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“El poder surge entre los hombres cuando éstos actúan unidos”

Hanna Arendt

Es imposible para el ser humano ser totalmente independientes; somos seres sociables

que necesitan de otras personas para lograr un cometido, es decir, interdependientes. A

pesar del esfuerzo que se puede colocar al momento de realizar una acción básica, como

comer, en realidad hay todo un sin número de personas que han trabajado para ello, desde

la persona que cosecha los productos que deberá pasar por quien los transporta hasta

llegar a una fábrica donde habrá alguien que controle una máquina o que lo haga con sus

propias manos, para luego empaquetarlo, transportarlo, venderlo, acomodarlo en un

supermercado y crear una red de compra-venta que ha sido establecida por el capitalismo.

No, lo seres humanos no podemos trabajar solos, nos hace falta de una construcción desde

el interior —el yo— hasta el exterior —una independencia psicológica—para crear una

cimentación social adecuada donde con nuestra independencia se pueda crear una

interdependencia.

Entonces, para lograr esta interdependencia, primero debemos crear hábitos que

nos permitan quebrar con la idea del negativismo. Primero, ¿qué es un hábito? Según

Covey, los hábitos son el conjunto de tres elementos básicos: Deseo, Capacidades y el

Conocimiento; si hago algo que al mismo tiempo deseo y tengo el conocimiento necesario

para hacerlo, estoy empezando a crear hábitos. “Nuestro carácter estará determinado por

estos, ya que son pautas que expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad o

inefectividad” Covey (2003). Lo que nos lleva a pensar en que todas nuestras acciones

tendrán una repercusión directa en cómo vamos a enfrentar la vida.

En un principio, cuando somos niños y no podemos valernos por nosotros mismos,

tendremos que ser seres totalmente dependientes, sino, no sobreviviríamos más de un día.

Necesitamos del otro totalmente; de nuestra madre para alimentarnos, de la familia para
crear los primeros vínculos con la sociedad, para vestirnos, para conocer las primeras

normas de convivencia, para aprender a hablar y para reconocer todo lo que nos roodea.

Con el paso de los años, y en un sistema gradual de nuestras acciones, toma de decisiones

y en base a nuestra madurez, lograremos establecernos como personas independientes en

la sociedad, nos apreciaremos como personas que pueden realizar múltiples acciones para

poder valernos por nosotros mismos; empezaremos a estudiar, a cocinar, será incluso más

fácil las relaciones con nuestros semejantes y no habrá la necesidad de recurrir a otra

persona para que nos ayude en nuestras actividades básicas. Finalmente, llegaremos al

punto necesario y en equilibrio con nuestro medio ambiente, la interdependencia. Con

ella, conocemos ahora que no podemos realizar todas las actividades solos, que

necesitamos de otras personas para crear victorias que serán llamadas públicas, mientras

que la dependencia será en base a victorias privadas.

¿Qué son las victorias privadas y públicas? Las victorias privadas nos aquellas que nos

permiten desarrollar nuestro carácter pasando de la dependencia a la independencia, nos

forjan como seres humanos y permiten que nos mantengamos en nuestro camino. Las

victorias privadas son, además, las que debemos plantearnos antes de visualizar las

victorias públicas, las cuales están direccionadas hacia la personalidad, el trabajo en

equipo, la cooperación y la comunicación; pasaremos de la independencia a la

interdependencia y de esta manera tendremos mejores aptitudes.

Con la interdependencia, el ejercicio de conocer todo, será incluso más fácil; tendremos

a nuestro alcance la oportunidad de trabajar con otros adecuadamente para contemplar el

cumplimiento de un objetivo común.

¿Cómo se logra esta interdependencia? Primero hay que enfocarnos en nuestro

pensamiento proactivo. ¿Cuál es la diferencia entre un ser reactivo y proactivo? Como

menciona Ares Parra (2004)


Si queremos entender la diferencia entre reactividad y proactividad, podríamos

decir que el reactivo piensa más en responder (aunque sea responder bien y

adecuadamente) y el proactivo no se preocupa tanto de dar respuestas sino de

hacerse preguntas, de cuestionarse qué estoy haciendo, cómo lo estoy haciendo,

por qué lo hago, cómo me gustaría hacerlo, lo podría hacer de alguna otra manera,

que debería de cambiar en cosas que creo que mañana no van a funcionar o cosas

que creo que la realidad me demandará hacerlo de manera diferente. (párr. 13)

Es decir, ser proactivo significa no solo quejarse por alguna situación en especial, sino

hacer algo para resolver esa situación desde un punto de vista acertado, desde lo interior.

Si hay un problema económico en el país donde se resida, una persona reactiva se quejará

por todo aquello que no podrá ponerle una solución, malgastará su tiempo y su esfuerzo

mental en aquello que le atormentará al serle imposible de resolver; sin embargo, la

persona proactiva, además de conocer sobre ese problema, se informará de manera

adecuada y, para entonces, habrá tenido un plan de contingencia. Una persona reactiva

no tendrá problema en crear falsas ilusiones y hablar de manera descalificativa cuando se

refiera a su problema sin resolver, no será capaz de mover un dedo por ello y si así lo

hiciera, a menos que le afecte directamente, no podrá resolverlo por sí solo y mucho

menos con solo palabras y ninguna acción importante y que represente un verdadero

cambio. Una persona proactiva, por otra parte, aceptará aquel problema, sabrá que no

podrá solucionarlo al quejarse todo el día y deprimirse por aquello, tomará la decisión de

levantarse y buscar una solución que funcione con ella o él, en la posición en la que se

encuentre. Este punto es uno de los más importantes, la gente debe aprender a ser más

proactiva al momento de plantearse nuevos objetivos.

Siguiendo con los objetivos personales, es plantearse adecuadamente las metas

que se tenga en la vida. Hay que pensar que, si ese fuera nuestro último día, ¿qué hemos
hecho? ¿Ha servido de algo sentarnos por horas a estudiar algo que no nos interesa o a

trabajar en algo que no nos apasiona? Nuestra meta debe ser algo que nos dé gusto hacer,

que no tengamos la necesidad de malgastar nuestro tiempo al momento de realizarlo.

Claro, este segundo hábito, como lo llama Covey, nos demuestra que no debemos tener

miedo de equivocarnos, es parte de la vida tomar malas decisiones, ya que permitirá que

tengamos conciencia de nuestros actos, de otra manera, si no cometiéramos errores, la

vida parecería ser fácil pero no aprenderíamos nada al respecto de ella. Entonces, una vez

que establezcamos los objetivos centrales de nuestras vidas se debe establecer prioridades

de tales objetivos, cuáles son los más relevantes y cómo cambian nuestra vida, si a un

corto o largo plazo.

Hasta este punto, se resuelven los objetivos personales, aquellas victorias privadas

que tiene cada uno. Como se ha mencionado, no todo puede valerse en el yo, sino que hay

que expandir nuestra mentalidad hasta lograr la interdependencia donde el yo sea capaz

de entender cómo funciona en el ámbito social y con armonía en el entorno que lo rodea.

Para ello hay que pensar en Ganar-ganar, así como menciona Covey. De nada nos sirve

crear enemistades y competencias que no le servirá a ninguna de las personas; se debe

ayudar al otro hasta el punto en el que éste termine ayudándonos a nosotros. Sería insano

pretender sentirse superior al ganar y ver al otro perder, principalmente porque en el

mundo, sea laboral o en los estudios, no sabemos cuando se puede invertir las situaciones

e incluso llegásemos a enfrentar los mismos problemas. Si permitimos que nos ayuden y

ayudamos, todos salen ganando porque se crean acuerdos donde ambas personas terminen

satisfechos con sus trabajos, de otra forma existirá un estancamiento en los objetivos

planteados anteriormente.

Inclusive para ello hay que conocer primero las necesidades de los otros y luego

dar a conocer nuestras propias necesidades. Se debe entender que la mentalidad de cada
persona difiere de la nuestra, es por ello que es importante aprender a escuchar primero

para poder dar soluciones y no darlas inmediatamente, buscando la salida más rápida.

Esto nos lleva de nuevo a la interdependencia, que estará basada en la sinergia que, según

Boisier (2002) es “una capacidad colectiva para intervenir sobre el proceso de desarrollo

de la región (en el caso de esta investigación), capacidad basada en la voluntad, pero sobre

todo en el conocimiento científico compartido sobre la estructura y la dinámica del

proceso” es decir, se busca crear una relación de sinergia al momento de no ser capaces

de realizar una acción por nuestros propios medios. Es decir, si no puedo hacer alguna

meta que me he planteado, difícilmente podré hacerlo solo, es por eso que la técnica del

Ganar-ganar funciona en todo caso. Al momento de juntar un grupo de personas que no

han sido capaces de encontrar una solución que los ayude a todos, será el momento de

crear sinergias entre las personas que estén dispuestas a ayudar. Claro que no siempre

existirá este convencimiento total, por ello es necesario conocer sobre las necesidades de

los otros para incluso trabajar en conjunto para conseguir un mismo objetivo.

Finalmente, hay que tomarnos tiempo para nosotros mismos. Si bien es verdad

que la vida de ahora es muy ajetreada, las personas estamos ocupadas en todo momento

y se nos es casi imposible gastar tiempo en nosotros, es bueno tomarse un descanso para

cuidar nuestro cuerpo haciendo ejercicio o leyendo un buen libro. La tensión del diario

vivir, el trabajo, los estudios y la ciudad, muchas veces puede desgastar nuestro cuerpo a

tal punto en que nos resultará incluso más difícil realizar nuestras actividades diarias,

limitará nuestra proactividad y no nos dejará crear relaciones de sinergia. Lo increíble es

que, creando el hábito de correr 30 minutos, leer 20 hojas de un libro antes de dormir y

salir de nuestra zona de confort, nos permite renovarnos y ver todo desde una nueva

perspectiva, y tener claro la manera de solucionar los problemas. Por supuesto, podemos

ponernos de mal humor, habrá días en que no tendremos energía suficiente para ser
proactivos, que, como toda persona normal, solo sentirá que los problemas invaden sus

vidas, pero es importante aquello que se dice coloquialmente “La unión hace la fuerza”.

A pesar de las situaciones imprevistas, será necesario acudir a alguien más, no solo con

respecto a nuestra salud física, sino también mental. Tomarnos el tiempo de analizar

nuestro cuerpo, qué le hace daño, qué evita que funcionemos correctamente, qué me

motiva a levantarme cada día, que me permite actuar de manera eficiente y eficaz, sin

perjudicar a nadie.

En conclusión, es indudable que el ser humano no puede estar solo, siempre

necesitará del trabajo en armonía con sus semejantes, sea al momento de estar estudiando,

en el trabajo con los compañeros de oficina o incluso cuando salimos a la calle para

resolver un problema personal. Pero primero, hay que conocernos a nosotros mismos,

tener claras las metas que queremos cumplir, no malgastar nuestro tiempo en problemas

innecesarios que no tienen una solución, no meter cabeza a aquello que en realidad no

podemos resolver por nuestros propios recursos. A veces, nos creemos autosuficientes y

que podemos hacer todo lo que nos propongamos en base a nuestros propios medios, sin

embargo, se suele olvidar de un factor importante: el factor humano. No solo para

relacionarnos con la sociedad, sino para que, en conjunto, se pueda implementar algunas

opciones que nos den apertura a la solución de problemas. Claro, que tomarse un tiempo

para nosotros no está mal, de esta forma podemos replantear nuestros objetivos, la manera

de solucionarlos e inclusiva nos lleva a pensar de manera proactiva. El egoísmo deja de

ser una opción al momento de crear estos hábitos que permiten que las relaciones con las

personas no sean de dependencia, sino de un trabajo en vinculado para el bienestar de

todas las partes que conforme aquello.

Bibliografía:
Ares Parra, A. (2004). La conducta proactiva de los emprendedores.

Boisier, S. (2002). Conversaciones sociales y desarrollo regional, potenciación del

capital sinérgico y creación de sinergia cognitiva en una región. Chile.

Covey, S. R. (2003). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Editorial Paidós

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