtudes.
Las alternativas de acción que se propongan deberán ser analiza-
das conforme a las diversas propuestas éticas que se consideren para
determinar si la alternativa es correcta y solamente en caso de que en
135
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

las tres— o al menos en dos— se llegue a esa conclusión, se validará


su realización; sin embargo cuando existan distintos juicios sobre una
alternativa deberá analizarse cuál de las teorías éticas es la que repre-
senta el mayor valor o es más importante para el caso concreto.
En las éticas aplicadas se han establecido principios éticos que se
denominan intermedios, lo que significa de aplicación específica a los
temas y casos concretos que se tratan en ellas. Estos principios se desa-
rrollan con base en el bien interno de las diversas actividades sociales,
es decir, el bien específico que cada una debe proporcionar a la socie-
dad y que le permite alcanzar sus metas sociales.
En el campo de la Bioética Tom L. Beauchamp y James F. Childress,
científicos y humanistas estadounidenses, publicaron en 1979 el libro
Principles of Biomedical Ethics, en el que establecen los cuatro principios
fundamentales de la Bioética y la Ética médica: beneficencia: obligación
moral de actuar buscando el beneficio de los otros; no maleficencia: evi-
tar causar un daño a las personas; autonomía: respetar la capacidad
de las personas para tomar sus propias decisiones; y justicia: todas las
personas tienen los mismos derechos y debe haber una distribución
equitativa de cargas y beneficios en cualquier situación y dentro de la
sociedad. La universalidad de estos principios ha hecho posible su apli-
cación en otras éticas aplicadas como la Ética profesional, como se verá
más adelante.
Adela Cortina propone, como método de las éticas aplicadas, la her-
menéutica crítica que consiste en la interpretación racional para des-
cubrir la particular modulación de un principio común en el campo
específico de la ética aplicada. Por otro lado, dado que cada campo tiene
una innegable especificidad, deberán buscarse los principios de nivel
intermedio y los valores aplicables a los distintos contextos.
El procedimiento para la toma de decisiones y formulación de prin-
cipios es la Ética discursiva, conforme a la que se coordina la actividad
de los participantes —interlocutores válidos— en la toma de decisiones y
la elección de los principios de las diversas teorías éticas que deben con-
siderarse para fundamentar el ámbito específico de la ética aplicada.
De acuerdo con Adela Cortina, los aspectos que una ética aplicada
debe considerar son:
1. La metas sociales por las que cobra sentido la actividad social a la
que se refiere; estas vienen determinadas por los bienes internos
de dicha actividad: los bienes específicos que proporciona a la
sociedad.

136
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

2. Los mecanismos adecuados para alcanzar las metas dentro de la


sociedad.
3. El marco jurídico-político correspondiente a la sociedad en cues-
tión
4. Las exigencias de la moral cívica alcanzada en la sociedad.
5. Las exigencias de una moral crítica planteadas por el principio de
la ética discursiva. (Cortina, 2008, 160-164)
A continuación se explica cada uno de los aspectos:
1. Metas sociales. Toda actividad que desarrolla un profesionista
o una institución social implica un campo de acción concreto y una
finalidad que se expresa en las metas sociales que le dan sentido y le-
gitimidad. En el nivel social la actividad se realiza en forma coopera-
tiva y quienes participan en ella tienen la responsabilidad de cumplir
determinados modos de actuación conducentes al logro de las metas
sociales.
Las metas sociales vienen determinadas por los bienes internos de
cada actividad social. En la medicina, el bienestar y la salud del pa-
ciente; en la empresa, la satisfacción de las necesidades humanas con
calidad y la optimizción de los recursos disponibles; en la política, el
bien común de la sociedad. Quien labora en estas actividades acepta
el compromiso de descubrir los valores necesarios en su ámbito social
concreto y de practicar las virtudes que le permitan alcanzar los bienes
internos de su actividad específica.
2. Mecanismos. Cada actividad tiene mecanismos específicos me-
diante los cuales se realiza. Estos son medios y estrategias que le per-
miten alcanzar sus fines y metas, por ejemplo en el caso de la empresa:
el mercado, la competencia, la búsqueda de beneficios y ciertos valores
específicos como la calidad, la eficiencia, la motivación de su fuerza la-
boral, etc.
3. Marco legal. Una actividad social se legitima mediante el cum-
plimiento de la legislación nacional e internacional vigente. Esta es una
condición necesaria, pero no suficiente, para alcanzar su moralidad ya
que las leyes están sujetas a transformaciones en el tiempo, como las
modificaciones a la constitución (ley suprema) de cada país. Sin embar-
go, no todo lo que debe hacerse está contenido en las leyes.
4. Moral cívica. Para complementar las leyes tiene que acudirse a la
instancia de la conciencia moral cívica, a la Ética civil, entendida como
el conjunto de valores que los ciudadanos de una sociedad plural com-
parten y que forman la base de su búsqueda de una vida buena en
137
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

común. Estos valores incluyen libertad, igualdad y solidaridad, que tie-


nen su reflejo en las tres generaciones de derechos humanos y en las ac-
titudes de tolerancia activa y predisposición al diálogo. Entiéndase por
tolerancia activa el respeto a la diferencia del otro. Una actividad social
se legitima cuando produce los bienes que la sociedad espera y respeta
los derechos reconocidos a todos los participantes en la sociedad y sus
valores compartidos.
5. Moral crítica. La fundamentación y legitimación de los principios
y normas morales en las éticas aplicadas, especialmente en las socie-
dades democráticas, está basada en el reconocimiento por parte de las
instituciones sociales, de todos los afectados por las normas de cada
ámbito social concreto como interlocutores válidos y estas serán justas
si pueden ser aceptadas por todos tras un diálogo racional, lo que lleva
a reconocer que cada afectado tiene un conjunto de derechos básicos
que pueden tener modulaciones específicas en cada ámbito social.
Una característica importante de las éticas aplicadas es que, por dife-
rencia de lo que sucede en la ética personal, en los procesos de decisión
interviene un grupo de personas especialistas en el tema en cuestión y,
por tanto, las decisiones se toman en conjunto, como es el caso de las
decisiones en las empresas. Estos procesos de decisión se regulan por
un principio de la Ética discursiva, que afirma que debe buscarse la
participación de todos o la mayoría de los afectados por las normas que
se establezcan en cada ámbito social.

Preguntas para reflexionar

Ética aplicada. En equipos elige tres éticas aplicadas. Investiga


acerca de los temas y problemas que trata cada una de ellas. Ex-
plica cuáles principios éticos intermedios deberían aplicarse para
analizarlos y darles respuesta.

Ética profesional
La sociedad espera que cada profesión proporcione un servicio necesa-
rio para su buen funcionamiento y que los profesionistas desarrollen
su labor con capacidad técnica e intelectual y un comportamiento ético.
Las profesiones son actividades complejas que tienen repercusiones
en el nivel personal y social. Adela Cortina define una profesión como:
138
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

“…una actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en pro-


porcionar a la sociedad un bien específico e indispensable para su su-
pervivencia como sociedad humana, para lo cual se precisa el concurso
de la comunidad de profesionales que como tales se identifican ante la
sociedad”.
En esta definición se destaca el aspecto social de la profesión, que
es precisamente el de realizar una actividad o trabajo que la sociedad
necesita: servicios de salud, representación legal, construcción de ca-
sas y edificios, educación, diseño y supervisión de maquinaria para la
industria, elaboración de productos químicos o alimentarios, adminis-
tración de una empresa y un sinfín de actividades más que la sociedad
requiere para funcionar y alcanzar el bienestar social.
Cada profesión proporciona a la sociedad un bien específico y, en
este sentido, existe una relación entre la actividad misma, la finalidad
de la profesión y el bien social que proporciona. Un médico, al poner en
práctica sus conocimientos para curar una enfermedad, está realizando
al mismo tiempo el fin que legitima esta práctica profesional, que es el
de curar a los enfermos, y al hacerlo presta un servicio social.
Los bienes sociales que proporcionan las profesiones pueden estar
directamente relacionados con las personas, como en el caso de los mé-
dicos, psicólogos, abogados, maestros, etc. En estos casos, las personas
son beneficiarias directas de la actividad del profesionista y experimen-
tan la calidad del servicio prestado. Debido a esto, su opinión es impor-
tante para determinar cuáles prácticas producen un servicio de calidad
y cuáles no.
Otras profesiones como Administración de empresas, Ingeniería,
Contaduría pública, Economía, Mercadotecnia, etc. proporcionan un
bien social a través de las empresas y es mediante el desarrollo eficiente
de las funciones que les corresponden dentro de ella, como contribu-
yen al bien social, ya que las empresas son necesarias para el desarro-
llo económico de un país así como para generar empleos y proveer a
la sociedad con los bienes, recursos y servicios indispensables para su
bienestar. De la misma forma, los profesionistas que trabajan para el
gobierno, que tiene como finalidad el bien común, contribuyen con su
actividad al bien social específico que proporcionan las instituciones
para las que trabajan.
La finalidad económica de la profesión es uno de sus bienes exter-
nos legítimos. El profesionista, al realizar su trabajo, sea en forma inde-
pendiente o para una empresa, gobierno u organización social, tiene el
derecho de recibir una remuneración económica justa por sus servicios.

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Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Sin embargo, los bienes externos que se persiguen al desempeñar una


actividad profesional solamente son legítimos cuando están subordina-
dos a los bienes internos que son las finalidades que la justifican y dan
sentido a su existencia dentro del contexto social.
Cuando lo único que motiva el ejercicio de una profesión son los bie-
nes externos, como el dinero, el poder y el éxito, el profesionista pierde
la autonomía —su capacidad de actuar con independencia moral e inte-
lectual—, debido a que se encuentra bajo el dominio de intereses ajenos
a su práctica profesional.
También es cierto que la actividad profesional no siempre se realiza
a cambio de un ingreso; existen profesionistas que dedican parte de
su tiempo a prestar sus servicios profesionales sin percibir ingresos,
como un compromiso social voluntario, atendiendo dispensarios médi-
cos, dando orientación psicológica, asesoría legal o formando parte de
grupos ciudadanos y organizaciones no gubernamentales que realizan
diversas actividades sociales. Esto es una muestra de que la finalidad
económica no es la meta que da sentido y legitimidad social a la acti-
vidad profesional, sino más bien esta es una actividad que tiene su fin
en sí misma.
Según la tradición aristotélica, toda actividad humana tiene una fi-
nalidad, que constituye su bien, pero no todos los fines son iguales. Hay
fines que son internos a las actividades, es decir, en la realización de la
actividad se encuentra la realización de la finalidad, y hay fines que son
externos a las actividades, por lo que estas se convierten en medios para
lograr los fines.
Alasdair MacIntyre, en su libro Tras la virtud, retoma este concepto
cuando habla de la práctica para definir toda actividad humana con fi-
nes y bienes internos a la misma, por lo que las profesiones se incluyen
dentro de la totalidad de las prácticas sociales.
El concepto de práctica designa “cualquier forma coherente y com-
pleja de actividad humana cooperativa, establecida socialmente, me-
diante la que se realizan los bienes inherentes a la misma mientras se
intenta lograr los modelos de excelencia que le son apropiados a esa
forma de actividad y la definen parcialmente, con el resultado de que la
capacidad humana de lograr la excelencia y los conceptos humanos de
los fines y bienes que conlleva se extienden sistemáticamente”. (MacIn-
tyre, 1987, 233) Esto significa que los bienes internos benefician a toda la
comunidad que participa de la práctica, mientras que los beneficiarios
de los bienes externos son solamente individuos.
Un bien interno es aquel cuya obtención es posible únicamente a
través del ejercicio de la práctica en cuestión, por ejemplo la administra-

140
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

ción de justicia nada más es posible a través de la práctica del Derecho,


por diferencia de los bienes externos —como el dinero o el estatus so-
cial— para cuya obtención existen medios alternativos, ya que no existe
una conexión necesaria entre estos y una práctica determinada.
Esta distinción relativa a los bienes internos y externos se aplica per-
fectamente a las actividades profesionales, como se verá a continuación.
Los fines o bienes internos de las actividades profesionales son aque-
llos que definen el bien específico que cada una proporciona a la socie-
dad, le dan sentido y legitimidad social a las prácticas profesionales. En
toda profesión se desempeña una función social que se orienta al servi-
cio a los demás: curar, enseñar, informar, la construcción de vivienda,
la producción de bienes, la convivencia justa, etc.
Para desempeñar las actividades profesionales y realizar sus bienes
internos, se requieren virtudes. MacIntyre afirma que “las virtudes son
cualidades adquiridas, cuya posesión y ejercicio tiende a hacernos ca-
paces de lograr aquellos bienes que son internos a las prácticas y cuya
carencia nos impide efectivamente el lograr cualquiera de tales bienes”.
(MacIntyre, 1987, 237)
La virtud no es solamente un asunto personal y subjetivo, sino tam-
bién interpersonal e intersubjetivo ya que en las prácticas siempre siem-
pre se llevan a cabo con otros para realizar los bienes internos; esto puede
verse claramente en las actividades profesionales, ya que estas son acti-
vidades cooperativas.
Podría preguntarse si todas las actividades requieren las mismas
virtudes o si existen virtudes específicas para cada tipo de actividad.
MacIntyre considera que, aunque las prácticas sean distintas, existe un
mínimo de virtudes, como la integridad, que surge de la búsqueda de
la vida buena como un todo en el que no puede separarse la práctica
profesional del resto de las dimensiones de la vida de una persona.
Al realizar los bienes internos de su profesión, una persona alcan-
za la excelencia profesional y, al mismo tiempo, logra su realización
personal ya que la plenitud de la vida humana debe verse como una
totalidad en la que no cabe fragmentar la vida profesional del resto de
las dimensiones vitales de una persona.
El profesionista es, a fin de cuentas, una persona que realiza un tra-
bajo, se involucra en su actividad en forma integral, por lo que sus virtu-
des o defectos tienen un impacto positivo o negativo en ella. Es por eso
que debe empeñarse en adquirir y vivir aquellas virtudes o cualidades
morales que son necesarias para desempeñar su actividad profesional;
en caso de no hacerlo estará impedido para lograr los bienes internos de
su profesión. Un profesionista sin virtudes no es un buen profesionista.
141
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

La Ética profesional tiene precisamente entre sus objetivos, orientar al


profesionista al desarrollo de virtudes que son necesarias para ejercer
su actividad con excelencia.
Un problema frecuente en el ámbito profesional es considerar que
los bienes externos de la profesión, como el dinero o el estatus social,
son los más importantes; pero cuando los bienes internos se subordi-
nan a ellos, se produce la corrupción de una actividad profesional. El
médico que propone a un paciente realizarse una operación complica-
da y riesgosa, sin que el padecimiento lo requiera, solamente porque
percibirá honorarios muy altos, caracteriza un caso de corrupción, de-
bido a que antepone los intereses económicos al bienestar del paciente
a quien utiliza como un medio para obtener dinero, en lugar de verlo
como una persona, como un fin en sí mismo con derecho a la salud y al
mejor tratamiento para recobrarla.
Subordinar a una persona a una finalidad económica es instrumen-
talizarla, y es una acción inmoral. En el imperativo categórico kantiano,
que expresa un elevado criterio de moralidad, se afirma que las perso-
nas siempre deben ser tratadas como fines en sí mismas y nunca como
medios, de donde puede inferirse que en ninguna actividad profesio-
nal es correcto tratar a las personas como medios para conseguir bienes
externos a las prácticas profesionales.
Todo lo anterior permite valorar la importancia de la Ética profesio-
nal, que puede definirse como la Ética aplicada que establece valores,
principios y normas para orientar la actividad del profesionista hacia
las metas sociales de su profesión y el cumplimiento de su compromi-
so con el bien común. Debe recordarse que las metas sociales vienen
determinadas por los bienes internos de las actividades profesionales,
es decir, los bienes específicos que cada una proporciona a la sociedad.
De esto se desprende que la Ética profesional se concreta en la fun-
damentación del comportamiento moral de los profesionistas y las rela-
ciones que establecen en su práctica profesional, sea en forma indepen-
diente o como empleados en alguna institución o empresa. Así mismo,
los impulsa a desarrollar un carácter o ethos orientado al ejercicio ético
de su actividad.
Cortina y Conill han señalado lo que en la actualidad puede confor-
mar el ethos del profesionista:
• Ejercer su actividad con vocación y actitud de servicio buscando
siempre los bienes internos de su profesión.
• Poseer conocimientos, habilidades y capacidades, así como los tí-
tulos necesarios para ejercer su actividad.
142
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

• Buscar valores universales y adoptar una actitud ética para evitar


intereses particulares y externos al ejercicio de su profesión.
• Trabajar en forma permanente en favor de la excelencia profesional.
La Ética profesional, como ética aplicada, tiene dos aspectos: el teó-
rico, que estudia los principios fundamentales de la Ética tanto perso-
nal como social y los toma como punto de partida para determinar los
principios éticos intermedios, las normas y los deberes profesionales;
y el práctico, que busca la aplicación de dichos principios, así como el
cumplimiento de las normas y los deberes por parte del profesionista
para que cumpla las metas sociales de su profesión.
Las principales tareas de la Ética profesional son las siguientes:
1. Determinar las metas sociales y los bienes internos de las profe-
siones para que estas proporcionen a la sociedad bienes específi-
cos y valiosos, indispensables para su supervivencia.
2. Establecer modelos de excelencia de la actividad profesional que
sirvan de orientación al profesionista.
3. Mejorar la vida social e individual mediante el ejercicio de la profesión.
4. Impulsar pautas de conducta correctas y valores morales en los
profesionistas.
5. Determinar principios, normas y criterios morales para evaluar
las conductas de los profesionistas.
6. Conformar una tradición valorativa de las conductas profesiona-
les correctas.

Preguntas para reflexionar

Ética profesional. En equipo investiga un caso de falta de ética en la


profesión. Explica por qué la subordinación del bien interno de la profe-
sión a un bien externo provoca la corrupción de la práctica profesional.

4.2 Vocación profesional y servicio

L a palabra vocación se deriva de la palabra latina vocare, que significa


‘llamar’, por lo que la vocación se ha identificado con el llamado a
desempeñar algún trabajo o profesión.
143
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

La vocación expresa la personalidad de alguien frente al mundo, no


solamente en lo que se refiere al estudio y al trabajo sino en todos los
ámbitos de la vida. La vocación orienta a la persona a la construcción de
su identidad personal y de su estilo o forma de vida. Así por ejemplo,
algunas personas tienen vocación para el arte o para el deporte, para
la vida religiosa o matrimonial o para alguna profesión en particular y
esto define su proyecto de vida.
La vocación profesional se manifiesta como una disposición espe-
cial para realizar determinadas actividades y preferir los ambientes o
contextos donde estas se desarrollan. Esto tiene que ver no únicamente
con los gustos y aficiones personales sino también con las habilidades
y capacidades para realizar algún tipo de actividad. Las habilidades y
capacidades de una persona pueden ser innatas o adquiridas dentro de
su bagaje cultural y educativo; ambos factores son importantes ya que
por un lado, las personas nacen con cierto tipo de disposiciones y habi-
lidades, pero por otro, estas disposiciones pueden verse desarrolladas,
limitadas o influenciadas por la educación que se recibe y el ambiente
cultural en el que se vive.
La vocación puede darse como una certeza o un hallazgo que define
el camino que se va a tomar en la vida; o bien como un proceso en cons-
trucción que conlleva la búsqueda, exploración y creación de posibili-
dades. En este sentido la vocación aparece como una realidad dinámica
que sitúa al individuo frente a un horizonte que descubre y hacia el que
camina para realizar su proyecto de vida.
La elección de una carrera profesional responde a una vocación defi-
nida o en proceso de construcción y tiene que ver con las disposiciones
naturales, los gustos, las aficiones, las capacidades y habilidades de las
personas. Ahora bien, es importante considerar que al elegir una profe-
sión se elige también un estilo de vida y se decide una parte importante
de la identidad personal, ya que la profesión de una persona influye en
sus hábitos, juicios valorativos y formas de pensar y actuar.
La vocación juega un papel importante en la elección de una profe-
sión y, también, en la forma de ejercerla. Cuando se practica una acti-
vidad profesional con vocación, se da una orientación hacia el servicio
a los demás. Augusto Hortal afirma que: “Cuando el trabajo se ve y se
vive como vocación, la labor de una persona se convierte en algo inse-
parable de su vida. El profesional vocacionado vive para su profesión y
no solamente de su profesión”.
Todas las profesiones tienen una dimensión social debido a que cada
una proporciona bienes necesarios para la sociedad. Se ha visto cómo al

144
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Ética profesional y valores sociales

surgir nuevas necesidades humanas, surgen carreras profesionales que


buscan satisfacerlas. Tal es el caso de la carrera de Ingeniería ambiental,
que busca dar respuestas para controlar la contaminación y prevenir el
deterioro de los recursos naturales.
Puede afirmarse que existe una interdependencia entre las distintas
profesiones para lograr el bienestar social mediante la producción de
bienes o la prestación de servicios que se requieren en una sociedad.
Las profesiones generan y fortalecen redes sociales al mismo tiempo
que constituyen una dimensión importante de la vida social, como aso-
ciaciones intermedias entre el mercado y el Estado capaces de encarnar
aspiraciones morales a través de una práctica responsable y comprome-
tida con el servicio a la comunidad.
Es por eso que todas las actividades profesionales tienen una di-
mensión de servicio ya que al estar orientadas a la satisfacción de las
necesidades humanas proporcionan a la sociedad bienes específicos
que se requieren para alcanzar el bien común.
La dimensión de servicio está íntimamente ligada a los bienes in-
ternos de las profesiones, es decir, a aquellos cuya realización hace que
estas tengan sentido y reconocimiento social. Al realizar los bienes in-
ternos de su actividad, el profesionista está prestando un servicio a los
demás y al mismo tiempo desarrolla virtudes que lo hacen mejor pro-
fesionista y mejor persona. Como afirma Fuentes Mora: “Los profesio-
nistas tienen un compromiso moral con la sociedad. Este compromiso
les lleva idealmente a cultivar valores y cualidades, con el fin de aspirar
a alcanzar la excelencia necesaria para cubrir de forma óptima las ne-
cesidades sociales, las de su gremio, las de la corporación para la cual
trabajan y las del mismo profesionista”.
La actividad profesional debe desarrollarse con vocación de servicio y
también puede ser disfrutada y estimada en sí misma, pero en las socie-
dades actuales, el sistema económico ha reducido el trabajo y la actividad
profesional en particular a un medio para conseguir riqueza y poder. El
ámbito laboral suele ser estresante más que gratificante y los profesio-
nistas eficientes pero no felices. Esta tendencia puede minimizarse si se
comprende que más allá de su aspecto económico, la actividad profesio-
nal tiene un valor en sí misma por estar orientada al servicio, ser fuente
de realización personal y transformadora del entorno social.
Puede decirse que en la vida profesional se entrelazan tres aspectos:
el personal, el social y el económico La tarea de la Ética profesional
es articular estas tres dimensiones para hacer del ejercicio profesional
una actividad auténticamente humana orientada en forma mediata o

145
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Ética en la profesión y valores para la vida

inmediata a prestar un servicio a los demás en el que se encuentre una


manera de alcanzar la realización personal.

Preguntas para reflexionar

Vocación profesional y servicio. Elige una persona que sea


ejemplo del ejercicio profesional con vocación y actitud de ser-
vicio. Explica cómo se relacionan ambas características y cuáles
virtudes tiene dicha persona.

4.3 Conciencia moral


y acción profesional

L a palabra conciencia, deriva del vocablo latino conscientĭa, que signi-


fica ‘con conocimiento, y es la función intelectual mediante la que
una persona se percibe a sí misma en el mundo, tiene conocimiento de
su existencia, de sus estados de ánimo, sus decisiones y acciones, así
como de lo que sucede, lo que hace o desea hacer.
Una de sus funciones es ser la conciencia moral que permite al ser
humano conocer la calidad moral de sus propios actos y realizar juicios
de aprobación o censura conforme a normas y valores personalmente
asumidos. No es una facultad diferente del intelecto, sino uno de los
modos en que opera para juzgar sobre el deber ser y sobre la bondad o
maldad de los actos en cada caso concreto. La conciencia moral es un
atributo universal de los seres humanos que tiene su fundamento en su
naturaleza racional y libre. Todos los hombres y mujeres, en todas las
culturas, hacen juicios morales y consideran las acciones bajo su aspec-
to moral, como buenas o malas, permitidas o prohibidas.
La conciencia moral es una facultad racional que se desarrolla a lo
largo de la vida. En su formación intervienen la familia, la educación,
el entorno social, la religión y la cultura a la que pertenecen los seres
humanos. Las etapas por las que atraviesa el desarrollo de la conciencia
moral se relacionan estrechamente con el desarrollo físico, y psíquico,
así como con las interacciones sociales, pero llega un punto en la edad
adulta en el que la persona ha alcanzado su desarrollo físico y psíquico
y tiene la capacidad de adoptar una actitud crítica en sus interacciones
sociales, por lo que estas ya no determinan la forma en que piensa,
juzga y valora.
146
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Ética profesional y valores sociales

Cuando la persona alcanza esta etapa es capaz de hacer un razona-


miento moral conforme a principios éticos que ha hecho suyos; realiza
juicios morales sobre la base de valores universales y actúa de acuerdo
con sus propias normas morales, aunque estas no siempre coincidan
con la moral de la sociedad en la que vive, por lo que puede decirse que
ha alcanzado la madurez y la autonomía moral.
Lawrence Kohlberg ha descrito claramente el proceso de desarrollo
de la conciencia moral en el ser humano y considera que esta se desa-
rrolla pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mis-
mas para todos los seres humanos, se dan en el mismo orden, y crean
estructuras que permiten el paso a etapas posteriores. El desarrollo
biológico e intelectual es condición necesaria para el desarrollo moral,
pero no suficiente ya que no todos los individuos llegan a alcanzar las
etapas superiores de este desarrollo.

Etapas en el desarrollo de la conciencia moral en la teoría de Kholberg

El entorno se evalúa en términos de placer


Etapa 1. o dolor. Actitudes egocéntricas; lo bueno es
El castigo y la obe- lo que satisface los deseos del niño.
diencia (heterono- Las normas son impuestas (heteronomía) y
Nivel I. Moral pre- mía) su obediencia se rige por la consideración
convencional de las consecuencias: el premio o el castigo.
(infancia) Actitudes individualistas. El niño respeta
Etapa 2.
las normas impuestas para obtener lo que
El propósito y el in-
desea.
tercambio (indivi-
Esta actitud se podría resumir en la fórmu-
dualismo)
la: “Te doy para que me des”.
El adolescente empieza a ponerse en el lu-
gar del otro y a preocuparse por él. Reco-
noce que lo bueno o lo justo es aquello que
Etapa 3.
asegura la supervivencia del grupo, por lo
Expectativas, relacio-
que se empieza a identificar con los intere-
nes y conformidad
ses de todos y va abandonando su indivi-
interpersonal (mu-
dualismo Su moral sigue siendo heteróno-
tualidad)
Nivel II. Moral ma, acepta las normas del grupo social: la
convencional familia, los amigos. Busca la aprobación,
(adolescencia) ser aceptado y valorado por sus grupos.
El entorno se evalúa conforme a las reglas
de comportamiento que establece el siste-
Etapa 4. ma social. Aparece la conciencia del deber.
Sistema social y con- Las normas que se cumplían para ser apro-
ciencia (ley y orden). bado por el grupo social ahora son consi-
deradas un deber para mantener el sistema
social.

147
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Se adopta la perspectiva de una persona


racional, con valores y derechos. Las de-
cisiones morales son adoptadas en forma
autónoma y se generan teniendo en cuenta
los derechos, valores y normas que se con-
Etapa 5.
sideran universalmente aceptables, como
Derechos previos y
la igualdad y la justicia.
contrato social (uti-
Se tiene en cuenta la utilidad que tienen
lidad)
para la sociedad concreta en que se vive.
Existe interés en que las leyes y deberes se
basen en el cálculo racional de la utilidad
Nivel III. Moral general al proporcionar el mayor bien para
posconvencional el mayor número de personas.
o basada en prin- Se cuestionan las normas y valores socia-
cipios les. Se hacen juicios morales propios con
(después de los 18 base en valores morales y principios éticos
años o nunca) universales como la justicia, la igualdad de
derechos de los seres humanos y el respeto
a su dignidad de personas.
La persona se rige por estos principios y
Etapa 6.
los considera como los más importantes,
Principios éticos uni-
por lo que evalúa las leyes jurídicas y las
versales (autonomía)
costumbres sociales según su grado de
cumplimiento de los principios éticos, y no
al revés.
Se alcanza la autonomía moral al ser con-
gruente con los principios éticos y las nor-
mas morales personalmente asumidas.

Cuando la persona elige una forma de actuar por la convicción de


proceder conforme a valores y principios morales personalmente asu-
midos e interiorizados en su conciencia moral está actuando con plena
libertad y no en función de recompensas o sanciones. Esta libertad so-
lamente se alcanza mediante el razonamiento, la reflexión y la práctica,
hasta llegar a hacerla un modo de vida.
En el ámbito profesional, debe considerarse que las decisiones y
acciones tienen importantes repercusiones sobre las personas y la so-
ciedad, por lo que el profesionista debe realizar elecciones razonadas
orientadas siempre a los valores morales sobre cualquier otro tipo de
interés. En caso de duda siempre puede tener como punto de referen-
cia las normas elaboradas por sus colegas y estipuladas en los códi-
gos de Ética profesional. Más allá de la pretensión de uniformidad, los
profesionistas deben tener autonomía moral, iniciativa, creatividad y
decisión para elegir lo éticamente correcto en cada caso concreto.
148
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Ética profesional y valores sociales

Debido al impacto que tiene su actividad, es indispensable que el


profesionista tome en cuenta a todos los implicados en sus acciones,
especialmente a aquellos que pueden ser afectados por ellas, entablan-
do un diálogo, como propone la Ética discursiva, que permita llegar a
acuerdos que satisfagan los intereses de todos
Mediante el razonamiento orientado por su conciencia moral, los
profesionistas deben tener la capacidad de juzgar la calidad moral de
sus acciones y sus consecuencias ya que además del compromiso exter-
no que tienen de proporcionar un bien específico a la sociedad, tienen
un compromiso interno de actuar conforme con su ética profesional
libre y razonadamente asumida.
El razonamiento moral debe llevar a los profesionistas a incluir valo-
res y principios morales como realidades operativas de su trabajo para
ponerlos en práctica en su acción profesional. Entre estos principios
destaca primordialmente el que se deriva del imperativo categórico de
Kant que demanda tratar a las personas siempre como fines en sí mis-
mas y nunca como medios. De ahí que el profesionista deba buscar
siempre el beneficio de las personas a quienes está orientada su activi-
dad profesional y jamás utilizarlas como medios para logar sus propios
intereses. La persona que hace suya la ética de su profesión y la reafir-
ma en cada una de sus decisiones y acciones hace uso de su autonomía
y de su capacidad de reflexión y análisis, hecho que le permite lograr su
pleno desarrollo personal y profesional.

Preguntas para reflexionar

Conciencia moral y acción profesional. ¿A cuál etapa del desa-


rrollo moral según Kohlberg corresponden las siguientes frases?:
“Hago mi trabajo para obtener una promoción”, “No llego tar-
de porque no quiero que me sancionen”, “No hablo mal de mis
compañeros de trabajo con quien sé que podría denunciarme”,
“Tengo que terminar mi carrera para no defraudar a mis padres”,
“Es necesario mantener el orden social”, “No debes mentir pues
la gente ya no confiará en ti”, “No me conviene hablar mal de mi
jefe”, “Hice lo que era justo”, “Todas las personas deben ser trata-
das con respeto”. Justifica tus respuestas.

149
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4.4 Valor de la participación


social del individuo

A ristóteles definió al ser humano como un zoon politikon, un animal


social y político, que vive en una polis, una ciudad o en todo caso
en una comunidad. El ser humano es un ser relacional, capaz de pen-
sar, imaginar y crear, que vive alrededor de otros seres pensantes con
quienes convive, pacta, acuerda, lucha, odia, ama y con quienes sufre,
ríe, goza y, sobre todo, de ellos depende.
Si bien el ser humano es un animal racional, sus modos de pensar es-
tán íntimamente ligados a su entorno familiar y cultural. Por ello la ra-
cionalidad del ser humano así como la carga valorativa y de principios
se transmite por imitación y modelado. Los bebés y niños no aprenden
a razonar simplemente pensando; también escuchan, tocan, huelen,
ven, repiten, emulan y aprenden de lo que hay en su entorno al mismo
tiempo que se van adaptando a ese entorno cultural que les precede.
La capacidad para razonar y valorar está en la estructura del cere-
bro y el sistema nervioso central. Eso es compartido por toda la espe-
cie humana, pero los pensamientos y modos de razonar y valorar son
incorporaciones, repeticiones, interpretaciones y apropiaciones de su
entorno simbólico, primero de la familia y posteriormente del resto
de la sociedad con la que interactúan. La imitación es un modo eficaz
mediante el que los seres humanos van aprendiendo a ser parte de la
comunidad en que han nacido y dentro de la que crecen. Una eficaz
apropiación y, por tanto, imitación del mundo simbólico, costumbres y
tradiciones en las que un niño se desarrolla, son síntomas claros de un
desarrollo normal y favorable, que permitirá al nuevo individuo formar
parte de la sociedad en la que vivirá.
El ser humano, en tanto que mamífero gregario, requiere para su
desarrollo entender y repetir esos patrones para participar de la vida
social y formar parte de la misma, sea que haya nacido en una tribu
de cazadores recolectores hace doscientos mil años, con nómadas del
desierto hace diez mil años o en una gran urbe cosmopolita como Lon-
dres en el tiempo actual. Sea donde sea y en la época que haya nacido,
la flexibilidad del cerebro humano le permitirá adaptarse y aprenderá a
vivir e incorporar los valores de su grupo y comunidad. Esta capacidad
de adaptación es una de las grandes maravillas del cerebro humano, y
es fundamental para su inclusión en cualquier comunidad humana, ya
que el ser humano depende de otros para su subsistencia.

150
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Ética profesional y valores sociales

El ser es dependiente: depende de otros, de los que dependen otros.


Esta dinámica se extiende más allá de los individuos. Existe una comu-
nidad de intereses que precede a cualquier conflicto individual; una
red de reciprocidad de la que todos dependen y que exige un compro-
miso. Lo que el individuo es y lo que aspira a ser va construyéndose en
un proceso de interacción con el entorno colectivo. De hecho, hay metas
compartidas que pueden ser definidas con mucha mayor precisión que
los deseos inmediatos, muy a menudo vagos e inconsistentes. Esta rea-
lidad no se limita a la familia. También está presente, de distinta forma
y en diferente grado, en las relaciones de amistad, en las comunidades
políticas o en los círculos de afinidad. (Del Olmo, 2014)
El individuo humano no nada más depende de los otros en tanto
que es incapaz de realizar por sí mismo todas las actividades humanas
necesarias para la vida, como levantar casas, curar enfermedades, hacer
investigación en todos los campos del conocimiento, inventar tecnolo-
gía, iniciar empresas y dedicarse al arte o al comercio; actividades que
las sociedades humanas realizan en conjunto pero que nadie realiza de
manera aislada e independiente. El ser humano, en tanto que animal
social, es dependiente de otros porque sin la presencia y convivencia
con los otros enloquece o muere. “La noción de individuo que subyace
—un elector racional con deseos y fines coherentes— es completamente
falsa. En realidad, la identidad personal —o sea, aquello que soy— es
un terreno contradictorio y tumultuoso con abundantes conflictos y
desacuerdos”. (Del Olmo, 2014).
Como bien dice el poema de John Donne: “ningún hombre es una
isla”; la naturaleza social humana está profundamente adherida a la
psique de todo ser humano. Por eso es que una de las mayores torturas
que se le puede infligir a un individuo es el aislamiento. Sin necesidad
de tocar, golpear, lastimar, dejar sin comer, beber o privar de sueño a
alguien, puede generársele una gran cantidad de sufrimiento con el
aislamiento. El ser humano puede estar sano, con acceso a alimento,
agua y en un lugar confortable, pero sin la presencia de otros seres hu-
manos con quienes dialogar, discutir, pelearse, reconciliarse, odiarse,
amarse… puede llegar a sentir un gran sufrimiento y mortificación.
De hecho, muchos de los padecimientos y disfunciones psicológicas de
las sociedades modernas están relacionados con la soledad o la falta de
conexión con la comunidad en la que se vive.
Por un lado los medios enaltecen un exacerbado individualismo y,
como consecuencia, el ser humano sufre las consecuencias de esa pos-
tura; padece altos niveles de depresión, angustia y otras enfermedades

151
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Ética en la profesión y valores para la vida

mentales. La industria farmacéutica ha desarrollado un sinnúmero de


drogas para aminorar esa sensación de vacío o abandono, pero no pa-
rece que continuar por este mismo camino genere bienestar social o
individual en el largo plazo.
La soledad es un problema tan fuerte, que un castigo cotidiano y
sumamente doloroso consiste en que el grupo con el que una persona
convive decida ignorarla o deje de hablarle e inclusive mirarla. Esta des-
conexión, que no parece implicar violencia alguna, produce en quien la
recibe una gran cantidad de angustia y estrés, es decir, de sufrimiento.
De ahí que la filósofa española Carolina del Olmo en su texto ¿Dónde
está mi tribu? considere que las teorías morales no deben perder de
vista que “lo verdaderamente opuesto de la conducta egoísta y compe-
titiva no es el altruismo o el sacrificio, sino la cooperación, el compro-
miso, la reciprocidad y el cuidado mutuo”. (Del Olmo 1378-43%) Para
la autora no se trata de ser egoísta o abnegado, sino de si se puede ser
comprometido en una interacción de reciprocidad equitativa para las
distintas partes implicadas donde todos cuidan de todos aunque no de
la misma forma o en el mismo momento.
Muy en la línea de Aristóteles y Confucio, la autora propone una
noción de bien que evita caer en los puntos extremos. Desde esta noción
armónica, en vez de dicotómica, el bien no se encuentra en el punto
opuesto del mal, sino en el equilibrio entre dos puntos extremos. El
mal del egoísmo y narcicismo no encuentra el bien en su opuesto, en la
abnegación o la sumisión, pues simplemente se pasaría de un extremo
por exceso a otro por defecto, sino en el punto medio o en el equilibrio
entre esos extremos indeseables, en el compromiso y la reciprocidad, en
el trato equitativo y en el cuidado mutuo. Finalmente, para que exista
alguien que someta, necesita existir alguien sometido; y en una socie-
dad democrática donde se respeten los derechos y dignidad de todos,
lo deseable es la abolición de estas interacciones jerárquicas de abuso y
sumisión, muy propias de las sociedades patriarcales.
Lo que la autora cuestiona es que si bien la modernidad ha podido
mejorar y superar las practicas jerárquicas del patriarcado, se ha caído
en una vida egoísta y consumista donde la gente no encuentra plenitud
y satisfacción al olvidar lo que hace verdaderamente humana a la gente,
que es compartir como iguales el cuidado, afecto, apego y contacto con
los otros; actividad y responsabilidad que en la antigüedad se le había
delegado con exclusividad a la mujer, con todas las cargas y penas que
eso implicaba, pero sin el reconocimiento social que ameritaba.

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Ética profesional y valores sociales

De manera que la relación entre individuo y sociedad es a su vez de


mutua dependencia, o mejor dicho: interdependencia. No existe socie-
dad sin individuos ni individuos sin sociedad. Todo ser humano nace
al interior de una comunidad; y esa comunidad puede ser de tres o de
millones, y en ella el recién nacido aprenderá no una lengua, sino todo
un mundo simbólico mediante el cual interpretará su propia existencia
y la de todo aquello que lo rodea. Ese mundo cultural le dirá lo que se
espera de él, le trasmitirá una gran cantidad de información respecto a
las costumbres y tradiciones en las que ha nacido y las que tendrá que
cumplir si quiere ser considerado parte de dicha sociedad. Entre más
rígida sea la comunidad en la que nace, más se le demandará que cum-
pla a cabalidad con todo lo estipulado por su cultura, sea esto saquear
tribus vecinas o tratar con respeto a ancianos y enfermos.
Dada la interdependencia que existe entre individuo y sociedad, la
humanidad se enfrenta ante un círculo vicioso o virtuoso; si la socie-
dad es racista o elitista, tenderá a formar individuos con esos valores,
del mismo modo que si la sociedad es empática y abierta, tenderá a
promover esos valores. Ninguna sociedad o individuo es estático u ho-
mogéneo; del mismo modo que tampoco existe una sociedad o persona
que sea perfecta. Los individuos, al optar o preferir valores plurales, de-
mocráticos y que respeten la dignidad de todos los seres humanos, aun-
que nazcan en sociedades intolerantes, pueden incidir en ella y generar
un cambio; de la misma manera que sociedades respetuosas y abiertas
pueden volverse intolerantes si los individuos que las componen optan
por esa forma de ideología y vida.
La cultura es una invención que parece eterna cuando uno está en
ella y que sin embargo tiene fecha de caducidad. Prácticamente todo
lo que hay en la cultura es como los peluquines talqueados de los lores
ingleses y la monarquía misma; parece ser que es el modo correcto
en que son y tienen que ser las cosas hasta que simplemente dejan de
serlo. La cultura es como el agua para los peces, los que viven en ella
no la ven porque están rodeados de ella; es invisible porque al nacer
ya estaba y suele suponerse que así seguirá siendo cuando la gente
haya muerto.
No solamente la cultura es invisible para aquellos que nacen en ella;
también lo son los prejuicios, privilegios, así como la propia ignorancia;
de ahí que la diversidad y una actitud crítica sean tan importantes para
evitar la cerrazón y el atrincheramiento en posturas obtusas. Pero si
algo ha demostrado la historia, la sociología y la antropología, es que

153
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Ética en la profesión y valores para la vida

todas las culturas cambian, igual que los individuos que la conforman e
inclusive los continentes, las especies y las galaxias… inclusive las par-
tículas elementales, los ladrillos de la existencia, decaen. “Las diversas
‘épocas’ que constituyen la historia humana no son simples variaciones
sobre un tema, sino etapas sucesivas de un proceso continuo, cada una
de las cuales depende de la fase anterior y se desarrolla a partir de ella”.
(Toulmin y Goodfield, 1990, 124)
En la mayoría de la historia humana, el cambio pareció ser algo su-
mamente raro. En forma mayoritaria se asumía que todo permanecía
igual y que los cambios, como el día y la noche, eran cíclicos y que en
general había una estabilidad y continuidad. Por un largo periodo se
asumió lo mismo respecto de las sociedades y las culturas.
Esta creencia parece absurda hoy porque todo está cambiando a rit-
mos vertiginosos, pero en el pasado los cambios eran tan paulatinos
que no se percibían con facilidad, y se generaba la sensación de que
todo permanecía estable o estaba contenido en un ciclo perpetuo. La
gran responsabilidad que el conocimiento histórico y antropológico
ofrece al ser humano hoy, es que la humanidad es responsable y tiene
agencia de lo que sucede en la sociedad y en la responsabilidad que
cada persona tiene con su propia vida.
Por otro lado, la memoria humana es bastante maleable y falible;
aunque la cultura cambie constantemente, las personas van ajustán-
dose a ella sin siquiera darse cuenta. Es un proceso similar al de verse
diario en el espejo y no notar los cambios debido a que son tan sutiles
que se vuelven imperceptibles; por el contrario una persona que ha de-
jado de ver a otra por varios años puede notar los cambios debido a que
no ha ido siguiendo de cerca el proceso constante de transformación del
rostro; lo mismo sucede con el cuerpo y con la conciencia, que tampoco
deja de cambiar.
Personas que en algún momento de su vida fueron homófobas, ma-
chistas o elitistas pueden dejar de serlo una vez que se han percatado
de que nacer en un entorno no es una condena de por vida, sino apenas
el contexto del que cada individuo parte y se desarrolla. A veces, cuan-
do la gente cambia y otra persona le pregunta sobre esas modificacio-
nes en las posturas, preferencias o puntos de vista, la persona reacciona
con sorpresa y tiene la sensación de que siempre había pensado así y
que no ha habido transformación en absoluto.
Los grandes pensadores como Platón o Aristóteles fueron reformu-
lando sus propias ideas y por eso se habla de sus escritos de juventud,

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adultez o vejez. Sus mentes no permanecieron estáticas; avanzaron y co-


rrigieron a partir de lo que iban pensando, cuestionando y descubriendo.
Una de las situaciones que hace al ser humano tan singular dentro
de la naturaleza, es que no está determinado por su fisiología. Su ca-
pacidad de pensamiento crítico, imaginación, creatividad e innovación
hace que pueda formularse nuevas preguntas, encontrar nuevas res-
puestas y reconfigurar sus posturas, concepciones y modos de actuar
en el mundo a ritmos increíblemente rápidos en comparación con cual-
quier otra especie del planeta. Esta flexibilidad mental para el cambio
y creatividad es su gran fortaleza y le permite una gran capacidad de
adaptabilidad y de respuesta eficaz ante situaciones peligrosas o cam-
biantes. La hormiga, la ardilla y el león responden siempre del mismo
modo y su aprendizaje es sorprendentemente lento.
Los individuos de cualquier sociedad no tienen por qué sentirse
obligados a repetir esquemas de injusticia o desigualdad simplemente
porque se los han heredado, como el machismo, el elitismo o el racis-
mo en las culturas patriarcales. Cada persona en cada sociedad tiene la
gran tarea de retomar, rescatar y fortalecer las virtudes de su sociedad
y al mismo tiempo de reconocer, detectar y denunciar los fallos que en-
cuentra en ella para así mejorarla. Sin la capacidad de una visión crítica,
las sociedades estarían condenadas a repetir al infinito los errores y
excesos de las generaciones que les antecedieron, y si bien este proceso
de corrección nunca es perfecto, ya que las nuevas generaciones tam-
bién cometerán sus errores, la capacidad crítica y la posibilidad de una
mejora constante puede permitir a la humanidad retomar los mejores
valores, aquellos que promueven el respeto y cuidado mutuo, y superar
las prácticas y creencias que fomenten o defiendan cualquier forma de
violencia, discriminación o desigualdad.
Todo cuanto el individuo aporta a la sociedad, sea mediante actos,
palabras, gestos, escritos…, impacta en la sociedad misma y los efectos
de ese impacto regresan de una forma u otra al individuo, que como
agente moral tiene preferencias y toma decisiones. La solidaridad, cui-
dado, responsabilidad y compromiso con la propia vida es a su vez una
forma eficaz de crear bienestar en el entorno y viceversa. Dado que el
individuo depende de un entorno sano, armónico, sin violencia y jus-
to entre otros aspectos para su correcto desarrollo, el comportamiento
solidario, honesto y generoso no solamente favorece a los otros, sino
que beneficia o perjudica según sea el caso, al propio agente moral que
realiza o no cierto tipo de acciones.

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Preguntas para reflexionar

Valor de la participación social del individuo. Lee el siguiente


texto y comenta en equipos si algo así podría implementarse en
México y cómo lograrlo.

La tribu babemba
La tribu babemba en África tiene una estructura social con un có-
digo criminal muy elemental. Su comunidad, de convivencia casi
familiar, considera que los castigos severos son innecesarios. Un vi-
sitante se impresionó profundamente por el manejo de los compor-
tamientos antisociales y delictivos, que son infrecuentes.
Cuando una persona actúa irresponsable o injustamente, él o ella
es colocada en el centro de la aldea, sola y con libertad para irse.
Todo trabajo cesa…. Todos se reúnen alrededor del acusado. Des-
pués, cada persona, sin importar su edad, empieza a hablar en voz
alta al acusado o acusada. Uno por uno, cada persona le va diciendo
todas las cosas buenas que aquel o aquella en el centro ha hecho
durante su vida.
Cada incidente, cada experiencia que pueda recordarse con el
mayor detalle y precisión, se cuenta. Todos sus atributos positivos,
sus buenas obras, fortalezas y bondades se describen con cuidado y
detenimiento. A nadie se le permite inventar, exagerar ni burlarse
de los logros o aspectos positivos de la persona acusada.
La ceremonia tribal tarda a veces hasta varios días sin cesar hasta
que todos agotan los comentarios positivos que pudieron reunir. Al
final, el círculo tribal se rompe... una feliz celebración se lleva a cabo
y la persona es simbólica y literalmente bienvenida de nuevo a la tri-
bu… sin embargo, entre la tribu, la necesidad de dichas ceremonias
es infrecuente.
Newsletter 48. Verano/Otoño del 2006. Friends of Peace Pilgrim.

4.5 Principios éticos y deontológicos

L os principios son las reglas básicas o postulados esenciales que


tiene una disciplina ya sea teórica o práctica. En el campo de las
teorías científicas, los principios se expresan como leyes o axiomas
de los que derivan otras afirmaciones, reglas, leyes o teoremas. En el

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Ética profesional y valores sociales

campo de la Ética los principios surgen del reconocimiento de valores


universales y proporcionan el fundamento de las normas morales y de
las teorías éticas. Los principios expresan en pocas proposiciones los
postulados esenciales y el propósito básico de una teoría ética, por lo
que son abstractos y generales: abstractos, porque no incluyen detalles
prácticos; y generales, por su capacidad de ser aplicados a muchos tipos
de acciones, personas, instituciones y situaciones.
Los principios son las proposiciones acerca de la conducta moral
que permiten establecer si un acto es bueno o malo y proporcionan un
criterio de moralidad. Si se acepta que el principio básico de la razón
práctica es “Haz el bien y evita el mal”, los principios de una Ética pro-
pondrán el criterio para determinar cuál es el bien por realizar y el mal
por evitar.
La regla de oro “No hagas a otros lo que no quieras para ti” esta-
blece como criterio ético la reflexión sobre cómo el ser humano debe
comportarse con sus semejantes. Esta regla se ha manifestado en las
principales religiones del mundo. En los libros sagrados de las religio-
nes monoteístas se expresa como sigue:

Religión Expresión de la regla de oro


Por tanto, todo cuanto quieras que hagan los hombres,
Cristianismo
háganlo también ustedes a ellos. En esto consisten la
Mateo 7:12, Lucas 6;31
Ley y los Profetas.
Lo que te daña, no lo hagas a tu prójimo. Esto es la
Judaísmo
totalidad de la Torá y lo demás es solamente su co-
Shabbat (Rabbi Hilel)
mentario.
Haz a todos los hombres lo que tú quieres que hagan
Islamismo
contigo y rechaza para otros lo que rechazarías para
Mishkat-elo-Masabih
ti mismo.
Basado en: Moses Jeffrey

Un principio contesta la pregunta: ¿Es correcto hacer…? Por ejemplo:


¿Es correcto robar? Siguiendo el principio de la regla de oro se contesta-
ría: “Si yo no deseo que me roben, entonces no se debe robar”.
De acuerdo con el principio ético del utilitarismo: un acto es correcto
si y solamente si su resultado es el que proporciona mayor bienestar
que cualquier alternativa. Este principio llevaría a la conclusión de que
robar no es un acto que proporciona un mayor bien que cualquier otra
alternativa, porque se estaría privando a una persona de sus bienes y
beneficiando injustamente o a otra.
157
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Ética en la profesión y valores para la vida

El imperativo categórico de Kant expresa: “Actúa de forma tal que la


máxima de tu conducta pueda elevarse a ley universal”.
De acuerdo con este imperativo, robar no puede ser una forma de
actuar que pueda proponerse como regla universal, porque pondría a
todos los hombres en una situación de desconfianza respecto de los
demás por ser potencialmente ladrones de sus bienes e invitaría a ro-
bar a cualquiera en caso de desear los bienes de otras personas, lo que
terminaría en una situación de caos social que sería contrario a una
convivencia justa y pacífica.
De los ejemplos antes expuestos con el tema del robo se deriva que
diversos principios dan por resultado la misma respuesta: No es correcto
robar. En este caso se está expresando un principio en su contexto más
general, pero los problemas morales pueden estar dentro de situaciones
mucho más complejas y referirse a temas que abarcan consideraciones
sobre justicia social y a actos que son realizados no exclusivamente por
personas sino por empresas o instituciones sociales y, por tanto, para la
reflexión ética requieren contar con principios de nivel medio.
En las éticas aplicadas se han desarrollado principios intermedios,
que son aplicables a las situaciones y casos concretos que se tratan en
ellas. Como se mencionó en el tema de Ética aplicada, estos principios
se desarrollan con base en el bien interno de las diversas actividades
sociales, es decir, el bien específico que cada una debe proporcionar
a la sociedad y que le permite alcanzar sus metas sociales. Así mis-
mo se mencionó que en 1979, Tom L. Beauchamp y James F. Childress
propusieron por primera vez los cuatro principios fundamentales de la
Bioética: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía que, debi-
do a la universalidad de su validez, han sido utilizados en otras éticas
aplicadas como la Ética profesional.
Entre los principios que utilizan las éticas aplicadas se encuentran:

Busca el beneficio de la persona o personas a las que


1. Beneficencia se dirige una acción. Reconoce la magnitud en que una
acción tiene consecuencias benéficas para la sociedad.
2. No maleficencia Evita cualquier tipo de daño a otros.
Reconoce el derecho de todas las personas a ser tratadas
conforme a su dignidad, a recibir un trato igual en cir-
3. Justicia
cunstancias similares y a una distribución equitativa de
beneficios y riesgos.
Reconoce la libertad de cada persona sobre sus decisio-
4. Autonomía
nes y sus acciones.

158
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

5. Responsabilidad Asume las consecuencias de las decisiones y acciones.


6. Benevolencia Ayuda a los que tienen necesidad.
Asiste a los otros en la obtención de sus mejores intere-
7. Paternalismo
ses cuando no puedan realizarlo por ellos mismos.
8. Honestidad Exprésate con sinceridad y coherencia.
9. Respeto a los Reconoce y respeta los derechos fundamentales de las
derechos humanos personas.

Asumir una actitud ética es, en definitiva, absolutamente necesario


para superar la crisis de valores y evitar la corrupción y deshumani-
zación que existe en los diversos ámbitos profesionales. El comporta-
miento ético es el único que hace posible el pleno desarrollo humano
personal y social, sin embargo aun cuando la Ética profesional sea ne-
cesaria, en el momento de actuar en las situaciones particulares, la de-
cisión final corresponde a cada persona; cuando opta por una actitud
ética, interioriza los principios éticos, los hace suyos y ejerce su profe-
sión conforme a ellos, se forja un carácter, un ethos de excelencia que lo
distingue.
En la Ética profesional, los principios intermedios orientan las acti-
vidades profesionales hacia los bienes específicos que las legitiman y
les dan un sentido ético. Cada profesionista debe aplicarlos de acuerdo
con las particularidades y exigencias propias de su ámbito profesional.

Principio de beneficencia
El principio intermedio de beneficencia se deriva del primer principio
ético universal: “Haz el bien y evita el mal”. El bien que puede lograrse a
través del ejercicio correcto de las actividades profesionales, proporcio-
na el mejor criterio para determinar quiénes son buenos profesionistas
con base en su competencia técnica e intelectual y sus actitudes éticas.
En cualquier argumentación sobre Ética profesional, es especialmente
importante preguntarse por el propósito final que tiene cada una de las
actividades profesionales, la clase de bien que promueven y el servicio
específico que proporcionan.
En relación con los fines y la aplicación de los medios adecuados
para conseguirlos es posible definir a un buen profesionista. El aboga-
do, por ejemplo, debe promover la justicia, mediante la aplicación de la
ley; el médico debe cuidar la salud de sus pacientes aplicando sus cono-
cimientos y los recursos técnicos disponibles; el ingeniero debe diseñar

159
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Ética en la profesión y valores para la vida

y producir productos seguros para satisfacer las necesidades humanas


a través de procesos sustentables que no lesionen el entorno natural.
Puede decirse, por tanto, que el principio básico que debe orientar las
prácticas profesionales es el principio de beneficencia ya que los pro-
fesionistas deben actuar siempre para beneficio de las personas que
reciben sus servicios en forma directa o indirecta. Por otro lado, este
principio se encuentra estrechamente vinculado con el beneficio social;
el profesionista debe estar consciente de la magnitud benéfica que sus
actividades profesionales pueden tener no solamente para las personas
concretas sino también para la sociedad. Actuar conforme al principio
de beneficencia, más que una obligación en sentido estricto es un ideal
moral que define el ethos del profesionista y lo coloca en un nivel de
excelencia.

Principio de no maleficencia
El principio de no maleficencia se expresa como “Primero, no hagas
daño”. Este precepto obliga a evitar cualquier lesión innecesaria a otros
debida a las acciones u omisiones del profesionista.
La beneficencia y la no maleficencia pueden parecer similares. De
hecho, hay quien las incluye en un solo principio, sin embargo mientras
la beneficencia implica ayudar activamente, la no maleficencia requie-
re poner el máximo cuidado para evitar un posible daño a otros, al
respetar la integridad física y psicológica de los seres humanos. Este
principio se ha vuelto especialmente importante debido al avance de
la ciencia y la tecnología ya que una gran cantidad de técnicas pueden
acarrear daños o riesgos
Puede afirmarse que la no maleficencia es cada vez más estricta: las
obligaciones impuestas por este principio suelen ser más rigurosas que
las impuestas por el principio de beneficencia; y en ciertos casos la no
maleficencia prevalece sobre la beneficencia. Aunque si en un determi-
nado caso el daño producido es insignificante y el beneficio es mayor y
más importante, está claro que la beneficencia tiene prioridad sobre la
no maleficencia.
En el ejercicio de todas las profesiones, deberá evitarse causar daño
o perjudicar a alguien que pueda estar implicado o resultar afectado
por una actividad profesional. En la actualidad es urgente extender el
principio de no maleficencia al cuidado del medio ambiente para evitar
su deterioro y los daños colaterales que puedan ocasionarse por deter-
minadas actividades profesionales, especialmente las relacionadas con
procesos industriales.
160
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

A partir del principio de no maleficencia se derivan dos principios


que tienen especial importancia en la Bioética:
a) Principio de integridad y totalidad. Establece que la considera-
ción sobre el bienestar integral de una persona es de primordial
importancia cuando se tiene que decidir acerca de intervenciones
terapéuticas o utilización de la tecnología. Los tratamientos tera-
péuticos que ocasionan efectos negativos son aceptables única-
mente si producen un beneficio deseable para la persona, con la
intención de preservar su integridad, especialmente los valores
del intelecto, voluntad, conciencia y sociabilidad. Según lo ante-
rior, podría sacrificarse una parte del cuerpo solamente si con
esto se logra la supervivencia de la persona con una aceptable
calidad de vida.
b) Principio de los medios proporcionados o desproporcionados.
Establece que cada persona debe conservar su propia vida me-
diante el uso de medios ordinarios y no tiene la obligación de
utilizar los extraordinarios. Debe respetarse la autonomía de la
persona para decidir de acuerdo con sus propias circunstancias y
creencias.
Los medios proporcionados son aquellos que ofrecen un beneficio
razonable y no producen cargas excesivas al paciente u otras personas.
Si el beneficio conlleva cargas, este debe ser mayor que las cargas per-
sonales, familiares, financieras, y sociales que implique.
Los medios desproporcionados se refieren a cualquier tratamiento
que no ofrece un beneficio razonable para el paciente y es demasiado
oneroso para él u otras personas. En este caso, las cargas o los riesgos
son desproporcionados con respecto de los beneficios del tratamiento.
En caso de no realizarse un tratamiento extraordinario siempre persiste
la obligación de los cuidados ordinarios del enfermo.

Principio de autonomía
Los beneficiarios de las actividades profesionales son personas, por lo
que deben ser consideradas y tratadas como tales. Entre sus derechos
fundamentales se encuentra el respeto a su autonomía, es decir, a su
capacidad de autodeterminación. Respetar la autonomía es reconocer
que las personas tienen derecho a tomar decisiones, hacer elecciones y
realizar acciones basadas en sus propios fines, valores y creencias.
Toda persona tiene derechos fundamentales que le son reconocidos
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las legisla-
ciones de los países democráticos.
161
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

El profesionista debe respetar los derechos humanos de todas las


personas con las que se relaciona en su actividad profesional y por ello
respetar su autonomía, lo que implica permitirles tomar sus propias
decisiones e informarles de las alternativas que se tengan para que pue-
dan tomarlas.
Este derecho obliga al profesionista a proporcionar a sus clientes
las condiciones y oportunidades necesarias para que ejerzan su auto-
nomía. Las personas deben estar libres de coerción cuando deciden y
debe respetarse la confidencialidad y privacidad de sus decisiones y ac-
ciones. Así mismo, se les debe comunicar la verdad acerca de aquellas
cosas que les afectan.
Las relaciones entre un profesionista y su cliente presuponen cierta
asimetría, debido al conocimiento especializado y de gran complejidad
que tienen algunos profesionistas como el médico, abogado, ingeniero,
arquitecto, etc. Esta diferencia ocasiona que el cliente no esté en el nivel
del profesionista y cuando este le propone una alternativa de acción,
carezca de los elementos para discutirla.
No existe una solución al problema de asimetría que permita al
cliente poder tomar una decisión con el mismo conocimiento del profe-
sionista y, por tanto, debe depender en gran medida de la competencia
intelectual y moral que este tiene. Esta situación puede llevar al profe-
sionista a una actitud paternalista, a considerar que él sabe mejor lo que
le conviene al cliente y actuar con este como si fuera un menor de edad,
incapaz de tomar decisiones por sí mismo.
Cuando se respeta el principio de autonomía, los profesionistas ya
no son los únicos que establecen los estándares mediante los que se de-
fine y organiza su actividad; a través del diálogo con sus clientes deben
tomar en cuenta sus puntos de vista y sus propuestas para incorporar-
las como criterios en la elección de la mejor alternativa para ellos.

Principio de honestidad
La honestidad implica los valores de veracidad y confianza en las re-
laciones humanas. Es un valor moral que consiste en comportarse y
expresarse con coherencia y sinceridad, conforme a la verdad y la justi-
cia. Significa que no hay contradicciones ni discrepancias entre pensa-
mientos, palabras y acciones. Consecuentemente la honestidad puede
entenderse como el respeto a la verdad en relación con el mundo, los
hechos y las personas; por lo que implica la relación entre el sujeto y los
demás, así como la relación del sujeto consigo mismo.
162
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

El principio de honestidad exige al profesionista apego a la verdad


en las intenciones de sus actos, lo que significa ser transparente. Un
profesionista no puede actuar de acuerdo a sus propios intereses, por
ejemplo, ocultando información, y considerarse honesto.
Las diferentes definiciones de honestidad dan cuenta de acciones
justas, verdaderas, sin engaño. Por tal motivo, las personas honestas
son aquellas que rechazan la mentira, la trampa, el robo o la manipula-
ción de los demás para conseguir sus propios intereses.
La honestidad permite a las personas y a las comunidades gozar de
excelentes beneficios y constituye un cimiento sólido necesario para la
construcción de una sociedad y una nación con posibilidades de avan-
zar hacia un auténtico desarrollo.

Principio de justicia
La justicia, como principio ético del profesionista, implica el deber de
reconocer y respetar los derechos de todas las personas con las que
se relaciona en su actividad profesional: clientes, colegas, empleadores,
personal a su cargo y otros profesionistas, para que cada uno reciba lo
que le corresponde y sea tratado con equidad.
La justicia es una virtud que debe mediar en las relaciones con los
demás, por lo que este principio coloca las prácticas profesionales bajo
el criterio de la Ética social y las abre a una perspectiva desde la que
las diversas necesidades e intereses sociales deben coordinarse con los
recursos disponibles y los posibles cursos de acción para darles una
solución satisfactoria.
La justicia demanda el reparto equitativo de cargas y beneficios en
el contexto social, evitando la discriminación en el acceso a los recursos
disponibles. El profesionista no debe realizar su actividad alejado de la
realidad en la que ejerce su profesión ya que esta se desarrolla en una
sociedad con determinadas condiciones económicas, sociales, políticas
y culturales. Las profesiones son una parte esencial del bien común de
la sociedad; los problemas más importantes que desafían actualmente
a la humanidad, como las desigualdades sociales, los problemas ecoló-
gicos, el desempleo, la violencia, el sida o las nuevas fuentes de energía,
no pueden resolverse si los profesionistas no hacen su trabajo para con-
tribuir a solucionarlos. Es por eso que deben tener una comprensión de
los problemas sociales para poder proponer alternativas de solución, al
tener siempre como criterio la búsqueda de la justicia social que debe
convertirse en criterio para evaluar las prácticas profesionales.
163
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

La justicia social se promueve mediante la participación de todos, es-


pecialmente de los profesionistas debido a la función social que desem-
peñan, en la construcción del bien común. Este debe entenderse como
el conjunto de condiciones sociales que permiten a todos los miembros
de una sociedad gozar de las libertades y oportunidades para alcanzar
su pleno desarrollo y realizar el proyecto de vida que se propongan.
Para lograrlo se requiere que cada profesionista se pregunte cuál debe
ser su contribución específica al bien común y se esfuerce por propor-
cionarla a través de su actividad profesional.

Principio de responsabilidad
El profesionista debe responder por las consecuencias de sus decisiones
y acciones en el ejercicio de su actividad profesional. La responsabili-
dad es una cualidad moral de la persona. En esta actitud se manifiesta
el sentido ético del ejercicio de la libertad que debe tener un carácter
creativo y constructivo, muy alejado de la concepción de libertinaje. La
libertad ejercida en forma auténticamente humana tiene como correlato
ineludible la responsabilidad por la cual la persona se vincula con sus
valores y principios éticos y se obliga a responder a un compromiso
con los otros. Una persona es moralmente responsable de una acción
cuando actúa con conocimiento y libre voluntad, condiciones que de-
ben cumplirse cabalmente en toda actividad profesional.
La falta de conocimiento en un profesionista nunca puede ser un
atenuante de su responsabilidad si es culpable, es decir, si ignora lo que
debería saber; o deliberada, si ignora para eludir su responsabilidad.
Así mismo, el profesionista debe tener convicciones morales firmes que
le permitan afrontar presiones o amenazas que afecten su voluntad de
actuar conforme a la Ética profesional. Cuando un profesionista comete
un error o causa un daño, debe asumir la plena responsabilidad de sus
actos y buscar reparar el daño o corregir el error siempre que sea posible.

Algunos aspectos del principio de responsabilidad que el profesio-


nista debe tener en cuenta son:
• Prevenir daños o lesiones que puedan ocasionarse por la índole
de su trabajo Como por ejemplo el ingeniero o arquitecto respon-
sable de una obra debe exigir a sus trabajadores el uso del equipo
de seguridad y el Q.F.B jefe de un laboratorio, tiene la obligación
de exigir a sus empleados que apliquen todas las medidas de se-
guridad para el manejo de sustancias peligrosas.

164
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

• Dar resultados en la tarea encomendada y responder por la utiliza-


ción de los recursos financieros, materiales y humanos asignados.
• Vigilar y dirigir el cumplimiento de las obligaciones de sus su-
bordinados.
• Cumplir las normas jurídicas y la normatividad específica de su
profesión.
Un profesionista que realiza una acción sabiendo que es incorrecta
es responsable aunque esta provenga de la orden de un superior. El
profesionista que ordena una acción inmoral es responsable, aunque
otro la realice, por el hecho de haberla solicitado.

Deontología
El término deontología tiene su origen en la palabra griega deontos que
significa ‘deber u obligación’ y logos que significa ‘conocimiento, estudio,
tratado’. La Deontología es, entonces, el estudio de los deberes y nor-
mas morales. Este concepto fue utilizado por primera vez por Jeremías
Bentham en 1832 en su obra Deontología o ciencia de la moral. Para Bentham
la Deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral, a las
acciones que no están sometidas al control de las normas jurídicas.
La Deontología aplicada a las profesiones es el conjunto de deberes y
normas morales que tienen los profesionistas en virtud de la actividad
que desempeñan. Estos deberes y normas se expresan en códigos que
han sido elaborados por los propios profesionistas que se organizan
en colegios. Actualmente casi todas las profesiones tienen sus propios
códigos deontológicos, en los que se expresa la dimensión moral de la
profesión, así como los comportamientos exigibles a los profesionistas.
Los códigos deontológicos contienen un conjunto de principios,
normas y criterios que deben observar quienes ejercen una profesión y
constituyen un mecanismo de autorregulación por el que los profesio-
nistas fijan sus propios límites en los diversos ámbitos de sus activida-
des. Toda comunidad profesional determina ciertos niveles de exigen-
cia, competencia y calidad en el trabajo. Por ello, controla y supervisa
la integración de nuevos miembros y el adecuado ejercicio de las tareas
propias de su profesión.

De la Ética profesional a la Deontología


Para poder hablar de buenos profesionistas y de cómo deben realizar su
actividad profesional, es necesario considerar no solamente los princi-
pios de la Ética profesional sino también los principios de la Deontología.

165
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

La Ética profesional y la Deontología son dos conceptos que se han


usado indistintamente cuando se habla de las normas morales que
deben orientar la actividad de los profesionistas. Sin embargo es im-
portante enfatizar sus diferencias, sin separarlas radicalmente y en-
tender que la Ética profesional y la Deontología son dos perspectivas
complementarias.
La Ética profesional centra su atención en el bien, en lo que es bue-
no hacer y en el bien interno que debe buscarse en cada profesión. De
acuerdo con esto define cómo deben actuar los buenos profesionistas
y promueve el desarrollo de virtudes necesarias para que realicen su
actividad profesional con excelencia.
La Deontología se refiere fundamentalmente a los deberes y obliga-
ciones de los profesionistas y articula un conjunto de principios y nor-
mas que estos deben observar en el ejercicio de su actividad profesional.
Sin embargo, la Deontología sin la Ética carecería de fundamentación;
el significado de las normas, la razón por la que estas existen y la cla-
se de bien que promueven serían cuestiones inciertas. La Deontología
prescribe ciertas acciones u omisiones; además de esto, la Ética también
propone motivaciones, de acuerdo con lo que se considera bueno.
Es imposible dar una descripción completa y exhaustiva del bien y
sus características, debido a que tiene demasiados aspectos y no todos
los profesionistas los comprenden de la misma manera. Hacer el bien
es un ideal moral más que una obligación en sentido estricto. Esta es la
razón por la cual la Deontología es necesaria, ya que mediante ella se
establecen obligaciones exigibles a todos los profesionistas; sin ella no
podría establecerse ni la universalidad ni la igualdad de los deberes de
los profesionistas, lo que ocasionaría arbitrariedad e inequidad en las
prácticas profesionales.
Mientras la Deontología y los códigos deontológicos en los que se
materializa se centran en lo que todos los profesionistas deben hacer,
la Ética profesional tiene que ver con la aplicación de los principios in-
termedios a las diversas actividades profesionales. En última instancia,
la Ética remite a la conciencia moral, y la Deontología a los estándares
morales establecidos por las asociaciones y colegios que deben ser com-
partidos por todos los profesionistas.
Es importante considerar que la Deontología no debe reducirse a los
mínimos legales que debe cumplir un profesionista ya que los deberes
que establece son expresión de la dimensión moral de una profesión.

166
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Ética profesional y valores sociales

Los códigos deontológicos contemplan sanciones en caso de incum-


plimiento de sus principios y normas, por lo que estas tienen cierta
coercitividad. Las sanciones pueden ir desde amonestaciones hasta el
retiro de la cédula profesional o consecuencias legales.

Principios de Deontología
Los principios deontológicos expresan los deberes que tiene todo pro-
fesionista en el ejercicio de su actividad, sin embargo no deben verse
solamente como obligaciones morales que debe cumplir, sino también
como formas de promover las virtudes necesarias para alcanzar los fi-
nes de las actividades profesionales.
Cada principio deontológico se fundamenta, por tanto, en valores
morales que es preciso que el profesionista se esfuerce por adquirir
para su correcto ejercicio profesional y el bien de la sociedad.
Los principios deontológicos están contenidos en los códigos de
las diversas profesiones, en los que se hacen referencias y aplicaciones
específicas a las actividades concretas a las que se realizan. Sin embar-
go, los principios deontológicos, igual que los éticos, son universales,
válidos para todas las profesiones; expresan las responsabilidades que
tiene todo profesionista por el hecho de desarrollar una actividad pro-
fesional. Cada profesionista tiene la tarea de aplicarlos a su ámbito con-
creto y a las situaciones particulares que se presenten en él.
Los principios deontológicos deben aplicarse en las relaciones que
habitualmente mantiene el profesionista, ya sea dentro del lugar en el
que trabaja, con los clientes, con sus colegas, empleados o empleadores
y fuera del lugar en el que trabaja, con otros profesionales o personas de
la sociedad en general, con quienes entabla una relación laboral.

Principios deontológicos
a) Principio de lealtad. El profesionista será leal a quien preste sus ser-
vicios profesionales sea una persona física, una empresa o una insti-
tución privada o pública. La lealtad es la capacidad para mantener un
compromiso que se ha llevado a cabo libremente con otros. Gracias a la
lealtad se busca la calidad en el trabajo, lograr los mejores resultados y
cumplir con lo que se ha prometido. Esto implica trabajar dando lo me-
jor de sí y no únicamente por la remuneración económica que se recibe,
sino porque existe un compromiso con las personas, la institución para
la que se trabaja y con la sociedad misma.

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Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

El profesionista debe ser leal no nada más con sus empleados y em-
pleadores; también con sus colegas y clientes a quienes debe brindar
sus servicios buscando siempre su mejor interés. La lealtad también
debe manifestarse evitando actitudes innobles hacia otros profesionis-
tas o compañeros de trabajo.
Aunque la lealtad es un principio muy importante en el que se ma-
nifiesta la competencia intelectual y moral del profesionista, no puede
estar por encima de otros principios, como el de legalidad, que en de-
terminadas circunstancias, obliga al profesionista a no prestar sus ser-
vicios e inclusive a denunciar a un jefe o institución que viola las leyes
o atenta contra la dignidad de las personas.
b) Principio de confidencialidad. El profesionista nunca debe di-
vulgar la información que reciba en el transcurso de un trabajo pro-
fesional. Solamente estará eximido de este deber por consentimiento
expreso del cliente o por supuestos legales.Este principio abarca la con-
fidencialidad acerca de los conocimientos técnicos o científicos y los
relativos a productos y procesos que son propiedad intelectual de la
empresa o institución para la que se trabaja.
c) Principio de consentimiento informado. El profesionista requie-
re la autorización escrita de las personas afectadas en las actuaciones
profesionales que impliquen algún tipo de investigación o en las deci-
siones relativas a su salud o patrimonio. Este principio es de gran im-
portancia en la medicina y en los fondos de inversión en instrumentos
de bolsa en los que debe informarse al cliente de los riesgos.
d) Principio de equidad en la remuneración de los servicios pro-
fesionales. El profesionista tiene el derecho a recibir una retribución
económica por sus actuaciones profesionales que debe ajustarse a lo
previamente pactado. La cantidad pactada o establecida deberá respon-
der razonablemente al trabajo realizado, así como a las condiciones del
mismo y a la capacidad económica de quienes lo solicitan.
e) Principio de legalidad. El profesionista, tanto en sus actuaciones
profesionales como en las consecuencias que se deriven, ha de velar
siempre por el cumplimiento de las leyes. Este principio implica una
preocupación activa por conocer las leyes que son aplicables a su prác-
tica profesional. La ignorancia de las mismas o su falta de comprensión
no eximen al profesionista de esta responsabilidad, ya que en caso de
requerirlo debe buscar el apoyo de un abogado que domine el aspecto
legal correspondiente.

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Ética profesional y valores sociales

f) Principio de competencia profesional. El profesionista debe es-


forzarse por estar siempre al día en los conocimientos y técnicas nece-
sarias para el ejercicio de su profesión, especialmente en lo relativo a la
especialidad elegida. Además debe velar por el prestigio, respeto y uso
adecuado de los temas, instrumentos y técnicas propias de la profesión.
Los conocimientos del profesionista pueden ser de orden científico, téc-
nico o humanístico, dependiendo de su carrera profesional.
Debido a que es tan amplio y dinámico el campo del conocimiento,
el profesionista debe esforzarse por incrementar su acervo intelectual
continuamente y por mantenerse actualizado en los avances propios de
su especialidad, lo que le permitirá ejercer su actividad profesional con
calidad y eficiencia. En algunas profesiones los colegios profesionales
tienen establecidos ciertos mínimos de capacitación para que sus afilia-
dos puedan mantener las certificaciones que estos otorgan.
g) Principio de evidencia y custodia. El profesionista documentará
debida y suficientemente todas las actuaciones que lleve a cabo. Esta
documentación estará ordenada y custodiada bajo su responsabilidad
de acuerdo a las normas deontológicas o jurídicas aplicables a cada caso.
Los trabajos que realiza un profesionista implican una serie de acti-
vidades que deben llevarse a cabo con una metodología y condiciones
específicas, por lo que el profesionista tiene la responsabilidad de rea-
lizar el trabajo de acuerdo con determinados estándares y debe contar
con la evidencia de que se cumplió con ellos. Este tipo de documenta-
ción es requerida en caso de auditorías financieras, estudios médicos,
análisis de control de calidad, peritajes, etc.
h) Principio de diligencia. El profesionista ha de llevar a cabo su
trabajo con la mayor diligencia posible, procurando responder a los es-
tándares técnicos y profesionales. La diligencia, en su sentido moderno,
es el esmero y el cuidado que debe ponerse para ejecutar una tarea.
Implica realizar el trabajo con agilidad y eficacia. Este principio abarca
la actitud de uno mismo y la actitud hacia los demás. Con uno mismo
significa no caer en la apatía o en la pereza, tener metas fijas y cumplir-
las a tiempo; con los demás significa poner entusiasmo en las acciones
que se realizan en forma cooperativa.
i) Principio de veracidad. El profesionista debe guiarse siempre por
la verdad en los asuntos profesionales, con una conducta íntegra en to-
das sus actuaciones. No alterar nunca el sentido o significado de los te-
mas y materiales que estén bajo su responsabilidad, ni de las conclusio-

169
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Ética en la profesión y valores para la vida

nes que se deriven de ellos. La veracidad es la cualidad de una persona


por la cual sus palabras y acciones siempre están conforme con la ver-
dad. El profesionista debe ser veraz en todos los asuntos relacionados
con su trabajo, en sus reportes e informes, así como al responder a las
preguntas que se le planteen sobre los temas relativos a su profesión.
También se debe decir la verdad cuando no se tengan las capacida-
des para desempeñar un determinado trabajo o cuando no se conoz-
ca la respuesta a un interrogante. Todas las personas tienen derecho a
saber siempre la verdad, especialmente en aquellas cuestiones que les
afectan. El principio de veracidad está ligado al principio ético de auto-
nomía, ya que se requiere conocer la verdad para tomar las decisiones
correctas. Actuar conforme a la verdad genera confianza en la convi-
vencia humana y en la actividad profesional.
j) Principio de independencia intelectual. El profesionista debe ac-
tuar con criterios de independencia intelectual; tiene la obligación, sea
cual sea el lugar donde desarrolle su actividad profesional, de defen-
der su independencia en los criterios utilizados para la emisión de su
opinión y la aplicación de las técnicas que son propias de su labor, de
acuerdo con las normas y procedimientos de la profesión generalmente
aceptados, lo que hace que preserve su autonomía profesional.
En este principio se fundamenta la responsabilidad que puede exi-
girse al profesionista por sus actuaciones profesionales, ya que al ser
independiente en el momento de tomar decisiones y enteramente libre
de ejecutarlas debe asumir las consecuencias.
El profesionista debe de abstenerse de trabajar en una empresa o
participar en un trabajo en el que entre en conflicto su independencia
intelectual con las órdenes de sus superiores, puesto que el haber recibi-
do una orden que contravenga lo que el profesionista sabe que debe ha-
cerse o evitarse no lo exime de su responsabilidad Por ejemplo, firmar
un certificado de calidad de un producto que no reúne los requisitos
establecidos.
k) Principio de objetividad. El profesionista debe llevar a cabo to-
das sus actuaciones profesionales tratando los hechos y los datos de un
asunto con criterios objetivos. La objetividad es la imparcialidad que
debe tener cuando considera un asunto o emite una opinión, y prescin-
dir de criterios o apreciaciones personales.
De un profesionista se espera no solamente que tenga los conoci-
mientos necesarios, sino también la capacidad para juzgar las situacio-

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Ética profesional y valores sociales

nes de manera imparcial sin dejarse llevar por prejuicios o información


poco confiable. El ser humano tiene sentimientos, experiencias y apren-
dizaje que pueden llevarlo a una percepción subjetiva de la realidad
que puede estar equivocada.
La objetividad permite ver y evaluar las situaciones con claridad
para así tomar las decisiones correctas, y aceptar que otros pueden te-
ner un mejor argumento. La objetividad requiere centrarse en los he-
chos y en la realidad, no en las personas o los sentimientos. Una de las
formas más eficaces para tomar decisiones objetivas es ver los proble-
mas y las situaciones desde todos los puntos de vista; en este proceso,
escuchar diversas opiniones permite observar aspectos que habían pa-
sado inadvertidos.
l) Principio de salvaguarda de información privilegiada. El profe-
sionista no debe utilizar en forma ilegal, en beneficio propio o de ter-
ceros, la información obtenida en el transcurso de sus actuaciones pro-
fesionales. La información privilegiada es aquella a la que solemente
tienen acceso determinadas personas dentro de una empresa u organi-
zación por la posición que ocupan en ella. Suele tratarse de información
importante que puede aportar ventajas a quienes la conocen.
En relación con las empresas que cotizan en la bolsa de valores, se
posee información antes de que se haga pública y sería indebido em-
plearla para beneficio personal, como por ejemplo, comprar acciones de
una empresa con el conocimiento previo, a su anuncio al público, de
que se fusionará con otra empresa y tendrá un incremento importante
el precio de la acción.
El uso de información privada, para beneficio propio o de terceros,
obtenida durante las actividades profesionales es ilegal y va en detri-
mento de los clientes o de la empresa para la que trabaja el profesionista.
m) Principio de integridad. El profesionista debe observar una con-
ducta íntegra en todas sus actuaciones. La integridad es un valor por
el que se da una congruencia entre los pensamientos, las palabras y las
acciones de una persona, lo que le permite desempeñarse correctamen-
te en todos los ámbitos de su vida; implica, por tanto, ser una persona
lo más completa posible. En este valor, confluyen otros valores que faci-
litan su vivencia y expresión: honestidad, rectitud, sinceridad y justicia.
Debido a esto, la integridad implica un alto grado de madurez en el
nivel ético, que conduce a la persona a actuar conforme a sus valores y
convicciones más profundas en todas las circunstancias. Este valor se
manifiesta positivamente en todo su entorno; no nada más en el ámbito

171
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

profesional, sino también en la vida personal. Debido a todos los as-


pectos que abarca, la integridad presupone una actitud de superación
constante, y un proceso permanente de búsqueda de la excelencia y la
plenitud humanas.

Preguntas para reflexionar

Principios éticos y deontológicos. En un equipo de compañe-


ros de tu misma profesión investiga sobre un caso real de falta
de ética en el ejercicio profesional. Analiza el caso conforme a los
principios éticos y deontológicos vistos en este capítulo.

4.6 Códigos de Ética profesional

L os códigos éticos son cada vez más frecuentes en los diversos ám-
bitos de la vida social: las empresas, la Bolsa Mexicana de Valores,
las instituciones públicas y de salud, el deporte, etc. Su proliferación
pone de manifiesto la necesidad que existe actualmente de regular las
diversas actividades sociales conforme a criterios éticos, para evitar su
corrupción y deshumanización.
Un código de ética profesional es un documento en el que se estable-
cen principios y normas para orientar y regular la actividad profesio-
nal de quienes ejercen una determinada profesión. Este, por diferencia
de un código deontológico, proporciona una fundamentación para las
normas y principios y determina el bien interno que debe buscarse en
cada profesión.
La necesidad de tener un código de conducta profesional nace de los
dilemas éticos que se presentan en las prácticas profesionales para cuya
solución se requiere la aplicación de principios y normas de conducta.
Puesto que los actos humanos tienen una dimensión moral, también las
actividades de los profesionistas requieren ser reguladas por la Ética y
una de las formas es a través de los códigos de las diversas profesiones.
Omar Franca-Tarragó en su Ética para psicólogos (1996) postula seis
funciones de los códigos de Ética:
• Identificación. Proveen a la profesión de una identidad y un rol
social.
172
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

• Información. Comunican a la sociedad los fundamentos y crite-


rios usados en el ejercicio de una profesión.
• Discriminación. Permiten distinguir entre los actos profesionales
lícitos e ilícitos.
• Metodología. Establecen criterios e instrumentos para la toma de
decisiones.
• Coerción. Establecen un control social sobre los profesionistas.
• Protección. Garantizan y avalan el ejercicio apropiado del profe-
sionista en vista de posibles agravios en su contra.
El código de ética profesional es elaborado por un grupo de espe-
cialistas que ejercen la misma profesión y que en muchas ocasiones
conforman un colegio que se encarga de velar por el cumplimiento del
código y de establecer sanciones en caso de incumplimiento del mismo.
Toda comunidad profesional busca enaltecer su profesión y lograr
las metas sociales que le dan sentido, por lo que controla y supervisa el
adecuado ejercicio de las tareas que le son propias. El código de Ética
profesional es un instrumento que permite mantener determinados es-
tándares morales y de calidad en el trabajo.
Las distintas profesiones desarrollan actividades específicas y re-
quieren ciertas cualidades en quienes las ejercen. Estas actividades y
las cualidades que se requieren para realizarlas se tipifican y se regulan
en los diferentes artículos de su código de Ética.
Las características particulares de cada profesión y sus metas socia-
les definen el bien que cada una proporciona a la sociedad; a partir de
estos elementos se derivan los principios éticos y deontológicos de un
código de Ética, conforme a los que deben actuar los profesionistas.
Con el fin de ordenar el ejercicio de su profesión y defender sus in-
tereses, los profesionistas se asocian en colegios cuyo objetivo es cuidar
y defender el prestigio de la profesión, así como velar por el ejercicio
de una labor profesional, de acuerdo con lo prescrito en el código de
Ética. Es así que la práctica ética del trabajo se constituye en el principio
común a partir del cual se definen los estatutos de cada colegio.
Los colegios profesionales no solamente representan una corpora-
ción con intereses comunes, son también un cuerpo regulatorio de la
calidad en el ejercicio de una profesión, ya que son los mismos profe-
sionistas quienes ponen límites a su actividad profesional al establecer
principios y normas para su correcto ejercicio. Los instrumentos a tra-
vés de los cuales llevan a cabo esta función son los códigos de conducta
profesional y los comités éticos.
173
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Los códigos de Ética expresan la conciencia colectiva de quienes


ejercen una determinada profesión, para manifestar que esta satisface
una necesidad social y demandar un nivel de calidad en su ejercicio.
Cualquier profesionista que trabaja por debajo de este nivel pierde la
dignidad que le corresponde como miembro de un grupo profesional.
La existencia de un código de Ética es señal de que una profesión se
ha consolidado y de que los profesionistas se han hecho conscientes de
la importancia e influencia que esta tiene en la sociedad, así como de su
relevancia para ofrecer un servicio que es necesario para la colectividad
y sus individuos.
Hay profesiones que aún no tienen un código de Ética y esto es un
síntoma de que son relativamente nuevas y aún carecen de madurez en
términos de su consolidación social y del conocimiento que la sociedad
tiene de ellas.
Un código de Ética profesional fija normas para regular las activida-
des profesionales, por lo que supone una normativa interna de cumpli-
miento obligatorio, aunque algunas veces no existen coacciones exter-
nas para exigir que los profesionistas las observen. Esto se debe a que
la Ética no es coercitiva, como lo es el Derecho, que impone castigos
legales en caso de incumplimiento de las normas jurídicas. La obliga-
toriedad del código de Ética profesional se deriva de una exigencia de
la conciencia moral personal y social, ya que el ser humano es capaz
de cuestionarse acerca del deber ser que se le presenta como el móvil
auténticamente humano de su actividad.
Existen casos, sin embargo, en los que la transgresión de algunas
normas o principios deontológicos del código de conducta profesional
conlleva la expulsión del colegio, la cancelación de permisos para rea-
lizar ciertas actividades y aún la revocación de la cédula profesional.
Las normas dictadas en un código de Ética profesional son previa-
mente pactadas y aprobadas de manera común y unánime por todos
los miembros de la profesión para la que se elaboran. Son, por tanto,
pautas de conducta a seguir cuyo objetivo es realizar un determinado
trabajo de forma correcta, adecuada y eficiente.
En este sentido, algunas profesiones elaboran códigos profesiona-
les donde se especifican consideraciones morales acerca de aspectos
complejos de la vida profesional y donde, generalmente, se contemplan
sanciones para el supuesto caso de que alguien viole abiertamente el
espíritu de dicho código.
Los códigos éticos y deontológicos quizás sean los mecanismos de
autorregulación más conocidos que pueden ponerse en marcha en el

174
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

ámbito de la Comunicación social, la Psicología, la Medicina, la Inge-


niería y la Arquitectura, entre otras profesiones.
No debe confundirse la Deontología con los códigos deontológicos.
La Deontología tiene un carácter más amplio, y puede incluir normas
que no figuren en ningún código particular. El código deontológico es
la aplicación de la Deontología a un campo concreto. Como todo ins-
trumento originando en el devenir humano, un código tiene que ser
revisado y ajustado a las necesidades y condiciones cambiantes de los
tiempos.
Para la elaboración de las diversas actualizaciones de un código de
Ética profesional, las opiniones de los miembros del colegio represen-
tan una orientación definitiva. Por tanto, el código es elaborado y revi-
sado por los propios profesionistas de un mismo ámbito, a fin de tener
una serie de reglas que permitan regir sus actividades adecuándolas
a las exigencias de las nuevas condiciones de su práctica profesional y
haciéndolas extensivas a los nuevos campos que se desarrollan en ella.
Por ejemplo, en Medicina hoy debe considerarse la aplicación de
nuevas tecnologías en el campo de la salud, la posibilidad de intervenir
en los códigos genéticos, la manipulación de embriones humanos; en
las ingenierías, debe tenerse en cuenta el impacto ecológico de todos los
procesos industriales; en relaciones internacionales, así como en comer-
cio y negocios, deben considerarse las nuevas situaciones y problemáti-
cas que han surgido con la globalización.
Cada profesión tendrá que ir incorporando a su código de Ética los
temas nuevos que vayan surgiendo en su ámbito de actividad. Para ello,
es necesaria una reflexión y un diálogo continuo, tanto en el interior del
cuerpo de profesionistas como en el exterior, ya que la sociedad tam-
bién tiene mucho que decir acerca de las profesiones, los nuevos cam-
pos de sus actividades y el uso de las nuevas tecnologías. Debido a que
finalmente es la sociedad la que se beneficia o perjudica por la calidad
de las prácticas profesionales, debe expresar su grado de satisfacción,
sus expectativas y cualquier irregularidad que detecte en los servicios
profesionales. Actualmente la sociedad reclama legítimamente el dere-
cho a saber y discutir acerca de lo que está recibiendo de parte de los
profesionistas.
El código de Ética profesional no únicamente sirve de guía a la ac-
ción moral; también mediante él los profesionistas declaran su inten-
ción de cumplir con la sociedad, patrocinadora de su formación intelec-
tual, para servirla con lealtad y diligencia.

175
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Al aceptar un código de Ética y actuar conforme a él se reconoce la


existencia de principios éticos fundamentales para ejercer una profe-
sión con excelencia y conforme con la dignidad humana; estos prin-
cipios representan la esencia de las intenciones del profesionista para
vivir y actuar dentro de la Ética.
Los objetivos específicos de un código de Ética profesional son:
1. Establecer principios de conducta exigibles como mínimos mora-
les a quienes ejercen una determinada profesión.
2. Dilucidar y resolver dudas y conflictos de tipo ético profesional.
3. Facilitar la resolución de dilemas éticos en las diferentes especia-
lidades de la profesión.
4. Analizar y clarificar opciones de acción.
5. Configurar, evaluar y juzgar las eventuales infracciones a las pro-
pias normas.
6. Establecer mecanismos para dirimir los conflictos que puedan
surgir con las diversas instituciones o personas con quienes se
establecen relaciones profesionales, mediante comités de ética
que revisen y sancionen las quejas contra los profesionistas del
gremio.
7. Establecer las sanciones para posibles violaciones a las normas
del código.
La estructura de los códigos de Ética puede variar; algunos son más
amplios y detallados que otros. En general su contenido está constitui-
do por:
a) Justificación del código, con base en las metas sociales que se de-
terminan por los bienes específicos que la profesión proporciona
a la sociedad.
b) Principios éticos y deontológicos, que conforman el marco teóri-
co que lo sustenta.
c) Normas éticas generales, que se derivan de los principios y esta-
blecen límites para la actividad del profesionista.
d) Normas éticas específicas, que conforman la responsabilidad
del profesionista frente a la sociedad y regulan las relaciones de
trabajo. Estas normas se encuentran sistematizadas en seis cate-
gorías que pretenden abarcar de manera precisa y específica las
diversas relaciones profesionales; establecen los deberes del pro-
fesionista y los principios que debe aplicar en cada una de ellas:
176
Este libro es para uso exclusivo de
Ética profesional y valores sociales

• Relaciones con la sociedad.


• Relaciones con sus empleadores.
• Relaciones con los clientes.
• Relaciones con los colegas.
• Relaciones con otros profesionales.
• Relaciones con el personal a su cargo.
e) Normas éticas específicas, relacionadas con las diversas activida-
des que puede desarrollar el profesionista, como investigación y
docencia.
f) Sanciones, que se establecen en caso de incumplimiento o viola-
ción de las normas del código.

Preguntas para reflexionar

Códigos de Ética profesional. Investiga en Internet y en la bi-


blioteca de la universidad si existe uno o varios códigos de Ética
de tu profesión. Guarda en una carpeta digital los que hayas en-
contrado.
Elige los dos que te parezcan más completos y más confiables
por su procedencia y su contenido. Revisa que estos códigos estén
actualizados, en caso contrario, ¿qué actualizaciones propondrías?
En un equipo de cuatro colegas, elabora un código de Ética
profesional siguiendo la estructura propuesta en este tema. No
olvides reportar las fuentes de información.

177
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Fuentes documentales

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Colegio de Aragón Economistas, Código deontológico, España, en www.
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Cortina, Adela y Conill J., El sentido de las profesiones, Navarra, Verbo Divi-
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Cortina, Adela y Martínez, Emilio, Ética, Akal, Madrid, 2008.
Cortina, Adela, Ética aplicada y democracia radical, Tecnos, Madrid, 2001.
Del Olmo, Carolina, ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una socie-
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Ética actual y profesional. Lecturas para la convivencia global en el siglo XXI, Ce-
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Fernández, J. y Horta,l A., Ética de las profesiones, Universidad Pontificia Co-
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Habermas, Jürgen, Conciencia moral y acción comunicativa, Trotta, Madrid,
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en http://www.ethical-perspectives.be/viewpic.php?TABLE=EP&ID=859.
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MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, Madrid, Cátedra, 1987.
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2012.
Moses, Jeffrey, Oneness: Great Principles shared by all Religions, Ballantine
Books, consultado en: http://www.onenessonline.com/ 7 de julio 2011.
Toulmin, Stephen y Goodfield, June, El descubrimiento del tiempo, Paidós,
España, 1990.

178
Este libro es para uso exclusivo de

Capítulo 5 Relaciones profesionales


y principios de orden ético

5.1 Relaciones profesionales con la sociedad, empleadores,


colegas, clientes, personal a su cargo y con otros profesionistas

5.1.1 Relaciones con la sociedad

L as personas que integran una sociedad plural tienen diversas for-


mas de pensar en las que existen distintos conceptos de felicidad y
proyectos de vida para alcanzarla. Sin embargo, para que logren una
convivencia justa y pacífica se requiere que compartan una ética cívi-
ca constituida por valores, principios y actitudes, necesarios para vivir
humanamente.
Uno de los valores fundamentales que debe conformar este capital
ético compartido es el bien común y una de las actitudes es la de la coo-
peración para poder alcanzarlo.
El bien común, al ser el conjunto de condiciones sociales que permi-
ten y favorecen el desarrollo integral de todos y cada uno de los miem-
bros de la sociedad, impulsa el desarrollo de un orden social justo y
armoniza los intereses individuales y sociales de la vida humana. Es
por eso que el bien común es el fin por excelencia de toda comunidad
social y política.
La realización y promoción del bien común es responsabilidad de
todos los ciudadanos y de manera especial de los profesionistas. Tener
una profesión permite profundizar en un área del conocimiento y rea-
lizar una práctica que cumple una función social; esto compromete al
profesionista con la búsqueda del bien común en el contexto social en
el que ejerce su actividad.
El primer principio de orden ético en la relación del profesionista
con la sociedad es el de la responsabilidad, ya que el profesionista debe
responder ante la sociedad en la que tuvo el privilegio de una educa-
ción universitaria actuando siempre conforme con el principio de be-
neficencia, es decir, buscando el beneficio social, que es una manera de
colaborar en la realización del bien común.
Los aspectos en los que cada profesionista aporta al bien común es-
tán directamente relacionados con el ámbito social específico en el que
desarrolla su actividad: industria, educación, salud, gobierno, empre-
179
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

sa, medios de comunicación, construcción, etc. En todos estos sectores


debe trabajarse con los valores de respeto, solidaridad, honestidad, ve-
racidad y justicia.
La búsqueda de la justicia social es condición necesaria para que el
bien común se realice y supone la consideración de que todos los seres
humanos tienen una misma dignidad y, por tanto, el derecho a buscar
su pleno desarrollo.
La sociedad está conformada por personas. En su relación con ellas,
el profesionista deberá tener como principio ético el respeto a su dig-
nidad y a los principios universales que garantizan los derechos hu-
manos, por lo que no debe realizar actividades ni utilizar métodos que
atenten contra la vida, la salud o la integridad física y moral de las per-
sonas; esto es especialmente relevante en profesiones que tienen como
meta social alguna dimensión de la persona como Medicina, Psicolo-
gía, Derecho o Educación.
En su libro Teoría de la justicia, John Rawls propone fundamentar la
justicia social en la libertad, la igualdad de oportunidades y la posesión
de un mínimo de satisfactores que permitan a todo miembro de una
sociedad alcanzar el proyecto de vida que se proponga. Para esto esta-
blece los siguientes principios:
1. Principio de igualdad de libertades. Toda persona tiene el de-
recho a un esquema adecuado de libertades, que sea compatible
con un patrón similar de libertades para todos. En este esquema,
las libertades políticas iguales tienen garantizado su valor equi-
tativo ya que son la base de la democracia y de un gobierno justo.
Este principio asegura que cada miembro de la sociedad busque de-
sarrollarse de acuerdo con sus intereses, al tener la libertad de hacer
lo que decida, siempre y cuando lo que haga no impida a los demás
miembros de la sociedad ejercer esa misma libertad.
2. Principio de igualdad de oportunidades. Las desigualdades eco-
nómicas y sociales han de satisfacer dos condiciones: primero,
deben estar asociadas a cargos y posiciones abiertas a todos en
una condición de igualdad de oportunidades; y segundo, deben
procurar el máximo beneficio a los miembros menos aventajados
de la sociedad.
La desigualdad en posición social y en recursos económicos es una
realidad a la que ninguna sociedad escapa. La justicia no está en que
todos tengan la misma posición y los mismos bienes materiales; está en
que los miembros de la sociedad tengan, sin discriminación alguna, la

180
Este libro es para uso exclusivo de
La Ética en el mundo contemporáneo

oportunidad de estudiar y de prepararse para realizar la profesión o


trabajo que elijan y que por el esfuerzo y capacidades desarrolladas por
cada quien se diferencien los cargos y posiciones, incluidas las de los
profesionistas independientes y los empresarios.
Este principio tiene que presuponer que siempre hay ciertas condi-
ciones de inicio para cada miembro, que no dependen de su esfuerzo
sino de las capacidades físicas y mentales con que nace y de su entorno
familiar. Por ello, los individuos deben aceptar que algunas personas
por sus circunstancias particulares, como niños huérfanos, gente con
capacidades diferentes, víctimas de accidentes o desastres naturales, et-
cétera, tengan un apoyo especial, permanente o temporal, basado en el
hecho de que potencialmente cualquier persona, en algún punto de la
vida, está en esas circunstancias y requiere ese apoyo.
De esta consideración se deriva un principio ético que el profesio-
nista debe observar en sus relaciones con la sociedad: la solidaridad.
Por ella debe poner a disposición del gobierno y de la sociedad en ge-
neral sus servicios profesionales cuando ocurran situaciones de emer-
gencia o desastre. Asimismo, no deberá negarse a prestar sus servicios
a personas indigentes o económicamente desprotegidas, cuando se lo
soliciten. Esto es especialmente relevante en profesiones que atienden
necesidades de salud, defensa legal, psicología, enfermería y docencia.
La situación ideal a la que deben llevar los principios de igualdad
de libertades y de oportunidades es que todas las personas tengan un
nivel mínimo de satisfactores que les permita llevar a cabo el proyecto
de vida que decidan y cuenten con libertades, derechos, oportunida-
des, recursos económicos y culturales; en esto consiste la justicia social.
La concepción de que el profesionista debe colaborar para alcanzar
la justicia social rompe el esquema de que su responsabilidad termina
con tener la capacitación requerida, cumplir adecuadamente su trabajo
y respetar las leyes y le añade el concepto de su responsabilidad por la
mejora de las condiciones de su sociedad, ya que un buen profesionista
debe ser también un buen ciudadano.
La sociedad se encuentra conformada por instituciones. La ética pro-
fesional de quienes trabajan en ellas es un asunto estrechamente vin-
culado con el desarrollo de una nación. Las instituciones económicas,
políticas, jurídicas, educativas, de salud y otras se ven profundamente
beneficiadas cuando trabajan en ellas profesionistas éticos, comprome-
tidos con el bien común.
Entre los principios éticos que los profesionistas deben observar ha-
cia la sociedad se encuentra también la conciencia ecológica, que procu-
181
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

ra el equilibrio entre los distintos aspectos del desarrollo humano y la


conservación de los recursos naturales y el medio ambiente.
En las carreras profesionales de Arquitectura e Ingeniería no deben
realizarse trabajos que impliquen daños previsibles para el entorno hu-
mano y la naturaleza, ya sea en espacios abiertos o en el interior de edi-
ficios. Por tanto, debe evaluarse el impacto ambiental que los proyectos
tengan, tanto en el corto como en el largo plazos. Esto implica el respeto
a las normas sobre el medio ambiente, la seguridad y salubridad públi-
cas, para beneficio de las generaciones presentes y futuras.
Los profesionistas deben evitar que sus proyectos sean agresivos
con el entorno natural o urbano o que perjudiquen a los residentes de
una zona sin que exista una razón justificada de beneficio social.
Los profesionistas de las diversas ingenierías han de tener en cuenta,
en los proyectos que competen a su ejercicio profesional, los costos y
beneficios no nada más económicos, sino los sociales, así como la in-
tegridad física e intelectual propia, de sus colaboradores y de la de la
comunidad en general; han de asegurarse siempre de controlar los efec-
tos negativos que los procesos tienen sobre las personas y el entorno
natural, por lo que han de supervisar continuamente que se cumplan
las normas pertinentes.
Otra dimensión de las relaciones del profesionista con la sociedad
es la del respeto a las tradiciones, costumbres y cultura de los diversos
grupos que conforman la sociedad en la que trabaja, así como la pro-
tección de la integridad del patrimonio nacional. El profesionista debe
participar activamente en su entorno social promoviendo y defendien-
do, con sus palabras y sus acciones, la cultura y los valores nacionales.
Cuando una profesión, como la del comunicólogo, tiene dentro de sus
metas sociales preservar una de las libertades fundamentales de su co-
munidad, como es la libertad de expresión, tiene el deber de respetar la
verdad y el derecho del público a conocerla. Así defenderá en toda oca-
sión el doble principio de la libertad para investigar y divulgar la infor-
mación con honestidad. Asimismo debe desarrollar una actitud crítica e
imparcial frente a los acontecimientos siempre con respeto a la dignidad
humana y al derecho a la privacidad en sus actividades profesionales.
Los profesionistas que ejercen el Derecho en forma individual o co-
lectiva tienen la responsabilidad de velar porque los distintos proce-
sos legales de la sociedad incorporen y consagren de manera efectiva y
adecuada los principios de vida democrática y de respeto a la inviola-
ble dignidad del ser humano. También es menester que todo abogado,
como ciudadano y en su actividad profesional, ya sea como juez, fiscal,

182
Este libro es para uso exclusivo de
La Ética en el mundo contemporáneo

abogado postulante, asesor o en cualquier otro carácter, actúe siempre


de acuerdo con el ideal de justicia y busque el mejoramiento del sistema
jurídico de su país.
En última instancia, la relación con la sociedad y la responsabilidad
hacia ella debe partir de un compromiso de solidariedad, ya que todos
necesitan de todos y deben buscarse los caminos más adecuados para
colaborar al desarrollo de la sociedad. No obstante, en la ayuda que se
brinda a otros, debe aplicarse el principio de subsidiaridad. Ser subsi-
diario es ayudar a las personas en las situaciones que lo requieran y
darles la libertad para realizar aquello que sí tienen la capacidad de ha-
cer. Por este principio se apoya a quienes tienen necesidad, al subsanar
sus carencias y, al mismo tiempo, brinda los medios para que superen
su situación, ejerzan su autonomía y decidan por sí mismos.
En conclusión, las relaciones con la sociedad se refieren a los diversos
compromisos que debe asumir el profesionista con su entorno social. En
algunos casos, los compromisos son compartidos por todas las profesio-
nes y en otros son particulares de cada una, pero todos ellos han de ex-
presar valores y aspiraciones orientadas a la realización del bien común.

5.1.2 Relaciones con los empleadores


El empleador, en un contrato laboral, es la persona que provee un pues-
to de trabajo a una persona física para que preste un servicio bajo su
dependencia, a cambio de una remuneración económica. Quien presta
el servicio personal se denomina trabajador o empleado.
El empleador, por diferencia del trabajador, puede ser una persona
física o una persona jurídica, es decir, una institución con capacidad
para adquirir derechos y contraer obligaciones, como es el caso de una
empresa. En este último caso, aunque la parte que provea el trabajo a
un profesionista sea una institución pública o privada, las relaciones
con el empleador son en realidad, las relaciones con el jefe directo, que
es quien organiza y supervisa su trabajo.
Los deberes que un profesionista tiene con su empleador general-
mente se expresan en el contrato de trabajo y se refieren a los aspectos
legales, sin embargo hay obligaciones que no se mencionan en el con-
trato y se refieren a principios de orden ético que todo profesionista
debe observar en las relaciones con sus empleadores.
Entre los principios más importantes se encuentran el respeto y la
lealtad hacia los empleadores, por lo que debe evitarse lesionar su buen
nombre y su prestigio, así como demeritar su autoridad. El principio de
lealtad, sin embargo, queda subordinado al principio de legalidad en
183
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

caso de que el empleador incurra en violaciones a la ley o a los derechos


humanos de las personas a su cargo.
El empleador se encuentra en una posición directiva gracias a sus
competencias, pero requiere la colaboración eficiente de otros profe-
sionistas para realizar tareas y proyectos en beneficio de la institución
para la que todos trabajan y deben poner todo su conocimiento, expe-
riencia y habilidades en los trabajos que les solicite su empleador, así
como en la solución a los problemas que se les presenten.
Aunque es deber del profesionista acatar las indicaciones de su em-
pleador y seguir sus directrices y orientaciones para actuar de acuerdo
con los estándares y lineamientos de una institución, no debe perder su
independencia intelectual en las actividades profesionales de su com-
petencia, ya que su experiencia y opinión son un punto de vista nuevo
y valioso para su empleador.
El profesionista debe ser honesto con su empleador en todo momen-
to y salvaguardar sus intereses, por lo que tiene que comunicarle los
problemas o riesgos que encuentre en un caso determinado; así esta-
rá en condiciones de tomar las providencias necesarias. Esto implica,
cuando lo amerite su función y responsabilidad, darle a conocer, en
privado, los actos indebidos de otros empleados, en relación con el tra-
bajo que desempeñan, aunque esto conlleve responsabilizarlos de sus
y consecuencias.
Asimismo, el profesionista debe aceptar el desempeño de trabajos
únicamente en las áreas de su competencia, y ser honesto y franco acer-
ca de cualquier limitación que tenga en su experiencia o educación.
Para realizar un trabajo con la calidad solicitada por el empleador, el
profesionista debe estar dispuesto a adquirir los nuevos conocimientos
que requiera, así como mantenerse actualizado en su profesión y en el
uso de las nuevas tecnologías por lo que tendrá que estar abierto a la
capacitación continua y asistir a los cursos que el empleador le solicite
para el mejor desempeño de su trabajo.
De acuerdo con el principio de confidencialidad, el profesionista
debe mantener como privada cualquier información que su empleador
le proporcione durante un trabajo, siempre que tal confidencialidad no
sea inconsistente con la ley o con los aspectos de interés general, como
el respeto a los derechos humanos.

5.1.3 Relaciones con los colegas


Los colegas son las personas que tienen la misma profesión. Esta condi-
ción los hace compartir características personales similares, un mismo
184
Este libro es para uso exclusivo de
La Ética en el mundo contemporáneo

ámbito de conocimientos, un lenguaje común y muchas veces, gustos y


estilos de vida similares. Todo esto va conformando un ethos especial de
cada profesión que vincula en varios sentidos a las personas que la ejercen.
Debido a esto, uno de los principios éticos fundamentales en las re-
laciones con los colegas es la lealtad, por la que el profesionista debe
comportarse con ellos como desearía que se comportaran con él. Entre
los colegas debe haber fraternidad que enaltezca la profesión y respe-
to recíproco, por lo que han de abstenerse de expresiones malévolas o
injuriosas y actuar siempre conforme al principio de no maleficencia.
La opinión de los colegas siempre debe ser respetada y cuando haya
oposición de ideas deben consultarse fuentes de información fidedig-
nas y actuales o bien apoyarse en la asesoría de expertos reconocidos
en la materia de que se trate.
La lealtad entre los colegas se manifiesta de diversas maneras. Una
de ellas es mediante el respeto a su persona y a su trabajo, por lo que
el profesionista siempre evitará lesionar su buen nombre y prestigio
profesional. En este sentido debe abstenerse de emitir juicios adversos
sobre sus colegas y mostrar prudencia y diligencia cuando se le pida su
opinión sobre sus actuaciones profesionales.
Tampoco debe intervenir en los asuntos, trabajos o proyectos que
estén siendo desarrollados por un colega, a menos que se le solicite su
colaboración o se le pida sustituirlo por motivos de salud o renuncia, en
cuyo caso debe asegurarse de que los honorarios del colega sustituido
sean cubiertos.
Los profesionistas que atienden pacientes, como es el caso de los mé-
dicos y psicólogos, por ningún motivo deberán dañar la relación de sus
colegas con sus pacientes a fin de atraer clientes. Cuando se les ofrezca
un caso, deberán cerciorarse de que ningún profesional está en ese mo-
mento a cargo del mismo y si lo van a sustituir será a petición explícita
del paciente o porque el colega se ha desatendido del caso.
Cuando el asunto es urgente, el profesionista podrá hacerse cargo
del paciente de un colega, pero deberá informar inmediatamente al mé-
dico o psicólogo tratante.
El médico o el psicólogo que con motivo justificado se encargue pro-
visionalmente de asuntos profesionales de otro colega, debe proceder
de manera que salvaguarde su buen nombre y tendrá derecho a recibir
los honorarios de este.
La competencia profesional entre colegas deberá ser siempre hones-
ta y cabal, por lo que no se deberá incurrir nunca en prácticas desleales,
por ejemplo ofreciendo los servicios profesionales con un costo muy

185
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Ética en la profesión y valores para la vida

por debajo de su valor real para atraer a los clientes de otros colegas.
La competencia de los honorarios debe hacerse sobre bases dignas, sin
demeritar el trabajo propio o de los colegas.
El espíritu de colaboración es otro principio ético fundamental entre
los colegas. Cuando alguno se encuentra en una situación difícil por
duelo o enfermedad y no está en condiciones de realizar sus tareas, se
requiere apoyarlo.
La colaboración es acordable entre los colegas o solicitada por los em-
pleadores, con el fin de realizar algún trabajo o proyecto, en cuyo caso
se deberán compartir equitativamente las responsabilidades y acordar
previamente la distribución de los honorarios. Se deberá además, dar
crédito a los colegas por su participación en los asuntos, trabajos o in-
vestigaciones elaboradas en conjunto.
Conforme al principio de honestidad, los profesionistas deberán re-
conocer y acreditar a sus colegas por el trabajo personal que han des-
empeñado. En el caso de una investigación o cualquier tipo de texto
es una falta grave plagiar el trabajo o adjudicarse ideas o documentos.
Igualmente, debe respetarse el derecho de autor de los colegas que de-
sarrollen proyectos, productos o diseños propios, y reconocer sus ideas,
logros y descubrimientos.
Un principio ético importante es la solidaridad, por la que se promueve
la unidad del gremio y se comparte la experiencia profesional. Las prác-
ticas profesionales son esencialmente actividades comunitarias mediante
las que se alcanzan las metas sociales específicas de cada profesión.
Compartir la experiencia profesional aplicando el principio de be-
neficencia es fundamental para el desarrollo de los distintos ámbitos
del conocimiento, así como para la preparación y capacitación de las
generaciones futuras de profesionistas.

5.1.4 Relaciones con los clientes


Los clientes son los beneficiarios de la actividad de los profesionistas.
Para ellos trabajan y ponen a su servicio conocimientos, capacidades y
experiencia. En las relaciones con sus clientes, los profesionistas deben
actuar conforme a principios éticos para que la relación laboral que se
establece sea satisfactoria para ambas partes y se alcancen los objetivos
del trabajo encomendado por el cliente.
La relación con los clientes debe mantenerse en el ámbito estricta-
mente profesional y evitar cualquier tipo de prejuicio, discriminación o
favoritismo. Entre el profesionista y sus clientes debe existir ante todo
una relación de respeto y confianza.
186
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La Ética en el mundo contemporáneo

El cliente solicita los servicios de un profesionista y confía en su


competencia intelectual y moral. Este debe responder con la mayor ho-
nestidad, por lo que solamente debe aceptar trabajos para los que está
plenamente capacitado y cuenta con la experiencia necesaria para su
realización. En caso contrario, debe exponer con oportunidad y clari-
dad a su cliente sus propias limitaciones al respecto.
Es deber del profesionista mantener la más alta calidad en la presta-
ción de sus servicios, independientemente de la remuneración acorda-
da con el cliente por lo que nunca debe subordinar el bien interno de su
profesión a su beneficio económico.
Conforme con el principio de diligencia, debe realizar el trabajo que
se le solicita con el mayor esmero y cuidado, y hacer su mejor esfuer-
zo para satisfacer las expectativas de sus clientes. Cuando por algún
motivo los resultados de su trabajo no hayan sido satisfactorios, debe
realizar los ajustes necesarios para subsanar un servicio deficiente, sin
ningún cobro adicional.
Debe renunciar al cobro de sus honorarios y, en su caso, devolverlos,
si el trabajo que realizó no fue elaborado en concordancia con lo reque-
rido en el caso particular de que se trate o cuando haya incurrido en
negligencia, incumplimiento o error profesional.
El profesionista debe a su cliente lealtad, por lo que en todo mo-
mento ha de buscar defender los intereses de este y desplegar en cada
caso todo su conocimiento y habilidad. Además debe actuar en forma
adecuada y responsable conforme con los más altos estándares de su
profesión.
Para que el cliente tenga confianza en un profesionista y se sienta se-
guro respecto de su actividad profesional es imprescindible que actúe
conforme al principio de veracidad e informe a su cliente fidedigna-
mente acerca de los pormenores del trabajo que se está realizando, así
como de los posibles riesgos.
En el caso de la profesión de Medicina, los clientes son los pacientes,
que requieren cuidados de salud y, por tanto, se encuentran en una
situación de vulnerabilidad. La responsabilidad del médico se funda-
menta en el respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana;
debe actuar siempre bajo este criterio y conforme con el principio de
beneficencia.
El médico debe a sus pacientes absoluta lealtad y, por lo mismo, debe
poner su conocimiento, experiencia y recursos científicos disponibles
para ellos. Cuando un caso o tratamiento sobrepase su capacidad, debe
consultar a otro médico o remitir al paciente con un especialista cali-

187
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Ética en la profesión y valores para la vida

ficado en la materia. Es importante informar al paciente con la verdad


acerca de su estado de salud, así como de las posibles alternativas para
su tratamiento. El médico deberá aplicar el principio de consentimiento
informado y respetar la autonomía del paciente en la toma de decisio-
nes acerca de su salud.
Aunque en las actividades de la Medicina el respeto al principio de
autonomía es fundamental, debido a que las decisiones que se toman
son relativas a la persona misma, en todas las actividades profesionales
debe respetarse la autonomía del cliente, es decir, su capacidad para to-
mar sus propias decisiones. En este proceso, la responsabilidad del pro-
fesionista es informar con claridad y veracidad a sus clientes acerca de
las diversas posibilidades, así como de los pros y contras de cada una,
para que ellos mismos elijan la opción que consideren mejor. Solamente
cuando el cliente lo solicite o cuando sea incapaz de tomar sus propias
decisiones, podrá el profesionista tomarlas por él.
Tanto el médico como el psicólogo deben abstenerse de guiarse por
el interés económico o personal en la prestación de sus servicios profe-
sionales, y no aceptar casos que impliquen actuar en contra de sus prin-
cipios éticos, convicciones personales o científicas, o que comprometan
o limiten su independencia intelectual.
El principio de confidencialidad es muy importante en las relaciones
con los clientes y con los pacientes, ya que ambos deben tener la con-
fianza de que la información que le proporcionan al profesionista en el
transcurso de un asunto, tratamiento o trabajo es para uso exclusivo y
permanece con carácter confidencial.
Cuando, por la índole de su trabajo, los profesionistas tienen acceso
a la vida privada de sus clientes, su salud, honor, patrimonio, conflictos
familiares o conyugales deben ser especialmente cuidadosos en el res-
peto al secreto profesional.
Los clientes no siempre son personas físicas; a veces son personas
morales, es decir, instituciones públicas o privadas, empresas, corpo-
raciones, etc. En este caso, el profesionista debe completa lealtad a la
persona moral y no a sus socios, directores, empleados, accionistas, etc.,
cuyos intereses particulares podrían estar en conflicto con los de la ins-
titución que contrató al profesionista.
El principio de confidencialidad se aplica para proteger la informa-
ción que el profesionista obtiene en el desarrollo de su trabajo en una
institución y que se considera propiedad intelectual de la misma.
Un aspecto muy importante en las relaciones con los clientes es el
relativo a los honorarios. En este punto es importante tener presente el

188
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La Ética en el mundo contemporáneo

principio de equidad, por el que el profesionista pedirá una retribución


económica justa por la prestación de sus servicios profesionales.
No se considera ético subir inmoderadamente los honorarios y pri-
vilegiar el aspecto económico por encima del bien interno de la profe-
sión que siempre está orientado al servicio, pero tampoco disminuirlos
por debajo de las tarifas mínimas usuales en desleal competencia con
los colegas. Algunas consideraciones que el profesionista debe tener en
cuenta para determinar sus honorarios son:
a) Grado universitario y de especialización que tenga, así como las
certificaciones obtenidas.
b) Complejidad e importancia de los servicios que presta.
c) Nivel de experiencia, proyectos que ha realizado y publicaciones.
d) Grado de especialización que requiere el trabajo.
e) Tiempo necesario para desarrollar el trabajo y necesidad de per-
sonal adicional.
f) Capacidad económica del cliente.
g) Periodicidad con que se le solicitan sus servicios profesionales.
h) Responsabilidad que se derive para el profesionista del desarrollo
y resultados del asunto, trabajo, tratamiento o proyecto que se le
solicita.
Es un acto de generosidad del profesionista, la prestación gratuita de
sus servicios a las personas que carecen de recursos económicos y las
consideraciones especiales para con los familiares y amigos.
5.1.5 Relaciones del profesionista con el personal a su cargo
El profesionista a veces se encuentra en una situación en la que tiene
personas a su cargo, en cuyo caso es responsable de dirigir y orien-
tar su trabajo para alcanzar los objetivos establecidos. Los principios
que deben orientar las relaciones con sus colaboradores deben ser el
respeto, la justicia y la objetividad. Sus decisiones deben obedecer a
la racionalidad de sus funciones dentro de la institución para la que
trabaja o a sus funciones como profesionista independiente y nunca a
sus intereses personales o caprichos. En la evaluación de las personas
que dependen de él debe guiarse exclusivamente por los resultados que
estas obtienen en el trabajo que realizan sin dejarse influir por ningún
tipo de prejuicio o preferencia.
Ante todo, debe respetar su dignidad y sus derechos humanos, por
lo que bajo ninguna circunstancia podrá discriminar a ningún emplea-
189
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Ética en la profesión y valores para la vida

do o trabajador por motivos de raza, sexo, religión, condición económi-


ca, social, de salud u orientación sexual. En sus relaciones con el per-
sonal a su cargo, debe favorecer un ambiente de trabajo respetuoso y
cordial en el que se dé la confianza y la colaboración.
Además, de los derechos humanos, el profesionista tiene la obliga-
ción de respetar los derechos laborales de sus empleados y trabajado-
res, ya que conforme al principio de justicia debe darles lo que les co-
rresponde. Entre los derechos laborales se encuentran:
• Derecho a un salario justo. El principio de justicia debe estar pre-
sente cuando le corresponda a un profesionista la determinación
de sueldos y salarios.
• Derecho a la salud y seguridad en el trabajo. Todo empleado o
trabajador tiene derecho a contar con las condiciones necesarias
para preservar su salud y desempeñar su trabajo con seguridad.
En caso de sufrir una enfermedad o lesión debe tener servicios de
salud públicos o privados.
• Derecho a la privacidad. Es el derecho de los empleados para de-
terminar qué, a quién y cuánta información acerca de ellos debe
ser revelada a otros. Este derecho se ha vuelto particularmente
vulnerable con el desarrollo de las tecnologías de la información.
• Derecho a la libertad de conciencia. Las convicciones morales y
religiosas de las personas deben ser respetadas; nunca ser objeto
de discriminación.

5.1.6 Relaciones con otros profesionistas


En sus actividades laborales, los profesionistas frecuentemente tendrán
que relacionarse con personas de diferentes carreras profesionales. Es-
tas relaciones no siempre son fáciles debido a que, como se ha mencio-
nado, la profesión va imprimiendo en las personas un modo de ser y de
pensar específico que, a veces, entra en conflicto con el punto de vista
de otros profesionistas.
Todos los profesionistas tienen deberes y derechos que se derivan
a partir del principio de independencia intelectual y de autonomía. Su
autoridad profesional se fundamenta en su capacitación y cualificación
para las tareas que desempeñan, por lo que nunca deben menospreciar
o poner en tela de juicio la opinión de otro profesionista respecto de su
ámbito de competencia, por considerar que solamente la perspectiva de
la propia profesión es confiable o valiosa.

190
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La Ética en el mundo contemporáneo

En las relaciones con otros profesionistas debe existir siempre el


respeto hacia su persona, su conocimiento y su área de especialidad.
Cuando se tengan que tomar decisiones conjuntas, trabajar en equipos
interdisciplinarios o llegar a acuerdos, deberá prevalecer siempre el
principio de objetividad, lo que les permitirá llevar a cabo todas sus
actividades profesionales tratando los hechos y en general, todos los
datos de un asunto, caso o proyecto, con criterios objetivos.
La opinión de otros profesionistas, en ocasiones, aporta un punto
de vista nuevo y valioso, ya que poseen distintos conocimientos. Todo
profesionista debe reconocer los límites de su competencia y las limita-
ciones de sus técnicas, por lo que cuando lo requiera su actividad pro-
fesional, debe estar dispuesto a consultar, sin ningún prejuicio, a otros
profesionistas especializados.
Asimismo, deberá estar abierto a prestar ayuda a otros profesionis-
tas cuando estos se lo soliciten, especialmente cuando ambos trabajan
para el mismo empleador, y colaborar con ellos para el logro de sus
objetivos o de objetivos comunes.
El trabajo colaborativo e interdisciplinario es una excelente opción
para resolver de manera eficaz una gran cantidad de problemas a los
que se enfrenta la sociedad hoy en día; asuntos como el cambio climá-
tico, la inseguridad, la delincuencia y la pobreza, son problemas com-
plejos que han de resolverse de manera conjunta con la colaboración de
distintos profesionistas expertos en distintos ámbitos del conocimiento
humano. El trabajo colaborativo e interdisciplinario es cada vez más
una necesidad y la única alternativa viable ante situaciones de gran
complejidad.
Un profesionista nunca deberá desacreditar a otros profesionistas
que trabajan con diferentes métodos o tienen diferentes puntos de vista
en un trabajo, asunto o caso. Sus relaciones con ellos no deben ser sola-
mente conforme al principio de beneficencia sino también conforme al
de no maleficencia por el que deberán evitar causarles cualquier tipo de
daño a su persona o a su reputación profesional.
El ejercicio profesional se basa en el derecho y en el deber de un
respeto recíproco entre las diversas profesiones, especialmente las de
aquellos que están más cercanos en sus distintas áreas de actividad.

191
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Preguntas para reflexionar

Reflexiona en equipos acerca de los siguientes casos y explica


cuáles principios éticos deben aplicarse.

1. ¿Estarías dispuesto o dispuesta a ceder parte del tiempo de tu acti-


vidad profesional para ayudar a personas sin recursos económi-
cos o para colaborar en una situación de emergencia en tu país?
¿Piensas que con actitudes individuales nada se resuelve y que
esa tarea debiera ser misión exclusiva del Estado, al fin y al cabo
los ciudadanos ya pagan impuestos?
2. ¿Serías capaz de mentir sobre tu experiencia y competencias
profesionales para conseguir un trabajo, aun cuando con esa
mentira perjudiques a otros candidatos al puesto de trabajo? Si
te encontraras en esa situación, ¿dirías la verdad u optarías por
intentar alcanzar ese trabajo a toda costa? En este último caso,
¿cómo justificarías moralmente tu conducta?
3. Julio es un niño de 2 años, sus padres lo llevan al hospital porque
está con fiebre. La madre de Julio dice que él siempre ha sido
sano, que nunca lo ha visto tan decaído y que está muy preocu-
pada. El médico nota gran compromiso general, irritabilidad y
en su examen físico destaca rigidez de nuca y explica que es ne-
cesario realizar una punción lumbar para buscar una meningitis
como causa de su estado actual, ya que de ser así es necesario
iniciar tratamiento inmediato.
Los padres de Julio escuchan toda la información, pero no aceptan
este procedimiento. Ellos creen que implica gran riesgo y dolor,
que han escuchado muchas historias y que no creen que sea ne-
cesario realizarla. El médico, después de un fallido intento por
hacer cambiar la decisión de los padres, dice que lamenta no
lograr un entendimiento, pero que realizará la punción lumbar
porque es su obligación proteger al niño, velar por su salud y
proteger su vida. ¿Es correcta la decisión del médico? ¿Por qué?
4. ¿Reducirías tus honorarios como abogado para ganar el cliente a
un colega?

192
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“Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que su-


piere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada,
lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable”
Juramento hipocrático

5.2 Secreto profesional

E l secreto profesional es el compromiso moral que tienen ciertas


profesiones de no develar la información que han recibido de sus
clientes. Por el contrario de lo que ocurre con el deber de confidenciali-
dad, el secreto profesional, en la mayoría de los casos, debe mantenerse,
inclusive en un juicio legal.
Entre los profesionistas que típicamente tienen el deber de guardar
el secreto profesional, se encuentran el abogado, el médico, el sacerdote,
el informático, el psicólogo, el periodista y el trabajador social.
El secreto profesional se refiere al conocimiento de algo que ha per-
manecido oculto y que un profesionista llega a conocer por vía de confi-
dencia o de observación; generalmente es un aspecto de la vida privada
de una persona, lo que impone al profesionista la obligación moral e in-
clusive legal de no divulgarlo, ya que su difusión ocasionaría un daño
o perjuicio a la persona en cuestión.
El secreto profesional se clasifica en:
1) Secreto natural. Es independiente de todo contrato y comprende
todo lo que sea descubierto, ya sea por casualidad, investigación
o confidencia y que por su naturaleza no debe ser divulgado.
Esta es una obligación moral, aunque el depositario del secreto
no haya prometido guardarlo ni antes ni después de habérsele
manifestado o de haberlo descubierto. El profesionista está obli-
gado a callar, en virtud del principio ético de no maleficencia que
prohíbe perjudicar a los demás. En este caso, el perjuicio se pro-
vocaría por la divulgación de algo que cause daño moral a una
persona.
2) Secreto prometido. Es el que nace de una promesa de guardar si-
lencio que se formula en un contrato, después de haber conocido
el hecho, ya sea por casualidad, por investigación personal o por
confidencia espontánea o provocada. El secreto prometido supo-
ne el secreto natural y obliga a una mayor observancia en virtud
de la promesa hecha.

193
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Ética en la profesión y valores para la vida

3) Secreto confiado. Dimana de una promesa explícita o tácita ante-


rior al conocimiento de lo que debe ocultarse. Este secreto se pide
al profesionista que previamente ha prometido, por razón de su
oficio o de las circunstancias, guardar silencio, añadiendo que se
le revela por la confianza de su promesa. El secreto pasa entonces
a ser estrictamente profesional, ya que se confía a una persona
a quien su profesión obliga a prestar ayuda a los demás con sus
consejos o cuidados, por ejemplo: abogado, contador, psicólogo,
médico, sacerdote, consejeros de oficio.
El secreto profesional, igual que el principio deontológico de confi-
dencialidad establece que la información obtenida sobre una persona o la
que dicha persona hace del conocimiento del profesionista en el curso de
una relación profesional, deberá ser mantenida de forma que solamente
el profesionista tenga acceso y no deberá divulgarse a otras personas.
En la relación con sus clientes, el profesionista llega a conocer infor-
mación que siempre debe considerar como confidencial, para beneficio
de los clientes. Por ejemplo, en el caso de un abogado que defiende a
una persona, la información sobre ella no ha de ser obtenida ni por las
autoridades judiciales, para permitir así al cliente una defensa adecua-
da y la protección frente a terceros de la información que le proporcione
al abogado.
La temporalidad de la obligación es permanente e inclusive conti-
núa después del fallecimiento de la persona. No se hace diferencia en-
tre la que se obtiene de un individuo en plenitud de facultades o de un
menor de edad o adultos con discapacidades mentales. La confidencia-
lidad también debe aplicarse con los colegas de la profesión y los estu-
diantes, con quienes el profesionista no debe compartir información
privada sobre sus clientes.
La confidencialidad de la información debe abarcar todos los me-
dios: orales, escritos, digitales y manuales; en registros escritos, en ba-
ses de datos y en cualquier tipo de video e ilustración que identifiquen
a una persona.
La información confidencial se divulga únicamente cuando el in-
teresado expresa su consentimiento. Es conveniente comunicarla si es
resultado de investigaciones sobre su salud o sus asuntos personales,
pero siempre con el consentimiento de la propia persona, excepto cuan-
do la información implique a otros, en cuyo caso se requerirá el común
acuerdo. En Medicina, por ejemplo, se permite divulgar la información
del expediente clínico de una persona a otros médicos que diagnosti-
quen o vayan a proporcionarle tratamiento médico.
194
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La Ética en el mundo contemporáneo

El bien que tutela el secreto profesional es del derecho a la priva-


cidad que se encuentra expresado en el artículo 12 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos: “Nadie será objeto de injerencias
arbitrarias en su vida privada, su familia, su correspondencia, ni de
ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.
La divulgación de un secreto profesional es una injerencia indebida
y en algunos casos un ataque a la vida privada de una persona, por lo
que su violación está sujeta a sanciones legales.
Es responsabilidad del profesionista, velar por la confidencialidad
de la información sobre sus clientes y evitar el acceso indebido a la in-
formación que posea en archivos y bases de datos digitales. En México,
la información personal, se encuentra regulada por la Ley Federal de
Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, que tie-
ne por objeto: “La protección de los datos personales en posesión de los
particulares, con la finalidad de regular su tratamiento legítimo, con-
trolado e informado, a efecto de garantizar la privacidad y el derecho a
la autodeterminación informativa de las personas”. (Artículo 1°)
De especial importancia se considera el resguardo de datos perso-
nales sensibles; aquellos que se relacionan con la esfera más íntima de
su titular o cuya utilización indebida originen discriminación o le con-
lleve un riesgo grave. En particular, se consideran sensibles aquellos
datos que revelan aspectos como origen racial o étnico, estado de salud
presente y futuro, información genética, creencias religiosas, filosóficas
y morales, afiliación sindical, opiniones políticas, u orientación sexual
(Artículo 6°). La falta de cuidado en el manejo de la información confi-
dencial perjudica cuando es usada en forma ilegal. Como se ha visto,
existe una estrecha relación entre el secreto profesional y el principio de
confidencialidad, sin embargo este es más amplio pues no solamente se
refiere a la información privada de las personas, sino también a la in-
formación que es propiedad intelectual de las empresas o instituciones.
Si un profesionista realiza labores de asesoría en una institución o si
trabaja en determinadas posiciones y empresas, existe la práctica de fir-
mar contratos de confidencialidad o de secrecía para que cierto tipo de
información no sea usada para beneficio propio o revelada a terceros.
Estos contratos se establecen cuando se realizan labores de investiga-
ción o cuando se trabaja en el desarrollo de un nuevo producto o pro-
ceso; así se protege la información importante sobre aspectos técnicos
o comerciales. Por lo anterior, el contrato establece claramente que la
información es confidencial; esto incluye datos, procedimientos, pla-

195
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Ética en la profesión y valores para la vida

nos, programas de computación, resultados de pruebas, sistemas, espe-


cificaciones, etc. En dicho contrato también debe establecerse el período
por el que se mantendrá la confidencialidad.
Existen condiciones que eximen al profesionista de guardar el se-
creto profesional o la confidencialidad de la información sobre una per-
sona. Por ejemplo, cuando al revelar la información se obtiene un bien
mayor o si la persona sobre la que se guarda la confidencialidad es la
responsable de un acto censurable e ilícito y, por tanto, de mantenerse
la confidencialidad se perjudicaría a otro. Este caso se presentaría cuan-
do el profesionista sepa o sospeche que la persona:
• está actuando ilegalmente,
• está dañando a otros o podría hacerlo,
• está dañándose a sí misma o podría hacerlo o
• explota y abusa de un menor o de otra persona.
Una información se convierte en anónima cuando no identifica di-
recta ni indirectamente al individuo al cual se relaciona. Una vez que se
ha convertido en anónima y se agrega, por ejemplo, a una estadística o
censo, puede ser utilizada, siempre y cuando se justifiquen las razones
de su recopilación y sus finalidades sean legales.

Preguntas para reflexionar

En equipos analiza el siguiente dilema ético sobre el secreto pro-


fesional, los posibles cursos de acción y aplica los principios éticos
de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia y el deber del
profesionista de guardar el secreto profesional. ¿Cuál sería la mejor
alternativa? Justifica tu respuesta.
Se trata de un paciente de 29 años con antecedentes de adicción a
drogas. Fue tratado en el centro de atención de adicciones, se le pres-
cribió internamiento en un centro específico y después se le dio se-
guimiento en consultas externas y apoyo psicológico. Actualmente
tiene trabajo estable. Acude a consulta por fiebre y malestar general
que no ha cedido tras una semana de tratamiento sintomático. Su
médico le pide un análisis para detectar VIH, que es repetido y con-
firma su valor positivo. El paciente acude a consulta con su psicólogo
y le dice que no dará a conocer el resultado a su pareja.

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Posibles cursos de acción:


a) El psicólogo debe dar tiempo al paciente para que lo asimile y
cambie su actitud.
b) El psicólogo debe revelar la información a la pareja.
c) El médico debe enviar al paciente al servicio médico de enfer-
medades infecciosas para su manejo y control donde previsiblemen-
te se daría atención también a su pareja.
d) Médico y psicólogo deben informar al paciente su responsabi-
lidad con la novia y dejar que él tome una decisión.
e) Médico y psicólogo deben ofrecerse como interlocutores para
hablar con la pareja del paciente y remitir a ambos al servicio de
enfermedades infecciosas.
(Adaptado de dilemas éticos en la práctica clínica de la Asocia-
ción de Bioética de la comunidad de Madrid.)

5.3 Solidaridad profesional

L a solidaridad es un valor que se da en las relaciones interpersonales


por el que se comparte un sentimiento de unidad basado en metas
e intereses comunes. Hace posible que las personas que forman un gru-
po actúen conjuntamente y se ayuden para alcanzar un fin. Les permi-
te compartir sentimientos, intereses, objetivos y responsabilidades, así
como brindarse apoyo económico, social, afectivo, educativo, etc.
La solidaridad implica el reconocimiento de que todas las personas
son iguales en dignidad y derechos y, por tanto, cuando forman parte
de un grupo o comunidad, todas deben participar de los beneficios y
oportunidades que les ofrece, pero al mismo tiempo tienen la respon-
sabilidad de trabajar para aportar a la comunidad y ayudar cuando se
presentan situaciones difíciles.
La solidaridad, como un valor social inclina a la persona a ver al otro
como otro yo, y a buscar el bien común, es decir, el bien de todos y cada
uno de los miembros de la comunidad asumiendo la responsabilidad
de su destino. Las personas que forman una nación, comparten terri-
torio, gobierno, idioma y cultura, tienen un vínculo común por el que
deben buscar el desarrollo comunitario, y al hacerlo se benefician a sí
mismas y ayudan a todos a vivir mejor.

197
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Ética en la profesión y valores para la vida

La pertenencia a instituciones y grupos con los que se comparten in-


tereses y objetivos lleva a una solidaridad institucional entre sus miem-
bros, en relación con lo que estos proporcionan y a las actividades que
realizan conjuntamente. Existe solidaridad en las instituciones religio-
sas, asistenciales, educativas y políticas, debido a que sus integrantes
comparten valores y objetivos.

5.3.1 Solidaridad en el ejercicio de la profesión


La solidaridad profesional es la interacción entre los miembros de una
misma profesión por la que realizan labores conjuntas, brindan apoyo
y soporte a sus colegas, comparten responsabilidades y trabajan en fa-
vor de la sociedad.
La solidaridad profesional se da cuando los profesionistas actúan
dentro de un grupo, generalmente en algún tipo de asociación o colegio
que se forma con las finalidades específicas de compartir experiencias,
brindar capacitación y reunir egresados de una carrera universitaria.

5.3.2 Valores relacionados con la solidaridad


La solidaridad se manifiesta especialmente en ciertos valores afines a
ella como son: la generosidad, el servicio, la fraternidad, la responsabi-
lidad y el espíritu de colaboración. El profesionista debe esforzarse por
vivir estos valores en las relaciones con sus colegas y en general con la
sociedad en la que ejerce su profesión.
Una de las actitudes en las que se manifiesta la solidaridad profe-
sional es en la defensa de la profesión. Un profesionista debe defender
la función social de su profesión ante los demás y nunca denigrarla,
menospreciarla ni ridiculizarla. Respetar el prestigio de una profesión
requiere que todos los que la practican lo hagan de la mejor manera,
aplicando sus competencias intelectuales y morales para ponerla siem-
pre en alto ante la sociedad.
Debe evitarse en todo momento hablar mal de los colegas o deme-
ritar su trabajo, ya que debe existir un sentimiento de pertenencia a la
profesión que exige la solidaridad entre los colegas. Sin embargo, no
por ello deberá dejarse de reconocer la mala práctica profesional y en
casos extremos reconvenir o denunciar a los colegas que no cumplan
con sus obligaciones o falten a los principios éticos o deontológicos.
La participación en colegios profesionales es importante pues estos
representan a la profesión ante la sociedad y el gobierno; ser miembro
activo permite participar en actividades tanto en beneficio propio como

198
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de los colegas y de la sociedad, así como contribuir a que la profesión


tenga un mayor reconocimiento social.
La relación con colegas se da con frecuencia en el desarrollo de las
labores cotidianas en las que debe haber respeto mutuo e intercam-
bio de ideas y experiencias en un clima de cordialidad. El profesionista
también expresa su solidaridad cuando ayuda con sus consejos a otros
colegas o realiza tareas educativas para compartir sus conocimientos y
experiencia con las nuevas generaciones, bien sea en instituciones edu-
cativas, en cursos o simposios.
La participación en iniciativas de promoción social y en convoca-
torias para brindar apoyo en situaciones de emergencia son formas de
expresar la solidaridad en las que se colabora no solamente como ciuda-
dano, sino también aprovechando los conocimientos y experiencia ad-
quiridos como profesionista lo que hace esta participación muy valiosa.
Con la solidaridad profesional se benefician los profesionistas y la
sociedad en la que estos desarrollan su actividad. En la solidaridad se
expresa el reconocimiento de la igualdad fundamental entre todas las
personas y por extensión entre todos los profesionistas, quienes deben
recordar lo que decía el poeta León Felipe: “No se trata de ser el prime-
ro, sino de llegar con todos y a tiempo”.

Preguntas para reflexionar

Forma un equipo con estudiantes de tu misma licenciatura, pla-


nea una actividad profesional que pueda realizarse como servicio
social y manifieste su solidaridad para dar respuesta a las necesida-
des sociales.

5.4 Conflictos de interés

L a objetividad de criterio es uno de los principales atributos que debe


tener un profesionista en el momento de tomar decisiones o emi-
tir opiniones relativas a su actividad profesional. En el ámbito que le
compete, el profesionista es la persona capacitada y con la experiencia
necesaria para resolver problemas específicos y proponer soluciones
adecuadas. Los clientes o las instituciones para las que labora deposi-
tan en él su confianza, una confianza que se basa, no solamente en sus

199
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Ética en la profesión y valores para la vida

conocimientos, sino también en su capacidad para pensar y actuar con


objetividad.
Debido a su importancia, la objetividad se ha establecido como un
principio deontológico, lo que implica que es un deber que tiene todo
profesionista. Su cumplimiento proporciona la independencia intelec-
tual necesaria para actuar conforme con su propio criterio y emitir su
opinión respecto de la aplicación de las técnicas o procedimientos que
se requieran en cada caso.
La objetividad, sin embargo, se afecta e inclusive se pierde cuando
el profesionista se encuentra en una situación de conflicto de interés,
es decir, una situación en la que el juicio profesional y la integridad
del profesionista reciben la influencia indebida de un interés personal.
Existe conflicto de interés cuando en el ejercicio de sus labores, ya sea
en forma independiente o dentro de una institución, pública o privada,
sobreviene una contraposición entre los intereses personales del profe-
sionista y los intereses institucionales o de sus clientes, lo que interfiere
y afecta el cumplimiento de sus deberes profesionales.
Los conflictos de interés no son exclusivos de ciertas profesiones;
todo profesionista se encuentra en esa situación, debido a que todas las
personas tienen intereses propios que en ocasiones entran en conflicto
con la actividad profesional. Estos conflictos enfrentan al profesionista
con un dilema ético: satisfacer sus propios intereses para obtener un
beneficio personal o actuar conforme con los principios éticos y deonto-
lógicos, anteponiendo siempre el beneficio del cliente o de la institución
para la que trabaja.
No solamente los profesionistas individuales enfrentan conflictos de
interés; también se presentan en numerosas decisiones de las empresas
y organizaciones, públicas o privadas, por lo que muchas de ellas han
establecido protocolos para que sus empleados los manejen conforme a
la ética profesional y así evitar actuaciones inmorales.
Los ejemplos de situaciones en las que existen conflictos de interés
son muy numerosos:
• Un médico recomienda a su paciente que lleve a cabo determina-
das pruebas o tratamientos en su propia clínica o en otra en la
que tiene intereses económicos.
• Un arquitecto compra a un amigo el material para una construc-
ción aunque este no sea de buena calidad.
• Un académico evalúa artículos en revistas científicas presentados
por amigos o rivales profesionales.

200
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La Ética en el mundo contemporáneo

• Un consultor aconseja ampliar el contenido y alcance de un encar-


go que ha recibido, lo que le reportará mayores ingresos.
• Un ingeniero desaconseja la introducción de nuevas tecnologías
para cuyo manejo no está preparado.
• Un analista financiero aconseja la compra de valores que figuran
en su cartera o en la de un pariente.
• Un juez debe resolver un caso que afecta a la empresa propiedad
de su hermano.
• Un contador de cierta firma de auditoría emite informes positivos
sobre la contabilidad de una empresa para facilitar la continua-
ción de su trabajo o la contratación de otros servicios proporcio-
nados por la misma firma.
• Un político o funcionario público decide sobre un concurso en el
que participa un pariente.
Son innumerables los casos en los que se presentan los conflictos de
interés, por lo que es importante identificar las situaciones más comu-
nes en las que aparecen este tipo de conflictos:

1. Intereses en otras empresas o instituciones


Cuando se hacen negocios entre el empleado de una empresa, que
tiene una relación familiar o de amistad con un profesionista que traba-
ja para una institución pública o privada, es difícil conservar la objeti-
vidad, debido a que se tiende a favorecer a los familiares o amigos, aun
cuando esto no sea lo mejor para los intereses de la institución para la
que se trabaja. Para evitar este tipo de conflictos de interés es prudente
no hacer negociaciones con familiares o amigos o bien designar a otra
persona que no esté relacionada con ellos.
En caso de que existan relaciones familiares o afectivas con un con-
tratista, proveedor o cliente, el profesionista deberá notificarlo a la auto-
ridad correspondiente para que se evalúe de manera objetiva la calidad
y el precio del producto o servicio que se ofrece.
Cuando además se recibe un soborno por favorecer a un conocido,
pariente o amigo, el profesionista incurre en una falta grave de hones-
tidad, que lo hace perder su ética y su autonomía profesional. Lamen-
tablemente muchos conflictos de interés desembocan en este tipo de
situaciones que afectan seriamente a las instituciones para las que tra-
baja el profesionista.

201
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

2. Otras actividades externas


Cuando el profesionista trabaja para una institución pública o pri-
vada, debe poner todas sus capacidades durante las horas hábiles pro-
gramadas para lograr los mejores resultados en el trabajo que se le ha
encomendado. En este tiempo, el profesionista no debe realizar otro
trabajo porque, además de que no le será posible cumplir cabalmente
con ambos, esta situación lo llevaría a un conflicto de intereses. Por otro
lado, es una acción deshonesta y desleal recibir una remuneración eco-
nómica por parte de una institución a la que no se le está dando toda la
atención y el tiempo convenido de trabajo.
Fuera del horario de trabajo, los profesionistas tienen la libertad
para participar en otros trabajos o actividades, siempre y cuando no en-
tren en conflicto con los intereses de la institución para la que laboran.
También están en libertad de compartir sus conocimientos mediante
conferencias, artículos o actividades académicas, siempre y cuando no
divulguen información confidencial ni de propiedad intelectual de la
institución para la que trabajan.

3. Inversiones y adquisiciones
La posesión y transacciones de compra y venta de acciones u otro ac-
tivo son susceptibles de derivar en conflicto de interés, si el profesionis-
ta hace uso indebido de su cargo o si utiliza información confidencial
obtenida a través de sus actividades laborales para recibir utilidades
personales o indirectas. Si existen dudas respecto de la confidenciali-
dad de la información o la idoneidad de una transacción, el profesio-
nista debe buscar asesoría de sus superiores en la institución donde
trabaja.

4. Contratación de parientes y relaciones de pareja


El profesionista debe evitar la contratación de personas con las que
tenga una relación de parentesco por consanguinidad o por afinidad.
Esto debido a que el profesionista se encontraría en una situación de
conflicto de interés al evaluar el trabajo y exigir resultados a personas
con quienes tiene alguna relación cercana.
Un pariente o amigo puede ser contratado cuando es el candida-
to más adecuado y competente para el puesto y esto debe decidirse a
través de un concurso. En dicho caso siempre debe evitarse la relación
laboral directa entre parientes o personas con las que se tiene una rela-
ción afectiva, por lo que no deben trabajar en la misma área o departa-
202
Este libro es para uso exclusivo de
La Ética en el mundo contemporáneo

mento de la empresa o institución ni tampoco estar en posición de ejer-


cer influencia directa o indirecta sobre su respectiva situación laboral.

5. Beneficios y regalos
Los regalos, invitaciones o beneficios que realicen los proveedores,
clientes, arrendatarios o contratistas para mejorar las relaciones de ne-
gocios deben ser legales y de bajo monto. Todos los regalos, invitaciones
o beneficios superiores al monto establecido por el área correspondien-
te de la institución pública o privada deben ser rechazados.
Es importante que todos los profesionistas, en su ámbito laboral, se
aseguren de que las atenciones que reciban no comprometan su toma
de decisiones o el curso de sus actividades profesionales conforme con
criterios de objetividad, veracidad y honestidad.
Las organizaciones públicas y privadas deben establecer con clari-
dad las políticas, procedimientos y códigos de conducta para evitar y
enfrentar conflictos de intereses reales, potenciales o percibidos, inclu-
yendo el nepotismo y el amiguismo, sin embargo es responsabilidad
primordial de los profesionistas actuar conforme con los principios éti-
cos y deontológicos en estas situaciones.

Preguntas para reflexionar

Escucha la charla de Ted talks en la siguiente liga: http://www.


ted.com/talks/dan_ariely_beware_conflicts_of_interest
El psicólogo Dan Ariely narra dos historias personales que ex-
ploran los conflictos de interés en la ciencia: Cómo la búsqueda del
conocimiento o una intuición se ven afectadas, consciente o incons-
cientemente, por deseos personales.
Reflexiona con tu equipo sobre las siguientes preguntas:
1. ¿De qué forma se presentan los conflictos de interés en el ámbito
científico?
2. En los dos casos que expone Dan Ariely, ¿cuáles consecuencias
negativas surgen si no se resuelven adecuadamente los conflic-
tos de interés?
3. ¿Cuáles principios éticos y deontológicos deben aplicarse para
decidir el curso de acción en los conflictos de interés?

203
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Fuentes documentales
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Código de Ética del Colegio de Comunicadores, en: http://comunicadorescole-
giados.blogspot.com/2009/02/codigo-de-etica.html
Código de Ética del Colegio de Ingenieros Civiles de México, en: http://www.
cicm.org.mx/institu-etica.php
Código de Ética del Contador Público, en: http://www.oas.org/juridico/spa-
nish/mesicic3_blv_codigo2.pdf
Código de Ética del Ingeniero Industrial, en: www.conaii.org.mx/documentos/
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Código de Ética profesional del abogado, en: http://www.anadejal.com/admi-
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Código ético del Psicólogo, en: http://sociedadmexicanadepsicologia.org/in-
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www.psicologos-sur.com/es/ii-de-la-competencia-profesional-y-de-la-
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Zamorano García, Enrique, Ética profesional, El tercer cantero, México, Insti-
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204
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Capítulo 6 Importancia de la Ética


en el mundo contemporáneo

Ser cosmopolita, en palabras del profesor de sociología


cultural John Tomlinson, es ser ciudadano del mundo.
El cosmopolitismo es el nombre que utilizamos para referirnos
a la tolerancia y la celebración de la diversidad humana.
Jeremy Rifkin

6.1 Globalización: implicaciones culturales, morales, éticas y sociales

C uando la globalización promueve la diversidad y el cosmopolitis-


mo, los seres humanos pueden florecer en un entorno de mayor
riqueza cultural, infinitas posibilidades, armonía y paz, sin embargo
la globalización también puede operar como una forma de homoge-
nización global al imponer a otras culturas criterios uniformes ya sea
económicos, espirituales, políticos, estéticos o de cualquier otro tipo. En
este caso las posibilidades se ven disminuidas y por tanto la libertad
real de los seres humanos se ve constreñida.
La globalización tiene significativas repercusiones en los modos en
que se percibe lo humano en los distintos aspectos de la vida contem-
poránea, ya que impacta en todos los ámbitos, ya sea social, familiar,
ético, artístico, religioso, político, económico… Hoy, como nunca, la co-
nexión entre las diferentes culturas ha obligado al ser humano a replan-
tear muchos presupuestos sobre la importancia de lo local y lo global, lo
presente y lo pasado, sobre la diversidad, la libertad, la autonomía y la
dignidad de las personas en un entorno heterogéneo e interconectado.
Esto ha producido enormes cambios que algunas veces funcionan bien
y otras mal.
¿Cómo se puede convivir en armonía con el otro sin dejar de ser
coherente con lo que cada uno cree y piensa? ¿Cómo pueden convi-
vir en un mismo espacio, barrio, ciudad o país, personas con diversas
posturas respecto de temas tan controvertidos como lo político, econó-
mico, moral y espiritual, sin caer en prácticas violentas, discriminato-
rias o sectarias? ¿Cómo puede un país mantener su soberanía y al mis-
205
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Ética en la profesión y valores para la vida

mo tiempo entablar un diálogo fructífero con los diversos pueblos del


mundo? ¿Cómo dejar de ver la diversidad como un problema que tiene
que resolverse mediante una purga depuradora del otro y empezar a
verla como riqueza humana útil para el fortalecimiento de la libertad?
¿Cómo superar las conquistas civilizatorias del otro, imponerle al
otro la propia cultura, para llegar al reconocimiento, intercambio, res-
peto y colaboración con el otro? ¿Cómo superar las prácticas hegemó-
nicas, sin por ello darle la bienvenida a un relativismo extremo que
permita cualquier práctica humana? ¿Cómo encontrar un punto inter-
medio entre los imperialismos unificadores, del tipo: solo mi verdad
vale, sin caer en un nihilismo caótico donde todo valga, nada valga o
todo valga igual? ¿Cómo dejar de ver al otro como un enemigo al que se
tiene que eliminar o marginar para empezar a verlo como una ventana
desde donde cada quien puede enriquecer su propia perspectiva?
El reto es en gran medida dejar de ver la diversidad de las culturas
del mundo como un problema, para empezar a verla como riqueza y
abundancia de contenidos, perspectivas, saberes, creencias, caminos y
posibilidades que amplían la libertad y por tanto fortalecen el compro-
miso y responsabilidad. La libertad no debe entenderse de manera ab-
soluta, como libertad de realizar cualquier acción; esa libertad no existe
y tampoco es deseable.
La libertad humana siempre está acotada. El ser humano está limi-
tado, tanto por las leyes de la naturaleza como por el contexto cultural
que, al mismo tiempo que limita, también posibilita, ya que influye sig-
nificativamente en la concepción de lo que es posible y deseable hacer,
al mismo tiempo que inhibe lo que no es posible ni deseable según una
cosmovisión determinada. La libertad humana se encuentra en el mar-
gen de acción de lo que se percibe como posible e imposible.
Esta es la consideración que hace Isaiah Berlin cuando distingue en-
tre libertad negativa, que son las limitantes que tiene el ser humano de-
bido a sus circunstancias personales y a las normas de la sociedad en la
que vive; y la libertad positiva, que es la que le permite, a partir de sus
propias circunstancias, tomar el control de su propia vida. La libertad
se ejerce dentro de lo que se es y lo que puede hacerse. La cultura en ge-
neral, como la ciencia, la tecnología, las leyes, el arte, la filosofía… han
impactado y modificado lo que se ha considerado posible y deseable a
lo largo de la historia.
Un invento tecnológico tan aparentemente inocuo como la lavadora
de ropa liberó a la mujer de muchas horas de trabajo, lo que detonó,
como efecto secundario, la reflexión y toma de conciencia de que es-

206
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

taba siendo discriminada por una cultura machista que la segregaba


y sometía. Esto permitió discusiones y debates sobre el lugar y papel
de la mujer y sus derechos. Con el paso del tiempo y muchas confron-
taciones, algunas violentas y otras pacíficas, se terminó produciendo
un cambio en la cosmovisión de las relaciones humanas de género y el
reconocimiento de la libertad y dignidad de la mujer.
Esto a su vez impactó en las leyes, ya que se empezó a legislar para
garantizar la equidad de género en la sociedad; primero, al ganar el
derecho al voto alrededor de la segunda mitad del siglo XX. Si bien
se han dado grandes pasos hacia la equidad, todavía no es un hecho
consumado en grandes partes del mundo, incluyendo México, donde
todavía hay muchos retos pendientes.
Arte, tecnología, ciencia, religión, política, filosofía… son discursos
teóricos que encarnan prácticas; no se quedan en la mente sino que se
manifiestan en conductas concretas. Una persona con una mentalidad
cosmopolita tiene prácticas de tolerancia y respeto, mientras que una
con prejuicios de género discrimina cotidianamente. La visión cosmo-
polita implica una forma de ver e interpretar el mundo y de crear nocio-
nes de bien, mal, justicia, bondad, belleza… La compleja interacción de
los diferentes discursos y prácticas de una sociedad crea una cosmovi-
sión que es heredada y aprendida por los nuevos integrantes que nacen
y crecen en dicha sociedad.
Sin embargo, aunque el contexto influye, no determina de forma ab-
soluta. La mente humana gracias a su gran capacidad reflexiva, ima-
ginativa y creativa, permite mirar críticamente su entorno cultural e
inclusive modificarlo; sobre todo cuando tiene acceso a diversas cos-
movisiones y perspectivas. Una obra de arte, un texto de filosofía, una
teoría científica o una innovación tecnológica pueden crear cambios
significativos en los patrones mentales y en las prácticas sociales domi-
nantes, y a la vez tener efectos de largo alcance capaces de transformar
de manera significativa lo asumido por una cultura.
Las relaciones de género son un claro ejemplo de esto; las concep-
ciones y prácticas se vieron afectadas por una inmensa cantidad de
fuerzas; desde la invención de la aspiradora, los escritos filosóficos de
Simone de Beauvoir y otras feministas, así como la necesidad de que en
Estados Unidos las mujeres tuvieran que ir a trabajar a fábricas, oficinas
y posiciones gubernamentales durante la Segunda Guerra Mundial. En
esto influyó que muchos hombres tuvieron que ir a la conflagración,
miles murieron y dejaron vacantes laborales que con el paso del tiem-
po fueron ocupando mujeres. Filosofía, tecnología, historia, arte… son

207
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Ética en la profesión y valores para la vida

fuerzas sociales que crean efectos imprevistos y de largo alcance en la


formación de culturas.
Cuando las mujeres se percataron de que efectivamente podían rea-
lizar los mismos trabajos que los hombres, la concepción de sí mismas
fue modificada de manera radical. Descubrieron el placer de ser verda-
deramente libres y dueñas de sus propias vidas, pudieron después de
siglos de ser relegadas a un papel secundario en la vida social y política,
ser verdaderamente autónomas al poder ganar y gastar su propio di-
nero. Este hecho les dio la capacidad de poseer el control de sus vidas,
autonomía que les había sido negada durante siglos. Esto no implica
que la mujer necesariamente tenga que dedicarse a la vida laboral o
estudiar, sino que permite ampliar las posibilidades de lo que una per-
sona, sin importar su sexo, pueda o no desear hacer y proponerse como
fin para su vida.
Dedicarse al hogar es una opción tan digna como cualquier otra, sea
hombre o mujer; la cuestión aquí es simplemente que sea una elección y
no una imposición. Lo que la equidad de género busca lograr en el nivel
mundial es que el sexo de las personas no determine sus posibilidades
y proyectos de vida. Todo ser humano en tanto que agente autónomo
tiene que ser capaz de darle sentido a su existencia del modo en que lo
desea según sus propios criterios.
Algo similar pasó con las personas que habían sido esclavizadas. El
desarrollo de nuevas tecnologías para la siembra, como el tractor, liberó
a la humanidad de la necesidad de una extensiva mano de obra para
satisfacer las necesidades básicas de alimentación, de hecho se produje-
ron excedentes. A muchos granjeros un tractor les permitió mayor efi-
ciencia y ahorro que someter y esclavizar a 20 o 30 personas.
De nueva cuenta, gracias a la interacción de diversas variables como
la innovación tecnológica, teórica, filosófica, así como la emergencia de
diferentes movimientos sociales, políticos, económicos… muchas per-
sonas que habían sido esclavizadas quedaron a la deriva en una estruc-
tura de producción que ya no les podía dar trabajo. Estas transforma-
ciones produjeron una fuerte migración hacia las ciudades, que con el
tiempo impactó en la necesidad de reestructurar muchos aspectos de
la cultura hacia formas de interacción social menos discriminatorias y
racistas.
Otro aspecto que detonó un gran impacto en la percepción de las
personas esclavizadas fue la lectura de obras, como La cabaña del tío
Tom, escrita en 1852, por Harriet Beecher Stowe. Esta sensible y empáti-
ca autora puso nombre y cara a miles de personas que eran ignoradas,

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explotadas y discriminadas. Su novela permitió a la gente blanca aso-


marse y acercarse desde la comodidad de su sillón al trato inhumano y
a la dura vida y violencia en que vivían las personas esclavizadas.
De manera similar, películas como Mississipi en llamas, de Alan Par-
ker, 1988, permitió sensibilizar a las personas así como denunciar el
clima de intolerancia racial que los grupos de extrema derecha realiza-
ban con apoyo de organizaciones como el Ku Klux Klan (KKK), donde
en el siglo XX y en el XXI se sigue afirmando, la supuesta supremacía
blanca. Los integrantes del KKK son hombres blancos altamente ideo-
logizados, racistas y fundamentalistas, dispuestos a cometer cualquier
crimen, asesinato y violación con tal de mantener su poder y dominio
cultural, económico y físico sobre la población negra. En esta agrupa-
ción, cualquier diferencia, sea en la orientación sexual, color de piel,
religión, postura política… es razón suficiente para ser perseguido, es-
tigmatizado, violentado, segregado, torturado e inclusive asesinado.
Las mismas actitudes intolerantes y fundamentalistas, aunque am-
paradas en diferentes supuestos, se encuentran en distintas agrupacio-
nes, lugares y épocas. Durante el estalinismo, en la Unión Soviética se
practicó una purga ideológica de 1924 a 1953, igual que en la llamada
revolución cultural china. Sin importar el fundamento o ideología del que
se parta, las actitudes de depuración, conversión, violencia e intoleran-
cia de todo absolutismo es lo que se tiene que superar en un entorno
global plural y democrático. La apertura y el reconocimiento de la dig-
nidad del otro para elegir sus propias máximas debe ser el terreno co-
mún mínimo desde el que la gente pueda dirigir sus vidas de acuerdo
con sus principios, valores e ideales.
De este modo, aspectos artísticos, históricos, tecnológicos y filosófi-
cos produjeron un fuerte impacto en las formas de pensar que transfor-
maron en el nivel mundial las concepciones tanto de género como de
igualdad. La actitud cosmopolita, de reconocimiento y apertura al otro
es algo bastante novedoso y poco frecuente, ya que requiere de una gran
capacidad de autocrítica y humildad. El sociólogo Zygmunt Bauman se-
ñala que el antropólogo Claude Levi-Strauss en Tristes trópicos ya había
señalado que lo más frecuente en la historia humana es la tendencia a la
negación del otro, y que en general se han empleado dos estrategias bá-
sicas para enfrentarse a la otredad: la antropoémica y la antropofágica:
La primera estrategia consistía en vomitar y expulsar a los otros con-
siderados irremediablemente extraños y ajenos, prohibía el contacto
físico, el diálogo, el intercambio social y todas las variedades de com-
mercium, comensalitas y connubium. (...) La segunda estrategia consiste

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en la denominada desalienación de sustancias extrañas: ingerir, devorar


cuerpos y espíritus extraños para convertirlos, por medio del meta-
bolismo, en cuerpos y espíritus idénticos al cuerpo que los ingirió;
ya no diferenciables. Esta estrategia revistió también un amplio es-
pectro de formas: desde el canibalismo hasta la asimilación forzosa
—cruzadas culturales, guerras de exterminio declaradas contra las
costumbres, calendarios, dialectos y otros ‘prejuicios’ y ‘supersticio-
nes’ locales. (Bauman, 2004, 109)
La intolerancia, desconocimiento y miedo que genera la otredad lle-
va al ser humano a actuar de dos maneras igualmente violentas: “vo-
mitar” o “devorar” a los diferentes. En las conquistas se “devora” al
otro y se le convierte, o se le “civiliza” para que deje de ser como era,
un “salvaje”, un “no-civilizado”, es decir, un diferente. En las purgas
como en el caso del KKK, el estalinismo o la revolución cultural china
se desaparece al otro, se le elimina. Mientras que la conquista en Lati-
noamérica es un ejemplo de “devorar” al otro, las colonias inglesas pre-
firieron “vomitar” a los pobladores de esas tierras; ambas vías de acción
no han de repetirse nunca más por ser incompatibles con el respeto a la
dignidad humana.
La globalización no debe de convertirse en un nuevo vehículo de ho-
mogenización cultural, económica, política… sino en una fuerza de aper-
tura y de reconocimiento del otro. Debe operar de manera tal que facilite
y estimule la discusión sobre derechos humanos, equidad, justicia y, por
tanto, permita la reestructuración de ideologías y prácticas sustentadas
en privilegios y prejuicios. Estos se encuentran asumidos al interior de
las cosmovisiones dominantes, y operan como el agua para los peces:
son invisibles. El agua está ahí, pero no es vista dado que el individuo ha
crecido rodeado de esos discursos y practicas a lo largo de toda su vida.
Esto enfrenta a la humanidad a un reto particularmente difícil, ya que
cada persona y cultura es ciega a sus propios prejuicios y privilegios.
El etnocentrismo es la actitud o postura de interpretar todo el mun-
do a partir de los contenidos de la cultura en que se nace. Esta visión
sesgada y limitada suele negar o infravalorar los contenidos de otras
culturas al asumirlos como erróneos o inferiores: “El etnocentrismo (…)
parte del hecho de que los criterios, los valores y las creencias de la
cultura propia son los válidos para interpretar, explicar y juzgar a cual-
quier sociedad, cultura, grupo social o etnia, como una mirada muy
recurrente en el devenir de la historia y de los pueblos. Particularmente
las culturas de los imperios han estado siempre tentadas a esa visión
homogeneizadora y totalizadora”. (Castellanos, 2012, 57)

210
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

La gran importancia en el diálogo global, con el otro, es que es un


modo eficaz en que cada cultura y persona puede percatarse de sus
presupuestos heredados. La mirada externa permite a los miembros
de una cultura ser capaces de hacer visible lo que esta invisibilizado,
naturalizado y, por tanto, asumido por la comunidad en que se vive.
La mirada externa es al mismo tiempo incómoda y liberadora, puede
confrontar y enriquecer.
Prácticamente toda forma de discriminación se sustenta en una
mezcla de ignorancia y miedo. El racismo ignora o se niega a recono-
cer un hecho hoy demostrado científicamente; no existen razas, sino
simples variantes de la apariencia externa. No solamente todos los se-
res humanos comparten el mismo código genético; también tienen el
mismo origen: “África también es el primigenio hogar del ser humano.
Bajo la piel, todos somos africanos, sin excepción”. (Küng, 2007, 161-165).
Algo similar podríamos decir de otras formas de discriminación, sea
de género, elitismo, xenofobia, homofobia y otras. En general se basan
más en prejuicios, ignorancia, miedo y simplificación o estigmatización
del otro. Jeremy Rifkin es optimista y señala que un mundo más co-
nectado, con más ventanas y puertas hacia otras culturas, permite a la
humanidad salir de un tradicional parroquialismo hacia una cosmovi-
sión global más amplia, empática, diversa y plural, como nunca antes
se había visto.
Las redes globales de comunicación —que conectan continuamente
a la mayor parte de la especie humana a la velocidad de la luz, am-
pliando los niveles de urbanización, lo que trae consigo una mirada
más cosmopolita—, el auge de la migración global, la tendencia hacia
las identidades múltiples, y las ciudadanías duales, la aparición de
las redes diaspóricas globales y el rápido florecimiento de los viajes
y el turismo global están uniendo a la especie humana de innume-
rables formas, como nunca antes había ocurrido. Lo que estamos ex-
perimentando es nuevo en la historia. El ‘ágora pública global’ está
convirtiéndose rápidamente en una realidad, si bien no exenta de los
dolores que acarrea esta metamorfosis en una nueva forma de vida
social. Por primera vez en la historia, estamos a punto de concebir
a la especie humana como una gran familia, si bien no hace falta
mencionar que los obstáculos son enormes y que las posibilidades de
desarrollar una conciencia de la biosfera no son en absoluto seguras.
(Rifkin, 2010, 429)
En un mundo globalizado, el flujo de información, comercio y diver-
sidad de cosmovisiones y sus prácticas crea fuertes impactos en las cos-

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Ética en la profesión y valores para la vida

movisiones locales y la vida misma de cada persona se transforma en


un ágora de intercambio y debate planetario. Cada individuo encarna
una cosmovisión que se manifiesta en cada acción, palabra o silencio; la
ropa que se usa, el corte de pelo, la postura corporal, todo en la perso-
na manifiesta una cosmovisión y un proyecto filosófico, político, ético,
estético, espiritual, existencial… El simple hecho de vivir es ya un acto
político. Cada persona es un “discurso teórico práctico” que fluye en
la arena global abriendo una nueva ventana, encarnando una singular
posibilidad hacia una particular forma de ser y estar en el mundo, y en
la que se concreta en forma única un sistema complejo de valores, idea-
les, principios, deseos, inquietudes, preferencias… que se manifiestan
de manera cotidiana y concreta en todos los individuos del planeta.
Cada una de estas personas y sus proyectos son valiosos en sí mismos
en tanto que son manifestación de la libertad humana. Cada persona y
sus proyectos abren una ventana, una perspectiva que enriquece y ampli-
fica a toda la humanidad, pues la libertad no se da en la nada; es producto
de la capacidad de un agente racional de considerar ciertas opciones y
formas de vida como deseables y posibles. Por eso, a mayor cantidad de
posibilidades, mayor libertad real y, por tanto, mayor autonomía.
La libertad humana real está acotada a ciertas circunstancias, tanto
materiales como ideológicas. Esta libertad real tiene límites y alcances
vinculados con el contexto concreto donde un individuo toma decisio-
nes para dirigir su vida. En este sentido la libertad real de una mujer
para estudiar una carrera, trabajar o votar solamente existen en su ho-
rizonte de posibilidad, si vive en un contexto donde dichos caminos
están abiertos por su cultura.
Tanto sor Juana Inés de la Cruz como Hannah Arendt fueron, en tér-
minos ontológicos, mujeres libres en tanto que capaces de tomar deci-
siones, sin embargo la libertad real de una y de otra no fue en lo absolu-
to equiparable. Una tuvo la posibilidad de estudiar en una universidad
y trabajar, mientras que la otra, hubiera querido o no, no hubiera podi-
do, pues no estaba esa opción como una posibilidad real para que ella la
tomara. Tanto Adela Cortina como Amartya Sen y Martha Nussbaum
consideran que la globalización debe ampliar la libertad real de las
personas (empoderamiento, desarrollo y capacidades) al amplificar los
caminos posibles desde donde cada agente moral ejerce su autonomía.
En los diversos estudios citados por Jeremy Rifkin, esto es particu-
larmente importante en tanto que el vínculo entre libertad y responsa-
bilidad es similar al vínculo entre autonomía y empatía. Una persona
autónoma es más empática, satisfecha, comprometida, flexible, solida-

212
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

ria y capaz de desarrollar una mentalidad crítica, así como de manifes-


tar actitudes tolerantes o amables frente a situaciones o personas diver-
sas. Daniel Pink, experto en motivación y desempeño, indica que gran
cantidad de estudios muestran que una persona entre más juzgada,
controlada, coartada, frustrada… se sienta, menos podrá explotar sus
auténticas capacidades, y dar lo mejor de sí misma.
Las investigaciones utilizadas por Daniel Pink y Jeremy Rifkin
muestran que en una circunstancia limitada, jerárquica, autoritaria y
con pocas posibilidades, la gente suele ser más intolerante, violenta,
reacia, rígida, enfermiza, obtusa, grosera e inflexible. Por eso, ambos
investigadores recomiendan que en vez de tratar de contener o contro-
lar la naturaleza humana, se le debe permitir salir a la superficie, empo-
derar a las personas y con ello fortalecer su autonomía. (Pink, 2009, 87)
En la misma línea, Rifkin sostiene que en los entornos más afectivos,
abiertos y tolerantes, se favorece que la gente sea más empática y cons-
ciente de sí misma, ya que se les permite e inclusive se les estimula para
entrar en contacto directo con sus propias emociones, deseos y pensa-
mientos, logran mayor autonomía. Esto les permite a su vez entender y
conectarse con las emociones, deseos y pensamientos de los otros; eso
es la empatía. Ambos aspectos impactan en un mejor desempeño aca-
démico y social; y Pink añade: laboral y productivo.
La madurez empática guarda especial correlación con el pensamien-
to crítico. La habilidad para albergar sentimientos e ideas en conflic-
to, sentirse cómodo con la ambigüedad, acercarse a los problemas
desde diversas perspectivas y escuchar los puntos de vista ajenos
son componentes emocionales esenciales, que nos permiten desarro-
llar el pensamiento crítico. Gordon observa, con agudeza, que el amor
desarrolla la inteligencia. (Rifkin, 2010, 593-594)
Es entonces donde se favorece la curiosidad, el deseo por conocer,
el placer del descubrimiento… y se le permite a la gente establecer sus
metas y seguir sus propios impulsos e ideales; una mayor autonomía.
También mejora el desempeño y aumentan los niveles de bienestar, la
percepción de felicidad y el comportamiento amable, respetuoso, alegre
y relajado. (Pink, 2009, 43-44) Estas investigaciones permiten correlacio-
nar una alta autonomía con un alto rendimiento laboral y académico,
así como una mejora en el comportamiento solidario, plural, incluyen-
te, flexible… Una sólida autonomía y empatía no nada más favorece la
autorrealización sino que también impacta en forma positiva al conso-
lidar una actitud abierta y de reconocimiento de la pluralidad, diversi-
dad y complejidad de un mundo contemporáneo interconectado.
213
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Dado que a mayor autonomía, mayor responsabilidad y compro-


miso, el disponer de la capacidad para amplificar la libertad real de
cada persona con la riqueza de perspectivas y posibilidades de todos
los pueblos de la Tierra, las culturas, tradiciones humanas y sus con-
tenidos: libros, arte, tradiciones, teorías, descubrimientos, tecnologías,
estética, arquitectura, ciencia… es deseable tanto en el nivel local como
global.
La globalización, de llevarse a cabo en forma plural, flexible, afec-
tiva… donde se estimule y afirme la capacidad de los individuos para
dirigir sus propias vidas, al ser reconocidos y valorados sus deseos,
sueños, pensamientos, sentimientos… podría empoderar a cada indi-
viduo y ayudarlo a utilizar todo su potencial y de ese modo enriquecer
de manera significativa la riqueza humana. En una comunidad global,
libre y empoderada de agentes autónomos, empáticos, responsables, sa-
tisfechos y comprometidos tanto con su comunidad local como global,
los beneficios tanto sociales como individuales serían inimaginables.

Preguntas para reflexionar

Ve el video en YouTube del discurso de Carl Sagan: The pale blue dot.
https://youtu.be/xYmDyHC4Oc0?list=PL-xXj0Jq1_igKppr2pWUICs6z-
9TTaATI
Reflexiona en equipo sobre la perspectiva cosmopolita de Sagan y
profundiza acerca de las sensaciones, valores y pensamientos que ge-
neran la imagen de la Tierra desde la lejanía. Discutan sobre el sentido
y lugar del ser humano desde esta perspectiva tan distante.

6.2 Los valores económicos que difunde la globalización

M ilton Friedman (1912-2006), ganador del premio Nobel en Econo-


mía en 1976 escribió un artículo, publicado en 1970 en el New York
Times Magazine, donde afirmó que la responsabilidad social de los ne-
gocios es incrementar las ganancias. Friedman dijo que: “¡La ética de
la economía se reduce al ‘deber moral’ del aumento de los beneficios!”.
(Küng, 259-260, 2002)
214
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

Para los economistas neoliberales, los llamados Chicago boys, el eje


de la economía se centra en el crecimiento económico. Esta perspectiva
económica diseña políticas encaminadas al aumento del PIB (producto
interno bruto). Esto a pesar de que Simon Kuznets, creador de dicha
medida, cuestionó la supuesta relación entre el PIB y el bienestar de la
gente de una nación. Kuznets creyó que era importante diferenciar en-
tre cantidad y calidad de crecimiento; a su vez consideró que los objeti-
vos de más crecimiento deben especificar de qué y para qué. Crecer por
el simple hecho de crecer parece no estar del todo justificado para este
economista, ni tampoco que un mayor PIB repercutiera necesariamente
en una mejor calidad de vida para las personas.
Estas críticas no hicieron mella en los economistas neoliberales que
gozaban de mayor prestigio e importantes posiciones de poder. De
modo que desde mediados del siglo XX, la economía de muchos países
occidentales, así como de organismos internacionales como el FMI, se
focalizó en la búsqueda de un mayor y mayor crecimiento económico.
Para lograrlo, muchas veces se aplicaron medidas como la austeri-
dad fiscal, la privatización, la liberalización de los mercados y la apuesta
por un estado débil. Si bien muchas veces estas medidas produjeron un
aumento en la desigualdad, mayor pobreza, desempleo y, por tanto, ma-
yor inestabilidad social, se creyó que estos males eran necesarios y que
a largo plazo tanto las economías como los mercados terminarían por
regularse, pero hasta el momento no ha sucedido. En la toma de deci-
siones económicas centrada en el crecimiento económico, las personas
y su bienestar parecen ser una cuestión marginal. Por otra parte, como
señala Hans Küng, el exacerbado individualismo repercutió en una “ili-
mitada libertad del más fuerte a costa del más débil”. (Küng, 259, 2002)
La obsesión por el aumento de la riqueza, así como la liberalización
de los mercados y el empequeñecimiento del poder estatal produjeron
grandes ganancias para algunos y grandes pérdidas para otros. Joseph
Stiglitz (ganador del premio Nobel de Economía en 2001, vicepresidente
del Banco Mundial de 1997 al 2000 y presidente de Consejo de Conse-
jeros Económicos en la administración de Bill Clinton cuando era pre-
sidente de Estados Unidos) señala el costo social y humano, que como
efecto secundario, produjeron las inmensas ganancias de la banca y las
farmacéuticas debido a la entrada en vigor de las estrategias económi-
cas neoliberales.
Los bancos occidentales se beneficiaron por la flexibilización de los
controles sobre los mercados de capitales en América Latina y Asia,
pero esas regiones sufrieron cuando los flujos de dinero caliente espe-

215
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Ética en la profesión y valores para la vida

culativo (dinero que entra y sale de un país, a menudo de la noche a la


mañana, y que no suele ser más que una apuesta sobre si la moneda
va a apreciarse o depreciarse) que se habían derramado sobre los paí-
ses súbitamente tomaron la dirección opuesta. La abrupta salida de
dinero dejó atrás divisas colapsadas y sistemas bancarios debilitados.
La Ronda Uruguay también fortaleció los derechos de propiedad in-
telectual. Las compañías farmacéuticas norteamericanas y occidenta-
les podían ahora impedir que los laboratorios indios o brasileños les
‘robaran’ su propiedad intelectual. Pero esos laboratorios del mundo
subdesarrollado hacían que medicamentos vitales fueran asequibles
por los ciudadanos a una fracción del precio que cobraran las empre-
sas occidentales. (…) La otra cara fue que miles de personas resulta-
ron condenadas a muerte, porque los gobiernos y los ciudadanos de
los países subdesarrollados ya no podían pagar los elevados precios
ahora impuestos. (Stiglitz, 2002, 42-43)
Para la lógica económica centrada en la generación de ganancias y
el crecimiento económico, nociones como responsabilidad social, bien
común o justicia social son aspectos vagos que no tienen cabida. Ro-
nald Reagan, Margaret Thatcher y el dictador chileno Augusto Pino-
chet son ejemplos emblemáticos de gobernantes que llevaron esta pro-
puesta económica hasta sus últimas consecuencias. Por ejemplo, con la
intención de controlar una alta inflación, se llevó a cabo un paquete de
privatizaciones así como fuertes recortes en el gasto fiscal, sin embargo
los resultados a largo plazo no fueron del todo lo que los pronósticos in-
dicaban. A varias décadas del proyecto económico del neoliberalismo,
el mundo es más desigual, con más pobreza, menor estabilidad social
y con democracias laceradas por la corrupción y el crimen organizado.
Joseph E. Stiglitz critica duramente muchas de estas medidas promo-
vidas por los países occidentales y el FMI, pues considera que produ-
jeron problemas sociales de gran calado que hasta la fecha perjudican
la estabilidad y viabilidad de muchas naciones, así como la viabilidad
de una fuerte y justa economía global; inclusive denuncia que muchos
organismos internacionales en realidad operaron como instrumentos
de imposición de ciertas políticas económicas que beneficiaban exclusi-
vamente a los países del primer mundo.
“Quienes trabajaban en las naciones en desarrollo sabían que algo
no iba bien cuando asistían a la generalización de las crisis financieras
y al aumento del número de pobres. Pero ellos no podían cambiar las
reglas de juego o influir sobre las instituciones financieras internacio-
nales que las dictaban. Quienes valoraban los procesos democráticos
comprobaron que la ‘condicionalidad’ —los requisitos que los presta-
216
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

mistas internacionales imponían a cambio de su cooperación— minaba


la soberanía nacional”. (Stiglitz, 2002, 44) De esta manera, las “ayudas” y
la “cooperación” en realidad se usaron como una forma de presión para
aprobar leyes y normas específicas dictadas por los países del primer
mundo; los organismos internacionales operaban como el medio para
asegurarse de que estas políticas fueran implementadas.
Si bien los bancos, las farmacéuticas, así como diversas empresas trans-
nacionales hicieron grandes negocios en esas épocas. En el nivel global se
aumentó la desigualdad y la pobreza, se sufrió infinidad de despidos, y
muchísimas pequeñas y medianas empresas cerraron al no poder compe-
tir con las nuevas reglas del juego y la llegada de grandes corporaciones
con mayor capacidad económica, infraestructura y mejor tecnología.
Esas corporaciones además gozaban de privilegios fiscales justifica-
dos con el pretexto de estimular la entrada de capital extranjero. En
muchos casos, el capital extranjero efectivamente entró, pero el terreno
económico y empresarial era tan desigual, que esto propició el cierre
de miles de empresas. La entrada de capital extranjero no necesaria-
mente significó que la economía local de las personas, anteriormente
dueñas de sus propios negocios, prosperara. Muchos antiguos dueños
de fábricas, empresas o tiendas tuvieron que cerrar y terminaron sien-
do empleados de grandes corporaciones, pero sus sueldos llegaron a
disminuirse a más de la mitad de lo que antes ganaban.
Si bien se generaron muchos nuevos empleos, es importante no ig-
norar que también se perdieron muchos antiguos. El gran problema
es que los trabajos que se perdían tenían mejor salario y prestaciones
que los nuevos. No todo fue lamentable, pero sí hubo desastres. Ser ca-
paces de rescatar lo bueno y corregir lo malo es el reto de la economía
contemporánea, así como poder replantear tanto los objetivos como los
mecanismos empleados para aprender de los errores y aciertos.
Si los beneficios de la globalización han resultado en demasiadas
ocasiones inferiores a lo que sus defensores reivindican, el precio
pagado ha sido superior, porque el medio ambiente fue destruido,
los procesos políticos corrompidos y el veloz ritmo de los cambios
no dejó a los países un tiempo suficiente para la adaptación cultu-
ral. Las crisis que desembocaron en un paro masivo fueron a su vez
seguidas de problemas de disolución social a largo plazo, desde la
violencia urbana en América Latina hasta conflictos étnicos en otros
lugares, como Indonesia. (Stiglitz, 2002, 43-44)
Uno de los grandes problemas de la economía neoliberal es que sus
valores se centran en lo económico y en un individualismo exacerbado
217
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

desconectado del contexto social e inclusive familiar o comunitario. Sus


metas están focalizadas en conseguir el aumento de la riqueza material
e ignoran otros aspectos de la vida humana y social, como percepción
de seguridad, tiempo libre, lazos comunitarios, acceso a áreas verdes....
Por otro lado, la visión a corto plazo en la economía ha generado la-
mentables resultados en la economía de los países y comunidades a lar-
go plazo, por lo que la perspectiva de la ganancia material en bloques
cortos de tiempo, que es lo que suele interesar a políticos y empresarios
de miras estrechas, es totalmente opuesta a la ganancia social y econó-
mica a largo plazo.
Una medida efectiva para conseguir votos rápidos o un aumento en las
ganancias de un trimestre es desastrosa diez años después de su imple-
mentación. La visión centrada en los bienes materiales oscurece la pers-
pectiva a largo plazo e ignora los efectos perniciosos en el tejido social.
De ahí que Amartya Sen critique estas economías y sus implicaciones
sociales, ya que están dominadas por un lamentable e inclusive peligroso
“fetichismo de los bienes”, donde se confunde bienestar y calidad de vida
con un mayor ingreso económico. (Buenrostro et. al., 2013, 133-134)
La meta de una nación, dice este modelo de desarrollo, debe ser el
crecimiento económico: sin preocuparse por la distribución y la
igualdad social, ni por las precondiciones de la democracia estable,
ni por la calidad de las relaciones de etnia y de género, ni por la mejo-
ra de otros aspectos de la calidad de la vida de un ser humano, como
la salud y la educación. Una señal de lo que este modelo obvia es
el hecho de que Sudáfrica bajo el apartheid solía disparar los índices
de desarrollo a lo más alto. Había una gran cantidad de riqueza en
la antigua Sudáfrica, y el viejo modelo de desarrollo recompensaba
ese logro (o buena fortuna), haciendo caso omiso de las impactantes
desigualdades distributivas, el brutal régimen del apartheid y las de-
ficiencias educativas y de salud que iban con él. (Nussbaum, 2015)
Estudios contemporáneos como el de Tim Kasser, El alto precio del
materialismo (The high price of materialism) indican que lo material sola-
mente es una parte de las variables que inciden en el bienestar de las
personas. Este estudio y muchos otros señalan que es una falacia, pro-
ducto de una ideología consumista, vincular un mayor nivel de con-
sumo con una mejor calidad de vida. Los valores asumidos por estas
ideologías llevan a la gente a creer que entre más se tiene mejor se vive,
idea falsa, según muchos estudios.
Robert Waldinger, director del Harvard Study of Adult Development,
señala que el estudio realizado por dicha universidad tiene ya más de

218
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

75 años de seguimiento y han encontrado que lo que hace feliz a la gen-


te está más vinculado con qué tan fuertes y sanos son los lazos afecti-
vos que tiene una persona que a alguna otra variable estudiada. Desde
estos estudios, los bienes materiales son, en el mejor de los casos, un
mero medio, pero no el factor determinante del bienestar o la felicidad.
De ahí que Amartya Sen considere muchos aspectos en su noción de
desarrollo y no solamente el material. (Sen, 2013, 95)
Como señala el economista chileno Artur Manfred Max-Neef, ga-
nador del Right Livelihood Award en 1983, el sentido de la economía
se ha invertido: la política se ha vuelto una sierva de ciertos ideales
económicos que parecen estar al servicio del PIB y no de las personas.
En cierto sentido se ha puesto a la carreta por delante de los caballos.
Lo que este economista y ambientalista propone es que la economía
debe de estar al servicio de las personas y no las personas al servicio
de la economía. A su vez, la economía tiene que ser el medio utilizado
por la política para generar y mejorar el bienestar y desarrollo de los
seres humanos, en vez del fin al que se ha de someter la política y los
políticos. Lo que estos economistas críticos señalan a la lógica econó-
mica actual es que se tiene al PIB como si fuera un fin para el que hay
que sacrificar lo necesario: ecosistemas, recursos naturales, personas,
comunidades…, y no un medio o referencia orientado al servicio del ser
humano en la búsqueda de valores como justicia, equidad, bienestar o
calidad de vida.
Lo que parece olvidar la economía orientada a los bienes materiales
es que no todo lo que es valioso está a la venta o se puede comprar
con dinero. La salud de las personas, su seguridad y su educación no
deben ser variables que suben o bajan en la bolsa de valores como si
fueran simples recursos para especular y hacer negocio. La Economía,
como cualquiera otra disciplina de conocimiento práctico, sea Medici-
na, Psicología y tecnociencia, no por ser disciplina autónoma, debe ser
considerada indiferente o aislada de las consecuencias que su práctica
produce.
En toda práctica donde se generen consecuencias que dañen a ter-
ceros debe asumirse una responsabilidad moral y, por tanto, una carga
ética. Si los economistas se limitaran a especular y escribir libros pero
no llevaran a la práctica sus hipótesis y no hubiera consecuencias, se
podría argumentar neutralidad moral, pero no es el caso. La gente su-
fre las consecuencias de las implementaciones de ciertas teorías eco-
nómicas y debe reconocerse la responsabilidad de las personas en el
interior de los organismos que las implantan.

219
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

En Ética y economía, la doctora Paulette Dieterlen escribe que en las


sociedades occidentales contemporáneas se ha intentado ver a la Econo-
mía como una disciplina neutra, sin ninguna carga o consideración ética.
Gran cantidad de economistas contemporáneos defienden no solamente
la autonomía de la economía, sino que alegan una total independencia
de aspectos éticos, pues consideran que esta disciplina debe regirse úni-
camente bajo criterios de utilidad e interés personal. Apuestan a que la
eficiencia y el rendimiento son las metas propias de la Economía y que no
tienen nada que ver con valores como justicia, solidaridad o altruismo.
Si bien el discurso dominante ha hecho parecer a la economía neu-
tral en sentido moral, en el pasado la Economía no estaba separada de
otras disciplinas de impacto social y por tanto con implicaciones tanto
políticas como éticas. Para Aristóteles la ética, la política y la economía
no solamente estaban vinculadas, sino que no tenía sentido una sin las
otras. La viabilidad y fortaleza de una comunidad dependía del modo
en que estas disciplinas se pusieran en práctica, guiadas por ideales de
justicia, solidaridad y bien común. (Dieterlen, 2000, 35 y 36)
Aunque los objetivos de estos economistas hayan sido aceptables, las
consecuencias no parecen estar a la altura de sus ideales. Economistas
actuales han tratado de explicar el fracaso de esas prácticas y proponen
dar un giro a la economía contemporánea, un giro copernicano. Amartya
Sen propone que el fin de la economía no debe ser el crecimiento eco-
nómico sino el aumento del desarrollo, entendido como la mejora en la
capacidad de las personas para conseguir sus ideales. En esta noción
los bienes materiales nada más son una parte del aumento en la calidad
de vida, pero no es ni lo único ni lo más importante; también están la
educación, salud, cuidado de los entornos naturales, acceso a espacios
verdes, tiempo libre, seguridad…
No únicamente los economistas necesitan reflexionar sobre sus pre-
supuestos y la legitimidad de una hipótesis que regula los mercados,
y que tal vez no nada más es invisible, sino inexistente. También la
población debe cuestionar los presupuestos que vinculan más bienes
materiales con un mayor bienestar, así como el individualismo feroz
en vez de un yo conectado a un grupo y comunidad, a un ser con los
otros. Como expresa el periodista canadiense Emilie Henry Gauvreay:
“Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que
no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no
durarán en personas que no nos importan”.
Esta ideología ha asumido como cierta aquella formulación de la
General Motors donde se afirmaba que “No hay nada semejante a un

220
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

coche nuevo para enriquecer la vida familiar”. (Coria, 1980, 32) El feti-
chismo de los bienes asumido en esta postura ignora que la felicidad
y calidad de vida es una relación compleja de diversos factores como
vínculos afectivos, percepción de seguridad, libertad, acceso a espacios
abiertos, libertad de expresión… y no solamente posesión de bienes
materiales, que si bien son importantes como acceso a casa vestido y
sustento, no son lo único relevante. El individualismo centrado en lo
económico aísla de la demás gente y ciega ante otros aspectos de la vida
que también son valiosos. “Si el individuo está agrietado o fragmenta-
do, se convierte en un sumidero de deseos insatisfechos y exigencias
cada vez más difíciles de llenar”. (Coria, 1980, 36)

Preguntas para reflexionar

Ve la plática de TED de: Michael Porter, The case for letting business
solve social problems. En equipo reflexiona sobre la responsabilidad com-
partida que debe existir entre los negocios, la política y la sociedad ci-
vil. Discutan cómo la diferencia entre la perspectiva convencional y la
que propone el orador puede permitir dar solución a muchos de los
problemas sociales existentes y cuáles diferencias valorativas existen
entre el paradigma convencional y el de valor compartido.

6.3 Realidad económica actual y oportunidades laborales

L a economía de mercado es excesivamente lenta para aprovechar


plenamente la velocidad y el potencial productivo que el soft-
ware y las revoluciones de las comunicaciones hacen posible. Como
resultado, estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo sistema
económico que es tan diferente del capitalismo de mercado como
este último lo fue respecto de la economía feudal en una época an-
terior. (…) Los mercados son modelos de operación lineales, diferen-
ciados y discontinuos. Vendedores y compradores se unen durante
un breve espacio de tiempo para intercambiar bienes y servicios; a
continuación, se separan. (…) Por el contrario, las nuevas tecnologías
de las comunicaciones y de la información no son lineales, sino ci-
bernéticas. Permiten una actividad continuada a lo largo de amplios

221
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

períodos, lo que quiere decir que el mecanismo que da inicio y con-


cluye los intercambios de mercado puede sustituirse por una rela-
ción comercial continuada entre varias partes a lo largo del tiempo.
(Rifkin, 2010, 528-529)
La Revolución Industrial creó tal impacto, que el mercado, la eco-
nomía y la forma de vida de las personas de todo el mundo se trans-
formaron. Desde mediados del siglo XVIII hasta finales del siglo XX, la
extracción de recursos naturales, la elaboración de productos, su trans-
porte y venta dominó el escenario económico y político en casi todo el
planeta. Inglaterra empezó con todo este nuevo esquema de produc-
ción que obligó a elaborar importantes cambios en todos los ámbitos.
Con el paso del tiempo, cada país y región del mundo entraron en esta
dinámica de producción y venta, así como en la elaboración de los ajus-
tes sociales necesarios para su funcionamiento y operatividad.
Mientras que el trabajo en el campo no requería gente que supiera
leer, escribir y sumar, las fábricas y empresas necesitaban ciertos saberes
mínimos, por tanto la alfabetización fue una necesidad. De este modo, la
formalización en el nivel estatal de la educación pública básica buscó dar
a las personas los saberes mínimos para que realizaran sus tareas de ma-
nera eficaz en los distintos puestos de trabajo que la industria requería.
Del mismo modo fue necesaria la elaboración de un complejo sistema
bancario que permitiera ahorrar, realizar préstamos y elaborar transac-
ciones entre diferentes comunidades e inclusive países con diferentes
monedas y diversos tipos de cambio. La Revolución Industrial, con su
capacidad para elaborar productos más allá de las necesidades locales,
terminó expandiendo los mercados y a la larga creando un mundo inter-
conectado y globalizado. Esa capacidad para generar excedentes movió
al mundo de una organización feudal local y de subsistencia, a la concre-
ción de las diferentes naciones Estado y el afianzamiento del capitalismo.
El campo fue gradualmente abandonado y las grandes urbes indus-
trializadas aumentaron significativamente su densidad de población.
La agricultura dejó de ser la principal actividad laboral y la elaboración
y venta de productos diversos se acrecentó significativamente. Mien-
tras que en las sociedades feudales la posesión de ropa u otros bienes
era sumamente escasa, las máquinas permitieron elaborar infinidad de
productos a gran velocidad y a un bajo costo; eso incentivó el comercio
y el flujo de capital. Las estructuras sociales empezaron a cambiar y a
adaptarse a la existencia y comercio de excedentes. Nuevos negocios
florecieron, así como la invención de una inmensa cantidad de nuevos
productos. Las casas, cocinas, recámaras y salones empezaron a llenar-
222
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

se de objetos que nunca antes se habían visto. El comercio con lugares


distantes floreció y la necesidad de elaborar nuevos medios de trans-
porte para transportar grandes cantidades de mercancía fue el detona-
dor para la invención e implantación del ferrocarril, aparte de los cono-
cimientos tecnológicos y científicos que se tenían en aquel momento.
La nueva lógica comercial estaba diseñada de manera tal que un
fabricante elaborara ciertos productos, un transportista los movía de
la zona de elaboración a la de distribución, para que un vendedor los
pusiera al alcance de compradores potenciales en una zona comercial
específica; después de diversas transacciones, finalmente el producto
llegaba a las manos del consumidor. Fabricante, transportista, vende-
dor y consumidor realizaban todas estas operaciones mediante tran-
sacciones monetarias.
La realidad del siglo XXI está perfeccionando esa lógica debido a las
nuevas tecnologías de la información y a todo lo que producen y per-
miten, como la deslocalización del lugar de fabricación y de consumo.
Cualquier rincón del mundo con acceso a internet se ha vuelto el nuevo
mercado global. Para muchos productos, la red es el lugar de fabricación así
como el lugar consumo. Una aplicación o sistema informático se produce
simultáneamente en diversas partes del mundo sin que la gente implica-
da en su elaboración se haya visto jamás; del mismo modo los usuarios
de ese producto pueden encontrarse en diferentes regiones geográficas.
A partir de la Revolución Industrial y hasta la actualidad se venden
esencialmente productos físicos tangibles. La mayoría de las transac-
ciones tienen que ver con algo que se pese, toque, vea y posea. Son
cosas que la gente compra en tiendas y las guarda en su casa. Una vez
compradas, son parte de la propiedad privada del consumidor. Refrige-
radores, ropa, autos, mesas, casas e inclusive comida son objetos sólidos
elaborados por fabricantes en diferentes momentos de producción. La
elaboración, transporte y venta de estos objetos ha representado la ma-
yoría del movimiento de capital entre los siglos XVIII y XX.
La economía del siglo XXI está cada vez más moviéndose hacia otro
tipo de dinámica. Un porcentaje significativo y creciente de capital no
se vincula con la compra y venta de objetos tangibles sino de servicios
e información. Una parte creciente del gasto de las personas se destina
a cosas que no se poseen físicamente sino que se usan, como el acceso
a internet, a series y películas en línea o de música. La gente compra
menos cosas y contrata más servicios.
Las compañías musicales mantienen una relación rápida, eficiente,
cómoda y continuada con el cliente, allí donde las tiendas tradiciona-

223
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

les se están quedando rezagadas y se ven obligadas a negociar cada


transacción como un proceso diferenciado y cerrado. En un mundo
en el que todos estamos conectados a través del ciberespacio y en el
que la información se intercambia a la velocidad de la luz, el tiempo
se convierte en el recurso más escaso y preciado de todos. En una red
pura, proveedores y usuarios sustituyen a vendedores y comprado-
res y el acceso al uso de los bienes en segmentos amplios de tiempo
sustituye al intercambio físico de mercancías. (Rifkin, 2010, 529)
La industria relacionada con la informática, telecomunicaciones y
entretenimiento empieza a competir en facturación con la industria
petroquímica, automovilística y farmacéutica. Empresas de servicios
de telecomunicación, cine, música, turismo, videojuegos, así como de
telefonía, internet y televisión se encuentran en las listas de las empre-
sas más fuertes del mercado al lado de petroquímicas, tiendas de au-
toservicios y fábricas automotrices; se están volviendo rápidamente los
nuevos gigantes industriales del momento.
Así como en la Revolución Industrial se detonó el crecimiento de la
burguesía y el desplazamiento de la nobleza, hoy los informáticos están
constituyendo una nueva burguesía. Bill Gates es desde hace muchas
décadas una de las personas más adineradas del mundo. Empresas que
tienen poco tiempo de existir facturan en los mismos niveles que em-
presas que llevan muchos años en el mercado. Google es una de las
compañías más grandes en el nivel mundial y prácticamente todo lo
que vende es intangible, son bits de información, servicios.
Estos cambios a su vez requieren adaptaciones y ajustes en diferen-
tes sectores públicos y privados. La revolución informática requiere
nuevas formas de organización social, económica y política. Muchos
cambios ya están sucediendo en diversas partes del mundo. El simple
hecho de liberar información permite a gente en distintas partes del
mundo beneficiarse con saberes que están a su disposición en la red,
desde cómo elaborar una receta de cocina hasta cómo hacer una casa
o un sistema de riego sin necesidad de bombas o uso de energía. Más
y más personas pueden trabajar desde sus casas, lo que permite incor-
porar al mercado laboral a personas con poca movilidad o que viven
en lugares muy distantes. La web ofrece un nuevo mercado laboral cre-
ciente para una gran cantidad de personas que por alguna razón no
encuentran trabajo en el sector laboral convencional.
Cada vez más transacciones económicas dependen de manera direc-
ta o indirecta en industrias que están, de un modo u otro, relacionadas
o dependen de las tecnologías de la información. La Revolución Indus-

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trial elaboró una economía de producción y venta de objetos. En el siglo


XXI la economía, la industria y sus productos son en muchos sentidos
virtuales y de prestación de servicios.
Algunos magnates de la posterior revolución industrial del siglo XX
son John Ford, por la elaboración y venta de automóviles; John D. Roc-
kefeller, en la extracción y distribución de petróleo, gasolina y sus deri-
vados; Andrew Carnegie, debido a la fundición y venta de acero; Sam
Walton, quien es dueño de las tiendas departamentales Walmart…
Los magnates de hoy son o fueron jóvenes visionarios que en su
mayoría inventaron productos y servicios que no existían, como Bill
Gates, creador de Microsoft; Steve Jobs, fundador de Apple; Larry Page
y Serguéi Brin, creadores de Google; Mark Zuckerberg, creador de Fa-
cebook… Estas personas y sus empresas facturan miles de millones de
dólares y sus productos tienen usuarios en cada rincón del planeta.
La cantidad de negocios que se dedica a los servicios va en aumen-
to, desde la industria cinematográfica hasta la venta de aplicaciones
para teléfonos “inteligentes”, los negocios relacionados con la informa-
ción facturan cada vez más y desplazan en algunos casos a industrias
como la farmacéutica o automovilística, inclusive se está cerrando la
brecha con la industria petroquímica. La nueva revolución en las tec-
nologías de la información y las comunicaciones está transformando
todo el mundo; desde el sector financiero, hasta el día a día de cual-
quier ama de casa o niño con acceso a una tableta, computadora o
teléfono “inteligente”.
La capacidad que en el presente se tenga para dirigir de forma justa,
ética y sustentable estos cambios determinará no solamente la estabi-
lidad de la sociedad mundial, sino inclusive la sobrevivencia del ser
humano. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad y ecosiste-
mas son asuntos que la nueva cosmovisión empresarial, política y eco-
nómica tiene que afrontar y resolver. Einstein dijo que: “Los problemas
significativos que enfrentamos no pueden resolverse en el mismo nivel
de pensamiento que teníamos cuando los creamos.” Por eso, una nueva
perspectiva parece ser necesaria para salir de la lógica de saquear el
planeta para extraer recursos, consumir de manera enajenada, conta-
minar el ambiente mientras unos pocos acumulan inmensas riqueza y
la gran mayoría vive en condiciones de sobrevivencia.
Las innovaciones tecnológicas y productivas de las diversas revolu-
ciones del pasado, sea agraria o industrial, han influido y creado pre-
siones en la conformación de las sociedades y sus cosmovisiones tanto
económicas como sociales. Si estas innovaciones no son a su vez acom-

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pañadas por una sólida propuesta ética y humanista con una clara y re-
alista visión social, guiada por valores de justicia, respeto y equidad, el
desarrollo puede implicar mayor y mejor tecnología pero no por ello una
mejor sociedad o mayor bienestar. El desarrollo de todos los ámbitos de
la vida humana tiene que ir desarrollándose de manera armónica y dia-
lógica, igual que los saberes que los abordan: arte, espiritualidad, políti-
ca, ciencia, economía, medicina, filosofía… no son saberes opuestos sino
complementarios. Cada uno aborda y aporta algo relevante, por lo que su
desarrollo tiene que ir de la mano de los otros, de manera que se pueda ir
progresivamente afinando los aciertos y corrigiendo los errores.
La visión económica actual no está fuera de esta interacción, por lo
que la superación de la lógica económica del “compro, luego existo”,
y su noción de éxito vinculado al crecimiento del PIB, en un clima de
individualismo feroz en una especie de lucha a muerte por adquirir
más y más riquezas tiene que ser superada al incorporar otras reflexio-
nes sobre el sentido de la existencia en el mundo. Para lograr esto es
fundamental conocer el pasado, entender el presente y ser capaces de
proyectar el futuro.
El ser humano, como especie, tiene caminando por el planeta 200,000
años y durante 190,000 años la humanidad se organizó en pequeñas tri-
bus de cazadores recolectores; pero la innovación de la agricultura hace
10,000 años marcó un cambio en las estructuras tribales hacia comple-
jas comunidades agrarias. Del mismo modo la invención de la escritura
hace 6,000 años permitió la organización y formación de grandes im-
perios. Cada etapa de la historia humana se debe a una compleja inte-
racción de aspectos culturales como el político, tecnológico, científico,
religioso, económico, filosófico, artístico… Cada sistema social busca
resolver los problemas que se le presentan y crear las condiciones de
bienestar que le son factibles según sus circunstancias, tanto naturales
como culturales.
Desde los cazadores recolectores, los grandes imperios, las comuni-
dades feudales y la formación de los Estados nación, la humanidad ha
ido aprendiendo de su pasado, resolviendo sus necesidades y proble-
mas así como proyectando su futuro. La nueva revolución en las teleco-
municaciones e informática es apenas un nuevo eslabón en una historia
con muchos años de antigüedad. Corresponde a las personas que viven
en esta época dar lo mejor de sí mismas y resolver de la mejor manera
los nuevos retos para que los que siguen puedan tener la capacidad
para vivir en paz y armonía. Para que tal propósito sea posible, es im-
portante aprender a honrar tanto el pasado, como el presente e inclu-

226
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sive el futuro. Dado que las acciones de hoy repercutirán en el futuro,


es importante tomar en cuenta la responsabilidad que se tiene con las
generaciones por venir.
Los cambios en todos los niveles de la sociedad que produce esta
nueva revolución en las telecomunicaciones es una gran oportunidad
para proyectar de manera conjunta un mejor futuro y una mejor socie-
dad. Se necesita una nueva visión económica no centrada en el creci-
miento del PIB, sino en una noción de desarrollo como la que propone
Amartya Sen, centrada en el bienestar de las personas.
Según datos de la OCDE (Organización para la Cooperación y De-
sarrollo Económicos), la desigualdad ha aumentado progresivamente
desde hace décadas en todo el mundo. Dentro de este organismo, Méxi-
co es precisamente uno de los países con mayor desigualdad, y también
donde más horas se trabajan al año, menos se paga y peor productivi-
dad hay.
En el ámbito laboral también hay cambios significativos. Desde la
Revolución Industrial se crearon lugares de trabajo que implicaban una
actividad monótona, repetitiva y aburrida, sea en fábricas o almace-
nes. Charles Chaplin muestra en su película Tiempos modernos (1936), la
enajenación a la que mucha gente se tenía que someter. La producción
en serie elevaba el nivel de producción, pero hacía que el trabajo de las
personas fuera mecánico y tedioso.
Las nuevas empresas como Google, Microsoft, Apple, Pixar, Bliz-
zard, Facebook y otras requieren un nuevo tipo de trabajador, diferente
de los que laboran en las fábricas. No basta que sepan leer y escribir o
tengan un título de licenciatura; se necesitan personas creativas, imagi-
nativas y flexibles capaces de resolver problemas complejos de manera
cotidiana y de enfrentarse a problemas cuya solución muchas veces no
existe y tiene que ser inventada.
Pero no nada más está cambiando la industria; también la gente
quiere trabajos estimulantes y que les permita desarrollarse y no sim-
plemente ganar dinero. Las nuevas generaciones buscan espacios labo-
rales que representen retos, estimulen su imaginación y les permitan
dar rienda suelta a sus capacidades; el salario es solamente una parte
de lo que la gente toma en cuenta cuando acepta o no un trabajo. Daniel
Pink, experto en motivación, defiende que gran cantidad de estudios
indican que hay básicamente tres factores que promueven un alto des-
empeño laboral: autonomía, propósito y maestría.
Autonomía se refiere al deseo de cada persona de autodirigirse. En
el ámbito laboral esto se traduce en ser capaz de determinar de manera

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independiente cuándo, cómo y en qué trabajar. Algunas personas tra-


bajan mejor en ciertas horas del día o en ciertos lugares o contextos. Las
empresas que permiten a sus trabajadores flexibilidad para determinar
cómo y cuándo trabajar han elevado significativamente la productivi-
dad respecto de aquellas que tienen horarios rígidos o espacios poco
estimulantes.
Propósito se refiere al deseo natural de las personas a contribuir y
formar parte de algo más grande que uno mismo. Cuando la gente tie-
ne un trabajo que hace la diferencia en el nivel social o ambiental, se
siente mejor que cuando no ve el sentido a lo que hace. Trabajar con el
único aliciente de obtener un cheque a fin de mes, no es tan estimulante
como ser parte de un proyecto que tiene como finalidad aportar algo,
sea en el nivel académico, científico, tecnológico, social o ambiental. Ha-
cer las cosas porque importan, por la convicción de poder aportar algo
significativo a la sociedad y al mundo, forma parte de lo que un traba-
jador recibe de manera intangible en los trabajos que tiene un sentido
más allá de mejorar las ventas cada trimestre.
Maestría es el deseo de toda persona a ser cada vez mejor en lo que
hace. En este sentido la gente prefiere trabajos donde se permite e in-
clusive estimula el desarrollo de las habilidades personales y hay po-
sibilidades de crecimiento y desarrollo, no en un sentido meramente
económico, sino en cada ámbito del ser humano, intelectual, emocional,
técnico o cualquier otro. (Pink, 2009, 10)
El autor defiende que la motivación intrínseca que detonan estos
tres factores (autonomía, propósito y maestría) permite a la persona
desarrollar de manera significativa todo su potencial. Empresas como
Google y Pixar, una de las empresas más reconocidas de animación
en el mundo, han encontrado la manera en que sus trabajadores pue-
dan encontrar entornos laborales donde sean capaces de desarrollarse
al máximo al favorecer la libertad del trabajador, dejar clara la visión de
la empresa y comprometer al trabajador con ella, así como permitirles
mayor control de los modos en que trabajan y cómo trabajan.
Según Pink, tanto la apatía laboral, enfermedades, mal desempeño,
poca creatividad… se deben a una mala comprensión de la naturaleza
humana y una perjudicial y contraproducente ideología de mano dura
y chantaje que tiende a asumir prácticas que no producen lo que pre-
tenden sino lo contrario; se refiere a la lógica de premios y castigos; el
autor recuerda que se les llama motivadores externos.
Si bien en el trabajo típico de la Revolución Industrial —mecánico
y tedioso—, la lógica de premios y castigos operaba muy bien, en las

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nuevas labores donde se requiere creatividad, flexibilidad y una mente


despierta, esa misma estrategia produce lo contrario a lo que se espera.
Cuando un mínimo de habilidades cognitivas están implicadas en el
trabajo, la lógica de premios y castigos disminuye la productividad y el
desempeño, tanto laboral como académico. (Pink, 2009, 8-9)
Daniel Pink señala que existe un abismo entre lo que las empresas
hacen y lo que la ciencia sabe. El abismo entre una y otra ha sumido a
un amplio espectro del sector empresarial en prácticas añejas y obtusas
que inhiben la productividad y el desempeño a costa de aumentar la
apatía laboral, mala salud de los trabajadores, comportamiento poco
ético, rotación de personal, así como aumentar los costos operativos de
las empresa.
Muchos emprendedores en distintas partes del mundo que están
comprendiendo de manera más profunda lo que de verdad nos mo-
tiva, no solamente son capaces de crear excelentes entornos de trabajo
y elevar la productividad de sus trabajadores, sino que también están
mejorando la capacidad de sus empresas para salir adelante y generar
más beneficios, tanto económicos como sociales.
Las oportunidades para emprendedores en el siglo XXI son muy
amplias y pueden impactar en cada aspecto de la realidad social. Las
transformaciones e innovaciones que las nuevas tecnologías de la in-
formación y telecomunicaciones abren permiten un amplio abanico de
posibilidades en todos los sectores empresariales y comerciales. Como
dice Michael Porter, maestro de negocios en Harvard (ver plática de
la actividad 6.2), hay que aprender a ver cada problema social y am-
biental como una oportunidad empresarial. Las nuevas tecnologías así
como los nuevos modelos de negocios y participación pueden generar
grandes cambios para bien si se aprenden a utilizar sabiamente y se es
capaz de utilizar el saber acumulado de las distintas ciencias humanas
y naturales para utilizarlas a favor de un bienestar integral y global.

Preguntas para reflexionar

Ve la plática de TED de Dan Pink: The puzzle of motivation y reflexio-


na en equipo sobre la importancia de los conceptos de autonomía, pro-
pósito y maestría que propone el orador. Discutir sobre cómo los mo-
tivadores internos favorecen el desempeño mientras que los externos
entorpecen la productividad (cuando la tarea requiere un mínimo de
habilidades cognitivas) e inclusive el desarrollo personal.

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6.4 Ética del desarrollo

S on muchos los factores que determinan el desarrollo de las naciones;


su progreso social y económico depende de una gran variedad de
ellos: la educación, la tecnología, las políticas comerciales, la iniciativa
privada, los sistemas fiscales, los servicios de salud, la seguridad social
y otras políticas públicas.
La transformación acelerada que presenta el mundo actual en los
ámbitos social, económico, político, cultural y tecnológico no se ha dado
de manera uniforme; por el contrario, este proceso ha ido configurando
el mundo en diversas regiones con características muy distintas que
dividen a los países del mundo.
En un mundo global, que se comunica con gran rapidez y eficacia, la
situación que se vive en otros países ya no es algo lejano o desconocido,
pero más allá del conocimiento que se tiene de quienes están lejos, el
hombre y la mujer actuales están conscientes de las aspiraciones fun-
damentales que todo ser humano debe tener la posibilidad de realizar:
la libertad, el respeto a su dignidad y la oportunidad de desarrollo per-
sonal y social.
Quienes se encuentran en los llamados países subdesarrollados, del
Tercer Mundo o en vías de desarrollo han adquirido conciencia de las con-
diciones inaceptables en las que viven y de las relaciones de injusticia
que les han sido impuestas. Gracias a los avances tecnológicos, hoy más
que nunca, se produce riqueza en el mundo, pero su distribución es
también, más que nunca desigual, la brecha entre ricos y pobres se en-
sancha y el número de personas que viven en pobreza extrema es cada
vez mayor.
Sin embargo, las expectativas que tienen los países pobres van más
allá de la imitación o seguimiento de los países ricos, ya que el modelo
de desarrollo para una sociedad, debe pensarse desde su realidad y
desde las condiciones de la gente a la que va dirigido.
Con mucha frecuencia el término desarrollo se entiende exclusiva-
mente en su sentido económico. Esto se justifica debido a que el tipo de
economía de un país; es un índice de otras características sociales, sin
embargo los indicadores económicos no dan una visión completa del
desarrollo de una sociedad.
En una ética del desarrollo es inaceptable la separación entre lo eco-
nómico y lo humano. La persona y su dignidad deben ser el criterio

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conforme al que se determinen los medios y los fines del desarrollo


económico y social, para hacer de él algo integral, que ayude a la supe-
ración de las personas en todas sus dimensiones humanas: biológica,
psicológica, económica, social, cultural, espiritual y trascendente.
Una de sus principales tareas es la valoración crítica de las medidas
y los fines establecidos por los modelos alternativos abiertos para el
desarrollo de una nación específica, considerando que cada una tiene
características particulares que deben tomarse en cuenta. Además, bus-
ca determinar los principios éticos de un desarrollo sustentable, justo y
equitativo, cuyos principales valores se orienten a satisfacer las necesida-
des humanas fundamentales, la democracia participativa, el respeto por
el medio ambiente y la oportunidad igual para el desarrollo personal.
a) Tareas de una ética del desarrollo
Las tareas que una ética del desarrollo debe asumir son las siguientes:
1. Establecer en la discusión sobre el desarrollo:
• La primacía de las necesidades sobre los deseos, lo que los econo-
mistas denominan demanda efectiva.
• La obligación de las naciones privilegiadas de practicar una soli-
daridad efectiva con las naciones menos privilegiadas, obligación
que se basa en la justicia social y no en la caridad.
• La afirmación de que las exigencias de justicia son estructurales e
institucionales, y no solamente asunto de procedimientos u op-
ciones políticas.
• La interpretación de la política como la búsqueda de nuevas po-
sibilidades y no como simple tráfico de recursos en función de
unos parámetros predefinidos.
2. Formular estrategias éticas para los ámbitos sectoriales más diver-
sos: alimentación, políticas de población, normas de inversión,
salud pública, criterios de evaluación de la aplicación de los dere-
chos humanos.
3. Hacer factible un proceso de planificación del desarrollo que sea
verdadero diálogo entre los planificadores y la comunidad.
4. Aplicar el principio de subsidiaridad con el fin de que las naciones
privilegiadas o las personas particulares brinden ayuda a las me-
nos privilegiadas para apoyarlas en sus proyectos sin amenazar
su libertad e iniciativa.

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La tarea esencial de la ética del desarrollo es humanizar las acciones


encaminadas a lograrlo para asegurar que los cambios no destruyan
culturas o impongan soluciones que no sean las que una sociedad nece-
sita. Pero hay algo más trascendente: la misión de la ética del desarrollo
es mantener viva la esperanza de que un mundo más justo es posible.
b) El desarrollo como libertad
Durante los últimos años, las instituciones financieras internaciona-
les han recibido duras críticas, debido a que sus políticas de ayuda a los
países menos desarrollados no han sido efectivas. Esto quizá debido a
que quienes planean las estrategias de ayuda olvidan la realidad y las
condiciones propias de la gente a las que van dirigidas.
Amartya Sen, filósofo y economista indio, ganador del Premio No-
bel de Economía en 1998, propuso un concepto innovador y mucho más
amplio del desarrollo, entendido como un fomento de la libertad hu-
mana y, en particular, de la libertad de disfrutar una buena calidad de
vida: “...el desarrollo puede concebirse (...) como un proceso de expan-
sión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos,” por lo
que no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de las
libertades de los individuos.
Desde esta perspectiva, el desarrollo exige eliminar las principales cau-
sas que limitan o anulan la libertad como la pobreza, la tiranía, la escasez
de oportunidades económicas, las privaciones sociales, los servicios pú-
blicos insuficientes e ineficientes, la intolerancia o la intervención excesiva
de los Estados represivos. El concepto de desarrollo, como un proceso de
expansión de las libertades reales de que disfrutan las personas, contrasta
con las concepciones reducidas de este concepto que lo identifican con el
crecimiento del PIB, el aumento de la industria y de la tecnología.
Estos factores, aunque obviamente son medios muy importantes para
ampliar las libertades de los miembros de una sociedad, no son los úni-
cos que deben tomarse en cuenta, ya que las libertades que las personas
realmente disfrutan, dependen también de otras cuestiones que tienen
que ver con los ordenamientos sociales y económicos como por ejemplo
los servicios de educación y atención médica, así como los derechos po-
líticos y civiles, como la libertad de expresión y de participación política.
Cuando se concibe el desarrollo como un proceso de expansión de las
libertades fundamentales, la atención se centra en el fin por el que este
cobra importancia, que no es otro que el bienestar humano. Este último
se entiende como el estado en el que los individuos tienen la capacidad
y la posibilidad de llevar una vida con motivos para valorar.

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En su enfoque Amartya Sen considera la libertad como fin y como


medio; es, ante todo, el fin principal del desarrollo, ya que no se preten-
de aumentarla para lograr algo más, sino que es valioso aumentar la
libertad por la libertad en sí misma. A esto lo llama el papel constitutivo
de la libertad en el desarrollo. En cuanto a la libertad como medio, Sen
sostiene que, además de ser el objetivo último del desarrollo, la libertad
puede ser una excelente herramienta para lograrlo. Se trata del papel
instrumental de la libertad en el desarrollo, ya que mediante ella la
persona puede aumentar sus capacidades.
c) El desarrollo como aumento de las capacidades
El concepto de capacidad se encuentra estrechamente relacionado
con el de libertad, y es un criterio nuevo que proporciona una alternati-
va a las consideraciones basadas en el nivel de ingreso per cápita como
indicador del desarrollo económico de una población.
Para Amartya Sen, las capacidades son las opciones que tiene una
persona entre las que puede elegir para realizar acciones o alcanzar
estados de existencia con los que podrá conseguir el bienestar o afron-
tar un problema. Por ejemplo: tener una buena alimentación, defender
los derechos humanos o ser una persona pacífica. En este enfoque, el
desarrollo consiste en un proceso de aumento de las capacidades de las
personas y de la consiguiente reducción de su vulnerabilidad.
Sen no define el desarrollo con base en el ingreso, sino en la capaci-
dad que tienen las personas de transformar ese ingreso en aquello que
consideran valioso para la vida. El desarrollo se basa en la libertad jus-
tamente porque esta permite a los individuos aumentar las capacidades
para poder vivir en la forma que quieren, que es el objetivo de alcanzar
un mayor desarrollo.
El número de opciones que las personas tienen y la libertad de elec-
ción sobre estas opciones contribuyen al bienestar humano. Así, desde
el enfoque de las capacidades, se postula que más libertad y más ca-
pacidad de elección tienen un efecto directo sobre el bienestar porque
permiten incrementarlo.
Si el bienestar humano consiste en desarrollar las capacidades indi-
viduales, entonces es posible hablar de desarrollo cuando las personas
son capaces de hacer más cosas y no cuando tienen la posibilidad de
comprar más bienes o servicios, aunque una de las más importantes
faltas de libertad sea la falta de libertad económica.
La aproximación basada en las capacidades se enfoca en la libertad
positiva, que es la capacidad real de una persona de ser o de hacer algo,

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en lugar de la libertad negativa, que es común en economía y se centra


simplemente en la no interferencia. En la hambruna de Bengala, afir-
ma Sen, la libertad negativa de los trabajadores rurales para comprar
alimento no se vio afectada, pero murieron de hambre porque no eran
positivamente libres para hacer cualquier cosa, no tenían la libertad de
alimentarse ni la capacidad de escapar de la muerte.
El enfoque del desarrollo como libertad tiene otro aspecto innova-
dor: la idea de que los sujetos son “agentes” y no “pacientes” de los pro-
cesos de desarrollo. Es decir que el individuo no debe ser considerado
como un ente pasivo que recibe ayuda, sino como un motor de cambio
y de generación de desarrollo y justicia social.
Esta agencia se ejerce principalmente a través de la posibilidad de
debatir en una sociedad. El debate es un pilar fundamental para lograr
el desarrollo como libertad. De hecho, un enfoque como el que sugiere
Sen, basado en las libertades de los individuos, en la consideración de
que estos son agentes de desarrollo y en la posibilidad de debatir no po-
dría realizarse sin un régimen democrático. Este es un presupuesto del
desarrollo que no exclusivamente implica un cambio en las institucio-
nes de una sociedad sino también un conjunto de cambios en su menta-
lidad y costumbres que le permiten operar su propio crecimiento.
La evaluación del desarrollo económico de un país tiene que consi-
derar lo que sus ciudadanos son capaces de hacer efectivamente y este
es el criterio conforme al que un gobierno debe ser juzgado. Desde este
punto de vista, los elementos del desarrollo son:
• La importancia de las libertades efectivas para juzgar el nivel de
ventajas alcanzadas por una persona.
• Las diferencias individuales basadas en la habilidad de transfor-
mar capacidades en actividades valiosas para la persona.
• Un balance entre los factores materiales y no materiales para eva-
luar el bienestar humano.
• La preocupación por la igualdad en la distribución de oportunida-
des dentro de la sociedad.
Amartya Sen es también un gran promotor de la importancia de un
comportamiento conforme a las exigencias de la ética por parte de los
agentes primarios del desarrollo entre los que figuran los ciudadanos,
empresas, gobierno y medios de comunicación. En cualquier posición
en la que se encuentre el profesionista, su actitud conforme a la ética
puede tener un impacto que marque la diferencia en su entorno.

234
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En el discurso de la ética del desarrollo debe existir una estrecha re-


lación con la responsabilidad para con el otro, pero también para con el
entorno, ya que la lógica de la producción y del consumo ha tenido efec-
tos muy nocivos en el hábitat humano. El desarrollo es ético en la me-
dida en que los que están involucrados en su realización lo hagan con
plena conciencia y responsabilidad. La responsabilidad ante el entorno
debe llevar a una reflexión sobre el compromiso que tiene la sociedad
de cuidarlo y preservarlo para las generaciones futuras.
Si de acuerdo al enfoque de Sen, todos los individuos dentro de una
sociedad deben ser considerados agentes de cambio social, el papel del
profesionista es fundamental para contribuir a su realización debido al
conocimiento especializado con el que cuenta. La problemática del de-
sarrollo no es ajena a México y el profesionista debe asumir su respon-
sabilidad frente a ella. El innovador enfoque de Sen para entender el
desarrollo en forma integral abre la posibilidad de que desde cualquier
actividad profesional se colabore para que en este país se alcancen ni-
veles más altos de desarrollo que correspondan al logro de un auténtico
bienestar humano.

Preguntas para reflexionar

Escucha la entrevista con Amartya Sen, premio Nobel de Economía


en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=fgRfO1An1MU y con-
testa las preguntas.
1. ¿Qué es el desarrollo humano para Sen?
2.- ¿Qué es el Índice de Desarrollo Humano en México, emitido por
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de la
ONU, más reciente por entidad federativa?
3. ¿Este índice abarca todos los aspectos necesarios para evaluar el
desarrollo de un país?
4. ¿Qué importancia tiene un sistema democrático para el desarrollo
humano?
5. ¿Por qué es importante el debate público?
6. ¿Cuáles propuestas harías, desde la perspectiva de tu actividad
profesional para mejorar el desarrollo humano en México?

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6.5 Responsabilidad social y cuidado del medio ambiente

L a responsabilidad social es el compromiso que tienen todos los ciu-


dadanos, las instituciones públicas y privadas, y las organizaciones
sociales, en general, de contribuir al aumento del bienestar de la socie-
dad tanto local como global.
El término responsabilidad social generalmente se utiliza para refe-
rirse a la responsabilidad social empresarial (RSE), también llamada
responsabilidad social corporativa (RSC), que puede definirse como la con-
tribución activa y voluntaria de las empresas al mejoramiento social,
económico y ambiental.
La responsabilidad social empresarial se basa en interacciones ar-
mónicas y productivas con los grupos de interés (stakeholders), por lo
que requiere de una forma de gestión que se defina por una relación
ética con ellos y por el establecimiento de metas empresariales compa-
tibles con el desarrollo sostenible, el respeto a la diversidad y la promo-
ción de la reducción de las desigualdades sociales.
La expresión responsabilidad social surgió entre los años 50 y 60 del
siglo XX en Estados Unidos. Durante esta década se establecieron las
tres ideas básicas de la responsabilidad social empresarial:
• No reducir la actividad empresarial únicamente a una función
económica.
• Tomar en cuenta a todas las partes interesadas (stakeholders) en la
actividad empresarial.
• Responsabilizar al sector privado para que participe en la solución
de los problemas sociales.
Con el advenimiento de la globalización, la aceleración de la activi-
dad económica, el surgimiento de la conciencia ecológica y el desarrollo
de las nuevas tecnologías, la responsabilidad social ha cobrado fuerza y
evolucionado constantemente.
Los grupos de interés o stakeholders de las empresas son de tres clases:
• Constitutivos de la empresa. Son quienes dan origen a la empresa;
los dueños, que la constituyen de acuerdo con el tipo de sociedad
legal que tenga.
• Contractuales. Son las personas con quienes la empresa tiene una
relación comercial: proveedores, clientes y consumidores; o una
relación laboral: directivos y empleados.
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• Contextuales. Son los elementos que influyen en la marcha de la


empresa como: gobierno y poder Legislativo que determinan las
regulaciones y leyes que la afectan; las organizaciones sociales y
comunidades en las que opera la empresa que establecen su ima-
gen pública y su credibilidad moral; los competidores que cons-
tituyen el entorno de mercado donde compite; y el medio am-
biente, en virtud de la sustentabilidad de los recursos presentes y
futuros que la empresa utiliza.
Los ámbitos en los que debe manifestarse la responsabilidad social
de la empresa son:
a) Derechos Humanos y comportamiento ético
• Respetar la dignidad de sus empleados y sus derechos humanos
fundamentales como el derecho a la privacidad y a la libertad de
conciencia.
• Favorecer un equilibrio entre trabajo y familia; productividad y
calidad de vida en el trabajo.
• Propiciar condiciones de trabajo que favorezcan la seguridad, la
salud y el desarrollo humano y profesional.
• Desempeñarse éticamente en los negocios, prevención de negocios
ilícitos, honestidad, transparencia y rendición de cuentas, cum-
plimiento de compromisos y combate a la corrupción.
b) Medio ambiente
• Disminuir en forma continua cualquier tipo de contaminación.
• Minimizar la generación de residuos y desecharlos de forma adecuada.
• Racionalizar el uso de los recursos naturales, especialmente el agua.
• Mejorar continuamente la eficiencia energética de la empresa para
apoyar la lucha contra el cambio climático.
• Evaluar continuamente todas las actividades para determinar y
prevenir riesgos ambientales y sociales.
c) Participación social
• Implicar a los consumidores, comunidades locales y resto de la
sociedad en las decisiones de desarrollo de productos, servicios y
plantas productivas.
• Implicar a los empleados en las buenas prácticas de RSE
• Aplicar la ética empresarial y luchar contra la corrupción.
• Cumplir con rigor las leyes, reglamentos y normas, respetando los
legítimos contratos y compromisos adquiridos
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• Servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas.


• Crear riqueza de la manera más eficaz posible y procurar la conti-
nuidad de la empresa con un crecimiento sostenible.
• Supervisar que la cadena de suministros cumpla con los principios
de responsabilidad social y terminar relaciones con los infractores.
• Contribuir a resolver problemas sociales en el lugar donde trabaja
la empresa y en la sociedad en general.
• Procurar la distribución equitativa de la riqueza generada.
d) Sustentabilidad
• En lo económico, para asegurar su supervivencia a largo plazo;
maximizar el valor económico agregado, considerando las nece-
sidades de los grupos de interés: inversionistas, colaboradores,
directivos, competidores, proveedores, clientes, gobierno, organi-
zaciones sociales y comunidad.
• En lo social, cumplir con las obligaciones hacia sus empleados, la
sociedad y las leyes del país donde desarrolla sus operaciones;
involucrarse como ciudadano corporativo con las comunidades
en las que opera la empresa para promover su desarrollo; tener
presencia pública a través de las opciones de participación civil
y política.
• En lo ambiental, respetar el medio ambiente y cuidar los recursos
naturales para satisfacer las necesidades actuales sin comprome-
ter la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus pro-
pias necesidades.
Las empresas desempeñan un papel muy importante en la sociedad no
solamente como generadoras de empleo y de riqueza, sino como agentes
de desarrollo en las comunidades en las que están insertas. Las grandes
empresas son conscientes de ello y aprovechan las expectativas que genera
la RSC para obtener ventajas competitivas al crear una imagen positiva de
la empresa e incrementar su valor agregado. Muchas empresas han adop-
tado la RSC como una medida estratégica adicional en la competencia co-
mercial. Actualmente, la responsabilidad corporativa forma parte de las
estrategias que contribuyen a realizar el objetivo social de la empresa.
Las responsabilidades morales de una persona o una empresa no
pueden reducirse al cumplimiento de la responsabilidad legal, así
como tampoco el objetivo de las empresas puede ser exclusivamente el
aumento de sus utilidades. Entre las principales razones para ampliar
la responsabilidad están:
238
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

• Las responsabilidades morales o éticas abarcan aspectos que las


leyes no consideran.
• Los colectivos de los que los negocios forman parte; no nada más
los seres humanos individuales tienen obligaciones éticas.
• No es ético que todo el beneficio económico generado por una em-
presa pertenezca exclusivamente a sus accionistas, ya que los emplea-
dos y la sociedad en su conjunto hacen posible el logro de sus objetivos.
• Compartir el beneficio económico de una empresa y dedicar recur-
sos al bien común es una cuestión de justicia social, que debe compartirse.

6.5.1 La ética profesional en el contexto de la responsabilidad social


de la empresa
Cuando el profesionista trabaja en forma independiente, como emplea-
do o cuando él mismo es empresario debe participar en la responsabi-
lidad social. Si trabaja en forma independiente le aplican los mismos
principios que a las empresas, por lo que en su utilidad debe conside-
rar sus obligaciones hacia la sociedad. Aunque su impacto social y su
ámbito de influencia no es el mismo que el de una empresa, así como
tampoco una empresa pequeña tiene los mismos recursos que una
grande o que una corporación, el tamaño no puede ser una excusa para
no cumplir con sus obligaciones hacia los grupos de interés que tenga,
especialmente porque un profesionista no puede aducir ignorancia res-
pecto de sus responsabilidades.
La solidaridad es un deber moral que orienta a los profesionistas
a preocuparse por promover el bienestar de todos los seres humanos
y está al alcance de todos los profesionistas independientes, conjunta-
mente con el deber de respetar la dignidad y los derechos humanos de
las personas con las que se relaciona y de cuidar el medio ambiente y
los recursos naturales. Cuando el profesionista trabaja para una empre-
sa, su principal deber consiste en la promoción de la responsabilidad
social y en trabajar cumpliendo con su código de ética profesional.

6.5.2 Cuidado del medio ambiente


La vida de los seres humanos está estrechamente relacionada con la
utilización de los recursos naturales, sin embargo durante siglos estos
se han explotado indiscriminadamente considerando que son bienes
libres e ilimitados.
Las actividades cotidianas: domésticas, recreativas, laborales e in-
dustriales generan contaminación y desperdicio de los recursos natu-
rales, lo que ha dañado seriamente el entorno natural.
239
Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

En las últimas décadas, esta situación se ha hecho mucho más gra-


ve debido al gran desarrollo tecnológico y a la expansión de la sociedad
de consumo que ha tenido como prioridad la búsqueda del bienestar
material, ignorando por completo la sustentabilidad. Debido a esto, las
consecuencias para el entorno natural y humano han sido graves, como
lamentablemente se ha comprobado con el creciente deterioro ambiental.
El medio ambiente es todo lo que rodea y afecta a un ser vivo. No se
trata solamente del espacio en el que se desarrolla la vida, sino que tam-
bién comprende los recursos naturales como el agua, el suelo, el aire,
así como los seres vivos y las relaciones entre ellos. La conservación del
medio ambiente es necesaria para garantizar cualquier forma de vida
La relación permanente y continua de todos los seres vivos, así como
de estos con el entorno y los recursos naturales constituye lo que se
denomina ecosistema e implica que cuando se afecta uno de sus compo-
nentes, todos ellos resienten las consecuencias.
Para la Ecología, la sustentabilidad o sostenibilidad es la capacidad
de los ecosistemas de mantener su diversidad y productividad a tra-
vés del tiempo. Implica el equilibrio de las diversas especies con los
recursos naturales de su entorno. Por ello requiere la explotación de
los recursos por debajo del límite de su posible renovación. Desde la
perspectiva de la prosperidad humana y según el Informe Brundtland
de 1987, la sustentabilidad consiste en satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin sacrificar la capacidad de las generaciones
futuras de satisfacer sus propias necesidades. Un comportamiento eco-
lógico es aquel en el que se protegen los recursos del medio ambiente
para garantizar la subsistencia presente y futura de los seres vivos.
La contaminación de los recursos naturales y la depredación de las
especies animales han causado graves daños en gran cantidad de eco-
sistemas, muchos de ellos irreparables. Los problemas de contamina-
ción y deterioro ambiental tienen una gran variedad de orígenes, por
lo que su tratamiento requiere un conjunto de soluciones en las que
deben participar no nada más los gobiernos, sino también las empresas
y todos los ciudadanos.
Al efecto que produce una determinada actividad humana sobre el
ambiente se le denomina impacto ambiental. Este es sin duda alguna un
problema que concierne a todos los seres humanos, ya que, en alguna
medida, toda la gente es responsable de los efectos nocivos que las acti-
vidades han tenido sobre el medio ambiente.
Los recursos del mundo han sufrido un serio impacto en la medida
en que el progreso tecnológico ha avanzado y ha aumentado la pobla-

240
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

ción mundial. La explosión demográfica aunada a la concentración de


la población en centros urbanos y al estilo de vida de las sociedades
industrializadas multiplica la carga de contaminantes sobre el aire y el
agua.
Las actividades industriales tienen un enorme impacto ambiental
que empieza desde la extracción y explotación de los recursos natura-
les para obtener las materias primas que la industria necesita, seguido
por los procesos de producción que pueden ser muy contaminantes y,
finalmente, la eliminación de los residuos.
Los desechos industriales son extremadamente tóxicos y contami-
nan el aire, los suelos, los ríos y mares; afectan seriamente la flora y la
fauna.
Cuando algunos desechos gaseosos como el óxido de nitrógeno y el
dióxido de azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas y vehículos
que queman carbón o productos derivados del petróleo se combinan
con la humedad del aire, se convierten en ácidos que al caer en forma
de lluvia producen lo que se denomina lluvia ácida, que contamina el
suelo, afecta su fertilidad y debilita a los árboles y las plantas.
Dependiendo de las condiciones y lugares en que sean eliminados,
los desechos industriales pueden ocasionar un mayor o menor grado de
impacto ambiental así como afectaciones a la salud humana. La activi-
dad industrial de diversos tipos que se desarrolla en el país constituye
una importante fuente de contaminación, debido a que sus desechos o
residuos industriales líquidos y sólidos son arrojados directa o indirec-
tamente al medio ambiente terrestre, en algunos casos sin ningún tipo
de tratamiento, y en otros con tratamientos deficientes o insuficientes,
lo que ocasiona consecuencias graves al medio ambiente.
Por otro lado, la industria emite cientos de contaminantes sólidos,
gases, polvo, humo y hollín que contribuyen a la formación de esmog, la
acumulación de metales pesados y la contaminación del aire y del agua
que dañan de muchas formas a las comunidades y los ecosistemas.
Durante décadas las empresas ignoraron el impacto ambiental de
sus actividades industriales en el entorno natural. No fue hasta 1950
cuando la palabra contaminación comenzó a escucharse con más fre-
cuencia y se iniciaron los estudios acerca de sus efectos negativos sobre
el medio ambiente. En los años 60 la preocupación pasó de los cien-
tíficos a la gente común, que empezó a sufrir las consecuencias en la
vida diaria y a tomar conciencia de los graves daños que las actividades
industriales, en las que ha predominado la avaricia, el egoísmo y la im-
previsión, habían causado a la Naturaleza.

241
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Ética en la profesión y valores para la vida

Por supuesto, los problemas de contaminación no tienen su origen


solamente en las actividades de las empresas. La contaminación tam-
bién es resultado del consumo de productos que usa toda la gente y del
desperdicio humano. Una fuente importante de la contaminación del
aire es el uso del automóvil y del agua, el desagüe por el que se arrojan
miles de sustancias contaminantes.
Entre las décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a descu-
brir que la actividad humana estaba teniendo un impacto negativo so-
bre la capa de ozono, una región de la atmósfera que protege al planeta
de los dañinos rayos ultravioleta, lo que ha traído como consecuencia
el calentamiento global. Desde entonces la ONU ha realizado esfuerzos
para tratar de frenarlo.
El 15 de junio de 1972, en Estocolmo, Suecia, la Asamblea General de
la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente desig-
nó el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente. En aquella
ocasión los delegados recomendaron 196 medidas que deberían tomar
en cuenta los gobiernos y organismos internacionales para detener la
contaminación del suelo, de las aguas y del aire, con miras a hacer más
profunda la conciencia universal de la necesidad de proteger y mejorar
el medio ambiente.
Hacia finales del siglo XX en la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se firmó el Protocolo de
Kioto que es un acuerdo internacional cuyo objetivo es que los países
reduzcan las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan
el calentamiento global. El protocolo fue inicialmente adoptado el 11 de
diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero no entró en vigor hasta el 16 de
febrero de 2005. En noviembre de 2009 eran ya 187 naciones las que ha-
bían ratificado el protocolo. Estados Unidos, el mayor emisor de gases
de efecto invernadero en el nivel mundial, no ha ratificado el protocolo.
La decimoctava Conferencia de las Partes (COP 18) sobre cambio
climático ratificó el segundo período de vigencia del Protocolo de Kio-
to desde el 1 de enero de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2020, etapa
en la que se pretende alcanzar metas concretas. Sin embargo, este pro-
ceso denotó un débil compromiso de los países industrializados, tales
como Estados Unidos, Rusia y Canadá, que decidieron no respaldar la
prórroga.
En diciembre de 2015, París fue el escenario de una nueva cumbre
sobre el cambio climático en la que se reunieron 195 países, con el fin de
llegar al primer acuerdo mundial para combatir el calentamiento global
desencadenado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Hay

242
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

razones para pensar que la Conferencia de las Partes o COP 21 de París,


ha marcado un antes y un después en la lucha contra el cambio climáti-
co, gracias a la consecución de un compromiso vinculante y definitivo
para la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera a partir
del año 2020, fecha hasta la que durará el aplazamiento que, desde la
COP de Copenhague, se hizo al Protocolo de Kyoto, que marcaba un
recorte en las emisiones de CO 2 del 15% para los países firmantes con
respecto de lo emitido en 1990. El acuerdo universal sobre el cambio
climático que se cerró en París tiene como objetivo principal limitar el
aumento de la temperatura global en menos de 2º C. Para finales del
siglo XXI.
La preocupación por el medio ambiente ha ido en aumento en los
últimos años, por lo que se ha buscado desarrollar en las personas y
las instituciones una conciencia ecológica. A esta conciencia debe co-
rresponder una actitud de responsabilidad ambiental para reorientar
la forma en que se han llevado a cabo las diversas actividades humanas
y proteger los recursos naturales y los ecosistemas.
El respeto a la naturaleza no solamente implica el cuidado del medio
ambiente y los recursos naturales; incluye necesariamente la respon-
sabilidad por los seres indefensos no humanos. Estos seres vivos, con
quienes se comparte la Tierra como el hogar común, tienen la capa-
cidad de sentir, tienen un valor interno y son vulnerables; deben ser
protegidos por quienes tienen la capacidad de hacerlo. En su libro Ética
de la razón cordial, Adela Cortina propone el principio de responsabilidad
de Hans Jonas, como un precepto fundamental de la Ética cívica cordial
que impone la obligación de cuidar la naturaleza y a los animales, ya
que son valiosos en sí mismos y vulnerables a la acción del hombre;
quien no asume esta responsabilidad se comporta en forma inmoral.
(Cortina, 2009,243)
Así mismo, las empresas deben asumir la responsabilidad que les
corresponde en el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales.
Si bien es cierto que han sido una de las principales causas de la con-
taminación durante muchos años, también es verdad que actualmente
muchas empresas son cada vez más conscientes de su papel compensa-
torio, por lo que buscan desarrollar procesos sustentables y aplican me-
didas para mejorar la calidad ambiental en el desarrollo de su trabajo.
En muchas ocasiones la seguridad de los empleados y el medio am-
biente tienen un punto de contacto, cuando se logra un lugar seguro de
trabajo mediante la eliminación de toxinas en los procesos de manufac-
tura, una meta buscada por la química verde.

243
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Ética en la profesión y valores para la vida

Entre las acciones a favor del medio ambiente que han llevado a cabo
algunas empresas se encuentran las siguientes:
1. Administración de edificios y plantas. Los departamentos de ad-
ministración de edificios y plantas influyen en una proporción
importante en la huella ambiental de una empresa y pueden in-
volucrarse en las actividades para mejorar el medio ambiente de
una corporación. Por ejemplo, implementar medidas para el uso
eficiente de energía como sensores de movimiento para prender
y apagar luces o la instalación de calefacción, ventilación y aire
acondicionado, con bajo consumo energético. Un proyecto para
disminuir la basura de platos desechables en una planta incluyó
tomas de agua y lavadoras de trastos en todos los salones de des-
canso para tomar alimentos.
2. Producción. Las plantas limpias de producción industrial no so-
lamente reducen la utilización de materiales y energía. Un ejem-
plo de una técnica avanzada de manufactura es el diseño para
el desensamble del producto. Esto involucra planear el proceso
de manufactura de forma que pueda ser revertido y el produc-
to desensamblado para permitir que las partes componentes del
producto puedan ser reutilizadas o recicladas, para esto, en lugar
de pegamentos, se utilizan tornillos o ensambles a presión.
3. Diseño e ingeniería. Se encuentra ya en movimiento la forma que
los productos son diseñados y producidos, mediante la evalua-
ción frecuente de su ciclo de vida. Este es un medio para que en
forma integral se midan los impactos ecológicos de productos o
procesos durante su ciclo de vida, al utilizar diversos indicadores
ecológicos. Medir el impacto ecológico es útil si se hace algo con
respecto de los resultados obtenidos, lo que debe llevar a plantear
proyectos para innovar los indicadores ecológicos.
4. Tecnologías de la información. El consumo eléctrico de los centros
de proceso de datos asciende exclusivamente al 1.5% del total del
consumo eléctrico de los Estados Unidos, sin embargo para dis-
minuir este consumo diversas compañías como IBM, Microsoft,
Google y Amazon están creando una nueva disciplina llamada
Green IT, tecnologías de la información verdes, cuyo objetivo es
desarrollar innovaciones que incrementen el poder de cómputo
mientras disminuyen el consumo eléctrico.
El cambio en la conciencia social y empresarial hacia un compromi-
so ecológico ha generado nuevas oportunidades de desarrollo y de par-
244
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

ticipación social para los profesionistas actuales que buscan ser agentes
de los cambios venideros a favor de un mundo más sustentable. Todas
las profesiones pueden colaborar desde el ámbito específico de su acti-
vidad para el logro de la sustentabilidad y la responsabilidad ecológica.
Algunos ejemplos son:
Derecho. Los abogados son los encargados de hacer cumplir la ley
en materia de medio ambiente, ya sea controlando la forma en
que las empresas vierten sus desechos, denunciando a las que se
saltan la ley medioambiental o sancionando a las que no contro-
lan y tratan sus residuos de una manera adecuada.
Relaciones internacionales. La labor de estos profesionistas en ma-
teria ambiental es promover el conocimiento y cumplimiento de
todos los tratados y acuerdos internacionales para proteger el me-
dio ambiente.
Ingeniería. Estos profesionistas, en sus diversas ramas, solucionan
problemas prácticos mediante la aplicación de la tecnología. Su
objetivo es la optimización del diseño; y su responsabilidad eco-
lógica, el uso eficiente de los recursos naturales para evitar su
desperdicio y contaminación. El cuidado y preservación del me-
dio ambiente deben ser criterios para el desarrollo de procesos
limpios y sustentables.
Educación. Los profesores y demás profesionistas relacionados con
la educación tienen en sus manos la formación de la conciencia
ecológica y de la responsabilidad ambiental de las nuevas genera-
ciones. En los materiales educativos y en la impartición de clases
deberán incluirse temas ecológicos que orienten en forma prác-
tica sobre acciones concretas que se pueden realizar a favor del
medio ambiente.
Ecología. El trabajo de un especialista es muy útil para observar y
prever posibles cambios en las especies vegetales o animales. Son
los encargados de analizar y estudiar las funciones que tienen las
distintas especies en un entorno determinado.
Ingeniería ambiental. Aportan al control y a la prevención del
deterioro de los recursos naturales generados por proyectos in-
dustriales, económicos o sociales. Estudian los problemas am-
bientales en forma integral al tener en cuenta sus dimensiones
ecológicas, sociales, económicas y tecnológicas, con el objetivo de
promover un desarrollo sostenible.

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Este libro es para uso exclusivo de
Ética en la profesión y valores para la vida

Turismo. Tienen la posibilidad de desarrollar e impulsar el turismo


ecológico, que proporciona actividades totalmente sustentables
para ayudar a preservar el medio ambiente, instruir en este sen-
tido y minimizar la huella ecológica del turista.
Ciencias de la comunicación. Pueden colaborar, a través de los me-
dios, en la formación de una conciencia ecológica en la sociedad
e impulsar acciones concretas que beneficien al medio ambien-
te. Existen periodistas especializados en información ambiental,
cuya función es mantener informada a la sociedad en todo lo re-
lativo a este tema.
Arquitectura. Las construcciones e instalaciones que se diseñan
actualmente tienen en cuenta el impacto medioambiental. Cons-
truir los edificios según la orientación solar, integrarlos en el me-
dio ambiente o bien contar con sistemas de iluminación, calefac-
ción y aire acondicionado eficientes son algunos de los ámbitos
que abarca la arquitectura ecológica.

6.5.3 El principio de responsabilidad de Hans Jonas


Hans Jonas, filósofo alemán (1903-1993) hizo una dura crítica a la era
tecnológica por las graves consecuencias que ha tenido sobre la Natu-
raleza. El hombre moderno vive enajenado por la tecnología, sin darse
cuenta de que está poniendo en riesgo su propia existencia. Es un deber
moral, si se quiere garantizar la vida presente y la de las generaciones
futuras, hacer una reflexión sobre cómo incidir en el avance constante
de la ciencia y la tecnología para hacerlo más responsable. El ser hu-
mano es el único capaz de asumir las consecuencias de sus acciones.
El cuidado y preservación del medio ambiente son responsabilidad de
todos los seres humanos.
Hasta la época moderna, la responsabilidad por la integridad de la
vida en la Tierra no era una exigencia moral, sin embargo las relaciones
del hombre con la Naturaleza han cambiado radicalmente. La sociedad
tecnológica ha dado el poder para destruirla, por lo que su responsabi-
lidad ha de estar a la altura de este poder.
El hombre puede y debe ejercer su libertad y su creatividad para me-
jorar sus condiciones de vida pero siempre con respeto a la Naturaleza
y a su propia naturaleza; no puede transgredir el orden natural del que
forma parte sin provocar una catástrofe ecológica.
Las conquistas de la ciencia han llevado al desarrollo de la tecnología.
La explosión de la bomba atómica, los viajes espaciales y los grandes la-

246
Este libro es para uso exclusivo de
Relaciones profesionales y principios de orden ético

boratorios en los que se investiga el genoma humano ponen en evidencia


que el desarrollo técnico depende estrechamente de la ciencia y el pro-
greso de la ciencia depende fundamentalmente de la técnica. Sin embar-
go, Jonas se percató del peligro de una ciencia y una tecnología totalmen-
te separadas de la reflexión ética. Por ello, propuso nuevas dimensiones
de la responsabilidad: “La técnica moderna ha introducido acciones de
magnitudes tan diferentes, con objetivos y consecuencias tan imprevisi-
bles, que los marcos de la ética anterior ya no pueden contenerlos”.
Para Hans Jonas, el desarrollo de la ciencia y la tecnología —así como
el nihilismo que imperó en el mundo moderno, por el que se pensaba
que la Naturaleza no tenía ningún valor en sí misma ni ninguna finali-
dad que no fuera la que el hombre le había dado— provocó que se per-
diera el respeto hacia el orden natural. Jonas considera que el avance de
las tecnociencias ha obedecido a un imperativo técnico que va en contra
del ejercicio responsable de la libertad humana en el respeto a un orden
natural, ontológico e inclusive teológico. Contra este imperativo, Hans
Jonas formula otro, siguiendo la forma del imperativo categórico kan-
tiano pero fundado en la naturaleza misma de las cosas: “Obra de tal
modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia
de una vida humana auténtica en la Tierra”.
El principio de responsabilidad es un imperativo de derecho am-
biental que manda a las personas responsabilizarse por las consecuen-
cias de sus acciones sobre la naturaleza. Las tecnociencias no son ni
buenas ni malas; dependen de los fines y modos en que los seres hu-
manos las usan y las consecuencias que producen, algunas veces esas
consecuencias son previsibles y otras veces no.
Debido a esto Jonas considera que el ser humano debe guiarse por el
principio precautorio que denomina heurística del miedo. Esta lleva a de-
tener toda empresa tecnocientífica en caso de que exista la posibilidad
de un riesgo imprevisible e irreversible para el futuro de la humanidad
o cuando se pueda imaginar consecuencias negativas para la Naturale-
za. Con este principio, Hans Jonas ha dado un giro al optimismo técni-
co científico, que parecía no tener límites, a la prudencia ambiental para
prever riesgos en el entorno natural y humano
La Ética de Jonas es deontológica ya que finalmente plantea un im-
perativo, un deber que surge a partir de las nuevas condiciones de vida
provocadas por la amenaza tecnológica, que se propone como criterio
de toda acción humana. La responsabilidad moral hacia la Naturaleza
se revela frente al hecho de su condición de vulnerabilidad, como un a
priori kantiano de respeto a la vida en todas sus formas.

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Preguntas para reflexionar

1. Consigue y ve el video Earth song, de Michael Jackson: https://


www.youtube.com/watch?v=VPVaFvFfAyk.
2. Reflexiona sobre tu compromiso personal y profesional con la res-
ponsabilidad social y el cuidado del medio ambiente
3.- Con tu equipo establece cinco compromisos en favor de la res-
ponsabilidad social y del cuidado del medio ambiente que puedas lle-
var a cabo desde tu ámbito profesional
4.- Escribe cinco compromisos personales a favor del medio ambien-
te en tu vida diaria.

6.6 La necesidad de una ética planetaria

H ans Küng considera que una ética planetaria debe superar las di-
cotomías entre la ética ideal y la ética real. El autor propone una
vía intermedia donde ambos extremos aporten lo mejor que tienen y de
ese modo superen sus defectos y limitaciones. Desde esta perspectiva
las éticas ideales, orientadas por deber y principios, así como las reales,
orientadas hacia los resultados según circunstancias, no deben ser vis-
tas como opuestas sino como complementarias.
De este modo ni el fin justifica los medios, ni tiene sentido establecer
fines sin tener o conocer los medios adecuados para realizarlos. Ambos
caminos pueden llevar a callejones sin salida o excesos, sea por falta de
fines o por falta de medios. En términos metafóricos podría decirse que
una cabeza sin cuerpo es tan incompleta como un cuerpo sin cabeza; se
necesitan ambos, medios y fines.
Lo importante no son solamente los motivos, sino los resultados; por
ello, una ética política institucionalizada requiere el complemento de
una ética orientada a los resultados. Suma positiva: es válida para un
nuevo orden mundial únicamente una ética de la responsabilidad.
Presupone ciertamente una convicción, pero se pregunta de un modo
realista por las presumibles consecuencias, en particular las negati-
vas, de una determinada política, y asume la responsabilidad tam-
bién en este punto. El arte de la política en el paradigma posmoderno
consiste en vincular convincentemente el cálculo político, de la políti-
ca real moderna, y el juicio ético, de la política ideal. (Küng, 2002, 98)
248
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La vía intermedia debe moderar los excesos de un pragmatismo ma-


quiavélico donde solamente los resultados importan, sin por ello caer
en una ética obtusa e inflexible, ciega a las circunstancias y consecuen-
cias. Esto permite atender de manera responsable la situación de las
personas; de modo que no es lícito, en nombre de un conjunto de idea-
les, sociales, políticos o religiosos, dañar a personas reales que viven y
padecen problemáticas y circunstancias singulares.
En esta ética planetaria responsable no puede autorizarse dañar a
personas reales en favor de ningún tipo de ideales. Los ideales no tienen
derechos ni se proponen fines; únicamente las personas reales gozan de
derechos y por tanto deben ser respetados sus fines. Los ideales éticos,
políticos o de cualquier otro tipo deben operar como medios para be-
neficiar a las personas. La ética, la política, la economía y cualquier otro
discurso de impacto social e individual tienen que estar al servicio del
ser humano, no viceversa.
No solamente está el problema de armonizar lo ideal con lo real;
también está la situación de que todos los seres humanos evalúan, juz-
gan y toman decisiones desde una perspectiva cargada con una cosmo-
visión específica y una moral concreta. Esto dificulta entender y coor-
dinar las distintas perspectivas morales y axiológicas que existen en las
diferentes comunidades humanas; y el problema es que en general los
integrantes de cada cultura tienden a asumir su perspectiva como la
única real, correcta o legítima.
Para resolver este problema, diversos autores, como Adela Cortina
y Hans Küng, proponen una ética de principios mínimos que pueda
sustentarse en lo mucho que hay en común, en vez de desgastarse dis-
cutiendo sobre lo que hay de diferente. Esta propuesta busca el recono-
cimiento y aprecio mutuo debido a lo mucho que se comparte con los
otros, empezando por la dignidad humana, en vez de discriminarse,
segregarse y odiarse por las diferencias.
Esto requiere el abandono de las fórmulas mágicas y absolutas que de
una tajada pretenden resolver todos los problemas éticos y sociales de
una vez y para siempre, para poder llegar a acuerdos falibles, revisables
y mejorables de acuerdo con los diversos contextos humanos e históricos
que reconocen la complejidad valorativa, el progreso y el desarrollo con-
tinuo en temas éticos y sociales. “En este punto tenía razón Habermas
al afirmar que las sociedades aprenden, no nada más técnicamente, sino
también moralmente, y este aprendizaje va acuñando la forma de cono-
cer de las personas que las componen”. (Cortina, 2009, 149).

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Ética en la profesión y valores para la vida

Como indica Berta Moreno: “Los valores humanos como libertad,


paz, justicia, solidaridad y derechos humanos han evolucionado conjun-
tamente con la historia del hombre. En cada etapa histórica la Ética ha
tenido que dar respuesta a las cuestiones de su tiempo en el marco de la
cultura de cada época. El ideal que la Ética persigue en todas las épocas
es la llamada del hombre a ser cada vez más humano, por lo que el pro-
ceso de humanización es un proceso dinámico y ascendente, que sigue
desarrollándose y seguirá mientras existan proyectos para hacer mejor
y más digna la vida de todos los seres humanos”. (Moreno, 2012, 26)
Por otro lado, sin el reconocimiento de que cada cultura es apenas
una pequeña ventana al vasto panorama de lo humano, la posibilidad
de llegar a los acuerdos necesarios y respeto universal de ciertos mí-
nimos morales será casi imposible. La ilusión de las certezas le cierra
a todo ser humano la posibilidad de crecimiento y mejora, tanto en la
interacción con el otro como mediante la autocrítica, ya que lo perfec-
to no puede ser ni mejorado ni corregido. Sin embargo, aunque el ser
humano no tenga un conocimiento perfecto, es fundamental respetar
los principios mínimos morales que propone Cortina, así como los es-
tándares morales globales que propone Küng. Estos no son únicamente
deseables sino que evitan caer en un relativismo extremo desde el que
no se podría evaluar ninguna acción como justa o injusta, correcta o
incorrecta.
Es en el reconocimiento de la falibilidad y la dignidad humana don-
de se armonizan exitosamente la libertad negativa y la positiva. La fa-
libilidad o humildad socrática permite el diálogo horizontal y lo hace
real y fructífero, tanto entre los individuos como entre las culturas; y
el compromiso global al respeto de la dignidad humana marca el lími-
te que ninguna cultura o persona ha de violentar. Como menciona el
monje budista Thich Nhat Hanh, candidato a Nobel de la Paz, el dialo-
go honesto y fructífero solamente puede darse desde el reconocimiento
de que nadie tiene el monopolio de la verdad, aunado al reconocimien-
to pleno del otro.
En un verdadero diálogo, ambas partes deben estar dispuestas a
cambiar. Tenemos que apreciar que la verdad puede ser recibida des-
de el exterior —no solamente desde el interior— de nuestro propio
grupo. Si no lo creemos así y entablamos un dialogo, este será una
pérdida de tiempo. Si creemos que monopolizamos la verdad y aun
así establecemos un diálogo, este no será auténtico. Debemos creer
que al iniciar un diálogo con la otra persona, tenemos la posibilidad
de llevar a cabo un cambio en nuestro interior, que podemos profun-

250
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Relaciones profesionales y principios de orden ético

dizar más. El diálogo no es un método de asimilación en el sentido


de que una de las partes se expande e incorpora al otro en su yo. El
diálogo debe practicarse sobre la base del no yo. Tenemos que permi-
tir que nos transforme lo que es bueno, hermoso y significativo en la
tradición del otro. (Nhat Hanh, 1996, 26)
No es cuestión de abandonar los propios ideales e identidad per-
sonal para fusionarse con el otro, sino ser capaz de expandir, comple-
mentar y enriquecer la propia identidad y cultura con aquello que sea
considerado pertinente, sabio, sensato… de lo que el otro propone. Es-
tas apropiaciones se han llevado a cabo en incontables ocasiones en el
pasado.
La cultura occidental es ya una mezcla de herencias y apropiaciones
de diferentes aspectos provenientes de diversas sociedades del pasado:
la tradición monoteísta viene de Oriente medio: judaísmo, cristianis-
mo e islam; las matemáticas son indoarábigas; el Derecho es romano;
la filosofía, griega; el té así como la clásica piñata mexicana tienen su
origen en china; el chocolate, el tabaco y la papa, tan consumidos en
Europa, proceden de las culturas prehispánicas de América; el café, así
como los tacos al pastor, tienen su origen en el mundo árabe; el árbol de
Navidad proviene de la tradición nórdica, de los vikingos, y simboliza
al Yggdrasil, el árbol del universo.
De este modo, toda cultura actual es en mayor o menor medida una
mezcla de diversos aspectos que provienen de otras culturas y épocas.
No existen civilizaciones puras; todas son una mezcla heterogénea de
diversos aspectos, tanto filosóficos como estéticos, políticos económi-
cos, religiosos…. Por ello, no es sorprendente que en el reconocimiento
e intercambio con el otro, también pueda surgir el crecimiento y de-
sarrollo con el otro, donde tal vez ninguno quede igual que antes del
encuentro.
La apertura hacia otros pueblos y culturas del mundo busca romper
el vínculo entre ignorancia y odio. En general, el ser humano teme lo
que no entiende; la ignorancia y el miedo sumados suelen terminar en
violencia y odio. Por otro lado, un nacionalismo mal entendido puede
transformarse con facilidad en un sentimiento de superioridad u odio
ante lo extranjero. Como dice George Bernard Shaw, escritor irlandés y
premio Nobel de Literatura: “El nacionalismo es la extraña creencia de
que un país es mejor que otro por virtud del hecho de que naciste ahí”.
La apertura ante el otro no solamente permite la convivencia pacífi-
ca y armoniosa, sino también el crecimiento, como lo indica el mismo
autor en la siguiente cita: “Si tú tienes una manzana y yo tengo una
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manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo


seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo ten-
go una idea e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos
ideas”.
Hans Küng, en su propuesta para elaborar una ética mundial, indica
que es relevante superar la tendencia de “hablar a la ligera en términos
de blanco y negro, malvados e inocentes, buenos y malos, Dios y Sa-
tán”. Y añade: “La demonización del adversario no es con frecuencia
otra cosa que un intento de autojustificación moral”. (Küng, 2002, 177)
Evidentemente ningún acuerdo de paz y armonía podrán conseguirse
mientras no se superen las posiciones polares y dicotómicas frente a las
diversas culturas y pueblos del mundo. De ahí que el teólogo suizo y
presidente de la Fundación para una ética mundial, Stiftung Weltethos,
recomiende la elaboración de una ética mundial de orientación moral
mínima que se centre no en las diferencias sino en las similitudes; en
un núcleo de valores y principios éticos compartidos. (Küng, 2002, 309)
El verdadero reto consiste en desarrollar los criterios adecuados para
saber qué admitir y qué no. Un criterio que deje pasar todo puede ser
tan perjudicial como otro intransigente. Dice el refrán: “Hay que tener
la mente abierta pero no a tal punto que se le caiga a uno el cerebro”.
Tanto las personas como las comunidades necesitan criterios eficaces
que operen como fronteras o barreras permeables que les permitan nu-
trirse con lo que las hace crecer y desechar lo que les causa daño.
Cambiar por el simple hecho de cambiar puede ser tan perjudicial
como mantenerse en una posición inamovible por mera inercia. Si bien
todas las culturas cambian, eso no implica que todas mejoren; se puede
cambiar para mal. La misma actitud se requiere respecto del pasado y
el presente; idealizar al pasado puede ser tan contraproducente como
idealizar el presente; siempre se ha de mantener una actitud crítica que
pueda rescatar lo mejor de cada tiempo y cultura, así como evitar todo
aquello que segregue o violente.
Es necesario reflexionar de manera conjunta para saber cuándo, qué
y hacia dónde conviene cambiar; así como poder planear de qué manera
hacerlo y qué pasos ir tomando para lograrlo. Uno de los criterios mejor
justificados en la ética consiste en que se debe evitar todo aquello que limi-
te, instrumentalice o coarte la libertad de las personas y por tanto niegue
su dignidad, es decir, su capacidad para proponerse fines. En la Fundamen-
tación de la metafísica de las costumbres, Kant propone esta fórmula: “Obra
de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de
cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio. “

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Este criterio le pone límite a lo que no se debe hacer, a todo aquello


que violente la dignidad y libertad de otros, sin por ello determinar
cómo se debe vivir, situación que en automático negaría la libertad que
el principio propone. Este criterio establece una conducta mínima que
todo agente moral ha de respetar, al mismo tiempo que deja abierta la
capacidad de las personas para proponerse fines. La propuesta cum-
ple dos funciones fundamentales: por un lado, evita la posibilidad de
caer en un caos o relativismo moral extremo; y por otro, es compatible
con la diversidad de cosmovisiones y sistemas axiológicos presentes en
las diversas culturas, ya que reconoce la libertad de cada individuo en
cualquier cultura para determinar sus fines.
Como ya se indicó, esta ética no puede ni debe especificar ni dar re-
cetas respecto del modo en que la gente debe vivir, ya que esto coartaría
la autonomía y libertad de las personas, sino meramente especificar los
límites de esa libertad al aclarar lo que no debe hacerse, que es pasar
por encima de la integridad y libertad de los demás.
La Ética, en tanto que es una rama de la Filosofía, se constituye como
una disciplina de conocimiento que tiene como objeto de estudio la mo-
ral, por lo que su enseñanza y aprendizaje no debe ser vista como una
mera transmisión de información o de verdades apodícticas (incuestio-
nables) sino como una reflexión falible que se corrige constante e inde-
finidamente en una continua búsqueda por mejorar las condiciones de
vida humana al ser capaz de resolver o, por lo menos, atender cualquier
problema que se vaya presentando. Esta disciplina se enriquece de to-
dos los saberes humanos, como las ciencias humanas, naturales, del es-
píritu, arte o cualquier otro, así como de todas las tradiciones, pueblos
o culturas sin tener predilección o preferencia por ninguna.
La Ética busca sustentarse en los mejores argumentos, evidencias y
datos pertinentes basados en información confiable, actualizada e im-
parcial para poder ofrecer una guía capaz de orientar de manera eficaz
y objetiva la actividad humana, de manera tal que le permita al ser hu-
mano crear entornos sociales y culturales de bienestar, justicia, libertad
y realización tanto personal como social.
La Ética, como cualquiera otra disciplina de conocimiento, es autó-
noma, aunque no por ello se encuentra aislada del resto de los saberes
humanos. Dicho de otro modo, la Ética es una disciplina de conoci-
miento independiente pero no aislada de los demás saberes. La Biolo-
gía, Psicología, Derecho, Historia, Arte, así como las diversas tradicio-
nes religiosas han entablado un fructífero diálogo y han acrecentado
y nutrido el acervo desde el que la ética busca, reflexiona, cuestiona y

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propone, sin por ello perder su autonomía ni someterse a alguna de


estas otras disciplinas ni tampoco dejar a alguna de ellas bajo sus parti-
culares objetivos, métodos, propuestas y conclusiones.
El dialogo y la continua retroalimentación entre los hallazgos des-
cubrimientos y contenidos de cada uno de los distintos saberes permite
a cada uno mejorarse, corregirse, detectar sus debilidades y fortalezas
así como sus límites y alcances, por lo que la autonomía no debe de
entenderse como aislamiento o cerrazón frente a los otros discursos y
disciplinas; lo mismo aplica para la Ética como para cada individuo. La
riqueza y mayor capacidad para el desarrollo se encuentra precisamen-
te en el dialogo horizontal, fluido, respetuoso y abierto con la diversi-
dad, tanto de disciplinas (saberes) como de culturas (tradiciones).
Existen buenas razones para el optimismo. Si bien el ser humano no
está en una época ilustrada, como la denominó Kant, donde cada indi-
viduo ejerce de manera plena su autonomía y, por tanto, su mayoría de
edad en tanto que es capaz de atreverse a pensar por sí mismo, puede
inferirse que hay información significativa para considerar que se está
en un positivo proceso de ilustración en camino. Cada vez más las es-
tructuras jerárquicas y autoritarias que exigen obediencia y sumisión
ceden terreno a interacciones humanas más horizontales y equitativas
donde el reconocimiento mutuo y la voz de todos son escuchadas y to-
madas en cuenta. Cómo lo indica Helen Wilkinson, tanto en la familia,
el trabajo y las instituciones sociales las cosas están cambiando y hay
cada vez más apertura y consideración hacia los otros:
Los individuos ya no se conforman con heredar principios morales
establecidos, sino que quieren tomar parte activamente en ese proce-
so. En ese sentido, no tuvo lugar ni un abandono ni un rechazo de la
moral en general, sino de una moral caracterizada por un inconsulto
compromiso con tradiciones estipuladas, en pos de una moral más
individual y más sincera que, para las cuestiones morales, puede ser
mucho más sensible y más fecunda. (Wilkinson, 2002, 83).
Si bien la gente es cada vez menos obediente, es decir, menos some-
tida a la autoridad, es cada vez más consciente, o sea, más comprome-
tida de manera interna con ciertos valores, principios e ideales tanto
personales como sociales. Esto parece contradictorio pues en el pasado
se igualaba obediencia con un comportamiento moral correcto; sin em-
bargo, diversos estudios y experimentos, como el de Stanley Milgram
en 1963, donde el 66% de las personas fueron capaces de “torturar” a un
desconocido simplemente porque una autoridad se los pedía, obliga a
corregir el supuesto vínculo entre obediencia y buen comportamiento.
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Este y otros experimentos muestran de manera fehaciente que gran-


des atrocidades se han podido perpetrar por obedecer ciegamente a
autoridades criminales, ignorantes o prejuiciosas; por lo que la apuesta
por la autonomía no sólo es éticamente deseable, sino científicamente
consistente.
En esta misma línea Martha Nussbaum señala que estos experimen-
tos obligan a un nuevo enfoque ya que hay que ser conscientes de que
ciertas fuerzas, como la obediencia ciega a la autoridad como la actitud
de rebaño, son incompatibles con la democracia y el respeto.
El psicólogo Stanley Milgram demostró que los sujetos experimen-
tales estaban dispuestos a administrar un nivel muy doloroso y peli-
groso de descarga eléctrica a otra persona, siempre y cuando el cien-
tífico de guardia les dijera que lo que estaban haciendo estaba bien,
inclusive cuando la otra persona estaba gritando de dolor, que por
supuesto fue falsificado por el bien del experimento. Solomon Asch,
anteriormente, mostró que los sujetos experimentales están dispues-
tos a ir en contra de la clara evidencia de sus sentidos cuando todas
las otras personas a su alrededor están haciendo juicios sensoriales
que se encuentran fuera del objetivo: su investigación muy rigurosa
y confirmada tantas veces muestra el servilismo inusual de los seres
humanos normales frente a la presión de grupo. (Nussbaum, 2015)
Tanto la presión de grupo como la obediencia ciega a la autoridad
ponen en entre dicho la capacidad de una persona de actuar acorde a
sus reales valores y principios, es decir, vulneran su autonomía. Como
escribió el historiador Howard Zinn: “La desobediencia civil no es
nuestro problema. Nuestro problema es la obediencia civil. Nuestro
problema es que el pueblo por todo el mundo ha obedecido los dicta-
dos de los líderes en su gobierno y se han ido a la guerra, y millones
han sido asesinados por esta obediencia. Nuestro problema es que el
pueblo es obediente por todo el mundo frente a la cara de la pobreza y
la inanición y la estupidez, y la guerra, y la crueldad. Nuestro problema
es que el pueblo es obediente mientras que las cárceles están llenas de
ladronzuelos, y mientras tanto los grandes ladrones están manejando
al país. Ese es nuestro problema”.
No hay que olvidar que la esclavitud, el apartheid, así como la imposi-
bilidad a las mujeres para votar e inclusive estudiar o trabajar eran todas
consideradas morales, justas y legales en un momento dado, por lo que
sin cierta desobediencia responsable y crítica, las personas negras segui-
rían siendo esclavizadas y/o relegadas a la parte trasera de los camiones,
las mujeres seguirían sin poder votar, estudiar o trabajar y el apartheid

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seguiría vigente. Gandhi, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Martin


Luther King… practicaron la desobediencia civil en pro de un mundo
más justo. Estas personalidades son ejemplo de una gran autonomía, así
como de un compromiso ético y social excepcional. Esa misma actitud
crítica y responsable es la que se necesita fortalecer, y la única manera de
hacerlo es fortaleciendo la autonomía, y con ella, la empatía.
Hay que tomar como ejemplo las siguientes citas de algunos grandes
pensadores:
En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario
a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle: Gandhi.
Si permaneces neutral en un estado de injusticia, entonces estás del
lado del opresor: Desmond Tutu.
La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado: Jean-
Jacques Rousseau

En todos los casos se apuesta por la autonomía, que a su vez suele
fortalecer el compromiso del ser humano hacia su comunidad y entor-
no, pero no por un mandato externo, sea este fruto de la obediencia a
la autoridad o de mera conformación a la mayoría, sino mediante una
convicción interna.
Como indica Helen Wilkinson: “Si solo obramos moralmente por-
que eso es lo que se espera de nosotros, la moral se desarrolla de un
modo débil y deficiente. Una moral que surja de la autodeterminación
y la libertad de elección puede ser mucho más fecunda y sincera, la
generación de los que hoy tienen entre 20 y 30 años de edad pone a
prueba una nueva moral en ámbitos tan distintos como la protección
de los animales y la maternidad, la carrera profesional y la política. Y
allí donde los tradicionalistas quisieran volver en el tiempo, es posible
que los hijos de la libertad hagan otra elección: llegar a una nueva com-
prensión de la autodeterminación y la dependencia recíproca gracias a
una libertad ejercida, algo que en el orden tradicional nunca puede ser
logrado”. (Wilkinson, 2002, 118).
La significativa diferencia que hay en los vínculos sociales, labora-
les y familiares que parten de la interacción horizontal, búsqueda de
acuerdos mínimos, y reconocimiento de la libertad y pluralidad, per-
mite al agente moral operar desde el compromiso personal, creando
mucho mejores resultados que el que se obtenía desde la obediencia en
las estructuras autoritarias. La ética planetaria tendría que favorecer
que los diferentes pueblos de la tierra fueran capaces de intercambiar,
conocer, entender y crear vínculos tanto comerciales como culturales
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con los otros pueblos del planeta en una situación de horizontalidad a


partir del reconocimiento mutuo.
Se está cambiando cada vez más la percepción del otro como el ene-
migo y la causa del problema, a aquel con el que se puede dialogar,
intercambiar, crecer y aprender. Superar el estado emocional de odio
y enojo que lleva a la gente a buscar un culpable o chivo expiatorio
cada vez que la humanidad se enfrenta a un reto o problema, es parte
de este esfuerzo. Más que buscar culpables, se buscan acuerdos, solu-
ciones, compromisos y caminos para la conciliación. Cada vez más el
abandono de las posiciones inamovibles invita más al dialogo y a la
negociación para atender y resolver los problemas a los que se enfrenta
la humanidad.
Si bien hay infinidad de retos pendientes, desigualdad, pobreza,
cambio climático, pérdida de biodiversidad, educación de calidad, ac-
ceso a servicios de salud, aire limpio, agua potable… la conexión entre
los habitantes del planeta y la liberación y flujo de gran cantidad de
información y saberes al alcance de cualquier persona con acceso a in-
ternet ha democratizado el conocimiento y, por tanto, la posibilidad del
enriquecimiento mutuo.
Una ética planetaria imparcial puede favorecer este flujo de infor-
mación y estimular un desarrollo verdaderamente global. La autono-
mía tiene que ser el centro de dicha ética. Una sociedad comprometida
con esta ética no debe olvidar ni ignorar las condiciones óptimas y ne-
cesarias para que la gente pueda de verdad realizarse y proyectar sus
fines en un mundo pacífico, plural y democrático. Esto no será posible
si la gente no se encuentra empoderada o no encuentra vías factibles y
reales para su desarrollo.
El que los seres humanos dentro de una sociedad no gocen de las
condiciones mínimas y óptimas para su realización no nada más re-
percute en una pérdida inmensa de creatividad, imaginación, fuerza
de trabajo, capacidad de inventiva, flujo de capital… con todo lo que
eso pueda impactar en el ámbito del conocimiento, el arte, la industria
o la economía; sino que también y de manera esencial implica la pérdi-
da de bienestar y dignidad tanto de los individuos como en la salud y
viabilidad de cada sociedad. Una sociedad con fuertes desigualdades,
sean del tipo que sean, repercute en altos niveles de violencia, insegu-
ridad, intolerancia, discriminación, enfermedades mentales, abandono
escolar y otros.
Como indica Amartya Sen: “la libertad consiste en poder elegir el
modo de vida que uno quiere vivir”. Por tanto, sin una riqueza real

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de posibilidades, la libertad es un concepto débil e inclusive vacío. Por


un lado, se requiere ciertos bienes primarios o materiales como acceso
a alimento, casa, vestido, educación y salud, aspectos mínimos sin los
cuales ni un individuo ni una sociedad puede crecer y desarrollarse de
manera óptima, pero a su vez el individuo necesita y depende de aspec-
tos intangibles que pueden encontrarse o no al interior de una sociedad.
En tanto que todo ser humano es un ser situado y cada cultura in-
fluye fuertemente en las percepciones y decisiones que se imaginan y
toman, un entorno cultural cerrado o poco permisivo afectara de mane-
ra restrictiva las posibilidades que una persona pueda plantearse para
realizar su vida. “Las formas en que estas instituciones se especifican
y se integran en un sistema social afecta profundamente los caracteres,
deseos y planes de las personas, así como sus prospectos para el futuro
y la clase de personas que aspiran a ser”. (Sen, 2013, 96)
Un entorno social autoritario y jerárquico se traduce en una autono-
mía disminuida para la mayoría de sus miembros y, por tanto, en una
posibilidad de desarrollo inferior que en una sociedad más horizontal,
abierta y flexible. La pérdida de autonomía de los individuos dentro de
una sociedad es igual a la pérdida de potencial y capacidades de los
miembros de dicha sociedad. En esta situación se estaría restringiendo
la posibilidad de los individuos para autorrealizarse.
En un esfuerzo por continuar este ambicioso proyecto, la filósofa
Martha Nussbaum propone tres valores o capacidades que considera
cruciales para la formación universitaria de una ciudadanía autónoma.
El primero es la capacidad socrática de autocrítica y pensamiento crí-
tico que implica el reconocimiento de la falibilidad del propio pensa-
miento así como los límites de todo conocimiento humano. Este primer
requisito, humildad socrática, invita a todo agente racional a superar
la ilusión de la certeza así como la pretensión de tener una especie de
acceso privilegiado a cualquier forma de conocimiento.
Tener una actitud crítica frente a las propias tradiciones y conviccio-
nes fortalece la capacidad de cada individuo para pensar por sí mismo
y no simplemente someterse a la autoridad, la convención o la tradición;
a la vez que permite no caer en una gran diversidad de falacias o sesgos
cognitivos: falacia argumentum ad verecundiam, cuando algo se considera
verdadero porque lo afirma una autoridad; falacia ad populum, si un he-
cho se juzga verdadero porque muchos lo avalan; falacia ad antiquitatem,
en caso de que algo sea considerado cierto porque se ha afirmado por
mucho tiempo. Existen más de 40 distintos tipos de falacias o sesgos
cognitivos.

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Esto no implica en automático ni rechazar a la autoridad ni a las


costumbres, sino tener una actitud crítica y responsable respecto de
lo propuesto. Rechazar la autoridad, las costumbres y tradiciones de
forma gratuita y sin argumentos sólidos es tan contraproducente como
aceptarlos por inercia de forma acrítica. En todo momento se debe bus-
car el bien común y el respeto a la dignidad del otro. Cuando el saber
moral heredado y las tradiciones se han pasado por un examen crítico,
como el propuesto por Kant con el imperativo categórico, y no presen-
tan conflicto alguno para el individuo o el bienestar social, el agente
moral autónomo respeta la norma de forma interna y no por imposi-
ción, sino por convencimiento.
El pensamiento crítico es particularmente crucial para la buena ciu-
dadanía en una sociedad que tiene que luchar a brazo partido con la
presencia de personas que difieren según la etnia, la casta, la religión
y profundas divisiones políticas. Solamente tendremos la oportuni-
dad de un diálogo adecuado que atraviese fronteras si los ciudada-
nos jóvenes saben cómo participar en el diálogo y la deliberación
en primer lugar. Y únicamente sabrán cómo hacerlo si aprenden a
examinarse a sí mismos y a pensar en las razones por las que son
proclives a apoyar una cosa en lugar de otra, en lugar de, como suce-
de a menudo, ver el debate político simplemente como una forma de
jactarse, o conseguir una ventaja para su propio lado. (…) Los estu-
diantes expuestos a la instrucción en pensamiento crítico aprenden,
al mismo tiempo, una nueva actitud frente a los que no concuerdan
con ellos. Aprenden a ver a quienes no están de acuerdo no como
enemigos a ser derrotados, sino como personas que tienen razones
para lo que piensan. Cuando se reconstruyen sus argumentos, pue-
de resultar que inclusive compartan algunas premisas importantes
con su propio lado, y ambos entenderán mejor de donde vienen las
diferencias. (Nussbaum, 2015).
El pensamiento crítico también puede ayudar a superar la idea de
los lados o bandos; en la actitud cosmopolita todos están en el mismo
bando, a final de cuentas, viven en un planeta esférico y no hay lados.
Esto no implica que todos piensen o vivan igual, por lo que hay que
aprender a reconocer al otro desde la diferencia.
La segunda capacidad o valor consiste en que cada individuo pue-
da verse como miembro de una nación y un mundo heterogéneos; y
superar estereotipos culturales, políticos y religiosos como vincular al
terrorismo con el Islam.
Para esto, cada persona tiene que estar consciente de cómo las narra-
tivas históricas y culturales se construyen, así como la tendencia de que
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toda narrativa suele estar sesgada, al ser una interpretación incompleta


y aproximada: la historia la escriben los que ganan.
Se requiere superar la tendencia del ser humano a equiparar su pers-
pectiva y narrativa —cultural y subjetiva— con la realidad. Esto, según
la filósofa estadounidense, le permitirá a la gente ver al otro no como
una amenaza “sino como seres humanos plenos que tienen razones
complejas para lo que hacen y que merecen respeto aún si estamos de
acuerdo con ellos o no”. (Nussbaum, 2015).
Lo que se busca con todo esto es dar fin a todas las formas de discri-
minación y las prácticas de violencia que encarnan. A su vez es impor-
tante entender que la violencia se manifiesta de múltiples maneras; desde
física, verbal, simbólica e inclusive virtualmente. La violencia física es la
más conocida y fácil de detectar, la violencia simbólica o virtual en cam-
bio es sutil, subrepticia, y se confunde muchas veces con simples bromas
o libertad de expresión. Cuando lo que se dice o el modo de comportarse
favorece la perpetuación de estereotipos y prejuicios, también se está vio-
lentando. Los golpes no son la única manera de herir, las palabras, dichas
o escritas, también violentan y lastiman. Cuando lo que se expresa ofen-
de o ridiculiza a minorías, comunidades, tribus urbanas o personas en
general, se está incitando al odio; sea esa nuestra intención o no.
La libertad de expresión no incluye ni permite manifestaciones que
promuevan el odio o los estereotipos. En las redes hay mucha violencia
simbólica de todo tipo; la gente olvida que del otro lado de la red hay
una persona que puede sentirse ofendida o discriminada; ello ampli-
fica el ciclo de violencia, la formación de estereotipos y la creación de
bandos y resentimientos cada vez más enconados. Estas acciones apa-
rentemente inocuas, en realidad, polarizan y perpetúan la violencia; y
en muchos casos esto termina generando tal tensión que se pasa de la
palabra, la broma o el tuit, a la acción.
Los estados mentales y emocionales de las personas que cotidia-
namente mandan mensajes de odio, verbales o virtuales, acumulan o
producen resentimiento, enojo, frustración, animadversión, hartazgo…
Estas emociones se acumulan hasta que alguien “explota” y agrede fí-
sicamente. La violencia tiene que prevenirse y detenerse desde antes de
que se pase a la acción; de ahí la importancia de entender que la violen-
cia verbal, virtual y simbólica, también es violencia y es un problema
que tiene que ser atendido de manera preventiva.
Por mencionar un ejemplo, la violencia de pareja casi nunca empieza
con golpes, sino con bromas y comentarios hirientes que posteriormen-
te se transforman en maltrato físico; en el nivel social es muy similar.

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El nazismo no empezó asesinando a judíos en la vía pública a plena luz


del día; la violencia aumentó gradualmente, se empezó con bromas y
un discurso que etiquetó, descalificó y deshumanizó a los judíos; las
matanzas vinieron después.
Si bien no todas las personas que violentan, verbal o virtualmente
pasan a la violencia física, sí participan de la generación de un clima
social de encono y crispación, donde se favorecen los odios y las prác-
ticas discriminatorias. Toda acción humana implica responsabilidad,
y hablar o escribir es una acción que genera consecuencias. Desde un
punto de vista ético, el ser humano es tan responsable de sus acciones
corporales como lo es de lo que expresa, verbal o virtualmente. La li-
bertad de expresión no es una carta en blanco para decir o expresar
cualquier cosa; todo discurso que incite al odio o a la discriminación es
violencia y debe ser asumido y atendido como tal.
La tercera capacidad es denominada imaginación narrativa por Mar-
tha Nussbaum. Considera que puede desarrollarse a partir del estudio
de la literatura y el arte. Esta capacidad es descrita como: “la capacidad
de pensar en lo que podría ser estar en los zapatos de una persona
diferente de uno mismo, ser un lector inteligente de la historia de esa
persona, y comprender las emociones, los deseos y los anhelos que ese
alguien podría tener. Como he observado, la imaginación moral, siem-
pre bajo el asedio del miedo y el narcisismo, es propensa a entorpecer-
se, si no se refina enérgicamente y se cultiva a través del desarrollo de
afinidad y preocupación”. (Nussbaum, 2015)
La noción de imaginación narrativa en Nussbaum es muy similar a
la noción de empatía desarrollada por Rifkin en su texto La civilización
empática, que describe como: “el proceso mental por el que una persona
entra en el ser de otra y acaba sabiendo cómo siente y cómo piensa”.
(Rifkin, 2010, 21) La empatía puede ser tanto en el nivel cognitivo, en-
tender cómo piensa otra persona, como en el nivel emocional, sentir
como está sintiendo otra persona. Estos procesos mentales se han esta-
do investigando en el campo de las neurociencias desde fines del siglo
XX, gracias al estudio de las llamadas neuronas espejo, aquellas que per-
miten a los individuos de diversas especies sentir lo que sienten otros
seres vivos.
Estas neuronas permiten a un observador ponerse internamente en
los “zapatos de los otros”, ya que el sistema nervioso central permite al
cerebro del que observa sentir en la propia piel, lo que considera que el
otro está sintiendo a partir de las experiencias previas del observador
y los gestos, sonidos y movimientos que muestra el observado. Por eso

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cuando una persona ríe o llora, la respuesta en el observador es sentirse


alegre o triste internamente simplemente por imitación. Las emocio-
nes se contagian en forma muy profunda gracias a la capacidad de las
neuronas espejo para llevar a la vivencia de otros y detonar de manera
profunda y casi automática sentimientos de altruismo, bondad, ternu-
ra, enojo, miedo o cualquier otra emoción.
La empatía cognitiva tiene más que ver con un movimiento o com-
prensión desde lo racional, donde la persona cognoscente puede enten-
der las razones que otro defiende, inclusive, aunque no las comparta.
Una persona con una alta empatía cognitiva puede entender por qué
mucha gente piensa como piensa o actúa de cierto modo aunque no
esté de acuerdo con sus acciones o sus razones. Si bien la base fisioló-
gica para la empatía está presente en todo ser humano, su fuerza o efi-
cacia se enseña y se entrena. Esto implica que todo ser humano puede
ser empático, pero de ello no se sigue que todo ser humano lo sea. La
empatía se enseña mediante actos de empatía; no puede imponerse ni
simplemente transmitirse como información; la gente empática irradia
y enseña empatía con actos empáticos.
Tanto Jeremy Rifkin como Daniel Pink citan diversos estudios don-
de el comportamiento solidario, altruista y moral de las personas tiene
muy poco que ver con el conocer o acatar ciertas reglas o principios;
Pink los llama motivadores externos, y más con la capacidad de las perso-
nas para conectarse empáticamente con otros. Es necesario reflexionar
críticamente sobre todos estos datos e investigaciones y encontrar la
manera de incorporarlos para atender las diversas problemáticas socia-
les, políticas y ambientales ante las que se enfrenta el ser humano en la
actualidad. No es ni pretende ser la última palabra, sino simplemente
una parte de la disertación, análisis, consenso y acuerdos que se requie-
ren para encaminar a los individuos y sociedades hacia formas más
justas, plenas y éticas de convivencia.

Preguntas para reflexionar

Localiza y ve el video sobre el libro La civilización empática de Jeremy


Rifkin: https://youtu.be/vDtMTDi6xBM. Reflexiona en equipo sobre el
papel de la empatía en una sociedad planetaria. Discute cómo las neuro-
nas espejo permiten la conexión con los otros y pueden favorecer tanto
el desarrollo de la autonomía como las bases para una ética planetaria.

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Índice

Índice

Presentación 5
Capítulo 1
La Filosofía y sus disciplinas 8
1.1 La Filosofía y la reflexión sobre la realidad
individual y social 8
1.2 División de la Filosofía 16
1.3 La Axiología y su relación con otras
disciplinas filosóficas 17
1.3.1 Ética y Axiología 18
1.3.2 Estética y Axiología 20
1.3.3 Filosofía política y Axiología 21
1.3.4 Filosofía de la religión y Axiología 22
1.3.5 Antropología filosófica y Axiología 25
1.4 ¿Qué son los valores? 26
1.5 Subjetividad, universalidad y relatividad del valor 34
1.6 Naturaleza, materia, polos, tablas y
jerarquía del valor 41

Capítulo 2
Valores religiosos y estéticos 44
2.1 El sentido de la existencia y lo sagrado 44
2.2 Relación hombre-Dios 49
2.2.1 La relación del hombre con Dios
en el judaísmo 52
2.2.2 La relación del hombre con Dios en
el cristianismo 54
2.2.3 La relación del hombre con Dios en el islam 57
2.2.4 El budismo como una doctrina de
sabiduría espiritual 59
2.3 Valores religiosos 61
2.3.1 El culto 62
2.3.2 La oración 62
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2.3.3 La meditación 63
2.3.4 La fe 63
2.3.5 El perdón 64
2.3.6 La compasión 64
2.3.7 Ecumenismo 65
2.3.8 Diálogo interreligioso 65
2.4 Religión y arte: Búsqueda de la trascendencia 66
2.5 Estética, arte y creatividad 69
2.6 Las bellas artes y otras expresiones artísticas 78
2.7 La belleza como valor central de la Estética 81

Capítulo 3
El ser humano y el valor 87
3.1 ¿Cómo definir al hombre desde los valores? 87
3.2 Cultura, sociedad y educación: elementos
constitutivos de los seres humanos 90
3.3 La libertad como valor central de la persona 98
3.4 Libertad, responsabilidad y dignidad humanas 102
3.5 La necesidad de la Ética para regular las
acciones humanas 110
3.6 Propuestas éticas de Aristóteles, Kant,
Habermas y Cortina 116
3.7 Los valores en la construcción de la
ciudadanía contemporánea 127

Capítulo 4
Ética profesional y valores sociales 134
4.1 Ética aplicada y Ética profesional 134
4.2 Vocación profesional y servicio 143
4.3 Conciencia moral y acción profesiona 146
4.4 Valor de la participación social del individuo 150
4.5 Principios éticos y deontológicos 156
4.6 Códigos de Ética profesional 172

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Capítulo 5
Relaciones profesionales y principios de orden ético 179
5.1 Relaciones profesionales con la sociedad, empleadores,
colegas, clientes, personal a su cargo y con otros
profesionistas 179
5.1.1 Relaciones con la sociedad 179
5.1.2 Relaciones con los empleadores 183
5.1.3 Relaciones con los colegas 184
5.1.4 Relaciones con los clientes 186
5.1.5 Relaciones del profesionista con el
personal a su cargo 189
5.1.6 Relaciones con otros profesionistas 190
5.2 Secreto profesional 193
5.3 Solidaridad profesional 197
5.3.1 Solidaridad en el ejercicio de la profesión 198
5.3.2 Valores relacionados con la solidaridad 198
5.4 Conflictos de interés 199

Capítulo 6
Importancia de la Ética en el mundo contemporáneo 205
6.1 Globalización: implicaciones culturales, morales,
éticas y sociales 205
6.2 Los valores económicos que difunde
la globalización 214
6.3 Realidad económica actual y oportunidades laborales 221
6.4 Ética del desarrollo 230
6.5 Responsabilidad social y cuidado del medio ambiente 236
6.5.1 La ética profesional en el contexto de la
responsabilidad social de la empresa 239
6.5.2 Cuidado del medio ambiente 239
6.5.3 El principio de responsabilidad de
Hans Jonas 246
6.6 La necesidad de una ética planetaria 248

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