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Qué es Templanza:

El término templanza es de origen latín templararia, es una cualidad


humana que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con
sobriedad, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e
inconvenientes.
Del latín temperantia, la templanza está relacionada con la sobriedad o
moderación de carácter. Una persona con templanza reacciona de manera
equilibrada ya que goza de un considerable control sobre sus emociones y es
capaz de dominar sus impulsos.
La templanza es una virtud que permite al individuo controlar las pasiones,
vicios e impulsos frente a los encantos de los deseos, placeres o instintos. La
templanza requiere un buen juicio, prudencia, discernimiento, precaución y
sabiduría.
La templanza es un valor que permite al individuo tener dominio y control
sobre sus actos, logrando mantener el equilibrio, a través del disfrute de las
cosas buenas sin caer en el exceso ya que se puede transformar en dañino o
perjudicial para el propio. Por ejemplo: el alcohol, la comida o el sexo, que
pueden ser peligrosos si se deja a un lado la templanza. la templanza dotan a
los seres humano de libertad, ya que impide el surgimiento de vicios o el
sometimiento a los impulsos

Templanza en la Conducta
Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos
ofensivos contra nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o
esclavitud a las drogas.

Templanza
Una de las virtudes cristianas cardinales es la templanza o el dominio propio (I
Corintios 9:25; Tito 1:8; 2:2). Ésta aparece en la lista del fruto del Espíritu
(Gálatas 5:23). Somos amonestados a ser moderados y equilibrados en nuestra
conducta (Filipenses 4:5). Las Escrituras indican que tenemos la prerrogativa
de controlar nuestro pensamiento (Filipenses 4:8), enojo (Efesios 4:26) y lo
que decimos (Efesios 4:29; Colosenses 3:8). El ejercicio del dominio propio
refleja el poder de Dios en nuestra vida (I Corintios 9:27; II Pedro 1:5-11).

Conducta ofensiva
La Biblia enseña claramente que, como una demostración de nuestro amor,
debemos ser sensibles a las necesidades y los sentimientos de los demás
(Mateo 22:39; Romanos 12:9-21; 13:10; Filipenses 2:3-5). A veces tenemos
que controlar nuestros impulsos para no ofender a otros (Romanos 14:13-21; I
Corintios 8:9-13). De la manera en que conocemos a Cristo según el Espíritu,
así también debemos comprender a los demás para que no los juzguemos
solamente por su conducta externa (II Corintios 5:16). Nuestras relaciones
personales deben caracterizarse por el respeto y la tolerancia hacia las
diferencias (Romanos 14:2-3; I Corintios 8:8; Efesios 4:2; Colosenses 3:13; I
Timoteo 4:1-5).
Adicción y esclavitud
Uno de los beneficios principales de nuestra libertad en Cristo es la facultad
que tenemos para dominar los impulsos negativos (Juan 8:32, 36; Romanos
6:1-4; 8:2). Se nos aconseja no volver a quedar bajo el yugo de esclavitud
(Gálatas 5:1). Por lo tanto, un cristiano debe abstenerse de toda bebida
alcohólica y de cualquier sustancia química que forme hábito y altere el
ánimo. Debe evitarse el uso del tabaco en cualquier forma, la marihuana y
cualquier otra sustancia que cause adicción. Debemos también abstenernos de
actividades como los juegos de azar y la glotonería, las cuales profanan el
cuerpo, que es el templo de Dios o dominan y esclavizan el espíritu que ha
sido libertado en Cristo (Proverbios 20:1; 23:20-35; Isaías 28:7; I Corintios
3:17; 5:11; 6:10; II Corintios 7:1; Santiago 1:21).

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