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La cita traduce el texto publicado por Der Spiegel (nY 23/1976, Pp. 193-219), con ocasión
de la muerte de Heideggery de acuerdocon los deseosporélexpresados, de la importanteentrevista
concedida en 23-9-66: «Das Wesen der Technik sehe ich ja das, was ich das Ge-stell nenne, cia
oft verlachter und vieleichí ungeschickter Ausdruck. Das Walten der Ge-stell besagí: Der Mensch
ist gestellt, beansprucbt und herausgefordet von ciner Macht, dic im Wesen der Tecbnik offenbar
wird und dic er selbst nicht beherrscht. Zu dieser Einsicbt zu verhelfen: mehr verlangt das Denken
nicht. Dic Fhilosophie ist am Ende» (y. 209). En 1988, Hermann HEIDEGGER, administrador del
legado póstumo paterno, edité en la obra colectivaAntwort M. HeideggerUn Gesprdch (org. de
O. Neske y E. Kettering. Pfull¡ngen, Neske, 1988), una versión primitiva de la misma entrevista
—la que había sido revisada y aprobada por el filósofo—. En este texto-basehan sido introducidas
por la redacción del semanario algunas alteraciones, ligeras y poco significativas. Esas pequeñas
modificaciones de la versión publicada por Der Spiegel respetan lo dicho por Heidegger. aunque
alguna vez lo resumen. La frase citada corresponde justamente a uno de esos resúmenes, aunque
la afirmación esencial es literal. La traducción de la versión originaria, así como una breve
información sobre los avatares de la misma puede leerse en edición de R. RODRíGUEZ: M.
Heidegger, La autoaJlrmación de la Universidadalemana. El Rectorado, 1933-34. Entrevista del
Spiegel, Teenos, Madrid, 1989.
Andes del Seminario deHistoria de la Filoso>, 10, 121-156, Editorial Complutense, Madrid, 1993
122 Irene Borges Duarte
2 Véase «Ober den Humanismus. Bhief an Jean Beaufret» (‘1947), publicado en 1967 en
Esencia es, en la tradición filosófica, aquello que una cosa es, su qué. De ahí
la identificación esencia-quidditas por los medievales. Wesen sería, en este
sentido, aquello que en alemán correspondería a la Was-heit de un cualquier
(et)was, al «algo» que algo es. El hombre es un animal racional; la animalidad y
la racionalidad constituyen su quid, su was. Ello resume todo lo que los hombres
tienen en común, la «humanidad» del hombre, al igual que «lo arbóreo»
resumiría lo común a todo árbol. Aceptar este concepto de esencia sería,
entonces, identificar ésta con un universal: elgéneroo laespecie. La pregunta por
la técnica sería, en este caso, lapregunta por aquello que hay de común o genérico
a todo lo técnico. «Si así fuese, una turbina a vapor o un emisor de radio o un
ciclotrón, por ej., serían Ge-stetl$ y Ge-stell consistiría en eso que todo lo técnico
tiene de estructura material o armazón, es decir, designaría el universal corres-
pondiente a todo lo técnico. Pero la meditación heideggeriana rechaza este
camino. Ge-stell no es la qujáditas de la técnica, porque la esencia por la que se
pregunta nada tiene que ver con el contenido tradicional de su concepto.
técnica, son importantes los tres escritos restantes publicadosen VA 1, la importantísima medita-
ción concebida como homenaje a Ernst Jilnger, ZurSeinsfrage (1956, en Wegmarken; 1.’ versión,
1955, bajo el título «tJberDieLinie>’) y Identitdt undDifferenz (AiD), publicación de 1957, de la
que hay una edición bilínglie de H. Cortés y A. Leyte (Barcelona, antbropos, 1988) que servirá de
referencia a nuestras citas.
6 Los dos esenciales son: 1962, Zeit und Sein (ZaS’); 1967, Die Herkunfr der Kunst und die
Wesen es, en el alto alemán, una forma verbal cuyo sentido, perdido hoy en
el uso corriente de la lengua, designa un modo de ser «efectivo y actuante»
(wirksam-, tdtigsein). De ahí que un ser vivo se diga en alemán ein Lebewesen
o tan sólo «cm Wesen». Wesen indica, entonces, el estar siendo y seguir siendo
lo que sea que se es.No indica el quéde la cosa, sino tan sólo el ejercicio de serlo.
Heidegger recuerda a este propósito un poema de Hebel, escrito en dialecto
suabo, en el que este sentido etimológico primitivo aparece recogido. Hebel
menciona el Ayuntamiento de una aldea como die Weserei8, el lugar donde la
vida comunitaria se ejerce, donde la gente se reune y actúa como pueblo que es,
donde el pueblo está siendo lo que es. La permanencia del origen en el lenguaje
poético le sirve, además, para destacar la relación de Wesen con duración, con
el transcurrir propio de lo que está siendo. «Wesen entendido verbalmente es lo
mismo que wáhren, durar». «A lles Wesende wñrht», «todo lo que está siendo
dura»9. La esencia sólo se dice del Wesende, del W¿ihrende, de lo temporal en su
temporalidad. Es a eso a lo que se dirige la pregunta por la esencia de la técníca:
¿qué es lo que está siendo en el corazón de la técnica?
Platón había interpretado este durar como perdurar, identificándolo con lo
permanenteen la idea. Con ello, según Heidegger, inmovilizó lo que ejerce su ser
temporal en su aspecto inmutable y atemporal, abriendo el camino a una
interpretación «invertida» de Wesen, que se mantendrá en la traducción latina
como essentia. Entender la esencia como mera idea, significa abstraer (es decir,
desarraigar) lo que está siendo en el ente del ente mismo, sacarlo de su lugar
propio. Tal fue, sin embargo, el destino-historia del hombre: seguir el camino
inaugurado en el cosmos ouranos platónico, consumando en la filosofía de
Nietzsche y en elhecho de lacivilización occidental, eldesarraigo progresivo que
Heidegger diagnostica. Por ello, volviendo las espaldas a la vía «metafísica»,
Heidegger plantea la cuestión de la técnica como la búsqueda de lo que en ésta
está siendo y (per)durando, de lo que en ella se deja ser. A eso —no a la Was-heit
de lo técnico— es a lo que responde la palabra Ge-stell.
De acuerdo con ello, la exposición heideggeriana parte de una definición
provisional y negativa (la primera y obvia, que no respeta la «esencia») para
llegar al ámbito preciso desde el que hay que enfocar la cuestión esencial. Este
momento intermedio se manifiesta en una segunda definición, también provisio-
nal aunque positiva (la técnica como modo de «aletheia»). La determinación
esencial y definitiva, a la que responde lavoz Ge-stell, consiste, finalmente, en
la singuralización del modo «técnico» de manifestación de la verdad.
8 FnT, 38.
FnT, 39.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 125
Según el uso habitual del lenguaje, lo «técnico» tiene que ver con poner en
práctica cierto tipo de procedimientos («técnicas»), previamente aprendidos,
mediante los cuales se pretende obtener un resultado determinado, previsto de
antemano a título de objetivo. «Técnicos» son, asimismo, los instrumentos
concebidos y utilizados con tal finalidad yíos hombres que ejercen la función de
emplearlos. «Técnico» es, en fin,el conocimiento de cómo llevar a cabo todo este
proceso.
Estaconcepción, que es lacorriente, recoge lo que es comúna todo lotécnico.
Porque es «obvia», es la que primero debe ser expuesta en sus supuestos. A la
técnica sela considera una prolongación de la mano, que potencia el poder de ese
primer instrumento humano’0 y permite «tener en la mano» lo «a-la-mano». In-
cluso, si alguna vez «se le va de la mano», la técnica es la característica
fundamental del horno faber, que así se afirma (técnicamente).
De esta concepción «antropológica e instrumental» de la técnica resalta,
pues,su doble supuesto: por una parte, lateleología de la voluntad humana, o sea,
una cierta comprensión de lo humano en la que se subraya elprimado práctico
de la subjetividad; por otra, la posibilidad de una actividad ejecutiva, es decir,
subordinada a aquélla, mediante el uso experto de instrumentos ideados para ese
fin. En ella se dibuja la imagen misma del horno faber. Sin embargo, estos su-
puestos no son habitualmente percibidos. Tan sólo trasparece la aparente
neutralidad u objetividad de esta concepción que, sin embargo, se limita a
mencionar el denominador común de todo lo técnico, aislado y retenido a pesar
dela continua evolución y perfeccionamiento de los útiles yde los conocimientos
humanos. Su carácter «atemporal»parece haber conseguidoj¡jar la verdad en la
idea. En efecto, no por ser más primitivo que la grandiosa central eléctrica del
Rin, deja el viejo molino de agua, de uno de los muchos aserrados perdidos en
cualquier valle de la Selva Negra, de cumplir su función de producción de
energía. Heidegger reconoce, por ello, la funcionalidad y corrección de esta
definición «técnica de la técnica». Ella es «siniestramente», inquietantemente
exacta», unheimlich richtig.
“ Véase el importante opúsculo de O. SPENGLER: Der Mensch und die Technik. Beitrag za
Fn?’, 15.
12 LameditaciónquesiguesehaflaenFnT, 15-18. Sigue de cerca, aunqueresumidamente, los
en el que el ser resplandece14, sin aquél que halla en algo una materia y una forma
y vede antemano en lo que aún no es lo que llegará a ser, ninguna de las otras tres
causas o modos de hacer deudor tendrían sentido. La esencia del causar
(verschulden) no reside, pues, tanto en una acción eficaz (en un mero efectuar),
sino en «dejar venir a (la superficie)», ver-an-lassen, o dejar-aparecer algo a la
comprensión humana. De esta manera, Heidegger interpreta el sentido griego de
causalidad como el ámbito de un traer hacia fuera y hacia delante o producir:
her-vor-bringen, aoújom>g.
El producirse se da con o sin la mediación de lo humano: en la tixvn o en la
qÁiatg. Pero esa mediación no radica tampoco, en caso alguno, en el deseo y
querer humanos, sino tan sólo en su poder de acoger el ser en la comprensión
poiética, en su verlo de antemano. Porque lo ve de antemano, descubre cómo
abrirse a su presencia: sabe cómo dejarque se produzca (tsjv~) o cómo se pro-
duce de suyo «xLanikl) el ser del ente. Ambas formas de saber son caracte-
rísticas del poder ser propio del hombre: el de prestarse a ser el sitio dónde el ser
de todo ente se pone al descubierto. En la reflexión del artesano —«causa»
“ Voas Wesen der Wahrheit (VWW, ‘1943; CA 9, 1976) y Der Ursprung des Kunstwerkes
‘~ Fn?’, 20.
18 FnT, 21: «Die Technik west in dem Bereich, wo Entbergen und Unverborgenheit, wo
wo Wahrheit geschieht.»
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 129
21Véase Walter BIEMEL: Heidegger, Rowohlt, Reinbeck bei Hamburg, 1973, Pp. 116-117.
~ Véase la referencia a la misma en la Entrevista, 204 (trad. 68): «la concepción que-yo
entonces tenía de la técnica, y no todavía la posterior de la técnica como Ge-stell”. Es, además,
significativo que el curso de 1935 lo publique Heidegger en 1953, cuando se encuentra ocupado
con La pregunta por la técnica.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 131
imagen del orden o racionalidad humanas, que da-imagen a las cosas dispuestas
al servicio de esa racionalidad y sus razones. Oculta, en la expresión Gestell, se
revela pues una triple determinación: 1.2, la determinación de la articulación de
un conjunto; 2.~, la determinaciónde un lugar; 32, la determinación de una figura.
< Véase Der Grosse Duden (vol. IV, Gramatik), cd. de 1959, p. 385. También en WAHRIG,
~‘ UKw, 72: <‘Das Ge-stelJ als Wesender modemenTechnik kommt vom griechisch erfahrencn
“ (¡Kw, 71.
‘4 Va en este sentido La referencia a la ratio reádenda y al Xbyov &b’ovat (UKw, 72), enfo-
cados también en el curso de 1955/56,DerSaíz ram Crund<Neske, Pfullingen, ‘1965, p. 181).
~ (¡kw, 72. Nótese la referencia a Fn?’, 28, con la que termina este breve y denso texto,
subrayando la interferencia entre las cuestiones dei arte y la técnica, a la vez que la presencia
subrepticia de Grecia en el mundo de La tecnología y la necesidad de comprender el sentido más
profundo de Ce-Metí para hallar la vía más propia de acceso al fenómeno del arte.
136 Irene Borges Duarte
ZaS, en Zar Sache des Den kens, Niemeyer, Tilbingen, 1969, p. 57.
‘4
Véase K?’hS, cd. cit., 303, y Nietzsche, II (Neske, Pfullingen, 1961), 417: En el término
‘~
existentia trasparece el ~w griego (fuera de) y el sisrere latino, que Heidegger vierte como setzen,
poniendo al descubierto el ser existente como «estar puesto fuera de», es decir, «en su propio sitio>’
(an seinem eigeneni Ort) y no sólo en el entender humano.
~> La tesis kantiana es afirmada por primera vez en Der elazige rnógliche Beweisgrund za ei-
ner Denionstration des Daseins Cottes (1, 1, § 2), aunque Heideggersólo la considera plenamente
asumida en todas sus consecuencias en la Crítica de la Razónpura (KrV) A 598/B 626 ss., a la luz
de la doctrina transcendental de los postulados. No podemos extendemos aquí en la tesis
propiamente kantiana. La tomaremos, pues, tan sólo desde el punto de vista heideggeriano de la
historia del ser, en la medida en que nos ayuda a caracterizar el sentido «positivo» y «posicional»
de Ge-steii.
‘4 KThS, 277.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 137
<« KThS, 281: «Wir kónnen aber Position und Setzen auch noch so verstehen, daB einheitlich
gemeint ist: das Setzen cines Gesetzten nís soichen in seiner Gesetzheit».
KThS, 281.
42 En KThS, Heidegger defiende, por ello, que en el escrito precrítico la tesis kantiana del ser
como posición no había aún madurado, puesto que no se podía aún consumar en la afirmación de
las diversas modalidades del «poner» representativo (la posibilidad, la realidad efectiva o
existencia y la necesidad) ni, por tanto, en la fundamentación transcendental del «poner» en la
«unidad originariamente sintética de la apercepción» en cuanto «sitio (Ort) de !a posibilidad del
entendimiento». Véase K7’hS, 281 y 288-299.
138 Irene Borges Duarte
‘4 Beweisgrund, 1, 1, § 2.
~ KThS, 305.
‘4 KTIIS, 303.
‘4 KThS, 303-304.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 139
El otro lugar histórico, el otro peldaño en el que todos los anteriores están
supuestos y superados, es el que Heidegger define como Ge-stell.
Los distintos modos de la absolute Setzung o producción de sentido ad-
quieren, así, en la interpretación heideggeriana, el timbre musical de una
variación sobre el tema del «poner en un lugar». Según esta melodía topológica,
lo que en Grecia había empezado por ser comprendido como elpresentarse físico
de la cosa misma en su sitio (aunque ya Platón inició su desplazamiento hacia el
lugar de la idea y, con ello, hacia el cosmos ouranós de lo meta-físico), tan sólo
alcanza a mostrarse en la modernidad en el lugar de lo opuesto al sujeto, siendo
reemplazado por su representación, proyectada en el horizonte de la obje-
tualidad. La estructura legal de tal proyección previa se manifiesta, finalmente,
en el momento postrero de la civilización occidental y tecnológica, con su doble
carácter: como extremo del proyecto representativo de mundo, radicaliza el
imperativo teleológico de sentido en la determinación a priori de toda posición
óntica;en cuanto éxtasisterminal de un destino originariamente poiético, guarda,
sin embargo, a la vez, la «fuerzaprístina del proyecto», el poder originario de dar
lugar al ser de todo ente como tal. Es, por ello, determinación ideológica <por
tanto, relativa) de una «imagen del mundo» y producción positiva del ahí en el
que el ser se aclara y muestra. El lugar así creado se manifiesta como figura.
Geste!!, el armazón artificialmente constmido por el hombre para servir de
mareo o soporte a un sinfín de cosas posibles de un sinfín de situaciones, es el
símbolo de este último «dar lugar dentro de lo que cabe» (dentro de lo calculado),
en el que la organización y fiscalización, la informatización y la ideología—es
decir, las estructuras artificiales— definen los contornos y encuadran todas las
posibilidades del estar-en-el-mundo. Ge-stell es, entonces, el nombre de esa
realidad-standard, lugar del acontecer conjunto y unido del ser en la historia
humana, extremada en la fórmula orwelliana de «1984», que apenas ya es capaz
de ser percibida. La estantería empieza por ser el mero lugar donde ordenar y
guardar los libros y algún que otro objeto decorativo; pero lo libros y los objetos
decorativos son productos de una sociedad que quiere espejarse en ellos, que
quiere contemplar gozosa la imagen del progreso, de la cultura, de su superio-
ridad y dominio; perdido el sentido primero al que obedeció la producción de la
estantería, ésta deviene lugar de exhibición de una civilización, escaparate de
valores socialmente com-puestos y elevados al más alto rango: los anaqueles se
llenan de best-sellers, o de porcelanas de marca reconocida, recuerdos de los
viajes turísticos, a veces incluso de metros de falsas encuadernaciones vacías. El
ser parece haber cedido su lugar a las cosas, éstas a los objetos y útiles, éstos a
los valores que, finalmente, se plasman en meros nombres, marcas que la
sociedad convierte en moda.
140 Irene Borges Duarte
~‘ FnT, 29.
<‘Fn?’, 30.
<‘ Fn?’, 35.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 141
esencia de la técnica se hizo en 1949. En ausencia de una edición crítica del texto de (¡kw no es
posible saber si el término aparecía ya en la versión expuesta públicamente en 1936 o si se trata de
una interpolación de la época de revisión del texto previa a su primera publicación en Holzwe ge.
142 Irene Borges Duarte
«El que la obra sea creada significa que la verdad es fijada en la figura. Esta es
laestructura que, como tal, se despliega armónicamente en eltrazado. El trazado
estructurado es la armonía (Fuge) del aparecer de la verdad»51. En esta medida,
lafigura es,pues, una Geffige, una conjunción o estructura dibujada en eltrazado;
que se le somete. La con-figuración desplegada por el trazado es dócil a la es-
tructuración que, luego, se plasma en la obra. En ésta la verdad aparece en la
imagen así configurada. El conjunto del trazado—o sea, eldibujo—es, entonces,
a la vez, la «juntura» o línea que reúne el aparecer de la verdad (1.” sentido de
Fuge); la «hendidura» o surco que penetra en la tierra52, dejando que su oculta
verdad trasparezca y salga a la luz (2.~ sentido); y, finalmente la «fuga» (en el
sentido musical), en la que lapresentación del tema de la verdadse hace en varios
momentos o a varias voces y modulaciones tonales, de acuerdo con una
estructura de antemano determinada, en la que cada trazo «huye» del anterior y
busca cazar (lat. fugare) al siguiente. «Lo que aquí se llama figura debe ser
pensado desde aquél poner y com-posición (Ge-stell) que, como tal, se ejerce en
laobra, en la medida en que se instala y ex-pone»53. El hacerse obra de la verdad
es el llegar de la misma a la figura. En ésta es dónde emerge el mundoyse pone
a cubierto la tierra. Pero elponer de su trazado es siempre un com-poner, un
tomar sitio del ser en el mundo humano en las fronteras de una figura, lugar
unitario de reunión de un múltiple.
ElApéndice viene a llamar laatención para esta mención del término Ge-stell,
aparentemente inocente y aparentemente desconectada del problema de la
«Der in den RiB gebrachte und so in dic Erde zuriickgestellte und damnil festgestellte Streit
ist dic Gestail. Oeschaffensein des Werkes heiBt: Festgestelltsein der Wahrheit in die Gestalt. Sic
ist das Gefilge, als welches der RiB sich filgí. Dey gefíigte 1dB ist dic Fuge des Scheinens der
Wahrheit. Was hier Gestalt heiBí, isí stets ausjenem Ste¡len und Ge-síelí zu denken, als welches
das Werk wesl, insofem es sich auf- und her-stellt.» (UKW, 51, subrayados de Heidegger). En este
punto, cualquiera de las das traducciones castellanaspublicadas de El origen del obra deArte son
inservibles. [jase y comupárese con la traducción aquí propuesta las de Rovira ARMENGOL en
Sendos perdidas (Losada, Buenos Aires, 1960). p. 52, y de Samuel RAMOS en Arte y poesía
(ECE., México, 1958), p. 100. Sirva el ejemplo para subrayar no tanto la dificultad de traducir a
Heidegger, cuanto Ja necesidad de poner en conexión la doctrina de los años cincuenta-sesenta con
la de los años treinta y, concretamente, los textos de FnT y de UKw, que se aclaran mutuamente,
para comprender globalmente la intención que guía la exposición heideggeriana. Un análisis de
este texto desde la perspectivade laobra de arte aparece enmi artículo «La mirada de Atenea. Sobre
la conferencia de Heidegger en Atenas», tSr-Revista de Filosofía, nY 15 (1992).
52 Véase (¡Kw, 51: «Indem dic Erde den 1dB lii sich zurficknimmt, wird der RiB erst in das
Offene hergestellt und so in das gestellt, d. h. gesetzt, was als Sichverschlieñendes und Behíltendes
isis Offene ragt».
‘4 UKw,51.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 143
~ (¡Kw, 72: «Durch das so gedachte Ge-stell klárt sich der griechisehe Sinn von ~opq4~als
Gestalt».
~ Kant und das Prablem der Metaphysik (KPM), obra de 1929, que integraba el proyecto de
la Ontología Fundamental, ofrece la base de la interpretación heideggeriana de Kant, base con la
que se conecta la posterior profundizaciónen la teoría de los postulados del pensamiento empírico,
tanto en Die Frage nach dem Ding (curso contemporáneo de la elaboración de (¡Kw) como en el
ya citado KTIIS, publicado en el mismo año que este último escrito.
56 Seña excesivo hacer aquí una amplia referencia a esta conocida teoría kantiana. Baste con
lada al ámbito global del mostrarse veritativo y topológico del ser. Cuando Kant
habla de laimaginación productiva como una facultad cognoscitiva, de la que no
se atreve a afirmar que sea la oculta «raízcomún» de las dos ramas fundamentales
de lacapacidadrepresentativa humana (sensibilidad yentendimiento), Heidegger
entiende la pura poiesis, el poder formador por el que surge toda figura, sea
fantasmal (objeto o sujeto) u obra efectiva. «El Dasein, en tanto que fundación
proyectante y yecta, es suprema efectividad en el ámbito de la imaginación,
teniendo en cuenta que con esto no mencionamos tan sólo una facultad del alma,
ni un entender transcendental (véase el libro sobre Kant), sino el acaecer
originario mismo (Ereignis)... la “imaginación” como acontecimiento del
iluminarse (Lichtung) mismo»57. Ge-stell podría, en este sentido, comprenderse,
mediante el símil de la imaginación ontológica, como el acontecer mismo de la
estructuración previa de toda imagen por la que el ser, en el mundo del proyecto
tecnológico, se deja ver. Leída a la manera heideggeriana, lateoría kantiana del
esquematismoproporciona el hilo moderno del velarse transcendental del origen
bajo la figura de la mera funcionalidad —es decir, del manifestarse del ser no ya
en su más puro y genuino producirse (sea al nivel del darse físico o del obrar
poiético) sino en su más extrema y decadente interpretación «técnica». En este
sentido, Ge-stell se afirma como un posicionar radical, que a lavez que expresa
una com-prensión fáctica (yecta) del mundo en su momento terminal, guardaaún
toda lafuerza originaria de proyecto, es decir, de pro-ducción de ser. Ge-stell es,
pues, la legalidad inherente a un hacer supremo que tiene, sin embargo, su topos
en la época de la máxima pasividad y rutina. Este doble carácter, esta cabeza de
Jano, es lo que permite a Heidegger, extremando la interpretación, poner al
descubierto en Ge-stell, tanto el supremo Peligro (la sozobra en el olvido del ser),
como la posibilidad de la salvación (por el recuerdo del vínculo hombre-ser).
El retrato de nuestra civilización urbana, móvil, ávida de novedad, es el
contrapunto del mundo campesino de la cultura ancestral, de raíz agraria,
templadoen lacultura de latierra como del espíritu, implantada en una naturaleza
próxima y dialogante tanto en la tremenda tempestad como en la afable bonanza.
El mundo moderno que nace en las ciudades libres de Italia y Flandes, en la
ruptura con la cultura del ocio y del sentido de lo sagrado, en la Reforma y en el
«humanismo» antropocentrista y que conduce alimperio del espíritu de empresa
(en el sentido del neg-ocio y capitalismo), de progreso y cosmopolitismo
ilustrado, termina, en nuestros días, en una «secularización» de todos los
“ La cita, aunque procede de los BzPh, CA 65 (1989), p. 312, se conecta explícitamente con
valores58 que, abordando todo lo real como mero hecho fluido e intranscendente
lo transforma en el espectáculo de una rutina, de la que toda imagen tiene la
figura. La no-rutina, lo que no aparece defmido por el contorno al que Martin
Heidegger quiso poner el nombre de Ge-stell, no puede llegar a laLichtung. Tal
es nuestra época de la tecnología avanzada, en la que el progreso se ha vuelto
rutina.
La imagen com-puesta, retocada, rasgada en el fondo histórico mediante el
ingenio y elcálculo de la voluntad de poder controladora, es la imagen purayfija
de todas las innumerables imágenesparticulares y cambiantes. Ya sólo vemos
lo puesto en escena, lo com-puesto en el escaparate, en la pantalla, en el tablón
de anuncios. Ge-stelles la ley de esa com-posición social de sentido, laregla pura
e histórica de construcción de toda imagen y to¿¿p valor Como esquema de
determinación de todo aspecto —iiopq~ de todo E t8oq—, es el com-puesto que
com-pone y, así, se im-pone. Ge-stell es el acontecer o producirse de la verdad
en elcuadro de una ~aoxñradical. La técnica es el esquema de la transcendencia
ex-sistente del Dasein en la época de cumplimiento de su destino histórico: la
construcción social de un mundo de imágenes, mundo «falso» a la vez que
verdadero, inmóvil en la rutina, a la vez que fluido en la continuidad de su
reprodución o trasmisión bajo la forma de «información». En este mundo en el
que estamos inmersos Ge-stell no es sino la configuración (en luD, aprove-
chando ecos etimológicos, Heidegger dirá constelación) dominante de nuestro
vivir, inseguros y crédulos en el mundo espectacular del imperio del hombre
sobre toda la naturaleza salvaje. «Letzter trñger¡sch Schein», postrera ilusión, el
hombre cree ser el«Besteller des Bestandes», pero en ellimite de ese trazado que
define los contornos de todo lo que esfondo o equipaje, de lo que ocupa el lugar
de ¡oque elhombre tiene a su cargo y encarga, se encuentra con que a él mismo
«sólo letratan como equipaje, fondo>’59. Mientras se contempla a sí mismo «en
la figura del amo de la tierra», laverdad —encubierta verdad- es que «con ello,
el hombre no se encuentra hoy en ninguna parte a sí mismo, es decir, su
esencia»W. Perdiendo de vista su esencia, se desfiguraen cuanto Dasein.Por ello
está en peligro.
Así, en fin, el significado de Ge-stellviene a desmarcarse del mero montaje,
del mero hacer encajar mecánico de lasvarias piezas de un cualquier mecanismo
técnico. Eso sería aún una concepción técnica de la técnica, una descripción de
lo que se incluye en elgénero de las cosas técnicas. El que tal montaje exista en
‘~ Véase Gianni VATTIMO: La fine della modernitñ, Garzanti, Milano, 1985, p. 15.
“ FnT, 34.
‘« FnT, 35.
146 Irene Borges Duarte
de la incansable búsqueda de las raíces etimológicas tanto griegas como alemanas. Véase
Heidegger, F.C.E., México, p. 18.
Los BzPh son el primer ejemplo relevante de este intento.
< Véase, por ejemplo, Brief 314 y 333. En ese sentido hay que entender el intento decidida-
mente poético de Aus der Erfahrung des Denkens.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 147
modelo del modo actual del acaecer del ser en su ahí humano. «Desafortunada»
no es, en consecuencia, la voz Ge-stelt
En cambio, si que es necesariamente insuficiente toda traducción que de ella
se intente. Traducir es interpretar, dar sentido. En el idioma, el «ser» viene a la
palabra de una forma concreta, ontológicamente determinada, que tiene sus
raíces en la tradición de un pueblo histórico. Ello condiciona las posibilidades de
saltar de un idioma a otro. Las dificuldades se incrementan cuanto mayor sea la
carga de pensamiento que lleve una manifestación lingúística. En efecto, los
enunciados científicos, esencialmente matemáticos, no sólo no presentan
dificultades de traducción, como no la necesitan. La ciencia «no piensa», tan sólo
calcula. El cálculo es meta-idiomático: se expresa en el lenguaje «abstracto» (no
concreto, como los «idiomas» fácticos) de números, variables y ecuaciones. En
cambio, la filosofía y la poesía manifiestan la manera singular como un pueblo,
en una determinada época histórica y mediante un uso concreto del idioma, da
voz a un desvelarse del ser. En cada palabra se expresa todo un mundo. Por ello
es tan «peligrosa» la tarea del traductor: incluso la más inócua de las versiones
«literales» está vehiculando a la vez dos mundos: el del texto traducido y el del
propio traductor. Si nos atenemos a la posible dimensión histórica de tan singular
tarea, toda traducción es a la vez el inicio de una «tradición».
Es conocida la tesis heideggeriana según la cual nuestra civilización nace de
la traducción del pensamiento griego a la mentalidad romana y de la expansión
de esta asimilación con la del imperio, hoy plasmada a nivel planetario. Así,
nuestro vínculo con el pensamiento griego originario perdura hoy, aunque ya no
en su forma originaria. El mismo Heidegger atribuye el inicio de la «in-
consistencia del pensar occidental», de su decidida desviación metafísica con el
consiguiente olvido del ser, a la aparentemente inócua traducción latina de las
palabras griegas: «Detrás de la traducción en apariencia literal y, en consecuen-
cia, conservadora, se esconde un trasladar de la experiencia griegae a otro modo -
depensamiento», dice en UKw, a propósitodelaversión medieval deuaoKttj¿svov
por subiectumM La llamada de atención es especialmente válida para sus propias
.
obras.
El pensamiento, como la poesía, es casi intraducible65. Se comprende la di-
versidad de versiones del término Ge-stell en cualquier idioma. Lo mejor, como
el mismo filósofo nos aconseja enluD a propósito de otra voz igualmente densa
~ 11Kw,?.
65 «s
0 wenigwie man Gedichte úbersetzen kann,kann man cia Denken úbersetzen»(Entrevista,
217; trad. 80).
148 Irene Borges Duarte
« luD, 86-87.
67 A título de ejemplo, menciónese la versión francesa de A. PREAU (Questions 1, Gallimard,
Paris, 21968), ampliamente divulgada. El término escogido es arraisonement, que significa ori-
ginariamente la inspección o reconocimiento técnico especializado, previo a la autorización de
salida de puerto que se da a un barco. Procedente del vocabulario náutico, el término indica, sin
embargo, una cierta forma de apreciación de la exactitud y funcionalidad de un mecanismo, la cual
conduce a la emisión de un juicio o veredicto (2.’ sentido, en el lenguaje corriente y periodístico),
determinante del comportamiento posterior. Como traducción de Ge-Mejí, y a pesar deque respeta
la idea de calculabilidad y la del carácter imperativo de todo peritaje, no traduce ni la etimología
niel amplísimo contexto significativo alemanes. Es una «traición» subjetivista (arraisonemení no
es una estructura material aparentemente neutra, sino eí juicio de un perito) e intelectualista
(subraya el aspecto de montaje y su lectura experta, no el de la «figura” y su captación no técnica
por el no-especialista).
~‘ VATTIMO (Saggi e discorsi, Mursia, Milano, 1976) propone, con cierta incoherencia,
traducir Ge-stell por im-posizione, «escrito con un guión para destacar el sentido originario de
stellen». Su lectura acentúa el aspecto de captación inmediata e «impositiva», es decir, deter-
minante de posición(es). No respeta, como eí mismo reconoce, eJ sentido de «conjunto’>, en su
doble vertiente (como articulación configuradora de elementos diversos y como «constelación»
hombre-ser). Esa riqueza del mundo «gestéllico», que está en la raíz misma de la técnica moderna,
no queda suficientemente clara en la traducción de Vattimo. VéaseAldi ib delsoggetto, Feltrinelli,
Milano, 1981, p. 66. La versión cast. de A. Carpio dice seguir a Olasegui, en su Introducción a
Heidegger (Rey, de Occidente, Madrid, 1967), pero puesto que utiliza el mismo término que
Vattimo, se le puede aplicar la misma argumentación que a este último.
‘< En su versión de La doctrina de la verdad según Platón, Santiago de Chile, 1957.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 149
importancia del com-), entendida en un sentido amplio. Del mismomodo que una
composición literaria implica una unidad sintáctico-semántica de significacio-
nes, que actuando como un todo sobre el lector, hacen plástico un mensaje y
suscitan de aquél una respuesta de adhesión o crítica, así también Ge-stell, en su
contexto propio, consiste en una cierta com-posición de materiales, la cual da
lugar a un orden calculado de lecturas, de tal modo que la composición com-
puesta deviene ley de un com-poner ulterior, es decir, orden, imposición,
imperativo. Su modo de poner es, pues,un imperar, walten, un tenerpodersobre.
Com-posición traduciría así —aunque de un modo mucho más insípido que
la voz alemana— ese modo de determinación del ser de los entes que hemos
procurado describir como unificación de un conjunto en el lugar de una figura.
“fIKSD, 145.
La tesis heideggeriana acerca de la técnica 151
situación, «hacer la experiencia de que el hombre está colocado por algo que no
es él mismo y que él mismono domina»~ es abrir laposibilidad de comprender
no sólo su situación, sino también su ser el «ahí-del-ser». Ser el «ahí» significa
«que elhombre es necesitado por el ser», que el ser (con todo su poder imperante)
necesita del hombre como de su moraday que, por tanto, aparecerá bajo cualquier
figura &or ejemplo, la de la técnica), pero al margen de todo control. Cuanto
menos despierto se halle el hombre para ello, más impotente se hallará, más
próximo del abismo. Pero si despierta, podrá descubrir nuevas posibilidades de
ser, y abrir, con ello, el camino a una «relación libre» a la esencia de técnica,una
relación ontológica capaz de habilitar eltránsito a una nueva época histórica. Por
ello, en la experiencia abisal del fenómeno ontológico de Ge-siel! ve Heidegger
un acontecimento radical y, por tanto,positivo.No es positivo simplemente porque
en la técnica se «da lugar» al ser, sino fundamentalmente en la medida en que el
reconocimiento de lo que es y de sus fronteras nihilistas, el enfrentarse a la
posibilidad ontológica de la nada en la experiencia de lo que en 1929 llamaba
«angustia» y a partir de 1936/38 prefiere nombrar como «temor’>(Scheu)7<, se da
un experimentar positivo de la negación, del retirarse del ser y, por tanto, un
recordar salvador del ser mismo. Es en este sentido, finalmente, que hay que
entender la última determinación de Ge-stell como «destello» o «preludio» del
Er-Eignis75.
La problemática heideggeriana de la técnica se aparta totalmente de los
ámbitos en los que habitualmente se la inscribe. No es tema meramente socio-
lógico o político76, ni siquiera propiamente ético77 o, en general, antropológico.
Es un suceso ontológico radical. La tesis heideggeriana se aparta, con ello, de
todapostura intervencionista, optimistao pesimista, experta o simplemente bien-
intencionada. Pensar la técnica es distanciarse de ella y verla no como algo que
puede y debe ser encauzado hacia la realización utópica de una sociedad más
Véase en la Entrevistael contexto en el que surge la cuestión &. 204; trad. 68-71) y el reconoci-
miento por parte del pensador que aquello que íe había llamado positivamente la atención en eí
nacionalsocialismo era su «encuentro con la técnica» como esencia de lamodernidad <1935,EiM).
Sin embargo, el planteamiento heideggeriano de lo político en la época tardía, del que es elocuente
la Entrevista, transpone la cuestión a un nivel radicalmente marginal a las «medias tintas» de lo
político: el del pensar que ya no es filosofía.
~‘ luiD, 80-81.
152 Irene Borges Duarte
«humana»78, ni mucho menos como algo que puede o debe ser rechazado, sino
como aquello que, porque es esencia de la modernidad, «hay que pensar», lo
Zudenkende.
Heidegger no está ni en favor ni en contra de la técnica. Ello sería creer aún en suDámonie,
como trasparece en posturas como las del «principio esperanza» de Bloch, al que Heidegger alude
veladamente (HKBD, 146), o de la utopía de su discípulo Marcuse, para quién la unidimensio-
nalidad de la civilización técnica, que hizo del hombre esclavo del trabajo y prisionero de su propio
man-power, puede aún ser reconducida éticamente hacia una civilización pura, que utiice la
máxima perfección técnica en aras de una sociedad orientada hacia la satisfacción, tipo W. Reich,
del principio del placer. Marcuse sigue, pues, preso de la fascinación de la técnica y olvida, como
recuerda Sachsse, el principio fundamental de la Cibernética según el cual «un sistema sólo es
controlable desde una posición externa al sistema». Véase a este propósito el excelente artículo de
Hans SACI-ISSE: «Dic Tecl’inik iii der Sicht Marcuses unó Heideggers», Proceedings oftheXVth
World Con gress of Philosophy, Varna, 1973, vol. 1, 375.
La tesis heideggerianaacerca de la técnica 153
‘9HKBD, 142.
~ Véase UKw, 49.
~ Por tanto, situada en la KrV en el lugar trascendental intermedio entre la Analítica de los
Conceptos y la de los principios, poniendo en conexión la Deducción transcendental de las
categorías con la doctrina de las modalidades.
154 Frene Borges Duarte
re-presentación). Sólo las cumbres del pensar filosófico —como Kant, Hegel,
Nietzsche—, han guardado lafuerza originariamente poiética del pensar mismo y,
por ello, han sidocapaces de darvoz alacaecermoderno del ser en larepresentación,
el concepto o el valor. En cuanto plasmaciones epocales los recoge y piensa
Heidegger. Pero, por la misma razón, ya no considera en la época terminal de la
metafísica haber ninguna cumbre filosófica posible. La filosofía, mero reflejo de
reflejos, «ha llegado a su fin», ha perdido su lugar en la época de la técnica. No
es interpretar, sino transformar el mundo lo que hoy se busca prioritariamente.
Permanece, sin embargo, lanecesidad de pensar lo que guardaaún, de alguna
manera, aunque lejana y olvidada, la fuerza prístina del proyecto: Ge-stell. Por
ello —porque sigue siendo una cabeza de Jano y, por tanto, une principio y fin,
origen y ocaso, porque es un «hacer hueco» al ser a lavez que lo obliga a ocupar
ese puesto que le ha sido de antemano asignado— por todo ello, Ge-stell es, fi-
nalmente, fugaz pero potente destello del Er-eignis. En este sentido aparece la
conocida cita de Hólderlin, «allí donde está el Peligro, crece también la salva-
ción»87. Con esta última metáfora anfibológicamente expresiva de la esencia del
mundo técnico, Heidegger avanza, a la vez, la posibilidad de un «paso atrás» y
una «salvación» no menos equívocos, cuyas formulacionesmás escatológicas~
manifiestan eldiálogo íntimo y constante de Heidegger con Hélderlin, quedando
necesariamente fuera del alcance del presente estudio.
Pensar la técnica es, pues, finalmente, rescatar su carácter eminentemente
positivo como «hacerse obra» y «traer a la figura» de la verdad, a la vez que
percibir y traer a la palabra lo que es inherente a toda poiesis, a todo «habla» del
ser: que, siendo «la más inocente» de todas las ocupaciones, es «el más peligroso
de todos los bienes». La época técnica es la síntesis ontológica terminal de la
historia del ser en su morada humana. Es terminal porque reúne todos los
términos de la articulaciónpoiética del ser y porque es ella misma eltérmino final
o más extremo de una teleología erigida en canon ontológico. «Contribuir a lacom-
prensión de esto: más no se puede pedir del pensar». Sin esperanza ni desespera-
ción, la tesis heideggeriana es afirmación escueta del pensar como serenidad.
Se resumen en la formulación triple del ya citado poema Pat,nos, de la frase final de Fn)’,
~‘