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PROCESO DE

EVANGELIZACIÓN
La labor evangelizadora en el Virreinato Peruano empezó el mismo día que los
españoles arribaron a estas tierras y emprendieron su empresa de conquista.
Las primeras acciones importantes de evangelización empezaron después del:

Primer Concilio Limense en 1551. La primera medida a tomar fue el


bautizo de indígenas, que en el acto debían abandonar las prácticas idólatras
y todas las formas que iban contra las leyes eclesiásticas y contradecían los
mandamientos católicos.
En el segundo Concilio Limense (1567-1568) se retoma la idea de
destruir las huacas y de colocar en su lugar cruces o levantar una iglesia o
ermita en caso que la huaca haya sido un importante lugar de culto.
El Tercer Concilio Limense (1582-1583) marcó un cambio significativo en
la evangelización peruana. Lo nuevo fue en materia de textos y catecismos.
Las distintas órdenes debían utilizar los mismos materiales de enseñanza y
adoctrinamiento. Para ello se debía conocer a fondo la lengua quechua (y sus
variantes). Los jesuitas fueron los más entusiastas con esta nueva metodología
de evangelización debido a que el catecismo era una de sus principales
virtudes.

METODOS DE EVANGELIZACIÓN
Evangelizar implicaba que los nuevos cristianos o neófitos aceptaban los
dogmas católicos, pero a la vez asimilaran las nuevas costumbres.

Método de la tábula rasa.


Consistió en la repetición memorística del catesismo, cuestionario de
preguntas y respuestas referidas a los principales dogmas católicos.

Método de la sustitución por similitud

Cuestionó el método de la tábula rasa, se planteó la necesidad de una


adecuada catequesis, es decir enseñanza sistemática de la fe. Con este afán
se buscó evangelizar mediante similitudes entre el cristianismo y las
tradiciones culturales nativas.
Sin embargo confundió a las poblaciones nativas que al tener la noción de un
solo Dios presente en el catolicismo se le identificó con el dios Viracocha,
como idea más cercana al Dios cristiano.

LA INQUISICIÓN
En el Virreinato Peruano el Tribunal de la Santa Inquisición se estableció
durante el gobierno del virrey Toledo, por real cédula de 25 de enero de
1569. Empezó a funcionar el año siguiente, en 1570. Estuvo bajo la dirección
inicialmente de los dominicos y luego de los mercedarios, pero después
jesuitas acapararon sus más altas esferas.

La misión de la Inquisición no era otra que combatir a los herejes. En este


sentido, sus atribuciones eran las mismas que el tribunal inquisitorial de
España. Se buscaba, con esto, preservar la Fe Católica. En un comienzo, su
acción no tenia alcance sobre los indígenas; puesto que solo se condenaba
herejía, pero pronto las atribuciones de esta institución se ampliaron al
seguimiento de causas por blasfemia, poliga

mia, hechicería, idolatría, etc.,


comprendiendo dentro de sus alcances al pueblo nativo. La jurisdicción de la
Inquisición Limeña se extendía hasta las audiencias de Charcas, Chile y Quito.

La aplicación de tormentosos castigos corporales eran ejercidos por hermanos


de la orden de Santo Domingo, mientras que los de San Juan de Dios se
encargaban de cuidar a los enfermos. Este rígido y severo tribunal envió a la
hoguera a 40 personas por herejes, mientras que, en conjunto, con el proceso
seguidos por otras causas el número de sentenciados llegó a 371, hasta que
dejó de funcionar en 1761. Todo esto desenvolvió un sentimiento adverso al
tribunal, tal es así que a su supresión, en 1761, se produjeron
manifestaciones de contento popular en el ambiente del Perú virreinal,
especialmente en Lima.

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