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Alejandro Leibowich

En la teoría conocida como “la armonía de las esferas”, Pitágoras proponía


que el Sol, la Luna y los planetas emitían un único zumbido basado en su
revolución orbital. Hay cierto latido secreto allí, una suerte de “Frères du
coeur”. De forma extraña como que se comparte esa suerte de metrónomo
sincopado, ese latido. La cualidad de la vida en la Tierra podría reflejar, el
tenor de los sonidos celestiales que son imperceptibles para el oído humano.
Está llegando un vuelo desde Alemania, cierta cuestión de constelaciones y
espacios barrocos. A veces hay una cancrización bachiana, es inevitable.
Como una banda de Moebius de discurrir un discurso interminable.

La percepción del tiempo cambia desde un avión, hay como un


encapsulamiento de aire, aunque no se lo comprenda. Se puede entender
cierta transición. Cuestiones perceptivas, comprender desde los sentidos, no
es necesariamente comprender con la mente, pero no deja de ser
comprender.

Llegaba la noche, la noche no como un momento del día, sino como un


refugio, un lugar, y tal vez un punto de contacto, de comunicación.

“En su interminable travesía por el vacío, se pensó que la sonda podría


cruzarse con vida extraterrestre. Para coronar ese momento, la Nasa decidió
incluir discos de oro en cada una de ellas, con sonidos e imágenes de la
Tierra. La idea, diseñada por el astrónomo Frank Drake, fue desarrollada por
el equipo de Carl Sagan y Ann Druyal".

“Entre sus pistas se encuentran la canción ‘Johnny B. Goode’, del músico


recientemente fallecido Chuck Berry, el aullido de un coyote, saludos en 55
idiomas y el sonido del beso de una madre a su bebé. Para escucharlas sólo
es necesario colocar el disco en un fonógrafo que viaja por el espacio y seguir
las instrucciones adjuntas". Y por supuesto Bach, tocado por Glenn Gould.
Ahora mismo está sonando en el espacio de cierta forma.
Tamar se puso sus auriculares, y empezó a escuchar un concierto de Elgar.
Miró por la ventana, había cierta reacción vacía en la oscuridad, como que
intentaba despegarse en parpadeos de la realidad. ¿Cómo sería esa chica
argentina llamada Laura?, se preguntó con una increíble y sutil profundidad.
Superficial profundidad, males de esta época. En eso sonó un llamado. Era
zona autorizada, para ser “dioses con prótesis” al decir de Freud. Esto de la
tecnología moderna y ciertos sueños platónicos del mundo virtual. Era Guy
Sternberg, hablando de un nuevo proyecto de manera muy animada. Se
mezclaron ejemplares de The Guardian, Der Spiegel, Clarín y Página/12. Todo
puede mezclarse en un tipo de recuerdo presente. El cual existe, ella lo sabe
que existe. Sólo el misterio nos hace vivir, sólo el misterio… El violoncelo
solista parecía sobresalir en la grabación, en una misteriosa topografía
sonora. Desde los distintos relieves, las distintas capas de sonido, llegaba la
voz más personal de Elgar en ese registro. Era un Davidov. Caer en sueño, un
coma ligero, no es algo tan inusual, toda la gente suele frecuentar el mundo
onírico. Como sea, con los auriculares puestos, ella se dejó llevar a otro nivel
y empezó a mirar con más atención por la ventana. O tal vez con más
atención desde la oscuridad se proyectaban sombras, incluso desde algunas
nubes que se podían insinuar se vislumbraban como destellos, algún tipo de
origen ígneo parecía manifestar eso. Una suerte de infierno del Dante como
que alimentaba, destellaba y perfilaba llamas. Estatuas, también había
estatuas.

-Tengo una terrible jaqueca o algo así, creo que estoy soñando pero estoy
consciente.

-¿Quién está diciendo eso?

-Soy yo, Laura, ¿podés escucharme?


-Sí, claro que puedo, pero no te conozco del todo bien, sólo se tu nombre.
Aunque tal vez te conozca, sí, pero de antes…

-¿De antes cuando? ¿Podés verme? Esas llamas son el engaño.

-Es todo muy confuso. Estoy poniendo mi mejor voluntad en entenderte.

-Pobre Ivo, lo estoy volviendo un poco loco.

-Ivo es tu pareja, ¿no? Creo que de alguna forma él nos hizo el contacto.

-No hagas caso a las llamas, Tamar. Son una ilusión del engaño. Están
aletargando la verdad.

-¿De qué engaño me estás hablando, Laura? ¿Cuál sería la verdad? Soy una
intérprete, soy música, no sé en qué puedo ayudarte.

-La verdad yo tampoco se mucho de todo este mundo, ni del tipo de la


energía, ni del sistema nervioso. También soy una intérprete como vos. A
todo esto ¿en qué idioma estamos hablando?

-Creo que en inglés, Laura. Aunque no te podría asegurar eso. No sé español,


pero tal vez en sueños, el idioma sea uno.
No entiendo a quién te referís, con lo de el tipo de la energía, y el sistema
nervioso. Sé que sos una intérprete también, tocás el cello, ¿no?

Como en un recuerdo impreso en sangre, cual modo de sello antiguo. se


podía ver una sonrisa. Pero la sangre no era necesariamente sangre, tal vez.
Había algo de Baco en la cuestión, de vino. Tal vez todo era etil. Tal vez una
manifestación de una de las dos deidades primigenias. Además estaban esas
estatuas, inmóviles y ubicuas al mismo tiempo, blancas, ajenas a las llamas
de algún modo.

Las llamas crecían alrededor, y no podía definir qué era ese contexto, ese
cuadro. Cuan Florestán y Eusebius, debían dictarle música, melodías
independientes a Schumann, esta chica en una suerte de pasado, estaba en
el presente, en mí presente y en tú presente. Era tiempo onírico, pero no
dejaba de ser tiempo. La línea, la entrelínea, el subrayado de que son
verdades, tenían una frontera muy difusa.

-Es una forma de recuerdo presente, Tamar. Vos misma te planteaste la


cuestión. El recuerdo presente, y sólo el misterio. El misterio que nos hace
vivir…

-Decíme cómo te puedo ayudar, Laura. Entiendo lo del recuerdo presente,


aunque aquí se vive otra noción de tiempo.

-No necesariamente el portador de revelaciones, de epifanías, es consciente


de su mensaje, de ser mensajero. De ser emisario o incluso receptor.
El dolor de cabeza, había sido una ilusión, una tortura de sueño. Onirico
plantéo, una suerte de mantra de castigo, ¿quién sabe por qué? ¿A quién le
he hecho daño? Laura despertó.

-Ivo Friedenberg, despertáte, llegamos tarde.

Señores pasajeros de Aerolineas Argentinas, estamos por arribar al


aeropuerto internacional de Ezeiza.

-¿Aerolineas Argentinas? Puede ser. ¿Cómo se llamaba nuestro contacto en


Buenos Aires, Etienne?

Recién había llegado de revisar unas cosas relacionadas con el equipo de


sonido y estaba sentado junto a ella. A un asiento del otro lado, revisando
cosas en una Mac estaba Tomek. Había unas páginas que hablaban sobre el
efecto de la resonancia Schumann, (más Schumannes). que le llamaban
poderosamente la atención.

-Te despertaste, Tamar. ¡Ni que hubieses soñado con alguna forma de
infierno! Estás pálida, no te sobresaltes, creo que el tipo se llamaba Ivo
Friendenberg, y la chica era una tal Laura, vos la trataste mejor.

-Sí, suspiró. La chellista. Quiero llamar a casa para ver cómo está Alma, ya
tiene tres años y creo que la lejanía puede afectarla. Al menos escuchará mi
voz.
-Aunque hubo problemas, ella vendría con su tía en el próximo vuelo. Es
difícil despegarte ¿no?

Tamar sonrió, tenía un vestido rojo. El vuelo estaba por aterrizar.

-¿Usted es Tamar Halperin? -dijo una muchacha rubia, delgada, de mediana


altura, extendiéndole la mano.

Ivo estaba a unos pasos en un kiosko del aeropuerto, comprando aspirinas,


por las dudas. Con Laura, nunca se sabe.

Se dieron las manos, y como que se entrecruzaron en cierta energía, una


energía, única energía. Hubo algo eléctrico en el saludo.

El invierno era bastante crudo, incluso para un europeo acostumbrado a la


nieve.

-Sin embargo esto me recuerda a Italia, más bien al norte de Italia -dijo
Etienne, en inglés-.Mirando a dos chicas que pasaban por ahí y al resto de la
gente.
-Es cierto, es que hubo mucha afluencia italiana en las inmigraciones -dijo
Ivo, también pero en un esforzado inglés -Esto se parece al norte de Italia,
nuestro acento y el uso de ciertos pasados, para simplificar el lenguaje. Hay
mucha, salsa y pasta. La tonada es italiana si la escuchás bien.

-Claro, sí se parece a Italia -agregó Etienne Abelin.

-Sí, señor Abelin, y no necesariamente por el Papa, que también es argentino


-bromeó o intentó bromear Ivo.

-Ok. Llamáme Etienne.

-De acuerdo, usted es el señor Tomek Kolczynski (diablos, cuántas


consonantes).

-Llamame Tomek, disculpá estoy revisando unos programas para unos


videojuegos. Es mi música la que suena ahí.

-Señora Tamar Halperin, ¿buscámos una mesa para tomar y comer algo? De
paso se libra un poco de su sombra que un poco es Laura.
-Por favor, no seas tan formal Ivo. Llamáme Tamar, vos también Laura, y
vamos a pedir una mesa en que entremos cinco personas.

No entiendo lo de las estatuas, el tipo de la energía y el tema del sistema


nervioso.

Laura me parece encantadora, pero hay cierto fuego en sus ojos, unas pupilas
que no necesariamente se proyectan en el ahora. El tema del recuerdo
presente, no se.

-¿Ya tienen hijos? Yo tengo a Alma, mi hija. Miren esta foto, ¿no es hermosa?
-dijo Tamar.

-También tengo un alma, en el violín, claro -dijo Etienne.

-Mi alma es digital -metaforizó Tomek.

Claro que Alma era hermosa, una foto más impresionante que otra. En varias
salía Andreas Scholl, un tremendo e importante contratenor. Era como se
entenderá el padre de Alma. Difícil el tema de los hijos con Laura. Cómo
explicarle eso a Tamar. Ivo sonrió y asintió con la cabeza. Ivo Friedenberg es
un pobre tipo, pero hace lo mejor que puede, se dijo a sí mismo. Todos
somos parte de esta cuestión.

Creo que comprendí. El tema de la tónica, en literatura, se generaría a partir


de la reiteración en el "aferrarse" de una palabra, oración o frase y repetirla
con recurrencia. Pero debe contener una idea, y de ese modo no sería un
simple obstinato. La Gestalt se refería a esto como "idea fuerza" = núcleo,
por lo tanto resultaría un tipo de "tónica". Lo cual le da peso, y gravitación
igual que la tónica en el discurso musical. Las comas y puntos, los adverbios,
adjetivos, sustantivos, etc. Serían como las notas de paso, bordaduras,
retardos, anticipaciones, etc, en un análisis formal armónico. Porque los
lenguajes son "el" lenguaje, respetan un contexto. Ahí sí creo que hay uno
sólo, soy monoteísta del lenguaje (que es una forma de politeísmo solapada).
Resguardando el planteo del Sol inmanente de Aristóteles (hasta cierto
punto). Por cierto, las otras dos cosas sobre la tonalidad y el registro, no
tienen relación, pero podrían servir como ideas.

Se había caído el cuaderno de Ivo con apuntes.

-¿Qué es eso, dice algo de tónicas? Traducí por favor, Ivo. Me interesa -dijo
Tamar.
Todos dicen decir, bueno ahí veo que hay una mesa vacía.

Era complicado a esa hora y en ese lugar hacer pedidos elaborados. El mozo
fue claro en eso. Al menos parece que manejaba también bastante
aceptablemente el inglés.

-Hahaha -Laura como que volvía en sí. Después de mucho silencio y mucho
ser sombra. Se reía sentada a la mesa.

-Tráiganos cinco sandwich de pavita y queso. Y cinco Coca-cola

-pidió Tamar como unísono de voluntad.

-Sí, porque la intuición… -comentó Ivo.

-"Tomo todas mis decisiones en la intuición. Lanzo una lanza a la oscuridad.


Eso es intuición. Entonces debo enviar un ejército a la oscuridad para
encontrar la lanza. Eso es intelecto".

-Eso te gusta a vos Ivo, es Ingmar Bergman, el sueco loco -dijo Laura con un
gesto de elevación de brazos.
-Sí, Etienne, eso está si no me equivoco en los Cahiers du cinema. Donde
Bergman con seudónimo o seudónimos se criticaba a sí mismo a veces.

-Es cierto, pero en el cine, y es más, toda obra en lo que importa, tiene un
cuerpo que se genera por el conocimiento del receptor. Por lo tanto, distinto
receptor distinto cuerpo. A lo que voy es que toda obra es un esqueleto.
Como las películas de cine iraní, el neorrealismo italiano o por qué no, como
un trabajo de contrapunto de Leonino y Perotino -contestó Etienne.

-Entiendo el concepto -dijo Ivo o creyó decir.

-Es genial, a mí me gusta mucho la “nouvelle vague”. Truffaut, Rohmer,


Godard, Chabrol. Me siento como si fuera niña cuando veo ese cine, no
puedo explicar bien por qué.

-Godard... bueno (hubo como un eco compuesto en esto).

En eso, se acercó el mozo con los pedidos, e Ivo ya esperaba una suerte de
guillotina con la cuenta y la propina en ese lugar.

-El otro día estuve practicando voces con el cello, tomaba partes de los
corales de Bach y las adaptaba. Es un buen ejercicio -comentó Laura.

-Claro, Laura. En los 386 corales el secreto en la dinámica y el movimiento de


las voces es en realidad uno. ¿Ves este sandwich? Mirá, son cuatro partes, los
dos panes y el relleno. Los panes son el bajo y la soprano. Pero lo más
importante, son la pavita y el queso, o sea, el tenor y la contraalto. En cuando
a darle una cuestión “orgánica” al coral es así. Claro que todas las voces son
importantes -terminó de decir eso y dio una mordida al sandwich coral.

Tomek salía de cierto ensimismamiento y empezó a hablar de las resonancia


Schumann.

-La frecuencia más baja, y al mismo tiempo la intensidad más alta, de la


resonancia de Schumann se sitúa en aproximadamente 7,83 Hz. Los
sobretonos detectables se extienden hasta el rango de los kHz (kilohercios).

-Si vos decís -dijo Laura

-Si vos decís -dijo Ivo pensando en cómo era el tema de las sinusoides.

Tamar y Etienne se descostillaban de la risa. Y Tomek continuó.

-"La resonancia de la Tierra (resonancia Schumann) ha sido de 7,8 Hz durante


miles de años. Desde 1980 se ha elevado a más de 12 Hz.

Esto significa que un día de 24 horas equivale ahora a 16 horas.

¡El tiempo se está acelerando!” lo dice Gregg Braden.


-Braden, me suena. Es un escritor new age, o algo así. No me simpatiza
mucho, la verdad -dijo Ivo.

-Hablenme un poco de la acústica del Colón y de la casa natal de Barenboim,


la quiero conocer. Y más, de Argerich y Perón. De nuevos compositores. -
Tamar de pronto se volvió algo hiperquinética en su entusiasmo, una suerte
de Franz Liszt femenino.

-Vamos por partes Tamar, dijo Jack the Ripper y digo yo, son muchos temas a
la vez. El Colón es como una ciudad dentro de la ciudad. Su acústica supongo
sabrás es una de las mejores del mundo. ¿Qué te parece la de la Scala de
Milán? En cuanto a ir a ver la casa natal de Daniel Barenboim y la historia de
Argerich y su primer viaje a Europa, es bastante largo para contar…

Un sujeto le empezó a hacer señas a Etienne y Tomek. Era parece ser uno de
los encargados del equipo de sonido.

-Ahora volvemos -dijeron.

-¡Qué problema muchachos, es que me emocioné por saber! ¡La Scala de


Milán es genial! Pero ante todo, quiero hablar con vos, Laura.

-Decíme lo que quieras, Tamar.

-Bueno, no me contestaron si tienen hijos, deberían tenerlos, al menos dos.


Uno varón y otro niña. No importa, no importan los tiempos. No importa si
todo se superpone, yuxtapone, imbrique, esté en espejo, como contrapunto.
O lo que se suceda.

En eso tomó fuertemente de las manos a Laura, las puso entre las suyas y le
dijo en un tono muy intimista:

-Por favor, no te pongas mal, Laura. Cuidá bien tus manos, y ante todo tené
en cuenta, que en cierta forma, todo, y todos podemos ser una ficción…

-Me hicieron pensar en ustedes- dijo vaciando sus pulmones, Laura..., Laura...

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