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ANATA: EXPRESION CULTURAL DEL MUNDO ANDINO

Bolivia país multicultural se presenta en la actualidad como un espacio donde se dieron grandes
transformaciones históricas. En ese sentido las transformaciones socioculturales que se dieron en
sociedades milenarias como la Quechua y Aymara, mediatizadas por antagonismos de clase, expresados
en relaciones de dominación y explotación, por lo tanto estas sociedades a partir de la colonia han sido
oprimidas social y culturalmente.
Nadie duda de los grandes aportes de la modernidad al progreso, pero tampoco cabe duda alguna sobre
los males que se derivan de el, imprimiendo en nuestra realidad histórico-cultural aspectos negativos,
incidiendo directamente en las culturas andinas.
Sin embargo, las culturas andinas a lo largo de todo este proceso histórico, han desarrollado estrategias
que les han permitido sobrevivir a siglos de humillación.
En ese sentido entendemos que la religión es una de las grandes fuerzas motoras de una sociedad, tanto
a nivel individual como colectivo, constituyéndose la religión en un sistema de creencias, ritos,
símbolos, prácticas, formas de organización y normas éticas, con universo de personajes, divinidades,
espíritus, etc. señalados por M. Marzal. De este modo la relación naturaleza-cultura ha sido estudiada
por la antropología, siendo esta, la disciplina que más se ha ocupado del tema.
En el mundo andino cada hombre cada mujer tiene muchos tratos con un sin numero de divinidades y
espíritus. El mundo de los espíritus al que hacemos referencia, para el hombre andino, es tan real como
el mundo de los hombres . Así el concepto de religión de una u otra manera siempre está ligado al de
religiosidad, tomando en cuenta que este último se acentúa en los aspectos referidos a las prácticas y
los ritos que están profundamente arraigados en el “saber andino”, que además permiten ser
escudriñadas y contextualizadas dentro de un marco antropológico, para de esta manera tener una
aproximación más cabal sobre la temática, para poder entender esta interrelación permanente que se da
entre la sociedad (humana y extrahumana) con la naturaleza, los cuales al conformar el universo, son
inseparables por estar interrelacionados en reciprocidad, relacionados dentro de la lógica del mundo
andino.
En este contexto la religión del mundo andino está íntimamente ligada a la práctica agrícola,
permitiendo y cumpliendo una función social; ya que permite la interrelación e interacción a dos
niveles, primero a nivel familiar y luego a nivel comunal, proyectándose en la esfera religiosa el
comportamiento social expresado en la “reciprocidad” característica cultural propia del mundo andino.
Para entender por así decirlo los móviles de la fiesta de el “anata”, tenemos que tomar muy en cuenta el
ciclo climatológico anual que corresponden a las actividades y ritos agrícolas en los Andes.
Tres son las estaciones que caracterizan el tiempo en el altiplano andino: época seca, época de lluvias y
época fría. Según el ciclo climatológico y en la época seca comienza la siembra en el mes de agosto,
donde se realizan ritos de siembra; posteriormente dentro del ciclo ritual y a comienzos del mes de
noviembre, se celebra la fiesta de “todos los santos”, y en la época de lluvias a fines del mismo mes se
realizan los ritos de la lluvia y protección, pasando así a la “fiesta de Anata” en los meses de febrero y
marzo para concluir con los ritos de cosecha con fiestas patronales. Estos ritos principalmente están
dirigidos a la “Pachamama” y los achachilas como el Sajama, el Illimani, el Mururata y el Qaqaka
(Wayna Potosí), dirigiéndose el hombre andino a ellos con mucho respeto y cuidado, evitando ofender
a alguno; recordando también a los espíritus inferiores visibles e invisibles , lejanos y cercanos;
deidades benefactoras del mundo andino. Sin embargo estas deidades también son percibidas como
ambiguos, dependiendo del comportamiento de los comunarios recibir castigos o bendiciones de sus
benefactores así como de los espíritus que tienen en el mundo sobrenatural.
En el contexto religioso del mundo andino, es relevante hacer mención a elementos como la coca y el
alcohol. La coca ha sido por mucho tiempo y aún hoy es conocida como la “hoja sagrada”; sin embargo
en estas sociedades tradicionales, el alcohol es considerado aún mucho más sagrado. Carter y Mamani
señalan que la coca, es utilizado en contextos completamente seculares, mundanos; es decir, en el
trabajo agrícola, en los viajes, etc. y en la mayoría de los casos es consumido por individuos aislados o
grupos sociales reducidos. En cambio el alcohol es reservado para ocasiones que directamente se
relacionan con el mundo de lo sagrado, con lo sobrenatural; ningún rito comienza sin antes ch’allar.
En el altiplano andino cuando comienza un nuevo ciclo climatológico, también empieza un ciclo ritual
donde de diferentes maneras el campesino se aproxima a la realidad que le rodea pudiendo estas ser
definidas por los grados de penetración en ella como es el caso de los rituales agrícolas que están
relacionados con la “anata” (juego o fiesta dedicada a la fecundidad). Anata, en este sentido, es la
fiesta de la fertilidad. Ya no hace falta orar tanto. Se alimenta a Anata y a las almas, pero es más por
reconocimiento y agradecimiento que por preocupación. Se trata también aquí de una manifestación de
la relación entre la fecundidad humana y la fecundidad de la tierra,
En sí se trata de un movimiento cíclico que empieza, por así decirlo, en la superficie, allí donde el
hombre andino habita, allí donde busca la armonía y equilibrio con la naturaleza y lo sobrenatural, y
desde allí puede ser capaz de penetrar hasta lo más recóndito de la realidad. No es un movimiento
irracional, fortuito o inconsiderado, sino que deliberado y meditado, orientado hacia un objetivo claro:
sobrevivir de la mejor manera posible. En función de alcanzar esta meta, está siempre la cosecha y, en
función de ella, las diferentes actividades agrícolas. De esta manera el hombre andino se dirige a su
chacra junto a su arado y bueyes para comenzar un rito, el rito de la pre-cosecha y roturación de la
tierra que se celebra en los meses de febrero y la primera quincena de marzo, coincidiendo con el
carnaval cristiano.
Según Ludovico Bertonio cronista español del siglo XVI en su obra Vocabulario de la lengua aymara : el
verbo anataña tiene un significado general. En la primera parte de su vocabulario este verbo está así:
“Jugar: Anatatha”. Sin embargo, parece que se trataba de un juego, denotando un ambiente festivo
porque también encontramos: "Fiesta, o juegos: Anataña". Tampoco se sabe desde cuándo se ha
empezado a usar el término Anata a las fiestas por su relación con la pre-cosecha. Pero hoy en día en
los diccionarios la Anata, está directamente relacionado, con el Carnaval cristiano.
En las comunidades campesinas del departamento de Oruro y cabalmente en la época de lluvias se
tocan principalmente instrumentos “secos” como la “tarqa y el pinkillu” tan solo para mencionar
algunos. Entendiendo así que tiene propósitos rituales y la música misma como una expresión cultural
de los andes; ya que cuando hablamos de lo “seco”, el hombre andino hace referencia a las regiones
altas, al altiplano. Por otra parte nos parece necesario mencionar que instrumentos aerófanos como el
“siku” por ejemplo, están hechos de cañas tropicales. Manifestando de esta manera el todavía presente
“control vertical de los pisos ecológicos” como mudo testigo de la economía y organización social del
mundo andino, al mismo tiempo de que los adornos que llevan los participantes en los bailes como las
plumas de “suri” y “papagayo” que pertenecen a la zona amazónica, en oposición a las plumas de
“pariguana” , a los cueros de “vicuña”, “zorro”, todos ellos habitantes del altiplano boliviano.

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