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El árbol puede crecer hasta 60 pies de alto. Es verde, con gran follaje oscuro. La
corteza exterior es de color castaño o gris y puede variar desde agrietada hasta
lisa. Sus hojas son grandes (4-6 pulgadas), opuestas y elípticas en su forma.
Además, son gruesas con una textura parecida a la del cuero. Sus tallos o
pecíolos son gruesos y alargados.
Las flores son grandes y surgen en sus pequeñas ramas, mayormente detrás de
las hojas. Nacen usualmente individuales. Los capullos son de color verde
blancuzco y luego cambian a matiz castaño. Las flores pueden ser masculinas,
femeninas o bisexuales (polígamas).
Las semillas de la fruta suelen ser de gran tamaño, fibrosas y ásperas, de color
castaño rojizo. Cabe destacar, que a más semillas, menos pulpa. Además, la fruta
no cambia de color según madura, así que para saber si está lista puedes raspar
su cáscara con la uña y si revela su color anaranjado, está lista. También, puedes
esperar a que caiga al suelo y recogerla al poco tiempo. El árbol florece desde
mayo hasta octubre, y tiene frutas la mayor parte del año.
La rentabilidad del producto es alta, ya que esta no tiende a dañarse fácilmente y como ya se
explica en sus características que este árbol mantiene frutas casi todo el año por lo tanto la
producción no disminuirá en gran cantidad y se podrá mantener un constante flujo de
exportación.
Además este es una fruta muy aperitiva, con una dulzura suave y equilibrada, además Es rico en
vitaminas A y C, además contiene minerales como potasio, fósforo, hierro y
calcio, nutrientes vitales para el organismo.
Y se le pueden dar varios usos a la fruta del mamey para helados, refrescos, jaleas, pastas,
mermeladas y salsas. Tanto la semilla como el látex gomoso que produce la corteza del árbol
puede emplearse para insecticidas. Con un tronco fuerte, se utiliza su madera para la
realización de trabajos de ebanistería.