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EL IMPACTO DE LA CRISIS GLOBAL EN AMÉRICA LATINA

RESUMEN

Introducción
La crisis que experimentamos es producto de causas recientes y es que el auge de los
flujos financieros es demasiado volátil. Se trata de ciclos en periodos prolongados afectando la
calidad en la asignación de los recursos, la equidad y siembran desequilibrios que terminan en
costosas recesiones de la economía real. Por lo general Latinoamérica ha sido víctima de estas
crisis. Se han producido en la década de 1980, en 1995, en 1998-2003 y en la actualidad. La
globalidad de la economía hace que los impactos sean siempre de largo alcance en términos
espaciales, lo que requiere una corrección urgente a la arquitectura financiera internacional.
La globalización de la volatilidad financiera y la crisis.
La crisis actual se venía gestando desde hace tiempo debido fundamentalmente a las ideas
cortoplacistas y el favorecimiento de la especulación, y de los flujos internacionales producidos
por las facilidades del avance tecnológico. Finalmente las políticas macroeconómicas procíclicas
produjeron un escenario proclive a desequilibrios cada vez más explosivos, por la magnitud de los
recursos involucrados y por la propensión a la volatilidad que les caracterizaban. El dinero que se
mueve en los mercados cambiarios es 40 veces el empleado en bienes y servicios en el comercio
internacional. Esto da como resultado cierta inestabilidad e inseguridad ya que en cualquier
momento se producen variaciones lo que en definitiva afecta la economía real en el empleo, la
producción, las utilidades, la recaudación fiscal. El problema con la desregulación incluye tres
cosas: 1)la escasa regulación de los segmentos crecientes o nuevos impidió detectar los riesgos
que conllevaban y los fraudes que después se detectaron 2) los agentes de estos mercados que
asignan recursos en base a una visión cortoplacista generando una enorme volatilidad en las
macroeconomías nacionales 3) el enfoque neoliberal procíclico con fuertes ciclos cambiarios y
monetarios.
Aunque es difícil predecir cuándo se producirá una crisis, se pueden detectar sus causas de
gestación y se asocian a economías emergentes que son empujadas por entradas masivas de
capitales a zonas de vulnerabilidad que incluyen déficit elevado de cuenta corriente, importantes
pasivos externos, descalce de monedas, altos precios de los activos nacionales, endeudamiento
elevado de los hogares, tasas de interés decrecientes con aumentos en la oferta monetaria.
Mayor profundidad de los ingresos más fuerte será la crisis. Diversas combinaciones se dieron en
las crisis de 1982, 1995 y 1999, aunque algunos operadores financieros se han visto beneficiados,
lo que da cuenta de la paradoja entre la racionalidad del operador financiero y del
macroeconomista que debe cuidar la estabilidad.
La crisis de Estados Unidos comparte varias de estas fuentes de vulnerabilidad, pero
difiere en que es este país es el emisor de la principal moneda internacional y con un sistema de
operaciones que luego se exporta al mundo con una gran opacidad del riesgo. Pero también hay
otros factores como las burbujas del mercado inmobiliario dispersas por el mundo, las
innovaciones financieras que facilitaron los fraudes masivos, demasiada especulación con dinero
artificial, auge de los mercados bursátiles, inconsistente con la expansión de la base de
sustentación de los precios de las acciones que son los flujos efectivos de las utilidades netas. A
esto se suma el aumento del déficit, primero privado luego fiscal de Estados Unidos, desde 1990
hasta el año 2006. Las tasas de interés bajaron y aumentó la demanda de bonos del Tesoro, cuyos
precios se triplicaron. La especulación creciente y los herrados cálculos de las agencias
clasificadoras de riesgo aumentaron los desequilibrios.
El resultado fue una crisis como no se había visto en 30 años, solucionado, en parte con
políticas más pragmáticas y más eficaces que las de antes, pero la realidad muestra que la
corrección es imprescindible. En 2009 la economía mundial está en recesión y aunque se evitó un
caos, las pérdidas globales en producción, empleo y utilidades han sido enormes. En consecuencia
son necesarias las reformas que corrijan el sesgo especulativo y de opacidad. Se trata de un
“productivismo” que reemplace el “financierismo”.
El impacto de la crisis América Latina
Después de la crisis de 1995 hubo un leve repunte con nuevos flujos de capitales hacia
América Latina. Se creó la imagen de que las reformas habían sido exitosas, pero la inversión
productiva seguía baja. Se registró una apreciación del tipo de cambio que castigaba la producción
de transables además se observaban crecientes déficit externos. Se generaron nuevas zonas de
vulnerabilidad y así en 1998 se entró en una crisis que duró alrededor de seis años. Hacia el 2003
el crecimiento del PIB era menor al de la población. Desde fines de este año ya se produce un
aumento del crecimiento debido principalmente al shock externo positivo principalmente en los
términos de intercambio, aunque si las economías nacionales no hubiesen estado en equilibrio
macroeconómico no podrían haber respondido tan positivamente. En 2007 estalla una nueva crisis
externa y los efectos se verán con un leve retraso en América Latina, pese a los esfuerzos
realizados por los gobiernos y se enfrenta una crisis de bajo control. No obstante, desde 2008 se
vienen produciendo procesos recesivos y regresivos.
Del Consenso de Monterrey al G-20 de abril de 2009.
En 2002 se celebra en Monterrey una cumbre con el objetivo de acordar correcciones a la
evolución de la globalización financiera. Su enfoque más pragmático se orientó hacia la necesidad
de lograr niveles adecuados de inversión productiva. El documento del Consenso destacaba la
importancia de aplicar políticas macroeconómicas racionales y subraya la necesidad de considerar
el logro del pleno empleo, la erradicación de la pobreza y la búsqueda de balances externos
sostenibles, para lo cual es necesario un sistema bancario apropiado. Además de la búsqueda de
prevención de las crisis poniendo atención a las corrientes de capitales de corto plazo y que
entidades internacionales como el FMI fortalezcan la financiación compensatoria para evitar o
mitigar los efectos recesivos de los shocks externos.
La ONU ha elaborado informes de seguimiento al cumplimiento de los compromisos
adoptados en 2002 y propuestas de cómo alcanzar las metas. Además la Asamblea General ha
organizado diálogos de alto nivel sobre financiación para el desarrollo que culminaron en la
Cumbre de Doha en plena crisis de 2008. Esto reflejaba la preocupación de la ONU por la evolución
financiera, pero las instituciones financieras no mostraron mayor preocupación. Un informe de la
ONU profundiza muchos aspectos del Consenso de Monterrey y plantea un enfoque coherente
orientado a la elaboración de políticas para lograr los objetivos de dicho Consenso:
a) Estilo de gestionar la macroeconomía: orientado a una disminución de la brecha entre
producción efectiva y PIB potencial.
b) Intensidad y cobertura de la regulación y supervisión contracíclicas: fortaleciendo la
regulación, supervisión y transparencia de los mercados financieros, incluidos los fondos
especulativos de cobertura y los instrumentos derivados.
c) Mecanismos oficiales compensatorios de shocks externos y liquidez internacional: ya que
no se ha creado un organismo internacional compensador de faltantes de liquidez en los
países en desarrollo.
d) Rol de la calidad de los mercados de capitales nacionales en los países en desarrollo: se
hace hincapié en que los efectos de los ingresos de capital en el crecimiento económico
también dependen de la calidad de la intermediación financiera y de la política cambiaria.
La Cumbre de Doha, pese a la oposición de Estados Unidos, reiteró los planteamientos del
Consenso de Monterrey y reforzó el seguimiento del cumplimiento de los compromisos
contraídos. Los avances más significativos se dieron tres áreas:
1. El acuerdo de convocar una nueva Conferencia sobre la crisis financiera, lo que implica
la aceptación de que la ONU tiene derecho a una voz que algunos países pretenden
limitar solo al FMI y al BM.
2. El reconocimiento de que la arquitectura económica internacional requiere
correcciones, en consideración a los países medios.
3. El reconocimiento explícito de fortalecer el espacio de los llamados financiamientos
innovadores y un reconocimiento especial a la Iniciativa de Acción contra el Hambre y
la Pobreza.
Así desde el año 2004 se instauró esta Iniciativa para la Acción contra el Hambre y la
Pobreza en la que participan países del norte y del sur. Los fondos reunidos se han destinado a
proyectos para avanzar en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Otro proyecto en el que
participan unos 58 países del norte y del sur es el Grupo Piloto sobre Contribuciones Solidarias a
Favor del Desarrollo. Sabido es que el hambre y la pobreza también son consecuencia de la
evasión a paraísos fiscales. Por lo tanto la lucha contra esta evasión también podría convertirse en
una fuente innovadora de finanaciación para el desarrollo. Esto también es necesario revisarlo al
interior de los países en desarrollo donde la legislación tributaria es débil. La OCDE y el Comité de
Expertos sobre Cooperación Internacional en Cuestiones de Tributo. Desempeñan un papel
importante en este aspecto.
Conclusiones
Las repercusiones negativas de las crisis que subutilizan la capacidad económica instalada
y desalientan la construcción del futuro; ponen en riesgo la consecusión de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Por lo tanto es necesario cambiar la arquitectura financiera internacional
que favorezca el desarrollo y considere la voz de los países emergentes; que incluya una
regulación y supervisión integral al conjunto de mercados financieros, entre otras cosas. También
se necesita una nueva arquitectura de la financiación compensatoria a fin de suministrar liquidez
oficial y asistencia a las economías más afectadas. Para esto se deberían reiniciar las emisiones de
Derechos Especiales de Giro, en la línea acordada por el G-20 y refrendada por el consejo del FMI.
La inestabilidad es una característica perniciosa de la actual arquitectura financiera
mundial. Se debe abordar seriamente la prevención ya la gestión de las crisis financieras. Primero
se necesita la rentabilidad de los flujos financieros, que pagan pocos impuestos a expensas de la
economía real. Segundo, es necesario revisar los enfoques que defienden la apertura total de las
cuentas de capital. Tercero, hay pruebas cada vez más contundentes de que las corrientes de que
las corrientes financieras de corto plazo tienen un vínculo muy débil con la formación de capital en
los periodos de auge económico, en tanto que son causa común de depresión profunda y frenan la
inversión productiva. Este aspecto también debería ser abordado.

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