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Antropología Filosófica, Julian Marías PDF
Antropología Filosófica, Julian Marías PDF
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(lili s
Tomo I.—Historia de la Filosofía.
Tomo TI.—•Introducción a la Filosofía.--Idea de la Metafísica.- -Biografía de la Filosofía.
Tomo lll.—Aqui y ahora.—Ensayos de convivencia.—Los Estados Unidos en escorzo.
Turno (V. San Anselmo y el insensato.' -La filosofía del Padre Gratry.- -Ensayos de
teoría.—El intelectual y su mundo.
Tomo V,—Miguel de Unamuno.—La. Escuela de Madrid.—La imagen de la vida humana.
Tomo VI.—El método histórico de las generaciones.-—!.a estructura social.—FU oficio del
pensamiento.
Torno VII.—Los Españoles.—La España posible en tiempo de Callos 111.--El tiempo que
ni vuelve ni tropieza..
Tomo VIII,—Análisis de los Estallos Unidos. Israel: una resurrección.—Imagen de. la
India.—Meditaciones sobre la sociedad española.—Consideración de 'Cataluña...-
Nuestra Andalucía.--Nuevos ensayos de Filosofía.
JULIÁN MARÍAS
ANTROPOLOGÍA
M ET A Fí SI C A
La estructura empírica
de la vida humana
Ediciones de la
Revista de Occidente, S. A,
Bárbara de Braganzn, i?.
M A D K 11)
Traducción inglesa:
Metaphysical Anthropology (Pemisylvania State University Press. En prensa).
Traducción portuguesa:
Antropología metafísica (Duas Cidades, Sao Paulo. En preparación).
Págs.
Prólogo 9
I. La visión responsable 11
II. Los dos mundos 17
III. De los dioses a Dios 25
IV. La creación y la nada 33
V. Persona y yo 41
VI. La experiencia de la realidad 49
VIL La realidad de la vida humana 57
VIII. Interpretación, teoría, razón 65
IX. Aparición del hombre ... 75
X. La estructura empírica 85
XI. Las formas de instalación 97
XII. La estructura vectorial de la vida 107
XIII. La mundanidad 117
XIV. La sensibilidad como transparencia 127
XV. La estructura sensorial del mundo 137
XVI. La instalación corpórea 147
XVII. La condición sexuada 159
XVIII. El rostro humano ... ... 171
XIX. La figura viril de la vida humana 181
XX. La figura de la mujer ... 191
XXI. Razón vital: masculina y femenina ... 201
XXII. La condición amorosa 211
XXIII. Amor y enamoramiento ... 223
8 índice
Págs.
Julián Marías
LA VISIÓN RESPONSABLE
LA CREACIÓN Y LA NADA
PERSONA Y YO
LA EXPERIENCIA DE LA REALIDAD
LA ESTRUCTURA EMPÍRICA
LA MUNDANIDAD
3.0
XVI
LA INSTALACIÓN CORPÓREA
LA CONDICIÓN SEXUADA
EL ROSTRO HUMANO
* •& 4e
La figura de la mujer 197
Ahora se ve bien claro que varón y mujer son dos
estructuras recíprocas. No hemos podido definir una
sin referencia constante a la otra. La condición progra-
mática de la vida humana se realiza gracias a esa pola-
ridad: cada uno es el programa del otro.
Si se imagina la condición sexuada en la situación
del hombre y la mujer, frente a frente, que contemplan
sus rostros, se ve que no están simplemente juntos, sino
que están recíprocamente aconteciendo, están asistien-
do cada uno al rostro y a la vida del otro. La mujer se
apoya en el hombre y a la vez lo envuelve; el hombre
la sostiene y se deja abrigar. El hombre es invasor, in-
sistente, y la mujer es hospitalaria. El hombre está pre-
sente, asomado a sus ojos, llamando, ejerciendo pre-
sión; el rostro masculino muestra, en sus líneas
estructurales, la tensión del esfuerzo; el varón está
siempre haciendo algo, por lo menos pensar. Las líneas
suaves del rostro femenino dibujan una clausura: la
mujer está siempre un poco «detrás» de su cara; es lo
que más propiamente llamamos una cara bonita: no la
que nos complace por sus formas y podemos íntegra-
mente ver, sino la que necesitamos seguir mirando, in-
terminablemente. La belleza específica del rostro feme-
nino es la que se dilata y distiende, elástica, hacia el
futuro; sentimos que necesitamos estar mirando esa
cara toda la vida, que nuestro yo es ahora el que tiene
que penetrar en ella, indefinidamente.
No importa que esta promesa no siempre se cumpla,
ni siquiera con frecuencia; es la que define la situación
de convivencia sexuada. No se piense, ni siquiera a pro-
pósito del hombre y la mujer, en el amor en el sentido
más específico de la palabra; naturalmente, el amor es
la culminación de esa condición, su forma más intensa
y perfecta; pero esa condición es más amplia y abarca-
dura. O, si se prefiere, podemos hablar de la «condición
amorosa» de la vida humana como aquella determina-
198 Antropología metafísica
LA CONDICIÓN AMOROSA
tre hombre y mujer como tales. Que este amor sea una
especie de aquel género, esto es precisamente lo que
habría que probar. Yo pienso más bien que todos los
«amores» son formas biográficas derivadas del amor en
sentido estricto, realidades humanas cuya última raíz
está en la posibilidad del amor en el riguroso sentido
del término.
En primer lugar, la persona humana, durante la ni-
ñez, no está más que incoada, no tiene plena actualidad.
Ante el niño, no sabemos todavía «quién» va a ser. En
cierta medida, el adulto, que «viene» del niño, es irre-
ductible a este, y por eso miramos al niño como una
interrogación. Los padres no saben «quiénes» van a ser
sus hijos, y los ven madurar no sin zozobra. Es igual-
mente evidente la peculiar insolidaridad que el adulto
joven siente por el niño que ha sido, su falta de dispo-
sición a admitir que «él» sea ese niño del que le hablan
y que acaso recuerda. ¿Cuándo madura y se actualiza la
persona prometida y latente en el niño? Sin duda al
llegar a la pubertad, es decir, a la edad en que su con-
dición sexuada es plenamente poseída, en que posee los
recursos psicológicos y biológicos que realmente la ac-
tualizan. Entonces es cuando llega a ser quien es, cuan-
do asume —o repudia— su infancia, cuando revalida
sus «amores» de niño o reniega de ellos, cuando acon-
tece su primera instalación personal en la vida. La rea-
lidad plena de la persona coincide con la inserción en
el horizonte de la condición amorosa intersexuada, a la
luz de la cual se ordenan y adquieren significación bio-
gráfica todas las demás realidades «afectivas». Significa
el paso a otro orden de magnitud o, si se prefiere, a otra
cualidad. Si se quiere hablar de géneros, ahora es cuan-
do se realizaría el «paso a otro género», no el descubri-
miento de una especie particular dentro de un género
ya conocido. Este sería el fundamento natural de las
palabras del Génesis (II, 24), recogidas por Cristo (Ma-
La condición amorosa 219
AMOR Y ENAMORAMIENTO
EL TEMPLE DE LA VIDA
EL TIEMPO HUMANO
1.9
XXIX
LA MORTALIDAD HUMANA
MUERTE Y PROYECTO
* * *