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Hace un poco más de dos siglos nuestro país comenzaba su historia como Nación independiente y
soberana.
Con el 25 de Mayo de 1810 comenzó en Buenos Aires un proceso revolucionario que perduró 10
años. Al principio, los políticos criollos no tenían muy claro el camino a seguir. Algunos proponían un
cambio moderado mientras otros propiciaban una ruptura tajante con España. Los primeros
gobiernos criollos instalados en Buenos Aires no fueron aceptados en varias zonas del antiguo
Virreinato.
En 1815 Fernando VII recuperó su libertad y envió tropas a sus antiguas colonias americanas para
aplastar las rebeliones, pero a pesar de ello a la región del Río de la Plata no pudo reconquistarla. A
principios de 1816, llegaron a Tucumán la mayoría de los representantes de las provincias para formar
parte de un Congreso General Constituyente con el propósito de dictar una Constitución. El país
atravesaba un momento crítico y difícil y el sueño de la emancipación se veía amenazado. En la sesión
del 9 de Julio
La mañana del 9 de julio de l816, bajo la presidencia de Francisco Laprida, el secretario Juan José
Paso leyó a los congresales la siguiente propuesta para votar: luego de leer la proposición dentro de
un clima de gran expectativa, preguntó a los diputados
¿Queréis que las provincias de la unión sean una nación libre e independiente de los reyes de
España?...
Los congresistas, más allá de los desacuerdos, respondieron afirmativamente con una aclamación
cerrada y luego, individualmente, ratificaron la aprobación.
Este consenso unánime respecto a la declaración de la independencia nos hace reflexionar respecto
a la valentía que tuvieron los protagonistas de nuestra historia para hacer frente a sus diferencias
personales y a las dificultades que se les presentaban.
A menudo, cuando nos referimos a los acontecimientos históricos, éstos suelen parecernos lejanos y
distantes, sin embargo, al recordar las circunstancias que rodearon los sucesos de 1816, tal vez
podamos encontrar un punto en común con nuestra realidad actual.
Recordemos que en 1816, nuestro país no pasaba por un buen momento ni en lo económico, ni en
lo político. Por otra parte, existía la amenaza permanente de una mayor penetración de tropas
españolas que luchaban por mantener su poder. Güemes apenas lograba controlar los ejércitos
hispanos que avanzaban en el norte del país.
También existían conflictos internos porque no se llegaba a un consenso respecto al sistema político
que se debería implementar. Pero sin embargo, pese a los numerosos desacuerdos y a todos los
inconvenientes, los congresistas reunidos en Tucumán optaron por declarar solemnemente la
independencia respecto de España.
¿Qué enseñanza nos dejan los hombres que construyeron nuestro pasado?
Han transcurrido más de 180 años desde que sucedieron estos acontecimientos y todavía escuchamos
decir que somos una nación joven que intenta constituirse a sí misma.
Lejos estamos de haber alcanzado la madurez necesaria para que todos los habitantes de nuestro
país puedan vivir con dignidad y de alcanzar el modelo de nación que anhelamos. Pero es fácil
responsabilizar a otros de nuestro destino, pensemos al menos por un momento que cada uno de
nosotros somos responsables y protagonistas del presente y futuro del país. La historia no la hacen
solamente los próceres sino también las personas comunes, como cada uno de nosotros.
Aún estamos a tiempo de revisar nuestras actitudes cotidianas y ser verdaderamente libres. Emulando
la valentía de aquellos que decidieron cortar lazos con España para ser responsables de una historia
independiente, podríamos asumir verdaderamente nuestro propio destino y construir un país
solidario, más honesto, más responsable y justo. Porque la Patria es algo más que un concepto
abstracto, es algo que creamos día a día, entre todos.
Ya un grito de entusiasmo
ha cubierto sus palabras.
Ya el Soberano Congreso
la Independencia proclama.
Ya todos cantan el Himno,
ya replican las campanas.
Ya en esa calle del Rey
es histórica la casa.
Ya es Tucumán el altar
y el corazón de la patria !