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PATOLOGÍA DE LA EVALUACIÓN

Patología general de la evaluación


se trata de desórdenes de procesos que afectan a grupos y a relaciones entre individuos.

Solo se evalúa al alumno: En este sentido sí es protagonista el alumno. A cada alumno se le asigna en el expediente un valor
numérico que parece ser de su exclusiva responsabilidad.
Se evalúan solo los resultados: En definitiva, no solo importa qué es lo que se ha conseguido, sino el cómo, a qué precio, con
qué ritmo, con qué medios, con cuántos esfuerzos, a qué costo, para que fines…
Se evalúan solo los conocimientos. Limitarse a la evaluación de conocimientos supone un reduccionismo escandaloso. Existen
otra serie de pretendidos logros que se contemplan debidamente en el proceso evaluador: actitudes, destrezas, valores…
Solo se evalúan los resultados directos, pretendidos: La pretensión de que el alumno adquiera un elevado nivel de
conocimientos, ejercida de manera despótica, puede engendrar una aversión muy perjudicial hacia el estudio.
Solo se evalúan los efectos observables: Existen efectos que no son directamente observables. Estos efectos, buscados o no
suelen pasar inadvertidos a los ojos del evaluador. Lo no observable no es equivalente a lo no existente. Ni a lo no relevante.
Se evalúa principalmente la vertiente negativa: El desequilibrio de perspectiva hace que la escuela esté más atenta a los errores
que a los aciertos de los alumnos y que los equipos de evaluación externa se prestan más a describir problemas y deficiencias que
a resaltar valores y logros.
Solo se evalúan a las personas: Es un error “someter” a los alumnos o a los profesores de un Centro a los coordinadores de una
reforma a una evaluación conclusiva sin tomar en cuenta las condiciones, los medios, los tiempos, los contextos en que se
desempeñan.
Solo se evalúa descontextualizadamente: La calificación alta o baja es considerada buena o mala dependiendo del contexto.
La disciplina puede ser considerada de igual manera.
Se evalúa cuantitativamente: El asignar un número a un alumno supuestamente es el resultado de un acto objetivo. Se ignoran
cuestiones como: La manera en que aprende el alumno, Cómo relaciona lo aprendido, Para qué le sirve lo aprendido, Si disfruta
aprendiendo.
Se utilizan instrumentos inadecuados: Los instrumentos de evaluación “objetivos” están cargados de subjetividad y/o
arbitrariedad.
*El pretexto de las pruebas “objetivas” es que son más justas, ya que “miden” a todos por igual..

Se evalúa de firma incoherente con el proceso enseñanza-aprendizaje. La incoherencia se establece


cuando se quiere realizar un aprendizaje por comprensión y se realiza luego una prueba de carácter memorístico,
rígido y repetitivo.
Se evalúa competitivamente: Se justifica la comparación con el pretexto de que sirve de estímulo e imitación.
Se desvía la atención del auténtico proceso del aprendizaje de cada individuo.
Se evalúa estereotipadamente: Al comienzo del curso el docente fija los criterios, porcentajes, momentos y
formas de evaluación. No se da la negociación con los alumnos.
No se evalúa éticamente: La evaluación ha sido un instrumento de control, de amenaza e incluso en ocasiones
de venganza hacia los alumnos críticos, reflexivos o indisciplinados.
Se evalúa para controlar: La evaluación en educación no suele ser educativa. La evaluación no repercute
en la mejora del proceso.
Se evalúa unidireccionalmente: La evaluación tiene sentido descendente, nunca ascendente. La Secretaría
evalúa a supervisores, éstos a directores, éstos a maestros y éstos a alumnos.
No se evalúa desde afuera: Una experiencia educativa necesita la evaluación externa para poder realizar una
mejora sustantiva.
No se hace autoevaluación:” Realizamos más progresos al reflexionar sobre nuestros errores que al
descansar en nuestras virtudes “(Popper)
Se evalúa distemporalmente: No se hace una buena evaluación sincrónica respecto al proceso de aprendizaje.
No se da la evaluación continua.
No se hace paraevaluación: La paraevaluación supone un análisis de contenidos y un juicio de valor que va
más allá de la simple descripción y análisis de la coherencia del programa y de la eficacia del mismo.
No se hace meta-evaluación: Es imprescindible establecer criterios que permitan evaluar los mecanismos de
evaluación. Se debe conocer: Quién evalúa, para quién evalúa, por qué evalúa, con qué instrumentos evalúa, de
qué modo se evalúa.

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