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Alicia en el país de las maravillas

- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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Alicia en el país de las maravillas
- ¡Que el jurado considere su veredicto! -ordeno al rey, por centésima vez aquel día.
- ¡No! ¡No! -atajó la reina-. ¡La sentencia primero!... ¡Ya habrá tiempo para el veredicto después!
- ¡Qué insensatez! –exclamó Alicia en voz muy alta-. ¡La sentencia antes que el veredicto!
- ¡A callar! -vociferó la reina, poniéndose morada de rabia.
- ¡Pues no me callo! –respondió Alicia.
- ¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el menor movimiento.
- ¿Quién le va a hacer caso? –dijo Alicia (que para entonces ya había recobrado su estatura de todos los días)- ¡Si no son más que un mazo de cartas! Al oír
esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
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