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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Drogas, salud y sociedad


Presentado por: María José Robayo Garzón
Fecha: Febrero 18 de 2019

Despenalización de las drogas en Colombia: una “nueva” perspectiva a un


antiguo problema.

El consumo de sustancias psicoactivas no ha sido percibido siempre como una


problemática que la sociedad deba enfrentar. Con el paso de los años y la
inminente globalización, “las novedades tecnológicas y de comunicación, el
aumento de la disponibilidad y la diversidad de compuestos sintéticos con
propiedades psicoactivas y causantes de dependencia” (OMS, 2016), lo que en
principio parecía ser una práctica cultural y ritual, se ha convertido en uno de los
mayores problemas legales, de seguridad y de salud pública en la actualidad.

A través de los diferentes gobiernos, tanto nacionales como internacionales, se ha


declarado una guerra a las drogas que, fallidamente, se ha enfrentado con
millones de recursos humanos, monetarios y temporales. Es por eso que en el
presente ensayo presento una propuesta a la problemática en Colombia, que
consiste en la despenalización de las drogas, a través de la cual se mitiguen los
efectos negativos del consumo de sustancias psicoactivas en los ámbitos
anteriormente mencionados.

En primer lugar, es necesario aclarar el concepto de despenalización y


diferenciarlo de legalización, pues suelen ser errónea y fácilmente confundibles.
La Real Academia Española define el término despenalización como el acto de
despenalizar, es decir, “dejar de tipificar como delito o falta una conducta
anteriormente castigada por la legislación penal” (RAE, 2019). Por otro lado, la
legalización es la “ampliación de las normas jurídicas positivas a esferas o
actividades antes excluidas del ordenamiento positivo (la norma escrita).”
(Enciclopedia Jurídica, 2014). De lo anterior es posible afirmar que es posible
encontrar casos en los cuales, las conductas no se encuentran penalizadas, pero
no por ello significa que sean legales. En esa medida, se busca contrarrestar los
efectos negativos de dicha conducta, limitando en una menor medida la libertad de
los sujetos frente a una situación particular.

Ahora bien, en el caso particular de los estupefacientes en Colombia, éstos se


encuentran penalizados por diferentes actividades en los artículos 323 (sobre
lavado de activos) y los artículos del Título XII Capítulo II del Código Penal (sobre
el tráfico de estupefacientes y otras infracciones) para un total de 12 artículos en
los que se considera la fabricación, el cultivo, el transporte, el porte y la
comercialización, entre otras actividades, como atentatorios contra la salud
pública. Asimismo, en la Ley 745 de 2002 se reguló el consumo y porte de dosis
personal de estupefacientes o sustancias que produzcan dependencia con peligro
para los menores de edad y la familia, mediante la cual en nueve artículos se
sanciona el consumo, porte y almacenamiento de sustancias que pongan en
peligro la estructura social básica que es la familia.

Bajo este escenario, es fácil comprender el miedo que produce el cambio de


paradigma frente la guerra contra las drogas, pero Colombia se encuentra en un
punto de inflexión en el cual “la estrategia basada exclusivamente en la prohibición
y la represión solo ha generado más muertos, más presos y organizaciones
criminales más peligrosas” (Santos, 2018). En ese sentido, la despenalización del
consumo de drogas en Colombia traería algunos beneficios en materia de salud
pública, corrupción, sociedad, económica, política, entre otros.

En primer lugar, con el paso de los años y los resultados insatisfactorios de la


lucha contra las drogas, es cada vez más claro que gran parte del problema es de
salud pública, pues en un informe de la Comisión del Consejo para la Política
sobre Drogas en Colombia se estableció que “la criminalización de los usuarios de
drogas no solo no ha demostrado beneficios de salud pública sino que por el
contrario ha tenido efectos contraproducentes, al marginar a los consumidores y
agravar su problema de salud” (El Espectador, 2013) En esa medida, le estrategia
debería encaminarse a reducir la complejidad y los costos de los tratamientos, así
como a la apertura de Centros Experimentales en Terapia de Sustitución para
Adictos, como medidas que pretenden mitigar los efectos del consumo de drogas.

En segundo lugar, la educación juega un papel fundamental en el desarrollo del


pensamiento de los consumidores y posibles futuros consumidores, así como de
las mismas políticas públicas en la materia. Lev Vygotsky; psicólogo fundador de
la psicología histórico- cultural, plantea en su obra la idea de que el desarrollo de
los seres humanos puede explicarse solamente en términos de la interacción
social; pues este “consiste en la interiorización de instrumentos culturales, como el
lenguaje, que inicialmente no nos pertenecen, sino al grupo social en el que
nacemos y al que pertenecemos.” (Ivich,1994) .

Lo anterior nos permite robustecer la idea que concibe el “consumo de drogas


como una construcción social” (Slapak & Grigoravicius, 2006) que desemboca en
percepciones predeterminadas por la sociedad. En esa medida, si desde
tempranas edades se fortalece la educación de los menores en temas como el
consumo de sustancias psicoactivas, alcohol, tabaco, educación sexual, entre
otros temas “tabú” en Colombia, la interiorización de que la problemática no
finaliza en su consumo ni su solución es la prohibición y la estigmatización, el
manejo a futuro de la problemática sería menor, sin tener en cuenta que la
educación sea de tal calidad que las personas logren por si mismas tomar
voluntaria y autónomamente la decisión de abstenerse del consumo de dichas
sustancias.

Finalmente, y como estudiante de Derecho, me es claro que las Ciencias Jurídicas


no siempre constituyen una herramienta viable para la solución de problemas
sociales. Si bien el Derecho se ha intentado adaptar a las necesidades de la
sociedad moderna, en muchos casos resulta insuficiente, pues en un país como
Colombia, “las leyes no empiezan a existir cuando se promulgan, sino cuando
echan raíces en la sociedad, convirtiéndose en hábitos colectivos” (Yepes, 2015).
En esa medida, pretender que mediante la criminalización de conductas como el
consumo de drogas se logre una lucha efectiva contra las mismas, disminuyendo
no solo su producción, sino también su comercialización, almacenaje, porte y
consumo, es más una finalidad utópica e idealista que una meta realmente
alcanzable. Si bien un país como Colombia puede no encontrarse listo para la
legalización del consumo de las sustancias psicoactivas, si ha dado pasos
importantes en la lucha contra las mismas al darse cuenta que la política
prohibicionista no ha logrado mejorías en los últimos 40 años de lucha contra las
drogas.

Por esto, la existencia de un gobierno actual que se rehúsa a la legalización o


despenalización de las drogas y planea continuar con la erradicación forzosa de
cultivos con fumigaciones con glifosfato, por ejemplo, me es preocupante como
estudiante y nacional colombiana, pues choca contra los preceptos de la campaña
política del gobierno y los ideales ambientales, sociales, políticos y económicos
que exige el siglo XXI.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, si bien la despenalización no ha sido


seriamente considerada desde el año 2014 en Colombia, se ha perfilado como
una iniciativa mundial que permite mitigar el impacto del mundo de las sustancias
psicoactivas, pues a pesar de que la despenalización se ha mostrado como una
alternativa paternalista y “alcahueta” a los ojos de muchos de sus opositores,
quienes piensan que la implementación de este tipo de políticas traerá un aumento
en el consumo de estas sustancias, así como una expansión en el tráfico y la
violencia, también ha demostrado ser una alternativa viable en una sociedad llena
de paradigmas, tabús y complejos, que necesita de un pensamiento flexible y de
mente abierta y, al mismo tiempo, mantenga un horizonte y una meta claros, que
le permita impartir orden de manera justa, respetuosa e incluyente.
Bibliografía
Bárcena, L. (s.f.) ¿Legalizar las drogas? Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo. Recuperado de:
https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/prepa4/n4/m18.html

Código Penal Colombiano [CPC] Ley 599 de 2000. Ed. Legis

El Espectador (2013) La despenalización del consumo de drogas se perfila en


Colombia. Recuperado de:
https://www.elespectador.com/noticias/judicial/despenalizacion-del-consumo-de-
drogas-se-perfila-colomb-articulo-423421

Enciclopedia Jurídica (2014) Legalizar. Recuperado de: http://www.enciclopedia-


juridica.biz14.com/d/legalizaci%C3%B3n/legalizaci%C3%B3n.htm

Ivich, I. (1994). LEV SEMIONOVICH VIGOTSKY. Perspectivas: revista trimestral


de educación comparada, XXIV(3 y 4), 773 - 799.

OMS. (2016) La dimensión de salud pública del problema mundial de las drogas.
[PDF] Recuperado de: http://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/EB140/B140_29-
sp.pdf

Real Academia Española (2019) Despenalizar. Recuperado de:


https://dle.rae.es/?id=DJksG1J

Santos, J.M. (24 de abril de 2018) Palabras del Presidente Juan Manuel Santos
en la Reunión de Alto Nivel sobre Paz Sostenible [Video] Recuperado de:
http://es.presidencia.gov.co/discursos/180424-Palabras-del-Presidente-Juan-
Manuel-Santos-en-la-Reunion-de-Alto-Nivel-sobre-Paz-Sostenible

Slapak, S. & Grigoravicius, M. (2006). “Consumo de drogas”: La construcción de


un problema social. Anuario de investigaciones, XIV, [239-249]

Yepes, H. “Introducción” Constitucional General II. Pontificia Universidad


Javeriana. Periodo 2015 - 2

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