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Manifiesto del Partido Comunista 1848

Capítulo I: Burgueses y proletarios


El texto empieza desarrollando la idea de que la historia de la sociedad
humana es una historia de luchas de clases opresoras y clases oprimidas, y
que en la actual sociedad la humanidad tiende a dividirse entre dos clases
antagónicas: burguesía y proletariado.
Luego de esto, se hace un repaso histórico desde las últimas épocas de la
sociedad feudal hasta la "moderna sociedad burguesa", encontrando en el
desarrollo económico el hilo que explica los radicales cambios políticos y
culturales que causaron que la segunda surgiera revolucionariamente de la
descomposición de la primera.
La historia de la transición entre la sociedad feudal y la sociedad
moderna es también la historia del ascenso de la burguesía a clase
dominante: desde su surgimiento en las primeras ciudades de la Edad
Media, la creación de comunas y municipios independientes, luego su
carácter de tercer Estado en las monarquías, hasta que "implantada la gran
industria y abiertos los cauces del mercado mundial (...) conquista la
hegemonía política y crea el moderno Estado representativo", el cual, según
los autores, es "el Consejo de administración que rige los intereses
colectivos de la clase burguesa".
Marx y Engels reivindican el papel revolucionario que tuvo la
burguesía: "Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las
instituciones feudales, patriarcales e idílicas." Al explotar el mercado
mundial, la burguesía destruye las trabas nacionales al incremento de la
producción y el comercio, subordina o hace desaparecer a las clases
feudales, somete al campo a la ciudad, a los "pueblos bárbaros y
semibárbaros" a las "naciones civilizadas", y da lugar a un movimiento
aglutinador de los medios de producción, la propiedad, y los habitantes de
cada país, lo cual, a su vez, conduce a un proceso de centralización política
y a un cosmopolitismo cultural. De esta manera, la burguesía crea un único
mundo civilizado con su sello de clase.

Pero, al "contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían


todas por condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de
producción vigente", la burguesía "no puede existir si no es revolucionando
incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el
sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social." Y en este
desarrollo incesante de las fuerzas productivas Marx y Engels vaticinan que
la época de la burguesía tiene un límite en las propias relaciones de
producción burguesas. La sociedad feudal debía descomponerse porque sus
relaciones de producción obstaculizaban el desarrollo de las fuerzas
productivas, lo cual determinó que la burguesía, la representante de estas
nuevas fuerzas productivas, tarde o temprano tuviera que entrar en lucha
política contra la nobleza y hacerse del poder político para romper esas
trabas. Este conflicto entre fuerzas productivas y relaciones de producción
estaba volviendo a ocurrir: "Desde hace varias décadas, la historia de la
industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas
productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra
el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de
predominio político de la burguesía." Se cita como ejemplo de ello a las
crisis comerciales.
Marx y Engels anuncian que la nueva clase revolucionaria que terminará
con el régimen burgués para poner en pie las nuevas relaciones de
producción es el proletariado, "esa clase obrera moderna que sólo puede
vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en la medida en que
éste alimenta a incremento el capital."

En los párrafos siguientes Marx y Engels describen el mundo industrial en


el que vive el proletariado, la tendencia de las clases medias empobrecidas
a engrosar sus filas, y la historia de su lucha contra el régimen burgués de
producción, que ha ido desde la confrontación aislada entre obreros y
burgueses individuales hasta llegar a la confrontación de las dos clases. Es
el mismo desarrollo acelerado de la industria el que nivela las condiciones
obreras, cohesiona a los proletarios, y presenta su asociación de clase como
primera necesidad para la lucha por sus intereses sociales, contrarios a los
de la clase de los burgueses.
Sin embargo, la revolución proletaria no tiene objetivos similares a los
que tuvo la revolución burguesa: "Todas las clases que le precedieron y
conquistaron el Poder procuraron consolidar las posiciones adquiridas
sometiendo a la sociedad entera a su régimen de adquisición. Los proletarios
sólo pueden conquistar para sí las fuerzas sociales de la producción
aboliendo el régimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y con él todo el
régimen de apropiación de la sociedad. Los proletarios no tienen nada
propio que asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades
privadas de los demás. (...) Hasta ahora, todos los movimientos sociales
habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una
minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una
inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la
capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse,
incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el
remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial."
Los autores terminan este capítulo señalando la muerte histórica de la
burguesía y la victoria del proletariado como "igualmente inevitables"
debido a la incapacidad de la burguesía para elevar las condiciones de vida
del proletariado que, lejos de ello, decaen constantemente producto del
desarrollo de la gran industria dentro del régimen de producción burgués.

Capítulo II: Proletarios y comunistas


Los autores dejan claro que los comunistas "No tienen intereses propios que
se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan
principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento
proletario." y que "El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al
que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la
conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía,
llevar al proletariado a la conquista del Poder."
Lo que distingue a comunistas de proletarios es "que destacan y reivindican
siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los
intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de
su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se
mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el
interés del movimiento enfocado en su conjunto. "
Los autores describen la teoría del comunismo empezando por resumirla
en la fórmula: "abolición de la propiedad privada", pero aclarando que no
se refieren a "la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del
régimen de propiedad de la burguesía, de esta moderna institución de la
propiedad privada burguesa, expresión última y la más acabada de ese
régimen de producción y apropiación de lo producido que reposa sobre el
antagonismo de dos clases, sobre la explotación de unos hombres por otros."
A continuación, en forma polémica con interlocutores imaginarios, los
autores responden a "los reproches de la burguesía contra el comunismo":
abolición de la propiedad, del trabajo, de la familia, de la nacionalidad, de
la individualidad, etc. La respuesta a cada objeción aclara que lo que se
busca abolir es la forma burguesa que adoptan todas estas instituciones. En
cada caso los autores demuestran cómo estas acusaciones tópicas contra el
comunismo, cuando no son directamente calumnias, son una defensa más o
menos velada de los intereses de clase de la burguesía haciéndolos pasar por
intereses de toda la sociedad.
Más adelante los autores, sin "entrar a analizar las acusaciones que se
hacen contra el comunismo desde el punto de vista religioso-filosófico e
ideológico en general", señalan la base de las ideas de cada época en "las
condiciones de vida, las relaciones sociales, la existencia social del
hombre", desmintiendo la existencia de "verdades eternas", y concluyendo
"Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la
clase imperante".
Como terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de
la conquista del poder político por el proletariado como primer paso de la
revolución obrera. Señalan como tarea del proletariado erigido en clase
dominante el centralizar los medios de producción "en manos del Estado,
es decir, del proletariado organizado como clase gobernante" (en el prólogo
a la edición alemana de 1872, luego de la experiencia de la Comuna de
París, los autores dirían que "la clase obrera no puede limitarse a tomar
posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para
sus propios fines", de manera que esta identidad entre Estado y proletariado
organizado como clase gobernante es incorrecta).

A continuación los autores esbozan un programa general de expropiaciones,


políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y de la
educación a ser aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Por
último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se
ve obligado a la conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido
las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de
la sociedad", la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser
necesaria, "Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo
de cada uno condicione el libre desarrollo de todos."
Capítulo III: Literatura socialista y comunista
Entre la nebulosa de propuestas socialistas de la época, los autores del
Manifiesto destacan varias tendencias que clasifican en tres: el socialismo
reaccionario, el socialismo burgués o conservador, y el socialismo y
comunismo crítico-utópicos.
Socialismo reaccionario: Por socialismo reaccionario Marx y Engels
entendían a aquellas variantes de socialismo que, pretendiendo representar
intereses obreros, representaban intereses de clases pre-capitalistas.
En el socialismo feudal: se trataba de los sectores de la aristocracia
desplazada del poder por la burguesía, con los que confluían sectores del
clero.
En el socialismo pequeñoburgués: se trata de sectores de las clases
medias, condenadas a engrosar el proletariado, que critican al régimen
burgués desde los intereses de los pequeños burgueses y los campesinos.
Como su principal representante, señalan a Sismondi. Sus méritos residen
en la crítica correcta del régimen de producción burgués y sus
consecuencias antisociales. Pero en cuanto a sus propuestas positivas, no
pasan de un retorno a los antiguos medios de producción y de cambio, con
el modo de vida asociado a ellos.
Por último, el socialismo alemán o "verdadero socialismo": surge a
partir de la importación en Alemania de la literatura socialista y comunista
francesa. Pero como en Alemania las condiciones sociales eran bastante
más feudales que las francesas, esto resultó en una asimilación puramente
literaria del socialismo en el marco de una conciencia filosófica
reaccionaria. "Y así, donde el original desarrollaba la crítica del dinero, ellos
pusieron: “expropiación del ser humano”; donde se criticaba el Estado
burgués: “abolición del imperio de lo general abstracto”, y así por el estilo.
". Este socialismo vino como anillo al dedo para que la pequeña burguesía
alemana fustigara tanto al comunismo proletario como al liberalismo
burgués, y por lo tanto se convirtió en un arma de la reacción aristocrática
y feudal.
Socialismo conservador o burgués: Esta ideología proviene de la
sensibilización de parte de la burguesía ante el sufrimiento del proletariado
y un intento de mitigar estas injusticias para conservar el orden social
burgués.
"Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los
humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras,
los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de
animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los
predicadores y reformadores sociales de toda laya. "

Socialismo y comunismo crítico-utópicos: En este socialismo se


encuentran las doctrinas y sistemas características de los primeros choques
del proletariado como clase contra el régimen burgués. Estas doctrinas
realizan una crítica medianamente correcta del mundo burgués y profesan
"un ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo" o diseñan modelos
de sociedades futuras de carácter utópico.
Capítulo IV: Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la
oposición
En este breve último capítulo -que ya en el prólogo de 1872 los autores
señalan como desactualizado debido a la desaparición de muchos de los
"partidos de oposición" aquí nombrados y a los cambios económicos y
políticos ocurridos desde su publicación- Marx y Engels hacen un esbozo
de la táctica que deben seguir los comunistas en el contexto político de
varios países de Europa: en donde no sea posible llevar a cabo directamente
su objetivo, situarse de parte de los partidos más progresivos y contra los
más reaccionarios, sin por ello perder su independencia programática y
organizativa.

"Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos


movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político
imperante. "
Este capítulo, y el manifiesto, termina con la siguiente arenga:
"Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e
intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden
alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente.
Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una
revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder,
como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.

¡Proletarios de todos los Países, uníos! . "

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