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Matías Farías
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la cúpula militar la mayor responsabili- con lo que de ninguna manera podían generó un ambiente más acorde con la
dad sobre la tragedia; (c) la moral que saber, (y ésta sería la lectura trágica de pretensión de constituir una historia
convertía en héroe al combatiente revo- esos años, que también puede encon- cuyo legitimidad residiese en la produc-
lucionario contribuyó a subordinar la trarse en Terán, pero que debilita enor- ción de conocimiento. A su vez, la adhe-
propia vida al triunfo de la revolución, memente las imputaciones morales sión al nuevo proceso político permitía
con lo cual dicha empresa sucumbió anteriormente señaladas). conjugar tanto la crítica al pasado inte-
prontamente al “encanto” de una Sea como sea, resultan claras las lectual propio como a los autoritarismos
muerte ejemplar; (d) la inexistencia de condiciones históricas y políticas de pro- del pasado. Viceversa, esa nueva historia
una crítica a los componentes autorita- ducción que deja traslucir esta lectura de las ideas podía constituirse en un
rios de los Estados socialistas facilitó de nuestra historia nacional centrada en espacio de tramitación de temáticas que
que en la organización de las vanguar- la violencia de las ideas. En un contexto reforzaban ideológicamente los nuevos
dias de los setenta no tuvieran lugar político como el que tuvo lugar hace tiempos democráticos.
formas de asunción de decisiones poco más de dos décadas en la Argenti- Si la filosofía deconstruccionista
internas que tomaran en cuenta la na, y en el que comenzaba a ser un –cuya recepción en los escritos de los
deliberación y el disenso interno; y (e) lugar común la asociación entre el auto- años ochenta de esta recopilación se
por último, el vanguardismo alentó la ritarismo y la muerte y entre la demo- evidencia hasta en el tono de los mis-
creciente autonomización de estos cracia y la vida, el papel asignado por mos– invalidaba la posibilidad y el dere-
movimientos de sus bases y, en gene- Terán a la historia de las ideas es revela- cho de reconstruir la realidad desde una
ral, de la sociedad misma. perspectiva privilegiada, la
Las críticas enumeradas son conoci- empresa historiográfica acor-
das y tal vez también lo sean las obje- La constitución del sujeto revolucio- de con este planteo sería
ciones a estas críticas: ¿era igualmente aquella que explicase los
“suicida” en 1973 el voluntarismo sin efectos catastróficos deriva-
dudas suicida de Montoneros en 1978? nario no fue sólo una reacción a la dos de la pretensión de legi-
¿Estuvieron siempre igualmente auto- timar el uso del poder en la
nomizadas de la sociedad esas vanguar- tenencia de un saber crucial:
dias durante ese lustro? ¿Lo estaban coyuntura política. También se ali- el saber de la nación. Se trata-
porque encararon un proyecto revolu- ba de desmantelar toda for-
cionario de toma del poder sin tener ma de enunciación política
en cuenta, como sugiere Terán en “Lec- mentó de “pasiones ideológicas”. que implicara la aparición de
tura en dos tiempos”, a franjas de la un sujeto capaz de sintetizar
sociedad simbolizadas en esos dos ena- la totalidad de la realidad,
morados que paseaban por la plaza? dor en este sentido: como lo anuncia en con el siguiente corolario aleccionador:
Por último: ¿tenían que saber esos mili- una ponencia de esos años no incluida los sujetos (no importa si se trata de la
tantes que una “antropología pesimista” en este compilación, ella debía explicar clase obrera o el ejército) que se atribu-
está más acorde con la democracia cuánto la muerte le debe al símbolo. yen el saber de la nación terminan inde-
–liberal– que las visiones redencionistas Podemos así sostener como hipóte- fectiblemente denegando la humani-
de la historia, las cuales suponen una sis que existió una relación de coimplica- dad del otro. Por ende, si en el pasado
metafísica que autoriza una fuerte y ción entre la democratización y la ya no está, como pretendía Hernández
decisiva acción de subjetividad política empresa intelectual que Terán efectúa Arregui, la progresiva autoconciencia
en la historia? Más allá de la discusión, lo en torno a la historia de las ideas políti- del ser nacional, sino las posiciones de
que nunca queda claro en la argumen- cas argentinas. Por un lado, aunque vis- enunciación desde las cuales y por las
tación de Terán es si las vanguardias tas las cosas retrospectivamente, la cuales la utopía devino catástrofe, pue-
revolucionarias son responsables por democratización política concedía con- de decirse que la relectura de la historia
actuar acorde con lo que sabían (y esta diciones (si bien precarias) de estabilidad nacional como la trágica historia de la
argumentación, propia del Terán-mora- intelectual. Además, la reconstitución de invención de la nación desautoriza impo-
lista, es la que enfatiza que en el con- un campo político tuvo su correlato en nerle al presente el mandato de redimir
junto de creencias sostenidas por los la constitución de un campo intelectual las injusticias del pasado y, en ese senti-
militantes revolucionarios ya estaba ins- y es indudable que esta doble media- do, permite a los ciudadanos imaginar la
cripta la tragedia) o por actuar acorde ción entre el intelectual y la política nueva utopía de una ciudad futura
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democrática. En una lectura de este allí se le revela como en un espejo el “cualquierismo” sigue marcando el pul-
tipo, se quiere ganar para el presente la entramado simbólico que configuró ese so de esta sociedad, aunque ahora, en
manifestación “libre” de la diversidad, rostro demasiado desbocado de ilusio- el “invierno de los noventa”, los intelec-
pero al costo de debilitar la autorización nes (igualitarismo, destino de grandeza tuales “faros” sean los doxósofos mediáti-
de la intervención política de sujetos nacional) en comparación con lo que, cos. Tampoco el político escucha las,
fuertes, capaces de legitimar su acción en el mejor de los casos, la discreta reali-
para Terán, innumerables propuestas
transformadora de la realidad en la afir- dad estaba dispuesta a otorgarle. elaboradas por la academia para trans-
mación de un universal anclado en las Por eso, y de manera insospechada formar esta realidad nacional habitada
luchas del pasado. (Terán no reconoce en ninguno de los enteramente por los problemas que
textos su deuda con la tradición del dieron origen al marxismo, aunque aquí
Un contractualismo sin sociedad civil ensayo nacional), el lector se encuentra el lector puede sorprenderse no tanto
La contribución de la historia de las con una estrategia de autorización de la por la falta de escucha del político, sino
ideas a la “invención democrática” no se voz intelectual análoga a la que Martí- por la argumentación que utiliza el
reduce a la crítica de los años sesenta nez Estrada esgrimía en Radiografía de autor de Bs. As. fin-de-siglo para justificar
bajo la clave de la violencia de las ideas. la pampa (ese gran libro sobre la crisis la existencia de esas propuestas: el
De hecho, Terán también le asigna en de la nación liberal): el intelectual ofre-ejemplo del Plan Fénix no sólo constitu-
“Malvinas: la derrota, la locura y el mar” ce su conocimiento al colectivo social ye un número demasiado exiguo para
la misión de revelar el enigma cuyo des- sustentar la queja, sino tam-
ciframiento permitirá comprender “la bién su tardía elaboración
serie de derrotas y calamidades que La sociedad actual no muestra parece abonar más bien la
asola la porción legítima de nuestro tesis contraria a la que Terán
orgullo nacional”. Se trata de un viejo defiende.
tema de la ensayística nacional (pensar disposición para escuchar el No es sólo la falta de
la cultura como enigma) pero que debe escucha por parte de la
ser resuelto en clave historiográfica: el sociedad lo que obstaculiza
historiador de las ideas está llamado a mensaje del historiador. operar la mediación entre las
revelar las condiciones simbólicas de la catástrofes del pasado y la
hybris colectiva, es decir, la inadecuación futura ciudad democrática;
entre la autoimagen que los argentinos para que éste descubra cómo el mito lo es la recurrencia misma de la crisis de la
tienen de sí y de su país y su realidad. priva de vivir con salud una vida más precaria república verdadera constituida
De esta manera, el historiador de las ide- acorde con la realidad. Vemos aquí un en los ochenta lo que impide que el
as se convierte en un destructor de nuevo uso de la autobiografía intelec- presente sea un suelo lo suficientemen-
mitos, y no es casualidad que todo un tual que se pone al servicio del progra- te estable para articular el pasaje del
capítulo de Un camino intelectual se titu- ma crítico: quien pudo operar el ajuste pasado al futuro. En ese perfecto –en su
le “Crisis y mitologías argentinas”, como necesario entre su vieja conciencia género– escrito titulado “La experiencia
tampoco lo es que uno de los escritos mitológica y la nueva realidad, sugiere de la crisis” (es imposible no oír en este
lleve como acápite la siguiente frase de no tan indirectamente que ese mismo nombre el eco de la experiencia argenti-
Rilke: “No han caído de una esperanza pasaje debe efectuarse socialmente. na de J. L. Romero), producido para
muy alta”. Así, la labor del historiador no Pero para que la terapéutica se cum- explicar la debacle de 2001, Terán vuel-
se legitima únicamente en la produc- pla es necesario que el mensaje del ve a encontrar en esta derruida Argenti-
ción del conocimiento: el historiador de historiador encuentre en la ahora socie- na el agotamiento de esos aspectos que
las ideas conoce lo que el colectivo social dad civil un receptor dispuesto a la expresan modalidades constitutivas de
sigue padeciendo y desde allí puede escucha. Sin embargo, la sociedad no nuestra sociedad y que resumen todos
explicar no sólo por qué pasó lo que ha mostrado esa disposición y esta idea los rostros del mal para quien estima la
pasó sino también cómo lo reprimido se es repetida varias veces a lo largo de los república verdadera: exclusión social iné-
repite en el presente. Con todo, a través escritos que componen el libro que dita para la historia del país, corporativis-
de su obra el colectivo social puede estamos comentando (por ejemplo, en mo anárquico, parlamentarismo negro, el
recuperar la libertad que indudable- “¿Silencio de los intelectuales?” y en ya nombrado “cualquierismo”, la incapa-
mente no tenía en tanto agente históri- “Intelectuales y política en la Argentina: cidad para tramitar los conflictos institu-
co que actuaba sin saber lo que hacía: una larga tradición”). Ocurre que el cionalmente, etc.
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Dicta clases de formación teórica y práctica con vistas a obtener una producción personal
que apunte al uso de la imagen en la investigación social, discutir sus particularidades y
aportes a la interpretación y a la producción de conocimiento social.
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